Josef Ajram, deportista y operador bursátil: “Quienes no saben perder poco terminan perdiéndolo todo”

Josef Ajram es un deportista de élite, conferenciante de éxito y autor de algunos ‘best sellers’ sobre cómo operar en Bolsa, el campo en el que trabaja profesionalmente a través de una sociedad especializada en el ‘day trader’, operaciones en las que la compra y venta de las acciones se hace en el mismo día. En mayo estuvo en Santander para impartir una conferencia dentro del curso que organiza Cemide, en la que habló de cuánto de lo que sucede en los mercados bursátiles puede aplicarse a la empresa.

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga

Josef Ajram es deportista de élite en las disciplinas más exigentes, y también autor de ‘Bolsa para dummies’, un best seller que intenta acercar los mercados bursátiles a quienes menos habilidades pueden tener para desenvolverse en ellos. También dice ser un ‘yonqui’ de las emociones fuertes, lo que le llevó a intentar hacer dinero –y todo parece indicar que conseguirlo– comprando y vendiendo acciones en el mismo día, lo que se conoce como ‘day trader’. Pero en contra de esa afirmación, y de lo que podría pensarse si uno se fía de las apariencias, es de conversación tranquila y no consulta el móvil más de lo que hace cualquiera, por más que la entrevista se desarrolló antes de que cerrase la Bolsa española, y con Wall Street en las horas de más actividad. Ajram, hijo de padre sirio y madre catalana, estuvo en Santander para pronunciar una conferencia dentro del ciclo que cada curso organiza el Centro Montañés de Investigación y Desarrollo Empresarial (Comide), una charla muy concurrida en la que habló de cómo aplicar los valores del deporte a la empresa, deteniéndose especialmente en cuestiones como la motivación y la gestión del éxito y del fracaso. De algunas de estas cosas, y también de cuánto de lo que enseña la Bolsa puede aplicarse al mundo de la empresa, habla también en esta entrevista, en la que defiende la capacidad de generar riqueza a través de la especulación y sitúa el saber perder como la principal enseñanza que el deporte y los mercados bursátiles pueden aportar a todo aquel que se plantee sacar adelante un proyecto empresarial.

Pregunta.- A primera vista uno no podía pensar en mundos más alejados que el deporte, en mayor medida si cabe el ultrafondo que practica usted, y la inversión bursátil más especulativa. ¿Dónde está el punto de contacto, si es que existe?
Respuesta.- Existe, claro que existe. Pero más que de especulación bursátil yo hablaría de diversificar el ahorro y crear capital. Se nos tilda de especuladores porque queremos comprar barato y vender caro, que en el fondo es lo que hacen todos los negocios. Dicho esto, la unión de deporte y Bolsa, por muy diferentes que parezcan, a mí me ha ayudado mucho. Sobre todo a entender que en lugar de marcar un objetivo hay que ser constante y, sobre todo, creerme capaz de alcanzar esa meta. Eso sirve para apuntar siempre un poco más alto de lo que uno se ve capaz inicialmente.

P.- Donde admitirá que no existe ningún punto de contacto es en el prestigio social de la actividad, que es alto en el caso del deporte y mucho menos en el de la inversión bursátil. 
R.- Es así. Al final la Bolsa solo es bien recibida por aquellos clientes a los que les haces ganar dinero. Pero socialmente siempre hemos de buscar culpables, o actividades, o sectores, a los que responsabilizar de los problemas. La Bolsa es uno de ellos. Siempre cobramos, somos los malos, es verdad. Hay que convivir con ello, forma parte de las reglas del juego.

P.- Y no digamos ya si hablamos de las operaciones intradía, su especialidad. Supongo que se tiene que defender constantemente de quien le ve como el peor especulador.
R.- Es verdad que el ‘trading’ intradía se ve como el no va más de todos los males. ¿Defenderme? En realidad es una guerra perdida, como intentar que todo el mundo diga bien mi nombre y apellido. Hacer entender a la gente lo que tiene de positivo una actividad que es tan impopular es muy difícil, yo diría que imposible.

P.- Inténtelo.
R.- Puedo decir que en los 17 años que llevo dedicándome a la Bolsa tengo la suerte de haber dado trabajo a buenos profesionales, de ofrecer un instrumento para que mis clientes diversifiquen su ahorro, y para que puedan obtener rentabilidades superiores a las que ofrecen otros productos. Las comisiones que generamos aportan volumen de negocio a las sociedades de valores, que a su vez crean empleo, y pagamos impuestos por cada euro que ganamos. Es absolutamente imposible esconder al fisco ni la más mínima cantidad. Si todo esto es ser maligno, qué le vamos a hacer, somos malignos. Lo que me parece claro es que la imagen que se tiene de nosotros y la realidad no tienen nada que ver.

