El encadenamiento de crisis al que dio origen la pandemia ha alimentado incertidumbres y dificultades que no parecen especialmente propicias para impulsar proyectos empresariales de autoempleo, pero también ha servido como acicate para que muchas personas se animen a trabajar por cuenta propia. Ya sea como recurso para superar una situación de desempleo, o por el convencimiento de la necesidad de tener un mayor control sobre la propia carrera profesional, casi 400 personas optaron el año pasado por iniciar un proyecto empresarial en el que desarrollar su vocación. Tres de ellas repasan las circunstancias que les llevaron a dar el paso, hacen balance del tiempo transcurrido y valoran la influencia que la crisis sanitaria ha tenido en la gestación y puesta en marcha de su idea.
Cristina Bartolomé | @criskyra | Julio 2022
Emprender un negocio o una ocupación profesional propia es la vía por la que han optado en Cantabria 371 personas en 2021, un año que podría pensarse que no ha sido especialmente propicio para ello. Ya sea por una causa o por otra, el hecho es que la pandemia, que tantos negocios arrasó, ha impulsado a trabajadores de sectores muy variados a abrirse camino en solitario en búsqueda de una salida profesional en medio de un ambiente laboral incierto. El común denominador puede ser también el deseo de ser dueño del propio trabajo y sus beneficios y el sentirse independiente para tomar decisiones. Crear un propio proyecto empresarial puede tener esas ventajas que, en la mayoría de las ocasiones, compensa el riesgo y el esfuerzo de ponerlo en marcha.

Carolina Peña, con alguno de los productos de Bollos del Mundo.
Así se desprende del relato de varias emprendedoras que han dado el paso de serlo tras la crisis sanitaria o que, habiendo ya pilotado sus propios proyectos con anterioridad, han buscado nuevos caminos en este tiempo. Carolina Peña, licenciada en Turismo, trabajaba en una empresa relacionada con el alquiler de vehículos que ya cerró antes de la pandemia. Desde agosto de 2021 gestiona un obrador, Bollos del Mundo, ubicado en General Dávila 242, donde elabora repostería internacional, y se muestra convencida de que el paso dado ha sido el correcto. “Desde luego que prefiero este trabajo, porque el anterior era una empresa grande en la cual no puedes desarrollar todo tu potencial, siempre estás a expensas de lo que marcan los demás. Ahora yo marco mis pautas, mi camino, si me equivoco, me equivoco yo, pero si va bien, también acierto yo”, recalca en un repaso las ventajas que tiene el trabajo por cuenta propia: “Ahora sé por dónde tengo que ir”, resume.
El caso de Carolina es el claro ejemplo de ese mantra tan repetido: ‘haz de tu afición tu profesión’. Cuando se quedó sin trabajo decidió desarrollar lo que le apasionaba, la repostería: “Siempre me ha gustado mucho, más que un hobbie era una pasión en la que además, me he formado”. Su afición por viajar y el gusto por los postres, sumado a la escasez de este tipo de productos en Santander, le dio la idea: “Siempre me llamó la atención la bollería de los países nórdicos, por ejemplo, así que investigando fue surgiendo la de otros países, y fui viendo la posibilidad de ofrecer todo eso en Santander, donde no lo había. Al menos yo lo quería comprar y no lo encontraba”.
Bollos del Mundo se basa en la venta bajo pedido, aunque siempre hay una pequeña exposición en el obrador con la que puede atender a quien se acerque hasta allí. Pero su principal cliente es un cliente ‘on line’, con pedidos de toda España, por más que también sirva en mostrador y tenga ya una notable cartera de clientes entre los vecinos de la zona de General Dávila. Quienes compran sus dulces, explica Carolina Peña, buscan algo concreto: “Nuestro cliente es una persona a la que le gusta algo un poco especial, delicatessen, que sea algo diferente, con buenos ingredientes y sabores, es un cliente que busca algo bueno”.

Marián Sáncal, creadora en 2020 de la consultoría que lleva su nombre y de Translational Hub.
Las cosas están funcionando y hoy en día el esfuerzo se centra en desarrollar el negocio y aumentar la cartera de clientes: “Estoy trabajando bien, estoy muy contenta porque en estos meses ha sido un crecimiento lineal bastante bueno. Espero que la cosa vaya mucho mejor y seguir creciendo, voy a seguir adelante, desde luego, con todas mis fuerzas”.
La Consultoría Marián Sáncal y Translational HUB son dos proyectos que surgen también durante la pandemia. En 2019 Marián Sáncal cerró su compañía Método Sáncal y desde entonces ayudaba a empresas en procesos de transformación organizacional. Los resultados le llevaron a plantearse constituir una consultoría y, aunque desde enero de 2020 preparaba ya el proyecto, trabajó un tiempo por cuenta ajena: “Me seleccionaron para dirigir una empresa de retail cuyo contrato firmaba el lunes 16 de marzo de 2020. Nos confinaron el 15, y me lo tomé como una señal”.
Aportar conocimientos y experiencia podía suponer en esos momentos un valor diferencial, reflexionó, y apostó por la Consultoría Building Future de transformación organizacional para, dice, “ayudar a las empresas a transitar hacia un nuevo paradigma que las hiciera capaces de liderar en máxima incertidumbre”. También se planteó cómo escalar estas nuevas formas al territorio, y comenzó un doctorado sobre ello en la Universidad de Cantabria.
Tras renunciar a una renovación del contrato, nació su proyecto personal: “Una crisis pone de manifiesto que hay cosas que no funcionan, y ahí siempre hay una gran oportunidad. El Covid, creo, ha evidenciado que los sistemas bajo los que operamos hacen aguas, que la manera de organizarnos en estructuras piramidales ya no ofrece soluciones a los nuevos retos”. Marián Sáncal cree que es necesario un cambio de paradigma en el liderazgo, en las empresas y organizaciones y en los territorios: “A esta triple transformación me dedico desde la pandemia. La experiencia ha sido brutal”.
Marián Sáncal lanzó la primera Escuela de Transformación Organizacional con un programa online, trabajando con directivos de España, México y Colombia: “Haber dado apoyo durante la pandemia a estos líderes me ha permitido impactar a más de 20 compañías haciendo realidad mi propósito: aportar un valor diferencial”. Las circunstancias obligaron a soluciones ‘online’, y ahora cuenta con un sistema híbrido, 70% online y 30% presencial.

Carolina Rodríguez muestra en el móvil la app de su empresa, dedicada a la organización de fiestas.
Además, a finales de 2020 fundó el polo de innovación territorial Translational HUB, con el apoyo del MIT, el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Comenzó con 9 personas y hoy son ya 18 en dos equipos, uno en Santander y otro en el Valle de Asón: “Nuestro objetivo es ampliar estos nodos de acción a todos los valles de Cantabria para detectar los problemas de cada zona y facilitar las herramientas de ingeniería social desarrolladas por el MIT para co-crear soluciones sostenibles”.
Cabe preguntarse si el nuevo camino que emprendió puede ser un ejemplo de la transformación a la que abocó la pandemia en otros profesionales y empresas. Marián Sáncal piensa que la pandemia ha puesto de manifiesto que operar en el siglo XXI con estructuras y gestión del siglo XIX está provocando frustración y falta de resultados en las organizaciones: “Podemos decir que somos una ‘especie inadaptada’ al entorno. Y cuanto más ‘extremo’ se vuelve el entorno, más inadaptados nos volvemos. La pandemia ha expuesto el problema de base: la forma que tenemos de relacionarnos en nuestras organizaciones está completamente obsoleta”.
Carolina Rodríguez creó su propio proyecto empresarial tras superar algunos obstáculos. Es venezolana, madre de dos adolescentes y emprendedora que, en medio de la pandemia, decidió reinventarse y comenzar su negocio de personalización de accesorios y prendas de vestir por un lado y, en paralelo, poner en marcha una empresa de organización de fiestas con decoración de tipis, tienda de forma cónica típica de las comunidades indias y nómadas. “Mi objetivo era ofrecer una forma original de celebrar cumpleaños o cualquier evento, donde los niños puedan disfrutar de manera diferente con juegos, manualidades, cine, música y cualquier actividad recreativa y educativa”.
Las cosas no han sido fáciles para Carolina. Cuenta que cuando decidió emprender aun no tenía permiso de trabajo y estaba a la espera de la tarjeta de residencia: “Soy venezolana y me tocó emigrar a España por la situación en mi país en junio de 2018. Mi mayor impacto al llegar es cuando me dicen que debo esperar entre 6 meses y un año para recibir el permiso de trabajo. Al verme en esa situación supe que debía hacer algo mientras esperaba ese deseado permiso”.
En su afán por formarse, Carolina Rodríguez encontró el programa ‘Mujeres emprendedoras’ patrocinado por Coca-Cola y se unió en diciembre del 2019: “Una experiencia única, nos dieron toda la información y contactos para emprender en Santander, que era lo que yo quería y, aunque con temor, decidí aventurarme y fui a la Cámara de Comercio a solicitar colaboración para realizar mi proyecto de negocio”.
Y en eso llegó la pandemia. Sin embargo, para Carolina fue una especie de tiempo de gracia: “Siempre lo digo, para mí la pandemia fue un momento para centrarme en mi empresa, decidir qué hacer y cómo hacerlo, redactar mi proyecto, buscar proveedores… Pasaba horas en internet, con muchas dudas, porque no estaba en mi país y no dominaba el tema de proveedores, pero cada día le iba dando forma a eso que yo quería”. Cuando concluyó el confinamiento y finalmente recibió la tarjeta de residencia, pudo tramitar toda la parte legal y darse de alta como autónomo. “Pedí un crédito bancario que a través de la Cámara de Comercio y la carta de viabilidad me fue otorgado” y con ello pudo adquirir materiales y maquinaria. “A partir de ahí, empecé a trabajar día y noche desde casa”.
