“Hay que apostar de forma más decidida por el turismo de compras”

Odette Álvarez, directora general de Comercio del Gobierno de Cantabria, afirma que llega cargada de proyectos e iniciativas. Sostiene que su contribución empezará a verse a partir de 2021 –cuando tomó posesión del cargo, el presupuesto del próximo año ya estaba prácticamente cerrado– y se muestra convencida de que el futuro del comercio pasa por abrirse al mundo y saber adaptarse a las nuevas realidades.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Diciembre 2019

Odette Álvarez (Santander, 1972) apuesta por innovar y la modernización del sector, pero hace especial hincapié en que el cliente se sienta a gusto cuando va a comprar. Se plantea terminar con las bolsas de plástico antes del final de la legislatura y quiere que el comercio cántabro suene fuera de nuestras fronteras.

Pregunta.– Este 2019 ha supuesto para usted la apertura en Santander de un nuevo ‘showroom’, más amplio y luminoso; la concesión del premio Mujer Empresaria de Cantabria y el nombramiento como directora general de Comercio y Consumo del Gobierno autonómico. ¿Alguien da más?
Respuesta.– Pues la verdad es que no puedo pedir más. Ha sido un año fantástico en lo personal y en lo profesional. Solo agradecer a ADMEC (Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria) el premio, que supuso para mí una gran sorpresa y una enorme satisfacción, así como que la Consejería de Innovación, Industria, Transporte y Comercio haya apostado por mí para este cargo de directora general.

P.– En su toma de posesión, el consejero de Innovación, Industria, Transporte y Comercio, Francisco Martín, resaltó que su incorporación a la Consejería “es la historia de un gran favor. ¿Lo ve usted también así?
R.– Bueno. Yo lo considero un reto profesional más que otra cosa. Supone una oportunidad de poder ayudar y demostrar lo que he hecho hasta ahora. Por lo menos esa es mi intención. Y repito, estoy muy agradecida por la confianza demostrada.

P.– Diseñadora y empresaria de éxito y ahora responsable pública. ¿No teme que al compatibilizar ambos trabajos alguno de ellos se resienta?
R.– De momento no me preocupa en absoluto. De un lado, porque la empresa ya está muy consolidada y cuento, como siempre he dicho, con un gran equipo detrás. Además, tengo a mi marido, Ignacio Camino, que a partir de ahora todavía va a tener más implicación. No, no tengo miedo y estoy convencida de que todo va a seguir igual. Como es lógico, ahora estoy más dedicada a esta nueva responsabilidad pública, pero no es nada nuevo porque ya compatibilizaba mi empresa con mi trabajo en el Ayuntamiento de Santander.

P.– Uno de sus retos y objetivos más inmediato será la puesta en marcha del Plan de Dinamización del Comercio para apoyar a las pequeñas y medianas empresas del sector, que usted representa y que, por tanto, conoce muy bien desde dentro. ¿Tiene ya alguna idea de cuáles serán sus ejes principales?
R.– Mi principal intención es fomentar la modernización del comercio en Cantabria. Aspiro, además, a promover la colaboración y coordinación entre las distintas administraciones y el sector privado, de forma que se propicie un sistema de gobernanza que recoja a los agentes vinculados con la apuesta del comercio de proximidad. Del mismo modo, pondremos en marcha campañas de sensibilización y comunicación para llegar más al ciudadano y ayudaremos a los comercios a mejorar su imagen, entre otros aspectos. Por otro lado, queremos cambiar el actual sistema de bolsas de plástico en los comercios con el objetivo de que todas sean de papel al final de esta legislatura e incidiremos en la formación para mejorar las competencias de los comerciantes.

P.– El sector del pequeño comercio ha sido sin duda uno de los más perjudicados por la crisis. Cierres, caída de los beneficios y una competencia creciente dibujan un panorama poco halagüeño. ¿El comercio tradicional tiene los días contados?
R.– No. Creo puede tener mucho futuro si nos mentalizamos de que debemos introducir cambios y avanzar. Es evidente que el pequeño comercio no atraviesa por su mejor momento. Pero no es una situación exclusiva de Cantabria. Ocurre en toda España y también en Europa. La clave está en asumir que la tienda digital tiene que ir de la mano de la tienda física.

P.– Ya que lo ha mencionado, ¿el futuro del sector pasa irremediablemente por la modernización, la apertura de nuevos canales de venta y la digitalización de los negocios?
R.– Absolutamente. Así es. Hace años que el comercio sabe, al igual que ocurre en otros muchos sectores, que debe adaptarse a los nuevos tiempos. Debemos abrirnos al mundo. Se puede conseguir. Yo lo he hecho, así que ¿por qué no lo van a poder hacer los demás? Es claro que debemos innovar. Pero yo hago también mucho hincapié en el trato personal. Que el cliente se encuentre a gusto cuando va a comprar. La atención es fundamental. Si es así, seguro que vuelve. Hay que ofrecer formación para que sea el comerciante el que se adapte al cliente, no al revés, y hacer atractivo el comercio a los jóvenes emprendedores.

