El reto de vender un pueblo
La inmobiliaria Mikeli busca comprador para Porcieda, una localidad lebaniega formada por una decena de edificaciones que permanecen deshabitadas desde hace más de veinte años. Es una operación que carece de antecedentes en Cantabria, y en la que encontrar comprador no será más difícil que lo que ha sido salvar toda la gestión previa, de enorme complejidad técnica y con muchas partes implicadas.
Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga
Es una de esas cosas que se sabía que pasaban, pero que no tocaban de cerca. Se tenía noticia de aldeas abandonadas que se vendían en Galicia, en Aragón o en las dos Castillas, pero nada de eso había en Cantabria. Hasta ahora o, para ser más precisos, hasta el pasado mes de septiembre, cuando la inmobiliaria Mikeli presentó una oferta de la que no existían referentes en Cantabria: la venta de Porcieda, una población formada por una decena de casas en el municipio de Vega de Liébana, sin pobladores desde hace 20 años y que se comercializaba en su conjunto. No hay precio cerrado –los responsables de la agencia insisten en que los 1,5 millones de los que se habla son una cantidad negociable– ni tampoco se busca una tipología específica de comprador, aunque los usos turísticos se considera que son los que más posibilidades ofrecen. Por insólita y por su cuantía, no será una operación fácil de cerrar, pero tampoco lo ha sido toda la gestión previa a la comercialización, que ha obligado a Mikeli a un trabajo a muchas bandas, en el que el acuerdo con los propietarios ha sido sólo uno más de los obstáculos a salvar.
Antonio Avilés, gerente de Mikeli, calcula que la labor realizada para que Porcieda saliese al mercado ha llevado no menos de dos años de trabajo. Había que buscar a los propietarios y ponerlos de acuerdo, además de rastrear los condicionantes legales que presentaba la actuación, entre otros cuáles eran las posibilidades que se presentaban a un hipotético comprador. “Es un trabajo muy complejo, que difícilmente va a verse compensado por una comisión de venta. Pero también es muy bonito, con un componente romántico que mueve tanto a los vendedores como a nosotros”, asegura Antonio Avilés.
Porcieda cuenta con sobrados atractivos paisajísticos e históricos –por ahí pasa un ramal del camino de Santiago– como para concitar el interés de posibles compradores. A partir de ahí, explica el gerente de Mikeli, todas las posibilidades están abiertas: las doce construcciones existentes podrían acoger hasta 45 apartamentos turísticos, o también podrían dar pie a un uso residencial si eso fuese lo que buscase quien las adquiriese, siempre teniendo en cuenta que las construcciones pueden reformarse, pero no puede levantarse ninguna nueva. De ese uso final dependerá también el precio de venta, ya que en la operación de valorarán las posibilidades del proyecto. Los propietarios –representantes de cuatro ramas de una misma familia– buscan precisamente una opción que evite la desaparición de su pueblo de origen. Sin esa motivación, explica Antonio Avilés, una actuación como esta no hubiera podido acometerse nunca.