“La universidad tiene que ponerse a trabajar para generar recursos”

Federico Gutiérrez Solana, rector de la Universidad de Cantabria, afronta un nuevo mandato con la responsabilidad de adecuar la oferta de titulaciones al marco europeo y defendiendo la necesidad de potenciar la la relación entre el ámbito académico y la empresa como uno de los ejes de su política.

Texto de José R. Esquiaga @josesquiaga
Publicado en diciembre de 2007

La entrevista con Federico Gutiérrez Solana, rector de la Universidad de Cantabria, se realizó en plena campaña electoral, pero sabiendo ya que sería a él a quien le competería regir los destinos de la institución académica cuatro años más, dada la no presentación de candidatura alternativa. Por ello, y pese a que faltaban dos semanas para el trámite de las urnas –obligado por un absurdo legal, a pesar de no existir contrincante– Gutiérrez Solana pudo hablar del futuro de la universidad sabiendo que será a él y a su equipo a quienes corresponderá gestionarlo.

Pregunta.- ¿Que no se haya presentado otro candidato es un respaldo a su labor o es que nadie quiere asumir la responsabilidad, y el desgaste, que supondrá poner en marcha las reformas previstas para los próximos cursos?
Respuesta.- La tarea a desarrollar es de vital importancia, así que entiendo que debería ser atractiva para cualquiera. Vamos a vivir un momento crítico para la universidad española, y por tanto también para la de Cantabria, con la incorporación al espacio europeo de educación superior. En relación con su pregunta, podemos valorar también que en este momento lo que hace falta es una experiencia de gestión, tener un modelo de universidad coherente con el futuro, y que el proyecto, la gestión que hemos hecho y el modelo que hemos propuesto ha sido acogido con satisfacción, lo que explica que no haya habido movimientos en busca de una opción alternativa.

P.- ¿Espera muchas dificultades en los próximos años en esa tarea?
R.- Hay muchos retos, y podemos hacer el símil de reto igual a dificultad, sin duda. Pero es un momento precioso, de planificación de la universidad, y por tanto como equipo nos sentimos enormemente orgullosos de poder afrontarlo, y agradecidos al conjunto de la comunidad universitaria porque de alguna manera asumimos todos que ese es el camino de los próximos cuatro años.

P.- Uno de los temas que puede conllevar más desgaste es la adaptación a los nuevos planes y nuevas titulaciones.
R.- Todo el espectro de la Universidad de Cantabria tiene que vivir un análisis y diagnóstico previo que ya hemos ido haciendo durante el último año. Esto tiene que tener una continuidad en una serie de comisiones, en cada centro, que definan un proyecto para cada título que deseen implantar, con una memoria, unos objetivos, una justificación de lo atractivo que puede ser ese título para la sociedad y una situación presupuestaria que cuente los medios que contamos para hacerlo, qué habría que incorporar… En estas comisiones vamos a pedir a los agentes sociales que incorporen personas externas a la universidad en representación de esa demanda socia. Pretendemos por tanto configurar una oferta basada en las necesidades de la sociedad y no en las necesidades del profesorado, como en otras épocas se hizo. Eso motivó, y no lo digo por esta universidad sino por el conjunto del sistema universitario español, un desequilibrio entre oferta y demanda.

P.- Ese trabajo que sirve para incorporar titulaciones, ¿servirá también para que salga del catálogo alguna de las existentes?
R.- Probablemente puede haber algunos cambios. Hay que pensar que pasamos de un sistema que tiene un catálogo de titulaciones, en el que no se puede salir de un marco prefijado, a otro absolutamente libre, donde no hay un catálogo, sino un registro. Esto va a ofrecer sin duda novedades en cuanto a la oferta, creo que cada universidad puede buscar el ser competitiva estableciendo características propias en los procesos formativos, de manera que resulten más atractivos.

P.- ¿Cómo se hace más competitiva una universidad, como se hace más atractiva para sus clientes?
R.- Como en toda empresa, como en toda institución, haciendo más atractiva su oferta, de manera que ésta sea demandada. No sé si es adecuado hablar de clientes… nuestro cliente es la sociedad y lo que tenemos que conseguir es que a la sociedad, para cumplir el compromiso de formar a sus ciudadanos, les resulte atractivo lo que nosotros ofrecemos.

