Hacia un futuro modular

La construcción modular industrializada se presenta como el futuro de un sector en el que reducir costes sin renunciar a la calidad se ha convertido en la principal ventaja competitiva. Mediante este sistema, la firma cántabra Instalteck ha desarrollado una vivienda social orientada a países subdesarrollados y otra más sofisticada, dirigida al mercado comunitario, ambas disponibles en plazos de una a seis semanas y a importes que van desde los 300 a los 600 euros por metro cuadrado.

Texto de Jesús García-Bermejo Hidalgo @chusgbh Publicado en enero de 2015

La explosión de la burbuja inmobiliaria, causa y, al tiempo, consecuencia de la propia crisis, sirvió al menos para que los españoles fuesen conscientes de hasta qué punto la construcción en nuestro país estaba sobredimensionada, un sector que aún hoy se encuentra en plena reestructuración. Era el comienzo del fin de una época en la que los precios desorbitados por una casa, las grandes promociones inmobiliarias y los pelotazos urbanísticos formaban parte del día a día.

Hoy, el ladrillo dista mucho de ser lo que hace no tanto fue, y la caída de la demanda, unida al desplome de la financiación, ha provocado, no solo la pérdida de miles de puestos de trabajo y el cierre de numerosas firmas con nombre y trayectoria; además, cientos de promotores cuentan con terrenos y parcelas a los que no consiguen dar salida, e incluso las viviendas de protección oficial quedan deshabitadas por la nula capacidad de los potenciales compradores para hacer frente a entradas y cuotas que, dada la actual coyuntura, distan mucho de considerarse reducidas.

Numerosos economistas y expertos parecen estar de acuerdo en que el sector se encuentra en un momento crucial para su futuro, y son varias las firmas que, mirando a nuestros vecinos europeos, comienzan a apostar por nuevos modelos de negocio que posibilitan una reducción sustancial de costes. Es en este esquema en el que encaja la construcción modular industrializada, un sistema ya extendido en países como Alemania, Finlandia o Bélgica, y que permite llevar a cabo una vivienda personalizada y totalmente eficiente a un importe hasta un 40% inferior a la alternativa tradicional, todo ello en plazos de ejecución que van desde las 5 semanas hasta los 4 meses en función de la complejidad de la obra.

El proyecto de Instalteck

En Cantabria son varias las compañías que ya trabajan con este novedoso sistema constructivo, aunque cada una de ellas tiene su propia fórmula. Un ejemplo es el de Instalteck, firma que surge fruto de la unión de cinco profesionales con años de experiencia en el sector de la construcción, quienes decidieron compatibilizar sus empleos con un proyecto a medio plazo que respondía a la coyuntura económica no solo nacional, sino internacional.

Los cinco socios que forman Instalteck posan junto al logo de la firma: de pie, Asier García Ricondo, Marcos Carral Jorrín y David Sánchez Martín. Sentados, David Blázquez Sánchez y Alberto López Gónzalez

Y es que, la constructora cántabra, que en un primer momento nació para instalar los módulos fabricados por la empresa Habiteck, pero que finalmente abarcará todo el proceso, ha desarrollado dos tipos de producto: por un lado, una vivienda social, con una estructura más simple y un precio final menor, pensada para países subdesarrollados o en vías de desarrollo; y por otro, un inmueble más complejo, con elementos y acabados más sofisticados y una mayor capacidad de aislamiento, el cual nace para abastecer al mercado nacional y comunitario. “Todos los socios nos caracterizamos por ser vanguardistas, y, como tal, siempre hemos tratado de incluir en nuestra oferta las últimas novedades del mercado –afirma David Blázquez Sánchez, director técnico de Instalteck–. Viendo la tendencia y evolución de la demanda, y teniendo en cuenta nuestro conocimiento del sector, decidimos crear una firma que, con la base de la construcción modular industrializada y algunos elementos de la edificación más tradicional, nos permitiese desarrollar un inmueble, como suele decirse, bueno, bonito y barato, que es, en definitiva, lo que busca el cliente final”.

