El consejero delegado y director general de Cantur, Luis Martínez Abad, reivindica el papel fundamental que esta empresa pública representa para la economía de Cantabria y asume la tarea de dar a conocer qué es y cómo se gestiona esta entidad que el pasado año ingresó 43,1 millones de euros, de los que cerca de 27,5 millones procedieron de la explotación de sus instalaciones turísticas. Entre sus retos, desestacionalizar y descentralizar el turismo, atraer más turistas internacionales y generar nuevos atractivos que contribuyan a superar los más de 1,06 millones de visitantes alcanzados en 2023.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Abril 2024

«Cantur factura dos millones de euros más que el Puerto de Santander”. De esta manera tan gráfica, su consejero delegado y director general, Luis Martínez Abad, quiere poner el acento en el importante peso específico que esta empresa pública creada en 1969 tiene para la economía regional, un aspecto que, lamenta, no acaba de comprenderse del todo: “En general, los ciudadanos no conocen lo que es Cantur ni cómo se gestiona. No solo son sus instalaciones repartidas por diferentes comarcas, sino también somos la imagen de Cantabria y los encargados de promocionar el turismo”, insiste en resaltar antes de facilitar las principales cifras económicas obtenidas por la sociedad en 2023.

Según estos datos, el conglomerado de instalaciones turísticas, hoteleras y hosteleras, junto a las 11 oficinas de turismo en las localidades de mayor afluencia de la región que conforman Cantur, ingresó el pasado año 43,1 millones de euros, de los que cerca de 27,5 millones procedieron de la explotación de sus establecimientos y los 15,6 restantes, del Gobierno de Cantabria en concepto de transferencias para atender las actividades de promoción, una partida esta última que ya anuncia que se mantendrá invariable durante este ejercicio. En total, 43,1 millones de euros que su máximo responsable espera que se conviertan en 44,5 millones en 2024 gracias a un incremento del 5,7% en los ingresos correspondientes a los negocios propios, que prevé que alcancen los 29 millones.

En su resumen del ejercicio, Martínez Abad detalla que la empresa contó el pasado ejercicio con una plantilla media de 481 trabajadores –343 fijos y 138 eventuales–, una nómina que admite que podrá aumentar una vez concluya la relación de puestos de trabajo que permita conocer cuáles son las necesidades reales de personal y, sobre todo, una vez entren en funcionamiento las nuevas instalaciones y servicios recogidos en el plan de inversiones de 60 millones de euros en instalaciones turísticas públicas para esta legislatura, anunciado recientemente por la presidenta regional, María José Sáenz de Buruaga, entre las que destaca la creación de un teleférico en Vega de Pas.

En este ámbito, Martínez Abad resalta el trabajo indirecto que genera la actividad de Cantur en las diferentes comarcas de Cantabria, un aspecto que reconoce que es difícil de cuantificar, pero que justifica con un dato: “De los 25 millones de euros que este año destinaremos a compras de mercancías y servicios, 21 millones corresponden a proveedores de la región”. Una apuesta por lo local que, según recalca, contribuye de manera decidida a la descentralización del turismo, uno de los tres objetivos que persigue Cantur junto con la desestacionalización y la captación de más turistas internacionales.

Cabárceno recibió en 2023 669.000 visitantes, un 3,7% más que en 2022 y todo un nuevo récord en la historia de este parque

En cuanto al número de visitantes que recibieron en 2023 las cinco instalaciones de la Sociedad Regional Cántabra de Promoción Turística actualmente en explotación –campos de golf de Abra de Pas y Nestares, Estación de esquí de Alto Campoo, Teleférico de Fuente Dé y el Parque de la Naturaleza de Cabárceno–, la cifra se eleva hasta las 1.066.319 personas, un 2,5% más que en 2022. Se trata, según detalla el director financiero de Cantur, Santiago Gutiérrez, de una evolución positiva en todos los casos, salvo en el del Teleférico de Fuente Dé, que obtuvo un 7,9% menos de usuarios debido a la adversa climatología y a los cierres obligados por averías o para su mantenimiento, y un ligero descenso del 2% en el campo de golf de Abra de Pas.

Del otro lado, destaca el aumento de golfistas en el campo de Nestares (un 7,6% más), los cerca de 116.000 esquiadores que recibió Alto Campoo en la temporada 2022-23, lo que representa un incremento del 8,5% con relación al periodo anterior y una cifra que no se alcanzaba desde 2009; y los más de 669.000 visitantes que registró Cabárceno, un 3,7% más que en 2022 y todo un nuevo récord en la historia de este parque.

“Creo que ha sido un ejercicio exitoso en cuanto a número de visitantes”, recapitula por su parte Martínez Abad, quien espera seguir sumando también este año. “No sé si podremos incrementar el número de visitantes porque a veces todo tiene un límite, pero nuestro propósito, sobre todo de cara a esta legislatura, pasa por modernizar y poner al día las instalaciones y generar nuevos atractivos”, subraya.

La joya de la corona de Cantur

Turistas en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, que aporta el mayor volumen de ingresos y número de visitantes entre todas las que gestiona Cantur. Foto: Nacho Cubero

Al ir al detalle, Martínez Abad admite que Cabárceno es la joya de la corona. No en vano, los datos reflejan que esta instalación que acoge a más de 120 especies de animales de los cinco continentes recaudó más de 17,1 millones de euros en 2023, lo que supone el 63% del total de ingresos anuales provenientes de la explotación de las instalaciones de Cantur. “Es uno de los mejores parques a nivel internacional y pretendemos que lo siga siendo aún más”, avanza el consejero delegado refiriéndose a las nuevas inversiones que prevén llevar a cabo en esta instalación asentada sobre una antigua explotación minera y que aparece surcada por más de 20 kilómetros de carreteras.

Entre ellas, el director general anota la mejora del recinto de elefantes, con un presupuesto este año de 4 millones de euros, así como la del reptilario, que además albergará un nuevo ‘cocodrilario’ para hacer de este espacio, dice, “la mejor instalación de Europa” antes de que termine la legislatura. “Lo que pretendemos crear no es solo un ‘cocodrilario’ para visitar, sino un centro de referencia en el que se trabaje en la reproducción y vida de este animal”, enfatiza sobre estas nuevas dependencias que supondrán un desembolso estimado de cerca de 5 millones de euros. Martínez Abad completa la lista de inversiones en Cabárceno con los trabajos del cierre perimetral de la instalación ya en marcha, la mejora de accesos y saneamientos y el cambio de la cartelería del parque, una actuación que rondará los 180.000 euros de presupuesto.

Sobre el menor protagonismo del resto de instalaciones, el consejero delegado de la empresa asegura que “aquí no hay cenicientas”, en referencia a la estación invernal de Alto Campoo que acaba de reabrir sus puertas tras muchas semanas cerradas ante la ausencia de nieve. “Cuando nieva en noviembre es una auténtica maravilla, pero si lo hace en enero, entonces hacemos lo que podemos”, tercia el director financiero, quien sostiene que se trata de un tema cíclico. “Hemos tenido temporadas de 142 días de apertura como fue la de 2007-08 y otras de apenas veinte, pero hay que saber convivir con ello”. En cualquier caso, Gutiérrez resalta el alcance, por todo lo que conlleva, del ingreso unitario de la nieve. “No es lo mismo ir a esquiar a Alto Campoo que ir al teleférico de Fuente Dé. Pero bueno, no damos la temporada por perdida porque todavía queda Semana Santa, que es muy importante. Hay que aguantar unas semanas y vamos a ver qué ocurre. Con un metro de nieve, y si no hay viento sur, llegamos”, concede esperanzado.

Martínez Abad, por su parte, aclara que en la actualidad trabajan en adecuar la instalación para que genere retornos y visitas fuera de la temporada de nieve, un propósito que incluye rutas de senderismo, ciclismo y otras actividades actualmente en estudio. Además de acondicionar el hotel de la Corza Blanca, también avanza que la empresa baraja otras posibilidades ligadas incluso al campo de regatas que se proyecta en el Pantano del Ebro.

El potencial de Fuente Dé

El Teleférico de Fuente Dé, la infraestructura a la que el director de Cantur otorga un mayor potencial. Foto: Nacho Cubero

Cuestionado sobre cuál es la instalación con mayor potencial de crecimiento, el director general no duda en señalar al teleférico de Fuente Dé. “Tiene mucho margen de mejora”, admite con la vista puesta en una remodelación de las instalaciones que, asegura, prácticamente hará que sea un teleférico nuevo: “En 2007 la legislación nos obligó a reducir de 28 a 20 pasajeros la capacidad de las cabinas. Ahora pretendemos aumentarla hasta 40”, revela sobre este proyecto que también contempla incrementar la velocidad de la maquinaria y que, con una duración estimada de entre ocho y diez meses, se ejecutará en dos fases aprovechando la temporada baja.

Por otra parte, Martínez Abad no ve ningún inconveniente en su nombramiento como consejero delegado y director general, lo que por primera vez permite a una sola persona acaparar todo el poder en esta empresa pública. “Creo que es bueno y así evitas bicefalias. Personalmente lo veo como un reto. Obviamente conlleva una carga de trabajo muy importante, pero es cuestión de saber apoyarse en las personas que te rodean. Afortunadamente, Cantur cuenta con un equipo maravilloso que conoce la empresa. Si les dejas trabajar, todo resulta mucho más fácil”, aclara.

Asimismo, asegura que desde que asumió estos cargos la mejora de la gestión se ha convertido en una de sus prioridades. “El equipo humano es fantástico pero no siempre ha dispuesto de los medios y servicios necesarios para llevar a cabo su trabajo”, explica para señalar a continuación otro de sus objetivos: la transparencia en los procesos de contratación, hasta ahora habitual campo de batalla por las reiteradas críticas que la empresa ha venido recibiendo en los últimos años por supuestas irregularidades en las convocatorias de puestos de trabajo y bolsas de empleo. “No puedo hablar de lo que no me corresponde, pero acabamos de incorporar una directora de recursos humanos y estamos dotando a este departamento de la infraestructura suficiente para que pueda realizar adecuadamente su trabajo. Además, estamos trabajando con el comité de empresa para resolver todos los temas que estaban judicializados previos a mi llegada”, explica.

En este sentido, Martínez Abad destaca la “absoluta” colaboración de los representantes de los trabajadores. “Hay una línea de trabajo muy definida con ellos y parece que las cosas fluyen. Hay mucho por hacer y bastantes cosas que poner en orden, pero de momento estoy satisfecho. Obviamente, nuestro objetivo es que todo tenga la transparencia con la que venimos trabajando en todo. Acabamos de publicar en el portal de transparencia el plan anual de contratación, algo que no se había hecho nunca, y también las cuentas anuales. Es decir, la transparencia es y debe ser absoluta”, sentencia.

«La Semana Santa, si es buena, te puede generar 1 millón de euros de ingresos; y si es mala, quedarse solo en 100.000 euros». Luis Martínez Abad, de Cantur.

Pese a sus esfuerzos en mejorar la gestión, el consejero delegado de Cantur advierte de que esta depende mucho de factores que en ocasiones noes posible controlar: “Por mucho que modernicemos las instalaciones, es evidente que si no nieva se hace complicado mejorar los resultados de años anteriores”, puntualiza. “Hay épocas que marcan mucho la cuenta de resultados”, añade el director financiero. “Por ejemplo, la Semana Santa, si es buena, te puede generar 1 millón de euros de ingresos; y si es mala, quedarse solo en 100.000 euros. Y lo mismo ocurre con el puente de la Constitución, el del Primero de Mayo o los carnavales para la estación de Alto Campoo, que este año ha estado cerrada”.

“Al margen de la temporada estival, que en 2023 hemos conseguido alargar gracias a la climatología hasta mediados de octubre, hay cuatro o cinco periodos al año que son fundamentales. Veinte días generan el 20% de los ingresos de la empresa”, resuelve Gutiérrez.

Con todo, Martínez Abad sostiene que la empresa ha empezado este ejercicio sin sobresaltos importantes: “Enero se ha cerrado prácticamente igual que el pasado año, y febrero seguramente sea un poco peor por la falta de nieve, aunque los ingresos por pases de temporada han superado a los obtenidos en 2023”, especifica. De cara al futuro, su máximo responsable adelanta, sin querer dar más explicaciones, “sorpresas muy interesantes en materia promocional”, e insiste en que su objetivo es que las personas conozcan lo que es Cantur: “No se sabe ni se identifica todo lo que es y representa esta empresa. Cantabria no puede vivir sin Cantur”.

Tanto si se atienden las grandes cifras como si el foco se pone en la forma en que estas han repercutido en el empleo, los últimos 25 años no han sido especialmente propicios para la comunidad autónoma, y ello pese al evidente salto adelante dado en materia de infraestructuras y a algunas inversiones que han servido para atenuar un declive que se hace evidente en la comparación con el conjunto de España.  Huérfana siempre de un plan industrial capaz de sobrevivir al tránsito de una legislatura a la siguiente, el turismo no ha dejado de ganar protagonismo en las políticas económicas, pero con resultados que están lejos de compensar lo perdido en el resto de sectores.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Marzo 2024

El último cuarto de siglo, el tiempo que nos ha tocado contar desde las páginas de esta revista, es un periodo lo suficientemente amplio como para identificar tendencias que vayan más allá de lo coyuntural pero, también, tanto como para hacer imposible resumirlo todo en un titular, o en una entradilla como esta. Los grandes datos económicos de Cantabria, y sobre todo la comparación de estos con los que se dan en otras regiones o en el conjunto de España, reflejan un incuestionable declive, una pérdida de peso económico que curiosamente, y sobre todo en los últimos años, coincide con una mayor relevancia en otros aspectos. También, y al mismo tiempo, es difícil pasar por alto el evidente salto adelante que se ha dado en materia de infraestructuras y, en lo que posiblemente es la mayor paradoja al enfrentarla con otras estadísticas, la región aparece sistemáticamente entre los primeros puestos en los rankings que, a partir de índices que miden variables como la educación, la sanidad, la seguridad o el acceso a la cultura, pretenden objetivar la calidad de vida.

La economía de Cantabria tiene hoy un tamaño que dobla ampliamente al de 1999, pero ello después de crecer, prácticamente cada año, menos que el conjunto de comunidades autónomas. El resultado es que la aportación de Cantabria a la riqueza del país no ha dejado de reducirse en ese tiempo, alejándose lenta pero progresivamente de la que le correspondería por población. En 2022, último año con las cuentas cerradas, la economía de nuestra región suponía el 1,14% del total español, seis puntos básicos por debajo del dato de 1999 lo que, considerando una variable más concluyente, significa que por el camino se han quedado cerca de 1.000 millones de euros, la cantidad que habría que sumar a lo producido para mantener el PIB cántabro en la proporción que tenía respecto al español el último de los años noventa.

Aunque el dato de Cantabria confirma la pérdida de relevancia económica de la región dentro del conjunto del país, lo cierto es que la evolución de esa variable desde 1999 no es muy distinta a la que se da en el resto de comunidades autónomas de la cornisa cantábrica, y tampoco del registrado en Castilla y León, una región a la que tanto por proximidad como por vínculos históricos es habitual recurrir en términos comparativos. Con la salvedad de Galicia –y de Navarra, si queremos incluirla en el grupo de referencia– todas las autonomías del norte han crecido menos que la media española en los últimos 25 años, y dos de ellas –Asturias y la propia Castilla y León– menos también que Cantabria. Esto cambia, aunque no demasiado, si la acotación temporal se hace con otros periodos, pero incluso en ese caso la variación tiene más que ver con las proporciones –se amplía la distancia con el conjunto del país, y se acortan las diferencias con las autonomías del entorno– que con las tendencias. Esto es válido sobre todo al evaluar lo acontecido desde la crisis financiera de 2008 y algo menos, aunque también, respecto a 2019 y la situación previa a la pandemia.

Los grandes datos económicos de Cantabria reflejan una incuestionable pérdida de peso económico que curiosamente, y sobre todo en los últimos años, coincide con una mayor relevancia en otros aspectos.