P.- Entiendo que para conseguir eso se plantearán iniciativas concreta.
R.- Las iniciativas tienen que venir de una correcta metodología, y en eso nos hemos estado entrenando cuatro años con el Plan Piloto del Espacio Europeo de Educación Superior. El 50% del profesorado ha tenido ya prácticas en esta línea y prácticamente todos los centros y el 80% de los departamentos se han visto implicados en esta actuación. Esta experiencia de partida nos deja en una buena posición para saber lo que tenemos que hacer, lo que tenemos que corregir, cuánto tiempo tiene que dedicar el profesorado para hacer una asignatura con el rigor necesario para que alcance la calidad que queremos… Por otro lado está la estructura de las titulaciones… tenemos que aportar novedades que resulten atractivas, incorporando herramientas formativas en competencias transversales que tiene que tener un profesional: trabajar en equipo, saber tomar decisiones, establecer capacidades de liderazgo… De alguna manera despertar en el proceso formativo todos estos valores mediante una formación específica, incorporándolo decididamente en todos los planes. Junto a ello incorporar actuaciones de la mano de las propias asociaciones empresariales, para garantizar la empleabilidad, con una formación más pegada al entorno laboral.

P.- Hay quien dice que también se está haciendo atractiva la universidad haciéndola más fácil, adecuándola al bajón de nivel que han sufrido las etapas previas educativas.
R.- La formación tiene que tener continuidad, tenemos que educar desde donde recibimos. No tiene sentido que pongamos un listón a dos metros, cuando los alumnos llegan preparados para saltar uno y medio. Eso implica muchas cosas. En lo que se refiere al método tiene que ser más eficaz, con una educación tutorizada, próxima. En el modelo actual el profesor intenta enseñar lo máximo, para que el que pueda aprender algo aprenda todo lo posible. El problema es que con ello se va quedando descabalgada una parte importante del alumnado, con lo que la eficacia del sistema baja, y el rendimiento también. Hemos tenido generaciones de estudiantes que tardaban una media de ocho años para hacer una carrera de cinco, cuando para hacer una de cuatro deberemos estar entre cuatro y cinco. No estamos inventando nada, este modelo universitario es el americano, el del Reino Unido, países que todos tenemos como ejemplo por la calidad de su formación superior. Tendremos más gente bien formada, quizá con menos nivel punta, pero con el suficiente para que el que quiera seguir avanzando en un sistema piramidal, pueda hacerlo.

P.- ¿Eso puede llevar a que se demande la formación de posgrado en mayor medida a que lo hace ahora?
R.- En la situación actual teníamos diplomaturas y licenciaturas, ingenierías técnicas e ingenierías, y de ahí, si se quería progresar había que pasar, por la vía oficial, al doctorado, que se veía como un proceso muy académico, con una salida exclusivamente para la investigación, de manera que el tejido productivo no entendía que esa formación les fuera válida. Luego, y cada vez más, había una formación propia de las universidades, o instituciones próximas a las universidades, que buscaba los complementos que pedía la empresa. Ahora el propio mecanismo de oficialidad ya contempla el máster. Esa formación de posgrado, de corte profesional, no estará destinada a todos los que han acabado el grado, con lo que no creo que haya que pensar en un incremento significativo de la demanda de esa formación.

