Guardería, ludoteca y mucho más

A pesar de la caída de facturaciones que en los últimos ejercicios vienen experimentando los centros de educación infantil, aún existen quienes están dispuestos a arriesgar sus ahorros para abrir un negocio de este tipo. Este es el caso de Sonia Carrillo, que con 38 años y tres hijos a su cargo, ha optado por cambiar las labores del hogar por la gerencia de El Crucerito, una guardería en la que, además de cuidar y formar a los más pequeños, se ofrecen muchos y muy variados servicios.

Texto de Jesús García-Bermejo Hidalgo @chusgbh Fotos de Nacho Cubero
Publicado en enero de 2014

La caída de población registrada en nuestro país en los últimos tiempos refleja hasta qué punto las consecuencias de la crisis superan ya el ámbito puramente económico. De hecho, según las estadísticas oficiales, España perdió un 0,29% de habitantes entre el 1 de enero de 2012 y el inicio de 2013, hasta las 47.256.321 personas, un periodo en el que Cantabria sufrió un descenso del 0,3%, cerrándose el 2012 con 591.888 habitantes en la región. El desplome de la natalidad es uno de los factores que explica esta sorprendente bajada, como demuestra que, según las cifras recogidas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer semestre de 2013 naciesen 14.004 niños menos en nuestro país que en el mismo periodo del año anterior, el peor dato desde que comenzase la crisis. Es más, salvo en Ceuta y Melilla, el número de nacimientos cayó en todas las comunidades autónomas, algo la mayoría de expertos achaca a la disminución de ingresos sufrida por las familias españolas. Y no hay que olvidar la incidencia que la inmigración ha podido tener sobre este aspecto, con 12.929 nacimientos menos de madres extranjeras entre enero y junio de 2013 en relación al mismo periodo de 2008. De esta forma, nueve comunidades –Galicia, Castilla y León, Asturias, Extremadura, Aragón, País Vasco, Canarias, La Rioja y la propia Cantabria– presentan ya un crecimiento negativo en su población, y la previsión es que la tendencia se haya extendido a todo el país a cierre de 2014.

Sonia Carrillo, promotora de El Crucerito

Esta evolución, unida a la caída de los matrimonios –en el primer semestre de 2013 los enlaces descendieron un 3,9% con respecto a 2012– y a la propia crisis, está retrasando la edad de escolarización de los menores, lo que supone una dificultad añadida para los centros de educación infantil y las guarderías, que ven cómo se reducen, no solo sus facturaciones, sino también el número clientes potenciales. De acuerdo a las cifras recogidas por el estudio Guardería y Familia 2013, si en 2012 el 75% de los menores estaba escolarizado antes de cumplir un año, en 2013 el porcentaje disminuyó hasta el 70%. Al tiempo, tan sólo el 64% de los niños pasa 11 meses matriculado en estos centros, cifra que en el año anterior se situaba en el 74%, un cambio que el informe atribuye al coste que los padres han de asumir mensualmente en la guardería de sus hijos: el 40% de ellos paga de media más de 350 euros, cifra elevada si se tiene en cuenta que el 63,6% de la población española gana menos de 1.200 euros netos al mes, según el último Barómetro del CIS. Al menos, las maratonianas jornadas laborales que ha traído consigo la crisis han provocado que un 86% de los niños permanezca como mínimo cinco horas diarias en la guardería y, de ellos, un 22% lo haga durante más de ocho horas, un 6% más que en 2012.

A pesar de conocer a la perfección estas cifras, Sonia Carrillo, madre de tres hijos, optó por destinar todos los ahorros de su vida para cambiar las labores del hogar, que hasta entonces habían ocupado su jornada, por la dirección y gerencia de un vanguardista centro de educación infantil en Revilla de Camargo, una decisión arriesgada que hoy, apenas seis meses después de iniciar la actividad empresarial, se alegra de haber tomado.

Inquietud y oportunidad

Esta emprendedora, auxiliar de clínica titulada y técnico en educación especial, decidió, como muchas madres, centrar sus esfuerzos en formar una familia, una labor en la que puede decirse que ha tenido un gran éxito, tras criar a un niño y dos niñas. Sin embargo, sus inquietudes iban mucho más allá de los numerosos quehaceres diarios que implica el mantenimiento del hogar familiar, lo que la animó a continuar formándose en todo momento. De hecho, tras dar a luz al último de sus hijos, comenzó a plantearse la posibilidad de estudiar una nueva carrera enfocada a una de sus grandes pasiones, los más pequeños, por lo que, meses más tarde, se matriculó en educación infantil. “Una de las asignaturas del último curso incluía la realización de un proyecto empresarial relacionado con el sector, y yo opté por uno en el que abordaba la posibilidad de contar con mi propia guardería. Posteriormente, en febrero del pasado año, cuando concluí la carrera, mi marido sugirió la posibilidad de convertir esa idea en realidad y, aunque yo no lo acababa de ver claro, tanto por el riesgo económico como por el cambio total que implicaba en nuestro modo de vida, animada por toda mi familia, me decidí a dar el paso”, recuerda.

