“Nuestra principal estrategia será apoyar a las empresas que ya están, no a las que puedan venir”

Francisco Martín, consejero de Industria, se muestra muy crítico con las políticas de ayudas para atraer grandes empresas a Cantabria, y aboga por destinar los recursos a consolidar el tejido productivo ya existente y apoyarlo en sus proyectos de crecimiento. La mejor garantía para que una empresa se consolide en la región es que su propietario sea cántabro, asegura.

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga

Francisco Martín es una vieja cara nueva del Gobierno de Miguel Ángel Revilla, una curiosa condición que tiene que ver con el hecho de que repite en el ejecutivo, pero con responsabilidad y adscripción política distintos a los que tuvo en su momento. Sin afiliación a ningún partido político, el consejero de Industria explica su presencia en el Gobierno como un compromiso personal con Miguel Ángel Revilla, como en la anterior legislatura lo fue con Dolores Gorostiaga. Cuando el presidente le llamó para integrarle en su equipo, Martín dice que pidió la presidencia de la Autoridad Portuaria, un cargo muy relacionado con su vocación y su formación. Miguel Ángel Revilla rechazó tal posibilidad y le pidió que asumiese mayores responsabilidades. Como resultado del tira y afloja, se ha convertido en consejero de Industria afrontando una tarea que nunca antes había recaído bajo el ámbito de decisión regionalista. Tiene también las máximas responsabilidades en Comercio y Turismo, aunque ambas materias quedaron fuera de la entrevista por cuestiones de espacio y por una elección únicamente achacable a este periodista. El consejero estaba dispuesto a hablar de todo, y habrá oportunidad de hacerlo en el futuro.

Pregunta.- Probablemente sea una visión distorsionada por efecto del arranque de la legislatura, pero si hacemos balance de sus primeros días en la consejería, y de lo que han expuesto los empresarios que han pasado por este despacho, da la impresión de que la situación de la industria en Cantabria es un ‘sálvese el que pueda’.
Respuesta.- No, qué va, en absoluto. No hay ninguna razón para la preocupación, sino todo lo contrario. Por aquí han pasado empresarios que tienen interés en crecer, en invertir. Es cierto que todos añaden una coletilla:  ‘pero me da miedo’. Hemos dejado atrás el punto de mínima actividad económica, hay una mejora, pero no se traduce en empleo porque el empresario está todavía asustado. Sigue habiendo algunas incertidumbres, pero no es un ‘sálvese quién pueda’, ni mucho menos.

P.- En su agenda de las últimas semanas aparecen nombres como Nestor Martin, Greyco, Sniace, Azsa, Sonkyo… Todos venían a pedir ayuda para sobrevivir, no para crecer.
R.-  Ha sido un poco al revés: la iniciativa ha sido mía, no de ellos. Lo primero que he querido hacer es invitar a visitarme a las empresas que tenían problemas, de ahí que haya podido darse esa imagen a la que se refiere en su pregunta. Pero incluso entre estas empresas con problemas hay buenas noticias: confío en que Sniace esté funcionando en el plazo de un mes, lo que hace muy poco parecía imposible, Greyco arranca dentro de quince días… Son empresas que estaban muy mal, que han pasado a estar regular y que pueden empezar a pensar en estar bien. De alguna manera esa es la tendencia, aunque insisto en que son muchos más los que están pensando en crecer.

P.- También hemos visto cómo una empresa, ASK, anunciaba su marcha.
R.- Hemos intentado retenerla, pero ha sido imposible. Se ha ido por la ineficacia del Gobierno, no de este, de todos. Necesitaba 30.000 metros cuadrados de suelo en Castro Urdiales y no hemos sido capaces de ponerlos a su disposición en las condiciones que ellos necesitaban: hemos sido muy torpes. No marco hitos de legislatura, no hablo de este Gobierno o del anterior: ninguno ha sido capaz de ofrecer suelo industrial en la zona oriental para dar respuesta a las necesidades de las empresas. Es cierto que se ha ido al puerto de Bilbao, que está llevando a cabo una política muy agresiva de captación de empresas, pero lo que ha sucedido con ASK no puede volver a repetirse.

