Manuel Vila, presidente del Clúster de la Industria de Defensa, destaca en esta entrevista la vocación nacional de esta iniciativa de la que ya participan 80 empresas, instituciones y entidades de carácter público, el 60% de ellas de Cantabria, y recalca su objetivo de mediar entre las pymes del sector y las Fuerzas Armadas, además de atraer a otras empresas con capacidades productivas y tecnológicas que se pueden aplicar a la defensa y no lo saben.
Manuel Casino | @mcasino8 | Octubre 2024
Pregunta.– El Clúster de la Industria de Defensa cumplirá muy pronto cinco años de su fundación. ¿Qué valoración hace de este quinquenio?
Respuesta.– La idea surgió hace cinco años, a raíz de una jornada en el Colegio de Economistas de Cantabria sobre la importancia de la industria de defensa en la economía y el interés desbordado que este asunto suscitó entre las empresas que acudieron a este evento. Aquello derivó en una iniciativa para poner en marcha una asociación de empresas que quisieran tener relación con las Fuerzas Armadas (FF AA). Así nació el clúster, que debo decir ha sido muy difícil de arrancar en una región tan pequeña como Cantabria y tan carente de empresas tractoras en el sector. Pese a ello, constatamos que sí existía un interés sorprendente y le diría que casi exagerado. No sin dificultades, el clúster se ha ido consolidando poco a poco y ahora mismo es una asociación que engloba a 80 empresas, instituciones y entidades de carácter público, la mayor parte de ellas de Cantabria, pero que tiene vocación nacional.
P.– Un clúster con sede en Cantabria, pero del que también participan muchas empresas, instituciones y centros de investigación de otras comunidades. ¿Por qué aquí?
R.– Lo que se entiende por industria de defensa, en Cantabria es testimonial. La clave está en que no solo estamos hablando de sistemas de defensa. Ni mucho menos. Estamos hablando de todos aquellos suministros que son necesarios para el desenvolvimiento de las FF AA. En el caso del clúster, hablamos de empresas de microelectrónica y de telecomunicaciones, de textil para los uniformes, de alimentos e incluso de cremas de protección solar. Hablamos de servicios no convencionales que, en principio, puede parecer que nada tienen que ver con las Fuerzas Armadas y que, sin embargo, son imprescindibles para los soldados. Al final, la industria de defensa no se trata solo de sistemas de armamento, sino de todo aquello que permite que las Fuerzas Armadas puedan operar con normalidad. Y, desde ese punto de vista, la vocación del clúster es la de atraer empresas que puedan ser suministradoras desde fuera del sector hacia Defensa. Por ejemplo, todas aquellas que tengan tecnología dual, entendida como aquella tecnología civil que sirve también para la industria de defensa.
P.– Del Clúster participan empresas que procuran servicios básicos o avanzados para las Fuerzas Armadas que poco a nada tienen que ver con lo que generalmente se entiende por defensa. ¿Convendría empezar por explicar mejor qué se entiende por industria de defensa?
R.– Sí. A ver. Si nos ponemos digamos estrictos, no es industria ni es de defensa. Es decir, cuando uno habla de industria piensa en fabricar algo, y aquí estamos hablando de servicios avanzados y de construcción de equipos o de desarrollo de tecnología, incluso de formación. Engloba todo lo que sea susceptible de ser comprado por el Ministerio de Defensa. Desde ese punto de vista, no sería estrictamente industria. Y en cuanto que sea defensa, no se aplica solo a ese ministerio en sí sino también, en un ámbito más amplio, a lo que es la seguridad. Y en muchos casos hablamos de tecnología dual que también excede estrictamente de la defensa. Sin embargo, la terminología acota muy bien cuál es la idea de las empresas que pertenecen al clúster y que, básicamente, es la de ser útiles a la defensa española desde el punto de vista de cubrir una necesidad que, de otro modo, tendría que ser satisfecha por empresas extranjeras, lo que traería consigo problemas de dependencia y de falta de autonomía estratégica.

Manuel Vila, presidente del Clúster de la Industria de Defensa. Foto: Nacho Cubero.
P.– Uno de sus objetivos principales es conectar la industria de defensa con las Fuerzas Armadas, especialmente en el caso de pymes que no tienen ese contacto directo y natural del que seguramente sí gozan las grandes empresas del sector. ¿Son el puente que se necesita para unir ambos mundos?
R.– Sí, claro. Las grandes empresas tienen un trato directo y natural con el Ministerio de Defensa, que contrata a los grandes desarrolladores de sistemas de defensa como pueden ser fundamentalmente Airbus, Navantia, Indra, Santa Bárbara y otro tipo de grandes conglomerados. Todos estas empresas y algunas más están englobadas en veteranas asociaciones como Tedae o Aesmide, que representan muy bien sus intereses y tienen una excelente conexión entre el ministerio y la industria. Pero eso es otra cuestión. El foco de nuestro clúster no tiene nada que ver con eso. No queremos ser un lobby. Lo que pretendemos es hacer de puente entre la industria de defensa, definida como lo he hecho antes en un sentido más amplio, y las Fuerzas Armadas de forma que, todas aquellas empresas que no contratan directamente con Defensa, puedan tener acceso directo a los miembros de las FF AA que, de alguna forma, están definiendo y poniendo en marcha la política de defensa del Gobierno. ¿Para qué? Pues básicamente para conocer por dónde van los tiros, y nunca mejor dicho. Es decir, para conocer cuáles son las necesidades industriales y tecnológicas previsibles en los próximos años y que así las empresas puedan orientar sus inversiones y sus programas de I+D+i hacia esos campos. Saberlo de primera mano nos aporta mucha más flexibilidad que no a través de esos grandes sistemistas que a la postre son los que las van a contratar. Por utilizar la terminología propia del sector de la automoción, si ellos son el Tier 1, el Clúster de la Industria de Defensa (CID) quiere facilitar al Tier 2 e incluso al Tier 3, es decir a los subcontratistas de Navantia y a los subcontratistas de los subcontratistas de Navantia, ese contacto directo con las FF AA, y al revés. Porque no solo es interés de las empresas saber qué es lo que quiere Defensa, sino que también las Fuerzas Armadas desean tener un contacto con la industria más allá de esa primera capa que conforman las grandes compañías.
P.– La Estrategia Industrial de Defensa establece que la industria de defensa en España se agrupa principalmente en tres grandes corredores industriales: el corredor Norte, el corredor Centro-Mediterráneo y el corredor Sur. En el caso del primero, que se prolonga hasta Zaragoza, destaca el polo naval de El Ferrol y las capacidades de producción en otras zonas de vehículos terrestres, de munición y componentes armamentísticos, así como de componentes y subcomponentes para el sector aeronáutico o el desarrollo de sistemas aeroespaciales. Pero, ¿qué papel juegan aquí las empresas cántabras?
R.– Primer tema. El CID no representa a las empresas de Cantabria del sector. Como le decía al principio, tiene vocación nacional. Otra cosa es que haya nacido aquí y que la mayor parte de sus miembros sean ahora mismo de aquí. Cantabria se integra en ese corredor Norte. Otra cosa es que definir la política industrial de Defensa desde un punto de vista geográfico sea, en nuestra opinión, un planteamiento mejorable. Si nos centramos en Cantabria, el problema es que no existe, al menos de momento, una empresa tractora que dé un enfoque más sectorial a lo que es la industria de defensa. Pero también es verdad que tratamos de trabajar para que la dinámica de incremento presupuestario de estos años y los venideros acabe atrayendo alguna inversión significativa a Cantabria.
P.– Seguridad y defensa. ¿Hablamos de lo mismo?
R.– No. Hablamos de cuestiones muy diferentes. Lamentablemente, en España a todos los niveles civiles se interpreta que Defensa es una parte de Seguridad. Y eso no es así. En época de paz, son dos conceptos paralelos, muy interrelacionados, pero donde cada uno cumple su papel. En época de guerra, sin embargo, la Defensa lo engloba todo y es la Seguridad la que pasa a ser parte de Defensa. Es justo al revés de como lo pensamos los civiles. Por eso, cuando se habla de la Estrategia de Seguridad Nacional tenemos que ser muy conscientes de que no hablamos de la Estrategia de Defensa Nacional.
P.– Una industria sólida, competitiva y a la vanguardia tecnológica. ¿Estoy hablando de su sector?
R.– Es una industria a la vanguardia tecnológica y competitiva por necesidad porque, aunque ahora mismo la política industrial del Gobierno, que es muy acertada, pretenda comprar en España lo máximo posible, las Fuerzas Armadas no se pueden permitir el lujo de por comprar en territorio nacional tener peor calidad en sus materiales. Por tanto, tenemos que ser competitivos por necesidad. En cuanto a la solidez, todo depende de que haya una financiación de los programas a largo plazo. Y eso no se puede hacer como ha venido haciéndose hasta ahora con los Programas Especiales de Armamento (PEAs). Se tiene que aprobar una ley de financiación de la Defensa consensuada por las principales fuerzas políticas del arco parlamentario y con vocación de largo plazo, de una generación.
El principal problema en esta industria y en otras muchas es la falta de profesionales capacitados a todos los niveles, tanto en lo que es fabricación o generación de servicios básicos como a nivel de ingeniería.
P.– La industria de defensa es altamente demandante de tecnología y también de talento. ¿En cuál de los dos ámbitos andamos más escasos?
R.– Lo cierto es que no andamos sobrados en ninguno. Ambos conceptos están muy relacionados, ya que la tecnología al final proviene del talento, no solo, pero sí fundamentalmente. En España hay talento, no menos que en los países de nuestro entorno, pero siempre ha habido menos recursos para poderlo desarrollar. Probablemente, ese talento ni aquí ni en el resto de Europa sea suficiente. Faltan profesionales. El principal problema en esta industria y en otras muchas es la falta de profesionales capacitados a todos los niveles, tanto en lo que es fabricación o generación de servicios básicos como a nivel de ingeniería. Es un problema muy difícil de resolver. Sí es verdad que en Cantabria hay un grupo de empresas en el Pctcan relacionadas con las comunicaciones en general, con las de Defensa en particular, que serían un pequeño ‘hub’ muy sectorial en el área de Santander. Y eso proviene de la bondad de la formación universitaria en Cantabria en esa rama de la tecnología.
P.– Desde el sector se lamenta la escasa cultura de defensa y seguridad que existe en la sociedad española, lo que, según sostiene, dificulta el reconocimiento del valor estratégico de esta industria y su contribución al desarrollo económico, social y tecnológico del país. ¿Lo comparte?
R.– No solo lo comparto. El problema fundamental de la Defensa con mayúscula es la falta de cultura en defensa en general. Lo que, curiosamente, viene a ser lo mismo que la falta de formación en historia. Lo mal que se imparte la historia en España es el germen de esta carencia lamentable que ocurre más aquí que desde luego en otros países de nuestro entorno. En general, Defensa está mal vista porque se asocia a la dictadura de Franco. Aunque es evidente que no tiene nada que ver, así se ha visto a lo largo de las ultimas décadas. Tampoco ayuda mucho los vaivenes que durante el siglo XIX dieron lugar posteriormente a la Guerra Civil. Parece mentira, pero prácticamente medio siglo de democracia no ha servido para borrar del subconsciente esa rémora. Y todo empeño por conseguirlo es poco. Hay que actuar en los colegios y enseñar la historia sin complejos. Tampoco estaría de más reforzar el estudio de la filosofía, porque es pensamiento crítico. Con todo, las Fuerzas Armadas están haciendo una labor de acercamiento a la sociedad civil espectacular. Lo que ocurre es que partimos de una base muy baja. En Cantabria, por ejemplo, es encomiable la labor que en este sentido está desarrollando el delegado de Defensa, el coronel Emiliano Blanco.