La vivienda social desarrollada por Instalteck, siempre unifamiliar, aislada y en planta baja, cuenta con una estructura de acero y un panel sándwich de 6 centímetros de grosor, elementos a los que, una vez ensamblados los distintos módulos, habría que añadir los acabados interior y exterior, el cableado, la fontanería, el equipamiento, etc. De esta forma, en un plazo récord de aproximadamente 5 días, y a un importe de apenas 300 euros por metro cuadrado construido –en España el coste medio se sitúa por encima de los 1.000 euros el metro–, la compañía cántabra lograría producir e instalar una casa que cumpliría con la normativa de países subdesarrollados. En territorio nacional y el resto de la Unión Europea, sin embargo, al no amoldarse a las exigencias del Código Técnico de Edificación (CTE), el resultado final no tendría catalogación de vivienda, sino de bien mueble, es decir, su aplicación quedaría restringida a pequeños garajes, módulos de campings, merenderos… “Existen numerosos puntos en el planeta en los que es habitual ver a grandes núcleos de población viviendo en la calle o en chabolas cuyas condiciones distan mucho de ser dignas, destinos para los que esta alternativa social sería una solución perfecta. Es más, ya hemos mantenido reuniones con autoridades de varios países africanos y la idea ha sido recibida con los brazos abiertos, algo en lo que ha tenido mucho que ver que el proyecto contemple que la mano de obra, una vez formada por nuestros especialistas, sea local. Sin embargo, la lentitud en los trámites burocráticos y la evidente falta de recursos económicos ralentizan en exceso la posibilidad de cerrar acuerdos. De hecho, la mayoría de las constructoras potentes que están llevando a cabo promociones en la zona lo hacen con su propia financiación, algo inviable en nuestro caso, al menos por el momento”, asegura Alberto López González, director comercial de Instalteck.

Mercado nacional

Sin perder de vista el potencial de países en los que el sector de la construcción aún está por madurar, en julio de 2013 Instalteck comenzó a centrarse en el desarrollo de un producto que, basado en la construcción modular industrializada, cumpliese con la normativa nacional y comunitaria, mercados en los que los socios y fundadores de la compañía cántabra trabajan habitualmente y que conocen a la perfección.

También en este caso el esqueleto del inmueble está compuesto por una estructura ligera de acero y panel sándwich, y no por hormigón y ladrillo, habituales en la construcción tradicional, aunque la auténtica clave radica en el grosor de ese panel. “Solemos optar por un modelo de 10 centímetros, que es el habitual en cámaras frigoríficas de la industria alimentaria, aunque existe la posibilidad de llevarlo hasta los 15 centímetros, más propio de cámaras de congelación –expone el director técnico de la firma–. Con esto conseguimos unas prestaciones acústicas y térmicas únicas en el mercado. No hay que olvidar que la mayoría de inmuebles cuentan con ladrillo exterior, tres centímetros de aislante, cámara de aire de otros tres centímetros y ladrillo interior, además del acabado interior y exterior, características que, a partir de enero, serán insuficientes para nuevas construcciones, puesto que no cumplirán con el Código Técnico de Edificación”.

Y es que, en palabras de los socios de Instalteck, el producto logrado está cerca de ser una casa pasiva, aquella cuya demanda energética es cercana a cero, algo que será obligatorio en nuestro país en 2020. Para hacerse una idea, el consumo medio de una vivienda española ronda los 240 vatios por hora, frente a los 35 de un inmueble pasivo, cifra que la empresa cántabra espera alcanzar en sus proyectos de aquí a un año. Por ahora, las viviendas modulares que oferta cuentan con la máxima calificación energética del mercado, la A, valor que, de acuerdo a los nuevos criterios de eficiencia que entran en vigor desde comienzos de año, apenas se dejará ver en el parque inmobiliario español, al contrario que en el resto de la Unión Europea.

