Fundación Cantabria Labs: vocación social y valor estratégico
Cantabria Labs abre en sus antiguas instalaciones de Cazoña un innovador centro que reúne en un mismo espacio formación, empleo y creación de actividades sociales para promover la autonomía de personas con discapacidad. La empresa Caphaces, participada a partes iguales por las fundaciones Obra San Martín y Cantabria Labs, es una de las claves del proyecto.
Manuel Casino | @mcasino8 | Diciembre 2024
«Nuestro objetivo principal es dar vida independiente a personas dependientes”. Así sintetiza el director adjunto de la Fundación Cantabria Labs, Alfonso Jiménez Pardo, el propósito de esta institución presentada a mediados de septiembre por esta compañía cántabra de referencia en prescripción dermatológica en Europa. A los pocos días de su puesta de largo, Jiménez Pardo recuerda que la creación de la fundación está íntimamente ligada al corazón de Cantabria Labs y al de su fundador, José Antonio Matji. “No es casual. Llevamos más de treinta años haciendo acción social con una importante apuesta por diferentes entidades”, rememora sobre este nuevo proyecto levantado sobre las antiguas instalaciones industriales de más de 3.000 metros cuadrados de la empresa en el barrio de Cazoña, en Santander.
Según explica Jiménez Pardo, el carácter innovador de esta iniciativa radica en que la formación, el empleo y la creación de actividades sociales, los tres grandes ejes en torno a los que gira esta fundación, están concentrados en un mismo espacio. “Uno de los mayores logros de este proyecto descansa precisamente en las características de las instalaciones y en su ubicación, que resulta muy importante para los usuarios, especialmente para las personas con discapacidad. Estamos partiendo de una antigua fábrica para hacer un nuevo formato no de fabricación, pero sí de manipulación”, detalla. En su opinión, el gran diferencial de este proyecto es la fusión “en un espacio singular del conocimiento de las personas con discapacidad ligadas a entidades que saben muy bien lo que hacen con el conocimiento industrial de una empresa que también ha demostrado saber muy bien lo que hace”.
Llegados a este punto, Jiménez destaca la génesis de esta fundación, cuyo germen surgió en 2022, tras el parón por la pandemia, y en la que han venido trabajando durante el último año y medio hasta hacerse una realidad. “Siempre hemos querido contribuir a transformar las vidas de las personas con discapacidad. Y creemos que la mejor manera de que lo consigan es ofreciéndoles un trabajo”, resuelve para desgranar a continuación el itinerario seguido en su gestación. “Si quieres tener un empleo retribuido y digno tienes que desarrollar una actividad que tenga mercado. Entonces, nos plateamos crear una empresa que obviamente se tiene que nutrir de trabajadores, a los que tienes que formar. Es decir, nuestro camino es formación y empleo, que a la postre es el que genera independencia y futuro”, subraya.
Centro ocupacional que busca colaboraciones
La formación descansa en un centro ocupacional de cuya gestión se encarga la Fundación Obra San Martín, y que aún está pendiente para su definitiva puesta en funcionamiento de formalizar los aspectos legales y el correspondiente cumplimiento normativo. Pero la labor de este centro, aclara Jiménez Pardo, va a ir más allá de ofrecer a las personas con discapacidad los conocimientos, habilidades y destrezas profesionales que faciliten su inserción en el mercado laboral. “Es mucho más importante que adquieran hábitos laborales y que profundicen en temas relacionales, de higiene, de trabajo en equipo, de independencia en la toma de decisiones… La formación está más en estas áreas que en las puramente técnicas”, reconoce.
En este sentido, precisa que lo que persiguen es crear una “universidad” para que los alumnos puedan entrar más tarde en una empresa. “Las cuestiones técnicas concretas las aprenderán luego en su puesto de trabajo, pero el centro ocupacional detectará si son personas capacitadas para entrar en el mercado laboral. Y está claro, como ocurre con el resto de personas, que no todos lo conseguirán”, ahonda.