Carolina explica que la experiencia con la Cámara de Comercio fue única, y está “enormemente agradecida” a David Ramos, responsable de Creación de Empresas y Comercio Minorista de la entidad cameral que, destaca “siempre dispuesto a ayudarte y orientarte”. Recomienda acudir a la Cámara a cualquier emprendedor, o al Coworking del Ayuntamiento de Santander, o al Centro Internacional Santander Emprendimiento: “Y a toda formación que te ayude a dar un salto a tu negocio, con gente profesional que te capacita para mejorar tu emprendimiento, aquí en Santander lo tienes y es gratis”.
Tras los meses de preparación, Carolina Rodríguez empieza a ver florecer su empresa y le gustaría ampliar el negocio: “Hacer más cosas que por miedo a la pandemia había decidido no hacer, pero ver la satisfacción de los clientes me hace seguir adelante y apostar más por mi proyecto”. ¿Algún consejo para emprender? “Todo comienzo es difícil, pero la perseverancia y la constancia te hacen fuerte, solo debes confiar en ti, ser curioso, asistir a eventos de emprendedores y reunirte con gente que, cómo tú, está saliendo adelante”.
mundojardinsl.com
Fundada en 1991, Mundo Jardín ofrece trabajos de creación y mantenimiento de jardines para particulares, empresas y espacios públicos. El canal de ventas y difusión de su oferta que ofrece su nueva web ha permitido a la empresa dar un salto adelante en su mercado.
3catorce.es
La academia de estudios 3catorce, especializada en la preparación de oposiciones, ha dado forma a una web que refuerza su presencia en Internet y en la que detalla su oferta de servicios educativos. El posicionamiento alcanzado ha permitido mejorar notablemente la visibilidad de su oferta.
work-ove.es
Work Ove está espacializada en la distribución de herramienta y suministros industriales. Con casi 20 años de presencia en el mercado, el posicionamiento alcanzado en Internet y la nueva tienda electrónica que incluye su web han dado forma a un nuevo canal de ventas.
lopezpanel.com
Fundada hace más de treinta años y perteneciente al grupo empresarial Ángl López, López Panel SL fabrica y comercializa paneles sandwich para construcción. La remodelación de su web y su posicionamiento en Internet han proporcionado a la empresa visibilidad y un nuevo canal de comercialización de sus productos.
Un encuentro de alcance
Organizado por la cántabra Imem Ascensores y con la innovación y la digitalización como protagonistas, el Santander International Lift City reunió en la capital de Cantabria a más de 200 profesionales procedentes de 30 países diferentes. El congreso, que nace con vocación de continuidad, quiere convertirse en un foco de reflexión permanente para el desarrollo de la industria del ascensor, un sector cada vez más tecnológico y cuya aportación es básica para avanzar hacia una movilidad sostenible.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Diciembre 2022
Cada vez más tecnológico, con una enorme incidencia en la calidad de vida y con una gran relevancia en términos medioambientales, el transporte vertical tiende sin embargo a pasar desapercibido dentro del debate sobre las mejores fórmulas para alcanzar una movilidad sostenible. A diferencia de lo que sucede con la automoción, el ferrocarril o el transporte aéreo, los fabricantes de ascensores no suelen atraer los focos de la atención mediática, pese a que el número de quienes usan diariamente sus aparatos resiste holgadamente la comparación con cualquier otro medio de transporte, y a que el valor añadido que aporta esta industria no ha dejado de crecer impulsada por el creciente compromiso por la innovación de las empresas del sector. Corregir en lo posible esa paradoja, dar visibilidad al componente de innovación que tiene el producto y servir como punto de encuentro y foro en el que identificar tendencias y promover el desarrollo de esta industria son algunos de los objetivos que persigue Santander International Lift City, un encuentro pionero en el sector que durante tres días del pasado mes de septiembre reunió en la capital de Cantabria a más de 200 profesionales llegados desde treinta países diferentes.
El congreso, al que está previsto dar continuidad en los próximos años, responde a una iniciativa de la cántabra Imem, una empresa que tiene una posición de liderazgo dentro del mercado de ascensores y que, para llegar a esta condición y mantenerla, ha hecho de la investigación, el desarrollo y la innovación algunas de las principales claves de su competitividad. Enfocado principalmente en la innovación y la digitalización, el Santander International Lift City (SILC) 2022 contó como ponentes con algunas de las empresas proveedoras más destacadas del mundo del ascensor –la propia Imem, Wittur y Danfoss–, así como con otros procedentes del ámbito académico y de algunas industrias aliadas, en una selección de participantes que buscaba dar voz a quienes están llamados a tener protagonismo en la transformación digital de las empresas del sector y en su adaptación al contexto socioeconómico actual.
“SILC es una respuesta a una necesidad imperiosa, ya que el crecimiento y la sostenibilidad de nuestro sector pasan por aunar esfuerzos para ser más fuertes, tener más conocimientos y estar mejor preparados para un entorno tan cambiante y marcado por la tecnología”, explicó Antonio Pérez, director de Imem Ascensores, en su intervención durante la sesión inaugural del encuentro. El empresario cántabro, que cuenta con el aval de sus 50 años de experiencia en el sector, considera que el congreso, en esta edición y en las que tendrán lugar en años venideros, puede jugar un papel importante en la transformación de esta industria: “Es fundamental potenciar y mejorar el modelo de relación entre fabricantes, empresas y profesionales del sector para construir una red sólida y afrontar con mayor seguridad los retos del futuro”, destacó.
Con el Auditorio del Centro Botín como eje, pero también con desplazamientos a otros puntos de la región y una visita a la fábrica de Imem, SILC reunió a expertos en economía global, regulación de la industria y digitalización, y a representantes de toda la cadena de valor del sector del ascensor, que tuvieron la oportunidad de sentarse juntos y debatir propuestas innovadoras para un modelo de relación más cooperativo y eficiente.
Una ponencia ofrecida por el Banco Santander sirvió de punto de partida para situar el contexto y dibujar con detalle los actuales retos y oportunidades a los que se enfrentan las empresas, en todo el mundo, para adaptarse a un mercado global. Pablo de la Torre –director comercial de Negocio Internacional de Banco Santander España– destacó la importancia que, en una industria tan sofisticada y dependiente de la tecnología como es la del ascensor, tiene identificar los mercados adecuados para abastecerse de componentes y aquellos en los que vender sus productos. Una habilidad fundamental que, aseguró, determinará la sostenibilidad comercial y la salud financiera de las organizaciones.
En el ámbito de la interconectividad y las telecomunicaciones, cada vez más importante para mejorar la experiencia de uso y explorar potenciales mejoras en la movilidad vertical, Carlos Becker, responsable de Desarrollo de Negocio de Vodafone España, puso sobre la mesa numerosos ejemplos prácticos de cómo la sociedad se está transformando ya con las comunicaciones digitales y el 5G, dando pie a un debate sobre las posibilidades que este escenario abre para la industria.
La aportación académica corrió a cargo de la doctora Gina Barney, que participó en SILC 2022 para abordar la evolución de los aspectos de carga y seguridad en los ascensores, y cómo estos afectan a la normativa. Además la doctora Barney, una de las mayores expertas mundiales en tráfico de aparatos elevadores destinados al transporte de personas, se unió a la mesa de debate con otros ponentes para analizar cómo el sector puede abordar todas las soluciones de digitalización del futuro sin dejar de ser estable, cumplir con la normativa y ser capaz de afrontar las múltiples y variadas relaciones con las que trabaja: constructoras, arquitectos, promotores o empresas de gestión de edificios.
La visión desde el propio sector corrió a cargo de Giuseppe de Francesco, miembro del Consejo de Dirección del Grupo Wittur, y Michael Müller, director general Elevadores en Danfoss, invitados por Imem como ponentes con los que completar su propia aportación sobre el mercado. El primero profundizó sobre cómo la recogida y gestión de datos puede mejorar los servicios de mantenimiento de los ascensores, en tanto que Müller ofreció una visión general de los retos y tendencias que la digitalización aporta a los convertidores de frecuencia, o accionamientos, que ya no se consideran simples procesadores de potencia.
La conferencias, coloquios y debates desarrollados en el Centro Botín se completaron con eventos realizadas en las que fueron las otras sedes de SILC 2022. Así, en el Palacio de la Magdalena Imem organizó una versión del congreso dedicada específicamente a sus clientes de ámbito nacional, esencialmente empresas constructoras y promotoras, arquitectos e ingenieros y profesionales de la administración de fincas. Además de compartir mediante retransmisión en ‘streaming’ buena parte de cuanto acontecía en el auditorio del Centro Botín, este congreso nacional paralelo contó con su propio programa de ponencias, en las que estuvieron presentes José Carlos Frechilla, director general de la Federación Española de Empresas de Ascensores, Daniel Barallat, responsable de IOT de Vodafone España y Fernando Romay, conocido exbaloncestista español.
