Biscay Composites, la joven empresa cántabra que construye un velero para Ferrari
Biscay Composites es una muy reciente empresa dedicada a la reparación y construcción de veleros de competición. Su sede está en Miengo, pero ahora mismo tiene a su equipo de 18 personas desplazado en Pisa, Italia, ocupado en construir un velero de competición patrocinado por Ferrari. Cuando el proyecto termine de aquí a dos años, sus dos fundadores esperan centrar su actividad en Cantabria y levantar desde su taller barcos y prototipos para toda Europa.
Francisco Rouco | Julio 2024
La vela oceánica de competición es una categoría deportiva tocada por la mística de la aventura. La versión siglo XXI de aquellas expediciones que se hacían durante el XIX para probar la intrepidez de sus navegantes, la fiabilidad de sus veleros y hasta dónde alcanzaba la influencia de los países que por entonces se repartían el mundo conocido. Como escenario de aventura-competición, el mar sigue siendo icónico. Una de las pruebas más populares en este sentido es The Ocean Race, considerada el gran maratón de las competiciones por equipos con escalas. Entre el puerto de salida, Alicante, y el de llegada, Génova, hay 60.000 kilómetros divididos en 11 etapas, unos 126 días de navegación.
Pero si hay un evento señalado como el desafío definitivo de la navegación de larga distancia, esa es la Vendée Globe, la vuelta al mundo por los mares del hemisferio sur en solitario, sin asistencias, sin escalas. Un recorrido de 45.000 kilómetros (aunque suele elevarse a los 52.000 para evitar los temporales) que en la prueba de 2016/2017 se completó en el menor tiempo hasta la fecha: 74 días, 3 horas, 35 minutos y 46 segundos. En la última edición, la de 2020/2021, el barco de uno de los participantes se partió por la mitad y varios de los competidores pasaron 12 horas peinando la zona desde donde se recibió la petición de socorro, cerca del Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica.
“La fabricación de barcos de regata es un mercado de mucha diversidad, pero nosotros estamos centrados en la náutica de alta competición, la Fórmula 1 del mar”, explica Borja Nebreda, cofundador junto con Rayco Pérez Miranda de Biscay Composites, una empresa con año y medio de actividad que se encuentra a caballo entre Miengo e Italia, donde está construyendo un barco completo patrocinado por Ferrari. La implicación del fabricante italiano no es casualidad, dado que algunos de los materiales que componen los veleros punteros de las regatas transoceánicas son semejantes a los que se utilizan en el motociclismo y el automovilismo de competición.
En Biscay Composites usan materiales compuestos, como fibra de carbono y de vidrio y resinas, para la construcción, reparación y prototipado de barcos de regata que compiten por ser los más veloces en las pruebas oceánicas. Entre sus clientes se encuentran equipos que participan en estas competiciones como GUYOT Environnement, Team Dubreil o Malizia III. “Muchos de estos equipos tienen mucha experiencia, pero cuando usan barcos nuevos nosotros les ayudamos a mejorarlos, terminamos de perfeccionar su ‘performance’ [rendimiento]”, explica Borja.
Aunque la fabricación y reforma de barcos de competición es su línea principal de negocio, también utilizan su conocimiento sobre los materiales compuestos para otros sectores, como el prototipado de bicicletas para pruebas de resistencia o de sillas para bebés. “Asumimos estas cosas simples de vez en cuando, porque tampoco he montado esto para hacer dinero. Cojo los proyectos que más me gustan por el placer de lo que hago y de hacerlo con mi equipo, que son mis amigos, y con mis clientes, que muchos de ellos también son bastante amigos”.
Entre Santander y Pisa
Biscay Composites tiene su sede en Miengo, en una nave con una superficie de 500 metros cuadrados preparada para desarrollar proyectos pequeños que pronto se verá amplificada con un espacio mayor: 1.000 metros cuadrados, diáfanos, techos altos, con una cadena de pintura de 300 metros cuadrados y un aparcamiento para camiones grandes. Un futuro taller que, cuando esté terminado, servirá para construir barcos de competición. Pero de momento solo cuenta con algunas funcionalidades y equipamientos como hornos y cabinas de trabajo, además de herramientas y materiales. En su estado actual, ambas naves pueden fabricar componentes, paredes de compartimentos, botalones (palos largos que sobresalen del barco, normalmente por la parte delantera o proa) y cualquier tipo de estructura interna del barco. “Está todo bajo mínimos, a la espera de que nos lleguen proyectos”, explica Borja, que reconoce no sentir ninguna urgencia por que eso suceda, ya que su atención está en Italia.
