El futuro de Marina del Cantábrico marca el rumbo de la náutica deportiva

El embrollo legal que ha supuesto la anulación de la última transmisión de la concesión de Marina del Cantábrico, el mayor puerto deportivo de Cantabria, cuando solo faltan tres años para su caducidad, vuelve a poner el foco sobre la disponibilidad de amarres, uno de los principales condicionantes para el desarrollo de la náutica deportiva  en la región.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2024

A las singularidades ya conocidas del puerto deportivo Marina del Cantábrico se le ha unido la provocada por la sentencia el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) que anula la última transmisión de la concesión de infraestructura, que abrió en abril un nuevo interrogante sobre su gestión. Con un alcance que se adivina muy limitado en lo inmediato –la Autoridad Portuaria de Santander (APS) ha anunciado un recurso que difícilmente se resolverá en plazos cortos– con la decisión judicial se adelanta el escenario que habrá de enfrentarse de aquí a tres años, cuando venza la concesión a la que hace referencia y se licite una nueva.

El que es con mucho el mayor de los puertos deportivos de Cantabria, y junto al resto de los ubicados en el entorno de la bahía uno de los pocos que no depende administrativamente de la comunidad autónoma, ha pasado por avatares diversos desde su creación en 1977, el penúltimo con la quiebra de la empresa concesionaria y la apertura de un proceso de liquidación que dio lugar a la transmisión que ahora se pone en cuestión. Atendiendo el recurso de Nauplia Capital, empresa interesada en hacerse con la concesión, el TSJC anula el proceso por el que la APS la otorgó al Club Náutico Marina del Cantábrico, que tiene como socios a buena parte de quienes amarran ahí sus barcos. Aunque en principio esto implicaría volver a licitar la concesión, la presentación del recurso anunciado por la APS, y al que los usuarios actuales de los amarres anuncian que se adherirán, vuelve a dejar todo en manos de los tribunales. Teniendo en cuenta que la resolución difícilmente llegará antes de que finalice el plazo de la concesión en litigio, en 2027, todo lo anterior no tendrá demasiados efectos prácticos, lo que no ha sido obstáculo para que lo acontecido haya agitado las aguas en el sector de la náutica de recreo.

Dos modelos, distintos objetivos

Además de lo que tiene que ver con las cuestiones administrativas, las incógnitas sobre el futuro de la concesión de Marina del Cantábrico han servido para poner sobre la mesa dos modelos de gestión muy diferentes: el de una empresa que tiene como prioridad rentabilizar sus inversiones y el de un club que responde ante sus socios. A favor de los primeros juega su, en principio, mayor capacidad financiera para acometer las actuaciones de modernización que, ahí están de acuerdo todas las partes, precisan unas instalaciones que han sido objeto de muy pocas mejoras en el último medio siglo. Frente a esto, el club defiende la perspectiva social de su gestión, legalmente sin ánimo de lucro y en la que cualquier beneficio revierte en el puerto y en sus usuarios. Con independencia de lo que suceda en el pleito actual, estas dos fórmulas serán las que competirán por la concesión cuando caduque la actual dentro de tres años.

A falta de que Nauplia Capital o cualquier otra empresa concreten sus intenciones, el Club Náutico Marina del Cantábrico ha dejado ya clara su voluntad de optar a una prórroga de la concesión cuando finalice la actual. Eso no significa, puntualiza su presidente, David Muñoz, que quienes hoy tienen ahí un amarre vayan necesariamente a seguir disfrutando del mismo en las mismas condiciones que lo hacen actualmente: “Esto tenemos que entenderlo todos, somos titulares de una concesión administrativa que acaba en 2027, no somos propietarios de los atraques. Otra cosa es que tengamos una preferencia, faltaría más”. Llegado el momento, la fórmula para prorrogar la concesión que maneja el club es la misma que se ha utilizado en el caso de Puerto Chico, donde los actuales usuarios han conseguido el derecho a seguir siéndolo a cambio de asumir la cuantía de la renovación de los pantalanes. La principal diferencia con ese caso tiene que ver con los números, y en las dos vertientes: la presumible cuantía de la inversión a realizar, y también la cifra de amarristas que deberían asumirla. De la relación entre ambas variables saldría la cuantía de la derrama a asumir por los socios del Club Náutico Marina del Cantábrico, siempre que la APS acepte esta fórmula.

David Muñoz, presidente del Club Náutico Marina del Cantábrico, en su sede. Foto: Nacho Cubero.

