
La reciente apertura de Cines Embajadores en lugar de los históricos Cines Groucho consolida junto a Los Ángeles una oferta de salas privadas en el centro urbano de la que muy pocas ciudades españolas disponen. Los responsables de ambos espacios reflexionan sobre el creciente peso del cine español e independiente y la oportunidad de programar otras actividades culturales en alternancia con la proyección de películas.
Manuel Casino | Abril 2025
El cine en Santander goza de muy buena salud. Así lo sostiene Juan Barquín, socio junto a Miguel Ángel Pérez de los nuevos Cines Embajadores, que el pasado 31 de enero recogieron el testigo de los Cines Groucho para mantener en el centro urbano de Santander una oferta de cine de la que muy pocas ciudades españolas pueden presumir. “Santander siempre ha contado con una oferta cultural muy buena y viva. Los santanderinos somos bastante de salir, probablemente más que en otras ciudades”, señala para acreditar la apertura de este nuevo espacio que consolida la presencia de salas en el casco urbano: sus dos pantallas se suman a las ya clásicas de Los Ángeles y La Filmoteca, o a las que puntualmente ofrece el Casyc y el Ateneo.
Aunque llevan poco más de un mes abiertos –de hecho, en la entrada aún lucen los neones de los Groucho–, Barquín agradece la respuesta del público, que reconoce en estos primeros días ha sido mejor incluso de lo esperado. Una buena acogida que descansa, según argumenta, en una programación más variada en la que hay cabida para cintas españolas, estrenos destacados y cine familiar y de animación.
Si el anterior Cine Groucho basaba su oferta en un cine de autor, puro y duro, de películas pequeñas y en exclusividad, Juan Barquín explica que los actuales Cines Embajadores Santander quieren llegar a un público más abierto sin renunciar por ello al cine independiente. «Cuando hablas de cine independiente también puedes estar haciéndolo de grandes estudios, como la Warner o Universal –Focus Pictures, su división de cine independiente, es responsable entre otros de títulos de ‘The Brutalist’, uno de los primeros títulos programados por la cadena en su llegada a Santander–«, aclara.

Juan Barquín, director y uno de los socios de la cadena de salas, que además de en Santander tiene presencia en Madrid y en Oviedo. Foto: PM Foto.
En síntesis, asegura que lo que pretenden es seguir el modelo de Madrid, donde Cines Embajadores cuenta con seis salas –también tienen otras cuatro en Oviedo–, “que en cinco años se ha convertido en una de las diez salas más taquilleras de la ciudad”. Barquín, que lanzó con Pérez en 2003 la distribuidora Karma Films, admite que, tras el cambio de programación, la siguiente fase va ser reformar el hall de entrada y mejorar la insonorización, así como abrir un bar para vender palomitas.
“Sí, vamos a vender palomitas”, promete apoyándose en los resultados cosechados por el cine de animación y familiar en Madrid, donde ha supuesto el 40% de la recaudación total. “Queremos programar cine familiar, sobre todo en las primeras sesiones, y sabemos que el público que acude a esta tipo de cine no entiende la experiencia sin palomitas”, analiza. Además, avanza su intención de dividir una de las dos salas actuales para abrir en su lugar dos nuevos espacios de 45 y 60 butacas. Su previsión, según detalla, es comenzar las obras este verano para tenerlo listo en noviembre con pantallas más grandes, mejor sonido y butacas más cómodas.
Y es que, en su ideario, está que el cine esté muy vivo y sea un espacio versátil. Por eso, resalta que, además de cine, también tienen intención de ofrecer ópera, ballets o proyectar clásicos del cine acompañados de música en directo. Y da un dato para corroborar la oportunidad de este envite: la película de mayor éxito de un domingo en Oviedo ha sido ‘Amanecer’, un título de 1927 que se proyectó con un pianista tocando en directo.

Carlos Restegui, director del cine Los Ángeles. Foto: PM Foto.
De su parte, Carlos Restegui, titular del cine Los Ángeles, la veterana sala abierta en 1957 y la única que ha aguantado el éxodo de pantallas al extrarradio de Santander, admite el esfuerzo “muy importante” que supone mantener una pantalla en el centro de la ciudad con tres empleados. “Hemos hecho una apuesta decidida por el cine, y eso que no vendemos palomitas, ni café, ni coca cola, ni cerveza, ni tampoco tengo intención de hacerlo. Antes tendría intención de cerrar. Si tuviera cinco o seis salas, seguramente tendría otro concepto de explotación, pero no con una sala de 310 butacas”, concede.
Restegui, al frente de este negocio desde hace más de treinta años, conviene con Barquín en la oportunidad de organizar “pequeñas cosas” al margen del cine. Entre ellas, cita su oferta de pequeños conciertos, una propuesta que asegura siempre ha figurado en este cine, pero que desde hace unos meses ofrece “en otra liga”: “Ahora estoy en la Champions League de los conciertos”, afirma tras el éxito de los cinco recitales que ha programado desde el pasado octubre. “Estamos entrando en una dinámica que vamos a ver a dónde nos lleva –el 8 de marzo está anunciado el concierto ‘La huella de Dios’, un homenaje de José Carlos Gómez a Paco de Lucía en el que el guitarrista gaditano estará acompañado por un elenco de artistas–”, admite satisfecho tras comprobar que la sala suena “espectacular”. “Tenemos un sonido para conciertos impresionante. Ahora veremos qué publico podemos encontrar y hasta dónde podemos programar y a qué precios”, confiesa antes de adelantar que su oferta para los próximos meses incluye varias propuestas de flamenco y jazz, entre las que destaca los conciertos que ofrecerán el portugués Tiago Nacarato y el brasileño Caina Cavalcante, el 11 de abril; el de un día después de la guitarrista Mercedes Luján junto a la bailaora Sara Sánchez, o el concierto que en junio brindará el pianista chileno Jorge Vera.
El hábito de ir al cine
Restegui asegura que de un tiempo a esta parte se está recuperando el hábito de ir al cine, si bien admite que llegar al público cada vez resulta más complejo. “Los datos de 2024 no han sido buenos. Diría que el cine vive un momento inestable con picos y valles”, certifica antes de hacer un análisis de lo ocurrido en los últimos años: “Tras la travesía del desierto que supuso la pandemia, y los siete u ocho meses que le siguieron, donde la recaudación pudo caer en torno al 70% con relación a las cifras de antes del covid, es evidente que se ha registrado un cambio en los hábitos de las personas que, en general, a partir de entonces han comenzado a apostar más por espacios abiertos y por viajar, aunque fuera con estancias más cortas, y por un ocio más ligado a la restauración, especialmente de aperitivo o de ‘tardeo’. Esta tendencia ha tenido un claro reflejo en la taquilla con la desaparición prácticamente de la sesión de noche, a lo que se unió en 2023 la huelga de guionistas y de actores de Hollywood”, precisa.
Pero el fin de estas protestas ha permitido que la maquinaria del cine americano funcione ahora ‘a full’ lo que, unido al empuje del cine español, –“está sacando buenos títulos, con una muy buena película al mes, cuando no son dos”– y el cine europeo, asiático e independiente –“que cada vez tiene más cabida”– ha hecho que las personas vuelvan a las salas. “En nuestro caso, el público ha regresado claramente. De hecho, hemos firmado el mejor septiembre de nuestra historia gracias a cuatro o cinco cintas muy interesantes”, enfatiza.
En cualquier caso, tanto el responsable de Los Ángeles como el de Embajadores coinciden abiertamente en que el cine es un entretenimiento de fin de semana. Barquín, que durante doce años fuera director de Marketing y Programación en Kinépoplis España, una de las cadena de cines más grandes de España, reconoce que de viernes a domingo se concentra el 80% de la taquilla total, un porcentaje que estima que en Cines Embajadores puede ser del 70%. “Lo mejor sería 50-50%, pero es difícil de conseguir. Es como tratar de desestacionalizar el turismo o los helados, algo que en este último caso en Santander, por ejemplo, sí se ha conseguido”, subraya. En la misma línea, Restegui conviene que el cine, al igual que el resto de ocio, es de fin de semana y que las funciones más demandadas siguen siendo las del sábado y domingo tarde.

Un espectador accede a Los Ángeles, una de las salas supervivientes al éxodo de los cines al extrarradio. Foto: PM Foto.
En cuanto al perfil de espectadores que acude a sus salas, el socio de Cines Embajadores admite que se trata mayoritariamente de un público adulto. “Básicamente es el mismo que ya venía a los Groucho, aunque reconoce que la programación de documentales como ‘La guitarra flamenca de Yeray Cortés’, de C. Tangana, ha atraído hasta su cine a jóvenes que ni siquiera sabían de su existencia”. Con todo, asume que el perfil de público está fundamentalmente condicionado por el contenido. “Lo hemos visto con este documental, que ha sido un auténtico sorpresón”, rememora.
Lo mismo ocurre en el caso de Los Ángeles, donde Restegui confirma que acude un público fundamentalmente adulto, de más de 40 años, con una mayor proporción de mujeres que de hombres porque, según opina, el consumidor cultural es mayoritariamente femenino, aunque descifra que también se está incorporando personas jóvenes “que valoran que entre estas paredes haya 70 años de cine. Ofrecemos una experiencia que en pocos sitios de España se puede ver”, resume.
También comparten que, a diferencia de lo que ocurre en el conjunto del país, donde agosto y diciembre son los meses de mayor afluencia de público gracias, en gran medida, a que durante esas semanas es cuando el cine americano concentra sus estrenos en España, en Cantabria los mejores meses son enero, febrero y marzo, coincidiendo con los premios Goya y los Oscar, que a entender de Restegui actúan como altavoces.
“La experiencia que yo ofrezco en Los Ángeles, no pude ser por cuatro euros”. Carlos Restegui, titular de Los Ángeles
En cambio, en lo que uno y otro no se muestran tan de acuerdo es en el papel que desempeña el precio de la entrada a la hora de ir o no al cine. Así, mientras que para Restegui, que mantiene en su cine un precio único de siete euros, de miércoles a domingo, el precio sí condiciona la asistencia –“la experiencia que yo ofrezco en Los Ángeles, no pude ser por cuatro euros”, según resuelve–, para Barquín su importancia es muy limitada ya que, a su juicio, el contenido es el que condiciona la asistencia de público. “El cine ya tiene un precio muy definido –Embajadores ofrece una entrada general a seis euros entre semana, que sube a siete el fin de semana– y da poco juego, más allá de recuperar los miércoles como el día del espectador –en su caso, a cinco euros– y algún otro tipo de ofertas durante la semana dirigidas a mayores de 65 años y menores de 12 años para promover la asistencia”.
Versión original o doblada
Sobre la opción de ver las películas en versión original con subtítulos en español o doblada al castellano, el socio de Cines Embajadores explica que están haciendo pruebas en horarios diferentes para ver dónde encajan mejor unas y otras. “En estas semanas estamos viendo que el público joven consume más versión original. Esta es otra de las cosas buenas que nos han traído las plataformas, que permiten elegir el idioma en que quieres ver la película. Con el tiempo, creo que la V.O. va a ganar a las dobladas porque las nuevas generaciones prefieren este formato”, sintetiza.
Por su parte, el responsable del cine Los Ángeles se muestra defensor por igual de las versión doblada que en el idioma original, dos alternativas que ofrece habitualmente en su sala. “Tengo público de las dos aunque, en general y quizá por tradición, funcione algo mejor la versión en castellano. Otra cosa sería si nos hubiéramos acostumbrado desde pequeños a ver cine en versión original”, razona.
Por otro lado, Restegui defiende que uno o dos taquillazos no resuelven una temporada. “Lo que tienes que cerrar son 52 semanas al año. Y yo, por ejemplo, no he dado ni ‘Oppenhaimer’ ni ‘Barbie’”, dos de los mayores éxitos de taquilla de 2024, advierte. A su juicio, la temporada se construye semana a semana con una línea de trabajo. “Yo ofrezco entretenimiento y trato de traer un poco de variedad y proyectar una película nueva a la semana con especial atención al cine español de calidad, con el que siempre hemos contado porque el público así lo demanda. Con la apertura de Embajadores es verdad que ha cambiado el statu quo. Cada momento ha tenido una forma de trabajar. Ahora competiremos en títulos y seguramente nos cueste algo más. Veremos qué decide el público”, vaticina.
Para Barquín, por su parte, un éxito de taquilla puede que determine una buena temporada en salas que exhiban mayoritariamente cine comercial que suponga el 80% de sus ingresos finales. “Pero para aquellos que, como nosotros, no dependemos de un solo título, no lo es tanto. El cine independiente no es un cine de bombazos”, con la excepción, recuerda, de ‘Parásitos’, que fue totalmente inesperado. “¡A ver cuándo viene el siguiente parásito!”, admite consciente de la dificultad de repetir un éxito tan enorme como el cosechado por esta película coreana.
En su caso, también defiende que el cine español cada vez es más potente. De hecho, las distribuidoras, que son las ‘majors` americanas, también están detrás de las películas españolas. Nuestro cine cada vez es más global –se estrena fuera de nuestras fronteras– y tiene mejor calidad. Cita como ejemplos ‘La infiltrada’, una película que afirma trata un tema local pero que funciona muy bien porque al final no deja de ser un ‘thriller’, o de ‘Campeones’, con ‘remakes’ que han viajado por todo el mundo.
Las plataformas de ‘streaming’
De igual modo, tanto Barquín como Restegui comparten que pese al auge de las plataformas de ‘streaming’, como Netflix, Disney+ o Amazon Prime, al público le sigue gustando ver el cine en el cine. Así, el responsable de Cines Embajadores asegura que, cuanto más productos audiovisuales consumes, más quieres: “Los aficionados cada vez ven más series, pero cuando llega el estreno de una película, prefieren verla en el cine. De hecho, las plataformas han pasado de ser una amenaza a convertirse en un aliado”, proclama.
«El encanto del cine está en salir y comentar la película, en estar en una habitación a oscuras sin estar pendiente del móvil». Juan Barquín, cosocio de Cines Embajadores
Una apuesta por el séptimo arte que justifica en el hecho de que a las personas les gusta vivir una experiencia con alguien al lado. “El encanto del cine está en salir y comentar la película, en estar en una habitación a oscuras sin estar pendiente del móvil y, si suena, dar pausa a la película. Es decir, concentrado exclusivamente en ver la película. El cine tiene mucho de compartir”, compendia.
Por su lado, el dueño de Los Ángeles coincide en que las plataformas han contribuido a un mayor consumo audiovisual, aunque estima que para los exhibidores siguen siendo un competidor directo. “Es una arma de doble filo. El público se ha acostumbrado a ver contenidos de media hora y ya no aguanta largometrajes de dos horas sin perder la atención. Lo mismo sucede con el fútbol o las carreras de motos, deportes en los que se habla de introducir cambios para que sean más ágiles y dinámicos”. En este sentido, señala que José Luis Garci ya decía hace muchos años que el lenguaje cinematográfico estaba cambiando. Así, recuerda que el cineasta asturiano sostenía que una película como ‘Cortina rasgada’, de Hitchcock, en la que hay secuencias que se mantienen durante tiempo sin que, aparentemente, ocurra nada, hoy no sería viable porque el espectador “si ve que no pasa nada, aprieta el botón del mando a distancia y sintoniza otra cosa”.

Uno de los trabajadores de los cines Embajadores Santander coloca la cartelera el día de la apertura de las salas, el pasado 31 de enero. Foto: PM Foto.
A vueltas con la oferta de cine en las ciudades, Barquín ratifica que Cines Embajadores quiere extender su modelo de oferta de cine en el centro a otras urbes españolas, como Albacete, donde actualmente exploran esta posibilidad. “Nuestra idea es seguir de algún modo el concepto de las ciudades de 15 minutos”, una propuesta urbanística que propone que la mayoría de las necesidades y servicios esenciales se encuentren a 15 minutos a pie, en bicicleta o en transporte público desde los hogares. Además, anuncia que su objetivo es llegar este año a los 40.000 espectadores, una cifra que, en caso de alcanzarla, supondría casi doblar la asistencia media registrada durante la anterior etapa de estas salas. “Es de locos, pero bueno, el cine es de locos. Y creo que es factible con una buena programación y si llegamos a tiempo con todas las reformas y mejoras proyectadas. También como en Santander todo depende del tiempo… Si el verano viene con muy buen tiempo, sufriremos”, admite.
Por su parte, Restegui anticipa a que Los Ángeles morirá cuando se jubile. “A este cine le queda poco. No sé cuánto, pero no más de diez años, si le quedan”, zanja.
Aeropuerto Seve Ballesteros-Parayas, entre la ambición y la realidad
Ante la caída de pasajeros del último año, el director general de Transportes, Pablo Herrán, defiende que el Seve Ballesteros-Parayas mantiene una actividad importante a tenor de la población de Cantabria, y se muestra convencido de que las medidas puestas en marcha por el Ejecutivo cántabro para revitalizar algunas conexiones nacionales contribuirán a mejorar las cifras en los próximos meses. Además, critica la política tarifaria de Aena, a la que reclama que haga “algo más” para favorecer que las compañías aéreas trabajen más desde los aeropuertos regionales, y abre la puerta a que el Seve Ballesteros acoja el posible exceso de demanda que puede llegar a soportar el aeropuerto de Bilbao, que está “bastante saturado”.
Manuel Casino | Abril 2025
«No se puede decir que el Seve Ballesteros no haya despegado”. Así lo afirma el director general de Transportes del Gobierno de Cantabria, Pablo Herrán, para atajar las críticas vertidas tras los resultados alcanzados por el aeródromo cántabro el pasado año y en enero del presente ejercicio, último mes del que se disponen datos, que confirman una tendencia negativa iniciada a finales del 2023.