P.- En sus conferencias habla del trabajo en equipo, pero tanto su deporte como el operar en Bolsa, al menos visto desde fuera, parecen tareas muy individuales.
R.- Es cierto que tanto en el triatlón como en la Bolsa, cuando menos cuando empiezas, sueles trabajar solo. Pero a medida que avanzas en cualquiera de esos campos comienzas a necesitar equipos: gente de análisis, comerciales, expertos en fiscalidad… en el deporte necesitas el entrenador, el fisioterapeuta, el dietista… quizá el día clave estás solo, pero para llegar ahí necesitas estar rodeado de un equipo muy bueno. Y lo que hago profesionalmente tanto en la Bolsa como cuando escribo libros, o imparto cursos y conferencias, es posible porque trabajo con personas en las que puedo delegar.

P.- ¿Hay una buena cultura del trabajo en equipo en la empresa española?
R.- En general hay conciencia de la importancia del trabajo en equipo, no tanto de la importancia de valorar al equipo. Tenemos la peligrosa costumbre de considerar que hacer las cosas bien es lo normal, y eso no es así, hacer las cosas bien es muy difícil. Y eso hay que reconocerlo, porque de lo contrario el equipo puede llegar a preguntarse ¿esto para qué lo hago? Si queremos motivar hay que valorar al equipo constantemente.

P.- En sus conferencias habla usted de la importancia de fraccionar objetivos.
R.- Esa es una de las cosas que puedo haberme traído del mundo del deporte. Hay que aprender a fraccionar metas, hacer entender al cuerpo que puede llegar a correr cien kilómetros, aunque los primeros no hayas ido muy bien, o al equipo que puede lograr los objetivos anuales de facturación aunque este mes haya sido malo.

P.- Otro punto de contacto en el deporte y la empresa, y que también es uno de los temas que suele tratar usted, es la gestión del fracaso. Ahí tenemos lo que siempre se señala como uno de los grandes problemas de la cultura española: no se perdona al que ha fallado una vez.
R.- Es en efecto un grave problema. Afecta a personas que podrían tener la capacidad de sacar adelante un proyecto, y que prefieren no intentarlo. Eso es gravísimo pero quizá no es lo peor. Cuando uno pone en marcha algo es obligado que entienda que puede salir mal, y que no pasa nada, porque si no partimos de ahí, si no tenemos la humildad de reconocer que podemos estar equivocados, no tendremos la capacidad de cuestionar nuestras decisiones, reorientarlas y aprender de los errores. Eso la Bolsa te lo enseña a diario. La diferencia entre los que llevamos años dedicándonos a esto y los que se quedan por el camino es esa: los que no saben perder poco terminan perdiéndolo todo. Y esto no solo es así en la inversión bursátil, en cualquier proyecto empresarial sucede lo mismo.

P.- Vender perdiendo, eso es más fácil decirlo que hacerlo.
R.- Pero es la clave, asumir que has cometido un error cuando todavía tiene remedio, no esperar a perder el 50%. En un negocio es igual: si abro una tienda de bicicletas, y no vendo una en seis meses, tendré que pensar que algo estoy haciendo mal y corregirlo, reorientar el negocio, estrategias, marcas… En Bolsa es clarísimo: según el Financial Times, el 90% de los particulares que operan en Bolsa pierden dinero, y esto es así no porque no sepan ganar, sino por que no saben perder. El planteamiento de todo el que compra acciones es vender ganando, que es muy bonito, pero no se gana siempre. Lo importante es decidir desde el primer momento cuánto estás dispuesto a perder, y vender antes de que pierdas más.

P.- A largo plazo siempre se gana, dicen
R.- A largo plazo, todos muertos. A largo plazo se gana si durante el camino has sabido perder. Fíjate en el Banco Popular, está en mínimos de 25 años. La Bolsa en los últimos 25 años nos ha demostrado que hay valores del Ibex-35 que no volverán a sus máximos jamás. Nunca. Así que a largo plazo se puede ganar, es verdad, pero a condición de ser muy técnico, muy profesional, y siempre que se corrija rápidamente aquello en lo que nos hayamos equivocado.

P.- No sé cuánto de eso puede ser aplicable a empresas de otros ámbitos, a negocios que operan en sectores productivos, por ejemplo.
R.- Yo tengo dos pequeñas empresas, y en las dos aplicamos todo lo que me enseña la Bolsa. Una es un club deportivo y la otra es una fábrica bicicletas muy especiales. El control de costes, la inversión controlada, la movilidad, la corrección rápida de los errores, el ser muy dinámicos, no pensar que tenemos más razón que el cliente… todo eso es lo que hacemos allí, y todo eso es también lo que hago en Bolsa.