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Investalga abre una nueva etapa

La ‘start-up’ cántabra prepara su traslado a una nave nido del polígono de Tanos-Viérnoles, una ubicación en la que continuará con las actividades de I+D y desde la que espera poder dar el salto a los mercados. La empresa biotecnológica, dedicada al cultivo de algas y a la obtención de extractos naturales, nació en 2016 y desde entonces ha desarrollado una labor investigadora centrada en un doble objetivo: conseguir cultivos viables y extraer de ellos un producto homogéneo a la medida de lo que requieran los clientes. La empresa da ya los últimos pasos antes de iniciar la venta de algas para el consumo humano, el mercado más cercano y el que ofrece más oportunidades a corto plazo, aunque es en cosmética y farmacia donde mayor potencial tendrían los compuestos de alto valor añadido que se extraen de las algas. Lograr un producto perfectamente controlado, con los estándares que requiere la industria y que demuestre ser apto para su uso en esos sectores, es el reto en el que sigue trabajando Investalga.

J. Carlos Arrondo | Junio 2019

Desde hace generaciones muchos habitantes de las poblaciones costeras de Cantabria complementan sus ingresos familiares con la recogida de caloca. Varias empresas de fuera de la región adquieren estas algas rojas que el oleaje de los primeros temporales otoñales arroja sobre las playas, las procesa y extrae el agar-agar, un compuesto con múltiples aplicaciones en diversos ámbitos. Hay infinidad de variedades de algas y su uso como alimento, medicina o fertilizante se conoce desde milenios. Actualmente, cada vez son más las industrias –desde la alimentaria a la farmacéutica, pasando por la cosmética, agrícola o textil, entre otras– que emplean sus extractos como materia prima. Sin embargo, a pesar de que la explotación de un recurso natural como las algas tiene un enorme potencial, apenas se ha desarrollado en Cantabria, más allá de una actividad estacional y de escaso valor añadido como es la recogida de caloca. Una ‘start-up’ local, Investalga Ahti, intenta ahora abrirse paso en el sector con la producción y extracción de compuestos de algas desde un enfoque innovador.

“Somos una empresa biotecnológica dedicada al cultivo de algas y a la obtención de extractos naturales homogéneos y reproducibles para distintas aplicaciones, desde el campo de la alimentación, humana y animal, al de la cosmética o el farmacéutico”, explica Lara Arroyo, CEO y fundadora de Investalga Ahti, iniciativa que desarrolla desde 2016 junto a Juan Robles. A diferencia del sistema de recogida masiva en las playas, que da lugar a la extracción de compuestos de desiguales características, su objetivo es garantizar una producción de una calidad que hoy por hoy no se encuentra en el mercado: “Queremos cultivar unas algas que, dependiendo de los requerimientos del cliente, sean siempre iguales. Si las quiere muy ricas en proteínas o en determinados compuestos, las podemos producir conociendo cómo afectan las condiciones de cultivo a su composición”. Su estrategia contempla inicialmente la producción de algas como materia prima en el sector de la alimentación, y más adelante centrarse en la de compuestos de alto valor añadido, muy apreciados en industrias como la farmacéutica. Esto requiere una importante labor de I+D, que hasta ahora ha ocupado sus primeros años de existencia.

Primer producto que sacará la empresa al mercado, algas para consumo humano. El gastronómico es uno de los mercados que espera atender con sus productos, pero no el único.

Lara Arroyo resalta que la investigación está muy focalizada en la mejora de los cultivos y en los ciclos de vida de las algas: “Para poder disponer de semilla viable propia y no tener que recurrir a las poblaciones naturales de algas. También en la caracterización genética de las distintas cepas para poder extrapolar, por ejemplo, resultados de crecimiento que obtengamos con unas u otras”. La finalidad es optimizar el cultivo de unas algas que, a diferencia de las recolectadas, posean una composición controlada y homogénea. Para ello ha sido fundamental haber podido participar entre 2016 y 2018 en el proyecto ‘Algacultura’, en el marco del programa I+C=+C y financiado por la Sociedad para el Desarrollo Regional de Cantabria (Sodercan). En colaboración con otras dos empresas cántabras, Rodecan –en cuya planta se ha desarrollado el estudio– y Ecohydros, Investalga ha tenido la oportunidad de experimentar las condiciones del cultivo en una piscifactoría dedicada a la cría de rodaballos y analizar el aprovechamiento de sus residuos como aportes para las algas.