“El aeropuerto llegó ese año a un récord absoluto que otros aeropuertos han alcanzado un año después”, recuerda Herrán para tratar de explicar lo ocurrido en 2024 y antes de poner el foco en otros aspectos que, a su juicio, explican las cifras: “Nuestra población es mucho menor que la de otras comunidades autónomas, y nuestra cercanía al aeródromo de Bilbao, que ocasionalmente nos permite una mejor conexión, especialmente a los cántabros de la zona oriental, también actúa como principal competidor. El de Asturias tiene como público objetivo el doble de habitantes que Cantabria y no tiene cerca a un aeropuerto tan potente como el vasco que le ‘robe’ pasajeros”, ilustra a modo de ejemplo.
Una opinión que también es compartida por el responsable técnico del Transporte Aéreo en el Gobierno de Cantabria, Javier Gundelfinger, quien recuerda que el aeródromo asturiano no contaba hasta hace dos años con conexión a Bruselas, lo que hacía que decenas de miles de asturianos vinieran hasta el Seve. “Esto ahora no ocurre, pero si hiciéramos un ratio entre el número de pasajeros con respecto a la población, si no somos líderes en todo el norte de España poco le falta”, enfatiza, para poner luego en relación los datos del aeródromo cántabro con los de otras provincias del norte: “Somos una comunidad con 600.000 habitantes y contamos prácticamente con el doble de pasajeros. La provincia de Pontevedra, por ejemplo, tiene un millón de población y el aeropuerto de Vigo registró el pasado año menos pasajeros que el nuestro; y el de A Coruña, que cuenta con 1,1 millón de habitantes, sumó poco más de 40.000 pasajeros más que nosotros en 2024”.
Pablo Herrán, director general de Transportes del Gobierno de Cantabria. Foto: PM Foto.
En esta línea, Herrán reitera su opinión de que el aeropuerto cántabro cuenta con mucha actividad en relación con la población a la que atiende: “Pero no nos conformamos porque creemos que es mejorable. Y en ello estamos”, enfatiza.
En este sentido, ambos responsables coinciden en que la meta de los 1,5 millones de pasajeros está ahí, pero sin comprometerse a que sea alcanzable en esta legislatura o a medio plazo. “La demanda no la podemos medir. No sabemos cuánto va a viajar la gente, ni tampoco lo que va a ocurrir en los aeropuertos de Asturias o de Bilbao. En la medida de cómo evolucionen sus rutas, tendremos más o menos incremento. Lo que está claro que para lo que somos estamos bien. ¿Queremos y debemos estar mejor? Sí, pero hay que ser conscientes de la población que tenemos”, insiste Gundelfinger, quien cita el caso de Ikea, que abrió grandes superficies en Bilbao y Asturias y aún no lo ha hecho en Santander. ¿Por qué?: “Seguramente porque la previsión de la cadena escandinava es que venderá más en esos territorios”, reflexiona.
Para entender mejor los resultados de este último año, Herrán rememora también los problemas de suministro de aeronaves que han sufrido las compañías desde 2023 y al mantenimiento preventivo que ha obligado a dejar en tierra a algunos modelos de aviones durante meses. “Según las conversaciones que hemos mantenido con la mayoría de ellas, esta coyuntura desfavorable podría estar superada a finales de este año y las compañías recuperar entonces la flota que tenían e incluso incrementarla, lo que sin duda nos favorecerá a todas las regiones. Si estas predicciones se cumplen, el año que viene pude ser una oportunidad de mejorar las cifras”, augura.
En cualquier caso, el director general de Transportes insiste en reiterar que el Seve Ballesteros viene de un 2023 de récord. “Lo que intentamos trasladar es que no todos los años se puede mantener esas cifras y que, pese al descenso del pasado año, los datos –cerca de un 1,1 millón de pasajeros– siguen estando entre los mejores de la historia del aeropuerto”, asevera.
Batería de medidas
En su objetivo de ampliar la actividad del aeropuerto, tal y como ya aseguró el consejero de Fomento, Roberto Media, a finales de febrero en el Parlamento de Cantabria, Herrán alude a la batería de acciones que el Gobierno de Cantabria está llevando a cabo para mejorar algunas de las conexiones y que, según resuelve, ya han tenido un reflejo en las estadísticas de enero.
Así resalta que, a pesar de que los resultados en el primer mes del año han sido negativos, fundamentalmente por la cancelación de las rutas de invierno de Ryanair a Birmingham, Manchester y Venecia, estas medidas han surtido su efecto en las rutas de Madrid y Barcelona, las dos principales del aeródromo cántabro que ya presentan, gracias a nuevos vuelos semanales, “un aumento significativo” de pasajeros con relación al pasado año. En este sentido, Herrán no duda en poner en valor las salidas, cuatro días a la semana, de un vuelo a Madrid a las 6,30 de la mañana que, subraya, permite a sus usuarios conectar con vuelos a cualquier ciudad europea.
En Sevilla, por su parte, sostiene que las mejoras introducidas desde mediados de enero permiten contar con dos vuelos semanales en la temporada de invierno –hasta marzo– y tres en la de verano, época en la que también adelanta que se verán las mejoras en las conexiones con Ibiza y Menorca, que contarán con dos vuelos cada una, el doble que en 2024. Además, recapitula que a partir de este mes de marzo Canarias dispondrá de cinco conexiones semanales –tres con Gran Canaria y dos con Tenerife– lo que representa un incremento del 20%, y que se encuentra en licitación la conectividad con Bucarest, que la pasada temporada operó la compañía Wizz Air.
El responsable de Transportes coincide con Media en no estar satisfecho con los datos alcanzados en 2024, pero también en que 1,1 millón de pasajeros es una cifra “muy digna”, al tiempo que resaltó los “buenos resultados” alcanzados por algunas rutas británicas, especialmente las de Edimburgo y Dublín, así como la de Canarias, un mercado que podría pensarse que era de salida de cántabros hacia las islas pero que, aclara Gundelfinger, muestra la tendencia contraria: “Dos tercios de los pasajeros son canarios que vienen y se quedan en Cantabria”.
Política tarifaria de Aena
De otro lado, Herrán justifica el negativo comportamiento que presenta el Seve en este arranque del ejercicio –ha registrado una caída del 10,7% en pasajeros y del 8,9% en operaciones– frente al aumento que se observa en el conjunto de los aeropuertos de Aena, en los que estas cifras crecieron de media en un 6,1% y 5,2%, respectivamente, en que estos mejores resultados globales descansan principalmente en los grandes aeropuertos españoles y no tanto en los pequeños, como el de Santander que, según mantiene, se están viendo perjudicados por la política tarifaria del operador público.
“Estamos convencidos de que Aena podría y debería hacer algo más para favorecer que las aerolíneas trabajen más desde los aeropuertos regionales como el nuestro”, reclama al hilo de la guerra que Ryanair mantiene con esta sociedad pública a cuenta de la tarifas áreas. “Al final la diferencia de tarifas entre Bilbao y Santander no es muy grande y las compañías prefieren implantar conexiones desde la capital vizcaína porque tienen más masa y público al que dirigirse”, razona. “Está claro que no aplicar más bonificaciones a los aeropuertos regionales nos perjudica y nos hace ser menos competitivos”.
Pasajeros embarcan en el vuelo de una de las siete compañías que operan en el aeropuerto. Foto: PM Foto.
Así se lo han trasladado ya al Ministerio de Transportes, con cuyos responsables adelanta que se reunirán a principios de marzo para tratar este tema e intentar mejorar la competitividad del aeropuerto. “Es evidente que la situación en que actualmente se encuentran los aeropuertos regionales no favorece la implantación de nuevas rutas y, si la situación no cambia, es de esperar que se produzcan pocas novedades en las rutas de los aeropuertos de la cornisa cantábrica, exceptuando el de Bilbao”, destaca.
Así lo opina también el responsable técnico del Transporte Aéreo, quien avanza que en España van a abrirse a partir de marzo del orden de cincuenta nuevas rutas, de las que sola una corresponderá a aeropuertos regionales del norte. “Esta es una evidencia de que los incentivos aquí no están funcionando. Y no es una opinión, es un dato”, reflexiona sobre la oportunidad de estas bonificaciones que, a su juicio, los aeropuertos principales como Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga Valencia o Sevilla no necesitarían: “O no al menos tanto como los pequeños, porque ya son, en sí mismos, polos de atracción económica y turística, y no digamos ya Canarias y Baleares”.
Mejorar la conectividad
Sobre las cifras que el Gobierno de Cantabria maneja de cara al fin de este ejercicio, Herrán asegura que nunca se marca objetivo de pasajeros: “Lo que buscamos es contar con la mejor conectividad posible tanto en cantidad como en calidad para favorecer la movilidad de los cántabros y también la llegada de turistas, nuestros dos propósitos principales”.
Además de mejorar la conectividad nacional e internacional, el responsable regional afirma que otro de los objetivos de su departamento es desestacionalizar la actividad del aeropuerto, que sigue concentrando en los meses de verano su mayor volumen de tráfico de pasajeros. “Intentamos que las rutas, en la media de lo posible, estén todo el año para generar la llegada de turistas también en invierno”, precisa. Así, recuerda que actualmente hay 16 rutas –siete nacionales y nueve internacionales–, que esta próxima temporada de verano se incrementarán a 26, lo que supone que más del 60% de las rutas son anuales.
Relación “excelente” con Ryanair
En el caso de Ryanair, la principal compañía que opera en el Seve Ballesteros, Herrán no duda en destaca la “excelente” relación que el Ejecutivo cántabro mantiene con sus responsables, pese a que la aerolínea irlandesa ha anunciado un recorte del 5% en sus operaciones con la supresión este verano de la ruta de Alicante. “Es un aliado estratégico”, ratifica Gundelfinger.
En cuanto a la posibilidad de contar con nuevas compañías aéreas –actualmente son siete las que operan con líneas regulares en el aeropuerto cántabro–, el director general de Transportes reconoce que mantiene continuas conversaciones para hacerlo posible. En este sentido, avanza que Santander acogerá los días 12 y 13 de marzo las IV Jornadas de Conectividad Aérea, un foro organizado por Aena y Turespaña con la colaboración en este caso del Gobierno de Cantabria, “que nos podrá en el centro de la conectividad nacional y europea y será una extraordinaria oportunidad para vender de primera mano nuestra tierra a las compañías”.
Inversiones en el aeropuerto
Al margen de las inversiones que Aena anunció en diciembre pasado por valor de 3,4 millones de euros para optimizar sus instalaciones y mejorar el flujo de pasajeros, especialmente de los vuelos internacionales No Schengen, Herrán anticipa la necesidad de reclamar a esta sociedad que gestiona los aeropuertos y helipuertos españoles de interés general la ampliación tanto de la zona de llegadas como de salidas. “Si queremos que aumenten las operaciones en el aeropuerto, necesitamos más espacio porque ahora hay momentos en los que, si coinciden varios vuelos a la vez, la capacidad es limitada”, admite.
Para concluir, el director general de Transportes retoma la reunión prevista con los responsables de Aena, a los que adelanta que también hará llegar la situación que vive el aeropuerto de Bilbao, que considera que está “bastante saturado”: “Vamos a intentar convencerles de que el Seve Ballesteros está en condiciones de atraer esa demanda que puede ser excesiva para el aeropuerto bilbaíno”, recalca Herrán y confirma el responsable técnico del Transporte Aéreo, quien detalla que en Bilbao pernoctan cada noche quince aviones comerciales, mientras que en Asturias lo hacen dos, en Santander solo uno y ninguno en el aeródromo de Vitoria. “Si en Bilbao duermen quince y aquí solo uno, es evidente que existe un desequilibrio porque Cantabria no es quince veces más pequeña que Vizcaya. Y eso habrá que pelearlo”, sentencia.
Talento Rural Joven: un programa para que el talento se quede en el pueblo
La Fundación Botín clausura la primera edición de Talento Rural Joven, una iniciativa con la que quiere fomentar la transformación de las áreas rurales a través de las ideas, la innovación y el emprendimiento de los jóvenes que las habitan. Desarrollado a la largo de diez meses de encuentros y actividades, durante los que se completó un variado recorrido formativo, de mentorización y de trabajo en equipo, el programa culminó el pasado mes de febrero con la elección de dos proyectos piloto: Impulso Ganadero, que quiere favorecer la digitalización del sector primario, y Todo Rural, que busca soluciones a la movilidad en entornos rurales.
Juan Carlos Arrondo | Abril 2025
La población cántabra, cada vez más concentrada en los núcleos urbanos y en una estrecha franja costera, está marchándose del interior de la comunidad y con ella se está yendo el futuro de sus pueblos. La Fundación Botín trabaja desde hace años en diversas iniciativas que tratan de revertir esta tendencia, especialmente en los municipios del valle del Nansa y comarcas aledañas. Su enfoque consiste en ir generando paulatinamente un cambio cultural entre sus propios habitantes, promoviendo la formación y, en definitiva, la adaptación a todos los obstáculos que dificultan la vida social, económica y cultural. A modo de experiencia, la pasada primavera puso en marcha el programa Talento Rural Joven, con la finalidad de fomentar el potencial de un grupo de jóvenes para protagonizar la transformación en el entorno al que están arraigados. Casi un año de capacitación especializada en liderazgo, innovación y emprendimiento se sustanció en la presentación de cuatro ideas de actuación en el medio rural, de las que, atendiendo a su impacto en el territorio, innovación, viabilidad y escalabilidad, en enero se seleccionaron dos.
Catorce chicos y chicas, mayoritariamente del entorno del Nansa y Liébana, pero también de los Valles Pasiegos e Iguña, respondieron a la convocatoria en marzo de 2024. Basada en una dilatada trayectoria trabajando con jóvenes del ámbito rural, la Fundación Botín quería probar un proyecto piloto que reuniera el buen funcionamiento de sus actividades formativas y el intercambio de experiencias entre los participantes, para lo cual se decidió reunirlos en diferentes momentos e ir avanzando en su desarrollo. “El primer encuentro fue un fin de semana en Polaciones, con sesiones de creatividad en las que identificar los desafíos del medio rural. Esa propuesta inicial, de la que quizás esperábamos que saldrían retos más amplios, la acabaron bajando a sus necesidades”, explica Bruno Sánchez-Briñas, coordinador del área de Desarrollo Rural. Durante el verano, en Madrid, llevaron a cabo una segunda sesión con ponentes –procedentes de otros programas de la Fundación, como el de Latinoamérica o el de Educación– que les instruyeron, entre otras materias, en habilidades de comunicación o de liderazgo.
En noviembre tuvo lugar el tercer hito del programa, un fin de semana en Somo en el que, señala Bruno Sánchez-Briñas, introdujeron una importante novedad: “Para meter savia nueva pedimos a los chicos que invitasen a compañeros o amigos suyos de entornos urbanos. Esto fue bastante bien; trabajaron el formato de ‘design thinking’ y desde sus ideas iniciales fueron sacando cuatro prototipos que pudiesen ponerse en marcha”.
Participantes de la primera edición de Talento Rural Joven, junto con los miembros del comité que evaluó las propuestas y eligió a los proyectos ganadores.
Esas actividades se complementaron con otras de creatividad y de ‘team building’ en el club de remo de Pedreña, donde los jóvenes pudieron apreciar la importancia del trabajo en equipo. Concluido un recorrido formativo y de mentoría especializada de unas ochenta horas, restaba evaluar los diseños: “Les dijimos que, pasadas las Navidades, nos enviaran un video que recogiera cómo habían hecho sus prototipos y cómo iban a intentar ponerlos en marcha. Y a finales de enero les pedimos que nos presentasen las propuestas”. Un comité de expertos seleccionó finalmente dos de ellos: A Todo Rural, de Mario González Lavín y Helga Martínez Cobo, el Impulso Ganadero, de Paula Floranes Hoyal.
El coordinador de Desarrollo Rural de la Fundación Botín destaca el carácter experimental de la iniciativa y el hecho de que, sin convocatorias previas ni involucrar a otros agentes sobre el terreno, han conseguido una interesante participación: “Muchos de ellos ya nos conocían; han estado trabajando con nosotros en dinamización y han recibido clases de inglés y otra formación desde pequeños. Intentamos llegar a un cambio cultural, por lo que decidimos trabajar con el talento, con chicos vinculados al entorno rural y que piensan en proyectos que puedan mantener ese arraigo”. Define esa idea, que subyace detrás de toda la propuesta, con la expresión ‘agentes del cambio’: “Lo que queremos es que empiecen a generar las mejoras para que el que quiera quedarse se pueda quedar, porque son ellos los que tienen el futuro del territorio. Les incentivamos para que cojan el relevo, que empiecen a participar, y lo que queremos es que tengan herramientas para poder trabajar, presentar proyectos de financiación europea o comunicarse con las administraciones públicas”.
A Todo Rural
A Todo Rural es una iniciativa piloto enfocada a implementar un sistema de transporte público flexible que trate de ajustarse a la demanda en horarios y rutas de la población rural. “Uno de los problemas que identificamos en el encuentro de Polaciones fue el de la movilidad. La población que está residiendo aquí muchas veces se acaba marchando porque le falta acceso a servicios básicos. Y si no se dan esas condiciones de vida tampoco va a desplazarse población de las zonas urbanas a las rurales”, subraya Mario González Lavín, uno de los promotores junto a Helga Martínez Cobo. A partir de esa premisa, definieron los problemas que planteaba y en la sesión de noviembre los dieron respuesta con la creación del proyecto. Y aclara que, en principio, se trataría de una prueba de alcance limitado: “De momento, el piloto será aquí, en el valle del Nansa. Quizás más adelante se pueda desarrollar también en el valle del Saja, más vinculado a este en cuanto a servicios y otro tipo de necesidades”.
