La cosmética integral de Madreselva
Con una vocación en la que prima lo natural y el control de la calidad del producto, la empresa ramaliega ha desarrollado una amplia gama de productos cosméticos, fabricados en gran parte con la caléndula procedente de sus propios cultivos. Con una facturación que se mueve en el entorno de los 250.000 euros anuales, la producción de Madreselva llega a toda España a través de la Dispronat, empresa distribuidora con la que comparte propietarios.
Cristina Bartolomé | @criskyra | Enero 2023
Es, por producto y por el compromiso en la forma de fabricarlo, un proyecto singular en Cantabria. Taller Madreselva es una empresa familiar fabricante de cosméticos, cuyo laboratorio está rodeado de caléndulas, castaños y robles en Ramales de la Victoria. No solo la cosmética que produce se define como ecológica, también el edificio responde a criterios de respeto al medio ambiente, climatizado mediante geotermia, iluminado por leds e integrado en el entorno. El continente ya habla de una forma de elaborar el contenido, de manera artesanal y natural, y desde una concepción vegana, sin emplear en ello ningún producto animal. Una filosofía impulsada por el empresario Julián Marcilla y basada en su inquietud por el mundo de la ecología: “También por el interés por nuestro futuro y el de nuestros hijos, eso hace que en todo momento haya buscado y me haya movido en el mundo de los productos naturales”, explica.
Taller Madreselva comenzó en 1983 en Laredo en una pequeñas instalaciones, de forma autodidacta a partir de los conocimientos y estudios del mundo de la naturopatía y de los productos naturales que había realizado su fundador. Cuando en 2013 entró en vigor la nueva directiva europea para el sector, dieron el salto a las instalaciones de Ramales: “Cumpliendo con todos los parámetros e incorporando un equipo para la producción, el márketing y el control de calidad siguiendo las normativas de las administraciones y la Comunidad Europea”.
Para dar el salto se contó con el apoyo en la Agencia de Desarrollo Local del Alto Asón –“que cuenta con un personal extraordinario”, asegura Marcilla– financiación de Triodos Bank –“una entidad ética que solo financia proyectos vinculados con conceptos de sostenibilidad y respeto al medio ambiente”– y los fondos propios.
Según Julián Marcilla, la suya es una empresa única en la región, “porque en este tipo de actividad no hay nadie más en Cantabria”. Se refiere no solo a la elaboración de toda una gama de productos cosméticos, sino a que también cultivan la materia prima con la que los elaboran: “Igual me engaño y hay alguno, pero como cultivadores no hay ni siquiera en España. Somos una empresa innovadora, diferente y creativa, si se me permite decirlo, porque es todo un proceso desde que entra el tractor hasta que sale el producto”. Además, indica, generan empleo en el entorno rural, ya que cultivar los campos de caléndulas de donde saldrán componentes para sus productos supone contratar temporalmente a gente de la zona. La facturación media se sitúa en torno a los 250.000 euros anuales, y las perspectivas son buenas: “En este 2022 hemos empezado a ver el fruto de todo el esfuerzo, y aunque parecen venir tiempos de incertidumbre, tenemos esperanzas muy fundadas en que 2023 nos será propicio”.
Ecológicos de verdad
La calidad de un producto ecológico y verde es una realidad que va más allá de una etiqueta, y que exige una forma de trabajo específica que no todo lo que está en el mercado cumple en realidad, asegura el director de Madreselva: “Ahora hay un bombardeo masivo de la cosmética ‘green’, muchos productos son supuestamente verdes y certificados”. Para producir de acuerdo a la normativa, explica, hay que cumplir unos requisitos en cuanto a los ingredientes de las materias primas: “Eso significa que, por ejemplo, un aceite que se extraiga de forma no sostenible, es decir, que para recolectarlo se entre en un bosque y se arrase con la producción, no se podría certificar. Hay que justificar que no solo que el cultivo es ecológico, sino también que las recolecciones de las materias primas se hacen de forma respetuosa con el medio ambiente”.
Como no puede ser de otro modo, respetar ese proceso limita la consecución de materias primas y encarece el producto: “Si tienes productos de alta calidad, éstos tienen unos costes y salen al mercado también con unos precios competitivos en cuanto a la calidad que tienen, pero no en relación con lo que nos encontramos en el mercado y lo que mucha gente espera encontrar”.