Allí, en Pisa, el equipo de Biscay Composites está construyendo un barco patrocinado por Ferrari. El diseño es obra del reconocido arquitecto naval Guillaume Verdier, entre cuyos barcos se encuentra el ‘Comanche’, el velero monocasco que hasta 2023 ostentaba el récord de distancia recorrida en 24 horas: 1.145 km aproximadamente. La promesa que el francés ha hecho a los de Maranello es que su nuevo barco no solo será más rápido sino que también será capaz de mantener su velocidad durante más tiempo gracias a diversas innovaciones en su construcción. La labor de Biscay Composites es implementar estos diseños en un barco levantado desde cero.
“En Italia, me encargo de la coordinación de las 18 personas que forman parte del equipo allí; de la logística, las casas, los horarios de trabajo, el día a día, los entrenamientos…”, explica Borja, que añade que ha dado de alta a su equipo como autónomos y que facturan a través de la sede italiana de la empresa. “Así pagamos menos impuestos”.
Primera aventura en solitario
Tras 15 años trabajando como autónomo en 20 astilleros distintos y haber participado en la construcción de unos 30 barcos de competición, Borja sintió que “ya era hora”: “Acababa de terminar de coordinar la construcción de un barco en tiempo récord, con un equipo de 20 personas y un capital de 4 millones de euros. Entonces pensé que o me ponía por mi cuenta o iba a seguir siempre detrás de alguien”. Así que lo habló con su mujer y su hijo, que por entonces vivían en Países Bajos, y decidieron regresar al Cantábrico, no sin antes dudar si establecerse en la tierra natal de Borja, que es de Bilbao, o en Asturias, donde ya había vivido. “Al final escogimos Cantabria por la calidad de vida”.
Los inicios de Biscay Composites estuvieron marcados por una actividad intensa. En enero de 2023 llegó el primer proyecto: un equipo húngaro adquirió un barco con 12 años de antigüedad que quería preparar para competir. “El barco estaba muy bien de calidad y querían hacer algunas modificaciones como regatista: cambiar el techo, bajar la cubierta, arreglar los sistemas de lastres, cambiar la electrónica, sustituir las antenas… A nuestro nivel, necesitábamos un presupuesto de medio millón de euros, pero el cliente solo tenía 140.000 euros”, admite Borja. “Para mí fue un riesgo enorme, porque era un trabajo muy grande para haber empezado con la empresa de cero. Me atreví a hacer un trabajo con mínimos costes y tiempos ajustados para no perder dinero pero sí hacer un buen trabajo”. Fueron seis meses de actividad en los astilleros de Santander, un trabajo “muy empeñativo”, subraya el constructor usando un vocablo italiano, pero que terminaron bien, porque pudo pagar a proveedores y trabajadores y aún obtener un beneficio de en torno al 10 % de lo presupuestado. “Para mí, fue un ‘success’ [éxito]”.
Entre el comienzo del verano de 2023 y abril de 2024, el equipo concentró su actividad en Francia, donde encadenó tres proyectos importantes. El primero fue del equipo GUYOT, cuyo barco chocó en la última etapa de The Ocean Race y hubo que cambiar la proa y el botalón. Lo que parecía un proyecto puntual se convirtió en la reparación de verano, el ajuste que hacen los barcos de competición de cara a las pruebas de invierno. “De una calidad media-baja pasamos a una media-alta, con un presupuesto por horas que nos permitió montar la infraestructura de las naves de Miengo”. Después llegaron dos proyectos más, también en tierras galas: la recuperación del velero ganador de la Vendée Globe 1989/1990 y la rehabilitación de cinco barcos de fibra (dos de ellos pintados de nuevo por completo) en tres puertos distintos con 15 personas trabajando al mismo tiempo. “Fueron los seis meses más difíciles de toda mi vida, pero esto nos permitió reforzar al equipo y entrenarlo para lo que íbamos a tener que hacer en abril con Ferrari”, resume Borja.
Con la construcción del barco en Italia, el primero desde cero para Biscay Composites, Borja espera que la empresa se haga conocida entre los constructores en Europa, un sector en el que hay mucha más demanda de arreglos y construcción de barcos que equipos y astilleros capaces de llevarlos a cabo. Faltan instalaciones preparadas y los tiempos que exigen los equipos son urgentes. Cada año, los talleres cierran entre cinco y ocho contratos de construcción de barcos, pero solo finalizan uno o dos. “Nosotros queremos estar a la altura de los más renombrados y no construir más de un barco al año, siempre ofreciendo un servicio de calidad y bastante personal”. De momento, la actividad de Biscay Composites estará concentrada en Pisa, un proyecto que durará en torno a dos años.