La Escueluca: el disfrute por aprender
Esta empresa educativa especializada en actividades extraescolares, que acaba de celebrar su décimo aniversario, apuesta por nuevas líneas de negocio orientadas a servicios sociales, por la conciliación y por la formación de futuros trabajadores del ocio y el tiempo libre. Además, la Escueluca advierte de la amenaza que representan las ETT para el sector, a las que acusa de “tirar” los precios en los concursos públicos.
Manuel Casino | @mcasino8 | Julio 2024
Una década de innovación educativa. De este modo anunciaba La Escueluca la celebración hace unas semanas de su décimo aniversario y ahora convalida Pablo Bellota, uno de los tres socios fundadores, junto a Ángel Lanza y Maite Gil, de esta empresa que, según explica, apuesta por un enfoque audaz e innovador para el aprendizaje alejado de las convenciones educativas tradicionales. “Creemos que la escuela adolece de la motivación necesaria y el disfrute por emprender. Por eso, ya sea en el ámbito formal o informal, nos centramos en unificar la cuestión educativa y lúdica, dos aspectos que, a nuestro juicio, deben ir de la mano. De ahí que intentemos siempre impregnar a todas nuestras actividades de ese enfoque más lúdico”, razona Bellota desde la sede social ubicada en la capital de Cantabria.
En su repaso de estos diez años, explica que esta empresa, especializada en un primer momento en actividades extraescolares en centros educativos de Cantabria, ha ido poco a poco abriéndose a nuevas líneas de negocio orientadas a los servicios sociales, fundamentalmente a través de programas municipales de intervención con menores en riesgo de exclusión, así como al ámbito de la conciliación, con la oferta de campamentos urbanos y campus educativos coincidiendo con los periodos no lectivos de los escolares. Un periplo en el que también destaca su constitución en Escuela Oficial de Tiempo Libre para ofrecer formación a los futuros profesionales de este sector que, admite, es muy estacional.
Un paso que dieron en 2018 y que Bellota justifica en la necesidad de crear una cantera propia de trabajadores, a los que no duda en considerar el “pilar fundamental” de la empresa. “Necesitamos contar con una plantilla muy extensa para atender todas las actividades que ofrecemos. En los periodos álgidos, podemos llegar a superar los cien trabajadores, pero en general se trata de empleos con poca carga de horas de trabajo que se ajustan bien a perfiles de estudiantes de Magisterio, monitores de tiempo libre, educadores sociales y todos aquellos otros que tengan en su formación un componente social, educativo y de ocio”, aclara este joven empresario.
En todo caso, sostiene que el problema no es tanto de demanda, que la hay, sino de distribución geográfica. “En municipios como pueden ser Santander, Torrelavega o Laredo no tenemos demasiadas dificultades para encontrar personal cualificado, pero en entornos más rurales sí que nos cuesta dar con personas que quieran desarrollar estas actividades”, subraya. Por eso, Bellota afirma que han realizado un llamamiento a los ayuntamientos alejados de los grandes núcleos urbanos a que “lancen” este tipo de cursos: “Porque nos consta que existe una demanda real por parte de centros educativos de esas zonas que en muchas ocasiones no podemos hacer frente por falta de personal”.
Hacer más atractivo el sector pasa, en gran medida, por ofrecer mayor estabilidad laboral, un objetivo que Bellota asume que resulta complicado porque las extraescolares, dice, “son las que son, siempre a la misma hora y no se pueden duplicar”: “Prácticamente todos los trabajadores están a jornada completa durante los meses de verano, pero no así durante el resto del año. De ahí que estemos intentando orientar nuestra actividad hacia los servicios de sociales o de guardería, que son más estables y conllevan una mayor carga de horas de trabajo a lo largo del año. Sea como fuere, procuramos que nuestros empleados puedan compaginar varias actividades. Es decir, tener la menor plantilla con la mayor estabilidad posible. Pero, como digo, en este sector tan estacional no siempre es sencillo”, concede.
«Los trabajadores buenos nos los quitan porque, quieras o no, nuestros monitores trabajan en centros educativos, donde a la postre llevamos a cabo el 95% de nuestra actividad de extraescolares, que pueden ofrecerles una carga de trabajo y una estabilidad que nosotros no podemos». Pablo Bellota, cofundador de La Escueluca.