Las etiquetas de ‘sostenible’ y ‘eco’ pueden ayudar a llegar al público, sin embargo, la proliferación de este tipo de productos significa una fuerte competencia para una empresa pequeña como Taller Madreselva. Julián Marcilla considera que la pequeña dimensión de una empresa familiar como la suya puede suponer un inconveniente, ante el poder de márketing y comunicación de alguno de los gigantes que operan en el sector de la cosmética. El fundador de Madreselva menciona expresamente la proliferación del ‘greenwashing’, una práctica de márketing verde destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica: “A un producto prácticamente lleno de ingredientes sintéticos se le añade un aceite, por ejemplo de rosa mosqueta, y se dice que es natural. Y el consumidor que no está ducho en la materia compra el producto convencido y feliz, pero es un producto totalmente sintético. Eso es un caballo de batalla complicado porque estas empresas tienen todos los medios para comunicar que les permite vender de forma masiva”.
Varios de los productos que elabora Madreselva utilizan como base los componentes de la caléndula que extraen de la plantación anexa al laboratorio. Pero tienen que importar otras materias primas, como diversos aceites vegetales o esenciales, entre los que se encuentran el aceite de argán, el de canela o el de rosa damascena. Las plantas de las que se extraen se cultivan en el sur o el Mediterráneo, o incluso no existen en España y hay que traerlos de Marruecos, el sudeste asiático o la Isla de Madagascar. Importar las materias prima encarece el producto, no solo por la lejanía de su origen, sino por su limitada producción: “Hacemos un aceite corporal hidratante a base de rosa damascena que se cultiva en países como Turquía y Bulgaria, y para el llamado aceite absoluto de rosa damascena, que se extrae de los pétalos, se requieren de tres a cuatro toneladas de los pétalos para obtener un litro de aceite, eso evidentemente pone sobre la mesa que producir un aceite ya encarece muchísimo el producto”.
Aunque ya cuentan con proveedores con los que mantienen acuerdos de estabilidad en la compra, se han visto obligados a subir los precios por el alza de la energía, la gasolina o los transportes: “Nos afecta y nos cuesta muchísimo mantener los precios, hemos tenido que aumentarlos entre un 6% y un 8%”.
Sin embargo, gracias a los campos propios pueden producir uno de los productos estrella de Taller Madreselva, un aceite de caléndula que, apunta Marcilla, cuenta con unas propiedades extraordinarias para las pieles con dermatitis e inflamaciones y que es muy utilizado para los bebés. “La caléndula la tenemos alrededor de nuestras instalaciones, recolectamos en verano, posteriormente hacemos los secados, las maceraciones y las preparaciones. Y luego hay otra serie de aceites, uno antiestrías y otro para la celulitis y reductor que también utilizan este aceite”.
Aprovechar sinergias, abrir mercados
Aunque los precios y la competencia dificultan la entrada en distintos canales, la empresa cuenta con una distribución muy extendida gracias a las redes ya establecidas por otra empresa de Julián Marcilla, Dispronat.
Así los productos cosméticos llegan a toda España, islas incluidas, sin olvidar la venta electrónica a través de la web tallermadreselva.com. “La venta online es una parte importante de nuestra actividad porque cada día crece, pero hoy por hoy todavía no es nuestro fuerte. Tenemos nuestros productos posicionados en el comercio convencional y en el canal de las tiendas de productos naturales, herbodietéticas y tiendas de producto ecológico. Un tercer canal son los salones de belleza y estética, para los que hacemos productos exprofeso, y también los centros de formación”. Además, la empresa acaba de firmar un acuerdo con una distribuidora gallega del sector farmacéutico que colocará los productos en Galicia, Andalucía y Madrid.
Según el fundador de Madreselva, la cosmética es un campo que puede ofrecer oportunidades que, de hecho, han dado ya pie al surgimiento de varias empresas en España: “Pero la mayoría no son fabricantes, son una marca para la que otros elaboran los productos. Si tienes inquietud se puede hacer en Cantabria, pero en cuanto a la producción, es más complicado, porque no hay una base climática como para desarrollar materias primas, ya que es necesario calor y clima seco, y eso aquí no es lo que más abunda”.
Otra posibilidad es la de ampliar el cultivo de la caléndula. Tras el éxito de varios productos basados en sus activos concentrados, Julián Marcilla vislumbra la posibilidad de contar con más materia prima sin salir de Cantabria: “Hoy por hoy con nuestra producción de caléndula ya tenemos suficiente para nuestras necesidades, pero he hablado con algunos agricultores ecológicos por si fuese necesario aumentar la producción, porque tenemos mucha demanda. Es una planta muy fácil de cultivar y muchos de ellos ya la conocen. Ojalá se dé el caso”.