Grupo de reflexión
En el segundo día de congreso, celebrado en la Casona de Las Fraguas, la participación de los socios de la industria en SILC 2022 tomó la forma de un foro abierto que pretende trascender un mero evento bianual y convertirse en un grupo de reflexión establecido y permanente en beneficio de la industria del ascensor en su conjunto, estimulando el pensamiento creativo, proporcionando un espacio para el debate y llegando a propuestas innovadoras que permitan un crecimiento orgánico del mercado en todos los continentes. En este marco, el equipo de I+D de Imem, junto con los principales representantes de sus socios Vodafone, Wittur y Danfoss, celebraron una serie de mesas redondas para exponer su visión sobre la aplicación de la transformación digital al sector del transporte vertical, desde la definición de los usuarios inteligentes y su interacción con los ascensores, hasta el diseño del producto, la industrialización y las plataformas de usuario.
Con un marcado enfoque técnico, estas sesiones se centraron en la transición del sector hacia unas tecnologías –el internet de las cosas, la inteligencia artificial y los ecosistemas inteligentes– que están cambiando no sólo la industria en general, y de forma particularmente acusada a la relacionada con la movilidad, sino a la sociedad en su conjunto. Muy entroncado con ese contexto tecnológico, Imem y sus partners presentaron la plataforma global en la que están trabajando, que con una cobertura de 24 horas los 365 días del año hace posible que la empresa, los proveedores, los socios y los clientes compartan una visión de 360º en toda la cadena de valor y el ciclo de vida del producto. Esto, explicaron los ponentes, es una revolución que no sólo afecta al producto y a la experiencia de los usuarios finales, sino también –y notoriamente– al enfoque de ingeniería para definir procesos y sistemas, donde ascensores inteligentes, usuarios y empresas son capaces de obtener y convertir datos, y tomar decisiones gracias a sus capacidades de aprendizaje automático. Como en cualquier escenario en el que se produce un tráfico masivo de datos, la adopción de todas estas nuevas tecnologías que implican que los ascensores, las organizaciones y los usuarios dialoguen y compartan información en tiempo real también plantea problemas de privacidad que , tal y como se puso de manifiesto en el encuentro, deben ser abordados por una ciberseguridad mejorada.
“La digitalización es una realidad y es imparable, y la inversión en nuevas tecnologías no es negociable para las empresas de nuestro sector”, resumió Antonio Pérez durante la clausura de esta jornada de debate del SILC22 en la que, según destacó el director de Imem Ascensores, se puso de manifiesto la necesidad de afrontar conjuntamente los retos que la digitalización conlleva. Un propósito, este de buscar vías de colaboración entre los diferentes fabricantes proveedores y agentes que intervienen en el sector, que es la principal motivación que ha dado lugar al SILC y que alienta su continuidad temporal: “Trabajar juntos hará más fuerte nuestra industria”, auguró Antonio Pérez.
Walacar y Walamove fijan su base en Cantabria
Santander acoge la sede operativa de un proyecto que busca explorar todas las posibilidades del renting de vehículos para cubrir cualquier demanda en el ámbito de la movilidad, tanto para particulares como para empresas. Vinculada accionarialmente con el grupo Palausa, que cuenta en la región con los concesionarios Autopalas y Ramón González, la nueva empresa opera de forma completamente independiente y prevé hacer valer las ventajas de su condición local para hacer frente a las multinacionales, tanto en Cantabria como en las provincias a las que tiene previsto extender su actividad en los próximos meses, primero mediante delegaciones propias y luego a través de una máster franquicia. Un crecimiento que se gestionará desde Cantabria, donde trabajan ya siete personas.
Como sucede en otras sectores en plena transformación, en el de la movilidad se suceden las iniciativas que buscan atender a un mercado al que difícilmente puede darse respuesta ya con los estandarizados catálogos habituales hasta no hace tanto. Una de las últimas concede a Cantabria la condición de base sobre la que asentar un proyecto al que sus promotores conceden un notable potencial de crecimiento: el ‘renting’ de vehículos que, a través de las marcas Walacar y Walamove, busca cubrir el cada vez más amplio y diverso abanico de necesidades que pueden presentárseles a los usuarios, sean estos particulares o empresas. Desde una perspectiva más tradicional en el caso de Walacar, y con Walamove en condiciones de completar la oferta con prácticamente cualquier fórmula que pueda plantearse, la empresa dio sus primeros pasos hace un año, con la habilitación de una sede comercial en el polígono de Parayas, en Santander, para, ya a partir de este pasado mes de enero, estar en condiciones de atender a clientes cántabros en ‘rent a car’ y suscripciones, y a los de cualquier punto de España en el servicio de renting de largo plazo. Desde Cantabria se tutelará además la expansión del proyecto, de acuerdo a unos planes que a corto plazo contemplan tener presencia en prácticamente todas las provincias del norte de España mediante oficinas propias, para posteriormente continuar creciendo como máster franquicia.
Los antecedentes del proyecto que hoy se dirige desde Cantabria hay que buscarlos en Palencia, y en la empresa con la que el grupo Palausa –propietario de concesionarios de varias marcas de automoción en Castilla y León, y también en Cantabria– ofrecía renting a largo plazo, un servicio habitual en las empresas de venta de vehículos con el que se busca tanto ampliar las opciones que se ofrecen al cliente como generar sinergias con el resto de actividades del concesionario. En 2020 el grupo decide ampliar los objetivos de la empresa, otorgándole entidad propia para a partir de ahí configurar una oferta desvinculada de la actividad de venta y con capacidad para ampliar el catálogo más allá del renting a largo plazo. Para dirigir el proyecto, los responsables de Palausa pensaron en José Antonio Arderius, un profesional cántabro con una larga trayectoria en el sector de la automoción que en ese momento trabajaba en Vitoria: “Solo puse dos condiciones para aceptar: había que buscar una nueva denominación comercial para la empresa, y la sede tenía que estar en Cantabria”, explica Arderius, ya en las oficinas de la avenida de Parayas, en Santander, donde desde junio de 2021 dirige Walacar y Walamove, los nombres bajo los que ahora opera Pisuerga Renting.
Oficina de Walacar-Walamove en Santander. En la sede cántabra de la empresa trabajan siete personas.
En la sede cántabra de Walacar y Walamove trabajan actualmente siete personas, que gestionan una flota de un centenar de vehículos, todos ellos destinados al alquiler a corto plazo y las suscripciones. El renting tradicional a largo plazo, que permite disfrutar de un vehículo a cambio de una cuota mensual, se gestiona casi en su totalidad digitalmente, por lo que tiene unos requerimientos de personal y de espacio menores. El cliente –particular o empresa– contrata el servicio, para periodos que van desde los 24 a los 60 meses, y un conductor se lo entrega en cualquier punto de España. En el caso del alquiler a corto plazo o las suscripciones –un producto a medio camino con el renting, que permite contratar en periodos más cortos de los que oferta ese servicio, pero a precios más ajustados que en los contratos por horas o días– la recogida y entrega del vehículo se realiza en las instalaciones, un vínculo con el entorno más cercano al que la empresa da también una relevancia estratégica: “El cliente de Walamove es local y turístico, y consideramos que es clave ofrecerle una atención cercana y personalizada, que se adapte a cada caso”, recalca José Antonio Arderius.
Tanto por la vinculación entre las delegaciones y el mercado local, como por el potencial que se concede al producto, los planes de crecimiento de la empresa conceden el máximo protagonismo a Walamove, la marca que identifica el alquiler a corto plazo y el amplísimo abanico de servicios con los que quieren cubrirse las necesidades asociadas a las nuevas formas de movilidad. Como marco, señala el director de la empresa, están la transformación que se está dando en la relación que el usuario tiene con su vehículo: “La pandemia ha acelerado un cambio de paradigma brutal, que ha llevado a que se interioricen las ventajas del pago por uso”, explica José Antonio Arderius que, aunque admite que esa tendencia está llegando al automóvil con más dificultad que a otros productos, considera que hay factores que permiten augurar una demanda creciente de los servicios que ofrece su empresa: “La mayor parte de los automóviles pasan la mayor parte del tiempo aparcados, y ante eso hay cada vez más personas conscientes de que la compra no es la mejor opción para resolver sus necesidades de movilidad”.
Ofrecer alternativas a la propiedad ha sido el principal objeto de negocio del renting tradicional, un servicio de uso relativamente habitual en las empresas pero mucho menos utilizado por los particulares. Aunque tanto el cambio de paradigma que menciona Arderius como las propias circunstancias económicas están favoreciendo también que exista una mayor demanda de este producto, el director de Walacar y Walamove considera que el principal potencial de crecimiento corresponde a las nuevas formas de alquiler, más capacitadas para adaptarse a cualquier tipo de pago por uso: por temporadas, por días e incluso por horas o por trayecto. Son fórmulas, explica, que permiten la máxima flexibilidad, que ponen al usuario a salvo de incertidumbres, sabiendo que en cada momento podrá contar con el vehículo adecuado a lo que necesita: “El coche que usas cada día puede no ser el más adecuado para un viaje largo en vacaciones, o el que compras hoy puede tener mañana problemas para acceder a determinadas ciudades por las restricciones legales. El pago por uso te pone a salvo de todo eso, y evita que puedas verte atrapado por la inversión de 20.000 o 30.000 euros que cuesta la adquisición de un vehículo”.
Para atender ese mercado en expansión, y para hacer frente a la competencia de las grandes empresas –muchas veces multinacionales– que operan en él, la doble oferta de Walacar/Walamove se apoya en argumentos como la cercanía, la claridad de la oferta y la agilidad en el servicio: “En otras empresas los precios cambian cada día, de manera que hoy puedes pagar el doble de lo que pagarías mañana, nosotros en cambio tenemos tarifas estables y transparentes, en las que por ejemplo incluimos el seguro a todo riesgo y la asistencia”, detalla José Antonio Arderius, que recalca además la importancia que dan al trato directo y al conocimiento del cliente local: “Para nosotros es básico, de ahí que en la expansión de Walamove contemplemos siempre contar con bases físicas en los lugares donde ofrezcamos nuestros servicios, y gestionadas con profesionales que conozcan perfectamente el entorno en el que trabajan”.
