El Racing estrena proyecto
El tercer cambio de propiedad desde la declaración del concurso de acreedores sitúa a la sociedad anónima deportiva ante un escenario completamente diferente del que ha marcado su funcionamiento durante la última década. Por primera vez desde entonces, la operación se ha concretado con el equipo jugando en categoría profesional y después de cerrar un ejercicio con beneficios millonarios. Todavía con el lastre que suponen los casi cuatro millones de euros de deuda concursal pendiente, con un pasivo total cercano a los 25 millones y tras jugar siete de los diez últimos años en la tercera categoría del fútbol español, el retorno a la Liga de Fútbol Profesional ha confirmado con números las opciones de viabilidad del club y fijado las bases sobre las que los nuevos gestores han planteado sus objetivos: notablemente ambiciosos en lo deportivo y en lo económico en el largo plazo, pero prudentes para el futuro más cercano.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Octubre 2023 Fotos de Nacho Cubero
En un club con la trayectoria del Racing, larga en el tiempo y con tendencia a lo insólito, para bien y para mal, no son muchos los acontecimientos que merezcan calificarse de extraordinarios. Al margen de improbables títulos deportivos, pocos tendrían esa condición novedosa en lo que tiene que ver con la competición, pero tampoco en lo referente a la economía hay demasiadas opciones para transitar por caminos diferentes a los conocidos, y menos aún haciéndolo con perspectivas favorables. Aun con esa abundancia de antecedentes, el último movimiento corporativo vivido por la sociedad anónima deportiva se ha producido en circunstancias tan diferentes a las vividas en otros momentos que dibujan un escenario que bien puede considerarse inédito, y ello pese a tratarse del tercer cambio de propiedad en la última década y a que de él haya resultado la vuelta a la presidencia de quien la ocupó hasta hace solo seis años. La enorme distancia recorrida desde entonces, concretada en lo deportivo con la primera permanencia en categoría profesional desde el descenso a segunda en 2012, da argumentos para considerar que con la compra del paquete mayoritario de acciones por parte de Sebman –la sociedad constituida al efecto por el cántabro Manuel Higuera y el hispanoargentino Sebastian Ceria– se cierra una etapa de provisionalidad en la gestión del club.
Manuel Higuera, el presidente que retoma el cargo en una segunda etapa muy diferente de la anterior, admite que pueda hacerse esa lectura, aunque considera que ya con último propiedad el club había alcanzado una estabilidad que permitía hacerlo: “Sí hubo un momento que era claramente de transición, cuando nosotros cogimos el club tras la época oscura de la administración desleal, pero con la llegada de Pitma esa provisionalidad ya era más relativa, aunque es cierto que yo siempre tuve la impresión de que estaban de paso”, admite el máximo mandatario racinguista, que asegura que la principal diferencia entre el anterior accionista mayoritario y Sebman tiene que ver con la naturaleza de la operación: “Ellos llegaron en un momento muy complicado y con su aportación garantizaron la supervivencia del Racing, todo con una visión empresaria legítima que implicaba rentabilizar la inversión. Si dentro de 10 o 15 años nosotros vendemos, también querríamos recuperar el dinero, porque esperamos estar en primera y haber puesto en valor al club, pero la nuestra no es una inversión mercantil”.
La convulsa etapa racinguista que puede darse ahora por cerrada arranca con la declaración del concurso de acreedores en 2011, coincidiendo con la fantasmal presencia de Ali Sayed como máximo accionista y con Francisco Pernía, primero, y Ángel Iglesias, después, como presidentes. Aquella insolvencia fue declarada posteriormente como culpable, y como desleal la gestión de Pernía e Iglesias, que dejó a la sociedad con una deuda de 34 millones de euros y con las cuentas embargadas por Hacienda. A esto siguieron las etapas que Manuel Higuera califica sin ambages como transitorias, primero con una gestora que tras la intervención judicial sustituyó al Consejo de Administración que respaldaba Sayed, y después con él mismo como presidente tras una ampliación de capital cerrada al límite y que dejó la propiedad en manos de más de 10.000 pequeños accionistas. Aunque aquello convirtió al Racing en uno de las sociedades anónimas deportivas con un mayor número de propietarios –algo que aún hoy el presidente del club considera como uno de sus mayores activos– el club funcionó a partir de ahí con una precariedad financiera que se hizo insostenible al frustrarse el ascenso a liga profesional en 2017 y desdecirse el Gobierno de Cantabria del acuerdo de patrocinio que hubiera hecho posible afrontar la deuda con Hacienda. Se produjo entonces la llegada de Pitma –en realidad de sus propietarios, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, que canalizaron su participación en el Racing a través de dos sociedades sin vinculación formal con el grupo– que aportó fondos en forma de acciones, capitalización de deuda y, sobre todo, préstamos, que permitieron la supervivencia del club y la llegada al momento actual.