Con todo, cualquier intento de amparar la modesta evolución de la economía cántabra en el similar comportamiento de las regiones cercanas queda invalidado al poner en relación ese dato con la población: atendiendo a la evolución del PIB por habitante, Cantabria se sitúa a la cola de las regiones cantábricas, y también claramente por debajo de Castilla y León. Durante el último cuarto de siglo el PIB por habitante cántabro se incrementó en un 95%, frente al 127 de Galicia, el 115 de Asturias, el 101 del País Vasco o el 104% que creció en Castilla y León. Esta última región, que en esa estadística terminó el pasado siglo por debajo de la nuestra, superó el PIB por habitante cántabro en 2011 y se ha mantenido por delante desde entonces.

Por sectores, y en contra de la percepción que generalmente suele tenerse de la región, la composición del PIB confirma que Cantabria mantiene contra viento y marea, aunque a duras penas, su condición industrial. Si el sector secundario suponía en el arranque de siglo el 20,68% de lo que producía Cantabria, al cierre de 2022 esa aportación era incluso ligeramente mayor, alcanzando el 21,61%. Por más que lo que se va sabiendo apunta a que en 2023 ese porcentaje va a reducirse significativamente –durante los tres primeros trimestres se situó en el 19,8%, por debajo por tanto de la simbólica cota del 20%– la comparativa en el largo plazo da pie a reivindicar una condición industrial que puede tenerse la impresión que descansa mucho más en la labor de las empresas que en la de los gobiernos. Sin nada parecido a un plan a largo plazo, el sector industrial es el principal perjudicado por algunas debilidades que han recorrido las últimas dos décadas y media sin ser corregidas, con la falta de suelo y las cargas burocráticas en los primeros lugares de la lista.

Probablemente ninguna estadística refleja la pérdida de atractivo económico de Cantabria con la crudeza que lo hacen las cifras de inversión extranjera. Lo hacen, además, de forma tanto más evidente cuanto más se amplíe el marco temporal, lo que hace imposible considerarlo el efecto de cualquier coyuntura. De acuerdo a lo recogido en el Registro de Inversiones Extranjeras Datalnvex, en los últimos 25 años Cantabria ha captado un exiguo 0,09% del flujo de la inversión que el capital foráneo ha realizado en España en ese tiempo, que sería el 0,10 si acortamos el plazo a la última década. Si tenemos en cuenta que la aportación cántabra al PIB español, aunque decreciente, supone un 1,2%, la cantidad que la región ha dejado de captar desde 1999 se movería en el entorno de los 5.000 millones de euros.

Grandes proyectos, grandes fracasos

Pero por encima del efecto directo en términos económicos, la principal lectura que puede hacerse de la paupérrima cifra de inversión extranjera es su condición de reflejo de la escasa consideración que tiene Cantabria como destino para cualquier proyecto empresarial, sea este en el ámbito industrial o en cualquier otro. En el cuarto de siglo que esta revista lleva acudiendo a la cita con sus lectores han sido varias las iniciativas a las que se adjudicó la capacidad para actuar como tractoras de la economía regional, e incluso de motores de un cambio profundo en la misma. Muchas veces auspiciadas desde las diferentes administraciones, y siempre aplaudidas por estas, la característica común a todas ellas fue su sonoro fracaso, en ocasiones sin llegar siquiera a concretarse. La ciudad del cine, el plan eólico, la llegada de la fábrica de Haulotte o la de GFB, Nestor Martin y la reapertura de la mina de Reocín son ejemplos de una reiteración en la frustración de las expectativas que debería habernos inmunizado contra ellas, lo que no parece ser el caso.

Por más que lo anterior, o el repaso puramente cuantitativo al pasado, pudiera dar a entender lo contrario, es obvio que estos 25 años están lejos de ser la historia de un fracaso económico. En lo que tiene que ver con las empresas industriales, y pese a los continuos avatares sufridos, la mayor parte de las que entonces eran referentes por tamaño y actividad lo siguen siendo ahora. Sniace, cuyo futuro ya era una incógnita desde mucho antes de 1999, es la principal baja en una nómina en la que siguen apareciendo Solvay, las fábricas de Celsa, Teka, BSH, Equipos Nucleares, Dinasol, Ferroatlántica o, ya con nombres distintos a los que tuvieron, Reinosa Forgings & Castings o SEG Automotive. Que la mayor parte de ellas vean periódicamente cuestionada su continuidad, como sucede en otras que forman parte de grandes grupos y pueden englobarse dentro de lo que se considera industria tradicional, da cuenta de los enormes retos a afrontar en la economía global que ha caracterizado el último cuarto de siglo, pero también su capacidad para haber ido superándolos.

Aun sin discutir la relevancia de las empresas citadas en el párrafo anterior, la estructura del tejido productivo de la región sigue reflejando, hoy como hace cinco lustros, el protagonismo casi absoluto de las pymes. Es también ahí, en abierto contraste con lo sucedido con los frustrados grandes proyectos, donde pueden rastrearse historias cuyo éxito puede no medirse en cientos de empleos, pero que sumadas suponen la principal aportación a la economía de la región. Son pymes las que, en los años a los que hacen referencia estas páginas, han dado forma a una potente industria agroalimentaria que, además de lo que supone en sí misma, es uno de los pilares sobre los que asentar a un sector primario que ha sido el principal perjudicado con el correr de las dos últimas décadas y media. Son igualmente pymes la mayor parte de los fabricantes cántabros de componentes de automoción, como también algunas de las industrias metalúrgicas que, con productos de alto valor añadido, compiten con éxito en los mercados internacionales.

La unión por autovía con la meseta, una reivindicación histórica de la región, se completó en 2009. La conexión directa con Madrid sigue pendiente. Foto: Nacho Cubero

En materia de infraestructuras, es destacable tanto el tremendo salto adelante dado en este tiempo como el que, pasadas más de dos décadas, sigan pendientes algunas actuaciones que ya se reclamaban insistentemente en 1999. Ese año estaba por completarse la autovía del Cantábrico en dirección a Asturias y apenas se habían dado los primeros pasos para construir la que habría de conectarnos con la meseta. Ambas se han terminado desde entonces, como también, más recientemente y después de algunos proyectos fallidos, el enlace entre Solares y Torrelavega y la circunvalación de Santander por la S-20. Pero, hoy como hace un cuarto de siglo, Cantabria sigue reivindicando un enlace directo por autovía con Madrid, algo que sigue dependiendo de la finalización de la vía rápida entre Aguilar de Campoo y Burgos. El ferrocarril es la otra gran infraestructura olvidada de estos 25 años, ya sea considerando la alta velocidad o las cercanías.

Sin salirnos de lo que tiene que ver con la inversión pública, pero ya al margen de las infraestructuras viarias, desde el último año del pasado milenio se han culminado iniciativas como la creación de la neocueva de Altamira, la remodelación del Mercado del Este o la creación de la cueva de El Soplao como recurso turístico de primer orden. También se ha puesto en marcha en este tiempo el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria, una reivindicación del sector TIC que se cuenta entre las primeras a las que se dio eco en estas páginas y que fue inicialmente acogida con mucho escepticismo desde la administración regional. En relación con los proyectos que siguen en un estado solo un poco más avanzado que el que tenían 25 años atrás se cuenta la construcción de la nueva sede del Museo de Prehistoria, hoy ya en obras y rebautizado como Mupac.

Las dotaciones culturales, tanto las que están en ejecución como las ya realizadas, han sido protagonistas de algunas de las principales actuaciones puestas en marcha en estos años. El Centro Botín reclama ahí una condición destacada, convertido en un eje sobre el que en un futuro próximo pivotarán el Faro Santander –en construcción en la antigua sede del banco en el Paseo de Pereda– y el centro asociado del Reina Sofía proyectado en el que fuera edificio del Banco de España para acoger el archivo Lafuente. La valoración del alcance que todo ello pueda llegar a tener, es ya una tarea para el futuro.

Afincado en Cantabria desde su etapa universitaria, el nuevo decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales se ha marcado el reto de modernizar la institución y de dar la vuelta a la tendencia descendente de colegiados. Fernando Rodríguez Puertas sostiene que la región cuenta con el conocimiento, las personas y una sociedad que valora la industria; que sin innovación no hay futuro, y que la energía en su sentido más amplio y la industria 4.0 son los sectores con mayores salidas laborales para su profesión. Considera que cada vez es más posible que por fin exista una política industrial seria y estima que Cantabria debe saber venderse mejor para captar más inversiones.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2024

Pregunta.– La presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, aseguró al poco de tomar posesión de su cargo que uno de sus objetivos de cara a esta legislatura es elevar el peso de la industria hasta el 25% del PIB regional. ¿Lo considera viable?
Respuesta.– Que se haya realizado ya esa declaración de intereses es para felicitarse. Porque quiere decir que existe una preocupación real. La industria en Cantabria representa en torno al 20% del PIB y subir cinco puntos es, desde luego, todo un reto. ¿Posible? Totalmente, pero es un reto. Hace falta que empuje el gobierno y también toda la sociedad porque es un trabajo de todos. Lo que sí le puedo decir es que el Colegio colaborará con el Ejecutivo cántabro y con cualquier otra Administración que se empeñe en esta tarea.

P.– Pese a ello, no son pocas las voces que consideran que en Cantabria falta una política industrial seria. Usted, ¿qué opina?
R.– Si no hay política seria educativa, que es algo fundamental para un país, es difícil que las políticas industriales existan, tanto a nivel nacional como regional. Hay impulsos y hay planes parciales que, gracias a ellos, se sigue avanzando por sectores, pero realmente una política industrial continuista que vaya más allá del gobierno de turno no la hay ni la ha habido. Y es difícil que la haya. Dicho esto, creo que cada vez es más posible. Hubo un momento, en los años 80 y 90, de reconversión industrial salvaje que dejó un gran vacío en algunas zonas industriales. Lo veo en Ferrol, de donde provengo, que no ha avanzado casi nada en estos cuarenta años. Cuando la industria no se recupera y no hay algo que la sustituya, se crea un vacío económico y social muy grande. Creo que la Unión Europea se ha ido dando cuenta de esto y de ahí que en la década de 2010 apostara por ese objetivo de que la industria alcanzara como mínimo el 20% del PIB en todos los países. Los gobiernos lo ven cada más alcanzable. Y es mejor hacerlo tarde que nunca.

P.– Qué tecnología o sector diría que está llamado a liderar el desarrollo del sector industrial en Cantabria los próximos años?
R.– Por suerte tenemos varios que podrían hacerlo. Cantabria industrialmente está en ese 20% y solo hay otras cuatro o cinco regiones que estén en ese porcentaje. Tenemos un sector de la automoción muy potente, que suministra a todos los niveles a los fabricantes de automóviles; tenemos también un sector químico muy potente, liderado por Solvay y empresas como Armando Álvarez que son líderes en Europa en sus productos. También contamos con un sector agroalimentario que ha desarrollado una industria de enorme calidad y con un sector relacionado con la industria de las telecomunicaciones, que nació de la Universidad de Cantabria allá por los años 90, y que hoy en día cuenta con empresas de telecomunicaciones y de ciencias de la comunicación muy potentes. No veo, por tanto, un sector claro y prioritario. Cualquiera de estos que he citado puede liderarlo. Tenemos el conocimiento, las personas capaces y una sociedad que valora la industria. Por eso, creo que podría desarrollarse cualquier sector.

P.– Hace unas semanas se conoció que Cantabria contará en Torrelavega con una las de las mayores plantas de hidrógeno de España, un proyecto que sus promotores confían sirva para avanzar en la descarbonización de la economía y dar un nuevo impulso a la comarca del Besaya. ¿Cuál es su valoración?
R.– Pude asistir a la presentación de este proyecto y una de las cosas que más me gustó fue el ver que todos los intervinientes lo apoyaban, lo que es bastante difícil de conseguir porque en estos casos, en general, siempre suele haber detractores. Esto, de entrada, ya es un punto de partida magnífico. Por suerte, este proyecto está encuadrado dentro de la política europea de descarbonización. Se podría hablar mucho sobre si esta política es adecuada, sobre los tiempos o las formas, pero lo que es evidente es que la UE va a destinar mucho dinero para cumplir con este objetivo. Producir hidrógeno verde, que no es otra cosa que producir hidrógeno a partir de energía eléctrica que no genere CO2 u otro tipo de emisiones, puede ser un auténtico revulsivo. Máxime si se instala donde se instala, en una comarca que ha sido duramente castigada por la pérdida de industria. Creo que es un proyecto muy ilusionante, pero en el que hay que remar y empujar mucho para que salga adelante. Creo que se trata de un proyecto enfocado más hacia la exportación. Harían falta varias ‘Cantabrias’ para consumir todo el hidrógeno que se quiere producir. La base energética lo es todo. Sin la energía adecuada no hay nada. No hay industria, no hay sociedad, no hay desarrollo.

 

Fernando Rodríguez Puertas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cantabria. Foto: Nacho Cubero

P.– Las ayudas Next-Generation no han llegado al sector industrial, especialmente a las pymes, con el ritmo y la intensidad deseada. ¿Verdad o mentira?
R.– Bueno, es un tema que no he seguido especialmente, por lo que no me atrevería a dar un juicio de valor muy contundente. Todas las ayudas, al fin y al cabo, tienen un componente burocrático, de seguridad en la tramitación, que es enemigo de los tiempos, de la rapidez en ejecutarlas. Me consta que las ayudas existen y que llegan, pero siempre resulta más fácil dotarlo presupuestariamente que después ejecutarlo. El otro día me preguntaban qué que hacía falta para que lleguen industrias a Cantabria. A mi juicio, lo que hace falta para que lleguen y que las que hay se desarrollen es apoyo por parte del Gobierno y del entorno en el que se quieran instalar; hace falta suelo industrial, y después hace falta una Administración que facilite burocráticamente la instalación de esos proyectos. A los empresarios se les abren ventanas de oportunidad y buscan el mejor lugar para invertir el dinero. Si los obstáculos que encuentran son muy grandes, esos proyectos se van a otro sitio. La reducción burocrática es fundamental. Y dentro del margen discrecional que te permite la ley, Cantabria ha legislado y desarrollado demasiado la norma. Creo que hay mucho margen de mejora. Me consta que uno de los ejes del Gobierno cántabro en esta legislatura es la reducción de las cargas administrativas. Ya no solo en industria. Ojo, no hablo de la liberalización salvaje de nada, que eso no le gusta a nadie. Pero entre esto y una burocracia inacabable hay muchos términos medios muy adecuados. Y los ayuntamientos, en este tema, también tienen mucho que decir.

P.– La mayor amenaza percibida por el sector industrial a nivel nacional, por encima incluso de la inflación o la crisis de las materias primas, es la incertidumbre generada por las actuales tensiones geopolíticas. ¿Lo cree usted también así?
R.– Desde luego. Cuando vivimos nuestro día a día, solo vemos nuestro entorno laboral. Pero la maquinaria industrial logística es hoy a nivel mundial. Todos recordamos cuando un barco se atascó en el canal de Suez en 2021 y supuso una crisis en la industria del automóvil que todavía hoy la estamos pagando en los precios. Los efectos colaterales de la guerra de Israel en Gaza ya se están empezando a notar. Y casi nos hemos olvidado de que la energía eléctrica en Europa ha llegado a estar a precios diez veces superiores a los de 2020, lo que era totalmente inasumible. Es algo que tenemos que ver. Porque hoy en día deslocalizarse es algo muy fácil de hacer.

P.– Algunos estudios apuntan a que España necesitará 200.000 ingenieros más en diez años en una profesión marcada por la fuga de talento. ¿La culpa es de los bajos salarios o hay otros condicionantes?
R.– Los ingenieros, cuando ya se nos olvida el sufrimiento de la carrera, nos damos cuenta de que lo que te enseñan es a intentar resolver problemas y a buscar la solución más eficiente. Eso es exportable a cualquier sector. Siempre hemos siendo bastante polivalentes y tocamos muchos palos. Pero cada vez eso se va abriendo más y más. Hoy puedes encontrar ingenieros industriales en el Cuerpo de Inspectores de Hacienda, en el sector de la banca, los seguros, la logística, en grandes cadenas hoteleras… Como al final se trata de resolver problemas, y tenemos un perfil que se adapta bien a cualquier actividad, eso nos hace valer y que podamos trabajar en otros sectores. De ahí la falta de ingenieros en la industria. Pero no creo que los salarios en el sector industrial sean bajos en comparación con los del sector servicios o lo del sector primario, aunque sí lo son con relación a Europa. Lo que sí hay es grandes diferencias entre comunidades autónomas. Por ejemplo, el convenio colectivo del País Vasco en comparación con los del resto de España es tremenda. Hoy los mayores enemigos para la profesión son los que se van fuera. Es muy sencillo irse. Porque el problema del idioma ya no es, afortunadamente, una barrera. Después, cuando sales, también es verdad que te das cuenta de que tampoco es para tanto y de que en todas partes cuecen habas. Con el tiempo, todo el mundo desea regresar a España. Pero vamos mejorando el nivel de la industria española, que ya es muy alto. No somos el segundo productor europeo de automóviles por casualidad.

