Autónomos: ayudas sí, pero no solo
La mayor parte de las subvenciones y apoyos para el emprendimiento y el empleo autónomo se concentran en el arranque de la actividad, para cesar casi por completo en los años en los que el proyecto debería consolidarse. Aunque la propia Administración empieza a abrir nuevas líneas para llevar algo más allá esas ayudas, desde el colectivo de autónomos se pone el acento en otros factores a la hora de explicar la difícil supervivencia a partir del tercer año, con la burocracia, la fiscalidad o el difícil acceso a la formación en los primeros lugares de la lista.
J. Carlos Arrondo | Abril 2019
El amplio abanico de ayudas que diversas instituciones públicas y organismos privados ofrecen da pie a pensar que actualmente es difícil que alguien que desee emprender un negocio no lo haga por falta de apoyo financiero, de asesoramiento técnico o de formación en su arranque. Pero la mayor parte de esa red asistencial está tejida para dar respuesta a los primeros obstáculos e incertidumbres del proceso emprendedor e impulsar su puesta en marcha, por lo que hay un momento en el que deberá hacerse frente a los problemas de la actividad, del mercado o del contexto económico y social con menos o con ningún respaldo. Varios estudios consideran que estas iniciativas con un autónomo al frente se enfrentan a un ‘muro’, a un punto en el que buena parte de ellos fracasan, desde el tercer ejercicio. Un ejemplo es el criterio del Gobierno de Cantabria, que acaba de presentar un programa de ayudas a la consolidación del trabajo por cuenta propia y que sitúa entre los tres y los cinco años la antigüedad requerida a las empresas con un autónomo al frente para acceder a estas subvenciones.
Ana Cabrero, presidenta de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA) en Cantabria, matiza la idea de que muchas de estas empresas se ven abocadas al fracaso a partir del tercer año:“La mayoría de las ayudas son para iniciar la actividad, pero luego hay algunas para modernización o equipamiento a las que puede concurrir casi cualquier autónomo. A partir de los dos años hay que hacer balance, preguntarse si se ha hecho bien y tomar una decisión”. Cree que quien ha planificado bien su negocio y ha conseguido los clientes suficientes tiene la oportunidad de ampliarlo con el apoyo de algunas subvenciones –como las mencoinadas del Gobierno de Cantabria para la consolidación del empleo autónomo en empresas con una antigüedad de entre tres y cinco años– y quien se mantiene en un punto medio puede encontrar en ellas un respiro. Si a alguien no le va bien es el momento de contactar con organizaciones como ATA: “Tenemos proyectos de alerta temprana del fracaso, como el EarlyWarning, y les ayudamos a remontar. O a cerrar bien, tan necesario para evitar caer en demasiadas deudas”.
Claves: lo que puede ser objeto de ayuda, y lo que no
El ‘Informe sobre Autónomos’, realizado por la web especializada en el mercado laboral Infoempleo y la consultora de recursos humanos Adecco, a partir de una encuesta a 500 autónomos españoles, señala que el 34,6% de ellos consideran que contar con la experiencia profesional adecuada es el factor más determinante para alcanzar el éxito en su actividad, mientras que para un 24,4% lo es partir de una buena idea empresarial. Para un 23,2% de los encuestados lo fundamental para lograr que su negocio funcione es disponer del suficiente respaldo económico y el 17,8% piensa que la clave es atesorar la formación adecuada. Si bien el bagaje profesional es un aspecto ligado a las circunstancias personales de cada persona y, por tanto, al que no es posible agregar algún tipo de apoyo externo, el resto de los factores pueden ser objeto de ayuda en algún otro momento de la vida de un proyecto emprendedor, no solamente en su tramo inicial.
“Cada vez hay más recursos para los que deciden entrar al mercado laboral por cuenta propia, pero sin duda falta mejorar un pilar esencial como es la formación, a la que no tienen suficiente acceso”, apunta la presidenta de ATA Cantabria, quien entiende que la formación para los autónomos aún está por definir, ya que, por sus diferentes idiosincrasias, no puede ser la misma que se desarrolla para los asalariados: “La que se imparte suele estar orientada a trabajadores por cuenta ajena. Es necesario un esfuerzo por parte de la Administración para la detección y el análisis de las necesidades formativas de nuestro colectivo. Y también hay que adaptarlo a la economía diversa de cada Comunidad Autónoma”. En su opinión, para sostenerse y crecer los autónomos tienen que ganar competitividad: “Y la formación es un recurso esencial para lograrlo”. Pero, además de lo que aporta este y otros tipos de ayudas directas, las posibilidades de que los negocios puedan superar el punto crítico del fracaso aumentan cuando se desenvuelven en un entorno libre de obstáculos.
