Las siete vidas del Zoco
El Zoco Gran Santander nunca consiguió ser el espacio comercial que concibieron sus promotores, pero su reconversión en centro empresarial consiguió hace algo más de un década devolver cierta pujanza a un edificio que no carece de argumentos como polo de atracción para quienes operan en el sector servicios. La nueva dirección de la asociación de propietarios busca dar un nuevo impulso a las instalaciones, renovando equipamientos, incorporando nuevas salas comunes y poniendo sobre la mesa planes para su ampliación.
Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga
Seguramente porque los tropiezos tienden a grabarse a fuego en la memoria, al Zoco Gran Santander le cuesta sacudirse la leyenda de su fracaso. Nacido hace casi treinta años como centro comercial, el edificio levantado en Peñacastillo hace ya mucho tiempo que dejó atrás esa condición para buscar otros campos en los que hacer valer unas condiciones que, aunque nunca fueron suficientes para que funcionara en aquello para lo que fue concebido, han servido para que varias decenas de empresas lo hayan elegido como el lugar en el que ubicar su negocio. La llegada de una nueva dirección a la comunidad de propietarios del edificio, en julio del pasado año, ha servido para dar un nuevo impulso a la transformación de este en un centro empresarial, una naturaleza que adquirió hace ya más de una década y que quiere ahora reforzarse con la renovación de las instalaciones y la habilitación de nuevas infraestructuras, con dos salas para la realización de eventos como iniciativas más inmediatas. A más largo plazo, y condicionados por cuestiones de índole administrativa más que por la disponibilidad presupuestaria, los planes incluirían ampliar los aparcamientos con dos plantas subterráneas y construir un nuevo edificio en parte del espacio que hoy ocupa el parking en superficie.
Los 120 locales del Zoco suman en torno a 9.200 metros cuadrados de superficie para uso terciario –en tres edificios que forman un conjunto– según una distribución y concepción en la que todavía hoy es posible encontrar rastros de la naturaleza comercial que quiso darse a las instalaciones. Es el caso de las escaleras mecánicas, o los grandes espacios de paso, pensados para unas concentraciones de público que nunca llegaron a darse. Otros equipamientos, en cambio, se han demostrado perfectamente válidos para dar servicio a los inquilinos que finalmente han ido ocupando las instalaciones Actualmente tienen su sede en el Zoco gestorías y consultorías, despachos de abogados, agentes de la propiedad inmobiliaria, centros sanitarios o medios de comunicación, en un abanico de actividades que confirma la condición de centro de empresas que ha ido progresivamente adquiriendo el edificio.
La llegada de Quiter al Zoco fue, en el año 2000, el símbolo de la transformación del centro, desde sus orígenes comerciales a otros destinos para los que también estaba dotado. La empresa tecnológica, dedicada al desarrollo de software para concesionarios de automóviles, adquirió 1.000 metros cuadrados en la primera planta, que aún conserva pese a que posteriormente se trasladó a un edificio propio en el Parque Científico y Tecnológico. Quiter es uno de los principales propietarios del centro, como también lo son Fresenius Medical Care –antigua Dialsan, un centro médico que lleva más de una década en el Zoco–, la consultora Seficosa o Propulsora Montañesa –antigua Localia–, por mencionar solo a aquellos que cuentan con más metros cuadrados. Entre ellos hay tanto propietarios que desarrollan allí su actividad como quien tiene sus instalaciones en alquiler, ocupadas o no. También hay decenas de propietarios de locales más pequeños, y alguno que lleva allí desde que se inauguró el centro, como Francisco Martínez Coviella, gerente de Radio Martínez, que en su condición de presidente de la comunidad de propietarios del Zoco Gran Santander es uno de los principales responsables del renovado impulso que se quiere dar al centro.
Los trabajos para poner al día las instalaciones incluyen la renovación de las fachadas y la sustitución y reubicación de los puntos de luz, como trabajos más visibles de un programa de inversiones que ha destinado 400.000 euros a mejorar el centro y que prevé mantener ese ritmo inversor en los próximos meses. Tanto la inversión acometida hasta ahora como la que hay previsto realizar a corto y medio plazo se ha llevado a cabo con fondos propios de la comunidad de propietarios y sin necesidad de solicitar ninguna derrama. Es una circunstancia que refleja, para bien y para mal, dos de las características más llamativas del Zoco: pese a que ha habido momentos con una ocupación mínima, apenas ha existido morosidad entre los propietarios, que han abonado sus cuotas comunitarias con toda regularidad; a cambio, apenas se habían acometido trabajos de mantenimiento, lo que explica la existencia de unas bien dotadas reservas financieras.
