El marisqueo apuesta por la diversificación

Los mariscadores de Cantabria viven con el agua al cuello desde que hace unos años las poblaciones de almeja comenzaran a caer sin remedio. La veda impuesta en varias zonas sobre este molusco ha llevado a muchos profesionales a explotar nuevas especies –ostras y erizo, principalmente– y a reclamar al Ejecutivo regional la apertura de otras pesquerías, como la de la ortiguilla de mar. A la espera de que se recuperen las primeras y se consoliden las segundas, el sector sobrevive como puede gracias al muergo, las ayudas y otros trabajos esporádicos con la mirada puesta en un futuro que irremediablemente pasa por la diversificación.

Texto de Manuel Casino @mcasino8

El futuro de los mariscadores cántabros está en la diversificación del sector. Así lo entiende la directora general de Pesca y Alimentación del Gobierno de Cantabria, Marta López, y lo corroboran los presidentes de la cooperativa de segundo grado La Campanuca y de la Asociación Arcisa, José Luis Álvarez y José Luis Setién, respectivamente, conscientes, todos ellos, de que esta actividad extractiva de la que dependen directamente algo más de un centenar de familias atraviesa sus horas más bajas ante la caída en picado de las poblaciones de almeja, tradicionalmente su principal fuente de ingresos.

Según explica López, los estudios que desde 2005 y cada cinco años realiza la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación para conocer la evolución de los recursos marisqueros ya reflejaban en 2010 una situación “preocupante” para este molusco, pero el correspondiente a 2015 dibujó una situación aún más dramática de lo esperado: los stocks de almeja fina –la más apreciada– “habían descendido un 70% a lo largo de la última década, mientras que los de la almeja japonesa lo habían hecho en hasta el 95% en la bahía de Santander y en un 75% en las marismas de Santoña”, recuerda.

Este informe que el presidente de La Campanuca no cuestiona pero sí critica porque, a su juicio, se limita a ofrecer un censo de las poblaciones “sin explicar ni detallar las causas de este descenso tan acusado”, llevó al Ejecutivo regional a aprobar a finales de 2015 un plan de recuperación marisquera de Cantabria, encaminado fundamentalmente a recuperar los bancos de almejas y que, como primera medida, conllevó el cierre de esta pesquería en los estuarios de Santander, Mogro y San Vicente de la Barquera, una veda que aún hoy continúa en vigor.

En paralelo, la Consejería también diseñó un programa de recuperación que hasta la fecha ha permitido la siembra de dos millones de ejemplares de almeja japonesa, repartidos a partes iguales entre la bahía de Santander y las marismas de Santoña, así como de otros 360.000 ejemplares de almeja fina en la ensenada santanderina. El proyecto, dotado con 180.000 euros para este ejercicio, está previsto que concluya esta misma primavera con la siembra de otros 150.000 ejemplares de almeja fina en las marismas de la villa marinera.

Marta López, directora general de Pesca y Alimentación del Gobierno de Cantabria.

Pero hasta que no se conozcan los resultados finales de este plan y pueda abrirse alguna zona al marisqueo, circunstancia que en ningún caso ocurrirá antes del próximo año, la directora general de Pesca apuesta por la explotación de otras especies convencida de que, hoy por hoy, “no hay marisco para todos”.

En este propósito, López saluda las últimas iniciativas puestas en marcha en la bahía santanderina para la cría del cachón o el mejillón, y resalta los buenos rendimientos cosechados por la ostra, que empezó a explotarse en 2012; o más recientemente por el erizo, cuya su primera campaña, iniciada en octubre pasado, se ha cerrado con más de 10.000 kg. recogidos.  Además, califica de “espectacular” la calidad del muergo, el otro molusco que junto a la almeja constituye la base del sector marisquero en Cantabria.