Antes de planificar rutas y horarios y al inicio de un periodo de prueba, deben conocer las necesidades de movilidad de la población. Para ello están haciendo encuestas, tanto presenciales como mediante herramientas digitales, entre los habitantes de los cinco municipios del valle del Nansa: “Preguntamos sobre el transporte existente, preferencias horarias o cuál sería el desplazamiento en el que cubriría la mayor parte de sus necesidades básicas, lo que hemos llamado núcleos cabecera”, indica Mario González, que detalla algo más los siguientes pasos del proceso, tras obtener y analizar los resultados obtenidos: “Nuestra intención es reunirnos con instituciones públicas, tanto ayuntamientos como mancomunidades, o grupos de acción local, porque la idea es que sean quienes lo financien. Posteriormente habría que contactar y concretar el servicio con empresas de transporte que lo quieran prestar”. Su papel como promotores sería intermediar entre vecinos, administraciones y empresarios para lograr un modelo de movilidad eficiente y satisfactorio para todos, para lo que piensan incorporar una aplicación móvil, una web y materiales físicos que lo faciliten.
Hacer realidad sus planes aún llevará tiempo y superar ciertas dificultades. No van a estar solos, pues Talento Rural Joven, además de aportar un pequeño capital semilla, les asegura un acompañamiento especializado en el proceso. Mario González –graduado en Geografía y residente en Tudanca– no es ajeno a la importancia de esa colaboración, ya que atesora una amplia experiencia en diversas iniciativas de la Fundación Botín, además de recibir su apoyo en para cofundar Asociación Entre Valles, dedicada a dinamizar la comarca Saja-Nansa. Helga Martínez –estudiante de Pedagogía, vecina de Cosío y secretaria de Entre Valles– coincide: “La Fundación Botín ha estado presente en todas las etapas de mi vida. Ya sé cómo trabaja, es una metodología donde me siento cómoda”, y reflexiona sobre qué le llevó a participar en esta experiencia: “La principal motivación fue que el eje del programa se basara en buscar soluciones a los problemas o retos que surgen en el entorno rural y poder aportar mi granito de arena mejorar sus condiciones de vida”.
Impulso Ganadero
Paula Floranes –residente en Camaleño, compagina su trabajo en la yeguada militar de Ibio con sus estudios de grado superior de Integración Social– se define como “una apasionada del mundo rural” y cuando vio la convocatoria de Talento Rural Joven le pareció interesante, creyó que podría aportarle un aprendizaje. Aunque en principio no tenía ninguna idea de negocio en mente, a medida que fue desarrollándose el programa tuvo claro hacia qué ámbito pensaba guiar su propuesta: “En mi casa, aquí, en Liébana, siempre ha habido vacas y siento que es un trabajo, además de muy sacrificado, que no está lo suficientemente valorado. Quería crear un proyecto que tuviese que ver con el sector ganadero, con el sector primario”. Lo primero que hizo fue analizar las necesidades de los ganaderos de su entorno y, si bien hay muchas en la que ella no podía incidir, descubrió que hay un significativo déficit de formación: “Todo lo relacionado con las subvenciones, bajas, altas, nacimientos, partes de cubriciones… Hay que tener unas mínimas nociones, unos conocimientos básicos”.
Paula Floranes, promotora del proyecto Impulso Ganadero.
El objetivo de Impulso Ganadero es fomentar la autosuficiencia de los ganaderos y que no dependan de terceros para gestionar su negocio de manera eficiente. Es un proyecto de formación que se sustancia en un curso intensivo articulado en tres fases: capacitación en gestión empresarial, uso de tecnología e innovación y desarrollo de nuevas formas de comercialización. Paula Floranes reconoce como una primera barrera a vencer la creencia de que pueden prescindir de esos conocimientos: “Para qué voy a necesitarlos si bajo a la oficina comarcal y me lo hacen todo. Pero el mundo cambia, todo está cada vez más digitalizado y a largo plazo lo van a necesitar. Se llegará a un punto en que esas gestiones, algunas tan sencillas como hacer una guía, no te las hagan en la oficina”. En su opinión, llevar su propuesta a la práctica sería sencillo si logra captar el interés de su público objetivo: “He pensado que ganaderos que sean una referencia, con los que ya he hablado, puedan echarme una mano y le pidan al resto que participe”.
Aunque pensado inicialmente para el entorno de Liébana, en el proyecto tendrían encaje todos los ganaderos de Cantabria. Su promotora es consciente de la importancia de dar con la ubicación adecuada, tratando de evitarles largos desplazamientos, y de definir el mejor momento: “Tendríamos que adaptarnos a los ganaderos. Aquí en invierno no se puede porque tienen las vacas estabuladas; tendría que ser en primavera o al tardío”. Se marca como horizonte para afinar detalles y empezar a desarrollarlo este mismo año, a partir del final del curso académico: “Me gustaría llevarlo directamente a la práctica, poder contar con profesionales que pudiesen ayudarme con el curso, que todavía no tengo claro si debería ser de tres días o más”. Además, sabe que puede seguir contando con el acompañamiento y apoyo de la Fundación Botín, algo que por su parte considera recíproco: “Si podemos echarles una mano para la siguiente edición de Talento Rural Joven, creo que cualquiera de nosotros estaríamos dispuestos a hacerlo”.
Segunda edición
Bruno Sánchez-Briñas cree que el resultado de la primera edición de Talento Rural joven ha sido muy favorable: “Los chicos han avanzado en conocimiento y han madurado mucho. Vamos a intentar seguir ayudando a generar el cambio haciendo una segunda edición”. Está previsto lanzar la convocatoria en abril y comenzar el programa en septiembre y en esta ocasión le gustaría que su impacto no se limitara al territorio Nansa-Liébana, sino que abarcara toda Cantabria: “¿Y cómo queremos hacerlo? Poniendo estos dos proyectos como ejemplo de que se pueden hacer cosas”. Mario González valora positivamente la experiencia y afirma que proporciona un bagaje de herramientas en torno al pensamiento creativo, al liderazgo o al emprendimiento, entre otras, de las que no disponen en el día a día: “Los programas de la Fundación Botín siempre son muy resolutivos y te hacen pensar muchas cosas. En este se han incluido desde temas sobre comercio hasta cómo comunicar y defender tu proyecto y todas esas partes han sido enriquecedoras”.
El coordinador de Desarrollo Rural de la Fundación Botín matiza que, aunque hayan sido finalmente seleccionadas dos de las propuestas surgidas de Talento Rural Joven, las otras dos, quizás menos maduras aún, no caen en saco roto y continuarán apoyándolas. También desvela su intención de reunirles para que les comenten sus impresiones de qué les ha parecido todo el proceso. Helga Martínez considera que su paso por el programa ha alternado momentos en los que era muy fácil encontrar soluciones y otros que suponían un reto, pero los profesionales que les han guiado y sus compañeros han allanado el camino: “Hemos creado una red bastante interesante para que pudiesen salir los proyectos adelante y aportar algo para mejorar el entorno rural”. Paula Floranes ha visto cumplidas sus expectativas y no duda en animar a la participación: “Es una experiencia muy enriquecedora, conoces a gente que te ayuda, se aprende mucho y te da la opción de llevar a cabo un proyecto con el que puedes ganarte la vida donde realmente quieres estar”.
Centro de datos Altamira: un proyecto contra el escepticismo
El Gobierno de Cantabria presenta la que sería la mayor inversión privada acometida nunca en Cantabria: los 3.600 millones de euros que la empresa XDC Properties destinará a la construcción y puesta en marcha de Altamira, un complejo tecnológico en torno a una concentración de centros de datos que sumaría una capacidad similar a la que hoy está operativa en toda España. Con una larga tramitación por delante y con cifras que la propia presidenta regional califica como «apabullantes», la iniciativa asume el reto de hacer olvidar el encadenamiento de fracasos en los que terminaron todos los grandes anuncios realizados por gobiernos anteriores, a razón de prácticamente uno por legislatura desde que se constituyera la comunidad autónoma.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Abril 2025
Por más que con cada anuncio de gran proyecto pueda tenerse la impresión contraria, no es posible encontrar ningún antecedente que se acerque a las cifras desgranadas por el Gobierno de Cantabria en la presentación de Altamira, descrito como un Campus Tecnológico de Centros de Datos de grandes capacidades, entre ellas la de convertir a la región en “uno de los principales ‘hubs’ tecnológicos de Europa, al nivel de Madrid, Milán, Frankfurt o Londres”, según auguró María José Sáenz de Buruaga. Es en afirmaciones como esa de la presidenta de Cantabria, y no tanto en las cifras, donde puede encontrar arraigo el escepticismo con el que inevitablemente se reciben vaticinios como ese, que remiten a los realizados por otros gobiernos desde el nacimiento de la autonomía, y que siempre se vieron después desmentidos por la realidad de los hechos.
La principal diferencia del proyecto Altamira con cualquier referencia que pueda buscarse tiene que ver con las dimensiones y con la concreción de cuantías de inversión y plazos. De acuerdo con lo que se expuso en la presentación, la empresa XDC Properties invertirá 3.600 millones de euros para construir 12 módulos de centros de datos adyacentes que, a razón de 40 MW por cada uno de ellos, sumarán una capacidad conjunta de 480 MW. Durante su construcción se generarían 1.500 empleos directos, que serían 350 directos y 1.100 indirectos una vez esté el complejo en funcionamiento.
La mayor inversión privada de la historia
Son cifras que, como dijo la presidenta de Cantabria en la presentación, “apabullan” y que no solo convertirían a esta iniciativa en la de mayor inversión privada entre las acometidas nunca en Cantabria, sino que la situarían a una enorme distancia tanto de esos antecedentes como de cualquiera de las que se hayan anunciado nunca. Como referencia, el ‘bunker’ del Santander en Solares –la que hoy pasaría por la inversión más alta acometida nunca por una empresa en la región– costó 240 millones de euros, y en torno al centenar se emplearon en la construcción del Centro Botín, incluyendo el túnel bajo los jardines de Pereda. Muy por encima de esas cantidades, aunque también muy lejos de las previstas en Altamira, se mueven proyectos ya anunciados, pero aun sin echar a andar: entre 700 y 800 millones de euros se invertirán en la tantas veces aplazada ampliación de la central de bombeo de San Miguel de Aguayo, 250 en el proyecto de descarbonización de Solvay o, en lo que sería la referencia de mayor cuantía pero también la que se enfrenta a mayores incertidumbres, los 850 millones que costaría poner en marcha Besaya H2, la planta productora de hidrógeno verde que quiere levantarse en terrenos de Sniace.
Las dimensiones del complejo de centros de datos que componen el núcleo del campus tecnológico son también, como las de la inversión, enormes, tanto en términos absolutos como comparativos. A pesar del impulso que en los últimos años se ha dado a la apertura de centros de datos, en España el conjunto de los que están hoy operativos suma una capacidad de 355 MW –la unidad de medida que se utiliza en estas infraestructuras–, según se recoge en el ‘Informe del Sector del Data Center en España 2025-post 2027’ elaborado por Spain DC, la Asociación Española de Data Centers.
El consejero de Industria y la presidenta de Cantabria siguen la intervención de Javier Gonzalo, CEO de XDC Properties, promotora del proyecto. Junto a ellos, Javier Ibáñez, responsable de adquisiciones de Stonieshield Capital. Foto: Raúl Lucio.
Durante la presentación de este informe, los responsables de la agrupación empresarial avanzaron varios escenarios de cara al futuro, teniendo en cuenta la enorme demanda que generará el desarrollo de la IA y el crecimiento asociado al aumento de los servicios en la nube. En la mejor de esas proyecciones, calculan que en 2027 España habrá captado inversiones para la puesta en marcha de nuevos centros de datos por valor de 21.800 millones de euros de forma directa, y otros 36.500 millones de forma indirecta. El resultado sería un aumento de la capacidad total que la llevaría hasta los 2.180 MW. Dando por buenas tanto estas previsiones como las cifras que se anuncian para el proyecto Altamira, este aportaría casi la cuarta parte del total de la capacidad con la que contarían los ‘data center’ operativos en España en el año 2030, si bien difícilmente estaría en funcionamiento para entonces.
Plazos conocidos
La cuestión de las fechas también establece diferencias con alguno de los grandes proyectos que anteriormente plantearon objetivos igual de ambiciosos, pero finalmente frustrados. A diferencia por ejemplo de la reapertura de la explotación minera de Reocín, de la que nunca se detalló plazo alguno, aquí sí se ha avanzado un calendario que será posible confrontar con la realidad ya este mes de marzo, cuando está previsto tramitar la declaración de interés regional previa a la redacción del Plan Singular de Interés Regional (PSIR) para los terrenos de Piélagos y Villaescusa en los que se levantará el campus tecnológico.
La aprobación del PSIR está prevista para julio de 2027; y la adquisición de los terrenos en los que se desarrollará la fase 2 del proyecto –la fase 1 se hará en el polígono de Vipar, en Piélagos, en una parcela ya a la venta y que tiene como única oferta de compra la presentada por los promotores de Altamira– en julio de 2028, de tal manera que las obras podrían comenzar en noviembre de 2028. Las obras de la fase 1, en los 374.572 metros cuadrados de la parcela del polígono de Vipar comenzarían en 2026. De cumplirse todos los plazos anunciados, la totalidad del complejo estaría en marcha en 2032.
Aun con la relativa rapidez asociada a la figura del PSIR, la complejidad administrativa a la que da lugar un proyecto de estas dimensiones puede poner a prueba esos plazos. En términos energéticos y de impacto ambiental –uno de los principales condicionantes de los centros de datos– el proyecto contempla la instalación de paneles fotovoltaicos, de manera que el complejo reduzca su huella de carbono.
Las condiciones climáticas de Cantabria son uno de los factores que se mencionan como propicios para el funcionamiento de los ‘data centers’. Otro, citado expresamente por los promotores de Altamira, es la aportación del cable submarino Anjana, propiedad de Meta –la empresa detrás de Facebook, Instagram o Whatsapp– que conecta Santander con Carolina del Sur. Desde otra óptica, la elección de Cantabria también puede relacionarse con los vínculos de los promotores del proyecto con la región. XDC Properties es una filial de la gestora Stoneshield Capital, propiedad de Juan Pepa y Felipe Morenés. Este último, aunque ha nacido en Madrid y ha desarrollado toda su carrera profesional fuera de Cantabria, es hijo de Ana Botín, presidenta del Banco Santander.
El gran vuelco del consumo alimentario
Cinco años después del covid-19, la demanda de alimentos y bebidas sigue sin haber recuperado las cifras previas a la pandemia, pero el gasto se ha disparado. El fuerte incremento de los precios explica una realidad aparentemente paradójica, y traslada sus efectos a todos los eslabones de la cadena, desde los productores a la industria y la distribución. Aunque la percepción pueda ser la contraria, el consumo fuera del hogar tampoco ha sido capaz de cerrar la brecha con las cifras de 2019: las últimas estadísticas del panel que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación indican que cada vez se acude menos a bares y restaurantes y que el mercado se contrae en volumen y en valor, pese a que el precio medio por consumición ha subido casi un 25%.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Abril 2025
Con la mayor parte de los indicadores moviéndose ya en cotas superiores a las que tenían antes de la crisis sanitaria, el consumo alimentario se mantiene obstinadamente lejos de los niveles de entonces. Con la condición de actividades esenciales que se les adjudicó tras la declaración del estado de alarma, la producción, fabricación y distribución de alimentos constituyeron uno de los mercados con una menor caída durante el confinamiento y en los meses posteriores, algo que en todo caso no parece suficiente para explicar que no se haya cerrado una brecha que aún hoy –casi media década después– se mueve en el entorno del 6%, medida en volumen. La situación es muy diferente si la comparación se hace en función al valor de los alimentos y bebidas consumidos, una variable que no solo ha recuperado el terreno perdido desde la pandemia, sino que ha dado un llamativo salto adelante. En ese dispar comportamiento –se consume menos, pero se gasta más– se resume buena parte del escenario al que se han enfrentado los diferentes agentes de la cadena alimentaria –productores, industrias, distribuidores y hosteleros– en los últimos cinco años.
De acuerdo con los datos que recoge el panel de consumo alimentario que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el total de alimentos y bebidas adquiridos por los hogares españoles sumó algo más de 24,5 millones de toneladas –o miles de litros– hasta el mes de noviembre, último del que se han publicado datos. Con la referencia de la cifra interanual –entre diciembre de 2023 y noviembre de 2024–, el consumo total el año pasado se movería en el entorno de los 26,5 millones de toneladas, o de miles de litros, un dato que es inferior en un 6,34% al correspondiente al año 2019.
En el caso de Cantabria, según lo que recoge el mismo estudio y usando idénticas referencias, la distancia entre lo consumido el año pasado y el dato anterior a la pandemia es mayor que la que se da en el conjunto de España: los 293.161 miles de kilos/litros de alimentos y bebidas consumidos en los hogares cántabros entre diciembre de 2023 y noviembre del año pasado son un 16% menos que los consumidos en 2019.
Las cifras anteriores, traducidas a consumo per cápita, reflejan que cada español consume hoy 572 kilos litros de alimentos y bebidas, por los casi 623 que consumía en 2019, un 8,18% menos. En Cantabria el consumo por persona, que en 2019 era casi idéntico al español, fue el año pasado claramente inferior –534 litros/kilos–, lo que a su vez supone una caída de algo más del 14% en relación al dato previo a la crisis sanitaria.
Aunque la percepción a pie de calle pueda ser otra, el gasto en alimentación y bebidas de los españoles fuera de casa aún no ha recuperado
los niveles previos a la crisis sanitaria. Foto: Nacho Cubero.
Ese descenso en la cantidad de comida y bebida consumida por españoles y cántabros desde la pandemia contrasta con –y en buena medida se explica por– el fuerte aumento registrado en el gasto realizado por los hogares por este concepto. Como en el caso el consumo, también aquí las cifras del conjunto de España y las de Cantabria siguen evoluciones paralelas, pero con rangos más acusados en el caso de las que hacen referencia a la región.