“Hemos estado cultivando algas en un proyecto de investigación de ‘Acuicultura Multitrófica Integrada’. Entre organismos de distintos niveles tróficos, se trata de ir aprovechando los residuos de unos para alimentar a otros, obteniéndose distintos productos y minimizándose la contaminación por nutrientes en el medio”, precisa la CEO de Investalga. Finalizado este programa, ahora ponen en marcha otras colaboraciones con el Instituto Español de Oceanografía –a través de los proyectos ‘Robalu’ y ‘Algadiet–’ en las que suministran la biomasa de algas en la elaboración de piensos para rodaballos y asesoran en el cultivo de macroalgas. En opinión de su fundadora, la meta de todo este esfuerzo investigador se dirige a perfeccionar el proceso de producción de las algas en un doble ámbito: “Desde un punto de vista de la optimización de los recursos, para que sea económicamente viable, y desde el punto de vista de la sostenibilidad, porque está en nuestro ideal como empresa”.

Su campo de investigación no se ciñe únicamente al cultivo de las algas, sino que también dedican buena parte de su actividad a estudiar la extracción de compuestos a partir de ellas. Actualmente trabajan con la Universidad de Cantabria en la mejora del proceso de obtención de un extracto de algas verdes del género ulva, un compuesto con muchas propiedades: terapéuticas, cosméticas, etc. El reto que afrontan, matiza Lara Arroyo, es que hasta ahora no se ha conseguido obtener a nivel industrial y de forma reproducible: “Principalmente porque se ha estado obteniendo de las poblaciones naturales más que de algas cultivadas y así es muy difícil conseguir que sea siempre igual”. El caballo de batalla de Investalga, donde centran buena parte de sus líneas de investigación, es lograr que estos productos de alto valor añadido sean homogéneos, algo que para su directora general les dará mayor capacidad de maniobra comercial: “Lo que haremos será establecer acuerdos con nuestros clientes para que estos compuestos puedan hacerse a medida de sus necesidades”.

De esta primera fase centrada en actividades de I+D han sacado una conclusión relevante con vistas a avanzar en la salida de sus productos al mercado: necesitan disponer de una instalación que reuna las condiciones adecuadas para alcanzar el objetivo de controlar todo el proceso productivo. Plantas como la del Instituto Español de Oceanografía en El Bocal o la de Rodecan en Ruiloba les han servido para prospectar su infraestructura ideal: “Lo que más nos interesa es que sea lo más aséptica posible y esté aislada del medio natural para poder controlar realmente las condiciones de cultivo”, describe su CEO. Tras valorar distintas posibilidades, finalmente han decidido montarla en las naves-nido del polígono industrial de Tanos- Viérnoles, lo que les permitirá intentar cumplir uno de los hitos previstos para 2019: “A finales de año esperamos tener ya una producción con garantías de calidad y reproducible en el tiempo, eliminando el factor de estacionalidad de las especies en el medio marino”, indica Lara Arroyo.

Uno de los proyectos en los que ha intervenido Investalga busca cultivar algas en plantas de agricultura, aprovechando los residuos de los peces como nutriente. El proyecto se desarrollo en colaboración con Ecohydros y con Rodecan, la empresa que cría rodaballos en Ruiloba.

La referencia del sector en España se sitúa en Galicia, donde –a diferencia de Cantabria, que sólo tiene regulada la recogida de caloca, para posteriormente ser procesada en empresas de Burgos y Asturias– se recolectan en la mar muchas especies y hay una industria que envasa y comercializa algas, sobre todo para el sector alimentario. En otros países europeos ya se están llevando a cabo cultivos en tanques en tierra. La fundadora de Investalga destaca que es un sector en expansión al que aún le queda mucho por hacer en cuanto a investigación, pero en el que ya se pueden obtener unos rendimientos que permitan seguir avanzando: “Nosotros nos desligamos ya del agua del mar. Vamos a utilizar agua que habremos procesado para asegurar que no contenga metales pesados ni ningún tipo de contaminante que las algas puedan asimilar”. Su idea es lograr un cultivo industrial reproduciendo las condiciones naturales de una forma controlada: “Desde el cultivo hasta la extracción de compuestos hay un control absoluto de todas las fases de producción para poder ofrecer calidad, seguridad y algas a la medida de los clientes”.