P.– En España existen en la actualidad alrededor de 60 ingenierías diferentes, cada una especializada en un ámbito. Tantas titulaciones llevan a muchos a no distinguir unos titulados de otros y a englobar dentro del mismo término de ingeniero a profesiones muy distintas, algunas de las cuales aún no tienen ni siquiera bien definidas las competencias que les corresponden. ¿Le preocupa esta situación?
P.– Sí, totalmente. En España, antes de Bolonia, había siete familias de ingenieros muy marcadas: agrónomos forestales, de minas, caminos, industriales, telecomunicaciones, navales y aeronáuticos. A partir de Bolonia, los que tienen la capacidad de crear las titulaciones son las universidades que, quizá intentado crear esas especialización que demandan los empresarios, fueron creando nuevos títulos. Hoy día, personas que hace veinte años serían ingenieros industriales tienen ahora 15 o 16 titulaciones en ese mismo ámbito. Esta diversificación lo que está generando es un problema en los colegios que, en general, ven descender su número de colegiados. ¿Por qué? Porque, como digo, se van creando otras ingenierías, que son por completo del ámbito industrial y que hace dos décadas estarían englobadas sin ninguna duda en este colegio. Lo que han hecho es cambiarles el nombre. Ante esta nueva realidad, es evidente que los colegios tenemos que hacer algo. ¿El qué? Desde luego cambiar porque cuando los tiempos avanzan y tú no te mueves, te suelen pasar por encima. Los colegios somos instituciones de derecho público que estamos obligados a defender la profesión. Nuestra profesión tiene unos decretos de atribuciones que muchísimas de estas otras ingenierías no tienen. De hecho, en algunas de ellas aparecen las primeras promociones y luego desaparecen, quedándose esos titulados en el limbo. La opinión mayoritaria del Consejo General no es abrir la mano a que cualquiera pueda ser ingeniero industrial, pero sí la de analizar el problema y ver qué se puede hacer. Y en eso estamos.

P.– El Gobierno de España aprobó a finales de 2023 un proyecto de ley para lograr la representación paritaria en los órganos de decisión tanto en el sector público como en el privado. La norma, que afecta también a los colegios profesionales, establece que cada uno de los sexos suponga, como mínimo, un 40 por ciento y da de plazo para cumplir con esta regla hasta junio de 2026.  En su caso, ¿cumplir con esta proporción pasa, obligatoriamente, por aumentar también el número de ingenieras, que apenas llega al 20%?
R.– Sí, desde luego lo es. Cuando yo estudié la carrera en mi promoción solo había dos o tres chicas. Por suerte cada vez son más. Hoy la media de mujeres matriculadas en alguna ingeniería representa en torno al 30 por ciento del total. En nuestro colegio, el porcentaje de colegiadas es hoy de prácticamente el 10%, pero en la Junta Directiva este porcentaje se eleva hasta el 27%. Son, además, mujeres de perfiles muy diferentes y líderes en sus áreas. Creo que en el colegio será muy fácil llegar a ese 40%. Aunque habría que preguntarles a ellas por qué no les resulta atractivo “estudiar ingeniería, creo que el crecimiento de nuevas tituladas es imparable.

El decano de los ingenieros industriales de Cantabria, en el centro acompañado del resto de miembros de la junta directiva del colegio: Manuel Hierro Fernández, Cristina Lanuza Rodríguez, Yolanda Lechuga Solaegui, Fernando Mantilla Peñalba, Jesús Pascual García, José Antonio Muñoz, Rafael Rodríguez Fernández, Rafael Canales Celada, Alejandro Pereda Jiménez y Beatriz Sancristóbal Marcano.

P.– Lo apuntaba usted antes: el perfil profesional del ingeniero industrial es altamente multidisciplinar. ¿Considera que esta versatilidad constituye una fortaleza o un riesgo en un mercado laboral cada vez más especializado?
R.– Creo que es un valor. Lo que demuestra es que puedes dedicarte a cualquier sector, pero que luego te tienes que especializar. Es decir, te da la oportunidad de abarcar un abanico muy amplio de oportunidades de trabajo, pero es indudable que la especialización es necesaria, y cada vez más. Lo que ocurre es que el marketing no es lo nuestro. No nos sabemos vender.

P.– A su juicio, ¿cuál es la actividad o el sector productivo que a corto plazo cuenta con mayores salidas para un ingeniero industrial?
R.– En dos sectores, que tienen en común que ahora cuentan con un impulso mundial, europeo y nacional en forma de políticas y fondos públicos nunca visto en el sector industrial, que son la energía en su sentido amplio (nuevas fuentes de energía, energías renovables, desarrollo de las existentes, su aplicación en otros sectores incluido el productivo…); y cualquier industria productiva que haya apostado decididamente por aplicar en sus procesos todo lo que significa la Industria 4.0, esto es, el desarrollo de la fabricación inteligente. Creo que el futuro para la profesión es bueno.

P.– Cantabria está a la cola de España en inversión productiva extranjera, según los últimos datos de la Secretaría de Estado de Comercio referidos a los nueve primeros meses de 2023. ¿A qué achaca que la comunidad cántabra despierte tan poco interés entre los inversores extranjeros?
R.– Los datos dicen que Cantabria es una región industrializada, aunque esto a la gente les sorprenda. Pero si Europa dijo que los países hicieran planes para que la industria llegara al 20% del PIB, y nosotros ya estamos en ese porcentaje, algo querrá decir. Que tuvimos más industria, desde luego, como todo el norte de España. Pero, insisto, somos una región industrializada. Sin embargo, si le preguntas a cualquiera de fuera cuáles son los valores que definen a Cantabria, a la industria no la menciona nadie. Esa imagen lastra las inversiones foráneas y es preciso abrirles los ojos porque tener una región para vivir tan agradable como la nuestra es una gran ventaja. Hay que explotarlo y ponerlo en valor. Tenemos polígonos industriales y un puerto que no para de crecer. No tiene ningún sentido que se invierta más en Asturias o en el País Vasco que en Cantabria. Tenemos que saber vendernos y ser atractivos porque el dinero, como me dijo una vez un profesor en la carrera, es el animal más huidizo que hay. Y hoy en día las normas que regulan las industrias son las ambientales, que son las mismas para toda Europa. No hay que tener miedo a que alguien venga con un proyecto industrial. Hay que recibirles con los brazos abiertos y creo que en Cantabria, esta parte, nos cuesta.

P.– ¿Cómo calificaría el estado de la innovación en Cantabria?
R.– Creo que ha crecido mucho desde 2008, coincidiendo con una política de innovación a nivel estatal para desarrollar parques tecnológicos. Los sectores van generando conocimiento, pero la innovación no es la investigación y el desarrollo, es la parte final. En Cantabria lo veo positiva, porque cada vez va a más, pero aún tendría que ser bastante más porque sin innovación no hay industria competitiva. El PCTCAN, que es una incubadora de empresas, está ahí, aunque no todas las que nacen pueden mantenerse. De cada cuatro o cinco ‘startups’ que empiezan solo llega una o dos a desarrollarse. Eso es normal. Si quieres que se desarrollen 1.000 empresas tienes que tener 5.000 que comiencen. Hay que invertir en innovación e incluirla como una parte más en la cuenta de resultados de las empresas. Siempre se ha innovado y la industria desarrolla soluciones tecnológicas que demanda el mercado. Eso es innovación, pero el salto es ser consciente de que tengo de dotar a la organización de medios y de personal para que solo estén pensando. Y creo que eso está ya superado. En Cantabria hay departamentos de innovación que trabajan solo en ello, como puede ser Sodercan o la dirección general de Innovación, Desarrollo Tecnológico y Emprendimiento Industrial. Pero las empresas también tienen que apoyar, del mismo modo que también lo tienen que hacer la universidad y los parques tecnológicos.

De cada cuatro o cinco ‘startups’ que empiezan solo llega una o dos a desarrollarse. Eso es normal. Si quieres que se desarrollen 1.000 empresas tienes que tener 5.000 que comiencen

P.– Al igual que usted, su predecesor en el cargo ya abogaba por abrir aún más el colegio a la sociedad y por hacerlo atractivo a los nuevos titulados. ¿Cómo piensa conseguirlo?
R.– El colegio tiene que modernizar su imagen. Vivimos en el mundo de la imagen. Soy absolutamente enemigo de vender imagen con humo dentro. Y nosotros no somos humo. Somos lo que somos, pero la imagen nos perjudica. Por tanto, hay que modernizar la imagen del colegio, tanto la física como la digital; abrirlo a la sociedad y, sobre todo, abrirlo a las nuevas generaciones. Nuestro objetivo prioritario son los jóvenes de 25 a 30 años, que son recién titulados y la etapa en la que creo que más les podemos ayudar a encontrar su futuro, pero sin olvidar tampoco al colegiado tradicional al que tenemos que ofrecer más servicios.

P.– Por último, dígame cuál es el mayor reto de su mandato. 
R.– Ya lo he apuntado antes. Lo resumiría en tres vértices: modernización, atraer nueva sabia y darles más servicios al colegiado para que se sienta integrado y note que el colegio es necesario, lo que a veces se desconoce. Al final de mi mandato me gustaría haber conseguido dar la vuelta a la tendencia descendente de colegiados, que la hay.  Tenemos que ser atractivos, pero ofreciéndoles algo.

Las empresas de inserción son una figura clave en la Economía Social por su labor de promoción del acceso al mercado laboral de personas con baja empleabilidad, en situación vulnerable o en riesgo de exclusión. En Cantabria estas empresas se han unido en una asociación que busca visibilizar su labor y defender sus intereses. Con el punto en común del objetivo de inserción laboral que recoge su propia naturaleza, el abanico de actividades que cubren es amplio y variado, desde la elaboración de repostería y el servicio de cátering al comercio textil, pasando por el ‘merchandising’, el lavado industrial o el reciclaje.

Cristina Bartolomé |  @criskyra | Marzo 2024

En el ámbito legal, las empresas de inserción son sociedades mercantiles o cooperativas que, debidamente calificadas por los organismos autonómicos, realizan cualquier actividad económica cuyo objeto social sea la integración y formación sociolaboral de estos colectivos. Pedro Tresgallo es el presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Inserción (ACEI), la agrupación creada para representarlas, y también director de una de las entidades fundadoras, la Fundación Cuin. El objetivo de estas empresas –que nunca tienen un carácter lucrativo, recalca– es acompañar a colectivos vulnerables hasta la inserción sociolaboral, siendo su situación valorada previamente por los servicios sociales. “Estas empresas contratan a estas personas con un contrato ordinario. Además, tenemos la obligación de poner en marcha un itinerario de inserción laboral en el que se trabajan capacidades y conocimientos que mejoren la empleabilidad, y se ha de desarrollar en un período máximo de tres años”.

Tras más de 20 años de experiencia en el sector, Pedro asegura que en este camino los trabajadores mejoran sus capacidades, aprenden a ser puntuales, a convivir y formar equipo. Así tienen más capacidades para pasar a la empresa ordinaria. “El objetivo es dignificar su vida con un trabajo y cobran según convenio”, resume. En toda España hay cerca de 200 empresas, en Cantabria únicamente cuatro: “Somos una comunidad que se ha incorporado un poco tarde a esta aventura de la economía social”, matiza. En comunidades autónomas, como el País Vasco, Andalucía, Navarra, La Rioja, hay muchísimas empresas de inserción en sectores tan variados como el reciclaje, construcción, comercio, servicios, confección, hostelería o jardinería.

La mayor dificultad a la que se enfrentan estas empresas es la sostenibilidad económica, asume Pedro: “No tenemos demasiadas ayudas. Por ejemplo, en relación con los centros de empleo especial para personas con discapacidad, tienen una bonificación del 100% de la Seguridad Social. Nosotros solo tenemos un 7%”. Frente a esa situación, la realidad es que al menos un 50% de la plantilla son personas en riesgo de exclusión, que cobran como cualquier otro trabajador: “Como si ya estuvieran capacitadas y con conocimientos al 100%, aunque realmente en muchos casos el rendimiento no es de ese 100%”. Además, y como en cualquier otra empresa, para ser sostenible es preciso ser competitiva: “En calidad lo somos, pero en algunos casos resulta difícil serlo en precio, ya que el rendimiento profesional no es al 100%”.

“No tenemos demasiadas ayudas. Por ejemplo, en relación con los centros de empleo especial para personas con discapacidad, tienen una bonificación del 100% de la Seguridad Social. Nosotros solo tenemos un 7%”. Pedro Tresgallo, presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Inserción (ACEI)

La Unión Europea y la legislación española prevén que las entidades públicas y muchas privadas reserven una parte de los contratos para las empresas de economía social, pero en muchos casos, lamenta el presidente de ACEI: “Como ejemplo, en Cantabria el único ayuntamiento que tiene un contrato para empresas de inserción es el de Santander, y las condiciones de licitación depositan todos los criterios en el precio. Creo que tenemos que valorar otros que para la sociedad son muy válidos, como los de productos de cercanía, de entidades sociales y de utilidad para la sociedad”.

Tresgallo defiende que las empresas de inserción son “tremendamente competitivas” porque contratan a personas que en muchos casos venían cobrando una prestación como mínimo de 480 euros y que dejan de percibirla y pasan a ser contribuyentes y cotizantes. Considera que esto se debe tener en cuenta de cara a apoyar desde la Administración y desde las entidades públicas y privadas a las empresas de inserción.

Algunos datos son reveladores: en 2022 las empresas de inserción contrataron en España a más de 8.000 personas, de las cuales cerca de 5.000 eran de difícil empleabilidad o en riesgo de exclusión; el resto, en torno a 3.000, eran técnicos que las acompañan y que también realizan parte de los servicios de estas empresas. En cuanto al retorno, se contribuyó a la Seguridad Social con más de 7.000.000 de euros, y se contribuyó a las arcas públicas con otros 8 millones en concepto de IRPF.

ACEI nace en 2022 y está compuesta por 3 empresas: Ecolabora, cuyo promotor es Cáritas Santander, dedicada a la recogida de ropa usada en los contenedores distribuidos por la región y su posterior venta en locales propios bajo el nombre de Moda Re-; Plis Servicios, promovida fue en su día por la Asociación Cántabra de Lucha Contra el Paro Brumas y hoy dentro de la Fundación Cuin, que se dedica a la limpieza industrial y ecológica de vehículos y cuenta además con un sistema integral de gestión y reciclado de papel; e Incluye Cantabria, cuya promotora es la Fundación Cuin, y que tiene el obrador El Lambión en Revilla de Camargo, que elabora pastelería y repostería y cuenta con un catering que ofrece servicios para empresas y entidades públicas y privadas de Cantabria. Además de estos proyectos fundacionales, en 2023 se incorporó a ACEI uno más que pertenece a la Cocina Económica y que ahora está culminando el proceso de acreditación definitiva.

Obrador El Lambión, alternativa laboral tras el acogimiento en Fundación Cuin

Pedro Tresgallo, presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Inserción (ACEI) y director de la Fundación Cuin, promotora del Obrador El Lambión. Foto: Nacho Cubero.

La Fundación Cuin para la Ayuda y la Protección de la Infancia y la Juventud de Cantabria nació como asociación en 1993. Según recuerda Pedro Tresgallo, director de esta fundación. En ese momento el Gobierno de Cantabria gestionaba macrocentros que albergaban hasta a 100 chicos y chicas juntos aunque divididos por edades y por sexos que tenían que salir de sus domicilios por diferentes cuestiones, principalmente socioeconómicas o de desestructuración familiar. Entonces propusieron al gobierno regional tener una casa para acogerlos que se ubicó en Piélagos y acogió a ocho jóvenes con el criterio de que fueran grupos de hermanos. Los educadores vivían con ellos durante todo el tiempo y trataban de emular una familia. “Después, con el avance social, todas estas cuestiones cambiaron muy rápido y en el año 2000 nos transformamos en fundación y cambiamos un poco nuestro ámbito de intervención, ya que era muy importante profesionalizarse y especializarse”. La Fundación Cuin se centra entonces en el trabajo socio educativo, en chicos y chicas que tienen que salir de sus casas y que en ocasiones presentan problemas de conducta. “Y es ahí donde seguimos trabajando en pequeños grupos, pero de una manera mucho más profesionalizada e individualizada”.