De otro lado, el director adjunto resalta la apuesta de la Fundación Cantabria Labs por abrirse a la sociedad para generar actividades y experiencias relacionadas con su propósito fundacional.
Gracias a este centro, la fundación, que a partir del año próximo asumirá todos los proyectos que en el ámbito social venía desarrollando hasta ahora la compañía, quiere dar un paso más en la colaboración que mantienen con diversas entidades e intentar mejorar si es posible su labor. Un propósito en el que, avanza, se enmarca precisamente un futuro acuerdo de colaboración, que admite aún no tienen cerrado pero si “muy encaminado”, con la Fundación Ana Carolina Díez Mahou. “Cantabria Labs lleva una década apostando por esta fundación que trata de mejorar la calidad de vida de los niños y familiares con enfermedades neuromusculares genéticas –un conjunto de enfermedades neurológicas raras, de naturaleza progresiva que provocan pérdida de fuerza muscular generando una gran discapacidad–. Su trabajo está muy centrado en Madrid y nuestro intención ahora es que profesionales de esta fundación presten atención a estas casuísticas en nuestro centro, unos días concretos a la semana, cubriendo así las necesidades de los afectados de la franja norte del país que, de este modo, no tendrían que desplazarse hasta la capital de España para recibir atención”, especifica.
Además, también adelanta que Telefónica ya ha mostrado su interés en ofrecer formación a personas de la tercera edad para reducir la brecha digital. Para todas estas iniciativas, que serían impartidas por personal de cada entidad social, el centro dispone de un conjunto de salas y espacios polivalentes repartidos por la primera planta del edificio, en la que también se ubica el centro ocupacional y la propia sede de la fundación. “El modelo es llegar a acuerdos con estas instituciones y asociaciones para que puedan prestar sus servicios en nuestro centro. Hay muchas de ellas que tienen grandes ideas, pero no tienen el espacio para llevarlas a cabo. Nosotros les facilitamos las salas que necesitan”, resume Alfonso Jiménez Pardo.
Caphaces, una empresa de referencia
El círculo de este proyecto se cierra con la creación de un centro especial de empleo que gestiona la empresa Caphaces –una sociedad limitada participada al 50% por las fundaciones Obra San Martín y Cantabria Labs–, en la que ya vienen trabajando desde principios de septiembre siete personas en el manipulado de cosméticos, una de las principales fortalezas de esta compañía farmacéutica con sede y fábrica en La Concha de Villaescusa.
Sobre sus primeros días de actividad, el director adjunto admite que de momento solo están manipulando productos cosméticos de Cantabria Labs. “Hay que tener en cuenta que son personas que nunca han trabajado y que de repente se encuentran en un entorno laboral, con un jefe, un horario, un uniforme… Eso es un impacto para ellos”. Y aunque aún es pronto para evaluar resultados, Jiménez Pardo estima que la adaptación de estos siete trabajadores está siendo muy buena. “La única experiencia que tenían era las prácticas que realizaron en la propia Obra San Martín con unos botes vacíos que les facilitamos para hacer simulaciones”, puntualiza antes de insistir en que el mayor reto es que se adapten a su puesto de trabajo. “Tienen que acostumbrase a cumplir un horario, a desplazarse la mayoría de ellos en autobús… Lo importante es que se sientan cómodos y no se agobien. Por eso es muy fundamental el análisis de la persona y, por eso, dos de ellos solo están a media jornada, aunque asegura que el objetivo es que terminen cumpliendo la jornada completa”.
De cara al futuro más inmediato, las expectativas de Caphaces pasan por consolidar el trabajo y por llegar al producto farmacéutico, un hito que considera clave para el devenir de la empresa. “Si lo conseguimos, implicará sin duda contar con más trabajadores, pero también una mayor exigencia de formación de las personas con discapacidad”, resuelve.