Como consecuencia de esta realidad, el cofundador de esta empresa educativa también advierte de las dificultades que tienen para retener el talento, que prefiere la mayor estabilidad laboral que les ofrece los colegios privados y concertados, o incluso la propia Administración a través de oposiciones públicas. “Los trabajadores buenos nos los quitan porque, quieras o no, nuestros monitores trabajan en centros educativos, donde a la postre llevamos a cabo el 95% de nuestra actividad de extraescolares, que pueden ofrecerles una carga de trabajo y una estabilidad que nosotros no podemos. Y contra eso no podemos luchar. Ese es el mayor hándicap de este sector”, advierte.
Así las cosas, reconoce que el mayor volumen de trabajo de su empresa se concentra en julio y agosto, meses en los que los ingresos se triplican y que dan soporte a una buena parte de la facturación anual, que el pasado año rondó la cifra récord de 1,25 millones de euros, pero que tienen un pero: dependen en demasía de los contratos públicos. En este sentido, admite que solo ‘El Veranuco’ de Santander, un proyecto que llevan gestionando, con excepción de 2020, desde hace ocho años y que tienen prorrogado hasta 2025, les aporta alrededor de 400.000 euros anuales. “Es evidente que este programa nos da mucha estabilidad y tranquilidad para el resto del año y que dependemos de los contratos públicos para crecer, pero nuestro objetivo es poder subsistir sin ellos porque, al final, los proyectos públicos pueden salir o no salir”, conviene.
Escollos: la competencia de las ETT y la reforma laboral
Llegados a este punto, Bellota se refiere además a la creciente competencia que existe en el sector que, según sostiene, no proviene tanto de empresas de Cantabria como la suya –“fuertes seremos cuatro o cinco”, enfatiza– sino sobre todo de las grandes empresas de trabajo temporal (ETT’s) nacionales, a las que acusa de tirar los precios. “Adecco, Flexiplan o Eulen, por citar algunas de ellas, son empresas que van a precio. Si se presentan a la convocatoria de estos proyectos públicos, nos arrollan”, admite el portavoz de La Escueluca, que advierte sobre las implicaciones que puede tener adjudicar este tipo de servicios atendiendo únicamente a su coste: “Aquí no estamos hablando de limpiar un aula, estamos hablando de cuidar niños y de desarrollar actividades lúdicas con los mejores profesionales y los mejores materiales posibles. Por tanto, tirar los precios significa tirar la calidad del proyecto. Porque o lo haces barato, o lo haces bien, pero las dos cosas a la vez es bastante complicado”, enfatiza visiblemente molesto con el papel de estas ETT que, asegura, exclusivamente se ciñen a lo económico y que, a diferencia de su empresa, concurren en todos los sectores y en todas las comunidades autónomas. “Nosotros somos muy artesanos y trabajamos solo en Cantabria porque nos gusta hacer poco, pero bien hecho. No queremos entrar en esa pelea que nos llevaría a tener que reducir la calidad de nuestra propuesta”, resalta antes de incidir en que este escenario constituye la mayor amenaza en el ámbito de los concursos públicos.
“Vemos que, sistemáticamente, las empresas de Cantabria estamos perdiendo muchos proyectos que al final van a parar a manos de estas ETT”, argumenta Bellota, quien solicita una revisión de la Ley de Contratos del Sector Público para impedir que existan contratos de servicios y de atención de personas en los que exclusivamente se valoren los aspectos económicos. “Creemos que las condiciones técnicos deberían tener mucho más peso en este tipo de concursos y no, como ocurre en algunos casos con convocatorias del Gobierno de Cantabria, en los que el 100% son solo cuestiones económicas”, resuelve antes de citar como ejemplo el caso PROA+, el Programa para la Orientación, el Avance y el Enriquecimiento Educativo lanzado por el Ejecutivo regional en el que solo se tienen en cuenta criterios económicos. “Evidentemente, la calidad de este proyecto será la que sea”, asevera de forma un tanto enigmática.
