La paradoja cántabra de la economía social
El número de cooperativas y de empresas que tienen como dueños a sus trabajadores es en Cantabria muy inferior al que correspondería de acuerdo a su peso en el PIB español: poco más de 300 sobre un total español que supera ampliamente las 40.000. Pese a ello, la región puede presumir de contar con una de las mayores sociedades laborales del país, Vitrinor, que en el último ranking elaborado por la Confederación Empresarial Española de la Economía Social escala hasta el tercer lugar, con cerca de 37 millones de euros de facturación y más de 400 trabajadores en plantilla.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Abril 2019
El tópico dice que los cántabros son poco dados a emprender proyectos en común, y las cifras lo confirman, al menos si esos proyectos toman la forma de una empresa participada por sus propios trabajadores: en Cantabria operan muchas menos cooperativas y sociedades laborales de las que correspondería al tamaño de la región. Según las cifras que maneja el Gobierno regional, a quien compete la regulación de las sociedades mercantiles que toman esta forma jurídica, en Cantabria el número de cooperativas, calificadas y en funcionamiento, es de 178, en tanto que las sociedades laborales las sociedades laborales en la misma situación son 165. Una cifra ciertamente modesta si la comparamos con las más de 42.000 que operan en España, de acuerdo a los cálculos que realiza la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES).
La modesta aportación cuantitativa de Cantabria contrasta con el tamaño que alguna de las sociedades laborales de la región, que resiste ventajosamente la comparación con casi cualquier otra de las que opera en España. La propia CEPES acaba de publicar el ranking ‘Empresas relevantes de la Economía Social’, que analiza –con datos remitidos por los socios de CEPES– 908 empresas que funcionan bajo la forma jurídica de cooperativa, sociedad laboral, centro especial de empleo, mutualidad, empresa de inserción o cofradía de pescadores. En ese listado, conformado en más de sus tres cuartas partes por cooperativas y sociedades laborales, aparecen diez empresas cántabras, con una de ellas –Vitrificados del Norte-Vitrinor– en una posición de privilegio: la tercera por volumen de facturación entre todas las que tienen como accionistas mayoritarios a sus propios trabajadores.
Esta condición, la de tener al menos el 51% de sus participaciones o acciones en manos de los trabajadores, es lo que distingue a una sociedad laboral –ya sea en forma de sociedad limitada (SLL) o anónima (SAL)– de cualquier otra mercantil. De acuerdo al ranking que elabora CEPES, el fabricante cántabro de menaje se sitúa solo por detrás de la vizcaína Betsaide SAL y la madrileña Valrisco SLL, y muy cerca de ambas en cuanto a cifras. De hecho, el listado que elabora la confederación que agrupa a las empresas de economía social se ha elaborado con los datos de facturación del año 2016 –37 millones de euros de ventas, en el caso de Vitrinor– pero ya el salto adelante dado por la empresa de Gurieza en los ejercicios siguientes, en los que se ha movido en el entorno de los 50 millones de euros, permite pensar que haya escalado cuanto menos un puesto en el ranking. En empleo se situaría también en el tercer puesto, con algo más de 400 trabajadores, si bien atendiendo a este criterio las empresas que le superan son otras, Transportes Urbanos y Servicios Generales SAL, de Barcelona, y la guipuzcoana Kate Legaia. A diferencia de ambas, que operan en el sector servicios, Vitrinor es una empresa que se cuenta entre las mayores industras de Cantabria.
Como muchas de las empresas que aparecen en la relación recogida por CEPES –la mayor, Betsaide, sería otro ejemplo–, Vitrinor nació de la crisis que llevó al cierre de una empresa anterior, en su caso Gursa, del antiguo grupo Magefesa. Abocados al desempleo, los trabajadores crearon una sociedad para retomar la actividad de la desaparecida. Un cuarto de siglo después de aquello, y con buena parte de los socios fundadores ya jubilados, la trayectoria de Vitrinor ha avalado el éxito de aquella iniciativa.
Según las cifras que maneja la confederación que agrupa a las empresas de economía social, estas aportan en torno al 10% del PIB español, operando en todos los sectores de la economía. Y lo hacen, según asegura Juan Antonio Pedreño, presidente de la entidad, en condiciones especialmente beneficiosas para el lugar en el que están asentadas: “Una característica importante de las empresas de Economía Social es que son empresas que no se deslocalizan, al tener un fuerte compromiso con el territorio donde se desarrolla su actividad y que, además, generan un empleo estable, de calidad e inclusivo”.
Además de Vitrinor, el ranking publicado en ‘Empresas relevantes de la Economía Social’ incluye a otras nueve cántabras, aunque entre ellas solo hay otra sociedad laboral –Ferrallas Buelna SLL, en el puesto 129– y tres cooperativas, aunque dos de estas últimas son promotoras ligadas a un proyecto constructivo único. La tercera es Afrocantabria, la mayor cooperativa agraria y ganadera de la región, que con 52 millones de euros de facturación y 73 trabajadores en plantilla se sitúa en el puesto 94 entre las empresas de economía social de su categoría. El resto de empresas cántabras que aparecen en la relación son centros especiales de empleo –Soemca, Saema y Amica–, mutualidades y la federación de cofradías de pescadores.