P.– Hay empresas que ni siquiera saben que sus productos o desarrollos tecnológicos pueden ser de aplicación para la Defensa. ¿Verdad o mentira?
R.– Verdad. Hay empresas con tecnologías que se pueden aplicar a la defensa y no lo saben. O lo intuyen, pero no saben cómo llegar a ese mercado. Le pongo un ejemplo: la tecnología BIM, que se aplicaba en la construcción de grandes proyectos de obra civil, ahora mismo se está utilizando con mucho éxito en proyectos de Defensa.
P.– Diría que Defensa es excesivamente dependiente del exterior y que aún está muy lejos de conseguir el nivel óptimo de autonomía estratégica?
R.– Sí, pero gracias a las políticas que se han puesto en marcha, que es algo que ha hecho bien este Gobierno, digamos que nos estamos acercando al óptimo, al que seguramente nunca llegaremos, pero al menos vamos por el buen camino. La Estrategia Industrial de Defensa de 2023 tiene tres parámetros fundamentales: conseguir esa autonomía estratégica, consolidar una base industrial y tecnológica nacional y, por último, contribuir a la Europa de la Defensa. Este último vector es un poco contradictorio con los dos primeros. ¿Por qué? Porque cualquier integración de la industria de defensa española con nuestros colegas europeos más que integración sería absorción, por el mero tamaño relativo de nuestra industria en relación a sus competidores. Por ponerle un ejemplo: Indra, nuestra empresa de referencia, es siete u ocho veces menor que Thales, su análoga en Francia. Colaborar, sí; pero integrarse, no lo veo, al margen de que los intereses defensivos europeos no tengan por qué coincidir al 100% con los españoles, que de hecho no lo hacen.
P.– Acabamos de saber que la inversión española en Defensa se sitúa en el 1,28% del PIB, muy por debajo del 2% acordado en la Alianza Atlántica, un porcentaje que España planea alcanzar en 2029. ¿Vamos tarde y mal?
R.– Vamos tarde, pero vamos. No bien pero, viendo el vaso medio lleno, este 1,28% es un 30% más que como estábamos hace dos o tres años, que no pasábamos del 1% desde la crisis de 2008. Por fin hemos empezado a caminar. Hay que ser optimistas y ser conscientes de que no se puede doblar el presupuesto de un año para otro, incluso desde un punto de vista humano porque no hay recursos en las Fuerzas Armadas para gestionar un incremento de ese calibre. Creo que el ritmo que se está imprimiendo es el adecuado en el sentido de que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Otra cosa es que no podemos parar y este año no tenemos presupuesto ni lo vamos a tener. Ya empezamos mal, pero…

Manuel Vila, junto al almirante Ricardo Atanasio Hernández López y el vicerrector de Transferencia del Conocimiento de la Universidad de Cantabria, Daniel Pérez, durante la jornada ‘La Armada y la innovación en la industria y la academia’, celebrada en Santander en marzo de 2023.
P.– Sin embargo, varios grupos políticos que apoyan e incluso forman parte del actual Gobierno de España se oponen frontalmente a incrementar el gasto en Defensa al considerar que, de hacerlo, se estaría contribuyendo de manera decisiva a la escalada bélica y a la guerra. ¿Qué dice usted?
R.– La lógica de la disuasión y de la estrategia o de la guerra, para evitarla, tiene que ser una lógica paradójica. No es una lógica convencional ni de sentido común, que son cosas totalmente diferentes. Los políticos que entienden la Defensa con parámetros de lógica colaborativa, es decir, de sentido común, no van a poder entender nunca cómo funciona la disuasión y la Defensa. Al final, se necesita lógica estratégica o paradójica para poder gestionar situaciones de crisis. Ser político, además, no es sinónimo de estar preparado para gestionar determinados asuntos. Por otro lado, algunos de los grupos que están apoyando a este gobierno, lamentablemente tienen como prioridad el debilitamiento de España. Por lo tanto, no les interesa que España sea una potencia ni económica, ni cultural, ni militar a nivel internacional. Evidentemente no van a estar de acuerdo con reforzar ese papel. Sin embargo, incluso visto desde su punto de vista, es un error, porque cualquier ataque a España, sea en cuestiones de ciberseguridad, de guerra híbrida o de lo que sea, a ellos les va a perjudicar igualmente.
P.– ¿En qué es puntera la industria de defensa española?
R.– La industria naval es puntera. También lo somos en guerra electrónica y comunicaciones. A pesar de formar parte de un conglomerado europeo, desde un punto de vista aeronáutico tampoco lo hacemos mal. Digamos que, en general, estamos en un nivel medio-alto internacional.
P.– ¿Cuáles diría que son las principales amenazas a las que se enfrenta esta industria?
R.– Creo que el principal riesgo ya los hemos apuntado antes, y no es otro que la falta de mano de obra cualificada. En segundo término, citaría la falta de financiación a largo plazo.
P.– ¿Y sus principales nichos de mercado?
R.– Hay nichos que están muy en boga, como puede ser el desarrollo de vehículos autónomos, ya sean marítimos, aéreos o terrestres. También empieza a ser muy pujante el uso de la inteligencia artificial en todo tipo de ámbitos de la defensa y siguen siéndolo el desarrollo de determinadas armas y sistemas electrónicos de defensa, misiles hipersónicos… La lista es tan larga que no sabría decirle. Pero al margen de esto, en esa capa de pequeñas empresas que conforman los que hemos convenido en llamar Tier 2 y Tier 3 hay tal cúmulo de tecnologías en desarrollo que sería incapaz de nombrar ni a un 10%. En nanotecnología de tejidos, en soldadura con láser, en fabricación aditiva…
Semicrol busca su expansión a ambos lados del Atlántico
La tecnológica cántabra Semicrol prevé desembarcar a partir de 2025 en el mercado estadounidense de la mano de Fundanet, su plataforma para la gestión integral de la investigación, que ya goza de gran reconocimiento en España, Portugal y Latinoamérica.
Manuel Casino | @mcasino8 | Octubre 2024
Semicrol ha puesto en su punto de mira a Estados Unidos y a la Europa más allá de la península ibérica, dos mercados a los que aspira a llegar a partir del próximo año de la mano de Fundanet, el software de referencia en la gestión de la investigación en España que ya les ha abierto las puertas y afianzado, además de en nuestro país, en Portugal y en diferentes países de Latinoamérica.
Así lo explica la directora general de esta compañía tecnológica con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan), Natalia Alciturri, quien confirma su propósito de extender su presencia a ambos lados del Atlántico. “Estamos en medio del desarrollo de todo el proyecto de crecimiento y expansión en Europa y Estados Unidos. Pero eso nos exige hacer antes muy bien los deberes para preparar todas las aplicaciones, siempre dentro del sector de la investigación y muy particularmente de la sanitaria”, anticipa.
En este sentido, Alciturri precisa que 2024 está siendo un ejercicio de mucho aprendizaje y de estudio del mercado: “De identificación de nuestros potenciales clientes y también de los gaps [huecos] que son necesarios cubrir a nivel organizativo general de toda la compañía, no solo del producto, para dar este salto que afrontamos con mucha ambición e inversión”.
Un aspecto, el de la inversión, que para el director de Desarrollo de Negocio, Eduardo Obregón, cobra especial relevancia ya que, según explica, Semicrol está invirtiendo por encima de un millón de euros anuales durante los últimos ejercicios para llevar a cabo la transformación tecnológica de Fundanet, una plataforma que define como muy amplia y que les permite cubrir las necesidades específicas para toda la gestión integral de la investigación de los distintos y numerosos centros, universidades y fundaciones con los que trabajan. “Somos proveedores de software y servicios de todo el ciclo de vida del proceso investigador, desde la ideación hasta la publicación”, aclara sobre este sistema operativo, que representa cerca del 90% de la facturación de la compañía, que este año alcanzará los 6,5 millones de euros, según sus previsiones.
Eduardo Obregón, director de Desarrollo de Negocio de Semicrol, y Natalia Alciturri, directora general de la tecnológica cántabra. Foto: Nacho Cubero.
“Ya tenemos muchísima presencia en la gestión de la investigación y ahora estamos adquiriendo cada vez mayor peso en la parte científica en la que nuestros clientes tienen diferentes retos que para nosotros representan nuevas oportunidades de negocio”, resalta.
Tras subrayar que su intención es la de entrar “a la par” en los mercados europeo –con excepción de Portugal, donde ya están presentes en los principales nodos de investigación biomédica– y norteamericano, Obregón admite que en la actualidad mantienen algunas conversaciones en Turquía, a través de una red hospitalaria internacional, a la vez que también lo hacen con socios americanos, aunque mantiene que 2025 y 2026 serán los años en que se produzca el gran desembarco con implantaciones reales de Fundanet. “Estamos trabajando mucho para ver si somos capaces de dar respuesta a un cliente de Estados Unidos porque sabemos que si lo hacemos allí, la llegada a Europa va a ser en cascada”, vaticina.
Gestión integral de la investigación
Sobre Fundanet, Alciturri asevera que están implantando las nuevas aplicaciones cumpliendo el objetivo que se habían marcado de hacer de este software un producto más sencillo y usable. Ya se ha desplegado el nuevo módulo para la gestión de ensayos clínicos (CTMS, por sus siglas en inglés), un software que, precisa la directora general de Semicrol, han diseñado utilizando la tecnología más puntera de Microsoft, 100% web y siempre en el cloud de Fundanet. “Nos queda incorporar algunas funcionalidades que hemos identificado para salir al mercado americano, pero ya tenemos el producto preparado y listo para producción”, matiza. En esta misma línea, Obregón avanza que también están trabajando en Europa bajo el paraguas de uno de los centros de investigación más importantes de España –sin especificar de cuál se trata– que, según augura, les permitirá posicionarse aún mejor en el mercado.
“De lo que sí nos estamos dando cuenta –continúa el director de Desarrollo de Negocio de Semicrol– es de que el modelo sanitario español influye mucho en la gestión de la investigación. Es único. Por eso, a la hora de exportar e internacionalizar la empresa necesitamos adaptarnos no solo al cliente sino a cómo cada país gestiona todo el proceso. Ese es el gran reto. Porque el producto sin el servicio no tiene tanto valor”, admite.
