Empresas que vencen la crisis

Algunas de las empresas cántabras con más volumen de negocio han conseguido salvar los años más duros de la crisis con incrementos en las ventas, en ocasiones en porcentajes muy significativos. Aunque con actividades diversas, tienen puntos en común: casi todas operan en sectores tradicionales, apuestan por la investigación y el desarrollo y no dependen de la financiación bancaria para mantener sus inversiones.

Texto de José R. Esquiaga @josesquiaga Fotos de Nacho Cubero
Publicado en febrero de 2013

Con la economía contrayéndose, bloqueado el acceso al crédito bancario, sin el motor de la inversión pública y con el consumo de las familias en mínimos, sigue habiendo empresas que son capaces de mantener o incrementar su volumen de negocio, y hacerlo en ocasiones en porcentajes muy significativos. Aunque la nómina de quienes lo consiguen es lo suficientemente heterogénea como para desalentar la búsqueda de puntos en común entre todas ellas, lo cierto es que el insólito incremento de las ventas responde en la mayor parte de las ocasiones a la aplicación de fórmulas que tienen poco de secretas aunque, a fuerza de repetidas, han terminado por perder credibilidad. La internacionalización, la apuesta por la investigación y desarrollo de producto, la reinversión del beneficio y el no estar lastradas por la deuda son, en todo o en parte, algunos de los factores en común en la relación de empresas cántabras que han conseguido situar su volumen de ventas actual por encima de las cifras que registraban en 2007, último ejercicio antes de que comenzara la tormenta de la crisis. También, y no es un elemento desdeñable, el operar en sectores que se han visto menos afectados por la recesión, aunque incluso en estos casos lo reducido de la lista dota de toda la relevancia a las pocas empresas que consiguen crecer.

Para elaborar la relación de empresas que acompaña estas líneas, Cantabria Negocios ha utilizado los datos de ventas publicados en los directorios empresariales que anualmente publica la revista –y accesibles también en www.empresasdecantabria.es–, y elaborados con información del registro mercantil y de las propias empresas. La comparación se efectúa entre las cifras de 2007, antes por tanto de la crisis, y las de 2011, el último ejercicio del que existen datos cerrados, buscando aquellas empresas en las que la segunda cantidad es mayor que la primera, y quedándonos únicamente con aquellas que facturan más de 20 millones de euros. Obviamente, la fórmula elegida admite matizaciones: la cifra de ventas de 2012 podría dar al traste con la subida de los cinco años anteriores, la mayor facturación no implica necesariamente –en algunos casos la relación puede ser inversa– una mayor rentabilidad. Además, no se tiene en cuenta a empresas con domicilio fiscal fuera de la región y la ausencia de datos de alguno de los años de referencia puede haber dejado fuera alguien que merecería estar en la lista. Con todo, la relación de empresas resultantes, y las cifras que han dado lugar a la inclusión, es lo suficientemente significativa para poder decir, cuanto menos, que son todos los que están.

Las 17 grandes empresas cántabras que han conseguido incrementar sus ventas en el cuatrienio que va de 2007 a 2011 sumaron este último año una facturación conjunta de 1,4 millones de euros, lo que supone casi un 25% de incremento en el periodo de referencia. Es un porcentaje de dimensión suficiente como para minimizar el riesgo de que un mal año 2012 haya dado al traste con la mejora acumulada, si bien es cierto que la subida de ventas no es lineal, y alguna de las empresas que aparecen en el cuadro ha registrado incrementos más modestos. No es el caso de la primera de ellas, Semark AC Group, empresa propietaria de los supermercados Lupa, que se sitúa como la que más ha mejorado sus ventas en términos absolutos, y entre las que más lo ha hecho en porcentaje. Para terminar de despejar dudas, en este caso ya se conoce el dato de ventas de 2012, 387 millones de euros, que suma otro 5 por ciento a la cifra de 2011.

Expansión geográfica

Lupa ha mantenido en los últimos años una política de expansión que ha incluido la apertura de nuevos supermercados, tanto en Cantabria como en Castilla y León, lo que en buena medida ha sustentado la subida en el volumen de negocio. En esa evolución sigue la estela de otras empresas de distribución que han hecho de la relación entre calidad y precio la clave de su competitividad. Otro tanto puede decirse de las tres empresas alimentarias que aparecen en el listado, y que sitúan a este sector como el más representado en el cuadro. Es también, según recogen reiteradamente los estudios de las consultoras, el sector en el que márgenes y rentabilidad –nunca demasiado elevada en alimentación– se han visto más afectados por la crisis. El volumen y el crecimiento se convierten así en recursos casi obligados para mantener una mínima rentabilidad.