Según lo recogido por el estudio del MAPA, el gasto de los hogares españoles en alimentación fue de algo más de 83.759 millones de euros en los doce meses que van de diciembre de 2023 a noviembre de 2024, una cantidad que supera en un 20,5% a la registrada en año previo al estado de alarma sanitaria. En el caso de Cantabria, el gasto en el último año con datos superó por poco los 917 millones de euros, apenas un 6% más que en 2019, lo que confirma a la región como una de las que en mayor medida ha visto reducido su mercado de alimentación y bebidas en los últimos cinco años: cae de forma más acusada el consumo y se recupera en menor medida el gasto.
El cruce de los datos de volumen y gasto recogidos en el panel elaborado por el MAPA permite calibrar las dimensiones de la subida de precios experimentada en los últimos cinco años, y a la que se puede achacar tanto el diferente comportamiento de esas dos variables –consumo y valor de lo consumido– como el propio descenso de la demanda. Así, el precio medio del kilo o litro de producto era en 2019 de 2,42 euros, en tanto que el año pasado alcanzó los 3,12. Las cifras son prácticamente idénticas en Cantabria, que en 2019 tenía un precio ligeramente más alto que la media española (2,47 euros por kilo o litro), para alcanzarla el año pasado, cuando cerró también en 3,12.
Gasto fuera del hogar
Probablemente lo que más puede sorprender de las estadísticas que recoge el panel es lo referente al consumo de comida y bebida fuera del hogar, esto es, el que se realiza en bares y restaurantes, básicamente. Al igual que el realizado en el propio domicilio, y en contra de lo que puedan transmitir las tarrazas llenas y las mesas ocupadas, las cifras de consumo siguen por debajo de las registradas antes de la pandemia, aunque el fuerte aumento de los precios ha hecho que el gasto sí se sitúe muy cerca del nivel de entonces.
Al respecto, conviene recordar que el estudio que elabora el MAPA se refiere al consumo y gasto en alimentos y bebidas realizado por los hogares españoles, y por tanto deja fuera el de quienes vienen de fuera de España. Esto puede explicar, al menos en parte, esa aparente discrepancia entre lo recogido por el panel de consumo alimentario y la percepción que puede tenerse a pie de calle sobre la actividad de bares, cafeterías y restaurantes. También con lo recogido por las estadísticas de actividad del sector servicios que elabora el INE, que constatan la recuperación de las cifras prepandémicas, si bien en este caso los datos dan cuenta de la facturación, que también se aproxima mucho a la de 2019 en los datos del estudio. En concreto, y de acuerdo lo allí recogido y con la referencia de lo sucedido en los tres primeros trimestres del año –último periodo con datos–, se moverá al cierre de 2024 en el entorno de los 36.000 millones de euros, lo que supondría un 3% más que el dato de 2023 pero todavía estaría a otro 3% de distancia respecto a 2019.
El dato es especialmente llamativo si se tiene en cuenta la fuerte subida de los precios registrada en los últimos cinco años, que no llega a compensar la caída del consumo debido a lo acusado de esta. Algunas cifras que recoge el MAPA en su lectura de los datos de 2023 –último ejercicio completo del que se ha publicado el correspondiente estudio–: al cierre de ese año, el número de consumiciones realizado por los españoles fuera del hogar era un 25% inferior a las que efectuaron en 2019, el volumen total de lo consumido estaba un 23% por debajo y la suma de lo gastado era menor en un 5%. En ese tiempo, en cambio, el precio medio del kilo o litro de comida o bebida consumido fuera de casa creció un 22,3%.
Santander presume de cine
La reciente apertura de Cines Embajadores en lugar de los históricos Cines Groucho consolida junto a Los Ángeles una oferta de salas privadas en el centro urbano de la que muy pocas ciudades españolas disponen. Los responsables de ambos espacios reflexionan sobre el creciente peso del cine español e independiente y la oportunidad de programar otras actividades culturales en alternancia con la proyección de películas.
Manuel Casino | Abril 2025
El cine en Santander goza de muy buena salud. Así lo sostiene Juan Barquín, socio junto a Miguel Ángel Pérez de los nuevos Cines Embajadores, que el pasado 31 de enero recogieron el testigo de los Cines Groucho para mantener en el centro urbano de Santander una oferta de cine de la que muy pocas ciudades españolas pueden presumir. “Santander siempre ha contado con una oferta cultural muy buena y viva. Los santanderinos somos bastante de salir, probablemente más que en otras ciudades”, señala para acreditar la apertura de este nuevo espacio que consolida la presencia de salas en el casco urbano: sus dos pantallas se suman a las ya clásicas de Los Ángeles y La Filmoteca, o a las que puntualmente ofrece el Casyc y el Ateneo.
Aunque llevan poco más de un mes abiertos –de hecho, en la entrada aún lucen los neones de los Groucho–, Barquín agradece la respuesta del público, que reconoce en estos primeros días ha sido mejor incluso de lo esperado. Una buena acogida que descansa, según argumenta, en una programación más variada en la que hay cabida para cintas españolas, estrenos destacados y cine familiar y de animación.
Si el anterior Cine Groucho basaba su oferta en un cine de autor, puro y duro, de películas pequeñas y en exclusividad, Juan Barquín explica que los actuales Cines Embajadores Santander quieren llegar a un público más abierto sin renunciar por ello al cine independiente. «Cuando hablas de cine independiente también puedes estar haciéndolo de grandes estudios, como la Warner o Universal –Focus Pictures, su división de cine independiente, es responsable entre otros de títulos de ‘The Brutalist’, uno de los primeros títulos programados por la cadena en su llegada a Santander–«, aclara.
Juan Barquín, director y uno de los socios de la cadena de salas, que además de en Santander tiene presencia en Madrid y en Oviedo. Foto: PM Foto.
En síntesis, asegura que lo que pretenden es seguir el modelo de Madrid, donde Cines Embajadores cuenta con seis salas –también tienen otras cuatro en Oviedo–, “que en cinco años se ha convertido en una de las diez salas más taquilleras de la ciudad”. Barquín, que lanzó con Pérez en 2003 la distribuidora Karma Films, admite que, tras el cambio de programación, la siguiente fase va ser reformar el hall de entrada y mejorar la insonorización, así como abrir un bar para vender palomitas.
“Sí, vamos a vender palomitas”, promete apoyándose en los resultados cosechados por el cine de animación y familiar en Madrid, donde ha supuesto el 40% de la recaudación total. “Queremos programar cine familiar, sobre todo en las primeras sesiones, y sabemos que el público que acude a esta tipo de cine no entiende la experiencia sin palomitas”, analiza. Además, avanza su intención de dividir una de las dos salas actuales para abrir en su lugar dos nuevos espacios de 45 y 60 butacas. Su previsión, según detalla, es comenzar las obras este verano para tenerlo listo en noviembre con pantallas más grandes, mejor sonido y butacas más cómodas.
Y es que, en su ideario, está que el cine esté muy vivo y sea un espacio versátil. Por eso, resalta que, además de cine, también tienen intención de ofrecer ópera, ballets o proyectar clásicos del cine acompañados de música en directo. Y da un dato para corroborar la oportunidad de este envite: la película de mayor éxito de un domingo en Oviedo ha sido ‘Amanecer’, un título de 1927 que se proyectó con un pianista tocando en directo.
Carlos Restegui, director del cine Los Ángeles. Foto: PM Foto.
De su parte, Carlos Restegui, titular del cine Los Ángeles, la veterana sala abierta en 1957 y la única que ha aguantado el éxodo de pantallas al extrarradio de Santander, admite el esfuerzo “muy importante” que supone mantener una pantalla en el centro de la ciudad con tres empleados. “Hemos hecho una apuesta decidida por el cine, y eso que no vendemos palomitas, ni café, ni coca cola, ni cerveza, ni tampoco tengo intención de hacerlo. Antes tendría intención de cerrar. Si tuviera cinco o seis salas, seguramente tendría otro concepto de explotación, pero no con una sala de 310 butacas”, concede.
Restegui, al frente de este negocio desde hace más de treinta años, conviene con Barquín en la oportunidad de organizar “pequeñas cosas” al margen del cine. Entre ellas, cita su oferta de pequeños conciertos, una propuesta que asegura siempre ha figurado en este cine, pero que desde hace unos meses ofrece “en otra liga”: “Ahora estoy en la Champions League de los conciertos”, afirma tras el éxito de los cinco recitales que ha programado desde el pasado octubre. “Estamos entrando en una dinámica que vamos a ver a dónde nos lleva –el 8 de marzo está anunciado el concierto ‘La huella de Dios’, un homenaje de José Carlos Gómez a Paco de Lucía en el que el guitarrista gaditano estará acompañado por un elenco de artistas–”, admite satisfecho tras comprobar que la sala suena “espectacular”. “Tenemos un sonido para conciertos impresionante. Ahora veremos qué publico podemos encontrar y hasta dónde podemos programar y a qué precios”, confiesa antes de adelantar que su oferta para los próximos meses incluye varias propuestas de flamenco y jazz, entre las que destaca los conciertos que ofrecerán el portugués Tiago Nacarato y el brasileño Caina Cavalcante, el 11 de abril; el de un día después de la guitarrista Mercedes Luján junto a la bailaora Sara Sánchez, o el concierto que en junio brindará el pianista chileno Jorge Vera.
El hábito de ir al cine
Restegui asegura que de un tiempo a esta parte se está recuperando el hábito de ir al cine, si bien admite que llegar al público cada vez resulta más complejo. “Los datos de 2024 no han sido buenos. Diría que el cine vive un momento inestable con picos y valles”, certifica antes de hacer un análisis de lo ocurrido en los últimos años: “Tras la travesía del desierto que supuso la pandemia, y los siete u ocho meses que le siguieron, donde la recaudación pudo caer en torno al 70% con relación a las cifras de antes del covid, es evidente que se ha registrado un cambio en los hábitos de las personas que, en general, a partir de entonces han comenzado a apostar más por espacios abiertos y por viajar, aunque fuera con estancias más cortas, y por un ocio más ligado a la restauración, especialmente de aperitivo o de ‘tardeo’. Esta tendencia ha tenido un claro reflejo en la taquilla con la desaparición prácticamente de la sesión de noche, a lo que se unió en 2023 la huelga de guionistas y de actores de Hollywood”, precisa.
Pero el fin de estas protestas ha permitido que la maquinaria del cine americano funcione ahora ‘a full’ lo que, unido al empuje del cine español, –“está sacando buenos títulos, con una muy buena película al mes, cuando no son dos”– y el cine europeo, asiático e independiente –“que cada vez tiene más cabida”– ha hecho que las personas vuelvan a las salas. “En nuestro caso, el público ha regresado claramente. De hecho, hemos firmado el mejor septiembre de nuestra historia gracias a cuatro o cinco cintas muy interesantes”, enfatiza.
En cualquier caso, tanto el responsable de Los Ángeles como el de Embajadores coinciden abiertamente en que el cine es un entretenimiento de fin de semana. Barquín, que durante doce años fuera director de Marketing y Programación en Kinépoplis España, una de las cadena de cines más grandes de España, reconoce que de viernes a domingo se concentra el 80% de la taquilla total, un porcentaje que estima que en Cines Embajadores puede ser del 70%. “Lo mejor sería 50-50%, pero es difícil de conseguir. Es como tratar de desestacionalizar el turismo o los helados, algo que en este último caso en Santander, por ejemplo, sí se ha conseguido”, subraya. En la misma línea, Restegui conviene que el cine, al igual que el resto de ocio, es de fin de semana y que las funciones más demandadas siguen siendo las del sábado y domingo tarde.
Un espectador accede a Los Ángeles, una de las salas supervivientes al éxodo de los cines al extrarradio. Foto: PM Foto.
En cuanto al perfil de espectadores que acude a sus salas, el socio de Cines Embajadores admite que se trata mayoritariamente de un público adulto. “Básicamente es el mismo que ya venía a los Groucho, aunque reconoce que la programación de documentales como ‘La guitarra flamenca de Yeray Cortés’, de C. Tangana, ha atraído hasta su cine a jóvenes que ni siquiera sabían de su existencia”. Con todo, asume que el perfil de público está fundamentalmente condicionado por el contenido. “Lo hemos visto con este documental, que ha sido un auténtico sorpresón”, rememora.
Lo mismo ocurre en el caso de Los Ángeles, donde Restegui confirma que acude un público fundamentalmente adulto, de más de 40 años, con una mayor proporción de mujeres que de hombres porque, según opina, el consumidor cultural es mayoritariamente femenino, aunque descifra que también se está incorporando personas jóvenes “que valoran que entre estas paredes haya 70 años de cine. Ofrecemos una experiencia que en pocos sitios de España se puede ver”, resume.
También comparten que, a diferencia de lo que ocurre en el conjunto del país, donde agosto y diciembre son los meses de mayor afluencia de público gracias, en gran medida, a que durante esas semanas es cuando el cine americano concentra sus estrenos en España, en Cantabria los mejores meses son enero, febrero y marzo, coincidiendo con los premios Goya y los Oscar, que a entender de Restegui actúan como altavoces.
En cambio, en lo que uno y otro no se muestran tan de acuerdo es en el papel que desempeña el precio de la entrada a la hora de ir o no al cine. Así, mientras que para Restegui, que mantiene en su cine un precio único de siete euros, de miércoles a domingo, el precio sí condiciona la asistencia –“la experiencia que yo ofrezco en Los Ángeles, no pude ser por cuatro euros”, según resuelve–, para Barquín su importancia es muy limitada ya que, a su juicio, el contenido es el que condiciona la asistencia de público. “El cine ya tiene un precio muy definido –Embajadores ofrece una entrada general a seis euros entre semana, que sube a siete el fin de semana– y da poco juego, más allá de recuperar los miércoles como el día del espectador –en su caso, a cinco euros– y algún otro tipo de ofertas durante la semana dirigidas a mayores de 65 años y menores de 12 años para promover la asistencia”.
Versión original o doblada
Sobre la opción de ver las películas en versión original con subtítulos en español o doblada al castellano, el socio de Cines Embajadores explica que están haciendo pruebas en horarios diferentes para ver dónde encajan mejor unas y otras. “En estas semanas estamos viendo que el público joven consume más versión original. Esta es otra de las cosas buenas que nos han traído las plataformas, que permiten elegir el idioma en que quieres ver la película. Con el tiempo, creo que la V.O. va a ganar a las dobladas porque las nuevas generaciones prefieren este formato”, sintetiza.
Por su parte, el responsable del cine Los Ángeles se muestra defensor por igual de las versión doblada que en el idioma original, dos alternativas que ofrece habitualmente en su sala. “Tengo público de las dos aunque, en general y quizá por tradición, funcione algo mejor la versión en castellano. Otra cosa sería si nos hubiéramos acostumbrado desde pequeños a ver cine en versión original”, razona.
Por otro lado, Restegui defiende que uno o dos taquillazos no resuelven una temporada. “Lo que tienes que cerrar son 52 semanas al año. Y yo, por ejemplo, no he dado ni ‘Oppenhaimer’ ni ‘Barbie’”, dos de los mayores éxitos de taquilla de 2024, advierte. A su juicio, la temporada se construye semana a semana con una línea de trabajo. “Yo ofrezco entretenimiento y trato de traer un poco de variedad y proyectar una película nueva a la semana con especial atención al cine español de calidad, con el que siempre hemos contado porque el público así lo demanda. Con la apertura de Embajadores es verdad que ha cambiado el statu quo. Cada momento ha tenido una forma de trabajar. Ahora competiremos en títulos y seguramente nos cueste algo más. Veremos qué decide el público”, vaticina.
Para Barquín, por su parte, un éxito de taquilla puede que determine una buena temporada en salas que exhiban mayoritariamente cine comercial que suponga el 80% de sus ingresos finales. “Pero para aquellos que, como nosotros, no dependemos de un solo título, no lo es tanto. El cine independiente no es un cine de bombazos”, con la excepción, recuerda, de ‘Parásitos’, que fue totalmente inesperado. “¡A ver cuándo viene el siguiente parásito!”, admite consciente de la dificultad de repetir un éxito tan enorme como el cosechado por esta película coreana.
En su caso, también defiende que el cine español cada vez es más potente. De hecho, las distribuidoras, que son las ‘majors` americanas, también están detrás de las películas españolas. Nuestro cine cada vez es más global –se estrena fuera de nuestras fronteras– y tiene mejor calidad. Cita como ejemplos ‘La infiltrada’, una película que afirma trata un tema local pero que funciona muy bien porque al final no deja de ser un ‘thriller’, o de ‘Campeones’, con ‘remakes’ que han viajado por todo el mundo.
Las plataformas de ‘streaming’
De igual modo, tanto Barquín como Restegui comparten que pese al auge de las plataformas de ‘streaming’, como Netflix, Disney+ o Amazon Prime, al público le sigue gustando ver el cine en el cine. Así, el responsable de Cines Embajadores asegura que, cuanto más productos audiovisuales consumes, más quieres: “Los aficionados cada vez ven más series, pero cuando llega el estreno de una película, prefieren verla en el cine. De hecho, las plataformas han pasado de ser una amenaza a convertirse en un aliado”, proclama.
Una apuesta por el séptimo arte que justifica en el hecho de que a las personas les gusta vivir una experiencia con alguien al lado. “El encanto del cine está en salir y comentar la película, en estar en una habitación a oscuras sin estar pendiente del móvil y, si suena, dar pausa a la película. Es decir, concentrado exclusivamente en ver la película. El cine tiene mucho de compartir”, compendia.