Lo que sigue sin entrar en sus planes es explorar el mercado asiático porque, a su juicio, conllevaría muchas más dificultades organizativas y administrativas. “Si ya estamos dispares en cuanto al sistema sanitario en países cercanos como puede ser Portugal o Alemania, imagínese con China, que no tiene nada que ver. Además, nuestra capacidad es limitada y la experiencia acumulada en Latinoamérica nos dice que los procesos llevan tiempo y que hay que ir consolidando los diferentes pasos con la garantía de que avanzamos en la dirección adecuada”, advierte Obregón, que se remite al ejemplo del actual proceso de expansión para detallar las complicaciones que siempre acarrea entrar en nuevos mercados: “Nuestra aspiración hace un año era estar en Europa, y aún sigue siéndolo, pero una vez inicias las conversaciones y te dispones a cerrar los primeros acuerdos y negociaciones, te das cuenta de que no estás tan cerca como esperabas”, asume.
Mayor especialización
“Todavía nos vamos a especializar más”, adelanta en cualquier caso Alciturri, quien anuncia su intención de ampliar su catálogo, dentro del sector de la investigación sanitaria, a productos y servicios que se identifiquen como necesidades. “La evolución de este sector plantea nuevos retos relacionados sobre cómo tiene que gestionarse la información, y ahí es donde vamos a seguir estando”, enfatiza.
Obregón, por su parte, sostiene que el sector de la investigación es clave para la mejora de la vida. “Tenemos clientes que están estudiando el cambio climático, trabajando en nuevos materiales más ligeros o en nuevas fuentes de energía más baratas y respetuosas con el medio ambiente. Y nosotros creemos profundamente en ese modelo de ciencia y conocimiento, no abusivo y de consumo no mayoritario de recursos”, puntualiza antes de coincidir con Alciturri en poner en valor el impacto real, la trascendencia y los beneficios que esta labor investigadora básica tiene en la sociedad, que en gran medida, advierte, desconoce este trabajo académico que desarrollan muchos centros de investigación.
De otro lado, ambos dirigentes confirman su idea de mantener alianzas estratégicas con compañías como Microsoft y, especialmente, OpenClinica, con la que colaboran desde hace más de una década y con la que confían llegar a una relación bidireccional para que esta empresa sea la puerta de entrada de Fundanet en el mercado estadounidense. Y también con Medtronic, líder global en tecnología, soluciones y servicios médicos con la que trabajan en los dispositivos para la monitorización, control y suministro de ámbito sanitario al paciente, especialmente en cardiología. “Somos muy optimistas sobre estos acuerdos de colaboración y estamos plenamente convencidos de que seguiremos creciendo en el mercado biomédico y manteniendo nuestra cuota de participación en España, donde prácticamente el 95% de las instituciones que están acreditadas por el Instituto de Salud Carlos III trabajan con nosotros”, subraya Obregón. “Nuestro mercado en España sigue siendo muy activo”, precisa por su parte Alciturri, quien asegura que no se crece más por falta de medios: “De hecho, ya arrastramos una falta de capacidad productiva desde principios de año”.
Fundanet, explican los responsables de Semicrol, es una plataforma que de forma integral cubre todo el ciclo de gestión de los centros de investigación. Esto marca una diferencia con lo que existe en el mercado: “Hay otros proveedores que te pueden cubrir una parte, pero no controlar todo. De ahí que no tengamos competidores de forma global. Y ahora ya tenemos mucha marca y presencia. Si Fundanet funciona en más del 90% de los centros de investigación y soy un centro, tengo que estar”, reflexiona Natalia Alciturri sobre este sistema operativo.
El papel de la IA
Sobre el papel que desempeña la inteligencia artificial (IA) en sus productos y servicios, el director de Desarrollo de Negocio de la TIC cántabra se muestra convencido de que esta tecnología va a permitir una optimización de las investigaciones. “La gran revolución va a llegar a partir de que se puedan crear datos sintéticos. Es decir, que con una pequeña cantidad datos puedas tener realmente un dataset muy amplio y fiable para hacer tus investigaciones. En la actualidad, uno de los principales problemas es que no hay una calidad del dato de la investigación del nivel que se requiere, más aún si tenemos en cuenta que el 30% de los datos que existen son sanitarios”, desgrana Obregón, que incide sobre lo que ello aportará tanto en términos cuantitativos como cualitativos: “Al final, la capacidad de simular contextos específicos con datos sintéticos es lo que va a hacer posible que aumente la investigación y que ésta sea de mayor calidad”, resume. Además, sostiene que la IA también va a permitir la optimización de los recursos económicos que las entidades, sean públicas o privadas, destinan a financiar esa investigación al posibilitar la creación de “buenos modelos predictivos” de cuáles son las investigaciones que obtienen un mayor retorno.
Sea como fuere, este ingeniero informático afirma que, antes de que se haga un buen uso de la inteligencia artificial, se tiene que hacer una buena gestión y gobernanza de los datos. “Y este es un trabajo, fundamentalmente legislativo, que tanto España como Europa tiene que hacer, porque los datos sanitarios se gestionan de una u otra forma en función del país en que se esté aplicando el servicio de sanidad. La legislación es una barrera brutal. Se ha dado un paso importante con la ley europea de inteligencia artificial, pero igual que entendemos que estamos en un entorno global, tenemos que entender que los modelos de IA se van a desarrollar en cualquier parte del mundo”, argumenta.
La directora general de Semicrol coincide en el creciente desempeño de la IA dentro de la empresa. “Va a ser una herramienta más de apoyo y de mejora de la eficiencia de los equipos a nivel organizativo. De hecho, es una de nuestras líneas estratégicas”, aclara.
La innovación en Cantabria
Sobre el estado de la innovación en Cantabria, Alciturri mantiene que, a pesar de las características del tejido industrial de la región –“es el que es y muy limitado”, lamenta– hay compañías especializadas que están haciendo un trabajo muy interesante. “Lo poco que hacemos en la región lo hacemos muy bien y contamos con empresas punteras con impacto a nivel mundial”, concede.
Obregón, por su lado, defiende poner el foco en que la I+D+i “no se haga por hacer” y reivindica que el objeto de la innovación sea mejorar un proceso o el lanzamiento de nuevos productos, “no simplemente por la actividad”. En este sentido, Alciturri precisa cómo se entiende ese concepto en su empresa: “Nuestra innovación es siempre con y para el cliente. Nosotros no entendemos la innovación sin saber que hay una necesidad real en el mercado que va a dar acogida y rentabilidad a esa investigación”.
Trabajadores de Semicrol, en la sede central de la empresa en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.
Pero, por encima de todo, la máxima responsable de Semicrol mantiene la plena independencia de su compañía. “Somos muy independientes. Seguimos nuestro propio camino y nuestra estrategia de inversión a largo plazo para generar riqueza en el territorio. Si desde los poderes públicos existe un apoyo que va en la misma dirección que nuestras líneas estratégicas, bienvenido sea, pero no somos de reclamar nada a nadie”, explica.
Lo que ambos tienen muy claro es que el desafío empresarial no va ser que estén o no a corto plazo en Estados Unidos. “El reto pasa por que continuemos con nuestros valores, manteniendo la organización, que en noviembre cumple 45 años, saneada, en constante crecimiento y con capacidad de atraer a los mejores profesionales”, concluyen al unísono.
La vivienda, un lujo que escasea para el comprador local
En Cantabria faltan viviendas. Lo reconocen los constructores cántabros y lo ratifica la Asociación para el Fomento Inmobiliario de Cantabria (Afican), que alerta del creciente proceso de gentrificación y reclama la construcción de vivienda social para que la población local pueda asentarse en su municipio.
Manuel Casino | @mcasino8 | Octubre 2024
Cantabria presenta un acuciante déficit de viviendas. Así lo estiman diferentes representantes de la Asociación para el Fomento Inmobiliario de Cantabria (Afican), que reclaman la necesidad de adoptar medidas para facilitar el acceso a este bien, que califican de cada vez más escaso y menos accesible, especialmente para las personas jóvenes y la población local.
A juicio de Juan Fernández Quevedo y de Enrique Mier, dos de los miembros de esta asociación que aspira a representar de aquí a dos años al 75% del sector, en Cantabria apenas se ha construido viviendas de protección oficial (VPO) desde hace más de veinte años. “Salvo algunas actuaciones muy concretas y poco significativas, generalmente promovidas por ayuntamientos, el mercado no se ha movido”, subraya Mier y asiente Quevedo, quien incide en que la región lleva varios lustros sin renovar el parque y sin prácticamente edificarse nada.
Enrique Mier, de la Asociación para el Fomento Inmobiliario de Cantabria (Afican). Foto: Nacho Cubero.
De este modo, los representantes de este colectivo profesional se alinean con la visión ofrecida por el presidente de los constructores cántabros, Javier Palomera, quien, en una entrevista publicada en ‘El Diario Montañés’, aseguraba que faltan unas 3.000 viviendas nuevas al año desde hace varios ejercicios, y que Cantabria lleva 25 años sin hacer viviendas.
Para Quevedo y Mier, esta situación ha motivado que haya descendido mucho el número de inmuebles en oferta y, en consecuencia, que todo lo que se pone en el mercado de compraventa tenga una rápida salida.
“Si se piden precios de mercado, lo poco que hay se vende”, admite por su parte la también representante de Afican Montse Abascal, quien no duda en destacar a continuación el cambio de rol del agente comercial. “Cada vez tenemos que dar más valor a las ventas. Hacer una buena valoración del inmueble para poder salir con un precio justo exige conocer el mercado y estar muy bien formado”, ahonda.
En esta misma línea, Quevedo comparte el importante dinamismo que presenta el mercado de compraventa –en abril, la compraventa de vivienda en Cantabria experimentó crecimientos que varían desde el 17,4 hasta el 26,2%, según la fuente consultada sea el INE o el Colegio General del Notariado–, si bien precisa que es un mercado muy descompensado. “No es lo mismo la demanda que existe en Santander y en otras poblaciones turísticas y costeras, en las que piso que sale a la venta se vende, que la que se registra en zonas del interior”, puntualiza.
Por su parte, Mier prefiere mostrarse más moderado y no levantar expectativas que puedan fomentar una burbuja inmobiliaria, aunque reconoce que Cantabria está de moda. “Sea por el clima o porque la comunidad se ha dado a conocer en los últimos años, lo cierto es que cada vez vienen más personas de fuera. Estamos a punto de una mini burbuja, no sé si solo inmobiliaria o global”, advierte mostrándose un tanto incómodo con el creciente interés que despierta la región.
En este sentido, Abascal insiste en la importancia de realizar una correcta tasación de los inmuebles para no dar pie a la especulación. “Tenemos que ser muy serios y correctos con el mercado y evitar desatar una espiral de precios”, enfatiza.
Precios elevados
Sobre este asunto –el precio de la vivienda–, los tres representantes de esta asociación coinciden en que comprar un piso resulta un tanto caro para un cántabro medio y alertan del riesgo de que muchos de los inmuebles en venta acaben en mano de personas de fuera de Cantabria.
“Para las personas de Cantabria cada vez resulta más difícil acceder a un piso en propiedad”, admite Mier, quien censura que “el creciente proceso de gentrificación está expulsado a los habitantes locales”.
Juan Fernández Quevedo, de Afican. Foto: Nacho Cubero.