Un ejemplo de esa vinculación con lo más cercano es el acuerdo alcanzado con Armoni Car, empresa cántabra que ofrece servicios del alquiler de vehículos con conductor y que, a resultas del convenio firmado hará el traslado de los clientes de Walamove entre el aeropuerto y la base de esta, para la recogida del vehículo y para tomar su vuelo tras entregarlo.
La empresa tiene su oficina en la planta superior de Autopalas, uno de los dos concesionarios –el otro es el torrelaveguense Ramón González y Hermanos– con que cuenta el grupo Palausa en Cantabria. Pese a esta circunstancia, y a la vinculación accionarial, Arderius destaca que Walacar/Walamove opera de forma independiente del grupo, defendiendo su propia cuenta de resultados y con autonomía estratégica. En términos de comercialización, la contratación del servicio se realiza actualmente a través de teléfono y web, aunque está ya muy avanzado el desarrollo de una app móvil que, además de facilitar esa contratación, permitirá explorar todas las potencialidades del pago por uso. “El renting tradicional tiene todavía margen para crecer, pero donde esperamos que se produzcan los crecimientos más importantes es en el pago por uso, por todo lo que puede ofrecer. Walamove es el futuro”, concluye José Antonio Arderius.
El crecimiento contracorriente de Trámites Fáciles Santander
El despacho de abogacía y asesoría empresarial trabaja desde el octubre del pasado año en unas nuevas instalaciones que triplican la capacidad de las anteriores y que han servido para dar respuesta al continuo incremento de la actividad que ha registrado la empresa en los dos últimos años, en un contexto marcado por el confinamiento y por las consecuencias que la crisis sanitaria ha tenido en las pymes y autónomos que constituyen la mayor parte de su cartera de clientes. Los responsables de TFS, que calculan que la facturación se ha multiplicado por dos desde 2020, quieren que este ejercicio sirva para consolidar el terreno ganado, pero no descartan un nuevo salto adelante que, a partir del próximo año, pueda incluso dejar pequeñas las oficinas que acaban de estrenar.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Junio 2022
No fueron, los del confinamiento, buenos tiempos para nadie pero, cuanto menos desde el punto de vista puramente empresarial, pocos los sufrieron con la intensidad de las asesorías, que vieron incrementarse su carga de trabajo hasta niveles que comprometían su capacidad de respuesta, enfrentadas a continuos cambios regulatorios y legales y con todas las incertidumbres sobre las posibilidades de salir adelante, tanto para ellas mismas como para sus clientes. Cuando sucedió todo aquello, Trámites Fáciles Santander (TFS) había decidido ya una mudanza que dotara al despacho del espacio necesario para dar continuidad al crecimiento –no especialmente acelerado, pero sí constante– que venía registrando desde su fundación en 2003. La declaración del estado de alarma aplazó el traslado pero, dos años después y todavía lejos de haberse despejado todas las incógnitas a las que dio lugar la crisis sanitaria, hay que situar ahí el origen del fuerte crecimiento en la actividad que ha llevado a la empresa a dar un salto mucho mayor que los pocos cientos de metros que separan la antigua oficina de la santanderina calle Tres de Noviembre de las nuevas instalaciones de la calle San Fernando desde las que la empresa opera desde el pasado mes de octubre.
Víctor y Eduardo Bra, en las nuevas oficinas de la empresa que pusieron en marcha en 2004.
Según los cálculos que hace Eduardo Bra de la Rosa, director de TFS, la facturación del despacho ha estado cerca de doblarse en los dos últimos años, un incremento que a su vez se ha reflejado en la incorporación de dos nuevas trabajadoras en ese tiempo, una en junio del pasado año y otra en marzo de este. Con ellas, la plantilla del despacho alcanza las siete personas, lo que está ya muy cerca de colmar la capacidad de las nuevas oficinas. Bra de la Rosa, que fundó la empresa en 2003 y que trabajó en ella prácticamente en solitario durante el primer año, no encuentra razones claras para explicar un crecimiento que, por su intensidad, solo sería comparable con el registrado casi inmediatamente después de la puesta en marcha de la empresa, cuando la comparación de un ejercicio al siguiente se hacía a partir de cifras muy pequeñas. “No acertamos a entender la subida que se ha dado desde el confinamiento. Es verdad que aquella fue una situación muy difícil tanto para nosotros como para nuestros clientes, y que tomamos algunas decisiones que quizá nos están ayudando ahora”, señala el director de TFS, que se refiere con ello tanto a la carga de trabajo que atendieron, como a la determinación que tomaron de aplazar cobros a clientes, aplicar descuentos en los procesos y, en muchos casos, no facturar por la tramitación de los instrumentos habilitados para que las empresas hicieran frente a la crisis: “Probablemente eso ha llevado a que algunos clientes nos recomienden, también posiblemente ha influido la presencia en Internet, la trayectoria ya de muchos años…. Lo cierto es que hemos tenido un crecimiento atípico, que en algunos momentos provoca cierto vértigo”.
Líneas de negocio
Trámites Fáciles Santander nació como un despacho de abogados especializado en la gestión de permisos de residencia para extranjeros, un servicio que todavía mantiene pero al que fueron incorporándose otros hasta configurar un catálogo que al apartado jurídico suma la asesoría fiscal, laboral y contable para empresas y, desde hace diez años, la gestoría administrativa. El proceso de configuración de las diferentes áreas de negocio, explica el director de TFS, se dio como una forma de dar respuesta a los requerimientos de los propios clientes, antes que como una estrategia diseñada en plazos más o menos largos. En esa evolución se dieron coincidencias que pueden considerarse afortunadas, como el proceso de regularización de extranjeros abierto casi coincidiendo con la puesta en marcha de la empresa, pero sobre todo decisiones que permitieron después enfrentarse en mejores condiciones a las crisis que llegarían más tarde, primero a la financiera de 2008, y luego a la pandémica de 2020.
“En 2004, con la regularización de extranjeros de Zapatero, me encuentro casi de un día para otro con colas de quince o veinte personas a las puertas del pequeño local del Mercado de México en el que empezamos”, recuerda Eduardo Bra, que encuentra ahí la única referencia comparable a la de los últimos dos años en cuanto al ritmo de crecimiento de la actividad. En ese momento incorpora a la empresa a su hermano Víctor para, muy poco después, ampliar la oferta del despacho para dar respuesta a la demanda que detectaba en sus propios clientes: “Nos dimos cuenta de que un porcentaje alto de la gente que regularizábamos montaba su propio negocio, y nosotros éramos sus personas de confianza. Contratamos entonces a alguien para hacer asesoría fiscal. Fue un gran acierto”.
Áreas de trabajo
La asesoría fiscal, laboral y contable aporta actualmente entre el 40 y el 50% del volumen de negocio de la empresa, y es el área que está impulsando el fuerte crecimiento del último bienio. La abogacía, un área que Eduardo Bra define como de largo recorrido, se mueve en cifras estables que suponen entre el 30 y el 40% de la facturación de TFS, quedando el resto de los ingresos –en el entorno del 20%, punto arriba punto abajo– a cargo de la gestoría. Aunque esta última todavía no estaba operativa cuando se produjo la crisis financiera de 2008, la diversificación fue clave para afrontar cambios de ciclo como el que se dio entonces –cuando se produjo un frenazo absoluto en los procesos de regularización de extranjeros y la base de ingresos que aportaba ya la asesoría permitió soportar los gastos– y lo ha sido igualmente ante dificultades como las causadas, de forma no menos abrupta, por la pandemia del covid-19.
Eduardo Bra, director de Trámites Fáciles Santander, con parte del equipo de la empresa, en una de las salas de las nuevas instalaciones.
Además de ganar protagonismo en la cartera de servicios de la empresa y ser el motor del crecimiento en los últimos años, la asesoría es también el área de negocio con más peso en términos estratégicos. Con la relativa salvedad de la inversión destinada a la adquisición y acondicionamiento de las nuevas instalaciones –que de un modo u otro también puede vincularse con las necesidades de este servicio– a la asesoría se han destinado las actuaciones más relevantes en materia de digitalización, que han sido decisivas –junto al compromiso y versatilidad de la plantilla– para lograr la mejora de productividad necesaria para dar respuesta al incremento de la demanda. Todo el sistema de recepción y atención al cliente, explica Eduardo Bra, está orientado a facilitar la comunicación electrónica y evitar el papeleo, lo que se complementa con la labor de dos dispositivos informáticos –los conocidos como ‘bot’– programados para asumir las tareas más repetitivas y que más horas suelen consumir en una asesoría: la lectura de facturas y la conciliación de apuntes bancarios. “Ahora mismo ya hacen un trabajo increíble, pero ahí vemos un recorrido tremendo, con aplicaciones desarrolladas a medida que permitirán seguir liberando a los trabajadores de las tareas más tediosas y que menos valor aportan”, augura el director de TFS.
La productividad derivada de la digitalización ha hecho posible que el incremento en la carga de trabajo no se haya trasladado de forma lineal a la plantilla, aunque Eduardo Bra prevé nuevas contrataciones a sumar a las dos realizadas durante el último año.