Por su lado, el dueño de Los Ángeles coincide en que las plataformas han contribuido a un mayor consumo audiovisual, aunque estima que para los exhibidores siguen siendo un competidor directo. “Es una arma de doble filo. El público se ha acostumbrado a ver contenidos de media hora y ya no aguanta largometrajes de dos horas sin perder la atención. Lo mismo sucede con el fútbol o las carreras de motos, deportes en los que se habla de introducir cambios para que sean más ágiles y dinámicos”. En este sentido, señala que José Luis Garci ya decía hace muchos años que el lenguaje cinematográfico estaba cambiando. Así, recuerda que el cineasta asturiano sostenía que una película como ‘Cortina rasgada’, de Hitchcock, en la que hay secuencias que se mantienen durante tiempo sin que, aparentemente, ocurra nada, hoy no sería viable porque el espectador “si ve que no pasa nada, aprieta el botón del mando a distancia y sintoniza otra cosa”.
Uno de los trabajadores de los cines Embajadores Santander coloca la cartelera el día de la apertura de las salas, el pasado 31 de enero. Foto: PM Foto.
A vueltas con la oferta de cine en las ciudades, Barquín ratifica que Cines Embajadores quiere extender su modelo de oferta de cine en el centro a otras urbes españolas, como Albacete, donde actualmente exploran esta posibilidad. “Nuestra idea es seguir de algún modo el concepto de las ciudades de 15 minutos”, una propuesta urbanística que propone que la mayoría de las necesidades y servicios esenciales se encuentren a 15 minutos a pie, en bicicleta o en transporte público desde los hogares. Además, anuncia que su objetivo es llegar este año a los 40.000 espectadores, una cifra que, en caso de alcanzarla, supondría casi doblar la asistencia media registrada durante la anterior etapa de estas salas. “Es de locos, pero bueno, el cine es de locos. Y creo que es factible con una buena programación y si llegamos a tiempo con todas las reformas y mejoras proyectadas. También como en Santander todo depende del tiempo… Si el verano viene con muy buen tiempo, sufriremos”, admite.
Por su parte, Restegui anticipa a que Los Ángeles morirá cuando se jubile. “A este cine le queda poco. No sé cuánto, pero no más de diez años, si le quedan”, zanja.
Año de contraste para los autónomos cántabros
Tras un ejercicio de “luces y sombras” para los más de 41.000 trabajadores afiliados al Régimen General de Trabajadores Autónomos (RETA) en Cantabria, la presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), Ana Cabrero, expresa su confianza en que 2025 no sea un año “negativo” para un colectivo en el que asegura que “lograr mantenerse es ya una alegría”. A la espera de poder hacer balance sobre la eficacia del I Plan de Apoyo al Empleo Autónomo y conocer el impacto de la esperada Ley de Simplificación Administrativa, la presidenta de esta asociación pone el foco en la Cantabria rural, porque es ahí donde está el autoempleo, según afirma, al tiempo que reclama un marco regulatorio más estable y una menor presión fiscal.
Manuel Casino | Abril 2025
El año 2024 no ha sido, en general, malo para los autónomos en Cantabria. Así lo estima Ana Cabrero, presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), la principal asociación del sector en la región con alrededor de 3.000 asociados, a tenor de los resultados del barómetro de cierre del pasado año y perspectivas de cara a 2025 llevado a cabo recientemente por esta asociación a nivel nacional. Apoyándose en este informe, Cabrero reconoce que el pasado ejercicio ha terminado con “luces y sombras” para los trabajadores por cuenta propia, un colectivo del que en Cantabria formaban parte en diciembre 41.172 personas, 75 menos que doce meses antes, un leve descenso de menos del 0,2% en la afiliación al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) que, en su opinión, puede compensarse en cualquier momento. “Es cierto que esta encuesta refleja que 2024 fue un mal año para uno de cada cuatro autónomos, pero también que el 31,1% de los trabajadores por cuenta propia afirma que su negocio ha mejorado y que dos de cada tres manifiestan estar satisfechos con haber emprendido”, desgrana.
Con todo, la dirigente de ATA admite que es complicado hacer una valoración porque depende de los sectores de actividad. Así, explica que, de un tiempo a esta parte, Cantabria presenta mejores números de autónomos en sectores no tan tradicionales, como históricamente han sido y siguen siendo el comercio, la construcción, la hostelería o la agricultura, por citar los cuatro que aglutinan el mayor porcentaje de trabajadores por cuenta propia –el 55,4% del total–, aunque todos ellos, a excepción del segundo, que ha aumentado en un casi inapreciable 0,5%, han perdido afiliación durante los últimos doce meses. “Ahora hay otros sectores que, pese a contar aún con un evidente menor peso específico, sí muestran cierta pujanza”, entre los que sobresalen el de información y comunicación, una actividad profesional de las que al cierre de 2024 ya participaban 761 trabajadores –un 11,9% más que hace un año–, el de actividades profesionales, científicas y técnicas, que suma 3.343 trabajadores autónomos (2,4% más que en 2023), o los de educación, actividades sanitarias y administrativas, todos ellos con aumentos en el número de afiliados por encima del 2% durante el último año.
“Estos resultados están muy bien porque vienen a traer savia nueva y desarrollo económico a nuevos sectores”, concede Cabrero, para quien las actividades relacionadas con el turismo que, advierte, no tienen por qué ser necesariamente dar de comer y de dormir, son las que presentan más oportunidades de negocio. “La diferencia va a estar en crear experiencias para el turista y aprovechar una climatología que hace años era un problema y que ahora mismo es un valor”, afirma. Además, Cabrero también apunta al potencial del sector agroalimentario –”cuya calidad y prestigio hay que seguir exportando”– o de la industria química, un sector con gran tradición que, pese a las dificultades, asegura que este año ha conseguido mantenerse.
Por otro lado, Cabrero resalta la creciente incorporación de trabajadoras autónomas. “Las mujeres son las que están tirando de la afiliación en Cantabria. Ha ocurrido en 2024 y ya ocurrió también en el anterior. Vemos que las bajas en el RETA son masculinas” [el pasado año la afiliación de autónomos descendió en 81 personas, mientras que el número de trabajadoras por cuenta propia aumentó en seis]. De hecho, subraya que Cantabria es, normalmente, la tercera comunidad autónoma con mayor proporción de mujeres autónomas, por detrás de Galicia y Asturias y, en ocasiones, el País Vasco. “Por el peso del sector agrícola o por las razones que sean, las mujeres del norte de España son más emprendedoras que en otras comunidades. Es una tendencia que antes no se daba. Hace años, no había una autónoma. Trabajaban igual que ahora, pero no estaban dadas de alta en el sistema. Estaban ocultas”, resume.
Administración pública, protagonista
Sobre la morosidad, un problema que, a tenor del barómetro de ATA, ya afecta a más del 45% de los autónomos en España, la máxima responsable de esta asociación en la región alerta sobre el papel de las administraciones públicas. “Hay administraciones que gestionan mejor y pagan a tiempo, y otras que lo hacen peor y no pagan a tiempo”. Según sus últimos datos, referidos a noviembre pasado, el Gobierno de Cantabria ha pagado de media en 37,86 días, la sexta comunidad que más tarda en pagar, incumpliendo el periodo de pago a proveedores, fijado en 30 días, y por encima también de la media española, que se sitúa en 31,71 días.
Ana Cabrero, presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos. Foto Nacho Cubero.
“La morosidad mata y cierra negocios. Es insostenible. Por eso, le pedimos a la Administración que cumpla con sus obligaciones de pago porque los autónomos no pueden aguantar y financiar a una Administración que lo que tiene que hacer es gestionar más ágilmente. Este es uno de los principales de caballos de batalla desde que entré en esta asociación, hace ya 18 años”, recuerda.
En cuanto al acceso a los fondos europeos, Cabrero insiste en que los autónomos no disponen muchas veces de tiempo para atender otras necesidades que no sea su negocio. “Cualquier cosa que les desvíe la atención de su foco principal les parece, en ocasiones, una pérdida de tiempo cuando, en realidad, todo lo que sea formarse y digitalizarse es fundamental para poder sobrevivir”, admite. Por ello, asegura que una de las principales labores de su asociación es precisamente divulgar entre sus asociados la necesidad de avanzar en estos ámbitos y gestionar el Kit Digital, un programa dirigido a facilitar la implantación de soluciones de digitalización en las pymes españolas que, según refleja el informe de ATA, ya han solicitado uno de cada cuatro autónomos. “Insistimos mucho en la importancia de dar este paso porque hay autónomos que piensan que es una pérdida de tiempo, que esto no va con ellos, y lo que ocurre es que luego pierdes el empleo”.
De otro lado, y en pleno proceso de regularización al nuevo sistema de cotizaciones por ingresos reales, en vigor desde hace dos años, Cabrero muestra su oposición a nuevas subidas. “Todavía no se sabe. Hay que ver cómo está afectando realmente a los autónomos, porque a algunos les saldrá a pagar y a otros a devolver. El sistema hay que perfeccionarlo. Pero, de momento, hay que sentarse a la mesa y reflexionar sobre la situación de los autónomos que dista mucho de ser tan bonita como algunos quieren dibujar”, subraya.
El relevo generacional
La Unión de Trabajadores Autónomos de Cantabria (UTAC) ha alertado sobre el creciente envejecimiento de las personas trabajadoras por cuenta propia, un problema que, a su juicio, requiere de una respuesta urgente ya que, según precisa, 7.000 autónomos se jubilarán en Cantabria en los próximos tres años. Para hacer frente a ese reto, reclama un plan nacional de relevo generacional basado en la FP Dual y la creación de una tarifa plana invertida dirigida a aquellos autónomos que se comprometan a recibir jóvenes en formación. Cabrero, sin embargo, no acaba de compartir este propuesta de UTAC porque entiende que este problema depende más de la marcha de cada sector. “La economía se desarrolla por donde hay vías, nichos y caminos. Como el agua. Y a veces hay que asumir que hay actividades, especialmente en el sector comercial, que no tienen relevo porque no existe demanda. Manda el consumidor”, razona.
En su opinión, los jóvenes no quieren ciertos trabajos: “Muchos prefieren trabajar para terceros que apostar por el autoempleo, que en los inicios no entiende de horarios ni de vacaciones”. Con todo, no esconde que se trata de una realidad preocupante especialmente en los pueblos, donde el cierre de un negocio puede conllevar muchas veces un pequeño drama. “Los autónomos vertebran el territorio con sus pequeños negocios y contribuyen a hacer región”, sentencia.
En cuanto al impacto positivo en la dinamización y crecimiento de la economía de los autónomos extranjeros que apuntan desde UTAC, cuyo número en Cantabria según esta asociación integrada en la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España (UPTA) ha crecido en 210 personas durante el último año, hasta alcanzar ya la cifra de 3.089 trabajadores –1.156 procedentes de países comunitarios y 1.993 extracomunitarios–, lo que supone el 7,5% del total de autónomos en la región, Cabrero admite su creciente protagonismo, aunque aún lejos del que representan en otras comunidades españolas. “Vienen con ese mayor espíritu de sacrificio que muchas veces demanda el autoempleo. Ahí tienen un valor para abrir negocios. Lo vemos en todos los barrios. Es de esperar que su peso específico siga creciendo en la misma medida que lo haga la población extranjera”, vaticina.
Expectativas en 2025
En cuanto a las perspectivas de cara a este 2025, la presidenta de ATA en Cantabria pone en valor que uno de cada cinco trabajadores por cuenta propia haya expresado su confianza en que este año será un buen ejercicio para su negocio. Un dato que, a su juicio, cobra especial significación si se tiene en cuenta el actual contexto político y económico de incertidumbre que no ayuda, precisamente, a generar estabilidad, especialmente entre el colectivo que apuesta por el autoempleo. “Creo que este año continuará presentando buenos datos a nivel macroeconómico, tal y como apuntan las analistas, pero no tanto para los pequeños empresarios. Está claro es que a las grandes empresas les está yendo mejor que a las pequeñas, que están sufriendo mucho más para mantener sus negocios y crear empleo. Con todo y eso, no espero un año negativo, pero alegrías para los autónomos, las justas. Lograr mantenerse es ya una alegría”, aclara.
Sobre el futuro a corto plazo, la presidenta de ATA destaca el impacto que puede tener la reforma con la que quiere aligerarse la carga burocrática a autónomos y empresas: “Todos en Cantabria estamos esperando la Ley de Simplificación Administrativa como agua de mayo porque, aunque probablemente no vaya a resolver los problemas de golpe y porrazo, y seguramente haya que mejorarla en algunas cuestiones, esperamos que facilite la vida a muchos autónomos de muchos sectores”, admite.
Además, dice, “hay que trabajar en la Cantabria rural”, porque el autoempleo en esta región es rural –prácticamente seis de cada diez autónomos ejercen su actividad en municipios de menos de 30.000 habitantes–, y sus protagonistas se enfrentan a retos y desafíos específicos, entre los que señala el aislamiento y la mayor dificultad de acceso a formación y nuevas tecnologías, la falta o mal estado de infraestructuras o la necesidad de llevar a cabo múltiples actividades en distintos sectores para poder subsistir, con la mayoría de la veces jornadas laborales “duras e inacabables”. “Necesitamos ocuparnos de estos autónomos si en Cantabria queremos luchar contra la despoblación y el envejecimiento de la población. Si los autónomos están ahí, habrá que dirigirse ahí con ayudas directas a los jóvenes que quieran emprender y establecerse en estos municipios, así como para el desarrollo de iniciativas de turismo rural que permitan florecer negocios, aunque sean pequeños”, concede.
Sobre el I Plan de Apoyo al Empleo Autónomo presentado por el Gobierno de Cantabria hace ahora justamente casi un año, la presidenta de ATA entiende que aún es pronto para hacer balance sobre su eficacia. Además, prefiere esperar a ver cuáles son los efectos de algunas medidas e instrumentos que están al caer, como puede ser la citada ley de Simplificación Administrativa, o cómo funciona la Oficina Virtual del Autónomo, presentada el pasado 31 de enero. “Son herramientas que sin duda van a tener un efecto positivo en la vida del autónomo y que ofrecerán datos y números”, augura. Con todo, matiza que este plan no era un documento cerrado. “Es un plan vivo, a desarrollar, que probablemente haya que modificar o ampliar con las aportaciones de los agentes sociales que hemos participado en su elaboración”, enfatiza.
Pese a que reconoce la dificultad de hablar de axiomas o retos que sean válidos para todos en un colectivo tan heterogéneo como es el de los autónomos, Ana Cabrero destaca la importancia de mantenerse activo, formado e informado como otro de los principales retos a los que se enfrenta este colectivo. “La formación continua debe ser la hoja de ruta para cualquier autónomo, sea del sector que sea. De lo contrario, y al ritmo que avanza la innovación y la tecnología, en dos meses te quedas fuera. Los negocios serán digitales o no serán”, pronostica. Junto a ello, la presidenta de ATA reclama también un marco regulatorio estable que dé certidumbre y una menor presión fiscal. “Además tenemos que saber utilizar los fondos europeos, que están ahí y que suponen una oportunidad para digitalizar los negocios y mejorar la productividad”, una de las, a su juicio, principales asignaturas pendientes de la economía nacional.
Oficina virtual del autónomo
El consejero de Industria, Empleo, Innovación y Comercio, Eduardo Arasti, presentó el pasado 31 de enero la Oficina Virtual del Autónomo de Cantabria, la medida número 50 del I Plan de Apoyo al Empleo Autónomo de Cantabria que, según destacó, nace como “un centro de información total” en el que el Ejecutivo regional va a ofrecer “por primera vez de una manera ordenada y clara” todos sus recursos y medidas de apoyo en una única plataforma digital. “Es una clara medida de simplificación administrativa con la que queremos apoyar a todos los autónomos de nuestra región en su relación con la Administración, haciendo más sencillo lo que hasta ahora era complicado”, recalcó Arasti, quien detalló que esta nueva plataforma está diseñada para poder consultar las diferentes líneas de ayudas en función de la etapa de vida del proyecto o de sus características.
Así, indicó que cada ayuda cuenta con una ficha en la que se resume la información más relevante, como sus objetivos, las fechas de publicación, el plazo de presentación de solicitudes, las bases reguladoras y convocatorias y un canal de contacto con el organismo que concede la ayuda.
En el centro, Ana Cabrero y Eduardo Arasti, consejero de Industria, Empleo, Innovación y Comercio. Foto: Consejería de Industria.
Además, esta plataforma permite suscribirse a las notificaciones de novedades, como nuevas convocatorias o fechas a tener en cuenta, e incluye una relación de los espacios coworking de Cantabria; de los programas de formación y desarrollo profesional, en colaboración con otras instituciones; y de los puntos de atención distribuidos por la geografía regional; así como un directorio de contactos de las asociaciones de autónomos, y toda la actualidad relevante mediante una sección de noticias.
Sobre este “espacio vivo, flexible y en constante evolución”, tal y como lo definió el consejero de Industria, Cabrero expresa su confianza en que vaya a facilitar la vida del autónomo. “Espero y deseo que sea una plataforma global e integral para que el autónomo no se vea obligado a dar tumbos por las distintas consejerías. Que sea una especie de alfombra roja para los trabajadores por cuenta propia, porque el autónomo necesita facilidades y asesoramiento, además de conocer todas las ayudas y medidas disponibles a ‘golpe de clic’ y no más cargas y trabas, que cada día inventan una nueva”.