Los encuestados para la elaboración del ‘Informe sobre Autónomos’ identifican las cargas sociales y administrativas –con el 47,5% de las respuestas– y la alta fiscalidad –el 42,4%– como los principales inconvenientes del trabajo por cuenta propia. Ambos son obstáculos externos a la naturaleza de la empresa y son percibidos por los autónomos como mayores impedimentos en su trabajo que otros más vinculados a la propia actividad, como encontrar clientes –el 32,5%– o conseguir financiación –el 29,7%–. También consideran que la competencia desleal y la economía sumergida –el 26,9%– y la morosidad –el 19%– dificultan el desarrollo de sus negocios. “Necesitamos eliminar trabas. Es algo muy importante, casi más que la ayuda directa. Hay muchos negocios que si no sufrieran de morosidad, incluso de morosidad de la administración, irían mucho mejor y no estarían pendientes de recibir ayudas externas. Facilitar la contratación de los empleados también sería un alivio”, asegura la presidenta en Cantabria de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos.
Según los datos del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, del total de trabajadores por cuenta propia que en el cuarto trimestre de 2018 estaban dados de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) y en el Régimen Especial del Mar, sólo el 21,77% tienen trabajadores contratados. Entre el último trimestre de 2017 y el mismo periodo de 2018 la cifra de autónomos con empleados ha crecido el 1,59%. En el mismo intervalo el número de personas contratadas ha aumentado el 2,19%, alcanzando los 887.093 asalariados. La previsión de ocho de cada diez encuestados en la investigación realizada por Infoempleo y Adecco es que no hará contrataciones durante el presente año. La mitad de ellos justifica su decisión en que el tipo de actividad que realiza no requiere emplear a nadie, el 23,4% la atribuye a que su negocio está estancado o en recesión y el 8,7%, aunque reconoce que ha crecido, no puede hacer frente a los costes de contratar personal.
A pesar de que el pasado diciembre se derogaron la mayor parte de las bonificaciones a la contratación que habían operado durante los últimos años, aún permanecen vigentes otras, de alcance más reducido. Consultados por ellas, el 36,4% de los autónomos encuestados revela desconocer su funcionamiento y, mientras el 45,1% afirma que no las va a utilizar, apenas el 9% tiene pensado acogerse a ellas. Podría debatirse si las ayudas que contribuyan a la consolidación o al crecimiento de este tipo de pequeños negocios son suficientes, pero parece que lo que queda fuera de toda discusión es que las primeras fases de los proyectos de emprendimiento y de autoempleo deben contar con todos los incentivos necesarios para impulsar su puesta en marcha.
El debate de la utilidad de las ayudas
La duda que se plantea es si, en el afán por aligerar las listas del paro, ese fuerte respaldo inicial es realmente útil a medio y largo plazo. Ana Cabrero no tiene dudas: “Esos estímulos son más que útiles, son esenciales. Nunca debe ser poca o mínima la ayuda para la creación de empleo”.
Poca longevidad autónoma
El ‘Informe sobre Autónomos’ destaca que prácticamente siete de cada diez encuestados tiene menos de cinco años de antigüedad. La mayor parte –el 28,9%– puso en marcha su negocio hace menos de un año, el 22% lleva entre uno y tres años y el 16,9% entre tres y cinco años. El 11,4% permanece ejerciendo su actividad entre cinco y diez años y con una supervivencia superior a los diez años se encuentra el 20,9%. En cuanto a la situación de su empresa, el 14,4% la define como buena o muy buena, el 47,8% como estable y el 37,8% asegura que el estado de su negocio es malo o muy malo. Más de un tercio de los autónomos se asoma al abismo del fracaso, cuando es muy probable que ni siquiera haya cumplido cinco años de actividad. “En muchos casos se debe a una mala planificación del negocio, en otros a la saturación del mercado. Hay que contar con la fluctuación de la economía porque los autónomos no somos ajenos a lo que pasa a nuestro alrededor”, concluye Ana Cabrero.