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El gran vuelco del consumo alimentario

Cinco años después del covid-19, la demanda de alimentos y bebidas sigue sin haber recuperado las cifras previas a la pandemia, pero el gasto se ha disparado. El fuerte incremento de los precios explica una realidad aparentemente paradójica, y traslada sus efectos a todos los eslabones de la cadena, desde los productores a la industria y la distribución. Aunque la percepción pueda ser la contraria, el consumo fuera del hogar tampoco ha sido capaz de cerrar la brecha con las cifras de 2019: las últimas estadísticas del panel que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación indican que cada vez se acude menos a bares y restaurantes y que el mercado se contrae en volumen y en valor, pese a que el precio medio por consumición ha subido casi un 25%.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Abril 2025

Con la mayor parte de los indicadores moviéndose ya en cotas superiores a las que tenían antes de la crisis sanitaria, el consumo alimentario se mantiene obstinadamente lejos de los niveles de entonces. Con la condición de actividades esenciales que se les adjudicó tras la declaración del estado de alarma, la producción, fabricación y distribución de alimentos constituyeron uno de los mercados con una menor caída durante el confinamiento y en los meses posteriores, algo que en todo caso no parece suficiente para explicar que no se haya cerrado una brecha que aún hoy –casi media década después– se mueve en el entorno del 6%, medida en volumen. La situación es muy diferente si la comparación se hace en función al valor de los alimentos y bebidas consumidos, una variable que no solo ha recuperado el terreno perdido desde la pandemia, sino que ha dado un llamativo salto adelante. En ese dispar comportamiento –se consume menos, pero se gasta más– se resume buena parte del escenario al que se han enfrentado los diferentes agentes de la cadena alimentaria –productores, industrias, distribuidores y hosteleros– en los últimos cinco años.

De acuerdo con los datos que recoge el panel de consumo alimentario que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el total de alimentos y bebidas adquiridos por los hogares españoles sumó algo más de 24,5 millones de toneladas –o miles de litros– hasta el mes de noviembre, último del que se han publicado datos. Con la referencia de la cifra interanual –entre diciembre de 2023 y noviembre de 2024–, el consumo total el año pasado se movería en el entorno de los 26,5 millones de toneladas, o de miles de litros, un dato que es inferior en un 6,34% al correspondiente al año 2019.

En el caso de Cantabria, según lo que recoge el mismo estudio y usando idénticas referencias, la distancia entre lo consumido el año pasado y el dato anterior a la pandemia es mayor que la que se da en el conjunto de España: los 293.161 miles de kilos/litros de alimentos y bebidas consumidos en los hogares cántabros entre diciembre de 2023 y noviembre del año pasado son un 16% menos que los consumidos en 2019.

Las cifras anteriores, traducidas a consumo per cápita, reflejan que cada español consume hoy 572 kilos litros de alimentos y bebidas, por los casi 623 que consumía en 2019, un 8,18% menos. En Cantabria el consumo por persona, que en 2019 era casi idéntico al español, fue el año pasado claramente inferior –534 litros/kilos–, lo que a su vez supone una caída de algo más del 14% en relación al dato previo a la crisis sanitaria.

Aunque la percepción a pie de calle pueda ser otra, el gasto en alimentación y bebidas de los españoles fuera de casa aún no ha recuperado
los niveles previos a la crisis sanitaria. Foto: Nacho Cubero.

Ese descenso en la cantidad de comida y bebida consumida por españoles y cántabros desde la pandemia contrasta con –y en buena medida se explica por– el fuerte aumento registrado en el gasto realizado por los hogares por este concepto. Como en el caso el consumo, también aquí las cifras del conjunto de España y las de Cantabria siguen evoluciones paralelas, pero con rangos más acusados en el caso de las que hacen referencia a la región.

Según lo recogido por el estudio del MAPA, el gasto de los hogares españoles en alimentación fue de algo más de 83.759 millones de euros en los doce meses que van de diciembre de 2023 a noviembre de 2024, una cantidad que supera en un 20,5% a la registrada en año previo al estado de alarma sanitaria. En el caso de Cantabria, el gasto en el último año con datos superó por poco los 917 millones de euros, apenas un 6% más que en 2019, lo que confirma a la región como una de las que en mayor medida ha visto reducido su mercado de alimentación y bebidas en los últimos cinco años: cae de forma más acusada el consumo y se recupera en menor medida el gasto.

El cruce de los datos de volumen y gasto recogidos en el panel elaborado por el MAPA permite calibrar las dimensiones de la subida de precios experimentada en los últimos cinco años, y a la que se puede achacar tanto el diferente comportamiento de esas dos variables –consumo y valor de lo consumido– como el propio descenso de la demanda. Así, el precio medio del kilo o litro de producto era en 2019 de 2,42 euros, en tanto que el año pasado alcanzó los 3,12. Las cifras son prácticamente idénticas en Cantabria, que en 2019 tenía un precio ligeramente más alto que la media española (2,47 euros por kilo o litro), para alcanzarla el año pasado, cuando cerró también en 3,12.

Gasto fuera del hogar

Probablemente lo que más puede sorprender de las estadísticas que recoge el panel es lo referente al consumo de comida y bebida fuera del hogar, esto es, el que se realiza en bares y restaurantes, básicamente. Al igual que el realizado en el propio domicilio, y en contra de lo que puedan transmitir las tarrazas llenas y las mesas ocupadas, las cifras de consumo siguen por debajo de las registradas antes de la pandemia, aunque el fuerte aumento de los precios ha hecho que el gasto sí se sitúe muy cerca del nivel de entonces.

Al respecto, conviene recordar que el estudio que elabora el MAPA se refiere al consumo y gasto en alimentos y bebidas realizado por los hogares españoles, y por tanto deja fuera el de quienes vienen de fuera de España. Esto puede explicar, al menos en parte, esa aparente discrepancia entre lo recogido por el panel de consumo alimentario y la percepción que puede tenerse a pie de calle sobre la actividad de bares, cafeterías y restaurantes. También con lo recogido por las estadísticas de actividad del sector servicios que elabora el INE, que constatan la recuperación de las cifras prepandémicas, si bien en este caso los datos dan cuenta de la facturación, que también se aproxima mucho a la de 2019 en los datos del estudio. En concreto, y de acuerdo lo allí recogido y con la referencia de lo sucedido en los tres primeros trimestres del año –último periodo con datos–, se moverá al cierre de 2024 en el entorno de los 36.000 millones de euros, lo que supondría un 3% más que el dato de 2023 pero todavía estaría a otro 3% de distancia respecto a 2019.

El dato es especialmente llamativo si se tiene en cuenta la fuerte subida de los precios registrada en los últimos cinco años, que no llega a compensar la caída del consumo debido a lo acusado de esta. Algunas cifras que recoge el MAPA en su lectura de los datos de 2023 –último ejercicio completo del que se ha publicado el correspondiente estudio–: al cierre de ese año, el número de consumiciones realizado por los españoles fuera del hogar era un 25% inferior a las que efectuaron en 2019, el volumen total de lo consumido estaba un 23% por debajo y la suma de lo gastado era menor en un 5%. En ese tiempo, en cambio, el precio medio del kilo o litro de comida o bebida consumido fuera de casa creció un 22,3%.