P.- Atraer empresas de la comunidad vecina mediante una política de incentivos muy agresiva. Cantabria también juega a eso.
R.- Creo sinceramente que ese es un modelo de fracaso. Cuando una empresa para instalarse necesita ayudas es que algo no va bien. ¿Qué pasa, que sin la ayuda no eres viable? Si es así, es para ponerse a temblar. No quiero a una empresa que llegue en esas condiciones.

P.- Usted dice de sí mismo que es un hombre de perfil técnico. Le ha tenido que chocar encontrarse con un condicionante que solo se explica en términos políticos: la salida de Sodercan del ámbito competencial de la Consejería de Industria. ¿Cómo van a funcionar sin la herramienta que era Sodercan, que siempre ha sido un instrumento fundamental en las políticas industriales de la región?
R.- Entiendo que quien ha visto en esta decisión política una dificultad técnica pueda plantearse esa pregunta, pero la respuesta es muy sencilla: vamos a hacerlo con Sodercan. Que el ámbito de responsabilidad política resida en otra consejería no cambia el hecho de que Sodercan es una herramienta del Gobierno de Cantabria. Técnicamente mi herramienta es Sodercan, y lo seguirá siendo.

P.- Hace un momento se ha mostrado muy crítico con la política de ayudas. Es algo que han hecho todos los Gobiernos, y normalmente con resultados muy negativos. Nestor Martin ahora, pero también GFB en su momento, o Haulotte.
R.- Aunque el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, o hasta tres, lo que no podemos hacer es tropezar cuatro. Si no somos capaces de aprender nada del pasado lo mejor que podemos hacer es pedir la cuenta e irnos. Todos los intentos de atraer una empresa grande con ayudas han sido un fracaso, eso es una certeza estadística. No voy a reincidir en ese error. Las empresas tendrán que venir con un plan de negocio que sea viable con los medios propios que pongan sus propietarios. Otra cosa es que para arrancar el proceso de implantación pueda precisar ayudas en la financiación: ahí sí podemos pensar que el Gobierno sea prestador de dinero, o avalador. El principio innegociable es que se reciba de vuelta lo que ha aportado. Si en algún caso esa ayuda llega en forma de crédito participativo, o con una toma de acciones inicial, siempre tiene que haber una hoja de ruta para la salida. Que una empresa se cree con el Gobierno de Cantabria como socio está absolutamente descartado.

P.- ¿Qué criterios contempla para decidir esos apoyos, descartado el tamaño de la empresa como factor fundamental?
R.- En mi opinión la mejor garantía para que una empresa sobreviva en Cantabria es que el accionista sea cántabro. Es otra certeza estadística, como la anterior. A partir de ahí, nuestra principal estrategia será apoyar a los que están, no a los que puedan venir: si tiene problemas, intentaremos ayudarle a solucionarlos; y si quiere crecer estaremos ahí, poniendo toda la carne en el asador.

P.- Tenemos empresas en proceso de puesta en marcha que no se ajustan a este modelo. Me vienen a la cabeza los casos de Tubacex o Santander Coated Solutions. ¿Hay que preocuparse?
R.- Uno de los grandes errores de los gobiernos es provocar una ruptura, pensar que todo lo anterior no vale. No quiero eso. Tubacex ya está instalada y funcionando. Cruzaremos los dedos. En cuanto a Santander Coated Solutions todavía no está en ese punto, pero en el acuerdo que suscribe Sodercan con la empresa se establece ya un mecanismo de salida. Me parece correcto y va en la línea de lo que queremos.

P.- ¿La estrategia de la consejería va a desarrollarse a partir de algún marco, un plan industrial por ejemplo?
R.- Habrá ese marco y en efecto será un plan industrial basado en un gran acuerdo con CEOE y sindicatos, en el ámbito de la mesa de concertación social. Ahí consensuaremos las lineas estratégicas que debe tener ese plan. Luego está la metodología para llevarlo a cabo, que es lo que realmente importa. Las herramientas no van a ser diferentes a las que han sido hasta este momento: Sodercan, que interacciona con la estructura productiva de la región, SICAN, promoviendo suelo industrial en las zonas que necesitemos,  el PCTCAN en lo relacionado con las empresas tecnológicas y el ICAF como instrumento fundamental de financiación.

