Dynasol crece con los nuevos usos del caucho

La planta de Gajano ha basado su estrategia en la diversificación de mercados y la búsqueda de nuevos usos y propiedades para su producto, sobre todo aquellas de mayor valor añadido que requieren desarrollos especiales. La factoría de Gajano, que fabrica caucho hidrogenado con tecnología propia y cuenta con una planta piloto para la búsqueda de nuevos productos, exportó el pasado año el 94% el total de su producción.

Texto de José R. Esquiaga @josesquiaga Fotos de Nacho Cubero
Publicado en marzo de 2014

El producto está en todas partes y la fábrica forma parte del paisaje cotidiano para cualquiera que viva en el entorno de la bahía de Santander, pero seguramente son muy pocos los cántabros que relacionan una cosa con la otra. La planta cántabra de Dynasol Elastomeros –que fue Calatrava en sus orígenes, y Repsol después, hasta 1999– se cuenta entre los líderes mundiales en fabricación de caucho sintético, un producto que tiene aplicaciones en los sectores más diversos pero que, en la forma en que sale del complejo de Gajano, es completamente invisible para el público. Una de las propiedades de los cauchos sintéticos es dar s lod plásticos  elasticidad y resistencia al impacto. Cuando en ese proceso se buscan requerimientos técnicos especialmente complejos, existen muchas posibilidades de que el caucho sintético que se utilice haya sido fabricado en Cantabria. El mango de un destornillador, el volante de un coche o partes de su salpicadero, cintas adhesivas y asfaltos tienen como materia prima para su fabricación productos como los que elabora y desarrolla Dynasol, uno de los líderes mundiales en la fabricación de caucho sintético.

La planta cántabra de Dynasol –empresa formada en 1999 por la española Repsol y la mexicana Kuo, propietarias al 50%– vendió el pasado año 88.000 toneladas de caucho sintético, el 94% de ellas fuera de España. Gajano cuenta con capacidad para producir 120.000 toneladas, pero ni esta cifra, ni la de ventas, ni la cantidad realmente producida el pasado año son realmente significativas a la hora de describir la actividad de la fábrica, cuya competitividad no descansa en el volumen sino en la fabricación de los compuestos más rentables. “Fabricar más no significa tener mejores resultados”, explica Salvador Ruiz, director de la planta cántabra de Dynasol: “Como resumen, esa estrategia se traduce en potenciar al máximo la línea de caucho hidrogenado y buscar especialidades en el resto”.

Alguno de los artículos que utilizan caucho sintético para su elaboración. En la balda inferior, en bolsas, una muestra del producto tal y como sale de la planta de Gajano.

El catálogo de producto de Dynasol como grupo industrial, y de la planta de Gajano en particular, obliga a moverse por el mar de siglas que identifica a las diferentes familias, y que da cuenta de las diferentes combinaciones de estireno, butadieno e hidrógeno con los que se elaboran los distintos cauchos. Este último componente, el hidrógeno, es la principal seña distintiva de la fábrica cántabra, la única del grupo que fabrica caucho hidrogenado, y que lo hace además con una tecnología propia. Esa sería la familia SEBS, a la que podría considerarse la joya de la corona por la amplitud de usos que puede dársele, y que incluye desde productos para la higiene, como cepillos de dientes, a envases de comida, juguetes, equipamientos deportivos o componentes de automoción.

La relación de familias, y la sopa de siglas, la completa el SSBR y el SBS, cauchos sintéticos que presentan diferencias moleculares y de aplicación, que pueden tener usos menos especializados que el caucho hidrogenado pero que también ofrecen oportunidades en esa búsqueda de valor añadido que preside la actividad de la planta cántabra de Dynasol. El SSBR o el SBS se utilizan como añadidos para el asfalto, en adhesivos, compuestos vulcanizados, en selladores o artículos de goma. Todos ellos son campos con presencia de cauchos commodity –sin propiedades especiales ni apenas diferencias entre fabricantes, y en los que la competencia se basa casi exclusivamente en el precio– pero en los que los responsables de la planta cántabra de Dynasol encuentran también nichos en los que ser competitivos y rentables. “Allí donde se necesite un caucho con determinadas propiedades, con una característica especial, podemos entrar nosotros”, explica Salvador Ruiz.