Un fenómeno, tercia Quevedo, que en su opinión resulta especialmente “dramático” en los municipios costeros. “Se está produciendo una expulsión de las personas jóvenes en edad de comprar que quieren asentarse en su localidad y no pueden. Se está haciendo mucho hincapié en incentivar el retorno a las zonas rurales en riesgo de despoblación, pero en otros municipios no se está haciendo nada para que la gente se quede”, lamenta contrariado antes de reclamar la construcción de VPO para que esta situación no se agudice. “Se necesita mucha vivienda social para evitar la especulación de compradores de fuera de la región”, repite.
En este sentido, Mier conviene con su colega en que las personas de clase trabajadora no pueden acceder a las VPO, una tipología de viviendas que, además, sostiene que los promotores no quieren construir porque apenas deja margen comercial. “Para muchos no resulta un producto atractivo porque les sale más caro el suelo que construir la vivienda”, advierte convencido del papel central que juegan las diferentes administraciones para atajar este problema.
La tutela de la Administración
“No creo en las fronteras, pero estimo que las Administraciones, cada una dentro de sus competencias, tienen que tomar medidas. No sé si tan radicales como las adoptadas en Andorra, donde han limitado la compra de inmuebles a personas extranjeras, pero sí tendentes a evitar que los compradores de fuera de Cantabria acaparen la vivienda provocando el desplazamiento de la población local”, remata.
“La Administración tiene que tutelar el acceso a la vivienda”, coincide Quevedo, quien igualmente reclama medidas para garantizar este derecho y contribuir a estabilizar los precios, al tiempo que critica que la Ley de Vivienda aprobada por el Gobierno de España haya derivado esta responsabilidad sobre los propietarios.
Montse Abascal, representante de Afican. Foto: Nacho Cubero.
Abascal, por su parte, conviene en la necesidad de tomar medidas, entre las que apunta el impulso de la colaboración publico-privada, la concesión de incentivos fiscales y para la compra de suelo, así como otras que favorezcan al comprador local. “Las administraciones se tienen que poner de acuerdo para que los precios bajen”, reclama al igual que sus colegas.
Al margen de esta reivindicación, los tres miembros de Afican subrayan la sintonía y la buena relación que desde hace años mantienen con el Gobierno de Cantabria, al que agradecen que siempre los haya escuchado. “La cooperación con la administración pública cántabra es vital poder analizar y superar los desafíos en materia de acceso a una casa, sea en propiedad o alquiler, y asegurar que las normativas y políticas de vivienda se ajusten a las realidades y necesidades del mercado”, resaltaban los dirigentes de esta entidad en la presentación oficial de su hoja de ruta celebrada a finales de junio en la sede de la patronal de los empresarios de Cantabria.
A vueltas con los precios de las viviendas sociales, Quevedo comparte con Mier que, a los precios actuales del sector de la construcción, los números no salen. Y ambos lo razonan: el precio medio de venta del metro cuadrado en Cantabria se situó en abril en 1.734 euros –un 32,6% más que en igual periodo de 2023, lo que representa el aumento más elevado de todas las comunidades autónomas–. Del otro lado, construir cuesta entre 1.200 y 1.300 euros el metro cuadrado, a lo que hay que sumar la compra del suelo, el pago de las licencias, los costes de comercialización y el beneficio del promotor.
Destino de la vivienda
En cuanto al uso de la vivienda, los tres representantes de Afican coinciden en que en Cantabria es muy difícil generalizar. “En zonas turísticas y costeras priman más las viviendas de segunda residencia, al igual que lo hacen en algunas zonas rurales, sobre todo tras el covid. Pero en Torrelavega, por ejemplo, predomina la compra de primera vivienda, mientras que en Santander y en otras zonas urbanas los porcentajes están más repartidos”, apuntan, aunque admiten que de un tiempo a esta parte se observa un creciente aumento del pequeño inversor que adquiere la vivienda para alquilar. “Hay un nicho importante”, recalcan.
En su análisis, también destacan que Cantabria se aparta un tanto de la tendencia nacional que apunta a que el 15% de las casas vendidas el pasado año en España acabaron en manos de extranjeros. “Todavía no hemos llegado a ese nivel porque no existen demasiados extranjeros que hayan descubierto Cantabria”, razona Quevedo. Mier, de su lado, aclara que el interés de los compradores británicos se ha enfriado a raíz del Brexit. Lo que sí ha aumentado es el número de personas asentadas que vienen de Ucrania desplazados por la guerra, si bien la mayoría de ellos lo hace en régimen de alquiler. “Mi impresión es que la compra de pisos por parte de extranjeros no debe ser superior al 7%”, calcula.
“Lo que la población de Cantabria busca son viviendas dignas y accesibles acordes a sus ingresos”, resalta Quevedo, quien razona esta afirmación con un ejemplo: “Si una pareja que ingresa 3.000 euros mensuales quiere comprar una vivienda de 200.000 euros, debe de tener ahorrado 60.000, lo que no es nada fácil para la mayoría de las personas”.
“A esta parte de la sociedad hay que ofrecerle una solución. Por eso creo que debería haber viviendas de 120.000 euros”, concluye a modo de resumen Abascal.
Alquilar, más caro que comprar
En relación al mercado de alquiler, tanto Mier como Quevedo y Abascal reconocen que encontrar un piso de alquiler en Santander resulta hoy una misión casi imposible, al menos que se esté dispuesto a pagar una renta muy elevada. “Es que prácticamente no hay oferta”, confirman los tres miembros de Afican, que admiten que el parque de viviendas para alquilar se ha derivado hacia los pisos turísticos, que se escapa de sus manos, y los temporales, sujetos a la Ley de Arrendamientos Urbanos que, según explican, es más laxa con las obligaciones y derechos de los inquilinos que la Ley de Vivienda.
En este sentido, Quevedo razona que el problema de esta última norma, que reconoce “no está mal” en su mayor parte, descansa fundamentalmente en las modificaciones que introduce en la Ley de Enjuiciamiento Civil al alargar los plazos de desahucio e incrementar los costes y, con ello, dejar más desprotegido al propietario frente a los impagos.
La falta de oferta de pisos para alquiler ha llevado a que alguno de estos profesionales se haya planteado incluso dejar de trabajar este segmento. “Por un piso de 500 euros en una arteria de la calle Castilla, en Santander, recibí 80 llamadas en unas pocas horas. Esta demanda te obliga a calificar mucho al potencial arrendatario y a realizar un estudio más preciso sobre sus ingresos y posibles vulnerabilidades. Es un trabajo duro y no remunerado que te desgasta mucho”, conceden los tres.
Además, resaltan que el mercado de alquiler choca con la mentalidad española en la que prevalece la compra. “Somos un país de compradores y la persona que alquila es porque no le queda más remedio”, puntualizan. “El alquiler es un producto caro y un drama. A veces, resulta más caro que comprar”, rematan.
Santander Marketing: la diversificación que impulsa las ventas
La empresa cántabra de intermediación comercial se dota de una red de colaboradores con capacidad para intervenir en compraventas de cualquier producto, en cualquier sector y en cualquier mercado, a partir de un modelo que busca explotar la complementariedad para multiplicar las operaciones. Desde la capital de Cantabria y con una actividad vertebrada en torno al eje Bilbao-Madrid-Marbella, Santander Marketing asienta su actividad en el sector inmobiliario, los seguros, la energía y el automóvil, entre otros.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Octubre 2024
Si se da por cierto aquello de que hay productos que se venden solos, no lo sería menos el que para muchos otros es más fácil hacerlo en compañía. Lo primero es algo con lo que difícilmente estarán de acuerdo los profesionales de la intermediación comercial, pero la segunda de las premisas es precisamente la base sobre la que Santander Marketing está asentando un proceso de expansión que ha llevado a la empresa cántabra a participar en operaciones de compraventa de un amplísimo catálogo de productos y servicios, hacerlo en prácticamente toda la península ibérica –Portugal incluida– y con proveedores y clientes de dentro y fuera de España. En esencia, se trata de crear una red de profesionales de la venta, con trayectoria y cartera de productos y clientes en áreas diversas, pero ofreciéndoles la posibilidad de ampliar su actividad a otros campos, según un modelo que huye de la venta solitaria y busca aprovechar la complementariedad de la oferta para multiplicar las operaciones.
Santander Marketing SL nació en 2017 con la intermediación comercial como actividad principal y las operaciones inmobiliarias y corporativas como áreas de actividad más relevantes, pero con una vocación de universalidad que podía rastrearse ya en los orígenes del proyecto. Lo que ha cambiado en los últimos años, y sobre todo a raíz de la pandemia y la posterior crisis, es el entorno competitivo, cada vez menos favorable para quienes operan en mercados acotados –ya sea sectorial o geográficamente– y en el que los operadores dominantes intentan hacer valer esa posición en cualquier circunstancia y con independencia del producto o servicio que constituye la base de su negocio.
“Esto no lo hemos inventado nosotros”, admite José Santos de Blas, fundador y director de Santander Marketing, que se remite a ejemplos de los que cualquiera ha podido tener noticia en su condición de consumidor, y que reproducen a gran escala el modelo que él quiere trasladar a agentes comerciales que operan de forma autónoma: entidades financieras y operadores energéticos que venden seguros, casas, automóviles y servicios de telecomunicaciones, o viceversa. “Tenemos que cambiar el concepto de especialización, porque las empresas más grandes ya lo han hecho y estamos compitiendo contra eso. Tenemos que diversificar operaciones para diversificar oportunidades”.
José Santos de Blas, fundador y director de Santander Marketing, ante la sede de la empresa. Foto: Nacho Cubero.
El objetivo, explica el director de Santander Marketing, es reclutar profesionales de la venta, en muchos casos con años de experiencia trabajando con un único producto y casi siempre para un único pagador. Esto, que por un lado es un aval de la labor realizada, por otro supone una amenaza para esa persona, tanto por lo que José Santos de Blas entiende como un desaprovechamiento de talentos y capacidades como por el grado de dependencia que genera esa dedicación exclusiva: “Nosotros entendemos que quien vende un piso, puede vender un seguro, o el suministro energético para esa vivienda. Pero es que además queremos hacer entender que contar con un solo pagador somete mucho en términos profesionales. Siempre es bueno mirar más allá”. El responsable de Santander Marketing une a lo anterior el complicado escenario que la inteligencia artificial va a plantear en la actividad de intermediación comercial que, como otras, va a encontrarse con una alternativa que mejorará casi todas las capacidades humanas, y a la que solo cabrá enfrentarse –asegura– diversificando tareas.
Doble desafío
Por más que el modelo que propone Santander Marketing siga la senda abierta por las grandes compañías, es esta una referencia engañosa por la enorme distancia que separa a estos gigantes de una microempresa como la cántabra. Los principales retos a los que debe enfrentarse esta son la creación de una red de ‘partners’ y el acceso a un catálogo de productos que comercializar, dos desafíos que no presentan mayor dificultad para una multinacional pero que pueden ser insalvables para quien no cuenta con un respaldo equivalente. Con todo, en los años que lleva funcionando la empresa cántabra ha logrado consolidar una posición en el mercado que facilita esa tarea, tanto aprovechando los contactos que han ido forjándose a raíz de las operaciones en las que ha intervenido como los derivados de los realizados por su fundador en su labor como mediador de seguros y en la intermediación para la resolución de conflictos.