P.– La formación y capacitación en nuevas materias es clave para encarar con garantías estos y otros retos. ¿Considera que la oferta formativa y el apoyo actual es suficiente?
R.– Uno de mis objetivos es precisamente ese: la profesionalización del sector mediante la dotación de herramientas y conocimientos que ayuden a afrontar con éxito esa transición hacia un modelo más competitivo de negocio. De todos modos, ya trabajamos con las cámaras de Comercio de Cantabria y Torrelavega para ofrecer actuaciones de formación, asesoramiento, estudio y asistencia técnica. Dicho esto, la demostración más palpable de la apuesta de la consejería por este sector es que el presupuesto de la Dirección General de Comercio y Consumo aumentará en 2020 casi un 19% con relación a este ejercicio, hasta alcanzar algo más de 3,1 millones de euros.

P.– Muchos comerciantes se quejan del perjuicio que representan para su actividad la falsificación de marcas y los mercados ilegales. ¿Cómo piensa combatirlos?
R.– Es que el Gobierno de Cantabria no tiene competencias directas en esta materia. En cualquier caso, el Gobierno de España ya ha anunciado un plan nacional e integral de lucha contra las falsificaciones que abordará el problema en cuatro ejes: coordinación entre administraciones, regulación, formación y concienciación y análisis de la situación.

P.– Y muchos, también, critican que sean las grandes empresas las que marcan el calendario comercial: periodos de rebajas cada vez más extensos, aperturas dominicales… En este sentido, ¿cree que hay que avanzar hacia una mayor regulación o que, por el contrario, hay que dejar que sea el propio mercado el que establezca los tiempos?
R.– La regulación de ambos conceptos, rebajas y aperturas de festivos, son igualmente competencia del Gobierno central, no autonómico. Las rebajas están totalmente liberalizadas desde 1996 y con los festivos ocurre algo parecido. Están regulados desde 2004. En Cantabria se ha ajustado a un mínimo legal de diez aperturas. En este ámbito, esta Dirección General ha escuchado siempre a todos los sectores implicados: sindicatos, grandes empresas, asociaciones de comerciantes, consumidores… y, a pesar de que sus intereses son muy contrapuestos, siempre se ha llegado a un consenso de acuerdo con la ley. Nuestra obligación es proteger al comercio minorista y creo que así lo hacemos. Pero creo que la principal competencia del pequeño comercio es el comercio ‘on line’, que abre las 24 horas del día, los 365 días del año.

P.– En el caso concreto de Santander, algunos actores del sector reclaman que para revitalizar el pequeño comercio es necesario facilitar la accesibilidad al centro de la ciudad. ¿La OLA o directamente la falta de aparcamiento penalizan el consumo?
R.– Nunca llueve a gusto de todos. Pero lo cierto es que durante las navidades pasadas se habilitó una línea de ayudas para abonar el aparcamiento a los clientes que comprasen en el centro de la ciudad que no tuvo la repercusión deseada.

P.– Los expertos señalan que la mejora de la competitividad del sector pasa, entre otros factores, por saber aprovechar las sinergias entre comercio, ciudad y turismo. A su juicio, ¿está suficientemente promocionado o aprovechado el turismo de compras?
R.– Creo que hay que apostar de forma más decidida por el turismo de compras. El diseño de itinerarios turísticos comerciales o la modernización del equipamiento comercial de los centros urbanos serán algunas de las iniciativas que vamos a promover para este fin. Es evidente que el turismo tiene un enorme potencial en Cantabria y, lógicamente, hay que saber aprovecharlo. Por otro lado, Sodercan también quiere apostar por esta fórmula con un proyecto ‘Made in Cantabria’ que ponga en valor los productos hechos en la región. Ellos llevan años trabajando por la internacionalización de las empresas y cuentan con ayudas estratégicas para facilitar este proceso a todos los sectores. Y nosotros vamos a trabajar conjuntamente.

P.– Su marca, Teté by Odette, tiene una fuerte presencia en numerosos países. ¿Considera que uno de los ‘pecados’ del sector es precisamente la escasa internacionalización de sus productos?
R.– Es importantísimo vender las excelencias de nuestros productos en el exterior. Debemos potenciar nuestra presencia en los mercados internacionales. Aquí entran también temas como las redes sociales o una buena web shop.

P.– El relevo generacional es otro escollo al que se enfrentan no pocos negocios. ¿Alguna fórmula para fomentar y promover la incorporación de los jóvenes que garanticen su continuidad?
R.– Intentaremos motivar a las nuevas generaciones para que mantengan la actividad de sus negocios familiares. En este sentido, vamos a empezar a trabajar con la Cámara de Comercio en un plan de relevo generacional que haría el papel intermediario, poniendo en contacto a las partes y facilitando su asesoramiento y la tramitación de subvenciones.

P.– El pequeño comercio cumple un rol social y económico destacado pero, sin embargo, no siempre está reconocido este valor social. ¿De quién es la culpa?
R.– No se trata de culpas. Se trata, como ya he dicho antes, de avanzar y adaptarse a las nuevas realidades y hábitos de consumo. El consumidor no siempre tiene razón, pero siempre hay que tenerle contento.