Con ese objetivo, pero ya en 2021, comenzaron “una gran aventura” que fue poner en marcha una empresa de inserción que diera continuidad a la labor que se realizaba: “Nos dimos cuenta de que había jóvenes que no podían volver a sus domicilios después de pasar por nuestros hogares y que necesitaban un apoyo, y así, pasan a un piso donde intentamos apoyarles, con la colaboración del Gobierno de Cantabria, hasta los 21 años. Pero nos encontrábamos con la grandísima dificultad de que generalmente tienen escasa preparación académica y habilidades personales para incorporarse a un empleo ordinario”. La Fundación Cuin, explica Tresgallo, buscaba un empleo para ello, pero lo habitual es que no se consolidara porque los jóvenes no tenían realmente la capacidad necesaria para ello. Tras conocer la experiencia de otra entidad, la Asociación Cántabra de lucha contra el Paro Brumas, se decidieron  a poner en marcha una empresa de inserción que les diera un primer empleo y les preparase para incorporarse al mercado laboral. “De esa idea nació en 2022 El Lambión, produciendo panadería, repostería y pastelería y donde ya trabajan ocho personas, tres técnicos y cinco jóvenes que estuvieron con nosotros. Otros ya trabajan en el mercado ordinario tras El Lambión”.

Luimar Incluye, la empresa de inserción social de la Cocina Económica

Jesús Castanedo, director técnico de Luimar Incluye. Foto: Nacho Cubero.

Desde 1908 las Hijas de la Caridad gestionan el conocido proyecto social de la Cocina Económica.  Lo iniciaron para responder a la situación de pobreza y vulnerabilidad en la capital de Cantabria y desde entonces se ha ido adaptando a las circunstancias que han surgido, siempre con una serie de criterios muy claros, subraya Jesús Castanedo, director técnico: el respeto a la dignidad de las personas y la apuesta por los más pobres, siguiendo el pensamiento de los fundadores de la Compañía de las Hijas de la Caridad, San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.

En el momento actual, la Cocina Económica tiene tres líneas de actuación: acompañar a las personas vulnerables en todos sus procesos, responder a las necesidades básicas de alimentación, higiene, salud y alojamiento y, por último, el desarrollar las capacidades de estas personas en riesgo de exclusión. “Por eso hemos venido desarrollado los talleres ocupacionales, que es lo que ha desembocado en la empresa de inserción”. Así nace a finales de 2022 Luimar Incluye, Empresa Social Vicenciana SL.

Los talleres ocupacionales, recuerda Jesús Castanedo, surgieron en 1995: “Trabajamos mucho para perfeccionar todas nuestras competencias y facilitar que las personas pudieran desarrollar sus capacidades”. Un esfuerzo que les permitió participar en mercadillos y vender sus productos “hasta que por la calidad de lo que hacíamos vimos que podíamos crear una empresa y salir al mercado, facilitando que las personas pudiesen ser contratadas”.

En los cuatro talleres nacidos de este proyecto se realizan trabajos de cartonaje y encuadernación, se elaboran alpargatas y textiles –”que nos han permitido apostar por que estas personas entren en el mercado laboral, muy competitivo y complicado”, destaca–  y se hace ‘merchandising’ personalizado de empresas. “Las empresas de inserción tienen la particularidad que en tres años estas personas tienen que estar en el mercado ordinario y ese es nuestro reto”. El primer objetivo, recalca el director técnico, es maximizar el número de puestos de trabajo de personas de inserción: “Para nosotros es un reto que la gente que ha entrado por la calle y estaba tirada, tenga un puesto de trabajo, un sueldo, una nómina, y pueda decir ‘soy una persona normal, soy una persona que puede vivir de su trabajo’. Y como empresa, el objetivo es tener mínimo 1 euro de beneficio”.

En estos momentos Luimar Incluye está próxima a alcanzar la certificación ISO para empresas de inserción. Hasta ahora han conseguido tres puestos de trabajo y, en breve, llegará el cuarto y han logrado “un poco más” que un euro de beneficio, “Estamos muy satisfechos, asumimos este reto con muchísima ilusión y en estos momentos, al ser una empresa de inserción, esperamos el apoyo tanto del Gobierno de Cantabria, como de las empresas que quieran tener productos de merchandising de muy alta calidad. Yo creo que es sorprendente y espectacular”.

Ecolabora, el proyecto de inclusión social de Cáritas

Raquel Menéndez, una de las cuatro administradoras mancomunadas de Ecolabora junto a Sonsoles López, Consuelo Gómez y Ana María Uría. Foto: Nacho Cubero.

Cáritas Diocesana de Santander gestiona desde marzo de 2012 su empresa de inserción laboral Ecolabora Cantabria, SLU, que nació como la primera empresa de inserción de Cantabria. La parte visible del proyecto, además de los más de 200 contenedores rojos de recogida de ropa usada repartidos por la región, son las dos tiendas ‘Moda Re-’ de ropa de segunda mano con que cuentan, una en la calle Cádiz de Santander y la otra en José María de Pereda, en Torrelavega. Según explica Raquel Menéndez, una de las cuatro administradoras mancomunadas que gestionan el proyecto, la marca ‘Moda Re-’ corresponde a un proyecto más amplio de Cáritas Española de la que son socios cooperativistas. “Formar parte de algo más grande nos permite participar en la búsqueda de estrategias y prácticas profesionales para mejorar y optimizar la labor social de lucha contra la exclusión y la inserción sociolaboral. Por el carácter de la empresa, sin ánimo de lucro, reinvertimos el 100% de los beneficios en el propio proyecto”.

Este proyecto ofrece la oportunidad de “engancharse” al mercado laboral a personas en riesgo de exclusión a través de un proceso educativo que puede variar su duración en función de cada persona, con un mínimo de un año y un máximo tres. “Cuando explicamos el proyecto, siempre decimos que cuando pones en el contenedor una bolsa con lo que sea que contenga, empieza la magia de todo un ciclo ecológico: reducir, reciclar, reutilizar…”.

Raquel considera que ahora lo más importante es seguir incrementando el número de contratos de inserción, para ello ya están preparando nuevos planes: “Soñamos con iniciativas en áreas diferentes al ámbito textil que esperamos poder poner en marcha en breve. La diversificación busca no solo expandir nuestras capacidades operativas sino también crear oportunidades significativas de inserción laboral en distintos ámbitos económicos”.

“La diversificación busca no solo expandir nuestras capacidades operativas sino también crear oportunidades significativas de inserción laboral en distintos ámbitos económicos”. Raquel Menéndez, coadministradora mancomunada de Ecolabora

Actualmente la plantilla cuenta con 18 personas comprometidas con el proyecto. De ellas, nueve forman parte de la estructura, entre las cuales se encuentran los responsables de acompañar a las personas de inserción: responsable de recogida, responsable de picking, responsable de tienda, y técnico de acompañamiento a la inserción. Además, hay nueve personas de inserción distribuidas en todas las áreas, una cifra que esperan incrementar: “Esperamos ampliar esta cifra a 22 personas en 2024. Este aumento en la plantilla no solo refleja nuestro compromiso continuo con la inserción laboral, sino que también busca generar un impacto positivo y sostenible en las localidades que servimos”.

Ecolabora ha venido estableciendo conexiones estratégicas con los ayuntamientos y otras entidades públicas, unas acciones alineadas especialmente con el cumplimiento de la Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados, priorizando el enfoque de economía circular: “Buscamos colaborar estrechamente con las administraciones para garantizar un desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente, mientras cumplimos con nuestras metas de inclusión social”.

Al tratarse de una empresa de inserción, cuentan con la posibilidad de acudir a las ayudas de financiación pública y privada. Actualmente cuentan con la Dirección General de Trabajo de Cantabria y a través de Cáritas Española “accedemos a la financiación conveniada con Inditex, además de los Fondos Europeos”, enumera Raquel.

Los esfuerzos de los últimos años están dando sus frutos no solo sociales sino también económicos y en 2023 Ecolabora experimentó un significativo crecimiento alcanzando una facturación que superó los 900.000 euros. Esto les proporciona unos recursos adicionales para fortalecer las iniciativas de inserción laboral y mejorar la transición de aquellas personas en situación de exclusión social. Ello ha significado que en los últimos doce meses alrededor de 35 personas contratadas se beneficiaron directamente del proyecto textil, 19 de ellas estuvieron relacionados con el objeto social de promover la inserción laboral. “Estos datos evidencian el impacto positivo y tangible de nuestras actividades en la comunidad”, concluye Raquel Menéndez.

Plis Servicios, de la Asociación Cántabra de Lucha Contra el Paro, Brumas y Fundación Cuin

Mar Escudero, gerente de Plis Servicios. Foto: Nacho Cubero.

Plis Servicios nació en 2016 impulsada por la Asociación Cántabra de Lucha Contra el Paro, Brumas, aunque desde hace poco más de un año, tras su disolución, se engloba en la Fundación Cuin. Plis Servicios comenzó su actividad empresarial con el lavado manual y ecológico de coches, y después incorporó la comercialización y distribución de papel reciclado: “Esto que permitió consolidar poco a poco la sostenibilidad económica de la empresa”, explica Mar Escudero, su gerente. El crecimiento dice, ha sido gradual y constante, “con todas las dificultades de una empresa pequeña, social y local”. Actualmente sigue prestando servicios de lavado de vehículos y limpieza de cristales y la gestión sostenible del papel y cartón, incluyendo la recogida, reciclaje y comercialización. Da empleo a seis personas, tres de ellas en riesgo de exclusión, con una facturación que el año pasado ascendió a 235.000 euros.

La gerente de Plis Servicios sostiene que hay mucho camino por recorrer para este tipo de empresas, teniendo en cuenta que en Cantabria hay 115.000 personas en riesgo de exclusión. Para ello, advierte, las administraciones deben ser un apoyo clave y subraya que la forma de hacerlo está ya recogida en la legislación: “La ley de Contratos del Sector Público de 2017 expone que en toda contratación pública se incorporarán de manera transversal y preceptiva criterios sociales y medioambientales e igualmente se facilitará el acceso a la contratación pública de las pequeñas y medianas empresas, así como de las empresas de economía social”.

Añade además que una de las disposiciones de esta norma señala que se fijarán porcentajes mínimos de reserva del derecho a participar en los procedimientos de adjudicación de determinados contratos. Hasta el momento, lamenta, estas posibilidades no han llegado al nivel que desearían: “En Cantabria solo el Ayuntamiento de Santander ha realizado una reserva de mercado, si bien estamos en contacto con el resto de administraciones para fomentar la utilización de esta herramienta presupuestaria”.

Roberto Media, consejero de Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente repasa la actualidad y los principales proyectos de su departamento, que quiere sea profundamente inversor para convertirse en uno de los motores económicos de la región. Entre sus objetivos,  Media habla de la necesidad de construir vivienda pública con el apoyo de la iniciativa privada y de aprobar un plan de carreteras hasta 2030 consensuado, a poder ser, con el resto de grupos parlamentarios. Anuncia que la nueva Ley de Vivienda de Cantabria llegará este año al Parlamento, que será exigente ante el Gobierno central para que cumpla sus acuerdos en materia de infraestructuras, y reitera su compromiso de contar con un nuevo Plan Regional de Ordenación Territorial (PROT) antes del final de esta legislatura.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Febrero 2024

Pregunta.– Al poco de tomar posesión de su cargo se comprometió a que su departamento sea uno de los motores económicos de la región durante esta legislatura. ¿Cómo piensa cumplir con este objetivo?
Respuesta.– Con mucha inversión, mucho trabajo y gestionando de forma mucho más rápida el presupuesto de la consejería, que este año asciende a 289 millones de euros, y que queremos poner encima de la mesa cuanto antes para que pueda generar actividad y empleo. Además, intentamos en los últimos meses del pasado año perder la menor cantidad posible de todo ese dinero que se había quedado sin gastar por todos aquellos problemas que arrastró el departamento y pusimos en marcha un importante plan de obras en los municipios. A partir de ahora, que contamos con este presupuesto que es bastante ambicioso, lo que no vamos a dejar es de gastar nada de lo que aparece reflejado en el mismo.

P.– Acaba de citarlo. Su consejería cuenta con un presupuesto de más de 289 millones de euros para este 2024, de los que el 60% están destinados íntegramente a inversiones “reales”. ¿Son las cuentas que necesita Cantabria?
R.– En un departamento como el nuestro nunca todo lo que se pone encima de la mesa es suficiente. Lógicamente, con más dinero podríamos hacer más inversiones, pero creo que los 175 millones de euros destinados a inversiones reales, más los Fondos de Recuperación y Resiliencia previstos en el presupuesto, que superan los 49,5 millones, más otros fondos que se van a ir incorporando a lo largo de esta anualidad procedentes de Europa, fundamentalmente para cubrir el agujero detectado en las ayudas para rehabilitación de viviendas, que rondarán los seis millones de euros, es un montante razonable para encarar el ejercicio.

P.– Una de sus apuestas pasa por dar un impulso a la vivienda pública. De hecho, la semana pasada avanzó su intención de poner en marcha el plan de construcción “más ambicioso de la historia de Cantabria” con la colaboración de sector privado. Sin embargo, ¿no cree que encarecer la vivienda y los alquileres para hacer rentables y atractivas este tipo de promociones pondrá aún más difícil el acceso a ellas de los personas con menos recursos, además de a los jóvenes?
R.– No, para nada. Lo dije el otro día en rueda de prensa. Hemos modificado el módulo autonómico de VPO porque, entre otras cuestiones, seguimos siendo tras esta modificación una de las comunidades autónomas más baratas, solo por detrás de Murcia, Castilla y León y Canarias. Lo que no podemos permitirnos es un mercado en la que la vivienda de protección oficial esté absolutamente por debajo del coste de construcción. Los resultados a la vista están. El anterior gobierno regional no ha construido ni una sola vivienda en los últimos años. El único que ha construido ha sido el Ayuntamiento de Santander. Y no podemos seguir en esa dinámica. Queremos que el Gobierno de Cantabria promueva viviendas y por eso está el plan que ya anunció hace meses la presidenta de 171 viviendas en una primera fase.  En este mes de febrero saldrán a licitación la construcción de las primeras ocho viviendas en Santillana del Mar y otras 19 en Reinosa, y en los próximos meses irán saliendo a concurso, de acuerdo con ese plan, 15 viviendas en Polanco, siete en Piélagos, 27 en Torrelavega, 28 en Santoña, tres en Marina de Cudeyo y cinco en Laredo. Habrá una segunda fase pero para ello necesitamos que estas viviendas sean rentables desde el punto de vista de la promoción. No podemos echar de la construcción de viviendas públicas a la iniciativa privada. Y en Cantabria, por la inacción del anterior Ejecutivo, se les había echado como demuestra que no haya habido ni una sola vivienda promovida por el sector privado en los últimos años. Eso es insostenible.
En cuanto al alquiler, en el caso de Santander y Cantabria estaríamos hablando de precios máximos de 519 euros; en el resto de municipios costeros, de 483; y en los restantes de 451 euros. Entiendo que son precios muy asequibles que no expulsan a nadie del mercado. Cuando echamos a las personas del mercado de VPO es cuando no construyen que, insisto, es lo que ha venido ocurriendo en Cantabria.