Con todo, y ya con las previsiones correspondientes al ejercicio en curso prácticamente cerradas, el director de Trámites Fáciles Santander cree que 2022 será un año para consolidar el terreno ganado, y no tanto para dar continuidad al fuerte avance de los dos últimos. Eso no significa, advierte, que la empresa descarte objetivos más ambiciosos en plazos más largos, o incluso inmediatos si surgiera alguna oportunidad: “Queremos ver cómo respondemos ante el crecimiento tan vertical que hemos vivido, porque lo que queremos es estar seguros de dar la misma solución y servicio a todos los clientes”, explica Eduardo Bra, que en todo caso no descarta un nuevo salto adelante que diera lugar a la incorporación de más trabajadores: “Puede ser a través del crecimiento orgánico, como hasta ahora, o corporativo, mediante la compra de alguna asesoría si se da esa posibilidad. Estoy pensando en 2023, por ejemplo, pero si la posibilidad surgiera este año, creo que estaríamos preparados”. Es una posibilidad, admite, que dejaría pequeñas las oficinas que prácticamente acaban de estrenar: “No me preocupa, no me dan pereza las mudanzas y me gustaría saltar la barrera de los diez trabajadores, dejar de ser una micropyme. Cuando se pueda, y no pasa nada si no se puede, pero esa es la idea”.
Crecer siendo una sociedad laboral
Siendo ella misma una sociedad laboral, no es extraño que buena parte de la cartera de clientes de Trámites Fáciles Santander tengan esa misma naturaleza jurídica, algo que Eduardo Bra asegura responde no tanto a una especialización como a la propia dinámica de trato con sus clientes: “Acompañamos a muchos emprendedores desde la primera fase de sus proyectos, y como conocemos de primera mano esa figura, es una de las opciones que les explicamos cuando dan el paso de crear la empresa”, exlica el director de TFS, que cree que el desconocimiento que sigue existiendo sobre esta figura societaria hace que no sean muchas las asesorías que contemplen esta alternativa cuando aconsejan a sus clientes. La sociedad laboral –sociedad límitada laboral, o sociedad anónima laboral– implica que más del 50% del capital social de la empresa tiene que ser propiedad de los trabajadores, y que ningún socio puede tener más del 33% de las acciones. Además, esta figura obliga a que la mayor parte de los trabajadores de la empresa sean a su vez socios de la misma, en una proporción fijada por ley y que pone en relación el total de horas trabajadas por los socios trabajadores y por los que no tienen esa condición. Eduardo Bra, que además de director de TFS es presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Economía Social (ACEL), admite que esas premisas legales pueden hacer que las sociedades laborales no sean la mejor opción en todos los casos, pero defiende que sus ventajas las hacen especialmente atractivas en muchos otros: “Hay cuestiones como la posibilidad de que los administradores coticen en el régimen general, o las líneas de ayudas a la constitución de la empresa y a las inversiones, que suponen ya un atracitivo por sí mismas, pero sobre todo la sociedad laboral es una figura que aporta estabilidad y que facilita que los trabajadores se identifiquen con el proyecto». La trayectoria de Trámites Fáciles Santander SLL sitúa a Eduardo Bra en una buena posición para valorar uno de los potenciales obstáculos de las sociedades laborales: el freno al crecimiento que puede suponer la obligación de incorporar como socios a los trabajadores. “Para nosotros no ha supuesto nunca un problema, aunque es cierto que la consolidación que queremos hacer este año, después del crecimiento tan fuerte de los dos últimos, tiene en parte que ver con esto, pero tampoco creo que esa pausa tenga nada de malo”. Sí cree, en cambio, que la reforma laboral, con la práctica eliminación de la temporalidad, puede ser un problema para sociedades laborales y cooperativas: “El cómputo para establecer la proporción entre socios y no socios se hace teniendo en cuenta los trabajadores con contrato indefinido. Al eliminarse la temporalidad, eso podría llevar a que muchas empresas pierdan la calificación de sociedad laboral o cooperativa. Es algo que confíamos que se corrija con las enmiendas en las que ya se está trabajando en comisiones en el Congreso y el Senado”.
“Nos jugamos el futuro de Cantabria en los tres próximos años”
Álvaro Herrero, presidente de la Comisión de Industria de la Cámara de Comercio de Cantabria, cree que la industria cántabra necesita superar cuanto antes la falta de personal cualificado, mejorar su competitividad, generar nuevas oportunidades y facilitar que las empresas ya consolidadas ganen en tamaño. El también director de proyectos de automoción de Industrias Jacinto Herrero reclama una estrategia energética de país y aboga por reforzar la indispensable colaboración publico-privada para superar los problemas que pueden impedir a España y Cantabria aprovechar la ola reindustrializadora que augura para Europa.
Manuel Casino | @mcasino8 | Junio 2022
Tras poco más de un año al frente de la Comisión de Industria de la Cámara de Comercio de Cantabria, Álvaro Herrero sostiene que la industria cántabra necesita superar cuanto antes la falta de personal cualificado, mejorar su competitividad, generar nuevas oportunidades y facilitar que las empresas ya consolidadas ganen en tamaño. Convencido de que Europa va a vivir un movimiento de reindustrialización que puede beneficiar al sector, apela a crear suelo industrial a precios competitivos y apuesta por la implantación de la tecnología 5G. El también director de proyectos de automoción de Industrias Jacinto Herrero teme que lo peor del incremento de los precios de la energía y del gas aún esté por llegar, por lo que reclama una estrategia energética de país, aboga por reforzar la indispensable colaboración publico-privada y defiende que los fondos europeos son la gran oportunidad para garantizar el futuro industrial en la región.
Pregunta.– Algunos expertos opinan que la industria en Cantabria está perdiendo protagonismo. ¿Comparte esta visión?
Respuesta.– Sí. De todas formas, se trata de una cuestión general de la economía española. El peso de la industria nacional está yendo a menos y no lo logro entender. Porque el sector industrial es una fuente de empleo estable y cualificado y una vía de solución a los problemas que tenemos. En el caso de Cantabria, donde la pérdida de PIB industrial es más acusada, confío en que, al ser una comunidad pequeña, cualquier proyecto que surja tenga un impacto positivo a corto plazo.
P.– ¿Cuáles son, a su juicio, las necesidades más urgentes a las que se enfrenta el sector industrial en la región?
conectividad, infraestructuras o precio de la energía; generar nuevas oportunidades, facilitando el emprendimiento o incluso la simplificación administrativa; y facilitar que la industria tradicional y las empresas que ya estamos consolidadas ganen en tamaño, ya sea mediante suelo industrial o la transformación digital de las compañías. Estos son, a mi juicio, los cuatros pilares o focos en los que deberíamos volcar nuestros esfuerzos
R.– Para mí hay cuatro cuestiones básicas: la falta de personal cualificado, tanto de FP como universitario; mejorar la competitividad industrial en temas como
P.– ¿En qué sectores industriales cuenta Cantabria con mayor potencial de desarrollo y crecimiento?
R.– Creo que estamos en un momento clave en el que se va a producir un movimiento de reindustrialización en Europa a todas las escalas. Hemos vivido situaciones de incertidumbre, paradas de producción y muchos problemas que han sacado a la luz que igual nos hemos pasado de frenada en la globalización. Y que en ocasiones se pone en riego las cadenas de suministros. Por eso, estimo que va a haber una relocalización de las industrias estratégicas y eso nos va a beneficiar. Yo le puedo hablar de mi sector, el de automoción, que tiene un importante peso específico en la industria de Cantabria y que, además es tractor de otras industrias, como las TIC. Creo que va a haber un crecimiento de las industrias que ya estamos aquí.
P.– ¿El polígono de La Pasiega está llamado a marcar un antes y un después en el desarrollo industrial de Cantabria?
R.– La Pasiega será bueno para Cantabria en tanto pueda ser un proyecto estratégico en la actividad portuaria y logística de la región. Pero decir que va a haber un antes y un después me parece un poco exagerado.
P.– En este sentido, ¿hasta qué punto la falta de disponibilidad de suelo industrial representa un problema que condiciona las posibilidades de crecimiento y supervivencia de la industria de Cantabria?
R.– Lo es. Hay un déficit importante de suelo industrial en Cantabria. Estamos en una posición de desventaja competitiva con relación a las comunidades limítrofes. Por ejemplo, el precio del metro cuadrado en Burgos está en torno a los 40 euros; en Vitoria, alrededor de los 65 euros; y en Aguilar de Campoo prácticamente te ponen el suelo gratis. En Cantabria, sin embargo, el precio está entre los 100 y 120 euros el metro cuadrado. ¿Puede ser factible aprovechar los terrenos de Sniace o la ampliación del polígono industrial de Guarnizo, que es otra de las posibilidades que se están planteando? Sí, siempre y cuando sea a un precio competitivo. Si no, perderemos la oportunidad porque hay muchas empresas que no pueden acometer esas inversiones para crecer.
P– ¿La mejora de las infraestructuras de comunicaciones sigue siendo una asignatura pendiente en el desarrollo industrial de Cantabria?
R.– Va a ser una ventaja competitiva en el futuro. Hablamos tanto de las digitales como de las físicas. En las digitales, creo que tenemos que hacer una apuesta firme por la implantación de la tecnología 5G en Cantabria, que va a ser una ventaja competitiva a nivel industrial. En cuanto a las físicas no debemos perder la oportunidad del corredor del Atlántico, por lo menos conectarnos de alguna manera con Bilbao y de ahí con el resto. Además, contamos con un buen puerto y un buen aeropuerto.