Santander Marketing cuenta ya con ‘partners’ estables en Bilbao, Madrid y Marbella, el eje sobre el que la empresa ha venido pivotando su actividad desde su nacimiento. También ha intervenido en operaciones de enorme calado en Portugal, e igualmente a través de colaboradores con los que mantiene una relación continuada en el tiempo. En el país vecino, por ejemplo, ha intervenido en la venta de la aerolínea Euroatlantic Airways a través de su socio Manuel Pereira, además de en ventas de hoteles, este último uno de los productos que concentra buena parte de las mediaciones comerciales de la empresa, y en todos los casos con cantidades millonarias. Este último es también el caso de las operaciones acometidas con materias primas, sobre todo en el ámbito energético con transacciones de hidrocarburos, en lo que serían ejemplos de la optimización de la red de contactos y de agentes que constituye el núcleo de la propuesta de Santander Marketing.
Por encima de lo llamativo que puedan tener las grandes operaciones en otros sectores, y lo que suponen como refuerzo de la estrategia de la empresa, el inmobiliario y todos los servicios que le rodean –seguros, telecomunicaciones y energía– constituyen la principal base operativa para Santander Marketing, con el automóvil como producto emergente. En esos segmentos es también donde la empresa busca su cantera de profesionales.»Quien puede vender una vivienda, o la financiación para adquirirla, puede vender los suministros de telefonía, la luz o el gas. Eso es una oportunidad para los profesionales de la intermediación comercial, porque una vivienda, o un coche, los vendes una vez, pero con los servicios generas una cartera de clientes que tiene continuidad en el tiempo”, explica José Santos de Blas, que considera que muchos agentes comerciales tienen desaprovechado un fondo de negocio amplio y fidelizado.
Para afianzar el otro pilar sobre el que sustentar su estrategia –la creación de una cartera de productos– Santander Marketing ha cerrado acuerdos con un centenar de agencias inmobiliarias y cubre el flanco energético a partir de un acuerdo con Integra, además de trabajar sobre pedido en otros productos. El director de la empresa cántabra admite que una de las principales dificultades que obstaculiza el crecimiento de esa cartera es la reticencia que provoca el compartir comisiones. “Es un error, no hay operación menos rentable que la que no se cierra. Llegar a más sitios, con más gente y con más productos te hace más fuerte, y además te ahorra costes”, recalca José Santos de Blas, que pone como ejemplo de esto último la cuantía de la inversión que supone abrir una delegación y dotarla de personal, frente al acuerdo que permite compartir una operación con un agente local. “Esa es la filosofía que tenemos en Santander Marketing”, resume.
Los nuevos caminos del Kit Digital
El programa de ayudas a la digitalización para pymes y autónomos es el más capilar de los planes que financian los fondos europeos, y también el que plantea mayores dificultades para alcanzar los objetivos. Hasta junio, el Kit Digital había llegado a más de 200.000 beneficiarios y repartido más de 1.500 millones de euros, cifras notables pero que apenas alcanzan la mitad de los objetivos planteados cuando arrancó el plan, cuya finalización está prevista en diciembre.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Octubre 2024
De entre todos los programas de ayudas que se nutren de los fondos europeos, ninguno alcanza la capilaridad del Kit Digital, concebido para apoyar a pymes y autónomos en su transformación digital y diseñado con el propósito de llegar a un alto número de beneficiarios con importes unitariamente modestos –el bono de partida es de solo 2.000 euros–, pero que suman en conjunto un enorme volumen de inversión. Es precisamente lo cualitativamente ambicioso de ese planteamiento –en presupuesto, pero sobre todo en potenciales destinatarios– el principal reto al que se ha enfrentado la iniciativa, dirigida a beneficiarios con estructuras modestas y, por ello, poco propicias para moverse por el laberinto administrativo que supone la tramitación de las ayudas. Con los datos que facilitó en junio Red.es –la entidad púbica encargada de gestionar el Kit Digital– el programa ha confirmado su capacidad para hacer llegar las ayudas europeas a todas las capas del tejido productivo, pero también lo complejo que va a ser llegar a cubrir los objetivos iniciales.
La idea de dar un renovado impulso al programa, y evitar un horizonte en el que no se agote el presupuesto asignado, está detrás de la incorporación de una nueva categoría, destinada a que los autónomos y las empresas más pequeñas –de entre 0 y tres trabajadores, las que constituyen el segmento III en la clasificación de beneficiarios que hace Kit Digital– adquieran hardware con determinadas características. Serán 1.000 euros para quienes ya hayan utilizado el bono en anteriores convocatorias, y 3.000 para quienes lo solicitan por vez primera.
El Kit Digital se enmarca dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Además de esta novedad, que más allá de la incorporación de una nueva solución subvencionable no supone un cambio significativo en la naturaleza del plan, Red.es anunció en junio la puesta en marcha de Kit Consulting, un bono que, a diferencia de los concedidos hasta ahora en el marco de Kit Consulting, financiará servicios de asesoramiento para la trasformación digital. La cuantía es también significativamente mayor que la de los bonos del Kit Digital, al alcanzar los 24.000 euros para las empresas de entre 100 y 250 trabajadores, los 18.000 para las que tienen entre 50 y 100 trabajadores y los 12.000 para las que cuentan con plantillas de entre 10 y 50 empleados. El catálogo de servicios que cubre Kit Consulting incluye el asesoramiento en ciberseguridad, análisis de datos, comercio electrónico, procesos de negocio o de producción, ciberseguridad, estrategia de negocio y asesoramiento en transformación digital.
Según los datos dados a conocer por Red.es en junio, hasta esa fecha eran más de 200.000 las pymes y autónomos que se habían beneficiado del programa, aproximadamente la mitad englobados dentro del segmento II (empresas de entre 3 y 9 empleados) y el resto repartidos a partes más o menos iguales entre los segmentos I y III (de 10 a 49 y de 0 a 2 trabajadores, respectivamente). En total, y de acuerdo a esa misma fuente, se han repartido algo más de 1.500 millones de euros en ayudas con cargo al Kit Digital.
Con ser notables, las cifras quedan lejos de los objetivos y presupuesto con los que nació el plan en marzo de 2022. En aquel momento se hablaba de un millón de empresas potencialmente beneficiarias, una cifra que posteriormente se redujo a la más realista de 676.000. No ha variado, en cambio, el importe de los fondos que se quiere hacer llegar al tejido productivo: 3.067 millones de euros que solo podrían alcanzarse doblando lo que hasta ahora ha sido capaz de repartir el programa. De no mediar una prórroga que se considera más que probable, el Kit Digital en su planteamiento inicial finalizará el 31 de diciembre de este año, y el 31 de octubre del que viene en la nueva categoría habilitada para el segmento III. Para el Kit Consulting, cuyo plazo de solicitud se abrió el pasado 18 de junio, el plazo se cerrará al tiempo que el Kit Digital, el último día de 2024.
Sin cifras del Kit Digital en Cantabria
Aunque Red.es no facilita estadísticas segmentadas por comunidad autónoma, la referencia de los datos que maneja la Cámara de Comercio de Cantabria se mueve en cotas proporcionalmente acompasadas con las del conjunto de España. La entidad cameral es la encargada de la gestión del Kit Digital para las empresas de Cantabria, exceptuando las de la comarca del Besaya, en las que esa responsabilidad corresponde a la Cámara de Comercio de Torrelavega. La de Santander había tramitado hasta junio bonos por valor de más de algo más de 19 millones de euros, lo que situaría a Cantabria ligeramente por encima de ligeramente por encima de lo que le correspondería por su peso económico en el conjunto del país.
Tras un arranque titubeante, marcado por la incertidumbre sobre todo el proceso, el sistema de tramitación y concesión de las ayudas ha alcanzado en Cantabria una velocidad de crucero que ha permitido paliar, cuanto menos en parte, algunos de los principales obstáculos que lastraban su desarrollo: lo farragoso del sistema y los largos plazos que mediaban entre la facturación del servicio y el cobro de la ayuda.
Francisco Javier Dueñas, responsable de la Oficina Acelera Pyme de la Cámara de Comercio de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.
A diferencia de otros programas, en los que el beneficiario adelanta el pago y luego recibe la ayuda, con el Kit Digital únicamente debe abonar el importe del IVA, y es quien presta el servicio el que recibe el pago de la ayuda. En la práctica, esto implica que los agentes digitalizadores –las empresas que prestan los servicios– deben asumir la demora en el cobro que implica la propia tramitación, a la que hay que sumar la que ya recogen las propias condiciones del programa, que contempla un pago cuando se valida que el contrato es subvencionable y otro cuando se han completado los trabajos. Dependiendo de la solución contratada, ese pago inicial puede ser del 70% del bono, pero en el caso de las redes sociales es solo del 40%. Francisco Dueñas, responsable de tramitar todo el proceso desde la Cámara de Comercio de Cantabria, admite que todo lo anterior supuso que muchos potenciales digitalizadores renunciaran a tomar parte en el programa, aunque la agilización de los procedimientos corrigió en gran parte ese problema, aun persistiendo el condicionante que suponen el pago fraccionado. “Ahora mismo, el 95% de todos los acuerdos formalizados que hemos tramitado están pagados o validados para pago, y una vez se valida, el pago suele realizarse en 15 o 20 días, no creo que haya muchos programas de ayudas, de cualquier administración pública, que sean más ágiles”, asegura.
Manuel Vila, presidente del Clúster de la Industria de Defensa: “Se necesita una ley de financiación de la Defensa con vocación de largo plazo»
Manuel Vila, presidente del Clúster de la Industria de Defensa, destaca en esta entrevista la vocación nacional de esta iniciativa de la que ya participan 80 empresas, instituciones y entidades de carácter público, el 60% de ellas de Cantabria, y recalca su objetivo de mediar entre las pymes del sector y las Fuerzas Armadas, además de atraer a otras empresas con capacidades productivas y tecnológicas que se pueden aplicar a la defensa y no lo saben.
Manuel Casino | @mcasino8 | Octubre 2024
Pregunta.– El Clúster de la Industria de Defensa cumplirá muy pronto cinco años de su fundación. ¿Qué valoración hace de este quinquenio?
Respuesta.– La idea surgió hace cinco años, a raíz de una jornada en el Colegio de Economistas de Cantabria sobre la importancia de la industria de defensa en la economía y el interés desbordado que este asunto suscitó entre las empresas que acudieron a este evento. Aquello derivó en una iniciativa para poner en marcha una asociación de empresas que quisieran tener relación con las Fuerzas Armadas (FF AA). Así nació el clúster, que debo decir ha sido muy difícil de arrancar en una región tan pequeña como Cantabria y tan carente de empresas tractoras en el sector. Pese a ello, constatamos que sí existía un interés sorprendente y le diría que casi exagerado. No sin dificultades, el clúster se ha ido consolidando poco a poco y ahora mismo es una asociación que engloba a 80 empresas, instituciones y entidades de carácter público, la mayor parte de ellas de Cantabria, pero que tiene vocación nacional.
P.– Un clúster con sede en Cantabria, pero del que también participan muchas empresas, instituciones y centros de investigación de otras comunidades. ¿Por qué aquí?