P.– Se calcula que en Cantabria existen 28.000 pisos vacíos que ustedes quieren sacar al mercado de alquiler a precios asequibles. ¿Qué tiene que cambiar para que este programa no sea un fracaso, tal y como le ocurrió cuando lo intentó al anterior Ejecutivo?
R.– Lo primero que necesitamos es seguridad jurídica. Se lo dije el otro día a la ministra en la Conferencia Sectorial. La Ley de Vivienda no puede ser una norma absolutamente sectaria e ideologizada. Lo que está claro es que los propietarios que tienen una vivienda vacía no ven, ahora mismo, sacarla al mercado como una posibilidad. Porque no saben si van a cobrar, no saben si la van a poder recuperar y no saben si van a poder sacar un rendimiento con unas mínimas garantías. Lo que tenemos que dar a esos propietarios es garantías. Pero estas garantías no son, como planteaba la ley en Cantabria, multarles por tener viviendas. Cuando una persona ha conseguido un patrimonio, ese patrimonio es suyo y la propiedad privada en España está garantizada por la Constitución. No se puede obligar a sacar sus viviendas al mercado, lo que hay que hacer es incentivarles con medidas fiscales y, sobre todo, de seguridad jurídica. La nueva Ley de Vivienda de Cantabria, que llegará al Parlamento a lo largo de este año, va a aportar esta serie de medidas, que sin duda redundarán en beneficio del mercado. Sobre el programa de Movilización de Vivienda Vacía al que aludía, es muy claro. La realidad es que a este plan autonómico, que garantiza al propietario cobrar la renta de alquiler durante siete años, solo se presentaron siete solicitudes en toda Cantabria. Eso quiere decir que algo ha fallado y es la seguridad jurídica.

El consejero muestra una comparativa gráfica. Foto: Nacho Cubero

P.– El Gobierno también ha modificado la conocida como Ley del Suelo retrotrayendo la regulación a la normativa de 2012 para, entre otros temas, permitir la construcción de vivienda unifamiliar en suelo rústico y dinamizar así económica y socialmente las zonas rurales. ¿No teme que el territorio se llene de hormigón, como aseguran que ocurrirá sus detractores?
R.– Esas dudas se solventan dándose un paseo por cualquier pueblo de Cantabria. Desde 2012 se puede construir en suelo rústico cumpliendo una serie de condiciones. Si haces ese recorrido por cualquier pueblo de la región, ves que no se ha producido ningún ataque a ningún suelo productivo, tal y como nos cuentan los grupos ecologistas y algunos partidos políticos que pretenden aprovecharse de estas cuestiones. Que en Cantabria existe mucha vivienda unifamiliar es de ahora y de siempre. No hay ningún problema en que sea así. Forma parte de nuestra tipología, de nuestro paisaje. El cambio partidista que el Partido Socialista introdujo en esta norma en la anterior legislatura, y pese a que se corrigieron algunas cuestiones durante su tramitación parlamentaria, no ha sido respaldado ni por los propios alcaldes, de todos los partidos políticos, ni por grupos parlamentarios que, aunque apoyaron esta ley, nunca la consideraban suya. Ahora hay una cosa clara. El PP ha ganado las elecciones autonómicas y teníamos un programa electoral en el que dijimos que lo íbamos a hacer. Ahí no hemos engañado a nadie. Los compromisos en política se cumplen. La nueva ley, que está en funcionamiento desde el pasado 1 de enero y que goza de una mayoría amplísima, respeta además la autonomía absoluta de los municipios, de forma que aquel que no quiera que exista en su término municipal un área de desarrollo rural, que es como así se llama en la ley, puede eliminarla. Me gustaría ver qué ayuntamiento en los próximos años, y de qué signo político, decide eliminar estas áreas. Supongo, por las noticias que tengo y por lo que me transmiten los alcaldes, que ningún municipio de Cantabria lo va a hacer. Por lo tanto, la ley no será tan mala, por mucho que algunos se empeñen en transmitir ese miedo que para nada se corresponde con la realidad.

P.– Ha garantizado la aprobación del Plan Regional de Ordenación Territorial de Cantabria (PROT) en esta esta legislatura. ¿Puede ser más concreto?
R.– Ya estamos trabajando en ello y es una garantía que se va a aprobar en esta legislatura. Queremos que sea un PROT que recoja una amplia mayoría del espectro parlamentario y creo que lo vamos a poder conseguir. Lo primero que hemos hecho es recopilar toda la documentación de los últimos ocho años para ver cuál es utilizable y, a partir de ahí, iremos dando los primeros pasos en la definición de este plan, que es el elemento más primordial que tiene la ordenación del territorio en Cantabria. Es un compromiso del Gobierno y Cantabria, cuando termine esta legislatura, tendrá un PROT.

P.– Sostiene que al Gobierno de España se le acumulan los compromisos pendientes con Cantabria en materia de infraestructuras. ¿Vislumbra una salida a este atolladero?
R.– He solicitado una reunión con el secretario de Estado de Transportes y Movilidad Sostenible [el encuentro ya se habrá celebrado días antes de la publicación de esta revista] en la que le trasladaré todas las reivindicaciones. Queremos que se vayan dando pasos. Para nosotros es prioritaria la conexión con el AVE a Reinosa, como también es básica la conexión ferroviaria con Bilbao y conocer qué ha pasado con el estudio informativo de este tren. Además, otro tema que nos preocupa muchísimo es el de la estación intermodal de La Pasiega.

P.– De todas las obras aún sin ejecutar o que no avanzan al ritmo deseado, según ha dicho usted, ¿cuál es la que más le preocupa?
R.– Como he dicho antes, el AVE a Reinosa es un tema que ya no tiene vuelta atrás. Lo que hay que hacer es avanzar en los proyectos y en la ejecución de las obras. Además, está el tema de los soterramientos de las vías, que es muy importante. En Torrelavega ya han empezado las obras de la vía auxiliar y de los servicios afectados y creo que a lo largo de 2025 ya podremos estar en condiciones de ver cómo se licitan estas obras de soterramiento. En el caso de Santander, los plazos ya se han marcado en las últimas reuniones mantenidas entre el Ayuntamiento, Adif y el Gobierno de Cantabria, y se prevé la finalización de las obras en 2028. En cambio, en Camargo, lo que ocurre es que no hay un papel hecho. Hay un borrador para esa integración y soterramiento de las vías por un importe de 12,5 millones de euros, pero que nunca se ha llegado a firmar. Por tanto, la firma de este convenio con el Ministerio va a ser una de mis reivindicaciones. De otro lado, también está la eliminación de los pasos a nivel, que supone un esfuerzo importantísimo para nosotros, incluyendo alguno más de los que estaban previstos por el anterior gobierno. A partir de ahí, el siguiente hito es el tren a Bilbao, en el que queremos poner todo el énfasis.

P.– Europa rechazó a finales del pasado año el tren Santander-Bilbao dejándolo fuera de la Red Básica Ampliada de la Red Transeuropea de Transportes. Esta negativa deja en manos del Ejecutivo central la financiación de esta conexión. Así las cosas, ¿qué esperanzas tiene de que este tren vea la luz?
R.– Hemos visto muchos ministros pasar por Cantabria diciendo que si este tren no lo financiaba Europa lo iba a financiar el Gobierno de España. Por lo tanto, es el momento de que si no lo hace la UE lo haga el Ejecutivo central. En cualquier caso, lo que hay que hacer es avanzar en los proyectos. Ya podemos pensar que lo financie uno u otro, pero si no hay proyecto que financiar no se financiará nada. El estudio informativo tiene que estar acabado, pero a día de hoy no lo conocemos. No sé si algún cántabro lo conocerá, pero desde luego que este Gobierno no lo conoce.

Mi consejería va a pagar la obra de la carretera que une La Solía con La Pasiega y que acaba en Zurita, del orden de 30 millones de euros. Todo esto tiene sentido si existe la estación intermodal.

P.– La nueva delegada del Gobierno, Eugenia Gómez de Diego, aseguró hace unos días que el estudio de viabilidad técnica y económica de la estación intermodal de La Pasiega está “a la espera”. ¿Tiene alguna novedad al respecto?
R.– Estaba a la espera antes de abril; estaba a espera para el verano; estaba a la espera en octubre… Estamos en febrero de 2024 y seguimos a la espera. No creo que un estudio de estas características necesite tantísimo tiempo para su elaboración. El Gobierno de Cantabria y los cántabros merecemos saber cuáles son las conclusiones de ese estudio. Porque aquí se nos ha dicho que era un compromiso irrenunciable de los gobiernos de Cantabria y de España. De hecho, el Ejecutivo central ya ha puesto dinero para financiar parte de las obras de esta infraestructura. Y el Gobierno de Cantabria también esta cumpliendo sus compromisos y está ejecutando la primera fase de La Pasiega. Mi consejería va a pagar la obra de la carretera que une La Solía con La Pasiega y que acaba en Zurita, del orden de 30 millones de euros. Todo esto tiene sentido si existe la estación intermodal. Y eso es una competencia exclusiva del Estado. Son ellos los que nos tienen que decir si lo van a hacer o no. La delegada del Gobierno ha reiterado que es un compromiso del Gobierno central. Pero no puede ser ‘sine die’, algún día habrá que concretarlo. Porque las obras siguen avanzando y a este paso vamos a terminar el envoltorio sin tener el eje principal.

P.– La llegada del AVE a Asturias ha agudizado el aislamiento de Cantabria, que no cuenta con un solo kilómetro de alta velocidad ni un plazo claro para su llegada. ¿Se atreve a poner una fecha para acabar con este retraso?
R.– Lo que yo espero es el compromiso de quien tiene que poner esa fecha, que es el Ministerio de Transportes. Ha habido problemas en la salida del AVE a Palencia y parece que las obras de los tramos avanzan ahora a un ritmo más razonable, pero necesitamos que los correspondientes a la parte de Cantabria se materialicen y que las licitaciones se lleven a cabo. No depende de nosotros, pero vamos a ser muy exigentes para que el Ministerio cumpla con los teóricos plazos, que es verdad que cada poco tiempo van cambiando, pero que necesitamos que sean definitivos. Espero que no tarde mucho en llegar el AVE a Reinosa, pero sobre todo espero en que no tarden mucho en darnos esos plazos para que yo se los pueda transmitir luego a los ciudadanos de Cantabria.

P.– Casi un año después de que saltara el ‘caso Obras Públicas’, los contratos investigados por presuntas irregularidades en su adjudicación siguen pendientes de ejecutar. ¿Por qué?
R.– Antes de volver a sacarlos a licitación, lo primero que hemos tenido que hacer es analizar cómo estaban esos pliegos para saber si había presupuestos inflados o mediciones que no eran las correctas. El primero de ellos ya salió a licitación a finales del pasado año y está a punto de adjudicarse; el resto lo hará a lo largo del primer semestre de este año. Pretendemos ajustarlos de un modo más razonable porque había contratos que se iban solapando unos con otros. Ahora lo que queremos es hacer contratos más grandes y con una finalización común. Esto nos exige una serie de tramitaciones. Hay una planificación que anunciaremos con detalle en las próximas semanas, pero esos contratos van a salir ya, además de forma bastante rápida. El único que va un poco más retrasado es el puente de Pedreña a Somo porque es una obra mucho más compleja.

El consejero Roberto Media, en su despacho. Foto: Nacho Cubero

P.– Acaba de conocerse que prepara el V Plan de Carreteras 2024-2030 que contempla 185 actuaciones, 17 de ellas de nuevos trazados. ¿Cuáles son las obras prioritarias?
R.– No es exactamente así. Hay un borrador de documento elaborado por el anterior Ejecutivo que es el que se ha sometido a evaluación previa medio ambiental y que es el que un medio de comunicación ha utilizado para hacer su información. Lógicamente, muchísimas de esas obras se van a mantener, pero va a ver otra serie de actuaciones que ahí no están previstas, como es la de Reinosa a Potes y alguna otra, a las que nosotros les damos más importancia. Vamos a acortar los plazos de la carretera de Requejada-Suances, donde estamos acabando ya el estudio informativo para someterlo a los trámites ambientales, y espero que en los próximos meses podamos sacarla a licitación. En las próximas semanas se sabrá cuál es el número de actuaciones exactas. En cuanto a los nuevos trazados que recogía ese documento antiguo, debo decir que hay algunos que incluso los ayuntamientos no los quieren. Entonces, antes de incluirlos o no en este nuevo plan habrá que hablarlo con los alcaldes. Lo que queremos es un plan más realista que el anterior, que recoja aquellas carreteras hasta el 2030 que sí podamos ejecutar. Y lo hablaremos previamente con el resto de grupos parlamentarios porque es un plan que no viene hecho solo por el PP. Queremos que sea un plan con vigencia en el futuro y que cuente con el apoyo de los distintos grupos parlamentarios.

P.– En relación con la carretera que conectará Reinosa con Potes, las previsiones del Gobierno regional calculan que se podría estar ejecutado en un periodo de entre 92 y 120 meses. ¿No se pueden agilizar los trámites administrativos para que las inversiones se puedan ejecutar de forma más rápida?
R.– ¡Qué más me gustaría a mí! Para que se haga una idea le diré que desde que se decide iniciar una obra de más de 50.000 euros hasta que se adjudica pasan entre diez y doce meses. Y eso si no se complica nada. En este caso estamos hablando de una obra compleja y no hemos querido engañar a nadie. Ojalá pudiéramos agilizarlos, pero los trámites administrativos son los que son y llevan muchísimo tiempo. Cuando hay que garantizar la seguridad jurídica en todos los trámites, los plazos son los que son.

P.– Tras dos décadas de intentos, parece que soplan buenos vientos para la energía eólica en Cantabria. ¿No cree que ya vamos un poco tarde para subirnos al tren del desarrollo eólico y que hay otras alternativas renovables que despiertan menos rechazo entre la población?
R.– Bueno. Cualquier actividad siempre genera un rechazo. El otro día hemos visto la presentación de una gran proyecto de hidrógeno verde en Torrelavega sobre los terrenos de Sniace que, si conseguimos que sea una realidad, y en eso estamos trabajando todos, va a suponer un antes y un después para la comarca del Besaya. Con los proyectos eólicos ocurre algo parecido. Tenemos un montón de empresas con proyectos eólicos encima de la mesa que han tenido cuando menos el olvido absoluto por parte de la Administración durante muchísimos años. Nosotros llegamos con el compromiso de que todo aquello que fuera utilizable se utilizara. Energía eólica, sí, pero no de cualquier manera. Hoy los ciudadanos de Cantabria son conscientes de que tanto el parque eólico del Escudo como los otros cinco de competencia autonómica que están en sus últimas fase de tramitación tienen la autorización de la CROTU. Queremos que las energías renovables sean un pilar esencial de nuestra acción de gobierno y por ello estamos trabajando. No vamos a levantar aerogeneradores en cualquier lugar, como se pretendió en la anterior legislatura, pero creo que en aquellos emplazamientos que la legislación lo permita es básico avanzar. Todos tenemos que poner nuestra granito de arena para contribuir a esa descarbonización de la que todos hablamos tanto pero cuyos proyectos siempre queremos que estén muy lejos de nuestro territorio. Y me refiero a los de siempre. A los de la Ley del Suelo, a los del no a los eólicos, el no a la depuradora de Vuelta Ostrera, pero sí 300 metros más allá … Los del no a todo, que están haciendo un flaco favor a los cántabros y al desarrollo de la economía de Cantabria. Por nuestra parte, no va a quedar e insisto que, si un proyecto cumple todos los trámites administrativos, tendrá el respaldo del Gobierno de Cantabria. Nos llenamos la boca con la necesidad de ayudar a las empresas y de mantener el tejido productivo y el empleo, pero nuestras empresas, a los costes actuales de la energía, es imposible que puedan ser competitivas. Y o las ayudamos, a van a tener problemas de cara al futuro. Y esas ayudas vendrán cuando aquí produzcamos energía limpia y barata. Todas las empresas altamente electrointensivas con las que nos hemos reunido claman por ello.

Takumi Parts es un taller de mecanizado de precisión y fabricación mecánica dedicado a crear piezas pequeñas para automoción, especialmente clásica y de competición, y maquinaria industrial. Frente a la fabricación en masa, sus dos socios y únicos empleados, apuestan por el valor añadido de la pieza única, resultado de un laborioso proceso de diseño y manufactura donde no se contempla ningún margen de error. La empresa, con sede en Torrelavega, inicia su segundo año de actividad con el objetivo de consolidarse como la referencia para quienes buscan recambios o piezas mecánicas que no pueden encontrar en el mercado normal.