P.– El elevado coste de la energía y del gas ha comprometido durante los últimos meses la actividad de no pocas empresas, algunas de las cuales se han visto obligadas a modular sus producciones. ¿Se está recuperando la normalidad?
R.– No. Es más, creo que aún puede venir épocas peores. Al final, Europa tiene una dependencia energética muy fuerte del gas ruso. Y ahora mismo la estrategia europea pasa por buscar fuentes alternativas, que no es fácil. Eso va a requerir de tiempo y probablemente haya problemas para ajustar la demanda, lo que provocará picos de precios que nos van a seguir afectando. Esto no es cosa de unas semanas o meses. Mi empresa no es electro intensiva, por lo que no tengo mucha más información, pero creo que aún queda tiempo por delante hasta que se normalice la situación.
P.– ¿La eficiencia energética en las pymes y grandes empresas industriales ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación?
R.– Ya lo era antes de que se registraran los picos en los precios de la energía. La industria en general lleva ya tiempo apostando por proyectos de ahorro energético y autoconsumo. Lo que ocurre es que en 2020 el precio del kilovatio hora en Alemania estaba a la mitad que en España. Frente a eso, no existe estrategia de eficiencia que lo equilibre. Lo que falta realmente es una estrategia energética a nivel país.
P.– El sector de las tecnologías de información y las comunicaciones (TIC) cántabro es estratégico por su capacidad de innovación y desarrollo de nuevos productos y funcionalidades con aplicaciones en multitud de sectores productivos, incluidos la automoción o la economía circular. ¿Lo suscribe?
R.– Sí, por supuesto. Es un sector muy transversal que ayuda no solo al industrial sino también al de servicios e incluso al sector primario. Sin duda va a ser un generador y palanca de nuevas oportunidades y de nuevos empleos.
P.– ¿Cree que el futuro industrial de la región a medio plazo descansará en gran parte en la economía azul?
R.– Como región tenemos que estar abiertos a cualquier innovación industrial que se pueda producir, máxime cuando contamos con recursos que pueden ser potencialmente buenos para ello. Pero creo que también hay que seguir poniendo el foco en la industria tradicional, que es la que actualmente está sustentando toda la actividad industrial. No podemos perder el foco de lo que actualmente está dando riqueza a la región. Obviamente hay que apoyar todas las iniciativas, pero creo que ambas son necesarias y complementarias entre sí.
P.– ¿Los fondos europeos dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia son la gran oportunidad para la reindustrialización de Cantabria?
R.– Son la gran oportunidad. De hecho, creo que en los próximos tres años nos jugamos el futuro de los siguientes veinte de Cantabria. Por tanto, pongámonos a trabajar conjuntamente –empresas, administraciones, instituciones y sociedad– y eficientemente para hacer las cosas bien en estos tres años porque luego ya no valdrá lamentarse. Tenemos que intentar sacar el máximo provecho a estos fondos, porque si no lo va a hacer el de al lado. Aquí la diferencia va a estar en llegar al sitio en el que tenemos que estar antes que los demás.
R.– Independientemente de que pase o no por un buen momento, lo que está claro es que no tenemos otra posibilidad. Decía antes que nos la jugamos en estos próximos tres años. Viene un tiempo de trabajo conjunto y de colaboración público-privada muy intensivo. Lo que le puedo decir es que desde esta Comisión estamos dispuestos a trabajar desinteresadamente y de un modo muy comprometido por la región en proyectos ilusionantes y que sean tractores. El que no esté dispuesto a colaborar, lo mejor que puede hacer es apartarse y no molestar.
P.– Hay quien critica que Cantabria en una comunidad poco acostumbrada a grandes colaboraciones y que históricamente su tejido empresarial se ha caracterizado más por el individualismo que por el asociacionismo. ¿Seguimos igual o las cosas están cambiando?
R.– Mi experiencia durante el último año en esta Comisión es que tanto la Cámara de Comercio como CEOE o la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar (Acefam) estamos alineados, con una sintonía muy buena y trabajando con mucha responsabilidad para que todos los proyectos que se están poniendo en marcha en la Cantabria lleguen a buen puerto. Y le pongo un ejemplo: el proyecto de simplificación administrativa. Las tres organizaciones nos hemos puestos a disposición del Gobierno regional para ayudarle en esta tarea. En este sentido, creo que se está trabajando muy bien en el día a día. Al final, no dejamos de ser una comunidad autónoma pequeña en la que todos compartimos casi siempre los mismos intereses. Lo mejor, por tanto, es sumar fuerzas.
P.– Otro mal endémico es la falta de personal cualificado para la industria y la adecuación de la FP a las necesidades de la empresa. ¿Qué espera del reciente anuncio de Pedro Sánchez de destinar 1.238 millones de euros a la modernización de este tipo de estudios?
R.– Que generen el impacto necesario. Eso es lo único que le pido. Hay un 30% de paro juvenil y hay un 20% de puestos vacantes en las empresas porque no encontramos los profesionales necesarios para cubrirlos. Esto es una distorsión del mercado laboral que no tienen ningún sentido. En los países de la Unión Europea en los que la FP Dual está muy implantada el paro juvenil no llega al 10%. Es la solución. Además, la FP Dual es compatible con una universidad potente, pero ambas se tienen que basar en la excelencia y en buscar la empleabilidad de sus alumnos. Es tan importante que salgan buenos universitarios como buenos profesionales de la FP. Pero de esta situación también tenemos culpa las familias porque creíamos que esta opción formativa no era digna para nuestros hijos.
P.– La anunciada huelga indefinida a partir del 2 de junio en el sector del metal, que afecta a más de 20.000 trabajadores, augura una vuelta a la conflictividad laboral en Cantabria ¿Teme que este conflicto suponga el principio del fin de la paz social?
R.– Estamos en un proceso de reindustrialización de Europa y va a ver oportunidades para todos, también para Cantabria. Por ejemplo, no hay semana en mi compañía en la que no se esté ofertando un proyecto que está fuera y que se quiere traer para Europa o a España. Estamos en un momento en el que debemos actuar con responsabilidad y ser conscientes de que en España y en Cantabria tenemos un problema de productividad industrial, que ha bajado siete puntos en un año. Mientras que en el resto de la UE ya están en niveles de productividad previos a la crisis, aquí aún no los hemos alcanzado. Esto nos deja en una posición de clara desventaja frente a nuestros competidores. Que planteemos en este escenario una revisión salarial es normal, pero también deberíamos intentar entre todos aumentar los niveles de productividad porque, de lo contrario, este aumento salarial no se sustenta en el largo plazo. La productividad en España se ha visto muy afectada porque, sobre todo a raíz de la pandemia, la generación de empleo ha sido en su mayoría público, pero apenas ha habido empleo privado. Y eso, evidentemente, afecta a la productividad
El embalaje más técnico impulsa a Tecan
Nacida hace apenas tres años como una ingeniería que diseñaba soluciones para el transporte y protección de grandes equipos industriales, la empresa ha experimentado un vertiginoso crecimiento ofreciendo una respuesta integral a las necesidades de sus clientes, asumiendo también las tareas de fabricación de los embalajes. Con proyectos para explorar varias opciones en el ámbito de la economía circular, instalar una línea de fabricación de producto estandarizado y contar con su propio secadero de madera, la empresa prepara ya el que sería su tercer traslado en otros tantos años de actividad. Las previsiones de los responsables de la empresa contemplan superar el millón de euros de facturación al cierre del presente ejercicio.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Julio 2022
De cumplirse lo previsto y en poco más de tres años, los que van desde su fundación en 2019 al cierre del presente ejercicio, la facturación de Grupo Tecan habrá pasado de los poco ambiciosos objetivos con los que arrancan casi todos los proyectos a situarse en el entorno del millón de euros. Es esta una evolución que habría que considerar notable en cualquier circunstancia, pero que lo es aún más si tenemos en cuenta el entorno en el que se ha producido, con una crisis sanitaria por medio y con todas las incertidumbres que la situación internacional ha provocado en el comercio mundial. Las cifras también pueden sorprender si atendemos al producto sobre el que se sustentan, que podría entenderse como convencional, no demasiado inclinado a propiciar ventajas competitivas y destinado a mercados maduros. Sorteando los condicionantes de las sucesivas crisis y respondiendo a las visiones parciales que pueden tenerse sobre lo que hacen, los responsables de Tecan han dado forma a un proyecto que todavía no ha alcanzado su altura de vuelo y al que prevén apuntalar con nuevas iniciativas, tanto desde el lado del producto como en las dotaciones y capacidades de la empresa, incluyendo un traslado que sería el tercero desde que echaran a andar en el polígono de Barros en la primavera de 2019.
Óscar Ruiz, director de Grupo Tecan, en la nave principal de la empresa, en el polígono de Raos.
Tecan Group Transport and Packaging SL, la denominación social de la empresa que opera con el nombre comercial de Grupo Tecan, nació como una ingeniería dedicada a la protección de equipos pesados para su transporte, manejo, trincaje y estiba de carga. Fundada por dos ingenieros con experiencia en la industria metalúrgica, la empresa buscaba hacerse un hueco en un mercado en el que no existían demasiados competidores y, en contra de lo que pudiera pensarse, tampoco eran muchas ni las soluciones que existían en el mercado ni la sensibilidad de los potenciales clietnes respecto a la necesidad de invertir en unas soluciones que consideraban que no añadían valor a su producto. “Como usuarios habíamos detectado esa carencia, sobre todo en equipos de cierta complejidad, de gran tonelaje… y a la protección para el transporte solo se le da importancia cuando pasa algo”, explica Óscar Ruiz, director de la empresa y, junto a Andrés S. González, uno de los dos fundadores de Grupo Tecan.