El presidente de Arcisa, asociación que agrupa a unos 25 mariscadores de Argoños, Cicero y Santoña, de los que un 20% son mujeres, coincide en que el camino pasa por diversificar las especies. Pero también por abrir más zonas. En este sentido, recuerda que hace un par de meses solicitaron formalmente por escrito a la Consejería la explotación de la ortiguilla de mar, un recurso pesquero que según recalca “nunca se ha explotado en Cantabria”. La petición, sin embargo, todavía no ha prosperado porque el Ejecutivo cántabro arguye que “no dispone de un estudio para conocer si hay muchas o pocas. Y que hacerlo es caro y ahora no tiene dinero”, lamenta Setién. “Lo que más nos mata a nosotros es que la Consejería fíe todo a estudios e informes. Tienen que patear un poco más la costa y si no, que tengan más en cuenta la opinión de los mariscadores”, reclama.

Explotación de almeja

Además, el presidente de Arcisa espera que salgan los números y se cumpla el nuevo plan de explotación de la almeja de Santoña propuesto por el Gobierno cántabro para este año, que prevé un stock explotable de 7.100 kg, prácticamente el doble que en 2016, de los que 6.000 kg corresponden a la zona del Canal de Boo y las 1.100 restantes a Cicero. “Ojalá amén sea cierto y nos podamos dedicar a pescar, que es lo único que queremos”, sentencia antes de aclarar que la zona de Boo “lleva 17 años cerrada y no sé si habrá tantas almejas como apuntan los muestreos”.

En cualquier caso, Setién destaca que esta campaña abierta a un máximo de 40 mariscadores profesionales no podrá iniciarse en las fechas previstas por culpa de la ‘marea roja’ –concentración alta de biotoxinas lipofílicas en los bancos marisqueros que aparece por causas naturales– que desde principios de abril afecta a las aguas de Cantabria y que ha obligado al Gobierno regional a prohibir temporalmente la extracción de moluscos bivalvos en tanto en cuanto los niveles de estas toxinas no estén por debajo de los establecidos como seguros por la normativa vigente.

José Luis Álvarez, presidente de la cooperativa La Campanuca, que integra a 45 mariscadores del entorno de Santander.

Aunque daría por bueno poder empezar a extraer almeja en el Canal de Boo a mediados de mayo –el periodo hábil aprobado se extiende desde el 1 de mayo al 30 de septiembre–, este mariscador echa sus cuentas y precisa que “lo que en principio puede parecer muchos kilos en realidad no es para tanto”. Según razona, “si los 40 mariscadores nos dedicáramos en exclusiva a extraer el cupo máximo fijado de 15 kilos semanales, tendríamos pesca para dos meses y medio y se acabaría el stock. Así, en el mejor de los casos cada uno obtendríamos unas ingresos de entre 360 y 500 euros mensuales, en función de si la almeja es fina o japonesa. Ahora, quítale gasolina, seguros sociales y el 4% de la lonja y mira a ver qué te queda. Por eso debemos diversificar”, insiste Setién. Por el momento, y a la espera de cómo evoluciona el muergo, cuyas ventas se concentran fundamentalmente en verano, el presidente de Arcisa asegura que el marisqueo lo está salvando la ostra. “Nos ha resuelto el año”, concede aliviado.

No muy distinto es el caso de los 45 mariscadores del ámbito de la bahía de Santander que pertenecen a La Campanuca, a los que el paro biológico de la almeja decretado desde enero de 2016 les ha obligado a buscarse la vida como buenamente pueden. “Ahora sobrevivimos del muergo, de los trabajos de siembra y cuidado de los parques de almeja programados por el Ejecutivo cántabro y de acuerdos puntuales con la Autoridad Portuaria”, explica el presidente de esta cooperativa de segundo grado en el que el 60% de sus miembros son mujeres. Con una edad media de 53 años, estos mariscadores también solicitan a Medio Rural, Pesca y Alimentación la apertura de nuevas explotaciones porque “no se puede vivir de lo que hay”.

