Metaltec Naval: un astillero para reflotar el negocio
A diferencia del resto del sector, Metaltec Naval apostó por la construcción y el diseño de embarcaciones de aluminio para sobrevivir, lo que relegó a un segundo plano la que hasta entonces había sido su principal actividad, la transformación y el equipamiento de buques. Tres años después, los resultados logrados han permitido a la compañía con sede en Raos triplicar su cifra de negocio y cuadruplicar plantilla.
Texto de Jesús García-Bermejo @chusgbh
Durante cientos de años Cantabria fue referencia nacional en la construcción de buques, una actividad que ya a finales del siglo XX se encontraba en claro retroceso, y a la que la crisis asestó un golpe casi definitivo. La caída de la construcción tuvo su reflejo en la náutica de recreo, cuya demanda se desplomó prácticamente al mismo ritmo que el ladrillo, mientras que el sector pesquero se vio afectado de lleno por el fugaz descenso del consumo. En buena lógica, muchas firmas del sector se vieron obligadas a echar al cierre, y las que sobrevivieron optaron por especializarse en la transformación y equipamiento de embarcaciones, líneas de negocio que, si bien relegaron el diseño y la fabricación a índices poco menos que residuales, sirvieron para mantener a flote a varios astilleros de renombre, así como a la industria en su conjunto.
Metaltec Naval podía haber sido una de las muchas compañías abocadas a la disolución, pero fue precisamente su apuesta por la construcción de barcos la que le permitió, no solo sobrevivir, sino triplicar facturaciones y cuadruplicar plantilla. De hecho, al contrario que en el resto de firmas del sector, la reparación y equipamiento de navíos, que durante cuatro décadas había sido la principal fuente de ingresos de la empresa, pasó a un segundo plano, quedando el diseño y la fabricación como principal área de negocio. “Comenzamos hace más de 40 años con un modesto taller en Santander en el que, fundamentalmente, se hacían pequeños arreglos a pesqueros –recuerda Enrique Arriola Fernández, director de Negocio –. La buena marcha motivó nuestro traslado a Raos, desde donde comenzamos a dar servicio a barcos de recreo y deportivos. Durante varios ejercicios las cifras fueron positivas, pero en 2009 comenzamos a tener dificultades. Era necesario afrontar un cambio, por lo que en 2012 decidimos sustituir el nombre comercial de Talleres Arriola, con el que mi padre fundó la empresa hace más de 40 años, por el de Metaltec Naval. Así mismo, aprovechando nuestros conocimientos en soldadura y calderería, optamos por especializarnos en la fabricación de barcos de aluminio, una industria extendida en el norte de Europa, Estados Unidos y Australia, aunque prácticamente inédita en nuestro país”.
Escaparate flotante
La apuesta era arriesgada. Por un lado, exigía posicionarse en un mercado tan asentado como el de la construcción naval sin contar con el nombre, trayectoria y porfolio necesarios; por otro, las urgencias económicas de la firma, unidas a la ausencia de financiación propia de los momentos más cruentos de la crisis, reducían sustancialmente la capacidad de la compañía para asumir nuevos proyectos. Es más, el propio Enrique Arriola reconoce que, tras un año de infructuosas propuestas y visitas a clientes potenciales, Metaltec Naval estuvo cerca de desaparecer.
Fue entonces cuando el astillero recibió un encargo muy particular de un armador de la zona de la Manga del Mar Menor, quien necesitaba un catamarán amplio, de peso reducido y que pudiese navegar por zonas de poco calado –escasa profundidad–. Tras levantar una pequeña piscina en el interior de sus instalaciones para probar un prototipo a escala, la firma se puso manos a la obra. El resultado fue un barco de características únicas: casco de aluminio, 19 metros de eslora, 8 de manga y espacio para transportar 144 pasajeros. Además, incorporaba un complejo sistema capaz de variar el calado, el cual le permitía navegar en fondos de solo 30 centímetros. Era el primer barco de este tipo construido en España, y la inversión necesaria para llevarlo a cabo había ascendido aproximadamente a un millón de euros, un primer proyecto fundamental para la continuidad de la empresa, al situar a Metaltec en el complejo mapa de la construcción naval.