Ejercicio con beneficios y venta con plusvalías
El Racing cerró el último ejercicio con un beneficio de algo más de dos millones de euros, cumpliendo casi exactamente lo previso en el presupuesto aprobado doce meses antes. Esto último es relativamente habitual desde que la Liga de Fútbol Profesional impusiese su control financiero, pero cerrar una temporada con beneficios millonarios es una circunstancia absolutamente excepcional en el caso del Racing, y única si tenemos en cuenta solo lo acontecido desde la declaración del concurso de acreedores. Esos números aportan la primera de las singularidades en las que se ha producido el cambio de manos en la propiedad del club. Una segunda, de la que no es posible encontrar ningún antecedente, tiene que ver con la propia operación: por vez primera en la historia de la sociedad anónima deportiva, la venta se ha producido con plusvalías, convirtiendo a Alfredo Pérez y Pedro Ortiz en los primeros inversores que ganan dinero tras su paso por el club, o cuanto menos los primeros que lo hacen sin necesidad de recurrir a las oscuras contraprestaciones o a los negocios paralelos tan habituales en el negocio futbolístico.
Aunque los términos de la operación no se han hecho públicos, el importe de la venta del 75% de las acciones que controlaban los propietarios de Pitma se movería en el entorno de los 30 millones de euros, una cantidad que incluye los cerca de 23 millones de euros que el Racing adeudaba a quien fuera su máximo accionista hasta el pasado mes de julio. Alfredo Pérez y Pedro Ortiz habían alcanzado tal condición al capitalizar una deuda de 1,2 millones de euros de un préstamo ya vencido y hacerse con el 100% de Inmoarrabi –rebautizada posteriormente como Retlaw– empresa guipuzcoana que controlaba el 20% de las acciones del Racing tras invertir 800.000 euros en la ampliación de capital de 2015. En total, el valor nominal del 75% de las acciones ahora vendidas se movía en el entorno de los 4,5 millones de euros, con lo que la operación habría dejado una plusvalía de unos 3 millones de euros, a lo que habría que sumar los intereses cobrados por los préstamos al club y el importe de las ventas cruzadas con otras empresas del grupo.
No hay nada parecido a esto último –negocio con otras empresas vinculadas o préstamos del accionista– en los planes de Sebman para el Racing, que también marcan distancias con la gestión anterior en lo tocante a la financiación, una cuestión esta de mucho más alcance en términos estratégicos. Las empresas de Alfredo Pérez y Pedro Ortiz –la propia Retlaw y Management and Professional Sports Development SL– han venido siendo estos años la única fuente de financiación del club, prestando dinero tanto para hacer frente a la deuda con Hacienda y los pagos del concurso de acreedores como para afrontar gastos corrientes. Una situación esta con la que Manuel Higuera y Sebastián Ceria dicen sentirse incómodos –“no es sana, ni transparente”, asegura el presidente– y que confían en atajar por una doble vía: generando ingresos que eviten la generación de nueva deuda y externalizando parte de la actual. A estas habría que añadir una tercera, ya llevada a la práctica en una de las primeras decisiones tomadas por los nuevos administradores: capitalizar una parte de los préstamos que Sebman se subrogó tras la compra, en concreto cinco millones de euros correspondientes a la antigua deuda con Retlaw, la contratada a un mayor interés.