El singular proyecto colaborativo que NetBees quiere llevar a la industria
Nacido con el impulso de Maflow y a partir de una idea que une los conceptos de centro de negocios, espacio de coworking y proveedor de soluciones tecnológicas, NetBees opera desde el pasado mes de octubre en el polígono de Guarnizo ofreciendo sus servicios a las empresas del entorno más próximo, pero también ofreciendo oportunidad de formación, empleo y desarrollo profesional a jóvenes estudiantes universitarios. El objetivo de la empresa es generar un ecosistema de innovación, colaboración y desarrollo que puedan replicar en otros espacios industriales.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Abril 2025
Pasados tres meses desde que diera sus primeros pasos, y algo más de uno desde que con el inicio de la venta a terceros cubriera una de las etapas más significativas de su proyecto, NetBees comienza a ser un nombre familiar y una idea conocida entre las empresas de su entorno más próximo. Ubicada en el polígono de Guarnizo, la empresa es fruto del impulso de Maflow y del apoyo de una red colaborativa que empezó a tejerse a partir de acuerdos como los alcanzados con el Ayuntamiento de Astillero o la Universidad Europea del Atlántico, y que ha ido haciéndose más compacta a partir de la relación con clientes y beneficiarios de los servicios que componen el variado catálogo de NetBees.
NetBees comenzó a funcionar en octubre del pasado año, desde el edificio vecino a Maflow y llevando a la práctica, desde su fundación, el concepto colaborativo sobre el que se asienta el proyecto. Maflow, que fabrica conductos para los sistemas de climatización de vehículos y líquidos para automoción, ha sido tradicionalmente una de las industrias cántabras más abierta a la incorporación de nuevas tecnologías a las líneas de producción, en un compromiso por la conocida como ‘industria 4.0’ que ponía a disposición de terceros tras ponerlo a prueba en la propia planta. Buena parte de esa filosofía es la que ahora inspira a NetBees, aunque extendiendo esa idea a ámbitos que trascienden lo tecnológico.
Teresa Iglesias, consultora con amplia experiencia en la captación y desarrollo de talento, es la directora de NetBees y también la ideóloga de un concepto que tiene algo de centro de negocios, espacio de coworking, punto de encuentro empresarial, foro tecnológico y proveedora de servicios de ‘outsourcing’, una combinación que prima la generación de sinergias para la obtención de resultados: “Nos gusta decir que generamos un entorno de I+C+D: innovación, colaboración y desarrollo”, resume. En su descripción del proyecto, la directora de NetBees define este espacio como el área productiva inteligente del territorio industrial que componen los polígonos de Morero y Guarnizo. Su papel, explica, es acercar a las empresas todo lo que las nuevas tecnologías de la información –el Internet de las cosas o IoT, la inteligencia artificial o la fabricación aditiva, por ejemplo– pueden aportar a sus procesos productivos, pero también operar en sentido inverso: conocer las necesidades de las empresas para, a partir de ahí, desarrollar soluciones que puedan servir no solo para quien ha puesto el problema sobre la mesa, sino que den pie a un desarrollo posterior que permita comercializarlo a terceros.
Teresa Iglesias, directora de NetBees. Arriba, en una charla con parte del equipo de la empresa. Foto: Nacho Cubero.
La relación con Maflow, al que Teresa Iglesias describe como el ‘business angel’ de NetBees, ha sido clave tanto para la puesta en marcha del proyecto como para proveerle de encargos y dotarle de lo que puede considerarse su principal elemento diferenciador respecto a otras iniciativas con las que pueda estar emparentado: la capacidad para testar de forma inmediata cualquier propuesta que pueda salir de sus equipos, además de ofrecer a estos la posibilidad de interactuar desde el primer momento con un entorno industrial que trabaja para algunas de las principales multinacionales del mundo. “Maflow nos plantea retos, con los que nosotros trabajamos y a los que intentamos dar respuesta. Tenemos las líneas de fabricación aquí al lado, y podemos poner a prueba lo que hacemos de forma continua, contando siempre con los técnicos de Maflow, que son los que mejor pueden describir lo que necesitan y valorar si lo que proponemos es o no viable”, explica Teresa Iglesias. Esa condición de laboratorio que aporta la vecina planta de Maflow se ve reforzada por lo variado de lo que allí se fabrica: “Tenemos una cadena de producción en la que no solo se hace tubería de aire acondicionado, que es ensamblado de tubo de goma con pieza metálica, sino también mecanizado y tratamiento de piezas, y eso es común a muchas fábricas de la región, está también la parte de líquidos refrigerantes, que es química y embotellado… Eso hace que cualquier casuística que nos venga del entorno industrial podemos entenderla a la primera”.
Un equipo joven y multidisciplinar
NetBees abrió en diciembre la comercialización de soluciones para clientes distintos a Maflow, una línea que viene a sumarse a la que ofrece servicios de márketing, en una oferta de ‘outsourcing’ abierta a otras áreas de interés que puedan surgir, bien desde los clientes o bien desde las propuestas que puedan surgir desde el propio equipo de profesionales de la empresa. Porque a esa parte de desarrollo de soluciones se une, en el caso de NetBees, la labor que de puertas adentro se hace para captar talento y favorecer la capacitación profesional de quienes allí trabajan.
Para explicar la dificultad que las empresas tienen para acceder a profesionales con la formación adecuada, Teresa Iglesias se remite a lo que podríamos llamar la paradoja del talento: los jóvenes cántabros, se formen en la región o fuera de ella, suelen abandonar Cantabria por considerar que aquí no cuentan con oportunidades; pero al mismo tiempo hay muchos estudiantes llegados de fuera de España que consideran que este es el mejor sitio para poner en práctica lo aprendido. A partir de esa realidad, NetBees llegó a un acuerdo con la Universidad Europea del Atlántico para que sus estudiantes pudieran hacer su trabajo de fin de grado en NetBees. “Con esa idea empezamos, la de ponérselo fácil para que pudieran trabajar desde Cantabria para Cantabria, y desde Cantabria para cualquier sitio”.
Las instalaciones de la empresa, en el polígono de Guarnizo. Foto: Nacho Cubero.
De esa cantera de becarios, NetBees ha captado profesionales para su propia plantilla, en tanto que otros se han incorporado a la de Maflow. Pero, sobre todo, de ahí deben salir las ideas sobre proyectos a acometer y respuestas a los retos planteados. El concepto colaborativo que guía la actividad del centro se completa con la actividad del espacio de ‘coworking’, en el que hoy trabajan dos personas pero que tiene capacidad para acoger hasta una decena de profesionales. “Tenemos un equipo de 12 personas, con perfiles variados, tecnológico, industrial, de márketing… Lo que todos tienen en común es que son jóvenes a los que les gusta enredar, investigar… Buscamos eso, no que tengan el mejor expediente académico”.
CIFP Puerto de Laredo: una escuela para los profesionales del mar
Hasta la apertura el pasado año del Centro Integrado de Formación Profesional Puerto de Laredo, Cantabria era la única comunidad autónoma costera que carecía de una escuela especializada en un gremio que, pese al declive de la actividad pesquera, sigue siendo clave en su economía. Con más de 70 alumnos en su primer curso, el centro busca consolidarse como referente para la profesionalización de quienes trabajan en actividades vinculadas con lo marítimo, atraer a nuevas generaciones y dar un renovado impulso a la pesca, cada vez más necesitada de jóvenes que den el relevo a quienes hoy patronean los barcos.
Ana Bringas | Marzo 2025
Resulta casi inexplicable que hasta septiembre de 2024 Cantabria fuera la única comunidad autónoma costera de España que carecía de una escuela náutico-pesquera. Durante décadas, esta especie de anomalía educativa y profesional privó a una región con una rica tradición marítima de un recurso esencial para la formación y el desarrollo del sector. En un territorio donde el mar ha sido –y sigue siendo a día de hoy– fuente de vida, empleo y cultura, la ausencia de un centro especializado para formar a profesionales en esta área parecía un sinsentido.
La situación colocaba a Cantabria en desventaja frente a otras comunidades costeras y obligaba a los jóvenes cántabros interesados en la familia profesional náutico-pesquera a desplazarse a otras regiones para recibir una formación adecuada, algo que indudablemente suponía una barrera de acceso que mermaba vocaciones y limitaba las posibilidades de rejuvenecer un sector que afronta en este punto desafíos cruciales.
Ahora, el Centro Integrado de Formación Profesional (CIFP) Puerto de Laredo supone un antes y un después para Cantabria y su relación con el mar, al contar ya la región con una escuela que ofrece formación especializada en áreas como la pesca, la navegación y el mantenimiento de embarcaciones, respondiendo a las necesidades del sector pesquero, pero también abriendo nuevas posibilidades de empleo en trabajos relacionados con el mar y potenciando la economía local. Sin embargo, algunos alumnos admiten que cursan sus estudios en la villa pejina más por su pasión por el mar que por una intención clara de dedicarse profesionalmente a ello, y otros planean ejercer su profesión fuera de la región.
Estudiantes del centro especializado, en el taller. Foto: Nacho Cubero.
Con todo, el centro, que aún está iniciando su actividad, permite que los jóvenes cántabros puedan formarse sin necesidad de salir de su comunidad, al tiempo que atrae a estudiantes de otras regiones que eligen instalarse en Cantabria. Además, impulsa la innovación y la profesionalización de una actividad económica fundamental para el litoral cántabro. El reto en este momento es consolidar esta escuela, que arranca su primer curso con más de 70 estudiantes, como un referente capaz de hacer atractivo el trabajo en la mar, contribuyendo con ello a revitalizar el tejido marítimo-pesquero de Cantabria.
La escuela
El Centro Integrado de Formación Profesional (CIFP) Puerto de Laredo se creó con una inversión de cinco millones de euros y el objetivo de ofrecer estudios especializados en la familia profesional marítimo-pesquera. Su propósito es proporcionar titulaciones académicas y un marco de cualificación profesional que se adapte a las necesidades del sector pesquero y marítimo de Cantabria. Aunque la formación en este centro comenzó en septiembre de 2024, su inauguración oficial tuvo lugar el 29 de noviembre de ese mismo año.
La oferta formativa abarca diferentes niveles de Formación Profesional (FP). En el nivel básico, se imparte el título de mantenimiento de embarcaciones deportivas y de recreo, que actualmente cuenta con un único curso con 16 estudiantes matriculados. En el nivel medio, se ofrecen dos ciclos formativos: técnico en mantenimiento y control de maquinaria de buques y embarcaciones, con 16 matriculados en primer curso y 12 en segundo; y técnico en navegación y pesca de litoral, que en su primer curso tiene 9 estudiantes inscritos. En el nivel superior se imparte el título de técnico superior en transporte marítimo y pesca de altura, que en su primer año cuenta con 20 alumnos.
Cabe destacar que, hasta el curso pasado, la formación relacionada con el título de técnico en mantenimiento y control de maquinaria de buques se impartía en el Centro Integrado de Formación Profesional Número Uno de Peñacastillo, en Santander, y ahora ha pasado a emplazarse en la villa pejina. Los otros tres ciclos formativos que se ofrecen en el CIFP Puerto de Laredo son una nueva incorporación educativa en la región.
Además de los ciclos de FP, el centro contempla la posibilidad de ofrecer certificados de profesionalidad, que permiten obtener titulaciones oficiales con validez académica y profesional. También se desarrollan actuaciones formativas específicas para profesionales del sector marítimo-pesquero, en el marco del procedimiento de acreditación de competencias adquiridas por experiencia laboral o formación no formal. Dentro de este programa, conocido como ‘Acredita’, entre enero y mayo de 2024 se lleva a cabo una acción formativa con la participación de 75 profesionales del mar que buscan el reconocimiento oficial de sus competencias y trayectoria profesional.
Las clases combinan contenidos teóricos y prácticos. Foto: Nacho Cubero.
El claustro del CIFP Puerto de Laredo está compuesto por 18 docentes formados en Ingeniería Marítima, Ingeniería Marina e Ingeniería Náutica y de Transporte Marítimo, las tres titulaciones que se imparten en la Escuela Superior de Náutica de Cantabria. De estos, 15 están adscritos al centro, mientras que 3 pertenecen al IES Fuente Fresnedo, aunque dos de ellos desarrollan parte de su jornada en el CIFP y otro en el polideportivo de las instalaciones.
Además, el profesorado cuenta con el apoyo de otros cuatro docentes que imparten formación en los cursos del programa Acredita, cuyo objetivo es titular a marineros experimentados para acreditar su profesionalidad. En este sentido, el centro de Laredo tiene en marcha un curso en esta materia con 70 alumnos, que durará cinco meses.
En cuanto a las instalaciones, el centro dispone de una superficie de más de 2.500 metros cuadrados distribuidos en tres plantas y una cubierta. El edificio incluye aulas, talleres y espacios especializados, destacando especialmente tres simuladores homologados para la enseñanza de maquinaria, comunicaciones y navegación. Este último es uno de los elementos favoritos de los alumnos. Además, para las prácticas, la escuela cuenta con dos embarcaciones y un amarre en el puerto de Laredo, que permite a los estudiantes desarrollar habilidades en un entorno real.
Falta de vocaciones
El sector náutico pesquero enfrenta una creciente preocupación debido a la falta de profesionales que puedan atender las necesidades de la industria. Este problema se debe a una combinación de factores, entre ellos, la falta de incentivos para los jóvenes, la ausencia de programas de formación especializados y la migración de trabajadores hacia otros sectores más amables o con mejores condiciones laborales.
En primer lugar, la escasa atracción de los jóvenes hacia carreras relacionadas con la náutica y la pesca es un desafío significativo que la dirección del centro pretende resolver. Es una de las tareas pendientes para Pilar de la Fuente, directora de la escuela, quien valora muy positivamente el primer curso del centro: “Ha habido muy buena respuesta en la matrícula, dentro de que no es una gran cifra”. Explica que, en este sentido, hay que tener en cuenta que los grupos son pequeños, de un máximo de 20 alumnos, por lo que están a prácticamente el 90% de ocupación.
Más allá de las cifras, y a juicio de la directora del centro, el arranque ha sido bueno, mejor incluso de lo esperado: “Sigue habiendo cosas por finalizar, como espacios que están aún por acondicionar como es el taller de mecanizado, pero se está desarrollando todo muy bien para tener el centro a pleno rendimiento a finales de febrero”, estima.
Pilar de la Fuente, directora del Centro Integrado de Formación Profesional Puerto de Laredo. Foto: Nacho Cubero.
Pilar de la Fuente admite que el sector pesquero está pasando por momentos “muy delicados”, aunque matiza: “No me atrevería a decir que está en declive”. Aun así, considera que esta situación ha llevado a muchos profesionales a buscar formación y obtener titulaciones que les permitan ejercer su labor con mayor respaldo. Subraya, además, la falta de vocaciones: “Tenemos alumnos, pero es cierto que no alcanzamos el cupo completo. Ya hemos hablado con las Cofradías de Pescadores para buscar estrategias que atraigan a los jóvenes a formarse y salir a la mar. Es un problema que debemos abordar”. En España, explica la directora del CIFP Puerto de Laredo, no existe una tradición consolidada de escuelas de formación pesquera y, en general, se percibe la pesca como un trabajo duro. Sin embargo, insiste en que el mar ofrece oportunidades profesionales más atractivas de lo que muchos creen, y esa es la visión que quieren transmitir. En la misma línea, destaca que, además de la pesca, el transporte marítimo es una salida profesional poco conocida pero “muy válida y muy bien remunerada”.
Las titulaciones que se imparten en la escuela no solo ofrecen salidas laborales, sino también la posibilidad de acceder a estudios superiores o a otras formaciones del mismo nivel. El próximo año, los títulos que actualmente solo cuentan con primer curso incorporarán también el segundo, permitiendo así la continuidad de los alumnos. Esto duplicará la oferta formativa y el número de estudiantes, que llegará a unos 150.
Los alumnos
Iván García cursa el segundo año del grado medio de Técnico en Mantenimiento y Control de Maquinaria. Completó el primer curso en la escuela de Peñacastillo. Su caso es peculiar: trabaja en una instalación deportiva municipal y aún no tiene claro si cambiará su actual empleo, que considera “cómodo”, por uno relacionado con sus estudios. Su interés por la formación surgió de su afición a la pesca, y no tanto de un interés real por trabajar en el sector. Sobre el centro de Laredo, destaca que es más moderno que el de Peñacastillo, aunque lamenta que aún quedan espacios por habilitar.
Ana Isabel Peral, alumna de primer curso del mismo grado, es una de las pocas mujeres en la escuela. Consciente de la escasa presencia femenina en el sector, anima a otras mujeres a formarse en este ámbito para fomentar la igualdad. Tras casi dos décadas como administrativa, ha buscado reinventarse y lleva siete años formándose en distintas áreas. Intentó cursar un ciclo de mecanizado, pero se desanimó al no encontrar referentes ni compañeras femeninas. En la escuela de Laredo solo hay tres mujeres, una realidad que espera que cambie en el futuro. A pesar de ello, no estudia sola: su marido y su hijo también han optado por el mismo ciclo formativo, convirtiendo la formación en casi un proyecto familiar. Aunque está satisfecha con el curso, le resulta “demasiado teórico” y le cuesta compaginarlo con su trabajo actual.
Sergio Cascales estudia el grado medio de Técnico en Navegación y Pesca de Litoral. Natural de Santander, su pasión por el mar viene de familia y desde pequeño ha estado ligado a la pesca. Tras finalizar la ESO, decidió matricularse en la nueva escuela de Laredo para encaminar su futuro profesional en este ámbito. Aunque aún no tiene un plan definido, le gustaría crear su propia empresa de turismo de pesca deportiva. Su idea es desarrollarla lejos de Cantabria, más concretamente en Cabo Verde, ya que considera que la pesca en el Cantábrico, debido a sus aguas frías, es más difícil.
Lizar Villegas, de Bilbao, cursa el grado superior de Técnico en Transporte Marítimo y Pesca de Altura. A pesar de que en su ciudad también hay una escuela del sector, optó por trasladarse a Laredo para formarse y, dice, “cambiar de aires”. Sus compañeros provienen de distintos lugares de España, como Madrid, Cataluña o el País Vasco, como él, que cada día viaja en transporte público para asistir a clase. Su objetivo es trabajar como oficial de puente en un atunero en el Océano Índico, de nuevo fuera de Cantabria, y su parte favorita de la escuela es el simulador de navegación, que considera “muy realista”.