La primera orientación que se dio a la empresa respondía tanto a ese nicho de mercado que habían detectado sus creadores como al perfil profesional de estos –ambos ingenieros de formación–, de manera que lo que ofrecían inicialmente era el diseño de soluciones: “El cliente nos decía cuál era su producto, qué características tenía, dónde había que mandarlo y por qué medios, y nosotros les dábamos asistencia en protección, almacenaje, manipulación… sobre todo en bienes de equipo”, recuerda Óscar Ruiz, que considera que el paso siguiente, asumir la fabricación de los embalajes, se dio de una forma natural, por más que no estuviera contemplado en los planes iniciales de la empresa: “Solo con la parte de asesoramiento no cubrías las necesidades del cliente, con lo que empezamos a subcontratar la fabricación. Pero pronto nos dimos cuenta que ese trabajo teníamos que hacerlo nosotros”.
Dar el paso a la fabricación, y también aunque en menor medida el incremento de la carga de trabajo que se produjo casi desde el inicio de la actividad, provocaron que el taller donde se ubicó la empresa se quedara pronto pequeño, y motivara el primer traslado, en febrero de 2021. Tecan trabaja desde entonces en las naves que adquirió en el polígono de Raos, en Santander, donde se ubican oficinas, taller de fabricación y los almacenes de materia prima y producto terminado. En ese momento, explican los promotores del proyecto, la empresa cuenta ya con una cartera de clientes estable, entre los que hay algunos de fuera de Cantabria, y ha dado forma a un equipo profesional al que, además de los técnicos y operarios de fabricación, se ha incorporado un responsable comercial. “Empezamos con muy poca inversión y objetivos muy modestos, pero ahí ya vimos que este era un proyecto que merecía la pena y que podía tener mucho futuro”.
Grupo Tecan facturó poco más de 70.000 euros en 2019, rozó los 300.000 en 2020 y, de acuerdo a las previsiones que manejan sus responsables, superará por primera vez el millón de euros en ventas al cierre del presente ejercicio. Aunque sin alcanzar las proporciones de estos primeros años, los planes de la empresa contemplan dar continuidad en el crecimiento de la actividad en los próximos años, lo que en la práctica implicará una nueva mudanza probablemente antes de que acabe el año.
La relación de empresas a las que atiende el Grupo Tecan incluye a alguna de los nombres más representativas de los sectores de calderería y metal-mecánico de Cantabria, en un perfil que se corresponde con el más habitual entre los que se da servicio desde sus instalaciones en Raos, una ubicación elegida precisamente por la proximidad al puerto y a buena parte de las industrias que componen la cartera de clientes de Grupo Tecan. La empresa realiza sus proyectos siempre por encargo, a partir del encargo del cliente, y fabrica bien en sus propias instalaciones o ‘in situ’, en casa del cliente. En todos los casos se trata de diseñar soluciones –tanto el propio embalaje como el trincaje y la estiba– para equipos cuyo transporte plantea exigencias de cierta complejidad, bien por su tamaño, por los requerimientos de protección o por ambas circunstancias. A partir de esas premisas, la gama de la empresa incluye una amplia gama de productos, casi todos con la madera como materia prima aunque también con el retractilado como una de las fórmulas a utilizar.
Proyectos de hasta 200.000 euros
La amplitud y heterogeneidad de la gama tienen también un reflejo en la cuantía de los proyectos y en el precio de los productos, que podrían partir de los apenas 30 euros que cuesta alguna de las cajas a los 50.000 que pueden suponer algunas de las soluciones globales realizadas por la empresa cántabra. En realidad, destaca Óscar Ruiz, el abanico de precios sería incluso más amplio, y recuerda que ellos mismos han realizado ofertas para proyectos que se acercaban a los 200.000 euros, y que finalmente no realizaron por una cuestión de plazos. Son importes que dan una idea del alcance y complejidad de la tarea que asume Tecan, que va mucho más allá del diseño y fabricación del embalaje: “Una caja puede realizarla casi cualquiera, pero asumir toda la cadena de valor del embalaje, que es lo que buscamos nosotros, es lo que permite fidelizar clientes y acometer proyectos de gran envergadura y mayor valor añadido”.
Embalajes listos para utilizar, almacenados en la nave de producto terminado.
Operar con mayores niveles de especialización permite además reducir el número de competidores y llegar a clientes más receptivos a lo que puede aportarles la empresa. A diferencia de lo que sucede con el ‘packaging’ con el que un producto llega al mercado, que tanto empresas como usuarios consideran ya como parte del valor del mismo, en la concepción del embalaje para el transporte de equipos industriales aún queda camino por recorrer en esa dirección: “Cada vez menos, pero seguimos encontrándonos con una valoración que no se corresponde con lo que podemos aportar”, admite el director de Tecan que, más allá de lo llamativas que puedan suponer algunas cifras, considera que el valor de las soluciones de protección siempre supera a su precio: “En un equipo de dos millones de euros el embalaje puede suponer 2.000 euros, que es una cantidad que podemos considerar residual para el cliente. Pero si por una mala protección o un estibaje incorrecto el equipo se golpea, los costes generados por la no calidad o la pérdida de confianza o imagen de cara a su cliente son mucho mayores”.
Los poco más de tres años transcurridos desde su fundación han servido para que Tecan haya logrado consolidar su producto en una cartera cada vez más amplia de clientes, primero en Cantabria y luego en las regiones limítrofes, sobre todo en el País Vasco. La actividad, calculan los responsables de la empresa, se concentraría en un 40% en el mercado local, repartiéndose el 60% entre Asturias, País Vasco y norte de Castilla-León. Con la actual estructura de la oferta, centrada en producto a medida de altos requerimientos, la expansión geográfica está muy condicionada por la distancia y no da pie a ir mucho más allá de donde ya ahora se trabaja. Poner un embalaje de 14 metros en Madrid, explica Óscar Ruiz, supondría afrontar costes logísticos superiores a los del propio producto, lo que lo hace inviable. Eso no significa, advierte, que en los planes de crecimiento de la empresa se descarte llegar más lejos: “No sería con el producto a medida, pero nuestra idea es poner en marcha una línea de embalajes estandarizados, que nos permitiría llegar a clientes a los que ahora no podemos atender”.
La puesta en marcha una línea de fabricación de producto estándar es una de las vías con las que los responsables de Tecan confían en dar continuidad al crecimiento de la empresa en próximos ejercicios. También en el retractilado, los embalajes al vacío y otros productos que se fabrican en casa del cliente. Además de buscar nuevos nichos de mercado con potencial para hacer crecer la actividad, Tecan también tiene en marcha proyectos con los que busca objetivos medioambientales y de mejora de la productividad. Es el caso del proyecto Emcantos, que con una inversión de 66.000 euros y apoyo de Sodercan plantea dar uso a las virutas de madera que se generan como residuo en el proceso de fabricación, empleándolas para la producción de nuevos embalajes. Igualmente con objetivos encuadrados dentro de lo que se conoce como economía circular, la empresa se plantea contar con una caldera de biomasa en sus nuevas instalaciones, tanto para generar energía como para utilizarla en un secadero de madera propio, lo que unido a un espacio de almacenaje exterior permitiría mejorar las condiciones en las que se accede a la que es la principal materia prima en el proceso productivo de Tecan.
Las nuevas instalaciones, para las que se manejan varias alternativas en entornos cercanos al actual, permitirán además diseñar un nuevo ‘lay out’ que corrija las ineficiencias que se producen hoy en el tránsito de los materiales por las dos plantas. La mejora de la productividad es también el objetivo último del proceso de digitalización en el que se han embarcado la empresa, que permitirá tener un mejor control de procesos y tiempos y, en consecuencia, un mejor conocimiento de lo que se hace. “Hasta ahora hemos crecido mucho y muy rápido, queremos consolidar lo hecho y sentar las bases para seguir avanzando”.
Emprender contra la corriente
El encadenamiento de crisis al que dio origen la pandemia ha alimentado incertidumbres y dificultades que no parecen especialmente propicias para impulsar proyectos empresariales de autoempleo, pero también ha servido como acicate para que muchas personas se animen a trabajar por cuenta propia. Ya sea como recurso para superar una situación de desempleo, o por el convencimiento de la necesidad de tener un mayor control sobre la propia carrera profesional, casi 400 personas optaron el año pasado por iniciar un proyecto empresarial en el que desarrollar su vocación. Tres de ellas repasan las circunstancias que les llevaron a dar el paso, hacen balance del tiempo transcurrido y valoran la influencia que la crisis sanitaria ha tenido en la gestación y puesta en marcha de su idea.
Cristina Bartolomé | @criskyra | Julio 2022
Emprender un negocio o una ocupación profesional propia es la vía por la que han optado en Cantabria 371 personas en 2021, un año que podría pensarse que no ha sido especialmente propicio para ello. Ya sea por una causa o por otra, el hecho es que la pandemia, que tantos negocios arrasó, ha impulsado a trabajadores de sectores muy variados a abrirse camino en solitario en búsqueda de una salida profesional en medio de un ambiente laboral incierto. El común denominador puede ser también el deseo de ser dueño del propio trabajo y sus beneficios y el sentirse independiente para tomar decisiones. Crear un propio proyecto empresarial puede tener esas ventajas que, en la mayoría de las ocasiones, compensa el riesgo y el esfuerzo de ponerlo en marcha.