El siguiente encargo no se hizo esperar tanto. El Mundial de Vela 2014 estaba a la vuelta de la esquina, y el Club Marítimo de Santander necesitaba un barco de aluminio que estuviese homologado por la Federación Internacional de Vela. Tras consultar a varias empresas extranjeras, finalmente fue la firma ubicada en Raos la que llevo a cabo la embarcación, la cual, a día de hoy, es la habitual del organismo.
A pesar de todo, el astillero seguía encontrándose con muchos obstáculos a la hora de cerrar nuevos proyectos, lo que motivó la creación de una nueva sociedad. “Entendimos que la mejor forma de mostrar nuestro trabajo era, precisamente, poner a flote un barco diseñado y fabricado por nosotros mismos, aunque eso supusiese entrar en un negocio muy distinto del industrial. Así, tras llegar a un acuerdo con nuestro primer cliente, que nos cedió su catamarán entre mayo y octubre, este verano comenzamos a prestar servicios marítimos en el arco de la bahía a través de Santander Bahía Tours, una empresa independiente creada para explotar, por decirlo así, la rama turística de Metaltec Naval. De esta forma, al tiempo que damos visibilidad al proyecto industrial, logramos amortizar la inversión necesaria para llevar a cabo el buque, un modelo de negocio un tanto particular que solo hemos observado en una compañía estadounidense”, asegura Enrique Arriola.
Para la puesta en marcha de la nueva sociedad, Metaltec Naval tuvo que invertir cerca de 300.000 euros en la infraestructura de explotación de la ruta marítima: un módulo de información y venta, un pantalán, una pasarela y unos pilotes que, al levantarse en el dique de Gamazo, supusieron complejos trámites administrativos. Así, con salida y llegada a esa zona, Santander Bahía Tours ha estado cubriendo desde junio una línea de excursiones con el Palacio de la Magdalena y el Centro Botín como puntos de retorno, un recorrido para el que espera contar con una embarcación propia de cara al próximo periodo estival.
De hecho, el barco en cuestión ya se está construyendo en los cerca de 1.000 metros cuadrados de naves con los que cuenta el astillero en Raos, aunque este tercer navío se diferenciará de los dos anteriores en varios aspectos. Por un lado, será monocasco y de formas afiladas para dotarle de una elevada capacidad hidrodinámica; por otro, contará con motorización híbrida, es decir, un motor eléctrico y dos diésel de 200 caballos, lo que, partiendo de la ligereza de su casco de aluminio, le permitirá alcanzar los nudos deseados sin problema alguno. “La idea es que, en las zonas más sensibles del arco de la bahía, podamos navegar en silencio y sin contaminar las aguas. Si todo va como hasta la fecha, esperamos tener listo el buque a comienzos de 2016”, comenta el director de Negocio de la empresa cántabra.
Según asegura, la inversión necesaria para llevar a cabo este barco, el primero híbrido y en aluminio del país, ha ascendido a un millón de euros, y su precio de venta rondaría 1,2 millones. De hecho, si se cumplen los planes de la compañía, el próximo verano se le podrá ver navegando en la ruta de Santander Bahía Tours como San Martín, nombre con el que será bautizado en honor a los antiguos astilleros de Gamazo. “A medio plazo, nos gustaría contar con tres embarcaciones propias realizando este recorrido, las cuales, además de estar a la venta, servirían para mostrar a posibles clientes de lo que somos capaces –considera–. De hecho, a día de hoy, estamos buscando financiación para llevar a cabo un modelo de aluminio, 100% eléctrico y alimentado con energía solar, el único de este tipo en todo el planeta. Por lo pronto, la idea del escaparate flotante comienza a dar resultados, y ya hemos recibido visitas de empresarios y armadores de Francia, Alemania e incluso Vietnam, un país que crece al 7% anual”.
¿Conexión marítima con el aeropuerto?