P.- Hemos hablado del caso de ASK y la falta de suelo industrial en la zona oriental, pero lo cierto es que hay polígonos vacíos y planes de choque de comercialización porque la oferta supera ampliamente a la demanda. ¿Esto es solo coyuntural o algo se ha hecho mal?
R.- Los escenarios cambian de una forma muy rápida, pero la gestión y tramitación administrativa de las actuaciones para generar suelo industrial son muy lentas. ¿Podemos modificar una estrategia de futuro en función de una situación actual? Yo creo que no. Tenemos que desarrollar un plan de suelo industrial que se abstraiga en la medida de lo posible de las situaciones coyunturales. En los últimos cuatro años no se ha hecho esto, y ahora, cuando se recupere la demanda, probablemente agotemos el suelo disponible antes de que se hayamos sido capaces de poner en servicio nuevas actuaciones. Eso puede ser un problema, aunque a día de hoy no lo sea. Nosotros estamos detectando ya interés por parte de los empresarios, y a eso hay que responder ya con una política ambiciosa de generación de suelo industrial.

P.- ¿El espacio frente al PCTCAN se contempla para uso tecnológico o caben otras opciones?
R.- Todas las posibilidades están abiertas. El parque tiene una zona de crecimiento que ya contempla el plan general de Santander, y el mismo plan establece enfrente un suelo industrial que no tiene por qué ser tan científico y tecnológico. Pero el objetivo es que tenga una relación con el PCTCAN, empresas con cierto componente tecnológico, logístico o incluso comercial. En ningún caso estamos pensando en chimeneas.

P.- Volvemos a hablar de coyuntura, porque alguien podría pensar que es prematuro hablar de ampliación del PCTCAN cuando hay espacios vacíos en el parque actual. De hecho estamos teniendo esta conversación en un edificio devuelto por una empresa, al que el Gobierno se ha visto forzado a dar un uso.
R.- El hecho concreto es que en esta época de crisis no se ha respetado la filosofía del PCTCAN: hay una consejería, hay una universidad… coyunturalmente ha habido que ir adaptándose a la realidad, pero eso no es un modelo de éxito. Si ahora vienen cuatro empresas a instalarse, igual vemos que no tenemos sitio. Dicho esto, es cierto que no hay una urgencia inminente por ampliar el PCTCAN, pero sí que hemos detectado un interés por ocupar el suelo frente al parqu e por empresas que proponen un uso terciario. Lo estamos analizando y junto con el Ayuntamiento de Santander tomaremos una decisión. No descartamos un gran espacio comercial.

P.- ¿Por qué tiene que salir el Instituto de Hidráulica de Cantabria (IH) del sector público?
R.- En realidad no tiene por qué salir. El Gobierno no quiere ni que se vaya, pero lo que se nos transmite ahora es que el estar sometido a la ley de control presupuestario está limitando el desarrollo del IH Cantabria. Es tan sencillo como eso. Hay problemas de funcionamiento que tienen que ver con la naturaleza administrativa del IH, como los límites para contratar personal o para subcontratar trabajos. Son limitaciones y condiciones pensadas para empresas que operan en su ámbito territorial, con trabajadores que paga el Estado. Aquí tenemos algo muy diferente: el IH Cantabria es una fundación que depende del Gobierno y la Universidad, que trabaja a nivel mundial y con trabajadores cuyos sueldos dependen de los propios recursos que genera. Preferimos que estén con nosotros, pero si eso supone una limitación a su desarrollo habrá que buscar una solución.

P.- Las reticencias tienen que ver con la cuantía de la inversión que fue necesaria para poner en marcha el instituto, y que salió de las arcas públicas.
R.- Pero es que la fundación siempre va a ser pública, y siempre va a ser la propietaria de los edificios y del tanque. Eso no cambiará en ningún caso. De lo que hablamos es de que el IH, cuando compita por un contrato internacional, pueda hacerlo representado por una empresa que no sea pública y que por tanto no tenga las limitaciones que hoy tiene.

P.- ¿Hay alguna posible solución para Nestor Martin?
R.- En dos años se han perdido 21 millones de euros, 18 del Gobierno y 3 de los trabajadores, es evidente que el modelo de negocio no funciona. No podemos continuar, no se puede dar un salto adelante. ¿Estamos buscando compradores? La respuesta es sí, y estamos también analizando propuestas de los trabajadores para hacer una cooperativa. Lo que buscamos es una cierta viabilidad a la inversión tan antieconómica que se ha hecho. ¿Consolidamos la pérdida? No nos queda más remedio. A todos los que preguntamos nos dicen que el dinero que ha puesto el Gobierno y los trabajadores es irrecuperable.