Carolina Peña, con alguno de los productos de Bollos del Mundo.
Así se desprende del relato de varias emprendedoras que han dado el paso de serlo tras la crisis sanitaria o que, habiendo ya pilotado sus propios proyectos con anterioridad, han buscado nuevos caminos en este tiempo. Carolina Peña, licenciada en Turismo, trabajaba en una empresa relacionada con el alquiler de vehículos que ya cerró antes de la pandemia. Desde agosto de 2021 gestiona un obrador, Bollos del Mundo, ubicado en General Dávila 242, donde elabora repostería internacional, y se muestra convencida de que el paso dado ha sido el correcto. “Desde luego que prefiero este trabajo, porque el anterior era una empresa grande en la cual no puedes desarrollar todo tu potencial, siempre estás a expensas de lo que marcan los demás. Ahora yo marco mis pautas, mi camino, si me equivoco, me equivoco yo, pero si va bien, también acierto yo”, recalca en un repaso las ventajas que tiene el trabajo por cuenta propia: “Ahora sé por dónde tengo que ir”, resume.
El caso de Carolina es el claro ejemplo de ese mantra tan repetido: ‘haz de tu afición tu profesión’. Cuando se quedó sin trabajo decidió desarrollar lo que le apasionaba, la repostería: “Siempre me ha gustado mucho, más que un hobbie era una pasión en la que además, me he formado”. Su afición por viajar y el gusto por los postres, sumado a la escasez de este tipo de productos en Santander, le dio la idea: “Siempre me llamó la atención la bollería de los países nórdicos, por ejemplo, así que investigando fue surgiendo la de otros países, y fui viendo la posibilidad de ofrecer todo eso en Santander, donde no lo había. Al menos yo lo quería comprar y no lo encontraba”.
Bollos del Mundo se basa en la venta bajo pedido, aunque siempre hay una pequeña exposición en el obrador con la que puede atender a quien se acerque hasta allí. Pero su principal cliente es un cliente ‘on line’, con pedidos de toda España, por más que también sirva en mostrador y tenga ya una notable cartera de clientes entre los vecinos de la zona de General Dávila. Quienes compran sus dulces, explica Carolina Peña, buscan algo concreto: “Nuestro cliente es una persona a la que le gusta algo un poco especial, delicatessen, que sea algo diferente, con buenos ingredientes y sabores, es un cliente que busca algo bueno”.
Marián Sáncal, creadora en 2020 de la consultoría que lleva su nombre y de Translational Hub.
Las cosas están funcionando y hoy en día el esfuerzo se centra en desarrollar el negocio y aumentar la cartera de clientes: “Estoy trabajando bien, estoy muy contenta porque en estos meses ha sido un crecimiento lineal bastante bueno. Espero que la cosa vaya mucho mejor y seguir creciendo, voy a seguir adelante, desde luego, con todas mis fuerzas”.
La Consultoría Marián Sáncal y Translational HUB son dos proyectos que surgen también durante la pandemia. En 2019 Marián Sáncal cerró su compañía Método Sáncal y desde entonces ayudaba a empresas en procesos de transformación organizacional. Los resultados le llevaron a plantearse constituir una consultoría y, aunque desde enero de 2020 preparaba ya el proyecto, trabajó un tiempo por cuenta ajena: “Me seleccionaron para dirigir una empresa de retail cuyo contrato firmaba el lunes 16 de marzo de 2020. Nos confinaron el 15, y me lo tomé como una señal”.
Aportar conocimientos y experiencia podía suponer en esos momentos un valor diferencial, reflexionó, y apostó por la Consultoría Building Future de transformación organizacional para, dice, “ayudar a las empresas a transitar hacia un nuevo paradigma que las hiciera capaces de liderar en máxima incertidumbre”. También se planteó cómo escalar estas nuevas formas al territorio, y comenzó un doctorado sobre ello en la Universidad de Cantabria.
Tras renunciar a una renovación del contrato, nació su proyecto personal: “Una crisis pone de manifiesto que hay cosas que no funcionan, y ahí siempre hay una gran oportunidad. El Covid, creo, ha evidenciado que los sistemas bajo los que operamos hacen aguas, que la manera de organizarnos en estructuras piramidales ya no ofrece soluciones a los nuevos retos”. Marián Sáncal cree que es necesario un cambio de paradigma en el liderazgo, en las empresas y organizaciones y en los territorios: “A esta triple transformación me dedico desde la pandemia. La experiencia ha sido brutal”.
Marián Sáncal lanzó la primera Escuela de Transformación Organizacional con un programa online, trabajando con directivos de España, México y Colombia: “Haber dado apoyo durante la pandemia a estos líderes me ha permitido impactar a más de 20 compañías haciendo realidad mi propósito: aportar un valor diferencial”. Las circunstancias obligaron a soluciones ‘online’, y ahora cuenta con un sistema híbrido, 70% online y 30% presencial.
Carolina Rodríguez muestra en el móvil la app de su empresa, dedicada a la organización de fiestas.
Además, a finales de 2020 fundó el polo de innovación territorial Translational HUB, con el apoyo del MIT, el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Comenzó con 9 personas y hoy son ya 18 en dos equipos, uno en Santander y otro en el Valle de Asón: “Nuestro objetivo es ampliar estos nodos de acción a todos los valles de Cantabria para detectar los problemas de cada zona y facilitar las herramientas de ingeniería social desarrolladas por el MIT para co-crear soluciones sostenibles”.
Cabe preguntarse si el nuevo camino que emprendió puede ser un ejemplo de la transformación a la que abocó la pandemia en otros profesionales y empresas. Marián Sáncal piensa que la pandemia ha puesto de manifiesto que operar en el siglo XXI con estructuras y gestión del siglo XIX está provocando frustración y falta de resultados en las organizaciones: “Podemos decir que somos una ‘especie inadaptada’ al entorno. Y cuanto más ‘extremo’ se vuelve el entorno, más inadaptados nos volvemos. La pandemia ha expuesto el problema de base: la forma que tenemos de relacionarnos en nuestras organizaciones está completamente obsoleta”.
Carolina Rodríguez creó su propio proyecto empresarial tras superar algunos obstáculos. Es venezolana, madre de dos adolescentes y emprendedora que, en medio de la pandemia, decidió reinventarse y comenzar su negocio de personalización de accesorios y prendas de vestir por un lado y, en paralelo, poner en marcha una empresa de organización de fiestas con decoración de tipis, tienda de forma cónica típica de las comunidades indias y nómadas. “Mi objetivo era ofrecer una forma original de celebrar cumpleaños o cualquier evento, donde los niños puedan disfrutar de manera diferente con juegos, manualidades, cine, música y cualquier actividad recreativa y educativa”.
Las cosas no han sido fáciles para Carolina. Cuenta que cuando decidió emprender aun no tenía permiso de trabajo y estaba a la espera de la tarjeta de residencia: “Soy venezolana y me tocó emigrar a España por la situación en mi país en junio de 2018. Mi mayor impacto al llegar es cuando me dicen que debo esperar entre 6 meses y un año para recibir el permiso de trabajo. Al verme en esa situación supe que debía hacer algo mientras esperaba ese deseado permiso”.
En su afán por formarse, Carolina Rodríguez encontró el programa ‘Mujeres emprendedoras’ patrocinado por Coca-Cola y se unió en diciembre del 2019: “Una experiencia única, nos dieron toda la información y contactos para emprender en Santander, que era lo que yo quería y, aunque con temor, decidí aventurarme y fui a la Cámara de Comercio a solicitar colaboración para realizar mi proyecto de negocio”.
Y en eso llegó la pandemia. Sin embargo, para Carolina fue una especie de tiempo de gracia: “Siempre lo digo, para mí la pandemia fue un momento para centrarme en mi empresa, decidir qué hacer y cómo hacerlo, redactar mi proyecto, buscar proveedores… Pasaba horas en internet, con muchas dudas, porque no estaba en mi país y no dominaba el tema de proveedores, pero cada día le iba dando forma a eso que yo quería”. Cuando concluyó el confinamiento y finalmente recibió la tarjeta de residencia, pudo tramitar toda la parte legal y darse de alta como autónomo. “Pedí un crédito bancario que a través de la Cámara de Comercio y la carta de viabilidad me fue otorgado” y con ello pudo adquirir materiales y maquinaria. “A partir de ahí, empecé a trabajar día y noche desde casa”.
Carolina explica que la experiencia con la Cámara de Comercio fue única, y está “enormemente agradecida” a David Ramos, responsable de Creación de Empresas y Comercio Minorista de la entidad cameral que, destaca “siempre dispuesto a ayudarte y orientarte”. Recomienda acudir a la Cámara a cualquier emprendedor, o al Coworking del Ayuntamiento de Santander, o al Centro Internacional Santander Emprendimiento: “Y a toda formación que te ayude a dar un salto a tu negocio, con gente profesional que te capacita para mejorar tu emprendimiento, aquí en Santander lo tienes y es gratis”.
Tras los meses de preparación, Carolina Rodríguez empieza a ver florecer su empresa y le gustaría ampliar el negocio: “Hacer más cosas que por miedo a la pandemia había decidido no hacer, pero ver la satisfacción de los clientes me hace seguir adelante y apostar más por mi proyecto”. ¿Algún consejo para emprender? “Todo comienzo es difícil, pero la perseverancia y la constancia te hacen fuerte, solo debes confiar en ti, ser curioso, asistir a eventos de emprendedores y reunirte con gente que, cómo tú, está saliendo adelante”.