Atendiendo a los datos generales de alumnado en Formación Profesional, casi el 30% de las oportunidades profesionales de la próxima década en Cantabria serán para perfiles de este tipo según un estudio desarrollado por el Observatorio de la FP de CaixaBank Dualiza. Así, el informe revela que Cantabria contará la próxima década con unas 160.000 oportunidades de empleo de las que 46.000 serán para perfiles de Formación Profesional, lo que supone un 28,8% del total o casi una de cada tres. El porcentaje de población ocupada con estudios de FP está creciendo mientras que disminuyen los ocupados con títulos de Educación Obligatoria y Bachillerato. Además, los ocupados con estudios de FP superan a los que tienen formación universitaria, con un 33,4% frente al 32,7%. Una tendencia que no es nueva, pues en 2019 ya eran un 30,9%.
La polémica de la ubicación
Aunque está funcionando con normalidad desde septiembre, sobre el CIFP Puerto de Laredo aún sobrevuelan varios contenciosos pendientes. El Ministerio para la Transición Ecológica, el Ayuntamiento de Santoña e incluso los vecinos de la zona del puerto de Laredo han presentado varios recursos para evitar la conclusión del proyecto y, de hecho, pese a que el centro es hoy una realidad, los contenciosos con diferentes administraciones no se han resuelto y podrían llevar incluso al derribo del edificio. El problema reside en el uso y ubicación de las instalaciones. La Demarcación de Costas ha desautorizado la construcción de la escuela en el puerto pejino por su naturaleza educativa, ya que entiende que esta actividad puede llevarse a cabo en otro lugar y, según la ley, «únicamente se podrá permitir la ocupación del dominio público marítimo terrestre para aquellas actividades o instalaciones que no puedan tener otra ubicación».
La directora de la escuela, Pilar de la Fuente, asegura que ellos trabajan ajenos a los contenciosos, “centrados en educar al alumnado del sector marítimo pesquero”.
Román San Emeterio, decano del Colegio de Arquitectos de Cantabria: «La arquitectura es una forma de tener, o no, calidad de vida»
El máximo responsable de los arquitectos cántabros reflexiona en esta entrevista sobre el estado de la profesión y su papel para crear entornos saludables, al tiempo que reclama la necesidad de impulsar un ámbito público de reflexión sobre cuestiones que, sostiene, nos afectan decenas y cientos de años después
Manuel Casino | Marzo 2025
Pregunta.– Al asumir la máxima responsabilidad del Colegio, hace poco más de siete meses, defendía la necesidad de pregonar que la arquitectura está considerada un bien de interés general. ¿Cree que lo percibe así la sociedad cántabra?
Respuesta.– La verdad es que no lo tengo muy claro. En algunos momentos pienso que sí, y en otros francamente pienso lo contrario. De hecho, la Ley de Calidad de la Arquitectura, que no es la calidad de la construcción y que se promulgó en 2022 con muchos esfuerzos del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), reconoce este bien como un bien de interés cultural para promover espacios de calidad, tanto públicos como privados. Se trata de eso, no de que el ladrillo sea de buena calidad, sino de que la arquitectura producida, al igual que tenemos arquitectura del pasado en la que reconocemos valores mucho más allá de los materiales, deje su impronta. La arquitectura es un patrimonio colectivo. Lo que ocurre es que, a veces, somos más consumidores que ciudadanos y, cuando hablamos de calidad, nos quedamos en la primera etapa, en la calidad constructiva, que ya está garantizada por otras leyes. Y esta ley a la que me refiero habla del segundo grado, de la calidad de vida que nos procura la arquitectura. La arquitectura es una forma de tener, o no, calidad de vida.
P.– ¿Y cómo andamos en esto?
R.– Pues depende. Cuando se apela al talento de los arquitectos, los resultados de calidad son altísimos. Pero no siempre se apela a estos mecanismos. Creo que los concursos de arquitectura, especialmente si son públicos, están enfocados a conseguir la mejor arquitectura, y la mejor forma de conseguirlo es convocando a las personas que saben de esto para que planteen sus ideas. Esa es la mayor garantía de calidad.
P.– Ya que habla de concursos públicos. Muchos buenos proyectos que concurren a ellos se quedan en el cajón por no poder competir con otros de peor calidad pero menor coste. ¿Habría que regular o poner fin a las bajas temerarias?
R.– Muy interesante. Ahora mismo, en un concurso de arquitectura no puede primar el precio sobre la idea. La Ley de Calidad de la Arquitectura te obliga a que al menos el 51% tenga que ver con calidad arquitectónica. El problema es que no siempre se recurre al concurso, al margen de que desde el CSCAE estamos incidiendo en que los concursos tienen que ser también valorados como lo que son, que es trabajo de quienes trabajan en ellos. Es decir, cuando alguien concurre a un concurso y pasa una primera etapa, ese trabajo no puede ser en balde y debe ser apreciado, aunque finalmente no gane. No podemos olvidar que un concurso de arquitectura es la apuesta de una persona o de un equipo para conseguir algo. Y esa apuesta del talento queda sin reconocimiento, salvo para el ganador. Lo que ocurre, en la práctica, es que un buen precio puede barrer un buen proyecto. Y siempre hay que pensar que la Administración está organizando mecanismos para obtener lo mejor para sus administrados. Y dentro de eso, ya no está solo el precio. De hecho, hay administraciones en las que el concepto de calidad arquitectónica ya ha calado y lo hacen bien, y otras que lo asumen formalmente como una obligación legal, pero que aún no lo han interiorizado. Por resumir, creo que todavía los concursos se ven como algo que complica la vida a la Administración, cuando en el fondo no son complicados de hacer y cuentan para ello con todo el respaldo y apoyo de las organismos de arquitectos y arquitectas. Y luego están los tiempos de convocatoria, que son cortísimos. Es decir, para lo más importante del proceso, que es el proyecto arquitectónico, la Administración da unos tiempos muy, muy reducidos cuando, después, se tarda mucho más en licitar o en aprobar los trámites municipales.
P.– Su profesión, ¿goza ahora de buena salud?
R.– Diría que goza de una buena mala salud. O que su mala salud está mejorando. La profesión ha vivido unos años muy difíciles que han obligado a una reconversión completísima. Es verdad que las obligaciones que los profesionales y empresarios de este país hemos tenido de adaptación a novedades han sido a veces más exigentes que las de la propia Administración, pero a nosotros no nos queda otra. Los últimos años han puesto muy a prueba a los estudios de arquitectura porque las dinámicas de esta profesión van muy rápidas. Tenemos una situación que va mejorando en cuanto a capacidad de trabajo y a su valoración, aunque creo que los honorarios de los arquitectos en estos proyectos están muy pocos valorados para la trascendencia y consecuencias que tienen. Tenemos más ámbito de actividad, pero hay que tener en cuenta que es una profesión con muchísimas competencias. Por tanto, concluiría que la mala salud va mejorando porque el campo de trabajo se ha ampliado muchísimo, porque ha habido una reconversión muy destacada, que aún sigue abierta, y porque somos una profesión en constante contacto con la innovación. Por otro lado, la mala salud también tiene que ver con el incremento de nuestras responsabilidades legales, que no siempre se traducen en una remuneración acorde. Es una cuestión compleja.
P.– ¿Se consideran mal pagados?
R.– Bueno. Es una profesión que, si trabajas y te organizas bien, tienes capacidad para generar negocio. También es cierto que en realidad es una profesión muy vocacional y, en ocasiones, esta vocación tira más que la razón. Pero desde que desaparecieron las tarifas de arquitectura y se desregularizó el plan de honorarios, lo cierto es que se han quedado con la idea de lo que se cobraba por aquel entonces. Y desde entonces hasta hoy las competencias y el trabajo de los arquitectos se han incrementado muchísimo. Es decir, ahora no se hace lo mismo que hace veinte años para hacer lo mismo. En cambio, en la mente de las personas han quedado los mismos parámetros y honorarios. En los juzgados nos preguntan muchas veces cuánto cuesta un proyecto. Y yo les digo que lo que quiera el proyectista. Es el mercado. Es una pelea que no solo está en España, está en Europa.
P.– Entre sus desafíos, habla de desarrollar un laboratorio de pensamiento arquitectónico. ¿Echa de menos un poco más de reflexión y una mirada a más largo plazo?
R.– Son dos cosas. Sí, hace falta un ámbito público de reflexión sobre cuestiones que nos afectan decenas y cientos de años después. Pero también me refiero al hecho de que en el campus universitario no hay una escuela de arquitectura y que en las actividades o programas que tiene que ver con la arquitectura a menudo no siempre hay arquitectos, o hay muy pocos, porque en sus campus no tienen esta disciplina. Lo que tengo ganas es que ese laboratorio de reflexión sea un poco lo que sería una escuela de arquitectura si existiera en el campus.
P.– A su juicio, ¿cuál es la mayor urgencia a resolver dentro del actual debate que existe en torno a la vivienda?
R.– Lo primero que hay que saber es que las cosas que se resuelven en muchos años no se resuelven en uno. Todos los observatorios en España, incluido el CSCAE, llevan años alertando de este problema y de la necesidad de construir o rehabilitar equis viviendas al año. Así nos lo han dicho también desde Europa. Pero, por las razones que sean, no se ha hecho. Las administraciones españolas no se han dado cuenta de que las cifras pasaban y que nos quedábamos atrás. La cuestión es que este problema no se resuelve a corto plazo. Tu mínima decisión de hoy necesita unos años para dar sus frutos. Y ese es un inconveniente, porque el problema no deja de crecer porque una de las dinámicas de nuestro tiempo es que todo lo que sucede, ya sea bueno o malo, lo hace muy rápido y a gran escala. En ese ámbito, las decisiones que tomemos hoy, que sin duda hay que tomarlas, son a corto, medio y largo plazo porque las tomas hoy o no van a empezar nunca a tener efectos. Los procesos constructivos tardan mucho en ponerse en pie. Ya no digo nada proveer de miles de viviendas que hacen falta. Por tanto, lo primero es asumir que no es posible dejar pasar más tiempo y trascender la política en la medida que ninguna legislatura va a resolver nada. Podrás marcar una tendencia o una intención, pero hay que ser generoso en cada momento, porque el que decide ahora lo hace para muchos años. Por eso, quizá, los consensos y los acuerdos son interesantes.
P.– Hablando de consensos, en Cantabria no faltan quienes lamentan los vaivenes a los que está sometido el suelo cada vez que se produce un cambio de gobierno y reclaman una idea clara y compartida de región para poder competir. ¿La estabilidad normativa en la ordenación del territorio es nuestra gran asignatura pendiente?
R.– Bueno, Lo ha sido durante muchos años. La gran asignatura pendiente ha sido el Plan Regional de Ordenación del Territorio (PROT), establecido por la anterior Ley del Suelo, que nunca se hizo. Es un fracaso no lograr hacer estos desarrollos y no darse cuenta de que su actualización es obligada. Habla por sí solo que en Cantabria tengamos municipios a los que no les interesa renovar su planeamiento porque creen que les complica la vida. Es claro que hay un atraso en ordenación territorial. Y lo que tenemos que pensar es que las decisiones que se toman tienen que ser para mucho tiempo porque, de lo contrario, van a cambiar cada cuatro años. Y entonces no habrá ninguna. Habrá retazos e incoherencias territoriales.
P.– ¿La Ley de Simplificación Administrativa, actualmente en tramitación en el Parlamento, supondrá un antes y un después para el sector?
R.– Espero que para todos los sectores. Es importante que alguien haya detectado que hay procesos que pueden simplificarse en beneficio de todos, incluida la propia Administración. Habrá que ver si se va al fondo, pero la simplificación administrativa debe ser una solución en sí misma y no asumir un fracaso de la Administración sin alterar la propia Administración. El problema de la simplificación es la falta de respuesta a tiempo de unas situaciones. Si la Administración hubiera funcionado correctamente en plazos y en tiempo, no tendríamos a lo mejor ahora que simplificar. Por tanto, esta norma tiene que afectar también a sus mecanismos internos. La Administración tiene que avanzar, ponerse a la altura de los tiempos y de lo que exige a terceros.
P.– En su tramitación, el Gobierno regional ha abierto la puerta a que también sean legales las promociones residenciales en suelo rústico dentro de los Planes Singulares de Interés Regional (PSIR). ¿Qué opinión le merece esta iniciativa?
R.– A ver. Entiendo que en un momento de urgencia como el que parece vivirse ahora se quieran activar diferentes mecanismos, porque la solución no viene solo de la Administración. Lo que ocurre es que el urbanismo y la arquitectura son disciplinas de orden. Y la planificación territorial implica estudios muy sesudos que necesitan estabilidad. Y sobre todo que funcionen con previsiones. Te puedes equivocar en una previsión, pero son cuestiones ordenadas y consecuencia de la reflexión y el trabajo pluridisciplinar de muchas personas. Cuando, en este ámbito de orden, incorporas elementos de desarrollo autónomo que nada tienen que ver con lo planificado, ya no controlas las consecuencias de esa medida. Pueden ser estupendas o un horror, pero quedan fuera del orden establecido. Por eso, a nosotros no nos suelen gustar las propuestas que alteran ese orden que, por otro lado, también es muy costoso para la Administración. En principio, entiendo que hay que ser flexibles para reconvertir suelos que ahora mismo pueden tener otros usos. Pero desde cero, meter una nueva presión sobre suelos rústicos… En el fondo el reto no está en ocupar el suelo libre que a lo mejor nos hace falta dentro de 25 años, sino en reconsiderar todo lo que ya tenemos ocupado y ser muy flexibles y muy firmes. Sé que no es fácil enfrentarse a eso, pero la política es difícil.
Román San Emeterio, decano del Colegio de Arquitectos de Cantabria, durante la entrevista. Foto: Nacho Cubero.
P.– El Gobierno de Cantabria ha decidido recientemente subir los precios de la vivienda pública en un 21,7% para hacer atractiva la construcción de VPO a la iniciativa privada. ¿Acertó?
R.– Sí y no. Es un acierto porque la promoción de vivienda se ha encarecido mucho en los últimos años, no solo por los materiales. Hacer una VPO hoy es mucho más caro, y no es el IPC, que hace quince o veinte años porque las exigencias tecnológicas y constructivas son mucho mayores. Ahora todo es mucho más caro y más sofisticado. ¿Es por tanto un acierto adaptar esta realidad al precio máximo? Sí. Lo que ya no me parece acertado es que esta medida deja fuera a una gran parte de la población que antes sí optaba con más facilidad a estos programas. La vivienda de protección está destinada a personas que ya pueden pagar prácticamente en Santander precios de 2.000 metros el metro cuadrado. Eso deja fuera a muchísima gente. La VPO que yo conozco y he practicado como arquitecto en España nunca ha resuelto los problemas de marginalidad. La marginalidad no está en este tipo de viviendas. Creo que hoy en día se ha igualado por lo alto y habría que establecer mecanismos para que pudieran acceder otro tipo de población con rentas menores, gente sencilla y con trabajos normales. Porque la vivienda es una garantía de salud. La buena arquitectura redunda en la salud y la buena vida de las personas. Por eso, alguien que está en un entorno construido pésimo o en una infravivienda tiene muy pocas oportunidades de progresar. Mi no a esta medida es porque creo que deja fuera a más personas que antes.
P.– No faltan quienes opinan que el futuro del sector debería descansar en la rehabilitación antes que en la construcción. ¿Cómo lo ve usted?
R.– Creo que la rehabilitación y la reconversión son obligadas. No me parece una opción por muchas cuestiones. Ya hay ciudades en las que se da lo que llamamos el efecto rosquilla, en los que el centro se convierte en vacío y en la periferia es donde sucede todo. Eso no es hacer ciudad. La integración social y la convivencia son elementos que hacen fuerte a una comunidad. Y eso lo propicia también el espacio, la arquitectura y el urbanismo. Entonces hay que ver qué espacios y estilos de vida resultan con según qué políticas de construcción. En este sentido, sí. Pero la construcción nueva también es necesaria. Son dos mecanismos diferentes. Pero también hay que tener la mente muy flexible para transformar conjuntos. Ninguna de las patas de la construcción se puede dejar. Además, los criterios europeos de circularidad y de empleo de materiales nos obligan a reutilizar estructuras y edificios con mucha flexibilidad y creatividad. Ahí es donde debemos jugar para conseguir con esas transformaciones los mejores resultados.
P.– Dígame entonces, ¿cuál es su modelo de ciudad?
R.– Aquel que tiene en el punto de mira la buena vida de sus habitantes. Porque creo que, si eso no se cumple, quien venga, ya sea de visita o para quedarse, no va a estar bien y no va a encontrar un lugar equilibrado y saludable. Por eso, a mí me gusta poner a las personas residentes en el centro de las políticas municipales como, incluso, garantía de éxito para quienes vienen a ellas. Y no al revés. Porque a veces hacemos dinámicas a la inversa en las que prima más lo que viene de fuera como influencia y se pasa más de largo por las transformaciones obligadas que equilibran esa localidad.
P.– Las viviendas acaparan cerca del 20% del consumo energético del país. ¿Lo encuentra sostenible?
R.– Desde el CSCAE estamos incidiendo permanentemente en la reconversión energética de los edificios que, como he apuntado antes, también pasa por la circularidad y el empleo de materiales. Las huellas de los edificios tenemos que controlarlas. Dentro de poco, y digo esto porque ya se está hablando de ello en Europa, los propios proyectos de arquitectura de construcción deberán indicar cómo será su destrucción, enfocada a la recuperación máxima de todos sus componentes. No nos queda otra. Cuando diseñemos y proyectemos un edificio, tendremos que prever que a lo mejor no dura tanto y qué pasa si no lo hace. Y esto es una revolución. En Francia, por ejemplo, ya se están planteando que cada consumo de suelo implique un desconsumo de suelo, que no tiene por qué estar en el mismo lugar. Es decir, que el balance sea nulo. Lo público se tiene que enfrentar a lo difícil. Son los únicos que lo pueden resolver. Para lo fácil, ya estamos los demás.