Si nos remitimos a esos dos conceptos –volumen y crecimiento– nadie se ha movido en los últimos años más y mejor que Gildelasal. Lo que nació como un pequeño taller textil dedicado a la confección de prendas vaqueras es hoy un pequeño gigante que factura 48 millones de euros –casi ocho veces más que en 2007– y que es uno de los principales proveedores de moda para Inditex. La empresa de Cabezón de la Sal, muy vinculada en su origen con Textil Santanderina –presente también en la lista–, realiza en Cantabria todo lo relacionado con el diseño y patronaje de las prendas, que se confeccionan posteriormente en Marruecos. Fuentes de la empresa apuntan algunas claves para conseguir mantener el crecimiento en tiempos de crisis: flexibilidad y rapidez en el servicio para adaptarse a las necesidades del cliente, capacidad de sacrificio por parte de la plantilla y ser capaces de identificar rápidamente tendencias en lo que se conoce como pronta moda, aquella en la que la altísima velocidad de rotación deja fuera a la competencia más alejada, o aquella que no es capaz de elaborar productos complejos.

Internacionalización y valor añadido

Son virtudes aparentemente muy circunscritas al ámbito textil, pero que no son muy distintas de algunas que mencionan en otras empresas: internacionalización y búsqueda de valor añadido, ya sea en la fabricación o en la comercialización. También, y aunque Gildelasal externaliza el grueso de la fabricación, la relación de fortalezas que debe cumplir una empresa para crecer en tiempos de crisis no excluye, ni mucho menos, a las industrias. Un vistazo al listado permite decir que, antes al contrario, la industria se ha mostrado como especialmente capaz de competir en un entorno tan complicado como el actual: con las únicas salvedades de Lupa, Centro Farmacéutico del Norte, Tiendas Conexión y Marino Berrio –y esta última es una excepción sólo relativa– todas las empresas del listado son industrias.

En realidad, y si algo deja claro la nómina de empresas que han conseguido crecer en los últimos cuatro años, es que son los sectores más tradicionales los que en mayor medida han conseguido aguantar la crisis, cuanto menos entre las empresas de mayor tamaño. También puede darse la vuelta al argumento: no hay nada que impida a las industrias más tradicionales competir con cualquiera, lo que no significa que todas lo consigan. Probablemente el caso más llamativo en este sentido sea el de Vitrificados del Norte, Vitrinor, fabricante de menaje para cocina en acero vitrificado, una actividad que prácticamente ha desaparecido en España ahogada por la competencia asiática. Lo excepcional de Vitrinor viene dado no sólo por su inopinada supervivencia –nadie daba un euro por ella cuando renació de la descomposición de la antigua Magefesa– sino por su condición de sociedad laboral, esto es, propiedad de los propios trabajadores. Según los gestores, esta última es una condición sin la que no puede explicarse el éxito de la fábrica.

Vitrinor nunca ha repartido dividendos, de manera que todos los beneficios han sido reinvertidos en la empresa, tanto en el desarrollo de productos como en la mejora de procesos. Las inversiones continuas, y el que éstas no dependan de financiación ajena, es otro de los elementos comunes que pueden rastrearse entre las empresas de éxito. Una de ellas, Industrial Farmacéutica Cantabria (IFC), opera en un sector, el cosmético, en el que la investigación y el desarrollo son claves. Los productos de la empresa tienen una sólida presencia en mercados como Brasil o México, donde la crisis está pasando de largo, pero esa internacionalización –apuntan desde la empresa– sería imposible si no se hubiera invertido constantemente en el desarrollo del producto. Exportar con éxito sin contar con un producto diferenciado, con un genérico sin valor añadido, es imposible.

Los responsables de IFC, que fabrica toda su producción en España, están convencidos de que la industria española sigue siendo perfectamente competitiva, en términos de productividad y en capacidad de desarrollo e innovación. No son tan optimistas, cuanto menos a medio plazo, con la capacidad de la demanda nacional para tirar de la economía, algo que convierte la exportación en recurso obligado. El mercado exterior, además, no sólo aporta volumen, sino que permite minimizar los riesgos de que ese crecimiento se haga a costa de márgenes lo que, a su vez, puede derivar en una reducción de la capacidad de la empresa para invertir en desarrollo de producto. Evitar ese peligro, que alimentaría un círculo vicioso de difícil salida, es un reto para cualquier empresa, como lo es también el demostrarse capaces de competir contra el ciclo económico. Como demuestran las empresas traídas a estas páginas, no es un desafío imposible.