Cien años de un nombre

Manuel Muñoz, uno de los comercios más longevos de Torrelavega, ha traspasado la frontera de vivir un nuevo siglo bajo la batuta de cuatro generaciones ligadas por el mismo nombre y apellido. Readaptarse a los tiempos ha sido siempre su máxima.

Texto de Juan Dañobeitia. Publicado en febrero de 2007

Cuatro generaciones de una misma familia han pasado ya por entre los mostradores de la calle José María Pereda, en Torrelavega. Pero sólo una de ellas fue la que escribió la primera página de esta historia, hace hoy más de cien años. La fecha apenas se sabe con exactitud, pues en aquellos inicios de siglo XX los únicos papeles que contaban eran los acuerdos verbales. Manuel Muñoz abría al mundo las puertas de su tienda.

En un principio, fue la calle La Estrella la encargada de dar cobijo a los mil y un objetos que Manuel tenía pensado vender. Desde máquinas de coser a bicicletas Peugeot, pasando por relojes, gafas… Pero si hay algo que le haya dado a esta historia un hilo conductor, es el sonido. Gramófonos y radios se agolpaban en su comercio, dando espacio también a los discos de pizarra, los primeros que se vendieron en toda la región.

Las páginas de los periódicos de la época rezaban que tras sus puertas se vendía todo lo que se podía querer comprar. El Impulsor anunciaba artículos de todo tipo. Al cabo, los que se encotraban entre sus paredes. El problema es que a veces la mente empresarial de Manuel Muñoz corría más rápido que la de los posibles compradores. Vendía máquinas de coser cuando las mujeres de la época no sabían utilizarlas. ¿Cómo afrontar un problema así? Organizando cursos teniendo a quienes sí sabían usarlas como maestras.

Toda traba empresarial tiene una solución. Incluso la incapacidad. Los avatares de la vida conducen a Manuel Muñoz a quedar ciego. Tiene que legar el negocio a su hermano. Pero él no quiere abandonar del todo la actividad, máxime porque su hijo, también Manuel y también Muñoz, comenzaba a afrontar la vida en pareja. Es entonces cuando la historia empresarial de la familia se topa de bruces con el comercio que todavía hoy tiene sus puertas abiertas de par en par: Sonido Manuel Muñoz, en la calle José María de Pereda, por aquel entonces conocida como Plaza Mayor.

El calendario marca el uno de mayo de 1946. El día del trabajador de hace hoy más de 60 años. El interior de la tienda se dibuja de una manera muy similar a aquel de la calle La Estrella. Se introducen las novedades de la época. Carritos de niño, bicicletas más modernas, radios en los que el nombre del vendedor está clavado, en forma de chapa metálica, en la parte superior del dial.

Si Manuel Muñoz se ha caracterizado por algo es, sobre todo, por llevar a Torrelavega electrodomésticos desconocidos hasta aquellos entonces. La primera lavadora de la ciudad se expuso en el ventanal de su tienda. Apenas era una hélice que entremezclaba ropa, agua y jabón. Pero que en la visión comercial de esta saga familiar sirvió para que ganaran un premio a mejor escaparate. Esa lavadora TER que exhalaba bocanadas de jabón iluminadas de manera intermitente por colores rojos, azules y amarillos, sirvió para que Manuel Muñoz tuviera el mejor expositor de la época. El truco, simplemente llenar de detergente y agua su interior y buscar el efecto de colores mediante bombillas intermitentes.

Manuel Muñoz Varela, el segundo de la saga, ve en los primeros años 60 como su hijo, Manuel Muñoz Morejón comienza a trabajar tras los mostradores. El legado de ese comercio está asegurado. Toca ahora abrir las miras del espíritu empresarial familiar. Su esposa, Elena Morejón, decide abrir Marlo Infantil, un comercio textil destinado a los más pequeños. Diferentes vías en pro de asegurar el futuro de la saga.

Algo que también trata de reafirmar con la apertura de miras con que trata a Sonido Manuel Muñoz. Refuerza el negocio de los discos y se erige como el primer propietario de un video–club en toda Cantabria. Los vecinos de la época admiran en su escaparate las fauces de Tiburón y tras una carrera a su casa y comprobar que ni su TVE–1 ni su UHF emitían esa película, volvían absortos a preguntar cómo podía pasar aquello. El secreto era un aparato en el que se introducía una cinta. Ahora obsoleto, en la época de los ochenta supuso una de las principales actividades de la tienda.

El paso del tiempo y la vorágine cibernética han posicionado a las generaciones presentes de Manuel Muñoz a readaptarse por enésima vez. El motor económico de su comercio es ahora la personalización de objetos y ropa. Desde tazas a relojes. Pero siempre primando la serigrafía en prendas de vestir. Grandes empresas que quieren demostrar para quién trabajan esos empleados o equipos de fútbol que quieren llamar por su nombre a sus jugadores.

Manuel Muñoz Morejón comparte ahora sus días con su hijo, Manuel Muñoz Carrasco. Adriana, la mayor de sus vástagos, ha abierto una tienda de moda, Waipaï, también en Torrelavega, cerca del negocio de su padre. Puede que la regencia del negocio familiar dependa de un Manuel para continuar la saga.