Por otro lado, el portavoz de La Escueluca asegura que otro de los principales problemas del sector descansa en la reforma laboral y la nueva categorización de los contratos, que les obliga a hacer fijos discontinuos a todos los trabajadores con contratos inferiores a un mes si no quieren que la Seguridad Social les cobre más de 20 euros por cada alta formalizada, aunque sea para desarrollar una actividad de animación de unas pocas horas. “Carece de sentido. Es una política que puede tener mucha lógica para determinados sectores, pero no para el nuestro. Con esta reforma el Gobierno ha puesto el pie en la nuca de las empresas. Una ley que nació para evitar la piratería en el sector está contribuyendo aún más a ella porque, en muchos casos, cuesta más dar de alta a un trabajador por solo tres horas que lo que cuesta el propio trabajador”, reflexiona.
Según detalla, esta situación les ha llevado a tener en sus diez años de existencia otras tantas inspecciones de Trabajo porque este organismo entiende que, al dar tantas altas y bajas laborales, son una empresa sospechosa. “No nos preocupa porque en nuestro caso tenemos todo regularizado, pero no entendemos por qué no se inspeccione con el mismo celo la actividad de otras empresas que facturan cientos de miles de euros pero que, como no dan altas, no son sospechosas, aunque sobre ellas pesen incluso denuncias de fraude”.
A su juicio, las leyes no se adaptan a empresas como la suya, por lo que reclama flexibilizar las fórmulas. Y pone varios ejemplos para explicarlo: “Si una familia nos llama un sábado para contratar a un monitor de animación para el día siguiente, ¿cómo doy de alta a ese trabajador? ¿Lo hago el lunes con carácter retroactivo? Obviamente, eso no se puede y perdemos esa actividad. Asimismo, tenemos un servicio de ocio con colegio de educación especial de Torrelavega en los que los monitores acompañan los fines de semana a menores con discapacidad a ir al cine o a cenar para socializar. ¿Qué ocurre si ese trabajador te llama el sábado por la mañana para decirte que está enfermo? ¿Cómo doy de alta a la persona que le sustituye? Al final, además, nosotros llevamos todos estos trámites con una gestoría, que los sábados está cerrada”, lamenta.
En cuanto a los servicios demandados, Bellota apunta a que las familias, cuando acuden a ellos, buscan ir más allá de la pura conciliación, a diferencia de lo que sucedía hace unos años cuando ese era el criterio fundamental: “Éramos ‘aparcamientos’ de niños de Primaria e Infantil”, describe gráficamente para marcar distancias con la situación actual, en la que se demanda más aprendizaje, algo más educativo y de mayor calidad humana “y, sobre todo, sentir que dejan a sus hijos en buenas manos”, sostiene.
Futuro optimista
De cara a este a este verano, Bellota avanza que las perspectivas son muy buenas, no solo porque llega la temporada alta gracias a los campus municipales, sino también porque les han surgido otras actividades extras en colegios y algún que otro ayuntamiento como el de Camargo, además de diferentes eventos de carácter lúdico para adultos en los que, destaca, al lado siempre hay una sección de niños, ya sean talleres, pintacaras, tatuajes o hinchables.
El cofundador de La Escueluca asegura que las mayores oportunidades del sector se presentan fundamentalmente en el ámbito de la conciliación que, a su entender, va a seguir siendo muy necesaria en los próximos años. En este sentido, defiende el calendario escolar de Cantabria, con periodos de descanso de una semana cada bimestre: “Tiene mucha razón de ser y nos gusta mucho desde el punto de vista pedagógico, pero aún más desde el punto de vista empresarial”.
“Lo que más trabajo nos lleva es concienciar a las familias de la importancia de complementar la educación formal con otras disciplinas y competencias que no se adquieren en las aulas pero que son igual de importantes”, señala, citando entre ellas el deporte, las artes escénicas o las plásticas a las que se refiere como las grandes olvidadas de la escuela tradicional.
Lo que tiene muy claro es que las actividades extraescolares en Cantabria son demasiado baratas comparadas con otras comunidades autónomas y otros servicios análogos. “Estamos hablando de que una extraescolar tiene un precio medio de 18 euros mensuales por cuatro clases de una hora de duración cada una, es decir, 4,5 euros por hora. Si lo comparamos con lo que puede ser una academia de idiomas o cualquier otro tipo de actividad diría que es un precio regalado. Pero es en lo que se mueve actualmente el sector y resulta muy complicado aumentarlo porque, al final, estamos trabajando en centros educativos –La Escueluca lo hace en 30 colegios– en los, quieras o no, las familias lo perciben como algo propio del centro, aunque, como su propio nombre indica, es extraescolar y voluntaria”, concluye.