Durante su comparecencia ante los accionistas en la junta celebrada el pasado 24 de septiembre, Manuel Higuera admitió que la opción de externalizar deuda, que pasaría por conseguir que una entidad financiera asumiera alguno de los préstamos en vigor con las mismas condiciones actuales, es una posibilidad todavía no explorada. Actualmente la deuda del Racing con sus nuevos propietarios, una vez restada la parte que acaba de capitalizarse, es de 19,3 millones de euros. Teniendo en cuenta que durante el presente ejercicio habrá que afrontar el pago de 1,7 millones de euros correspondientes a la deuda concursal, el objetivo de que esa cantidad no se incremente no va a ser ni mucho menos sencillo de alcanzar. Más realista parece el fin que subyace en ese propósito: que la sociedad anónima deportiva sea capaz de generar recursos para afrontar sus pagos corrientes.
Presupuesto
El presupuesto del Racing para la presente temporada –que coincide con el ejercicio en las sociedades anónimas deportivas– prevé una cifra de negocio de 11,9 millones de euros, que permitiría cerrar las cuentas con un resultado positivo de algo más de medio millón de euros. En esas previsiones, realizadas de acuerdo a los criterios de la Liga de Fútbol Profesional y validadas por esta, se contempla algo más de un millón de euros por traspasos de futbolistas, una partida siempre de difícil pronóstico pero que en un club como el Racing ha servido tradicionalmente para equilibrar los presupuestos o, en los años más afortunados, cerrarlos con beneficios que parecen imposibles de alcanzar por otros medios. Ese fue, de hecho, el caso del último, el cerrado el pasado 30 de junio, en el que los cinco millones de euros recibidos por el traspaso de Pablo Torre al Fútbol Club Barcelona fueron clave para acabar la temporada con beneficios.
Por más que en el presupuesto actual los hipotéticos traspasos estén llamados a cumplir idéntica función, los nuevos gestores racinguistas confían en evitar los números rojos incluso si no se cierra ninguna operación de venta de futbolistas. A diferencia de lo que sucedía en otros tiempos, cuando los clubes podían ser casi tan imaginativos como quisieran a la hora de elaborar sus presupuestos, ahora la LFP debe dar por buenas las previsiones de ingresos y gastos, en un juicio basado en gran parte en los antecedentes. Eso explica que los actuales gestores del club consideren que las cantidades que se contemplan en alguno de los capítulos de ingresos puedan verse ampliamente superadas al final de la temporada, lo que permitiría equilibrar las cuentas o incluso cerrarlas en positivo aun sin la aportación de ningún traspaso de futbolistas. Las previsiones de los nuevos accionistas, apenas esbozadas en el presupuesto aprobado por la liga, recogen alguna de las principales líneas de actuación con las que quieren guiar su gestión, marcada por la búsqueda de ingresos para que la viabilidad del club deje de depender en exclusiva de los avatares de la competición. “Queremos hacer una gestión moderna y profesional que nos lleve a tener un club saneado y autosuficiente, con capacidad para invertir en momentos determinados”, resume Manuel Higuera, que insiste en que para ello es imprescindible un cambio de modelo: “Somos una sociedad anónima deportiva y es inevitable que tengamos una vinculación con los resultados deportivos, pero lo que queremos es que estos no sean tan estructurales como lo son ahora”.
Actualmente la mitad de la cifra de negocio del Racing proviene de los derechos de las transmisiones televisivas, una cantidad que cada año se calcula atendiendo a variables como la posición clasificatoria o el número de suscriptores, y que merma hasta casi desaparecer en caso de descenso de categoría. Abonos y taquillas, los capítulos que completan la mayor parte de los ingresos, dependen igualmente de la competición y de la situación deportiva, por más que lo hagan en menor medida que los derechos de televisión. La publicidad y las ventas de la tienda, que hoy tienen un peso menor en las cuentas, serían también las líneas con mayor potencial de crecimiento, tanto respecto a la situación de años pasados como en relación a la previsión que contempla el actual presupuesto.