Al margen de los aislamientos, los inmuebles que desarrolla e instala la constructora cántabra, siempre unifamiliares, aislados y en planta baja –aunque sus responsables aseguran que están trabajando para poder aplicar su sistema en dos alturas–, cuentan con todas las características de un domicilio tradicional, además de cumplir con los requisitos que establece el CTE: acabado exterior e interior, este último fundamentalmente pladur, instalación eléctrica, fontanería, domótica, suelos, azulejado, una capa de material resistente al fuego, etc. “Es importante que no se asocie la construcción modular con baja calidad o con casas prefabricadas de idéntico aspecto. –apunta Alberto López González–. En Instalteck personalizamos todos y cada uno de los proyectos, y el resultado final es el de un inmueble eficiente de apariencia completamente normal. Lo que sí que cambia es el proceso: al ser construcción seca, la mano de obra pierde protagonismo, y eso permite acortar tiempos y reducir costes. Lógicamente, si algún cliente quiere un tipo de azulejo concreto que se sale de nuestros estándares, un suelo determinado o un equipamiento más sofisticado, el precio final sube”.

De esta forma, en apenas cinco días la estructura, el cerramiento y el panel de cubierta estarían listos, finalizándose la casa entre 4 y 6 semanas después del inicio de los trabajos, frente a los 12 meses que suele necesitar cualquier obra de estas características mediante las técnicas tradicionales. En cuanto al importe, unos 600 euros el metro cuadrado construido.
Una vez concluida la fase de desarrollo de producto, estos empresarios se preparan para comenzar con la labor puramente comercial, lo que incluye visitas a clientes potenciales, ultimar los detalles del portal corporativo, buzoneos, asistencia a ferias… En este sentido, cabe destacar que, a día de hoy, la firma cuenta con 4 prototipos básicos, de 85, 120, 150 y 180 metros cuadrados, los cuales se adaptan a las características del terreno sobre el que se instalan y a los gustos del comprador.

Particulares, arquitectos y promotores son los principales mercados en los que se moverá Instalteck, al menos en estos primeros meses de comercialización, aunque sus responsables reconocen que el producto está pensado para dar el salto a otros países de la Unión Europea cuando los resultados o las propuestas recibidas así lo permitan. Por lo pronto, la idea de los cinco socios que forman parte de la firma es aprovechar las dependencias, proveedores, contactos y recursos de cada una de las empresas que a día de hoy poseen o de las que forman parte, aunque a medio plazo el objetivo es contar con instalaciones y equipo propio. “Tenemos un día a día que no podemos abandonar, porque ahora mismo es lo que nos da de comer, y eso, inevitablemente, ralentiza la maduración del proyecto. La ventaja es que se dan sinergias que pueden aprovecharse, y que nos permiten abarcar todo el proceso, tanto la adquisición de los materiales, como el almacenamiento, su transformación e instalación, el diseño… Y esta es una de las grandes claves de Instalteck: realmente nosotros no hemos inventado nada, sino que hemos seleccionado distintos productos que ya existían y, aprovechando nuestra experiencia y conocimientos, los hemos combinado para desarrollar el sistema más competitivo del mercado, al menos desde nuestro punto de vista”, considera David Blázquez Sánchez.

Con cinco propuestas ya en estudio, la mayoría procedentes de promotores que ven en Instalteck la solución para dar salida a unos terrenos que a día de hoy solo les suponen una carga económica, y con un sistema cuyas aplicaciones pueden ir mucho más allá de la vivienda unifamiliar, como campings, moteles de carretera, aulas o ambulatorios, por citar algunos ejemplos, la firma cántabra se plantea este 2015 como el del salto al mercado. Así, en palabras de sus responsables, lograr que el proyecto se autofinancie en el primer año de actividad comercial sería un resultado más que satisfactorio. “La meta para el segundo ejercicio es multiplicar por cuatro el número de viviendas realizadas el anterior, algo que consideramos más que factible, dado el poder del boca a boca –calcula el director comercial de Instalteck–. A partir de ahí, cuando la demanda lo justifique, nos trasladaremos a nuestras propias instalaciones, en las que, además de desarrollar las casas, dispondremos de varios prototipos físicos que podrán ser visitados. Esto equivaldría a generar cerca de 50 puestos de trabajo directos, entre producción y montaje, en apenas tres años, y eso solo para atender la demanda nacional. Todo lo que pueda surgir del mercado europeo o de países subdesarrollados serían añadidos”.