P.- La cuestión de la competitividad, de la que hablábamos antes, está directamente relacionada con la financiación. ¿Hasta qué punto la autofinanciación es un objetivo y, si lo es, en qué medida?
R.- La Universidad de Cantabria es una universidad pública, y por lo tanto depende de los recursos públicos, y no tiene nada de malo que sea así. Dicho esto, lo que hay que tener también presente es que el fondo público sirve para poner en marcha el sistema, pero luego el propio sistema se debe a la sociedad y debe contribuir a ese esfuerzo. Esto es, la universidad tiene que ponerse a trabajar para generar recursos. Yo suelo decir, recogiendo una frase aceptada en el ámbito europeo, que una universidad fuerte es aquella capaz de conseguir recursos equivalentes a aquellos que le da la sociedad. Esto es, cada año presupuestario deberíamos generar tantos recursos como nos aporta el dinero público. En el año 2006 nosotros generamos 24 millones de euros, cuando el presupuesto global, donde ya incorporamos la idea de la partida conseguida por nosotros mismos, era de 94 millones. Es decir, estamos en el entorno del 30% del total. Muy pocas universidades españolas están en este nivel. Esto quiere decir que con ese dinero que nosotros generamos se está haciendo actividad que redunda en una mejor formación de los estudiantes, en trasladar el conocimiento con los objetivos que demanda la sociedad, los agentes sociales y las empresas privadas. Además generamos empleo, porque con ello la Universidad reúne en su entorno una nuble de empleo de alta cuantificación que ronda las 400 personas, cuando nuestra plantilla a tiempo completo ronda las 1.300 personas, más otros 300 profesores asociados. En general estamos hablando de sumar un 25% de empleos a los que realmente tenemos. En este proceso estamos, pero insisto en lo dicho al principio, la autofinanciación la tienen que conseguir las universidades privadas, no las públicas.

P.- Esa necesidad de generar recursos ha llevado a que desde determinados colectivos se acuse a la Universidad  de Cantabria de competencia desleal, por realizar trabajos que también hace la empresa privada, con costes mucho menores.
R.- Tendremos que definir claramente cuál es la frontera que la universidad no debe traspasar. Los bordes no son nítidos y puede que alguna vez los hayamos traspasado pero normalmente no es así, porque cuando se acude a la universidad es porque lo que se busca no se encuentra en el mercado. En todo caso, si hay algún mal ejemplo, si algo hemos hecho mal, analicémoslo, desmontémoslo y colaboremos, pero no se puede descalificar a la universidad en conjunto, manteniendo esa nebulosa de que la universidad hace competencia desleal. Lo que podemos entender como servicio rápido a las empresas no llega ni al 5% de la contratación de la Universidad de Cantabria, que en conjunto supuso en 2006 unos 14 millones de euros. El 5% de esa cantidad es un montante muy modesto, y desde luego no estoy diciendo que ese 5% sea competencia desleal, porque se prestan servicios que no se dan en el ámbito empresarial. Estamos haciendo cosas que antes, por ejemplo, las empresas contrataban en centros tecnológicos del País Vasco.

P.- ¿Hasta que punto la universidad tiene que ser proactiva a la hora de dar a conocer estos servicios?
R.- Tenemos que estar en los foros, en las asociaciones, los colegios profesionales, para presentar una institución que trata de colaborar con ellos. Ningún esfuerzo que hagamos en este sentido está de más, y de hecho nos estamos dotando de técnicos para que asuman esa actividad casi comercial, porque nosotros somos también una empresa, pública, pero una empresa al fin y al cabo.

P.- La cuestión de la fuga de talento, titulados en la Universidad de Cantabria que tienen que salir fuera de la región para trabajar, ¿significa que lo que ofrece la universidad no es adecuado a lo que pide la región?
R.- Sería inadecuado si el flujo fuera al revés, si hubiera un aluvión de titulados de fuera, porque hiciesen falta titulados que no somos capaces de crear. Nuestra capacidad formativa puede ahora mismo superar la capacidad de absorber titulados de la región  en determinadas áreas. Esto hay varias formas de verlo, y una es pensar que esto tampoco es necesariamente malo. Hay ámbitos profesionales que no tienen por qué quedarse reducidos al espacio geográfico de una comunidad. A un estudiante que estudie medicina tenemos que formarle para que pueda trabajar en Harvard, por poner un ejemplo. No creo que eso sea un problema. Sí lo sería el que no fuésemos capaces de aprovechar todo aquello que hemos sabido generar en torno a la universidad, los grandes grupos de investigación. Si funcionáramos como una universidad clásica, muy basada en la docencia, tendríamos una limitación en tamaño. Eso no sucede cuando hablamos de investigación: nuestros grupos han sido capaces de generar grandes profesionales con el máximo nivel de conocimiento, y atraer investigadores de primer nivel, lo que favorece que aparezca un clúster de trama productiva. No se trata de ser la mejor universidad sólo por serlo, sino la mejor universidad para la sociedad.