Sectores

Investalga ha ido estableciendo contactos con posibles clientes de distintos sectores, siendo el alimentario el que más oportunidades les ofrece a corto plazo. Si el uso de las algas ya está muy extendido en la gastronomía gourmet, su presencia en los lineales de los supermercados cada vez es mayor, lo que según Lara Arroyo deja mucho campo abierto para comercializar sus productos: “Vamos a sacar al mercado una pequeña línea con nuestra propia marca registrada, ‘Algas de Cantabria’: frescas, deshidratadas, quizás también en salazón, en función de la demanda. También ofreceremos algas a granel para quien las quiera incorporar a sus productos”. De las especies con las que trabajan –algas verdes del género ulva, conocidas como ‘lechugas de mar’– se obtienen compuestos aprovechables también para otras aplicaciones, lo que despliega el abanico de posibilidades para la empresa. Conocen el interés de la industria cosmética, incluso a nivel europeo, y no descartan entrar en ese mercado, aunque a largo plazo su mirada está puesta en el sector farmacéutico.

Una carrera de fondo

Investalga es una empresa que, sobre todo por su alto componente en I+D, compite en una carrera de fondo. Su directora general es consciente de ello: “Hay productos que pueden ser más inmediatos, como las algas para el sector gastronómico, que esperamos nos den un colchón económico para seguir avanzando. Pero nuestro objetivo son los compuestos de mayor valor añadido y que tengan aplicaciones más concretas”. Entre ellas destacan las farmacéuticas, pero, como advierte Lara Arroyo, entrar en ese mercado es complejo y lleva tiempo: “Los requisitos de homogeneidad y estandarización de los compuestos son muy estrictos. Hay que pasar una serie de analíticas que garanticen que son seguros”. Por ahora mantienen contactos con el sector, a la espera de que su compuesto de ulva esté perfectamente caracterizado y, dentro de algún proyecto de I+D o en test internos de sus potenciales clientes, probar que realmente cumple con plenas garantías todos los requerimientos.

El mercado oriental de las algas es el más dinámico, aunque otros, como el de los Estados Unidos, cada vez crecen más. Se trata, por tanto, de un fenómeno global, por lo que Investalga aspira a internacionalizar sus actividades. “Lo que hacemos tiene una componente de innovación tan grande que queremos abrirnos a colaboraciones con socios europeos o de otros países”, apunta su máxima responsable, para quien la participación en convocatorias europeas de I+D es una buena fórmula en la búsqueda de ‘partners’ y poder así formar parte de consorcios internacionales. Esto no significa que la empresa abandone los proyectos de investigación abiertos en un ámbito más cercano y con colaboraciones que incluyen al Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC), al Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (IDIVAL) o a la Universidad de Cantabria. Lara Arroyo considera que esta red de alianzas seguirá ampliándose porque es un campo muy atractivo: “Cuando buscamos expertos en cualquiera de los temas que queremos tratar, siempre encontramos una respuesta positiva y bastante interés”.

Laura Arroyo junto a Juan Robles, director de operaciones d Investalga.

El reconocimiento que está recibiendo la iniciativa contribuye a otorgar buenas expectativas al futuro de Investalga. El año pasado obtuvo el segundo premio del Concurso de Creación de Empresas de Base Tecnológica, el tercero del Certamen Abierto de Emprendimiento de Torrelavega y ha sido finalista en la última edición de los premios Emprendedor XXI en Cantabria. Sin embargo, no puede obviarse que se trata de una pequeña empresa familiar, constituida con las aportaciones de sus socios y cuya dimensión dificulta alcanzar el nivel de inversión que requieren sus proyectos de I+D+i. Hasta ahora han recibido un importante apoyo de Sodercan y la ayuda financiera de las subvenciones regionales. En adelante también quieren acceder a las convocatorias nacionales y europeas, pero el movimiento estratégico que para la directora general es indispensable actualmente es el traslado desde su ubicación en el Centro de Desarrollo Tecnológico de la Universidad de Cantabria (CDTUC) a la nave en el polígono de Tanos -Viérnoles: “Nuestra prioridad es montar la instalación y nuestro gran objetivo es la producción, dar el salto al mercado”.

Nueva nave

A la espera de la licencia municipal, ya tienen encargados los tanques y confían que el montaje esté acabado a finales de año. “En las naves-nido de Torrelavega pensamos hacer una instalación piloto que nos permita contrastar que realmente lo que hemos aprendido y la idea de cultivo que tenemos es factible y obtener unos datos que en esas condiciones nos muestren nuestra capacidad de producción, para después escalar a una nave más grande donde montar una instalación definitiva”, señala Lara Arroyo. La salida al mercado también aumentará el potencial de creación de empleo de la empresa. Ahora trabajan en ella dos personas a tiempo completo y cuenta con la colaboración de varios becarios procedentes de distintos programas académicos. En cuanto comience la producción, la directora general cree que será necesaria la incorporación de personal con perfiles orientados a los cultivos, al control de parámetros en la instalación y a la comercialización: “A corto plazo creo que podremos generar cinco empleos estables”.