P.- Perder 21 millones en dos años, en una empresa que no ha tenido que invertir en instalaciones y que casi no ha tenido tiempo de tratar con proveedores y clientes es algo difícilmente entendible.
R.- Es sorprendente. Si los activos no justifican la inversión, ¿dónde está el dinero? Esperamos que los administradores concursales arrojen algo de luz sobre este asunto y entiendo, porque eso sobrepasa mi ámbito competencial, que se va a abrir una investigación parlamentaria. No se ha comprado maquinaria, no hay provisiones, pero se ha perdido dinero a raíz de más de 10 al año. Eso hay que aclararlo.

P.- Se ha mostrado optimista sobre el futuro de Sniace, un problema recurrente que parece que nunca encuentra una solución definitiva. Entenderá que la reapertura se contemple ahora también con cierto escepticismo.
R.- Si seguimos la evolución histórica, vemos que los problemas de Sniace siempre han estado asociados a crisis económicas. Que podamos reabrir significa que algo ha cambiado, que hay un espíritu de recuperación. Pero hay más: por empleo directo e inducido, trabajar por la reapertura de Sniace es la acción más eficaz que puede tomarse para la recuperación industrial del área del Besaya. ¿Es antigua economía? Pues sí, pero apostar por la innovación y la tecnología no significa dejar de apoyar lo que ya hay. Si Sniace arranca con 300 trabajadores, y genera otros 400 en su entorno, son 700 empleos en la comarca del Besaya de un día para otro. Démonos cuenta de lo que significa eso. Hay que apoyarlo, con independencia de que suene a lo de siempre.

P.- Las dudas que se plantean es si para conseguir esa reapertura hay que coger algún atajo.
R.- Trampas y atajos no, ninguno. En el imaginario público se considera que Sniace ha recibido mucho dinero público, pero eso no es así. Es más, la empresa ha invertido más de 60 millones de euros para adaptarse a la normativa medioambiental, y eso hay que reconocerlo. En este caso tampoco estamos hipotecando ni un solo euro de fondos públicos.

P.- La deuda del canon de saneamiento también es dinero público.
R.- Estamos dispuestos a sentarnos y a renegociar esa deuda, de manera que su pago se realice en plazos mayores. Tenemos que ser posibilistas porque lo que no puede pasar es que Sniace encuentre obstáculos en el Gobierno para reabrir. Lo que nos toca a nosotros es generar confianza en los inversores, en los sindicatos, en los trabajadores… También digo que si hay una empresa que merece el apoyo económico y financiero del Gobierno, esa es Sniace. Pero en principio no va a ser ese el camino. Lo que tenemos que tener todos muy presente es que el futuro de la comarca del Besaya pasa por arrancar Sniace.

P.- Quizá también sea el momento de que Sniace traslade su domicilio fiscal a Cantabria.
R.- Eso está puesto sobre la mesa y aceptado por Sniace. El compromiso es por las dos partes, también por los accionistas de referencia que han confirmado que irán a la ampliación de capital. Todo el mundo va a poner de su parte, es un proyecto común en el que no hay elementos discordantes. Eso me hace ser optimista.

P.- ¿Por qué ha molestado tanto que se sepa la cantidad que se paga a Ryanair por volar desde Cantabria?
R.- Lo que ha molestado es que se rompa una cláusula de confidencialidad que existía en el contrato.

P.- ¿Y por qué existe esa cláusula cuando se trata de conocer el destino de dinero público?
R.- Efectivamente, aquí hay que decidir si aceptamos o no las reglas del juego: o asumimos la cláusula de confidencialidad o buscamos una relación con las compañías aéreas que se establezca en otros términos. En la práctica, aquellas compañías que no tienen un contrato de fomento del turismo, que por tanto no reciben dinero público, no vuelan desde Santander.  Es así de duro. También tengo que decir que a mí me enfadó la filtración, pero que a Ryanair le enfadó muchísimo más.

P.- ¿Está advirtiendo de que esto tendrá consecuencias en relación con la presencia de la aerolínea en Cantabria?
R.- Creo que nos va a costar caro, esa es mi percepción. Preferiría no ir más allá en el pronóstico.