Francisco Rouco | Febrero 2024

Takumi Parts opera en el terreno del detalle, lo minucioso y lo irrepetible, donde no caben ni el margen de error ni la producción en serie. Fundada en 2022 en Torrelavega por Javier Suárez y Mario Ruiz, Takumi Parts se dedica al desarrollo y fabricación de piezas unitarias o de tiradas cortas y a la consultoría técnica. “Hemos hecho piezas para maquinaria y todo tipo de vehículos, incluso locomotoras y tractores”, dice Javier Suárez, “pero el cliente más habitual es un particular que tiene un vehículo clásico o histórico”. Aquí entran desde los coleccionistas que poseen un automóvil clásico para contemplarlo o sacarlo en contadas ocasiones hasta quienes los exprimen en las pruebas de competición y rallyes que se celebran en Cantabria.

En este primer año de actividad han pasado por el taller un Singer de 1912, un Hispano Suiza T49 de 1926, un Porsche 356 Speedster de los 60 o un Toyota Celica Ta22 de 1973, además de otros tantos modelos de Porsche 911, Honda S2000, Toyota Supra A80, Mazda Mx5 o BMW Serie 5. Y motos como la BMW R de 1938, la Montesa Escorpión, una Vespa con sidecar y un motocarro Trimak. En cuanto a los coches de competición, destacan los modelos Subaru Impreza STI, Sierra Cosworth, Honda Civic EG, Ford Escort MKII u Opel Manta 400, entre otros, además de varios monoplazas para las competiciones Fórmula 3000 y Fórmula Student

“Si nos ponemos a mirar los coches clásicos más habituales, lo más fácil es que nos pidieran piezas para Seat 600 o 127, pero de estos vehículos casi no nos entra nada”, explica Javier. “Al ser vehículos tan populares y fabricados en masa, en sus países de origen hay recambistas que han seguido fabricando las piezas, así que sigue habiendo recambios”. No es esta la clase de trabajos que hacen en Takumi Parts: “nos gusta dar una solución a lo diferente, a lo difícil”.

En busca de la pieza perfecta

Javier Suárez, fundador junto a Mario Ruiz de Takumi Parts, en las instalaciones de la empresa, en Torrelavega. Foto: Nacho Cubero

La actividad de Takumi Parts se reparte entre cuatro manos. Javier, que es fresador mandrinador (la especialización en mecanizado de agujeros de piezas cúbicas), se encarga de la parte técnica, del diseño de la pieza y de su fabricación. Y Mario Ruiz, ingeniero y jefe de proyectos, se ocupa del dibujo y manejo de los programas informáticos CAD y CAM (en inglés, Diseño Asistido por Computadora y Fabricación Asistida por Computadora, respectivamente); Mario también asume las funciones comerciales y de marketing.

La mayoría de los proyectos de Takumi Parts son una carrera contra la incertidumbre. El punto de inicio varía, porque puede ser la pieza que hay que sustituir, unas fotografías de esa pieza o de otras parecidas o, las menos, los planos. “Lo ideal sería contar con los planos de la pieza, pero, salvo cuando trabajamos para la industria o para vehículos de competición, nunca los tenemos”, explica Javier. Cuando sí tienen la pieza de referencia, Javier y Mario la escudriñan a fondo para convertirla en un conjunto de medidas exactas que puedan replicar. Este proceso minucioso de medición se realiza a mano si la pieza tiene formas con caras planas. Cuando abundan las superficies curvas, es mejor utilizar un escáner 3D que traslade el componente y sus medidas al entorno virtual. En caso de que no exista la pieza y haya que desarrollarla desde cero, este dispositivo se emplea para escanear el lugar donde se colocará la pieza. “Aunque parezca que el fin de todo esto sea hacer un modelo 3D en el ordenador, la intención real es conseguir una documentación técnica, es decir, el plano.”

Una vez obtenida la información técnica, llega el momento de la fabricación. “Trabajamos con lo que nos ofrece hoy la industria. Aunque busques una pieza que hizo alguien en el 37, hoy la podemos fabricar también y encima con mejores materiales, procesos y acabados. Lo que buscamos es que las diferentes aleaciones se adecúen a la función y a las necesidades de resistencia y fricción que exija cada componente”, explica Javier. “En cuanto a la parte estética, si queremos ser fieles a la original, podemos lograrlo con técnicas y operaciones manuales”.

Un sector sin competencia lleno de competidores

Si bien fue en el sector automovilístico donde se perfeccionó la fabricación en masa, Takumi Parts defiende una filosofía de trabajo completamente opuesta. Para Javier, la producción de componentes en serie puede permitirse unos controles de calidad aleatorios y un deshecho de un 20 o un 30 % de las piezas fabricadas, dado que la oferta de piezas siempre rebasa la demanda. Sin embargo, cuando la relación entre la oferta de la pieza y su demanda se acerca al 1:1, el control de calidad debe ser infalible. “Yo no me puedo permitir ningún margen de error, el 100% de las piezas que fabrico deben estar comprobadas. Su geometría dimensional, sus cotas, sus medidas, sus propiedades… todo debe estar comprobado al 100%. Tenemos una sola oportunidad de fabricar la pieza que buscamos. Y eso hace que cada pieza tenga ya un valor añadido”.

Yo no me puedo permitir ningún margen de error, el 100% de las piezas que fabrico deben estar comprobadas. Javier Suárez, Takumi Parts

Este servicio de fabricación bajo demanda y atención extrema a cada uno de los procesos tiene una desventaja comercial importante: no se sabe que existe, así que muchos propietarios de vehículos clásicos utilizan otras alternativas que compiten directamente con la labor de Takumi Parts. La más habitual es la búsqueda de un donante. “Con Internet puedes buscar un donante en cualquier parte del mundo y pedirle la pieza. Pero quien lo hace no se para a pensar que, si está buscando una pieza de los años 30 porque tiene herrumbre, lo más seguro es que la otra pieza esté en las mismas condiciones o peores.”

Otra potencial competidora es la industria del mecanizado y sus talleres, una opción que, para Javier, puede ser recomendable en componentes habituales, pero no en casos especiales. “Por lo general, te dirán que no, porque la fabricación de las piezas que hacemos nosotros exige un desarrollo que lleva su tiempo, y el tiempo es dinero”. Algunos de los clientes de Takumi Parts llegan precisamente después de intentarlo en estos talleres. También puede ocurrir, aunque es menos común, que el propietario del vehículo pruebe a fabricar la pieza por sus propios medios, dado que entre los entusiastas del vehículo clásico no faltan aficionados a la mecánica. Cuando el arreglo es estético, explica Javier, el coleccionista tiende a quedarse satisfecho con su propio trabajo. Caso distinto es si la ñapa está relacionada con los sistemas de conducción o de seguridad, porque entonces surge la duda sobre su fiabilidad y resulta más tranquilizador acudir a los expertos.

Por último, hay otra opción competidora que representa como ninguna el choque entre la fabricación en serie/ahorro de costes de la industria actual y la cultura artesanal que preserva Takumi Parts: el cliente que ha visto en Amazon una pieza parecida a la que quiere y pregunta si se le puede igualar o mejorar el precio. “Claramente no, porque ese precio se debe a algo que se fabrica en muchas unidades y nos piden una sola cosa. No podemos competir”, sostiene Javier. “Al final yo no entro en si lo que hacemos es barato o es caro. Hay gente que prefiere dejar su proyecto parado antes que pagar dinero por él. Y hay otros que ni nos piden presupuesto: quieren una solución y, cuando está terminada, la pagan. Es una cuestión de su cartera y también de su cultura”.

Mantenerse y mirar hacia adelante

Tras superar el primer año de actividad y facturar alrededor de 70.000 euros, Javier reconoce que ha sido un inicio “duro”. En parte por la inversión económica, que no podría haber hecho “sin un buen respaldo y la ayuda de amigos y familiares”. Y también por “la burocracia para emprender, que es muy dura y a veces llegan momentos en que parece que es una utopía ser emprendedor”. Con todo, el objetivo del primer año era mantenerse, así que ambos socios están satisfechos.

En cuanto a nuevos proyectos, uno de los más importantes para 2024 será la colaboración con la Escuela de Ingeniería de Bilbao, de la Universidad del País Vasco, que participará en la Fórmula Student, la competición mundial en la que estudiantes de ingeniería diseñan y ponen a competir sus propios bólidos. Takumi Parts fabricará varios de los componentes del monoplaza. “Es un proyecto muy ilusionante por la precisión y tipología de las piezas, pero también por la visibilidad que nos da este tipo de trabajos y por que hayan contado con nosotros”.

En cuanto a otros proyectos futuros, En Takumi Parts apuntan al objetivo general, que es seguir en la línea ascendente de consultas técnicas y proyectos y posicionarse como una “opción muy importante en los proyectos de particulares y profesionales del mundo del vehículo y la automoción dentro y fuera de Cantabria”.

 

Más que un nombre sonoro

Componentes elaborados para reconstruir el carburador de un automóvil Singer de 1912. Foto: Nacho Cubero

Aunque Takumi Parts es una empresa de dos socios, Javier Suárez y Mario Ruiz, el proyecto tiene una vinculación emocional con Javier. Takumi es un término japonés que significa “artesano”, “hábil” o “habilidad” y se utiliza para referirse a quien fabrica algo con sumo cuidado y meticulosidad para crear la mejor obra posible. Además, la palabra también se utiliza indistintamente como nombre o apellido en Japón. Ejemplo de ello es el protagonista del cómic Initial D: Takumi Fujiwara, un joven que por el día reparte tofu a un hotel y por la noche participa en carreras. Ese cómic, publicado entre 1995 y 2013, hoy es considerado de culto entre los aficionados al automovilismo en general y a los coches japoneses de los 90 en particular, aquellos que engloba la etiqueta Japanese Domestic Market (JDM): coches menudos, ágiles y tecnológicamente adelantados dirigidos al mercado japonés y producidos por marcas locales como Honda, Mazda, Mitsubishi, Nissan, Subaru o Toyota.

Todos estos conceptos (el artesano, la pasión por la automoción, los mangas japoneses y los coches del JDM) confluyen en Javier, a quien sus amigos, que le hacían consultas técnicas y hasta pedían alguna pieza ocasional, empezaron a llamar precisamente así, Takumi. “Entre eso y la filosofía que tiene la palabra takumi, que resume muy bien cuál ha sido siempre mi visión de fabricar cosas, el nombre de la empresa no podía ser otro”.

La Dirección General de Turismo confirma su intención de aprobar a lo largo del verano el nuevo decreto que regule los pisos turísticos en Cantabria, para cuya elaboración anuncia que abrirá en breve un proceso de consulta pública. De su parte, los principales agentes del sector reclaman igualdad de condiciones para este modelo de negocio que prolifera sin control y que los administradores de fincas reconocen que ha cambiado para siempre la vida en las comunidades de propietarios.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Febrero 2024

El turismo en Cantabria vivió el pasado año un auténtico boom. Así lo adelantaba en diciembre el director general de Turismo, Gustavo Cubero, quien entonces ya hablaba de “año histórico” en cuanto a visitantes recibidos, y lo ha refrendado los últimos datos sobre turistas extranjeros publicados hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que señalan a la comunidad cántabra como uno de los tres destinos, junto al País Vasco y Asturias, que más crecieron respecto a 2019, y también en el último año, reafirmando de este modo el creciente tirón del norte de España como lugar de vacaciones preferido por los viajeros que en verano buscan escapar del calor extremo.

Este récord de visitantes –y también de gasto– registrado el pasado ejercicio confirma al turismo como una de las principales locomotoras de la economía regional, pero abre el debate, si es que se había cerrado alguna vez, de la sostenibilidad de un sector en el que de un tiempo a esta parte, pero especialmente a lo largo de los últimos años, un nuevo actor ha venido a poner patas abajo el modelo tradicional de oferta vacacional: las viviendas de uso turístico (VUT).

El crecimiento desmesurado de este tipo de alojamientos que generalmente permite a los viajeros opciones más baratas y flexibles, y a sus propietarios la oportunidad de obtener rendimientos más altos a los de los clásicos alquileres, ha destapado la dificultad de ponerlos bajo control, pese a los muchos intentos de las distintas administraciones por regular una actividad contra la que claman tanto asociaciones de turismo, que ven en estos pisos turísticos una competencia desleal, como muchos vecinos de los inmuebles afectados y otros particulares que, a raíz de su proliferación, han visto cómo se infla el precio de la vivienda a la par que se reduce la oferta de arrendamientos residenciales.

10.000 pisos turísticos en Cantabria

Según los datos facilitados por el Gobierno de Cantabria, a 31 de enero hay 2.081 viviendas de uso turístico autorizadas en la región, que en su conjunto ofertan 9.493 plazas. Santander, con 587 pisos turísticos, lo que representa el 28,2% del total, encabeza un listado en el que solo Comillas, San Vicente de la Barquera y Suances superan con 125, 120 y 103, respectivamente, el centenar de licencias legalizadas.

El INE, por su parte, en su última estadística conocida reflejaba que en Cantabria existían 6.920 viviendas turísticas en agosto de 2023, un 10% más que doce meses antes y un 41,6% más que en 2020.

Frente a estas cifras, la Asociación de Turismo Rural de Cantabria lleva tiempo denunciando el exponencial aumento de este tipo de alojamientos en la región, que según sus estimaciones ronda ya los 10.000, pero de los que calcula tan solo un 15% estarían legalizados. Para su vicepresidenta, Cristina Domínguez, el excesivo aumento de VUT –“que no solo existen en las grandes ciudades, sino también en pequeños núcleos urbanos”– supone una amenaza para el futuro de los 200 establecimientos asociados –palacios y casonas, posadas, viviendas rurales y cabañas pasiegas–, “todos debidamente inscritos en el registro oficial del Gobierno de Cantabria y que ofrecen una estancia legal, segura y, sobre todo, auténtica”, según recalca.

Cristina Domínguez, vicepresidenta de la Asociación de Turismo Rural de Cantabria. Foto: Nacho Cubero

 

Tras insistir que lo que reclaman es la igualdad de condiciones para todos, Domínguez expresa su confianza en que surta efecto el plan de choque que acaban de elaborar para evitar la pérdida de clientes que estas viviendas sin registrar están provocando entre muchos de sus asociados, especialmente durante los meses estivales. “Aún es poco pronto para valorar su eficacia, pero nuestro objetivo principal es que el huésped pueda identificar si está contratando un alojamiento legal o ilegal porque, al aparecer todos en las mismas plataformas digitales, hoy por hoy no hay forma de saberlo”, explica. “Queremos que el cliente sepa y pueda diferenciarnos”, insiste antes de detallar que para ello acaban de editar una guía con información actualizada de sus alojamientos –en papel y formato digital– que, además, se identificarán a partir de ahora con una placa de cerámica personalizada en su exterior en el que, junto al distintivo de la asociación, también figurará el número de registro legal en Turismo.

Una diferenciación que Domínguez también vincula a los servicios que prestan todos sus asociados. “Todos nuestros alojamientos están comprometidos con la sostenibilidad y con minimizar el impacto de su actividad. Trabajamos con productos de km. 0 y ofrecemos servicios de calidad ligados al entorno natural y cultural en el que nos ubicamos”, argumenta para diferenciarse de la oferta “intensiva y sin ningún compromiso y seguridad” que a su juicio representan las viviendas de uso turístico sin autorización.

Ante estas quejas y la constatación de que muchos estos pisos operan sin ningún tipo de control, Cubero ha venido sosteniendo en repetidas ocasiones que la regulación de las viviendas de uso turístico es una prioridad para su departamento en la que vienen trabajando desde hace tiempo con el fin de que el nuevo decreto que regule este tipo de negocios, que sustituirá al aprobado sin demasiado éxito en 2019, esté “muy avanzado” para cuando llegue el verano.

Desde la Consejería de Turismo se está trabajando en una regulación de las viviendas de uso turístico que sustituya al decreto aprobado sin demasiado éxito en 2019

A preguntas de esta revista, el director general de Turismo no ha comprometido una fecha concreta para su publicación porque, destaca, se trata de un decreto de gran complejidad técnica y una problemática que afecta a diferentes cuestiones como la actividad económica, la vivienda, la convivencia o la seguridad ciudadana, por citar algunas. Según subraya, en la actualidad se está finalizando el trabajo previo de estudio de la normativa existente, así como las afecciones a las competencias municipales, una cuestión que, recalca, hace de este decreto un texto complejo en su elaboración. “El próximo paso será abrir el proceso de consulta pública y recibir las aportaciones de todos aquellos ciudadanos o colectivos que quieran hacerlas. Se recibirán y estudiarán para ver qué se puede incluir en el decreto, siempre que se ajuste al marco legal y a nuestras competencias. Se avanza, pero no hay un calendario cerrado, aunque mantenemos nuestra intención de que a lo largo del verano pueda entrar en vigor”, matiza.

