Necesidad mutua

A pesar de que el paso del tiempo haya puesto su permanencia en vilo, Mutua Montañesa ha logrado mantenerse como una de las entidades de referencia de su sector. Crisis y años de bonanza se han sucedido hasta completar una historia que el pasado 2005 cumplió su primer siglo de vida.

Texto de Juan Dañobeitia. Publicado en mayo 2007

En una historia que dura ya más de cien años, resulta lógico que transcurran los nombres, las personas, los lugares, los problemas, los acontecimientos… Si en la historia, además, uno se encuentra convalecencias con final feliz, curas asistidas o, incluso, vidas salvadas, haber cumplido más de un siglo traspasa lo anecdótico para convertirse en algo que todos necesitábamos y que así ha sido. Mutua Montañesa nació en 1905. Hace un par de años, toda la región sopló su tarta centenaria.

Para hablar de su recorrido a lo largo del siglo pasado, lo mejor es remontarse 170 años y conocer los orígenes del mutualismo en España. En la primera mitad del siglo XIX, Santander contaba ya con varias corporaciones de socorros mutuos que existían incluso antes de que nadie hubiera dictaminado una reglamentación. La Hermandad de Socorros para las cigarreras de la Fábrica de Tabacos de Santander, fundada en 1833 es el primer antecedente sobre el que fijar el nacimiento de Mutua Montañesa. Pero no será la única corporación de este tipo en la ciudad. La Hermandad de Carpinteros (1848) y la de Barrileros y Toneleros (1849) conforman el tridente mutualista de la región en aquel siglo XIX.

A esta situación se la ha de añadir el catastrófica panorama que vivía el país en los últimos años de aquel siglo. La pérdida de las últimas colonias ultramarinas situaban a España, y más en concreto a las ciudades con intereses portuarios, en un reafirmarse en su proceso de expansión y crecimiento. Santander, además, había de recordar aquel 1983 en que el Machichaco mató a 500 personas. Demasiadas necesidades y un fin factible conforman la ecuación perfecta para llegar a 1905.

Y así, el 26 de octubre de dicho año, el notario Higinio Camino de la Rosa fue testigo de la firma constituyente de la Sociedad de Seguros Mutuos de Santander sobre Accidentes de Trabajo. ¿Los precursores? Un grupo de empresarios y trabajadores vinculados a negocios mineros y consignatarios del puerto. La primera sede de la actual Mutua Montañesa se emplazaría en la calle del Muelle, en el número 31, cobijando así a la primera de sus juntas directivas, con Fernando Lavín Casalís como su primer presidente y Julián Bartolomé Cagigas como primer director gerente. El nombre de Cesáreo Ortiz Val pasará a la historia de la compañía por ser el del beneficiario de la primera póliza, presentada el 16 de diciembre de aquel 1905.

A partir de ahí, comenzaría el día a día de la entidad, marcado por las primeras incidencias. La huelga general minera que se extendió desde Somorrostro a Santander habría de convertirse en el primer incidente laboral grave; y Minas San José pasará a la historia como el lugar en el que falleció la persona que habría de cobrar la primera indemnización por accidente mortal.

La fusión con la Sociedad Mutua Asturiana de Accidentes, la llegada de la póliza número 100 y la estabilidad económica y social de la entidad marcan el final de la primera década del siglo XX. Años en los que apenas se cubrían incidentes que no fueran más allá que los meros riesgos propios de cualquier trabajo.

No obstante, el tiempo hubo de correr en contra de la mutua. El primer cuarto de siglo de historia de la sociedad estará marcado por el imparable descenso de la actividad minera en la región, lo que se traduce en balances pesimistas y augurios agoreros.

Pero nada podía hacer suponer la nefasta entrada en la década de los 30 y la incluso peor llegada de los años 40. La Gran Depresión; la prometedora pero efímera república, con su Ley de Accidentes de Trabajo en la Industria que obligó a la Mutua a adaptar su régimen estatutario; la Guerra Civil; el incendio de Santander, que se produjo tan sólo un año después de que la entidad abriera su mercado para crear el Ramo de Incendios, y en el que se vio implicada en 26 siniestros, de los más de 375 edificios que resultaron calcinados en la ciudad. Pocas veces ha vivido tiempos felices, pero siempre ha conseguido levantar cabeza y seguir contando su historia.

Y así hasta hoy, sobreviviendo el siglo XX para adentrarse en el XXI con presencia en once de las diecisiete comunidades autonómas españolas, contar con 400 empleados y manejar una cartera de 25.000 empresas y 206.000 trabajadores asegurados. Que a pesar de haber sido absorbida por la Entidad de Seguros Mutuos de Ávila, ha mantenido su carácter y su origen. Que es en Cantabria donde nació y en Cantabria donde su punto de referencia: el centro Ramón Negrete, donde muchos trabajadores, ancianos e incluso niños, han visto como alguno de sus problemas, eran arreglados por Mutua Montañesa.