A la petición de la ortiguilla de mar formulada por Arcisa, José Luis Álvarez suma la posibilidad de extraer el erizo “con sistema apnea” –tubo corto de 20 cm–, “la recuperación del cachón” con un sistema de desove que ellos mismos han vuelto a instalar y “más estudios o analíticas para poder abrir antes algunas zonas”.

En su lista de reivindicaciones, Álvarez no se muestra especialmente crítico con la consejería de Jesús Oria, pero sí con el departamento de Medio Ambiente dirigido por la vicepresidenta Eva Díaz Tezanos. “Yo con Pesca no me puedo quejar, peso sí con Medio Ambiente”, subraya antes de justificarlo: “Les hemos pedido que todos los polígonos industriales del arco de la bahía, que son muchos, tengan sus sistemas de depuración porque, de lo contrario, el saneamiento está incompleto y el realizado en Santander no sirve de nada. Además, hace un año solicitamos poder participar en algunos otros trabajos, como la eliminación del plumero, pero la vicepresidenta aún no nos ha contestado”, censura contrariado.

Furtivismo

En lo que ambos mariscadores convienen abiertamente es en que la Administración podría hacer “algo más” en su lucha contra el furtivismo, una práctica que “nos ha dejado sin percebes en toda la costa de Cantabria”, según mantiene el presidente de Arcisa. Así, tanto Setién como Álvarez reclaman extender al resto de especies el mayor seguimiento y número de controles que reconocen que ya existe para la angula. “Echamos de menos más inspectores y que se amplíe la vigilancia a restaurantes y puntos de venta final del marisco, tal y como se hace en Asturias”, reivindica el presidente de La Campanuca, quien no esconde su temor a que los furtivos “vuelvan a fijarse en la almeja una vez su población se consolide en la bahía”.

La directora general de Pesca, por su parte, asume la existencia de este problema focalizado en el percebe y que, en su opinión, se ha disparado por culpa de la crisis. “El perfil del furtivo es el de una persona en riesgo de exclusión social al que le da igual que le multes que no. Y así resulta muy difícil controlarlo”, explica Marta López agradecida al apoyo “muy importante” que recibe del Seprona para combatir esta actividad ilegal. Niega, en cambio, que no se haya intensificado el control y las sanciones a los restaurantes ya que, recalca, “hemos impuesto las suficientes como para disuadir a quienes lo hacen”.

Lo que sí une y mucho a los tres es su confianza en que el sector saldrá adelante. “Sería una gran alegría. Es un reto que veo complicado pero no imposible”, resume la directora general de Pesca. “Somos supervivientes y si no se hace ninguna tontería en un par de años saldremos a flote. Hay que asumir que son rachas y que ésta está siendo muy mala”, apostilla el presidente de Arcisa, quien reivindica “más diálogo” convencido de que así “llegarán los acuerdos”.

José Luis Álvarez, por su lado, avanza que “cerraremos este año como podamos” y conviene que el próximo seguramente todavía no será el de la definitiva recuperación. “Pero claro que el marisqueo tiene futuro. De no ser así, ya lo hubiera dejado hace mucho tiempo”, concluye esperanzado.

Poco más de 500 euros al mes

Cada uno de los 107 mariscadores profesionales actualmente en activo en Cantabria obtuvo el pasado año un promedio de ingresos de 516 euros mensuales, 25 más que en 2015, según datos facilitados por la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación. Se trata, como destaca Marta López, de valores medios que no ocultan la gran diferencia de ganancias que existe entre unos profesionales y otros y lo difícil que resulta extraer conclusiones sobre cuánto gana un mariscador. De hecho, el menor ingreso declarado en 2016 fue de un promedio de 18 euros mensuales, mientras que el mayor alcanzó los 2.207 euros al mes.

En 2015, el mariscador que logró los mayores ingresos en un mes declaró 7.030 euros en noviembre. El pasado año, el que más facturó fue en el mes de diciembre, con 6.267 euros declarados. La Consejería detalla que las ocho especies actualmente en explotación son almeja, muergo, ostra, mejillón, percebe, angula, cachón y erizo.