Como suele ocurrir en estos casos, localizar un local adecuado, tanto en dimensiones como ubicación suponía, junto con la compleja búsqueda de financiación, una de las mayores dificultades para que el proyecto de Sonia Carrillo se convirtiese en realidad. Sin embargo, la posibilidad de instalarse en un gran centro de negocios situado en el Crucero de Revilla de Camargo, punto estratégico por la proximidad con la autovía Ronda de la Bahía, que disponía de varios espacios que se adaptaban a las necesidades del proyecto, facilitó mucho las cosas. “A la promotora, Abaluarta, le convenía que pudiésemos estar abiertos cuanto antes para dar cierta vida al polígono, al ser los primeros en llegar al centro empresarial, por lo que fueron los más interesados en agilizar las reformas necesarias, labor que en apenas dos meses estaba concluida”, afirma. Así, a finales de junio, el Centro de Educación Infantil El Crucerito, nombre con el que se bautizó al establecimiento, estaba listo para comenzar a funcionar.

En conjunto, las instalaciones con las que esta cántabra cuenta para el desarrollo de su actividad suman un total de 310 metros cuadrados en los que se incluyen cuatro aulas, baños, cocina, almacén, un despacho y una zona de juegos de unos 70 metros, y en toda la estancia la luz, los grandes ventanales y la amplitud son protagonistas. “Hemos pretendido que se parezca todo lo posible a un colegio, aunque algo más pequeño”, matiza.

Para dotar al negocio del mobiliario y el material didáctico necesario, así como para constituir la sociedad, esta empresaria ha tenido que asumir una inversión inicial de 30.000 euros, los cuales ha logrado reunir gracias a una línea de crédito ya concedida. Y a esta cifra hay que sumar la cantidad acordada con la promotora por la reforma y adecuación de las instalaciones y el alquiler mensual del local, desembolsos que requerirán de financiación adicional, una labor en la que la emprendedora lleva meses trabajando, pero que la actual coyuntura hace extremadamente complicada. “Tampoco estamos hablando de cantidades excesivamente elevadas, lo que ocurre es que el momento no podría ser peor. Además, hasta la fecha no nos han concedido ninguna de las ayudas que hemos solicitado, aunque esperamos poder contar con ellas cuanto antes”, apunta la gerente de la firma.

Diversificar desde el comienzo

Este centro de educación infantil se dirige a niños cuyas edades estén comprendidas entre los 4 meses y los 3 años, y sus padres pueden optar entre estancias de media jornada o jornada completa, incluyendo, si fuese necesario, el servicio de comedor, alimentos que la firma encarga a un catering de productos ecológicos. Según cuenta la fundadora y gerente de El Crucerito, durante las horas que los pequeños pasan en las instalaciones se sigue un programa formativo que incluye un seguimiento específico de los progresos de cada alumno, sin olvidar que los conceptos que se pretenden inculcar no son más que las bases para su posterior educación: colores, estaciones del año, animales, poesías, canciones… incluso se les trata de familiarizar poco a poco con el inglés, todo a través de juegos y actividades en grupo. Y esta labor está reforzada por un psicopedagogo que, una vez al mes, visita a los niños para comprobar su desarrollo y trabajar aspectos más técnicos de su formación.

Pero, además, la firma oferta muchos otros servicios que van más allá del ámbito de actuación habitual de una guardería, los cuales, según la propia Sonia Carrillo, están pensados para reforzar la facturación procedente del área de negocio principal y sacar mayor partido a las instalaciones. De esta forma, en horario vespertino El Crucerito imparte clases de inglés dirigidas a niños de entre 0 y 12 años, así como sesiones de apoyo escolar para alumnos de Infantil y Primaria. Así mismo, el centro cuenta con ludoteca, pensada para aquellos que no puedan hacerse cargo de sus hijos –de entre 3 y 8 años de edad– en horario de tarde, y con servicio de logopedia, además de organizarse charlas a padres sobre nutrición y problemas propios de las etapas educativas iniciales, como hiperactividad o dificultades de adaptación. Y todo sin olvidar una de las iniciativas más originales de entre las ofertadas: yoga en familia. “Contamos con un experto en la materia, y a las clases pueden acudir los padres acompañados de sus hijos, o solo los padres –asegura–. Al final, lo que pretendemos es ser mucho más que una guardería al uso, y ofrecemos todo aquello que pueda resultar de utilidad para la conciliación de la vida familiar y laboral. Por ejemplo, al concluir el curso escolar funcionamos como escuela de verano, y también organizamos cumpleaños, fiestas temáticas… De hecho, no descartamos seguir incrementando los servicios en función de lo que nos demanden o sugieran los propios clientes”.

A día de hoy, El Crucerito cuenta con 15 niños matriculados, cifra a la que hay que sumar otros 16 alumnos de inglés y aquellos que acuden a las clases de yoga, un resultado que la gerente califica como positivo, sobre todo teniendo en cuenta que la firma apenas suma seis meses en funcionamiento. “El objetivo a medio plazo sería lograr que las cuatro aulas funcionasen a pleno rendimiento, lo que supondría tener 70 niños y, como consecuencia, seis empleados en plantilla, frente a los tres que somos en la actualidad. Por lo pronto, solemos recibir un par de visitas de padres al mes, y por nuestra ubicación tenemos potencial para atraer clientes tanto de Santander como de Mortera, Maliaño o Muriedas. Solo hay que seguir haciendo las cosas como hasta ahora y esperar que el boca a boca vaya dando sus frutos”.