David Muñoz asegura que el club cuenta ya con un proyecto de mejora del puerto que serviría de base para la propuesta de prórroga. Además de las inversiones para actualizar las instalaciones y los servicios, se contempla también una reordenación del espacio de los atraques del que saldría no tanto un incremento en el número de estos, como sobre todo un cambio en la disponibilidad de amarres para las diferentes esloras, restando alguno a las mayores para sumárselo a las más pequeñas, en las que existe una mayor demanda: “En ese sentido sí que puede haber un incremento en el número de atraques, porque en el mismo espacio entrarían más barcos, pero ese no es el objetivo”, señala el presidente del Club Náutico Marina del Cantábrico, que prefiere no concretar la cifra de inversión que prevén: “Prefiero reservarnos ese dato, porque tenemos que ser prudentes. Hay muchos intereses detrás, empresas y fondos buitre y tenemos que protegernos”. En todo caso, asegura, la cantidad a abonar por cada socio se movería en cotas razonables: “Somos algo más de mil, reparte la cantidad que quieras entre esa cifra y verás que el resultado será una cuantía similar o incluso inferior a la que hoy se paga por un alquiler”.

Más puntos de amarre

El puerto deportivo de Marina del Cantábrico cuenta actualmente con 1.200, cerca de 200 más que el que le sigue en la lista, el de Laredo. De ellos, y según calcula Muñoz, habría libres en este momento en torno a 80, cuando está a punto de comenzar la temporada estival. En esa cifra se incluye el número de amarres destinados a embarcaciones en tránsito, la mayoría correspondientes a las mayores esloras, que deben reservarse obligatoriamente a ese cometido. El club gestiona también la venta o alquiler de otros por encargo de sus usuarios actuales. Con todo ello, el presidente de Marina del Cantábrico no cree que exista una escasez de puntos de amarre, o que este sea un factor limitante para el desarrollo de la náutica deportiva en la región, como sostienen algunos estudios.

De esa opinión es, por ejemplo, Sergio López. presidente de la Asociación de Empresas Náuticas de Cantabria y vicesecretario del Clúster Marítimo de Cantabria, donde ha coordinado el grupo de trabajo que ha elaborado un plan para el fomento del turismo náutico. En el documento, que pone el foco en el alquiler de embarcaciones como principal motor para el desarrollo del sector, a reclama la habilitación de amarres de uso compartido para el embarque y desembarque de clientes y turistas en Santander, así como amarres de cortesía en otros puertos cántabros. “Ahora no hay apenas posibilidad de navegar entre puertos, puedes ir a Laredo, pero nada más. Y en Santander no hay atraques para las empresas de ‘chárter’ –alquiler náutico– ni una oferta de servicios adecuados para quien utiliza el puerto”.

Sergio López, vicesecretario del Clúster Marítimo de Cantabria y presidente de la Asociación de Empresas Náuticas de Cantabria, en Puerto Chico, Santander. Foto: Nacho Cubero.

David Muñoz, que asume la necesidad de acometer inversiones en Marina del Cantábrico, no cree en cambio que las empresas de alquiler de embarcaciones deban tener ningún tipo de preferencia en el uso de la infraestructura algo que, señala, iría en contra de la visión social que el club tiene del puerto: “Es que en ningún sitio, ni en los estatutos ni en ninguna parte, dice que nosotros queramos empresas de chárter, ni que queramos empresas privadas en nuestro club deportivo. Es más, si nos ponemos estrictos, no tendrían cabida porque es un club sin ánimo de lucro. A partir de ahí, y hasta donde podemos llegar, se les ha intentado ayudar”.

Más allá de la cuestión de los atraques y las infraestructuras, el estudio elaborado por el Clúster Marítimo de Cantabria identifica otros obstáculos que impiden que el turismo asociado a la náutica tenga en Cantabria la importancia que podría corresponderle de acuerdo al atractivo de su costa y a la capacidad de la región para atraer visitantes. Entre ellos, se cita la complejidad administrativa que padece el sector, al que de una forma u otra afectan normativas dependientes de todas las Administraciones del Estado. Para paliarlo, se propone la creación de una ventanilla única para la tramitación de documentación y la consideración del alquiler de embarcaciones como actividad turística.

La escasa sensibilidad política hacia estas demandas es una de las debilidades que identifica el análisis realizado por el clúster Marca, algo que a su vez vincula con la visión del sector como elitista. “Esa es la percepción que existe, y es verdad que la náutica es cara por definición, pero como para decir que es una actividad reservada para los ricos”, asegura el presidente de la Asociación de Empresas Náuticas de Cantabria, que en esa percepción coincide con David Muñoz. Marina del Cantábrico bajó recientemente el precio de los amarres, con descuentos a quien opta por alquilar todo el año. Para barcos de hasta 6 metros, la tarifa por todo el año es de 2.545 euros, que se quedarían en la mitad si se contrata la varada anual en el puerto, además por supuesto de abonar las tasas correspondientes. Para las embarcaciones más grandes, de hasta 23 metros de eslora, el precio de partida es de 27.700 euros. En ese amplísimo abanico se resume la heterogeneidad del sector, y la dificultad de identificarlo con un determinado perfil de usuario.