La tienda: un filón hasta ahora desaprovechado
El caso de la tienda es probablemente el que en mayor medida da cuenta del cambio de modelo de gestión en el club. Durante las dos últimas temporadas el Racing había cedido su explotación a una empresa del grupo Pitma, dentro del modelo de venta cruzada habitual en este conglomerado empresarial y a cambio de solo 35.000 euros. Esta temporada, una vez recuperada la gestión, el club prevé que el punto de venta oficial de camisetas y ‘merchandising’ que se situado en los bajos del estadio del Sardinero aporte 300.000 euros de beneficio, y ello pese a la escasa oferta de producto actual. “La tienda está bien en ubicación y espacio, pero tiene un déficit clarísimo en ‘merchandising’”, señala Roberto González, director de Comunicación del Racing, que destaca que son precisamente esos productos –ropa distinta a la deportiva, artículos de regalo, complementos…– la que puede generar ingresos recurrentes durante todo el año, a diferencia de las ventas de camisetas, que tienen un componente más cíclico. “Ahí tenemos que crecer”, recalca.
Roberto González, periodista con más de treinta años de experiencia cubriendo la información deportiva en Cantabria, es una de las incorporaciones al organigrama diseñado por los nuevos gestores. Otra es la del argentino Pablo Norberto Ruiz como director de Marketing, un cargo desde el que tendrá una responsabilidad directa en esa búsqueda de nuevas fuentes desde las que alimentar la cifra de negocio. Procedente del Racing de Avellaneda, un club de mayores dimensiones a su homónimo santanderino y con una proyección nacional que tampoco se da en el caso del equipo cántabro, Ruiz es un profesional extraordinariamente valorado, responsable de campañas de enorme repercusión en Argentina. “Es un tipo brillante, que propone cosas constantemente. Nos va a ayudar a hacer al Racing más grande”, augura el portavoz del club.
En relación con la necesidad de aumentar la oferta de producto en la tienda, al Racing se le plantea la disyuntiva de hacerlo con sus propios medios o de la mano de un especialista en ‘merchandising’, o bien a través de alguna fórmula mixta. Por lo pronto, un primer acuerdo con la cántabra Teiba parece inclinar la balanza hacia la segunda de las opciones. En el club también se espera que Austral mejore su capacidad de suministro de camisetas y prendas deportivas, ante los problemas puntuales de desabastecimiento en tallas y modelos que se han producido en determinados momentos.
Con todo y con ser importante, los de la tienda o los procedentes de patrocinios serían solo una parte de los ingresos distintos a los convencionales que se plantea potenciar el club, si bien sí serían los que más posibilidades tienen de activarse en plazos cortos. Con un horizonte temporal más lejano, Manuel Higuera confía en la aportación que pueda llegar de fórmulas más inusuales: “Tenemos que ser imaginativos para buscar recursos no típicos, por ejemplo a través de participación en sociedades, allí donde veamos que hay capacidad para generar negocio y la inversión sea controlable. Estamos en una fase muy inicial y tenemos que pensarlo y darle forma, pero hay que tenerlo como objetivo”.
Esa búsqueda de ingresos no directamente relacionados con la actividad deportiva está estrechamente vinculada con otra de las ideas en las que insiste el presidente del Racing: convertir a la sociedad anónima deportiva en una empresa con capacidad para hacer inversiones y dotarse de patrimonio: “No podemos seguir como hasta ahora, con el socio mayoritario aportando dos millones cada temporada, y no porque los accionistas no tengamos capacidad para hacerlo, sino porque eso no tiene sentido y hace imposible crecer”, señala.
En un club como el Racing, cuya mera supervivencia ha estado en cuestión hasta fechas muy cercanas, la posibilidad de dotarse de patrimonio puede parecer más utópica que ambiciosa, más aún si se consideran alguna de las actuaciones que se están contemplando, pero Manuel Higuera está convencido de que habrá fórmulas para hacerlo siempre que la empresa consiga atajar los déficits recurrentes que hasta ahora han caracterizado su funcionamiento. Con una acuciante necesidad de espacio en las instalaciones donde entrena el equipo, la idea de patrimonializar al club podía concretarse en la construcción de una ciudad deportiva con capacidad para dar cabida a la actividad que hoy se desarrolla en La Albericia y acoger también al Racing femenino, una categoría en la que actualmente el club carece de cualquier estructura. “Tendremos que pensar dónde y tendremos que pensar cómo, pero no nos podemos quedar como estamos”, concluye el presidente racinguista.