En este sentido, y de cara a avanzar en esos objetivos, Caphaces trabaja actualmente en los trámites para conseguir de la Agencia Española del Medicamento la autorización para el manipulado de productos farmacéuticos, lo que, recalca el director de la Fundación Cantabria Labs, abrirá nuevas perspectivas al centro especial de empleo: “Nos permitirá dar un salto, aunque somos conscientes de que en este caso existen unos protocolos mucho más estrictos. Por eso, vamos a ir paso a paso”, justifica sin querer poner fecha a la consecución de este objetivo.
Abierto a nuevos horizontes
Jiménez Pardo puntualiza que Caphaces no nace para desarrollar un trabajo en exclusiva para Cantabria Labs. “Nuestra ambición es posicionarnos como una empresa de manipulado que dé servicio al sector cosmético, farmacéutico y alimenticio, fundamentalmente, pero sin renunciar tampoco a otro. En el mercado hay mucho trabajo de manipulado y creemos que es un sueño muy, muy alcanzable”, sostiene ilusionado porque, según dice, “es una verdadera necesidad y donde hay necesidad, hay oportunidad”.
Sobre las posibilidades de cumplir ese objetivo, ampliando la cartera de clientes y productos más allá de lo que aporta Cantabria Labs, no tiene dudas: “Somos optimistas, y estamos convencidos de que a nuestra puerta llamarán empresas no solo de Cantabria, sino de toda España”, asegura el director adjunto de la fundación, que recalca lo que supone la garantía del trabajo y la excelencia de Cantabria Labs: “Es un aval. No están confiando en un recién llegado. Además, encargándoselo a un centro especial de empleo ya están haciendo una labor social”, argumenta.
El fin último es convertir a Caphaces en una empresa de referencia en el manipulado y envasado de cosméticos y medicamentos a nivel nacional, aunque Jiménez Pardo admite que con la puesta en marcha de este centro no han inventado nada: “No somos pioneros ni hemos descubierto la pólvora”, asume con modestia. “Hay otras fundaciones y entidades que ya vienen trabajando y muy bien en este ámbito desde hace años”. Pese a ello, anticipa su intención de incorporar, en cuanto la empresa alcance cierto grado de madurez, su propia red comercial para empezar a ofrecer sus servicios: “Hay que empezar a vender Caphaces”, enfatiza.
Para el buen funcionamiento de la nueva empresa creada por las fundaciones de Obra San Martín y Cantabria Labs, Jiménez Pardo no duda en resaltar la importancia del reparto de tareas. “Nosotros nos encargamos del know-how y de la gestión industrial y Obra San Martín, por su parte, de la gestión de las personas. Ahí hay además una figura clave, incorporada a la empresa, que es el integrador laboral, especialista en el tratamiento más humano y cercano con personas con discapacidad”, explica.
Un éxito muy particular
En este contexto, el director adjunto de la fundación admite la oportunidad de que las actuales instalaciones crezcan unos 1.500 metros cuadrados más, algo que no supondría ningún problema porque ahora mismo el conjunto de actividades desarrolladas en el edificio de Cazoña apenas utilizan la mitad del espacio que antes ocupaba la fábrica: “El primer hito era abrir la fundación y conceptuar la entidad. Ahora hay que tener ambición, pero medida”, describe no sin dejar claro cuál es su sueño: “Al revés que ocurre en el mercado laboral clásico, para nosotros sería un éxito que viniera el mercado y nos robara personas. Significaría que esa persona ha adquirido su formación, su madurez laboral y que es demandada por las empresas. Si conseguimos que les fichen, ese día hacemos un fiestón”, resuelve.
Con todo, Jiménez Pardo prefiere no lanzar las campanas al vuelo y recupera su discurso prudente. “Es verdad que tenemos instalaciones para crecer. Pero ahora mismo es una incógnita el ritmo de trabajo que vamos a poder mantener. No conocemos el índice de bajas laborales o qué tiempo de descanso necesitan estas personas. En este proyecto también estamos aprendiendo nosotros”, concluye satisfecho.