Además de recuperar el terreno perdido en lo que tiene estrictamente que ver con el mantenimiento y puesta al día de las instalaciones, el plan de inversiones contempla ampliar el catálogo de servicios que ofrece el Zoco. El proyecto más avanzado es la creación de una sala para eventos y reuniones, aprovechando el espacio que ofrece una habitación hasta ahora utilizada como almacén. Son 120 metros cuadrados que ofrecen capacidad para entre 50 y 70 personas, y que se equiparán con todo lo necesario para que las empresas del propio centro, o cualquiera de fuera que quiera alquilar ese espacio, tengan un espacio que pueda acoger actos promocionales, reuniones o presentaciones de producto. Las previsiones que manejan los responsables de la comunidad de propietarios del Zoco contemplan que la sala, completamente equipada para su función, esté plenamente operativa antes de que acabe el año.
Algo más amplios son los plazos que se manejan para habilitar un segundo espacio con objetivos similares, aunque algo más ambicioso en sus planteamientos. También es una actuación que ilustra perfectamente tanto las posibilidades del centro como la forma en que estas pueden aprovecharse. El objetivo es poder habilitar como sala para eventos una de las áreas que se sitúan bajo la cubierta, sobre el patio situado sobre la entrada lateral. Se trata de una plataforma hoy sin uso, para la que se habilitaría un acceso y con la que se ganarían 250 metros cuadrados capaces de acoger reuniones de hasta 150 personas.
La intervención a realizar para esta segunda sala es especialmente representativa por cuanto busca sacar partido de áreas del centro desaprovechadas por no ajustarse al objetivo comercial originario –lo que sucedería en este caso– o bien por intentar idéntico objetivo ocupando zonas pensadas para el centro comercial que no fue, y que tienen poco sentido en un espacio puramente empresarial. Ese sería el caso de los amplios pasillos y de algunos espacios comunes, y también de las escaleras mecánicas, voluminosas, poco prácticas y muy caras de mantener. Esto, y no el que estén averiadas, explica que permanezcan paradas.
Al contrario de lo que sucede en estos casos, hay otros equipamientos concebidos para el centro comercial que son también perfectamente válidos para el centro empresarial, y que constituyen de hecho alguno de los argumentos de más peso para atraer a potenciales inquilinos del edificio. El servicio de seguridad, con todo el recinto y el interior vigilado por cámaras y con cobertura de 24 horas los 365 días del año, sería uno de los principales ejemplos, como también lo es el fácil aparcamiento o la ubicación en un nudo de carreteras que permite la comunicación fácil y rápida tanto con el centro de Santander como con la red de autovías.
Esto, y el renovado impulso que se quiere dar a sus posibilidades como centro empresarial, son también los argumentos que esgrimen los responsables de la comunidad de propietarios del Zoco para poner sobre la mesa el proyecto de construcción de un nuevo edificio, que unido al bloque principal mediante una pasarela, permita habilitar un nuevo módulo para empresas de servicios, que podía ser especialmente adecuado para emprendedores y start-ups. El proyecto, de hecho, se ha presentado al Ayuntamiento de Santander ofreciéndolo como posible ubicación para el vivero de empresas que hoy ocupa los bajos del Mercado de México, un espacio que nunca estuvo pensado para ese fin.
Oferta de locales
Sin entrar a considerar los metros cuadrados que sumaría el nuevo edificio –que hoy es sólo un proyecto, sin que se contemplen plazos para que dé el salto del papel a la realidad– el Zoco mantiene una oferta relativamente amplia de locales en alquiler o venta. No tanta como cuando comenzó su transformación en centro empresarial coincidiendo con el cambio de siglo –estaban disponibles entonces cerca del 80% de los locales, incluyendo alguno de los mayores– pero sí suficientes como para dar respuesta a casi cualquier necesidad.
Gesvar, agencia inmobiliaria que tiene precisamente su sede en el centro, es también la encargada de gestionar la comercialización de los locales disponibles. Según los cálculos de su director, Carlos Blanco, a finales de agosto había treinta locales en alquiler –la mayoría, y todos los de más tamaño– o venta. En esa oferta hay desde oficinas de 20 metros cuadrados, hasta los locales más grandes con que cuenta el Zoco, de 850 y 1.300 metros cuadrados, con un abanico de precios que iría desde los 250 euros de renta a abonar en el primer caso hasta los 7 u 8 euros por metro cuadrado que se pagarían por el alquiler de los locales más grandes. Una oferta variada y que, sobre todo en las oficinas de mayor tamaño, no es fácil encontrar en ningún otro lugar de la capital de Cantabria. Ese es otro de los valores del Zoco.