R.– Lo que se entiende por industria de defensa, en Cantabria es testimonial. La clave está en que no solo estamos hablando de sistemas de defensa. Ni mucho menos. Estamos hablando de todos aquellos suministros que son necesarios para el desenvolvimiento de las FF AA. En el caso del clúster, hablamos de empresas de microelectrónica y de telecomunicaciones, de textil para los uniformes, de alimentos e incluso de cremas de protección solar. Hablamos de servicios no convencionales que, en principio, puede parecer que nada tienen que ver con las Fuerzas Armadas y que, sin embargo, son imprescindibles para los soldados. Al final, la industria de defensa no se trata solo de sistemas de armamento, sino de todo aquello que permite que las Fuerzas Armadas puedan operar con normalidad. Y, desde ese punto de vista, la vocación del clúster es la de atraer empresas que puedan ser suministradoras desde fuera del sector hacia Defensa. Por ejemplo, todas aquellas que tengan tecnología dual, entendida como aquella tecnología civil que sirve también para la industria de defensa.
P.– Del Clúster participan empresas que procuran servicios básicos o avanzados para las Fuerzas Armadas que poco a nada tienen que ver con lo que generalmente se entiende por defensa. ¿Convendría empezar por explicar mejor qué se entiende por industria de defensa?
R.– Sí. A ver. Si nos ponemos digamos estrictos, no es industria ni es de defensa. Es decir, cuando uno habla de industria piensa en fabricar algo, y aquí estamos hablando de servicios avanzados y de construcción de equipos o de desarrollo de tecnología, incluso de formación. Engloba todo lo que sea susceptible de ser comprado por el Ministerio de Defensa. Desde ese punto de vista, no sería estrictamente industria. Y en cuanto que sea defensa, no se aplica solo a ese ministerio en sí sino también, en un ámbito más amplio, a lo que es la seguridad. Y en muchos casos hablamos de tecnología dual que también excede estrictamente de la defensa. Sin embargo, la terminología acota muy bien cuál es la idea de las empresas que pertenecen al clúster y que, básicamente, es la de ser útiles a la defensa española desde el punto de vista de cubrir una necesidad que, de otro modo, tendría que ser satisfecha por empresas extranjeras, lo que traería consigo problemas de dependencia y de falta de autonomía estratégica.
Manuel Vila, presidente del Clúster de la Industria de Defensa. Foto: Nacho Cubero.
P.– Uno de sus objetivos principales es conectar la industria de defensa con las Fuerzas Armadas, especialmente en el caso de pymes que no tienen ese contacto directo y natural del que seguramente sí gozan las grandes empresas del sector. ¿Son el puente que se necesita para unir ambos mundos?
R.– Sí, claro. Las grandes empresas tienen un trato directo y natural con el Ministerio de Defensa, que contrata a los grandes desarrolladores de sistemas de defensa como pueden ser fundamentalmente Airbus, Navantia, Indra, Santa Bárbara y otro tipo de grandes conglomerados. Todos estas empresas y algunas más están englobadas en veteranas asociaciones como Tedae o Aesmide, que representan muy bien sus intereses y tienen una excelente conexión entre el ministerio y la industria. Pero eso es otra cuestión. El foco de nuestro clúster no tiene nada que ver con eso. No queremos ser un lobby. Lo que pretendemos es hacer de puente entre la industria de defensa, definida como lo he hecho antes en un sentido más amplio, y las Fuerzas Armadas de forma que, todas aquellas empresas que no contratan directamente con Defensa, puedan tener acceso directo a los miembros de las FF AA que, de alguna forma, están definiendo y poniendo en marcha la política de defensa del Gobierno. ¿Para qué? Pues básicamente para conocer por dónde van los tiros, y nunca mejor dicho. Es decir, para conocer cuáles son las necesidades industriales y tecnológicas previsibles en los próximos años y que así las empresas puedan orientar sus inversiones y sus programas de I+D+i hacia esos campos. Saberlo de primera mano nos aporta mucha más flexibilidad que no a través de esos grandes sistemistas que a la postre son los que las van a contratar. Por utilizar la terminología propia del sector de la automoción, si ellos son el Tier 1, el Clúster de la Industria de Defensa (CID) quiere facilitar al Tier 2 e incluso al Tier 3, es decir a los subcontratistas de Navantia y a los subcontratistas de los subcontratistas de Navantia, ese contacto directo con las FF AA, y al revés. Porque no solo es interés de las empresas saber qué es lo que quiere Defensa, sino que también las Fuerzas Armadas desean tener un contacto con la industria más allá de esa primera capa que conforman las grandes compañías.
P.– La Estrategia Industrial de Defensa establece que la industria de defensa en España se agrupa principalmente en tres grandes corredores industriales: el corredor Norte, el corredor Centro-Mediterráneo y el corredor Sur. En el caso del primero, que se prolonga hasta Zaragoza, destaca el polo naval de El Ferrol y las capacidades de producción en otras zonas de vehículos terrestres, de munición y componentes armamentísticos, así como de componentes y subcomponentes para el sector aeronáutico o el desarrollo de sistemas aeroespaciales. Pero, ¿qué papel juegan aquí las empresas cántabras?
R.– Primer tema. El CID no representa a las empresas de Cantabria del sector. Como le decía al principio, tiene vocación nacional. Otra cosa es que haya nacido aquí y que la mayor parte de sus miembros sean ahora mismo de aquí. Cantabria se integra en ese corredor Norte. Otra cosa es que definir la política industrial de Defensa desde un punto de vista geográfico sea, en nuestra opinión, un planteamiento mejorable. Si nos centramos en Cantabria, el problema es que no existe, al menos de momento, una empresa tractora que dé un enfoque más sectorial a lo que es la industria de defensa. Pero también es verdad que tratamos de trabajar para que la dinámica de incremento presupuestario de estos años y los venideros acabe atrayendo alguna inversión significativa a Cantabria.
P.– Seguridad y defensa. ¿Hablamos de lo mismo?
R.– No. Hablamos de cuestiones muy diferentes. Lamentablemente, en España a todos los niveles civiles se interpreta que Defensa es una parte de Seguridad. Y eso no es así. En época de paz, son dos conceptos paralelos, muy interrelacionados, pero donde cada uno cumple su papel. En época de guerra, sin embargo, la Defensa lo engloba todo y es la Seguridad la que pasa a ser parte de Defensa. Es justo al revés de como lo pensamos los civiles. Por eso, cuando se habla de la Estrategia de Seguridad Nacional tenemos que ser muy conscientes de que no hablamos de la Estrategia de Defensa Nacional.
P.– Una industria sólida, competitiva y a la vanguardia tecnológica. ¿Estoy hablando de su sector?
R.– Es una industria a la vanguardia tecnológica y competitiva por necesidad porque, aunque ahora mismo la política industrial del Gobierno, que es muy acertada, pretenda comprar en España lo máximo posible, las Fuerzas Armadas no se pueden permitir el lujo de por comprar en territorio nacional tener peor calidad en sus materiales. Por tanto, tenemos que ser competitivos por necesidad. En cuanto a la solidez, todo depende de que haya una financiación de los programas a largo plazo. Y eso no se puede hacer como ha venido haciéndose hasta ahora con los Programas Especiales de Armamento (PEAs). Se tiene que aprobar una ley de financiación de la Defensa consensuada por las principales fuerzas políticas del arco parlamentario y con vocación de largo plazo, de una generación.
P.– La industria de defensa es altamente demandante de tecnología y también de talento. ¿En cuál de los dos ámbitos andamos más escasos?
R.– Lo cierto es que no andamos sobrados en ninguno. Ambos conceptos están muy relacionados, ya que la tecnología al final proviene del talento, no solo, pero sí fundamentalmente. En España hay talento, no menos que en los países de nuestro entorno, pero siempre ha habido menos recursos para poderlo desarrollar. Probablemente, ese talento ni aquí ni en el resto de Europa sea suficiente. Faltan profesionales. El principal problema en esta industria y en otras muchas es la falta de profesionales capacitados a todos los niveles, tanto en lo que es fabricación o generación de servicios básicos como a nivel de ingeniería. Es un problema muy difícil de resolver. Sí es verdad que en Cantabria hay un grupo de empresas en el Pctcan relacionadas con las comunicaciones en general, con las de Defensa en particular, que serían un pequeño ‘hub’ muy sectorial en el área de Santander. Y eso proviene de la bondad de la formación universitaria en Cantabria en esa rama de la tecnología.
P.– Desde el sector se lamenta la escasa cultura de defensa y seguridad que existe en la sociedad española, lo que, según sostiene, dificulta el reconocimiento del valor estratégico de esta industria y su contribución al desarrollo económico, social y tecnológico del país. ¿Lo comparte?
R.– No solo lo comparto. El problema fundamental de la Defensa con mayúscula es la falta de cultura en defensa en general. Lo que, curiosamente, viene a ser lo mismo que la falta de formación en historia. Lo mal que se imparte la historia en España es el germen de esta carencia lamentable que ocurre más aquí que desde luego en otros países de nuestro entorno. En general, Defensa está mal vista porque se asocia a la dictadura de Franco. Aunque es evidente que no tiene nada que ver, así se ha visto a lo largo de las ultimas décadas. Tampoco ayuda mucho los vaivenes que durante el siglo XIX dieron lugar posteriormente a la Guerra Civil. Parece mentira, pero prácticamente medio siglo de democracia no ha servido para borrar del subconsciente esa rémora. Y todo empeño por conseguirlo es poco. Hay que actuar en los colegios y enseñar la historia sin complejos. Tampoco estaría de más reforzar el estudio de la filosofía, porque es pensamiento crítico. Con todo, las Fuerzas Armadas están haciendo una labor de acercamiento a la sociedad civil espectacular. Lo que ocurre es que partimos de una base muy baja. En Cantabria, por ejemplo, es encomiable la labor que en este sentido está desarrollando el delegado de Defensa, el coronel Emiliano Blanco.
P.– Hay empresas que ni siquiera saben que sus productos o desarrollos tecnológicos pueden ser de aplicación para la Defensa. ¿Verdad o mentira?
R.– Verdad. Hay empresas con tecnologías que se pueden aplicar a la defensa y no lo saben. O lo intuyen, pero no saben cómo llegar a ese mercado. Le pongo un ejemplo: la tecnología BIM, que se aplicaba en la construcción de grandes proyectos de obra civil, ahora mismo se está utilizando con mucho éxito en proyectos de Defensa.
P.– Diría que Defensa es excesivamente dependiente del exterior y que aún está muy lejos de conseguir el nivel óptimo de autonomía estratégica?
R.– Sí, pero gracias a las políticas que se han puesto en marcha, que es algo que ha hecho bien este Gobierno, digamos que nos estamos acercando al óptimo, al que seguramente nunca llegaremos, pero al menos vamos por el buen camino. La Estrategia Industrial de Defensa de 2023 tiene tres parámetros fundamentales: conseguir esa autonomía estratégica, consolidar una base industrial y tecnológica nacional y, por último, contribuir a la Europa de la Defensa. Este último vector es un poco contradictorio con los dos primeros. ¿Por qué? Porque cualquier integración de la industria de defensa española con nuestros colegas europeos más que integración sería absorción, por el mero tamaño relativo de nuestra industria en relación a sus competidores. Por ponerle un ejemplo: Indra, nuestra empresa de referencia, es siete u ocho veces menor que Thales, su análoga en Francia. Colaborar, sí; pero integrarse, no lo veo, al margen de que los intereses defensivos europeos no tengan por qué coincidir al 100% con los españoles, que de hecho no lo hacen.