La fórmula para conseguir esos nuevos nichos de mercado es la investigación, el desarrollo y la innovación, lo que en el caso del caucho sintético se concreta en la creación de compuestos completamente nuevos, de nuevos grados, en la terminología del sector. Un grado, explica el director de la planta de Gajano, puede compararse con una receta nueva, una combinación que da como resultado una determinada característica. Ese trabajo de I+D puede responder a un encargo específico del cliente, que ante determinada necesidad busca soluciones, o puede ser una iniciativa interna de Dynasol, que detecta una necesidad en el mercado y desarrolla un producto para el que luego busca clientes. “Las dos vías tienen un peso similar –explica Salvador Ruiz– lo que no hacemos es investigación básica que no tenga una aplicación que hayamos identificado previamente”.

Un ejemplo del desarrollo de aplicaciones para el caucho sintético son los tapones de botellas de vino, un producto copado hasta ahora por el caucho natural y que, tras la búsqueda de grados que cumplieran determinadas características, empieza a tener una presencia notable del caucho sintético. El calzado deportivo de alta gama, siempre a la búsqueda de materiales que aporten nuevas propiedades, es otra área especialmente interesante para los nuevos grados que se realizan en Cantabria. La fábrica de Dynasol en Gajano cuenta con una planta piloto, que se cuenta entre las más avanzadas del mundo, encargada del desarrollo de nuevos grados con carácter previo a su industrialización. “Invertimos mucho en todo este proceso de desarrollo porque es uno de los pilares de la empresa”, señala el director de la planta.

Salvador Ruiz, director de la plata de Dynasol en Gajano.

Dentro de esa línea estratégica que tiene el valor añadido como elemento central, Dynasol invirtió el pasado año 3,5 millones de euros en la puesta en marcha de una columna de disolvente que ha permitido consolidar la producción de caucho hidrogenado. También encaja en este marco otra inversión, de una cuantía equivalente, para el desarrollo de una nueva línea de envasado de un grado concreto. Esta última actuación es particularmente ilustrativa de las dimensiones de la apuesta de la planta cántabra por los productos con mayor margen: se trata de un grado de la familia de caucho hidrogenado que anteriormente se presentaba en sacos y que el cliente solicitó recibir en balas. La modificación le facilitaba el manipulado y le permitía aumentar la productividad, lo que significaba a su vez aumentar el volumen de pedidos a Dynasol. Una coincidencia de intereses entre las dos partes que, unida a la rentabilidad del producto, justificaba la inversión de más de 3 millones de euros.

Además de su aportación en términos de valor añadido, el desarrollo de nuevos grados encaja también en una estrategia de diversificación de mercados que está siendo clave para mitigar el impacto de la crisis económica. Aunque el caucho sintético tiene multitud de aplicaciones en construcción –tanto en edificación como en obra civil, en este último caso sobre todo en los asfaltos– cada nuevo compuesto encontrado significa entrar en un área distinta, y en muchos casos sin competencia. Incluso en mercados maduros y que en principio parecen dominados por las commodity, la legislación y las exigencias medioambientales ofrecen oportunidades para Gajano. Aislamientos o, en general, asfaltos o neumáticos con menor resistencia a la rodadura que reducen el consumo y por tanto la emisión de CO2 a la atmósfera, ofrecen un espacio en el que encajar caucho sintético de alto valor añadido.

“Evidentemente la crisis nos afecta, pero la labor que hemos venido haciendo estos últimos años ha permitido que nos afecte en menor medida. Que estemos exportando el 94% de lo que producimos es un indicador que nos permite sentirnos competitivos”, señala Salvador Ruiz. Parte de esa competitividad reside en los costes, un capítulo que también ha concentrado buena parte de las inversiones en el complejo fabril de Gajano desde el cambio de siglo. Ahí hay que enmarcar la puesta en marcha en 2002 de la planta de cogeneración –propiedad de Repsol Química pero operada por Dynasol– o más recientemente la entrada en servicio, en 2010, de la plataforma logística, que con 15 millones de euros ha sido la inversión más importante de los últimos años.

Diversidad geográfica

La sociedad de Repsol con Kuo que dio como resultado la creación de Dynasol respondió en su momento a una búsqueda de sinergias geográficas, que permitió dar forma a un grupo con plantas industriales –la española de Gajano y la mexicana de Altamira– a ambos lados del Atlántico, y con capacidad para abastecer a América y Europa como áreas naturales de influencia. Pasados quince años de aquello, Dynasol da ahora un paso más en esa diversificación geográfica de mercados con la apertura de una planta en China, en este caso con un socio local. Dynasol aporta en la operación capital y tecnología, lo que en último término supone poner en valor la labor de I+D que se realiza en la planta cántabra y en la red global de centros de I+D con los que cuenta Dynasol. Como el dato de las exportaciones, es un indicador más de la competitividad de una fábrica que corre hacia su cincuentenario y que es parte de la memoria –visual y económica– de cántabros y santanderinos.