Más allá de las dificultades iniciales propias de un mercado con importantes barreras de entrada, el éxito de la estrategia empresarial asumida por la compañía cántabra está fuera de toda duda. No en vano, en apenas tres años de actividad en el mercado de la construcción naval, la firma ha pasado de siete trabajadores y 500.000 euros de facturación anual a 25 personas en plantilla y 1,5 millones de cifra de negocio. “La diversificación ha funcionado mejor incluso de lo que yo esperaba, y la prueba es que el diseño y fabricación de embarcaciones, campo en el que abarcamos absolutamente todo el proceso, supone ya el 70% de los ingresos de la empresa, mientras que 30% restante lo aportan las líneas tradicionales: equipamiento y transformación –asevera Enrique Arriola–. En lo que respecta a Santander Bahía Tours, los resultados logrados son puramente testimoniales, pues apenas lleva 4 meses en funcionamiento, aunque las perspectivas de cara al futuro invitan al optimismo”.
Precisamente, la sociedad con la que el astillero se ha iniciado en el mercado turístico podría ser la que encabezase un proyecto que el propio Enrique Arriola ha ideado para el arco de la bahía de Santander: una ruta marítima que enlace Gamazo, Centro Botín, Camargo –Punta Parayas– y Astillero, lo que incluiría una conexión mediante bus eléctrico o algún otro transporte auxiliar entre la playa artificial de Punta Parayas y el Aeropuerto Severiano Ballesteros. Según asegura el director de Metaltec Naval, salvo el embarcadero al pie del futuro museo, todas las infraestructuras estarían, a falta de mínimas modificaciones, preparadas para comenzar a operar, y dotarían a la comunidad autónoma, no solo de un interesante reclamo turístico, sino de un nuevo transporte público. “Las rutas serían atendidas por dos barcos que navegarían constantemente, lo que permitiría organizar viajes cada 30 ó 45 minutos. Se trata de un proyecto perfectamente viable y que ya hemos trasladado al Gobierno regional, aunque de momento no hemos recibido respuesta alguna. Nuestro objetivo sería que fuese Santander Bahía Tours quien asumiese la gestión de las líneas con embarcaciones, preferiblemente eléctricos, llevadas a cabo por Metaltec Naval, aunque tampoco es nuestra mayor preocupación. Contamos con una bahía única, infrautilizada y de infinitas posibilidades, y debemos ser conscientes de que, con el Centro Botín, se nos presenta a todos un tren que no debemos dejar escapar. Además, dado el componente turístico, medioambiental e innovador del proyecto, sería sencillo que pudiesen lograrse fondos europeos para desarrollarlo”.
A la espera de que el Ejecutivo encabezado por Miguel Ángel Revilla se pronuncie, algo que en palabras del propio Enrique Arriola se viene demorando desde hace meses, el astillero cántabro persiste en la búsqueda de nuevos clientes. En este sentido, desde la firma con sede en Raos se asegura que son varios los trabajos en cartera, como el de un barco inteligente que iría destinado a Huelva; o el diseño y construcción de plataformas flotantes no tripuladas que, manejadas por control remoto, se emplearían para el análisis y tratamiento de aguas de mar y continentales, un proyecto demandado por un consorcio de universidades, empresas y Administración, que se encuentra en la fase previa a su comercialización y en el que Metaltec Naval ha competido con empresas de diversos países.
Una red de electrolineras en el arco de la bahía, la progresiva generación de una importante flota de embarcaciones eléctricas de recreo, una convencida apuesta por las energías marinas… Son muchas las ideas que circulan por las instalaciones de la compañía santanderina, aunque, tal y como asegura su director de Negocio, la prioritaria es asentar al astillero y posicionar su marca comercial en el mercado internacional de construcción de embarcaciones de aluminio, una labor compleja pero para la que cuenta con el empuje del oleaje que pueda generar el futuro Centro Botín. “Se nos presenta a todos una oportunidad magnífica para convertir a nuestra ciudad en una referencia marina y náutica a nivel mundial”.