Tras asegurar su intención de garantizar la participación de todos los sectores implicados, Cubero reconoce que en los últimos meses su departamento ha recibido una gran cantidad de solicitudes a las que tratan de dar ir dando respuesta, ya sea para inscribir, comprobar la veracidad de las declaraciones responsables o para acordar el inicio de la cancelación del establecimiento. “Es un trabajo administrativo muy exigente que está suponiendo un gran esfuerzo para el personal de la Dirección General de Turismo, ya que todas las declaraciones responsables se comprueban, como debe ser”, enfatiza.

Elaboración del decreto

Sobre la participación en su elaboración, desde la Asociación de Turismo Rural, que en septiembre pasado presentó al Gobierno regional 400 denuncias contra otros tantos pisos turísticos, sostienen que están a la espera de poder elevar sus propuestas, toda vez que, según Domínguez, hasta la fecha la Consejería de Turismo solo les ha convocado a una reunión en octubre pasado, en la que también estuvieron otras muchas asociaciones y representantes de diferentes ayuntamientos, y en la que les trasladaron su intención de modificar el actual decreto. “Sabemos que están en ello, porque así nos lo han dicho, pero poco más. Estamos de acuerdo en que haya competencia, pero con las mismas reglas de juego para todos. Conocemos varios casos de este tipo de alojamientos extrahoteleros que ni siquiera tienen cédula de habitabilidad. Son garajes o locales comerciales que no cumplen ningún requisito”, afirma contrariada.

Por su parte, el presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Cantabria (Cafca), Alberto Ruiz-Capillas, lamenta que Turismo aún no se haya puesto en contacto con ellos para abordar este tema. “Desgraciadamente, nosotros no estuvimos convocados a aquella reunión de octubre o noviembre, y aún estamos a la espera de que la Dirección General de Turismo responda a la cita que le hemos solicitado hace ya varios meses para abordar esta problemática. Parece ser que las agendas deben de estar muy ocupadas”, resume.

Alberto Ruiz-Capillas, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Cantabria (Cafca). Foto: Nacho Cubero

Pese a que en la mayoría de los casos esta actividad se desarrolla en inmuebles comunitarios, Ruiz-Capillas asegura que no han tenido noticias del decreto que elabora Turismo: “No nos han traslado ni un borrador, ni unas intenciones ni tampoco aspectos concretos que pudieran afectar tanto a las comunidades de propietarios como a los administradores de fincas colegiados. No sabemos por dónde va a ir la nueva regulación, si es que va ser nueva o parecida a la anterior”.

Sobre los contenidos concretos de este decreto, el presidente del Cafca reclama en primer lugar la posibilidad de incluir que las comunidades tengan legitimidad activa para denunciar los casos de viviendas de uso turístico que se estén explotando sin licencia o sin cumplir el reglamento. “Porque uno de los elementos esenciales para nuestros clientes es asegurar que todos los inquilinos, aunque lo sean por un tiempo muy corto, cumplan con las normas comunitarias, los estatutos y los reglamentos de régimen interno”, precisa.

Además, critica el “contrasentido” que, a su juicio, supone que desde la Dirección General de Turismo se estén enviando en la actualidad requerimientos a los secretarios-administradores de fincas para que emitan obligatoriamente un certificado de que en los estatutos o acuerdos de la comunidad de propietarios no se prohíbe o limita esta actividad, so pena de incurrir en una infracción que pudiera acarrear una sanción, un requisito que, recuerda, sí recogía inicialmente el vigente decreto de 2019 pero que se eliminó en una posterior modificación. Para Ruiz-Capillas, la dificultad de extender este certificado “no es baladí”: “No solo se refiere a los estatutos comunitarios, lo que sería relativamente sencillo para los administradores de fincas, sino también a acuerdos comunitarios a lo largo de toda la vida de la comunidad”.

En este caso, explica que puede ser que el administrador de fincas sea el mismo desde que se constituyó la comunidad, pero también puede ser que no, lo que obligaría a éste a leerse todas actas y todos los acuerdos anteriores a su nombramiento. “Esto, además de un absurdo, es una pérdida de tiempo que no está valorada ni pagada”, subraya para reivindicar a continuación que lo deseable sería que bastara con que la persona que quiere solicitar la licencia informara de manera responsable a Turismo o al organismo competente de la no existencia de esas limitaciones o prohibiciones, dejando a las comunidades de propietarios la posibilidad de impugnar o denunciar la concesión de esa licencia si esa declaración no fuera correcta.

Revuelo en las comunidades de propietarios

De otro lado, el presidente de los administradores de fincas cántabros afirma que aún persiste en las comunidades de propietarios el revuelo levantado por las dos recientes sentencias del Tribunal Supremo que avalaron el veto a sendas viviendas turísticas en San Sebastián y Oviedo porque así lo prohibían expresamente sus respectivos estatutos. “Cada vez más juntas ordinarias de comunidades empiezan a incorporar este punto en su orden del día”, admite al tiempo que augura un creciente debate vecinal entre los propietarios que quieren sacar un rendimiento a su inversión y quienes temen que la proliferación de este tipo de viviendas provoque molestias en la comunidad de vecinos.

Con todo, recuerda que a partir de la reforma de la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) de 2019, en la que se estableció la potestad de las comunidades de propietarios de limitar esta actividad si así lo decide una mayoría cualificada de tres quintos de la junta, la doctrina se dividió entre quienes entendían que prohibir excede de la acepción de limitar que figura en la LPH, y los que, en cambio, consideraban que una limitación al extremo es una prohibición. “Esta controversia es muy reciente, por lo que aún no ha llegado al Tribunal Supremo, aunque sí a alguna Audiencia Provincial, como es el caso de la de Cantabria, que ha estimado que prohibir sí es una acepción de una limitación al extremo y que, por tanto, se puede prohibir esta actividad con un acuerdo de tres quintos de la junta”, razona sin tomar parte porque, según destaca, no es esta una función que entre dentro de las competencias de los administradores: “Lo somos de todos los propietarios, y solo a ellos corresponde decidir cuáles quieren que sean sus normas de convivencia”.

En cualquier caso, Ruiz-Capillas confirma que las viviendas de uso turístico han alterado la vida en las comunidades de propietarios. “Muchos vecinos no están acostumbrados a ver entrar y salir del portal a ciudadanos a los que no conocen de nada. El paradigma de lo que era tradicionalmente una comunidad ha cambiado y tenemos que acostumbrarnos a estos cambios para, en la medida de lo posible, tratar de regularlos para que no provoquen problemas ni a unos ni a otros. Y aquí, obviamente, el papel de los administradores de fincas colegiados es muy importante, sobre todo para informar y explicar este nuevo fenómeno”, concluye.

 

Hace 25 años llegaba a los quioscos el primer número de ‘Cantabria Negocios’, un hecho que se producía en los albores de Internet y cuando ya se adivinaban notables cambios en los formatos y los contenidos de los medios de comunicación. Además de las poco imaginativas apelaciones a la sorpresa por el tiempo pasado y la manera en que ha podido cambiarnos, la celebración del aniversario da pie a repasar el último cuarto de siglo de la economía regional y también, aunque cueste tomar distancia para ello, la pequeña historia de una revista nacida a contracorriente.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Febrero 2024

Por más que las hemerotecas siempre estén más que dispuestas a confirmar lo rápido e inclemente del paso del tiempo, es en los aniversarios donde ese echar la vista atrás se convierte en algo poco menos que obligado, más aún cuando la efeméride alcanza una de esas cifras proclives a la conmemoración. El cuarto de siglo que alcanza Cantabria Negocios con el ejemplar de este mes de febrero aporta una de esas circunstancias que anima a volver la vista al camino recorrido para hacer una mínima reflexión sobre la forma en que se ha llegado hasta aquí y el horizonte al que nos dirigimos. En una publicación que tiene a las empresas y la economía como ejes de sus contenidos, esa labor implica cuanto menos dos miradas: una hacia aquello que en este tiempo ha venido siendo objeto de nuestro interés, y el de nuestros lectores, y otra que se detenga en la propia historia de una publicación que nació en un momento en el que ya se auguraban cambios en el mercado que no parecían especialmente propicios para esa aventura.

En febrero de 1999, cuando el primer número de esta revista llegó a los quioscos, estos seguían siendo el principal punto de acceso a la información escrita, y los medios impresos el soporte casi único para esos contenidos. Pero Internet se mencionaba ya como el espacio donde en el futuro se encontrarían periodistas y lectores, en lo que se adivinaba como un fenómeno que daría un vuelco a todo lo conocido. En realidad esas previsiones, hechas cuando todavía la mayor parte de la población española no se había conectado a la red, se quedarían cortas al medir el alcance de los cambios que estaban por venir.

Fundada por el economista Eduardo Zúñiga, la revista Cantabria Negocios nació como un medio puramente analógico, sin versión digital y con una redacción en la que la conexión a Internet llegó solo a partir del tercer número. Ambas circunstancias eran comunes todavía en aquel momento y la primera, la puesta en marcha de proyectos informativos sin versión digital, todavía siguió siéndolo durante un tiempo en los albores del nuevo siglo. En todo caso, en pocos sectores el impacto de Internet ha sido mayor que en el de los medios de comunicación, a los que los cambios han tocado tanto en lo referente a formatos y contenidos como a la propia esencia del modelo de negocio. Un poco como consecuencia de todo ello, y en buena parte como parapeto frente a la incertidumbre, en el cuarto de siglo de existencia de esta revista ha habido tiempo de asistir al auge y caída de la prensa gratuita o las televisiones locales, medios a los que se adjudicaba un enorme potencial de crecimiento y que llegaron a captar millonarias inversiones por parte de los grandes grupos de comunicación, para caer después en el olvido. Cantabria Negocios ha dado cuenta de todo ello en sus páginas, y no ha sido inmune a la profunda transformación vivida por el sector.

Cantabria Negocios nació como un medio puramente analógico, sin versión digital y con una redacción en la que la conexión a Internet llegó solo a partir del tercer número.

En la oficina de la santanderina calle de Juan de Herrera que acogió a la revista hasta el año 2013, se dio forma a un primer número que llevó en su portada a Eduardo Rodríguez Rovira, probablemente el cántabro que ha alcanzado mayores responsabilidades en la dirección de empresas farmacéuticas, que compartía protagonismo con Emilio Botín y el análisis de la fusión entre el Santander y el Central Hispano. Esa combinación entre la cobertura de los grandes acontecimientos y la atención a las personas y empresas que, desde un plano más discreto, son verdaderos protagonistas en el acontecer económico fue uno de los objetivos fundacionales de la revista, y una de las señas de identidad que ha mantenido hasta nuestros días.

Más allá de ese compromiso con los contenidos, lo cierto es que la transformación a la que se aludía párrafos atrás es perceptible en casi cualquier aspecto en que se detenga el análisis, desde los que pueden considerarse menores –diferente tipografía, maquetación y logotipo a los actuales– hasta otros que tienen que ver más directamente con lo que hacemos: no existen hoy buena parte de las empresas de las que se hablaba en aquella primera revista, ya sea por circunstancias del mercado o por haber protagonizado fusiones o cambios de propietario, y otro tanto puede decirse de buena parte de los anunciantes. Curiosamente, y por completar el repaso a los contenidos de aquel número fundacional, el Santander y Eduardo Rodríguez Rovira siguen siendo hoy dignos de la atención informativa de entonces, convertido aquel en una entidad financiera con presencia internacional y con el empresario, hoy presidente de honor de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores, dando voz a un colectivo de relevancia creciente.

Portada del primer número de Cantabria Negocios, que llegó a los quioscos en febrero de 1999.

Como cualquier otra empresa que haya transitado por las últimas dos décadas y media, Cantabria Negocios ha sobrevivido a las sucesivas crisis económicas que han marcado este periodo: la primera, la de las ‘puntocom’, pasó casi sin dejar rastro, algo que no puede decirse de la que vino después, el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera posterior que, como en tantas otras empresas, puso en jaque su supervivencia. La última de las crisis globales por las que ha pasado, la de la pandemia, alcanzó a la revista en un momento especialmente delicado, poniendo a prueba lo atinado o no de alguna de las estrategias tomadas hasta entonces y, singularmente, las que sirvieron para enfrentar las consecuencias de gran recesión de 2008.

En aquel momento, cuando los efectos de la crisis financiera se dejaron notar especialmente en el mercado publicitario, Cantabria Negocios contaba ya con una versión digital, tanto de la revista como del ‘Directorio Empresarial’ que edita desde el año 2005, pero no fue ahí donde se asentaron las bases para buscar nuevos mercados. La puesta en marcha de un servicio de elaboración de páginas web y el comienzo de la realización de contenidos en vídeo, cierto que de forma muy incipiente en ambos casos, supusieron el inicio de una estrategia diversificadora que rendiría sus principales frutos años más tarde y, singularmente, tras la vuelta a la normalidad después del estado de alarma sanitaria de 2020.

El parón del confinamiento se produjo apenas unos meses después de otro de esos hitos que han marcado la trayectoria de la revista: el relevo en la empresa editora. Tras la jubilación de Eduardo Zúñiga, fundador y primer director de la publicación, los trabajadores de Cantabria Negocios crearon una sociedad laboral, Maremagno Comunicación SLL, para darle continuidad y potenciar las líneas de negocio con las que se quería diversificar mercados. Pero curiosamente fue la publicación impresa, elaborada en teletrabajo desde los propios domicilios, a la que le cupo la responsabilidad de sostener la actividad de la empresa durante los casi tres meses en los que el resto de departamentos vieron prácticamente paralizado su funcionamiento. Aun con todas las incertidumbres y con las dificultades que hubo que afrontar para sacar adelante esos números, el trabajo de esos días confirmó la vigencia del compromiso de esta revista con sus lectores. Porque, cuanto menos en lo que tiene que ver con esto, 25 años no son nada.

Una nave en el recinto portuario aporta el espacio en el que se desarrolla Boya 14, un programa de apoyo a la creación de empresas puesto en marcha por la Dirección General de Juventud y gestionado por el Centro Internacional Santander Emprendimiento en el que dan sus primeros pasos proyectos creados por jóvenes menores de 35 años. Tras una primera edición que arrancó en 2022, la nueva convocatoria busca ya candidatos para dar continuidad a la iniciativa, abierta tanto a proyectos todavía por concretar como a empresas nacidas con posterioridad a 2019.

Cristina Bartolomé |  @criskyra | Febrero 2024

En un almacén remodelado de la Zona Franca del Puerto de Santander, un grupo de emprendedores diseñan y desarrollan lo que será su proyecto empresarial. Es el coworking Boya 14 ‘La Comba’, un programa de la Dirección General de Juventud del Gobierno de Cantabria, que vio en el Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE) un importante apoyo para poder llevarlo a cabo, “dado nuestro conocimiento y experiencia en el fomento de la iniciativa emprendedora”, asegura Manuel Redondo, director de esta entidad promovida conjuntamente por la Universidad de Cantabria, el Banco Santander y el Gobierno regional precisamente para facilitar la conversión de las ideas en proyectos empresariales viables. “Para el CISE supone todo un orgullo y una oportunidad de avanzar en nuestra misión de impulsar la cultura de la innovación y del emprendimiento”, recalca.

En ese espacio físico, gratuito, se crea un entorno dinámico y colaborativo donde varios jóvenes desarrollan sus actividades, conjugando un apoyo formativo con la generación de un ecosistema donde se crean relaciones entre los propios emprendedores de manera orgánica. La suma del espacio y la formación es lo que hace precisamente a este programa diferenciarse de otros, subraya Redondo.

De la mano de expertos, los emprendedores recorren el camino desde la validación de sus ideas hasta la financiación y el marketing. Aunque el director del CISE no rebaja el esfuerzo que se requiere para emprender iniciativas empresariales, recuerda que todos los proyectos necesitan tiempo para consolidarse y define el emprendimiento como un ejercicio de “alto riesgo”. Como en cualquier actividad económica, apunta, el emprendedor está obligado a cumplir con los requerimientos administrativos y tributarios, además de la propia inversión necesaria. “El arranque de un nuevo proyecto empresarial no suele caracterizarse por la disposición de demasiado capital, equipo o tiempo. Esta situación hace que sea una actividad frágil, que se debe apoyar y cuidar con esmero”. Por ello, en el CISE están orgullosos de que la iniciativa contara con jóvenes empresarios desde el inicio del programa, en 2022, algo que esperan que se refrende ahora que se abre una nueva convocatoria.