P.– ¿La integración ferroviaria y el Frente Marítimo son los dos proyectos claves para entender el Santander del siglo XXI o cree, por el contrario, que hace falta hacer más barrio y una arquitectura más pegada a la calle y al ciudadano?
R.– Son dos soluciones necesarias y compatibles. Lo que hay que hacer es garantizar la buena vida de los lugareños. Y eso pasa por cuidar el entorno cotidiano de las personas. Es una cuestión de salud. Los dos proyectos que me cita son dos grandes proyectos. Pero mientras no se hacen, los pequeños están al alcance sin necesidad de tantos consensos ni presupuestos. En Santander había una dinámica que teníamos y creo que se va recuperar que es la de los microespacios, intervenciones pequeñas que aportan mucha calidad a quienes viven alrededor. Pero tenemos que tener en cuenta que esa dinámica que resuelve bien el microespacio también lo hace con el medio y gran espacio. No hay por tanto que limitarse a los pequeños y hay que atreverse a ser laboratorio y hacer esas propuestas para ámbitos más difíciles, abiertas y con concurrencia de múltiples ideas. Yo echo en falta que se retomen los microespacios, que se retomarán, pero también que se amplíen. La ciudad tiene que ver que los concursos son una solución muy buena para sus dinámicas. Tenemos una ciudad todavía muy desequilibrada. Ha habido mejoras, pero sigue desequilibrada urbanística y arquitectónicamente.
P.– Si Santander no tuviera un Centro Botín –como edificio icónico–, ¿habría que construirlo?
R.– Bueno. Santander tiene otros edificios. Tiene el Palacio de la Magdalena, que siempre ha sido icónico. Pero, en cualquier caso, creo que las ciudades necesitan identidades. El arraigo se puede crear con cosas muy novedosas y no tan antiguas. Pero sí, creo que Santander es una ciudad complicada, que se ha vaciado un poco de contexto y con zonas desconectadas. A mi me gusta muchísimo mi ciudad y por esa razón me enfrento a ella con toda la libertad mental. Así, veo que es la consecuencia de una historia muy compleja y veo el reto urbanístico que supone, que es muy interesante y completísimo. Me parece que no hay reto más bonito que intentar mejorar lo que quieres.
P.– En Cantabria hay más de 50.000 viviendas vacías que, según el consejero de Vivienda, Roberto Media, no salen al mercado de alquiler por miedo a la ‘okupación’. ¿Comparte esta visión?
R.– Es interesante pensar en esto. El miedo a la ‘okupación’ es como el miedo a coger un avión. Es muy remoto que te pueda pasar algo, pero es verdad que crea mucho miedo, y tienes que combatirlo. En este sentido, sí creo que ese miedo deba ser disipado por la legalidad, por ciertas garantías, pero no creo que sea el único problema para que 50.000 viviendas vacías no salgan al mercado. Hay muchas de ellas que están totalmente obsoletas y no las puedes poner en venta o alquiler sin hacer antes una potente inversión. Esta actualización o rehabilitación es uno de los filones en lo que lo público puede incidir, incluso con incentivos. ¿Es interesante movilizar estas viviendas? Claro que sí. Pero hay que buscar otras medidas.
P.– A falta de conocer el esperado decreto que regule los pisos turísticos en Cantabria, ¿cuál es el riesgo que más le preocupa si llegara a proliferar este tipo de viviendas?
R.– Si uno piensa más en los que vienen de vacaciones que en los que viven aquí, entonces no responde a mi modelo de ciudad ideal, que debe velar antes por el bienestar de los que residen que por el de los visitantes. Además, cuando resuelves lo local, el que llega va a encontrar un ámbito saludable. El problema esta más en eso: que se piensa más en clave de negocio que de ciudad o convivencia y población. De todos modos, se trata de un problema con dos caras. Hay lugares abocados a la decadencia en los que una dinámica de este tipo puede ofrecerles una oportunidad de futuro. Pero también hay ámbitos en los que este fenómeno es muy desfavorable para el día a día en esos lugares. La evolución de nuestras ciudad y núcleos urbanos es de adaptación continua. Y no dejan de ser espejos de la actividad humana. Las ciudades siempre han sido lugares de protección y de intercambio económico. Y hoy en día creo que en muchos momentos prima más este segundo aspecto que el primero.
Tecan salva el reto de crecer tierra adentro
Obligada por su continuo crecimiento y por la adaptación de su oferta a las condiciones del mercado, Tecan se trasladó en 2023 a una nueva nave en San Vicente de Toranzo, en la que fue su tercera mudanza en cuatro años. Dedicada al diseño y fabricación de embalajes técnicos para el transporte de equipos industriales, este último cambio de ubicación situaba a la empresa ante el desafío de operar lejos del entorno portuario en el que desarrolla buena parte de su labor, una dificultad que se veía compensada por la transformación que su actividad venía registrando en los últimos años, con un mayor peso de los encargos realizados fuera de la fábrica y con un número cada vez mayor de clientes de fuera de Cantabria.
Juan Carlos Arrondo | Marzo 2025
Andrés Sainz y Óscar Ruiz, fundadores y responsables, respectivamente, de operaciones y de producción de Tecan –empresa dedicada al diseño y fabricación de soluciones de embalaje industrial y protección de mercancías–, se definen como «inquietos». Dicha característica podría hacernos caer en un simple juego de palabras si la relacionamos con el hecho de que en un lustro ya van por la tercera ubicación de su centro de actividades. Obviamente, el sentido del citado término va por otros derroteros, ligados en este caso al afán por evolucionar su idea de negocio, desarrollar nuevos productos y servicios, expandir su cartera de clientes y, en suma, por buscar las claves que permitan afianzar sus –hasta ahora destacados– logros y seguir creciendo. Superados los dos millones de euros de facturación en el último ejercicio, en el traslado que en agosto de 2023 realizaron desde el polígono de Raos hasta sus nuevas instalaciones en San Vicente de Toranzo va impresa esa lógica empresarial de continuar avanzando: nuevas líneas de producción, mejora en los procesos, mayor capacidad de almacenaje, etc.
Tras sus inicios en 2019, en el polígono de Barros, como una ingeniería especializada en el diseño de soluciones personalizadas para la protección de equipos industriales, en el año 2021 comenzaron además a fabricar dichos embalajes a medida. Esto requería más espacio y les condujo hasta Raos, primero a una nave de 500 metros cuadrados y poco después a dos más, con una superficie total de unos 1.600. Pero el rápido crecimiento de la empresa exigía unas capacidades que esa instalación no podía ofrecer. “No era cómoda, se nos quedaba pequeña y eso nos lastraba: había personal dedicado casi solamente a moverse entre las diferentes naves, no teníamos capacidad de almacenamiento, así que decidimos que teníamos que trasladarnos”, indica Andrés Sainz, quien compara: “En San Vicente de Toranzo contamos con una nave de 3.500 metros cuadrados de producción sobre una finca de 13.000 metros cuadrados, con lo que ya tenemos una campa exterior para almacenar materia prima. También nos ha dado la oportunidad de recepcionar, proteger y embalar el producto acabado de clientes que tienen problemas de espacio, liberándoles de esa carga”.
Andrés Sainz y Óscar Ruiz, fundadores de Tecan y responsables de operaciones y de producción de la empresa, respectivamente. Foto: Nacho Cubero.
Tomada la decisión del traslado, empezaba el nada sencillo proceso de buscar un emplazamiento que, por un lado, se adecuara a sus necesidades productivas y, por otro, fuera asequible a la capacidad financiera de una empresa aún joven y en desarrollo. La nave de San Vicente de Toranzo reunía ambas características, pero su ubicación generaba alguna duda. El responsable de operaciones de Tecan reconoce que alejarse de las principales infraestructuras de transporte de Cantabria, así como del ecosistema industrial del arco de la bahía, que confluyen en el entorno del polígono de Raos, podía tener cierto riesgo: “Estábamos muy bien ubicados, pero en esas instalaciones perdíamos productividad. Aunque valoramos mantener una de las naves, sobre todo para estar cerca del puerto, al final hemos visto que era mejor concentrar la unidad productiva en una instalación que se adecuaba perfectamente a nuestras necesidades. Fue una decisión difícil porque te deslocalizas en un ámbito rural que, hasta cierto punto, te debería penalizar. En nuestro caso nos ha dado muchas oportunidades”.
Su anterior localización aportaba mayor cercanía a la mayor parte de sus clientes en Cantabria, lo cual suponía cierto margen de actuación para cubrir trabajos urgentes. No obstante, Andrés Sainz matiza dicha desventaja: “Cantabria es una comunidad pequeña. ¿Cuál puede ser la diferencia entre una y otra? ¿Veinte o veinticinco minutos? Realmente, lo que te exige es una mejor planificación y una mejor utilización de tus recursos”. Señala que uno de los aspectos prioritarios a mejorar ha sido la logística, la flota de vehículos y el equipo móvil para ir a trabajos en casa de sus clientes, y apunta que también ha sido importante que, si bien continúan trabajando con empresas cántabras, el grueso de su crecimiento haya sido fuera de la comunidad: “Sobre todo en el País Vasco, Castilla y León y Asturias. Hemos ido ganando clientes de fuera y con ellos realmente no penaliza esta ubicación”. En cualquier caso, las mejoras en los procesos productivos que la nueva planta les ha permitido implementar es una ventaja que supera cualquier inconveniente que pudiera conllevar el traslado.
Nuevas posibilidades de mejora
Con una inversión superior al medio millón de euros, el cambio ha significado algo más que instalarse en un lugar más espacioso. Su producción, que tenía un alto componente manual –si bien no era exactamente artesanal–, está ahora más automatizada y eso les permite reducir costes y aprovechar mejor sus recursos. “Se tiende a pensar que la automatización es para reducir la plantilla, pero no es así. Nuestra idea es que el personal aporte valor añadido en otras acciones. Si podemos mejorar nuestros procesos y, de los dieciséis que somos, casi todos los días tenemos dos equipos embalando en las instalaciones de nuestros clientes o protegiendo equipos en obras, supondrá que tenemos trabajadores más productivos y eficientes. Esto también nos ayuda a crecer”, explica el cofundador de Tecan, que también subraya la importancia de haber incorporado más personal a la oficina técnica: “Nos libera a los gerentes de una parte del trabajo, sobre todo de diseño, que es de valor añadido y lo que nos ha diferenciado al arrancar, y ahora podemos potenciar nuestras labores comerciales y de dirección”.
El mayor peso en la cartera que ofertan al mercado lo tiene el embalaje fabricado en la planta de San Vicente de Toranzo, con aproximadamente el 65% del total, correspondiendo el resto a servicios que la compañía presta ‘in situ’, en las instalaciones del cliente, como la estiba y trincaje de mercancías, trincaje y optimización en contenedores marítimos, retractilados o envasados al vacío. Antes estaban muy enfocados al embalaje ‘ad hoc’, fabricado a la medida y de acuerdo a las especificidades de cada usuario y en el que un producto no es igual a otro, pero dificulta la expansión del radio de ventas de la empresa: “Cuesta más venderlo fuera porque los costes logísticos van a ser superiores a los del propio embalaje”, afirma Andrés Sainz. Para paliar ese obstáculo, intentan ampliar el desarrollo de soluciones estándar, como una caja plegable de madera, y el volumen de embalados que realizan a domicilio: “Los estamos llegando a ofrecer a nivel nacional e incluso ahora estamos haciendo algún trabajo en Portugal”.
Advierten de que los embalajes estandarizados les ha obligado a mejorar los principales procedimientos de la producción: “El único proceso semiautomático que teníamos en Raos eran las líneas de corte. Ahora todo el corte de materia prima está semiautomatizado, tenemos líneas de montaje y una línea de corte y clavado automatizadas, además de un robot de montaje, clavado y paletización, que hemos desarrollado junto a una empresa de Barcelona”. Con la automatización y la introducción de innovaciones como la caja plegable de madera han conseguido reducir en torno al 60% del residuo que generaban: “La tendencia es ir mejorando los procesos y ser más óptimos en el consumo de materias primas”. Por otra parte, la idea de aprovechar esos residuos para desarrollar sus propios materiales es algo que les acompaña desde el principio y continúan trabajando en una fórmula viable desde el punto de vista de los costes y que no suponga perder el horizonte de la calidad que ha venido diferenciando a sus productos.
En 2022 pusieron en marcha el proyecto Emcantos (Embalaje Cántabro Orgánico Sostenible) –cofinanciado por Sodercan dentro del programa de ayudas a la economía circular– con el objetivo de reciclar los residuos de madera como nuevos materiales para la fabricación de embalajes. “Lo desarrollamos, llegamos incluso a tener muestras de los materiales, y seguimos trabajando en él. El mayor problema, y en lo que nos estancamos, ha sido que no producimos los suficientes residuos como para generar nuestras propias materias primas”, describe Andrés Sainz. También trabajan en otro proyecto de economía circular, Newwood, que trataría de aprovechar productos como los palets que, una vez agotada su vida útil, podrían incorporarse a su proceso productivo como materia prima: “Las propiedades mecánicas de las muestras que hemos obtenido son buenas, aunque hay que valorar su coste de oportunidad. A veces se fuerza un poco con la economía circular, pero sobre todo debe ser viabilidad y, desde el punto de vista de costes analíticos y rendimientos, que sea una solución sensata. En cualquier caso, somos inquietos y seguimos trabajando”.
Más allá del producto
La aportación de valor al cliente no termina en la calidad del material con que se fabrica un embalaje, sino que les exige tratar de ser cada vez mejores también en otros aspectos, como las protecciones físico-químicas y anticorrosivas o la estiba y trincaje de mercancías. Al no controlar la trazabilidad ni la manipulación de la carga hasta que un producto llega al destino final, a la hora de diseñar las soluciones, además de factores como los geométricos y dimensionales, deben tratar de cubrirse contemplando lo peor de la casuística, incluso la climática, para asegurar su integridad: “Hay embalajes con indicadores de humedad, de vuelco, etc. Se trata de protegerlo desde que sale de nuestro cliente hasta que llegue al suyo”, recalca el gerente de Tecan. En su opinión, esto cada vez es más apreciado por las empresas, marcándoles el camino a seguir: “Queremos que haya un bagaje cada vez más técnico y específico. En este sentido, nos estamos adecuando bastante bien al mercado porque, de momento, el retorno con los clientes es bueno”.
Muy enfocados a las empresas de los sectores del metal, especialmente cargas sobredimensionadas, Tecan trata de trasladar a sus clientes que el producto no acaba en sus instalaciones y que deben valorar distintos puntos de su cadena de servicio: “No es lo mismo que vaya en carretera, en avión o en barco. Si va en un barco, en bodega o en cubierta. Ni que al llegar al destino vaya a estar almacenado unos meses o que directamente se vaya a utilizar”.
Equipos industriales, embalados para su transporte con productos fabricados por Tecan. Foto: Nacho Cubero.
Todas estas y otras variables se traducen en diferentes maneras de trabajar. Unas veces se les solicita que hagan el embalado a domicilio, otras que envíen una solución y es el usuario quien se encarga del embalado: “Generalmente, cuando son cargas sobredimensionadas, pesadas o con materiales y componentes complejos, nos suelen solicitar que vayamos, protejamos y aseguremos el embalado antes de despacharlo”. También hay empresas que, por problemas de espacio o comodidad, les envían las piezas para embalar y que salgan desde allí para su despacho, algo que su nueva ubicación ahora les permite ofrecer.
El cofundador de Tecan cree que entre sus clientes cada vez se exporta más, que hay más exigencia, y que ha mejorado la percepción que tienen del embalaje industrial en su cadena de valor: “Antes podía ser suficiente con un palet y un film manual, pero eso está cambiando y, de hecho, es uno de los motivos por los que intentamos ampliar nuestros productos y servicios”. Aunque es habitual que la industria opere en contextos muy cambiantes y con una incertidumbre casi permanente, no es algo que les penalice gracias a que han ido ampliando su cartera de clientes y que el grueso de ellos trabaja por proyectos: “El que este año prácticamente no te da trabajo puede ser el año que viene un referente para ti”. Y por eso considera necesario mantener su capacidad de adecuarse a sus necesidades: “Desde un principio nos hemos diferenciado por la adaptación al cliente, a su producto. Por ejemplo, cuando arrancamos no entendíamos de transporte de hélices marinas, pero hemos dado soluciones cada vez más específicas para ese tipo de transporte”.
Tecan ha crecido mucho desde que en 2021 redirigió su actividad de la consultoría a la producción y los servicios, pero los responsables de la empresa son conscientes de que, si quieren mantener esta tendencia, ahora toca ir afianzando sus logros. Perciben que para ello es necesario seguir mejorando sus procesos y, en ese sentido, tienen un par de proyectos para mejorar su automatización y, sobre todo, su digitalización. Andrés Sainz desvela que están terminando de implementar un nuevo ERP –Enterprise Resource Planning, software de control de los flujos de información de la empresa– que espera les ayude a integrar la oficina técnica con la producción y que con la digitalización puedan conocer realmente lo que les cuesta fabricar cada embalaje y realizar cada obra: “Al crecer perdimos un poco el control de ciertas labores. La foto era buena, pero no sabíamos realmente dónde estábamos penalizados. Intentamos mejorar, sobre todo, el control de los costes analíticos. La idea se puede resumir en que queremos tener más datos y controlarlos mejor”.