P.– Acabamos de saber que la inversión española en Defensa se sitúa en el 1,28% del PIB, muy por debajo del 2% acordado en la Alianza Atlántica, un porcentaje que España planea alcanzar en 2029. ¿Vamos tarde y mal?
R.– Vamos tarde, pero vamos. No bien pero, viendo el vaso medio lleno, este 1,28% es un 30% más que como estábamos hace dos o tres años, que no pasábamos del 1% desde la crisis de 2008. Por fin hemos empezado a caminar. Hay que ser optimistas y ser conscientes de que no se puede doblar el presupuesto de un año para otro, incluso desde un punto de vista humano porque no hay recursos en las Fuerzas Armadas para gestionar un incremento de ese calibre. Creo que el ritmo que se está imprimiendo es el adecuado en el sentido de que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Otra cosa es que no podemos parar y este año no tenemos presupuesto ni lo vamos a tener. Ya empezamos mal, pero…
Manuel Vila, junto al almirante Ricardo Atanasio Hernández López y el vicerrector de Transferencia del Conocimiento de la Universidad de Cantabria, Daniel Pérez, durante la jornada ‘La Armada y la innovación en la industria y la academia’, celebrada en Santander en marzo de 2023.
P.– Sin embargo, varios grupos políticos que apoyan e incluso forman parte del actual Gobierno de España se oponen frontalmente a incrementar el gasto en Defensa al considerar que, de hacerlo, se estaría contribuyendo de manera decisiva a la escalada bélica y a la guerra. ¿Qué dice usted?
R.– La lógica de la disuasión y de la estrategia o de la guerra, para evitarla, tiene que ser una lógica paradójica. No es una lógica convencional ni de sentido común, que son cosas totalmente diferentes. Los políticos que entienden la Defensa con parámetros de lógica colaborativa, es decir, de sentido común, no van a poder entender nunca cómo funciona la disuasión y la Defensa. Al final, se necesita lógica estratégica o paradójica para poder gestionar situaciones de crisis. Ser político, además, no es sinónimo de estar preparado para gestionar determinados asuntos. Por otro lado, algunos de los grupos que están apoyando a este gobierno, lamentablemente tienen como prioridad el debilitamiento de España. Por lo tanto, no les interesa que España sea una potencia ni económica, ni cultural, ni militar a nivel internacional. Evidentemente no van a estar de acuerdo con reforzar ese papel. Sin embargo, incluso visto desde su punto de vista, es un error, porque cualquier ataque a España, sea en cuestiones de ciberseguridad, de guerra híbrida o de lo que sea, a ellos les va a perjudicar igualmente.
P.– ¿En qué es puntera la industria de defensa española?
R.– La industria naval es puntera. También lo somos en guerra electrónica y comunicaciones. A pesar de formar parte de un conglomerado europeo, desde un punto de vista aeronáutico tampoco lo hacemos mal. Digamos que, en general, estamos en un nivel medio-alto internacional.
P.– ¿Cuáles diría que son las principales amenazas a las que se enfrenta esta industria?
R.– Creo que el principal riesgo ya los hemos apuntado antes, y no es otro que la falta de mano de obra cualificada. En segundo término, citaría la falta de financiación a largo plazo.
P.– ¿Y sus principales nichos de mercado?
R.– Hay nichos que están muy en boga, como puede ser el desarrollo de vehículos autónomos, ya sean marítimos, aéreos o terrestres. También empieza a ser muy pujante el uso de la inteligencia artificial en todo tipo de ámbitos de la defensa y siguen siéndolo el desarrollo de determinadas armas y sistemas electrónicos de defensa, misiles hipersónicos… La lista es tan larga que no sabría decirle. Pero al margen de esto, en esa capa de pequeñas empresas que conforman los que hemos convenido en llamar Tier 2 y Tier 3 hay tal cúmulo de tecnologías en desarrollo que sería incapaz de nombrar ni a un 10%. En nanotecnología de tejidos, en soldadura con láser, en fabricación aditiva…
Escuela de Cine y Televisión, el taquillazo de la academia más singular
La Escuela de Cine y Televisión de Javier Cifrián y Carmen Gutiérrez cuenta con más de 300 alumnos entre los que destacan talentos emergentes como los actores Jacobo Camarena u Óscar Saiz, que ya forman parte de grandes proyectos audiovisuales tras pasar por el trampolín de su sede en el Sardinero. Aunque las propuestas formativas de la escuela van más allá de convertirse en un intérprete profesional, los cursos de interpretación son el principal reclamo de un centro que atrae a alumnos de otras regiones y que se plantea crecer con nuevas sedes.
Ana Bringas | Septiembre 2024
Ser actor en Cantabria o formarse como tal suena difícil, de hecho hasta hace unos años era casi imposible conseguir una oportunidad sin salir a encontrarla, y es que esta región no es precisamente Hollywood. La lista de intérpretes naturales de la popularmente conocida como ‘tierruca’ que han tenido que partir para buscar oportunidades –y también formación– fuera de nuestras fronteras es extensa: Eduardo Noriega (‘Abre los ojos’, ‘El espinazo del diablo’, ‘Los otros’); Marta Hazas (‘Velvet’, ‘El internado’, ‘Las chicas del cable’); o Ruth Díaz (‘Tarde para la ira’, ‘Dolor y gloria’, ‘Ni una más’) son caras muy conocidas del panorama artístico español que en su juventud se mudaron a la capital española para forjar sus carreras y convertirse en lo que ahora son. Este también fue el caso del actor y director Javier Cifrián (Santander, 1973), quien dejó su ciudad natal en 1996 de manera forzosa para seguir su sueño.
Casi treinta años después, con una dilatada carrera a sus espaldas y su meta cumplida, Cifrián se redime con la Escuela de Cine y Televisión de Cantabria. Él, como actor y director, y Carmen Gutiérrez, como gestora cultural, fueron los encargados de impulsar el centro de formación que comenzó su actividad en 2015 y que, a día de hoy, registra una gran demanda por parte de los alumnos, que en este momento son más de 300 de entre 8 y 87 años. La academia funciona como un semillero de talentos en Cantabria para una nueva generación de intérpretes que ya están presentes en los repartos de series y películas.
Javier Cifrián, en el plató de la Escuela de Cine y Televisión, en Santander. Foto: Nacho Cubero.
La idea de poner en marcha una Escuela de Cine y Televisión en Santander surgió por la “espinita” de Javier Cifrián, que se inició en el mundo de la interpretación por casualidad. Recuerda cómo un amigo le invitó a una obra teatral en la que participaba en el Palacio de Festivales: “De repente me pegó un flechazo, supe que eso era lo que quería hacer con mi vida. Al día siguiente me apunté allí a un curso de cuatro horas semanales y me quedé con muchas ganas de seguir aprendiendo”, confiesa. En ese tiempo, el emblemático Palacio de Festivales santanderino constituía la única opción a la hora de recibir formación teatral en Cantabria, y los interesados en recibir clases en una escuela oficial de arte dramático debían escoger entre Madrid, Barcelona, Sevilla o una nueva alternativa: Canarias. Hasta allí viajó Cifrián porque, tal y como detalla, el profesorado provenía de las mejores escuelas de interpretación europeas.
Una vez graduado y ya durante el ascenso de su carrera, viajó por toda Europa de la mano de una compañía teatral y se introdujo en el cine y la televisión. En el transcurso de ese tiempo una idea resonaba de manera constante en su cabeza: “En mi tierra no hay nada de esto” y, con ella, la propuesta de tomar la iniciativa y “montar algo parecido”, pero esa sugerencia siempre llegaba en compañía de varios desafíos que la hacían parecer abocada al fracaso: “En Santander hay poca gente, no sé cuánto interés generará, dónde puedo encontrar apoyo…” eran interrogantes a los que finalmente al actor hizo frente y, con todo, se aventuró a pedir el respaldo del Gobierno de Cantabria, en concreto del área de Cultura, para emprender y convertir en realidad su escuela. “Nos cedieron un espacio los sábados por la mañana en el Palacio de Festivales”, explica, y allí, en el mismo espacio donde se produjo su flechazo con la interpretación, arrancó el germen de la actual academia.
“Los cursos se llenaban”, rememora con cierto regocijo, “entre 60 y 70 personas se quedaban fuera anualmente, lo que nos hizo ver que la idea funcionaba muy bien. Buscamos otras localizaciones para impartir clases de arte dramático y fuimos alquilando salas, pero nunca ofertábamos las suficientes plazas, daba igual si eran cursos dirigidos a niños o de interpretación para adultos. Así que hace tres años –los cumplirán en octubre– nos instalamos en la Plaza Rubén Darío del Sardinero”. En cuanto al local que alberga el centro, su director describe que son 150 metros cuadrados divididos en dos estancias: un hall de entrada y un plató diáfano que ocupa la mayor parte del espacio. En ese lugar es donde se desarrolla la acción: ”Aunque a veces nos desplazamos a rodar en la playa o los jardines aledaños al edificio”, matiza el actor santanderino.
Las clases
Hoy por hoy la Escuela de Cine y Televisión ofrece seis tipos de clases impartidas por profesionales en activo como Adrián Alonso, Lorena Güemes o el propio Javier Cifrián, que abarcan Cine y TV Infantil (de 8 a 12 años), Cine y TV Juvenil (de 12 a 17 años), Interpretación, Entrenamiento Actoral, Cine Musical y Curso de Cortometrajes. Este último se trata de una nueva propuesta que arrancará en octubre de este año de la mano de Guillermo Sanz, un galardonado cortometrajista cántabro. Cada semana se imparten 22 sesiones, de las cuales una veintena se desarrollan de lunes a sábado en su sede del Sardinero y las dos restantes en la filmoteca de Cantabria. A razón de 15 alumnos por clase, se traduce en unos 330 estudiantes en total y seis empleados fijos para atenderlos. Las tarifas de cada formación oscilan entre los 59 y los 89 euros mensuales y los 499 y 750 euros el curso completo que comprende de octubre a junio. Además, el negocio de Cifrián y Carmen Gutiérrez también gestiona el aula de teatro de la Universidad Europea del Atlántico y organiza diferentes campus, como los campamentos de cine del Ejecutivo de Cantabria u otros que se desarrollan en época estival o en periodos no lectivos en colaboración con ayuntamientos.
Alumnado y profesorado, tras una de las clases de la escuela. Foto: Nacho Cubero.
En efecto, las sinergias con organismos públicos, espacios culturales o centros educativos es uno de los principios de la escuela que protagoniza varios proyectos centrados en acercar el cine a municipios cántabros como Villaescusa, Los Corrales de Buelna o Camargo. Se trasladan hasta diferentes localidades para enseñar a los jóvenes de 12 a 17 años a producir cortometrajes que después se presentan al Festival de Santander. Asimismo, colaboran con la Consejería de Economía, Hacienda y Fondos Europeos en una iniciativa pensada para dar a conocer Europa a través del cine y también trabajan con colegios e institutos para inculcar el gusto por el séptimo arte.