P.- Hay otras compañías.
R.- En efecto, y en Santander tenemos varias. Nosotros apostamos por trabajar con todas, cuantas más mejor, pero hay que tener en cuenta el peso específico de Ryanair en Cantabria, que no es ninguna broma. Eso no podemos olvidarlo, como tampoco que la compañía desde el primer momento apostó por Santander, ha sido clave para revitalizar el aeropuerto.

P.- Sin abandonar el ámbito del transporte pero dejando a un lado los vuelos, ¿el puerto es un medio o es un fin?
R.- Esa es una magnífica pregunta. En mi interpretación, hasta el 18 de septiembre de 2015, el puerto era un fin. Espero que a partir de esta fecha, cuando ha tomado posesión el nuevo presidente de la Autoridad Portuaria, sea un medio al servicio de las empresas y la economía de la región. Para eso ha venido Jaime González, que es el primer presidente de la Autoridad Portuaria de Santander que no tiene pasado político y que no tiene vinculación anterior con ninguna otra autoridad portuaria: su experiencia profesional tiene que ver con la logística, de lo que sabe es de transporte. Estoy convencido que va a dar un vuelco a la relación que tienen las empresas con el puerto. En los últimos años se ha trabajado en la integración de puerto y ciudad, y ahí se ha avanzado, pero nunca se ha trabajado realmente para poner el puerto al servicio de las empresas. Mi objetivo es que esto cambie. Es cierto que las cosas nunca son blancas o negras, que ni el puerto ha sido siempre un fin, ni ahora va a ser solo un medio, pero hasta ahora ha pesado mucho más lo primero. Eso va a cambiar.

P.- En términos prácticos, ¿cómo se va a notar ese cambio?
R.- Vamos a empezar a hablar de tren y de logística más que de barcos y de muelles, el puerto trabajará en mejorar la conectividad con Renfe, por ejemplo, se hablará con los grandes operadores logísticos mundiales. Las empresas van a notar que el transporte hasta y desde el puerto de Santander va a ser más barato, que los trenes que lleguen al puerto serán más grandes y tendrán más frecuencias. El cambio va a ser transparente para todos.

P.- Precisamente en relación con el tren, Cantabria ha abandonado la reivindicación del AVE…
R.- En absoluto. Somos consecuentes y sensatos, y entendemos que una petición a mayores, el AVE o nada, nos llevaría a nada. Pero no hemos abandonado nada, lo que decimos es que somos capaces de esperar para que a corto plazo en lugar de un tren de alta velocidad tengamos un tren de altas prestaciones. Esto significa que, por la vía que sea, tengamos un tren que nos conecte con Madrid en tres horas. ¿Cómo? Está el estudio de la Universidad de Cantabria que propone actuaciones que permiten llegar a Madrid con ese tiempo de viaje y una inversión de menos de 400 millones de euros. Son actuaciones relativamente sencillas: doblar la vía hasta Torrelavega, eliminar 51 pasos a nivel, generar apartaderos que permitan que los trenes se crucen con agilidad y que el nuevo trazado desde Madrid llegue hasta Aguilar de Campoo cuanto menos, mejor si llega hasta Reinosa. El tema de los apartaderos enlaza directamente con lo que hablábamos del puerto, porque además de permitir el cruce, tendrán las dimensiones necesarias para permitir el almacenamiento de mercancías, casi como en un puerto seco. Todo eso, que genera enormes beneficios prácticos, puede hacerse con 400 millones de inversión, frente a los más de 6.000 que costaría el AVE. No creo que ningún Gobierno de la nación pueda oponerse a una actuación como esta.

P.- Si hablamos de sacrificar el tren en beneficio de los plazos, entiendo que la solución, además de relativamente barata, es rápida. ¿Cabe en el marco temporal de una legislatura?
R.- Solo requiere voluntad política, técnicamente no habría mayor problema. A mediados del año que viene podrían estar redactados los proyectos, todos ellos. En 2017 podrían empezar las obras, y en cuatro años, en esta legislatura, tener un tren a Madrid que tardase tres horas. O en tres horas y cuarto, porque dependería de que estuviese acabado el trazado hasta Aguilar o Reinosa, y asumo que esa parte pueda no llegar a tiempo. Pero la doble vía, los apartaderos y la supresión de los pasos a nivel puede hacerse en ese plazo, y eso significaría ya un enorme avance.