Tras el camino formativo y la puesta en marcha de la iniciativa empresarial que realizan los emprendedores y en el que cuentan con el acompañamiento de expertos, no existe ninguna relación contractual entre los emprendedores y CISE, “ni durante ni después del paso por Boya 14”, indica Manuel Redondo. “La participación es gratuita y no conlleva para ellos ningún tipo de coste, firma de acuerdo para la toma de participación ni nada parecido”. La relación permanece a título informativo ya que, si lo desean, se les mantiene al tanto de otras acciones impulsadas por CISE u otras entidades que puedan ser de ayuda en siguientes etapas de su travesía emprendedora.

Asier Trancho, director del programa Boya 14. Foto: Nacho Cubero

Formación y trabajo

Asier Trancho es el director del programa coworking Boya 14. Describe que en el día a día cada emprendedor se ubica en su espacio y trabaja en su proyecto. Sobre las 12 del mediodía hacen un descanso y hablan de sus proyectos. “Aquí aprovecho para facilitarles información de interés sobre ayudas o programas y plantearles posibles formaciones o dinámicas, o ellos mismos me dan indicaciones sobre alternativas que les podrían interesar; también les pregunto sobre posibles necesidades o dudas”, explica. Luego vuelven a sus quehaceres hasta la hora de comer, en el que se repite más o menos el mismo proceso, aunque pueden aprovechar otros momentos para hablar entre ellos o hacer consultas, siempre respetando las normas de convivencia del espacio.

Antes de entrar en el programa, se seleccionan los proyectos que lo integrarán mediante una entrevista personal para considerar aspectos como la experiencia, la motivación y la disponibilidad, así como su posible aportación y encaje con el resto de participantes. Los candidatos también han de cumplir algunos requisitos, como el de residir en Cantabria, ser menores de 35 años y que no hayan constituido su empresa antes de 2019.

Además de todas las actividades formativas, los emprendedores reciben ayuda para la búsqueda de financiación a través de encuentros y contactos con perfiles relevantes para sus proyectos. También se les envía información –“bastante interesante”, recalca Asier Trancho– sobre subvenciones y programas de soporte financiero. Todo este apoyo formativo y el contacto con otros perfiles emprendedores han favorecido sinergias y colaboraciones, asegura el director de Boya 14, así como una mejora en la difusión e imagen de sus proyectos. “Además, disponer de un espacio con todas las facilidades les da un empujón para poder seguir enfocados en dar pasos hacia delante en su proyecto, ya que de esta manera se pueden despreocupar económicamente del alquiler de un espacio en el que trabajar y reunirse con sus socios y clientes”, añade.

Arlette de Jesús Hernández: Arboisiere Studio

Arboisiere Studio es la agencia de diseño fundada por Arlette de Jesús Hernández. Se dedica a crear experiencias inmersivas utilizando realidad aumentada. Esta idea de negocio busca ofrecer “experiencias únicas”, define Arlette, que combinen el mundo digital con el mundo real para aportar soluciones creativas a clientes de Cantabria y el resto de España.

Arlette de Jesús realizó un máster en Empresa y Tecnologías de la Información en la Universidad de Cantabria donde descubrió el programa de coworking del CISE, con el que se puso en contacto e inició una experiencia que considera no ha podido ser mejor: “La oportunidad de formar parte del coworking Boya 14 me ha proporcionado un espacio colaborativo, donde puedo conectar con otros emprendedores. Esta red de contactos ha sido invaluable para el intercambio de ideas y colaboraciones potenciales. Ha sido emocionante y desafiante, donde cada día es una oportunidad para aprender y crecer”.

Al igual que sus compañeros del coworking, la promotora de Arboisiere Studio valora como clave del éxito la perseverancia y capacidad de adaptación: “Sé que los desafíos son inevitables, pero enfrentarlos con determinación, intentar ver siempre el lado positivo y adaptarme a lo que vaya surgiendo me ha permitido estar en donde estoy y con ánimos de seguir adelante”.

Arlette confía en que las tecnologías inmersivas, como la realidad aumentada, mixta y virtual, que están “en plena evolución”, llegue un momento en el que sean tan comunes como utilizar un teléfono móvil o una tableta: “Creo que este es el momento ideal para poner sobre la mesa proyectos que exploten todo ese potencial tecnológico”.

Lucía Sierra, promotora de Pura Vena, empresa especializada en llevar la danza a los pacientes oncológicos. Foto: Nacho Cubero

Lucía Sierra: Pura Vena

Lucía Sierra Cano es una de las jóvenes emprendedoras que ha participado en este programa, que conoció a través del propio Centro Internacional Santander Emprendimiento. Pura Vena es su empresa, a la que define como el primer servicio de bienestar español que incorpora la danza para prevenir, emocionar y mejorar el estado de salud de las personas antes, durante y después del cáncer. Para ello aplica el método de ‘psicoballet cubano’ a las necesidades del paciente oncológico. En el Coworking Boya 14 ha conectado con otras personas que se encuentran en su misma circunstancia, lo que ayuda mucho en “un camino solitario y con muchos obstáculos. Si compartes preocupaciones, puedes compartir soluciones”. Lleva en activo dos años, su objetivo a corto plazo es la consolidación de sus servicios en diferentes entidades públicas y la ampliación a entidades privadas y que su plataforma web sea una realidad en 2024. A largo plazo, Lucía prevé aumentar la plantilla y “conseguir que la danza adaptada al cáncer se inscriba en los centros de atención primaria”.

La fórmula, dice, es “trabajo, constancia y esfuerzo” para introducir en el mercado español algo nuevo: “Algunas personas piensan en la danza como una actividad de entretenimiento, pero es una disciplina que va más allá, es un arte que traspasa los escenarios pudiendo aportar mucho a los ámbitos clínico, sanitario y social”. Tras casi una década de investigación, aplicación y adaptación del método de psicoballet y la danza en diferentes hospitales españoles a niños y mujeres con cáncer, asegura, “la experiencia avala esas disciplinas como método de mejora de la salud emocional, reduciendo la ansiedad; la salud física, por la práctica de la danza, y la social, ya que las personas que padecen cáncer encuentran a otras que están en su mismo proceso al hacer la danza en grupo”. De su estancia en el Coworking Boya 14 valora especialmente la formación y el aprendizaje continuo: “El mundo cambia y tienes que estar preparado para adaptarte a él”, resume.

Ana Ceballos, gerente de Nuage Turismo y Eventos. Foto: Nacho Cubero

Ana Ceballos: Nuage Turismo y Eventos

Ana Ceballos Berasategui es gerente de Nuage Turismo y Eventos, que ya se encuentra en el mercado y trabajando en proyectos reales dentro de sus dos ámbitos de negocio: consultoría turística y organización de eventos. La actividad no ha hecho más que comenzar con una serie de trabajos que han impulsado su empresa, explica: “Nuestra actividad se ha enfocado en un primer momento en Cantabria, ayudando a dinamizar el turismo gracias a nuestros proyectos, ahora queremos expandirnos por el territorio nacional. Grandes clientes, tanto de la empresa pública como privada a nivel regional y nacional han confiado en nosotros para hacer realidad sus proyectos, como: Noatum Logistics, Bridgestone, la agencia de desarrollo rural Saja-Nansa, el grupo de acción local Valles Pasiegos o ayuntamientos como Santoña, Ampuero y Limpias”.

Ana descubrió el programa de Coworking Boya 14 del CISE en Internet y se muestra feliz con el hallazgo: “Este espacio es cómodo y agradable y proporciona todas las facilidades necesarias para el desarrollo de mi proyecto. Estoy encantada de haber encontrado este coworking donde además desde el CISE nos proponen gran cantidad de formaciones y nos ponen en contacto con empresarios para seguir creciendo”.

De su estancia en el espacio habilitado en la Zona Franca destaca el aprendizaje diario y el tener que enfrentarse a nuevos retos que le permiten crecer, tanto profesional como personalmente: “Aunque hay momentos de incertidumbre, la satisfacción de construir algo propio, ver cómo va cobrando vida y obteniendo frutos es incomparable. Tengo muchas ganas de seguir avanzando, siendo perseverante y sabiendo adaptarme estoy segura de que llegaré a donde quiero”.

Uno de sus secretos es una recomendación de su madre: “Siempre me dice que sea un junco: mente flexible que se adapta fácilmente a los cambios, ponerse en el lugar de los demás y ser empático. Esto me ha permitido afrontar desafíos con resiliencia y encontrar oportunidades en situaciones difíciles”. Ana lo define como el consejo más valioso y asegura que seguirá aplicándolo: “Sin duda me ayuda mucho a manejar situaciones que se dan en el día a día de la empresa”.

El tráfico de dispositivos aéreos no tripulados no ha dejado de crecer en los últimos años, y se espera que lo haga aún más en los venideros, cuando los drones empiecen a ser utilizados para tareas que todavía no realizan, pero para las que estarán capacitados, como el reparto. El grupo Pegaso, unidad de la Guardia Civil a la que compete la comprobación de permisos de vuelo y verificación del uso correcto de los aparatos en la mayor parte del territorio de Cantabria, ha atendido cerca de 1.200 operaciones de drones en la región a lo largo de 2023. Pese a la cuantía de las sanciones y la gravedad que puede tener un posible accidente, advierten, siguen siendo habituales los incumplimientos, a veces por desconocimiento de la normativa.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Febrero 2024

El pasado 9 de diciembre un vehículo aéreo no tripulado, lo que se conoce popularmente como dron, se estrelló en lo más alto del árbol de navidad de Cartes, que pudo así añadir una singularidad más a su condición de mayor entre los adornos de este tipo levantados en toda Europa. El aparato volaba sin permiso sobre las cabezas de los cientos de personas que en ese momento se encontraban en el lugar. En una situación potencialmente más grave, otro de estos dispositivos interfirió hace algunos meses la maniobra del helicóptero del ‘112’, en la que ha sido una de las incidencias más peligrosas provocadas por un dron en Cantabria. Ambos sucesos motivaron la intervención del grupo Pegaso, la unidad de la Guardia Civil encargada de vigilar el espacio aéreo en la mayor parte de la región –estarían excluidas las áreas urbanas de los municipios de Torrelavega y Santander, que corresponden a la Policía Nacional– y de remitir a la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) la información para la posterior sanción, que puede ser de un mínimo de 4.500 euros en el caso de Cartes, y alcanzar cifras mareantes para el operador del dron que afectó al vuelo del servicio de emergencias.

El equipo Pegaso atendió en 2023 unas 1.200 operaciones con drones en el territorio que es de su competencia, la mayor parte de ellas dentro de las tareas de control y verificación de vuelos que pueden considerarse rutinarias dentro de su trabajo, y que no suelen dar lugar a sanción alguna. “Los vuelos suelen realizarlos operadores que conocen su trabajo y que por tanto cumplen la normativa, y son muchos más quienes vuelan con todo en regla que quienes infringen la norma, pero sigue habiendo incumplimientos”, resume Eugenio Hoya, responsable de la unidad de Pegaso con base en Cantabria, habituado pese a todo a que siga habiendo quien dice no saber que necesita autorizaciones o permisos para hacer volar uno de estos aparatos: “Pero la ley obliga a todos, a quienes la conocen y a quienes no, y las sanciones pueden ser muy elevadas”, advierte.

La Guardia Civil creó el equipo Pegaso en 2016, inicialmente con una unidad en Madrid y extendiéndolo a partir de 2019 a todas las provincias españolas. Aunque su labor se extiende a la vigilancia y control de todo el espacio aéreo, lo que implica tanto la aviación comercial y ligera, como aeródromos o campos de vuelo, en una región como Cantabria la mayor parte de su actividad tiene que ver con los drones.

Trabajos de control de permisos y documentación sobre el terreno.

En lo que sería una jornada habitual en la base del grupo en el aeropuerto Seve Ballesteros-Parayas, explica el responsable de la unidad cántabra de Pegaso, los agentes revisan el correo electrónico y la aplicación que utilizan para que los operadores comuniquen vuelos y tramiten las autorizaciones. También por vía electrónica se solicita toda la información y documentos que puedan faltar: dueño y piloto del dron, que pueden no coincidir, datos del aparato, seguros… “Intentamos con ello evitar molestar al piloto el día del vuelo, aunque lógicamente también podemos desplazarnos y hacer las comprobaciones sobre el terreno”.

También fuera de la oficina, pero sin salirse de las labores habituales del grupo, se hace el trabajo de vigilancia en zonas especialmente concurridas –las playas en verano, o el Cartes navideño de este último diciembre– o allí donde se haya tenido noticia de un vuelo del que no se tuviera conocimiento previo. A todo lo anterior habría que sumar actuaciones más puntuales, como las que se realizan para dar cobertura de seguridad ante la visita de una autoridad, por ejemplo. La unidad, que opera sus propios drones, cuenta con medios y dispositivos para tomar el control de cualquier aparato no tripulado que vuele de forma irregular para, dependiendo de las circunstancias, obligarlo a tomar tierra.

Pese a que sigue habiendo quien los vende como un juguete, y compradores que los consideran como tal, los drones son aparatos cuya tenencia y uso están muy regulados, incluso en aquellos que por su bajo peso no precisan de ninguna titulación para su piloto. “Es cierto que muchos de los incumplimientos son con drones de menos de 250 gramos, que es verdad que pueden ser operados sin título, pero ello no significa que puedan volar por cualquier sitio”, advierte el responsable de la unidad cántabra del equipo Pegaso, que recuerda que tan solo con las restricciones a las que obliga el espacio aéreo del aeropuerto ya es imposible volar sin permisos especiales sobre la ciudad de Santander y en un área que se extendería hasta Suances o Hazas de Cesto. A ese espacio, denominado CTR por las siglas de Controlled Traffic Region, hay que sumar las limitaciones para volar sobre concentraciones de edificios, zonas de especial protección para las aves (ZEPA) o la prohibición de hacerlo en cualquier punto del parque nacional de Picos de Europa.

Miembros de la unidad Pegaso que opera en Cantabria.

No solo ‘in situ’

Para detectar y denunciar vuelos en zonas vedadas para ello, advierte Eugenio Hoya, no es imprescindible sorprender al infractor en el momento, sino que puede hacerse tras tener constancia de ello por las fotografías o vídeos tomados durante el vuelo, y subidas después a Internet. Una parte del trabajo del equipo Pegaso es, de hecho, rastrear páginas web y redes sociales en busca de un material que es en sí mismo una prueba y que daría pie a requerir al operador la información y los permisos del vuelo que sirvió para tomar las imágenes o, en su caso, tramitar la denuncia correspondiente. Teniendo en cuenta que hoy por hoy el principal uso de los drones es la toma de fotos y vídeos, y que quien lo hace suele tener el impulso de enseñarlos, es relativamente habitual que el infractor se ponga en evidencia al compartir ese contenido.

El desarrollo de la tecnología y las propias previsiones que manejan las administraciones encargadas de gestionar el espacio aéreo apuntan hacia un aumento exponencial de los usos de los drones, y en consecuencia también de las labores de control y vigilancia de las operaciones de vuelo. Teniendo en cuenta la actual carga de trabajo y la carga burocrática que implica cada operación, el riesgo de que ello derive en un cierto colapso del sistema es evidente. Con todo, se apunta desde Pegaso, la misma tecnología que hace posible los vuelos y las nuevas aplicaciones de los drones dotará también de herramientas a los encargados de vigilarlos.

Hoy en día, los agentes desplazados sobre el terreno ya pueden detectar cualquier dispositivo en vuelo en kilómetros a la redonda, registrando todos los datos del aparato y de quien lo opera. También existen medios fijos de detección y neutralización de drones en torno a determinadas instalaciones –los tienen, por ejemplo, los estadios de los equipos que compiten en la Liga de Fútbol Profesional, como los Campos de Sport del Sardinero–, una tecnología que en Madrid cubre ya la práctica totalidad del espacio urbano: “Eso acabará extendiéndose a todo el territorio, porque el incremento que esperamos en los vuelos es exponencial”, pronostica el responsable de la unidad de Pegaso de Cantabria.