No obstante, la línea de negocio más rentable es la interpretación de adultos. “En todos los cursos de esta materia hay lista de espera. Yo tengo una clase de entrenamiento actoral, dirigido a quienes quieren dedicarse de manera profesional a la actuación, con 17 alumnos desde hace cinco años y no se ha marchado ninguno”, especifica el director, a lo que añade que todas las plazas están cubiertas y “hay solicitudes de una treintena de personas”. Es evidente que hoy la escuela es una máquina bien engrasada que marcha sin obstáculos dada la demanda que registra, pero empezó siendo para sus fundadores una actividad complementaria. “La evolución de todo actor es pasarse a la dirección, pero creo que otro tipo de progreso es la docencia”, indica el intérprete que comenzó a dar clases de la mano de la actriz Rosa Casuso, quien le propuso iniciar un curso que constató el interés de los cántabros por este tipo de formación al quedarse 60 personas fuera. “Descubrí que la docencia me llena tanto o más que la interpretación, de hecho me han llamado para rodar algunas series que implican desplazarse a Madrid por un año y lo he rechazado. Con 50 años, no es que haya llegado a tocar techo y volver, pero me siento muy realizado con mi profesión. La aceptación que tiene la escuela nos está llenando mucho, estamos muy a gusto y se ha convertido en nuestro principal negocio, aunque siga trabajando en series y películas”, concede.
Éxito de la escuela
A la pregunta sobre la clave del éxito, Cifrián alude a su fórmula de trabajo, que se distancia de la más habitual -–el método Stanislavski, que pasa por utilizar la memoria emocional como principio para realizar una interpretación creíble– y utiliza en su lugar el juego teatral, que implica ‘jugar a ser’. El actor esgrime esta razón para justificar que su escuela cuente incluso con alumnos que se desplazan de otras comunidades: cinco alumnos del País Vasco, dos vienen de Asturias y, a los cursos intensivos de fin de semana, que cuentan con la participación de intérpretes y directores de renombre, acude incluso gente del extranjero, por eso y porque “muchos de los actores que han pasado por la aulas han sido seleccionado para rodar anuncios series y películas”. En esa categoría están Óscar Saiz (Santander, 1981) y Jacobo Camarena (Santander, 2003), ellos, como Javier, vivieron el “flechazo” de la interpretación.
A sus 20 años de edad, Camarena asegura que está “enamorado” de la profesión desde niño, y cuando vio la película de Bayona ‘Lo imposible’ algo se removió en él. “En mi vida había contemplado algo tan triste y bello a la vez. Era muy pequeño para saber que lo que sentía era pasión por la interpretación”. Sin embargo, una vez más la chispa de la casualidad –o el popular algoritmo de Instagram– hizo su efecto. “El móvil nos escucha, por eso me empezaron a aparecer anuncios de la Escuela de Cine y Televisión de Cantabria y empecé participando en un curso intensivo con 14 o 15 años”. Fue el impartido por Gracia Querejeta, al que siguió el taller de Devora Borque, directora de casting de la serie de TVE HIT. Así comenzó su carrera profesional, gracias al fichaje de Borque en la academia. Camarena se siente “muy agradecido”: “Era una muy buena manera de empezar en una producción de nivel nacional de la que yo era súper fan. La escuela es lo más, me encanta y mi primera oportunidad laboral vino con ellos. Es una suerte tener a Javi en Cantabria y que traiga a sus contactos a Santander”. Ahora el santanderino sigue formándose en su ciudad natal y tiene “algunos proyectos” entre manos de los que poco o nada puede desvelar.
Los actores Jacobo Camarena y Óscar Saiz, alumnos de la escuela. Foto: Nacho Cubero.
Más sonado es el debut de Óscar Saiz, quien, de la mano de Rodrigo Cortés, se ha adentrado en la industria cinematográfica con ‘Escape’, una película con Mario Casas como protagonista y Martin Scorsese en el papel de productor, todo después de pasar por las clases de Javier Cifrián. Su entrada a la interpretación vino precedida por unas lecciones de música. “Cantando me di cuenta de que se me daba bien interpretar, así empecé en la escuela”, manifiesta. “Ahora mismo ambas disciplinas están al mismo nivel, aunque de profesión soy informático”, destaca con cierta ironía cuando comenta lo que ha supuesto para él la interpretación: “He decidido quitar de mi vida lo que no me llena el alma”, por lo que ha dejado su trabajo para centrarse en su pasión, aunque admite que todavía no es consciente del salto. Sobre la interpretación detalla que “el salto es hacia dentro” y ahora “se siente más libre y se conoce más”.
Visto el rendimiento del negocio, Javier Cifrián, como director de la escuela proyecta un futuro con más sedes en Cantabria y también fuera de ella a largo plazo. “Hay pocos centros formativos así, centrados en cine y televisión y no tanto en teatro”, apunta y fija su vista en emplazamientos como Torrelavega para responder la demanda de la zona occidental o Castro Urdiales o Laredo para hacer lo propio con la oriental. “A lo largo de los años nos gustaría abrir en otras provincias”, concluye el actor.
‘Juan de la Cosa’, el buque-hospital que cuida a la flota pesquera
El buque-hospital ‘Juan de la Cosa’ acompaña a los pescadores durante las temporadas del bonito, la anchoa y el pez espada, surcando las aguas del Gran Sol (al oeste de las islas británicas), el Golfo de Vizcaya y las Azores. Desde su botadura en 2006 ha atendido 5.553 consultas, la mayoría por contusiones y accidentes relacionados con anzuelos. Este buque, que forma dupla con el ‘Esperanza del Mar’, convierte a España en el único país europeo con dos hospitales públicos en alta mar.
Francisco Rouco | Septiembre 2024
Para el buque-hospital ‘Juan de la Cosa’, el año se divide en tres estaciones: la del bocarte (abril y mayo), la del bonito (entre junio y septiembre) y la del pez espada (entre octubre y marzo). Un periplo que le lleva a recorrer las aguas del Gran Sol, el Golfo de Vizcaya y las Azores siguiendo a la flota pesquera en turnos de 28 días de navegación. Cumplido ese plazo, regresa al puerto base, Santander, para las reparaciones, el aprovisionamiento y el cambio de turno de la tripulación. “Es un hospital en medio del mar, con quirófano y UCI”, explica Elena Martínez, directora del Instituto Social de la Marina (ISM), el organismo público al que pertenecen el ‘Juan de la Cosa’ y su hermano mayor, el ‘Esperanza del Mar’, el buque-hospital más grande del mundo, que apoya al ‘Juan de la Cosa’ en el Gran Sol. Ambos barcos forman un modelo de asistencia sanitaria público que es único en Europa y que también ayuda a barcos de otros países cuando es necesario (el 30 % de las asistencias se realizan a barcos no españoles). “Para la gente del mar es fundamental tener la seguridad de que hay un barco cerca si hay cualquier accidente, enfermedad o les hace falta algún suministro como agua o combustible”, subraya la directora del ISM.
El ‘Juan de la Cosa’ se botó en los astilleros de Gijón en 2006, tras dos años de construcción y un presupuesto de 17.008.426 euros. Mide 75,4 metros de eslora y 14 de manga, dimensiones que le permiten ser maniobrable sin que peligre su flotabilidad cuando se enfrenta a las olas de más de cinco metros del Gran Sol. Aunque tiene varias bandas rojas en los costados y un círculo con la bandera de la Unión Europea en la popa, es prácticamente blanco, con el piso de la cubierta verde esmeralda. Cuenta con ganchos de remolque, grúas, balsas salvavidas con capacidad para 16 personas y lanchas de rescate, además de un helipuerto para aparatos pequeños.
Una de las habitaciones para pacientes. Foto: Nacho Cubero.
Por dentro tiene suficientes camarotes como para albergar a 48 personas entre tripulación y pacientes, aunque su dotación habitual oscila entre las 28 y las 31. Forman parte de la tripulación los oficiales, los marineros, los buzos y los marmitones o cocineros. El personal sanitario incluye dos médicos, una enfermera y un marinero sanitario que atienden un quirófano, un laboratorio, una sala de curas, una de cuidados intensivos, una de radiografía y una de aislamiento para tratamientos de quemados, infecciones y problemas psiquiátricos. Además, el buque puede contactar con el Hospital Central de La Defensa Gómez Ulla, de Madrid, y el Centro Radio Médico Español, del ISM.
Las asistencias más habituales
Desde 2006, el buque-hospital ha atendido 5.553 consultas, de las cuales 4.194 fueron a través de la radio en comunicación con el barco afectado. De las presenciales, 770 se realizaron en el propio buque, tras trasladar allí a la persona herida, y 589 a bordo de los pesqueros socorridos. “Sobre todo tenemos consultas relacionadas con anzuelos, traumatismos e infecciones de las vías respiratorias”, afirma Ignacio Demis, segundo médico del ‘Juan de la Cosa’. “Y por celulitis”, subraya Ignacio antes de apostillar que esta dolencia va más allá de la parte estética: es la infección e inflamación de lesiones, traumatismos o heridas que, al trabajar los marineros con pescado, no terminan de curarse y se infectan.
El protocolo de atención del buque es inalterable. Todo comienza con una llamada por radio o por satélite que la tripulación transfiere al personal médico. En los camarotes con teléfono hay un póster con un cuestionario de 14 preguntas que sugiere cómo es ese interrogatorio entre el facultativo y la persona que precisa atención médica. Un recorrido que va desde las preguntas más contextuales (nombre, DNI, desde qué caladero se produce la llamada) hasta las más concisas (¿hay fiebre? ¿cuánta? ¿se mide el pulso? ¿cuál es?). El objetivo es que la conversación sea prolija, porque el diagnóstico médico empieza desde el momento en que se descuelga el aparato. “Estamos muy pendientes de los signos de alarma y del tono de voz de la persona que está llamando, porque tenemos que determinar el riesgo de gravedad para actuar cuanto antes”, explica Ignacio.
Si el diagnóstico telefónico apunta a una herida superficial o a un estado fácilmente remediable con un fármaco, el personal médico echa mano del llamado “tumbaburras”, una libreta que incluye todos los medicamentos que deben tener los botiquines de los pesqueros. Con esta guía indican al paciente lo que debe tomar. Cuando el diagnóstico apunta a una situación peor, hay que involucrar más efectivos: si la embarcación accidentada está fuera del alcance del ‘Juan de la Cosa’, se llama a Salvamento Marítimo para que envíen un helicóptero; si es posible aproximarse con el barco, se pone rumbo hacia allí para que los facultativos puedan abordar el pesquero con la lancha de rescate.
Ignacio Demis, segundo médico, en el quirófano del barco. Foto: Nacho Cubero.
Una vez en la embarcación accidentada, el personal médico debe decidir si es suficiente con tratar al paciente allí y mantenerse al tanto de su evolución con un seguimiento telefónico, o si hay que trasladarlo al buque-hospital. Los traslados se reservan para los casos más aparatosos, cuando hay que utilizar alguna de las salas de tratamiento del buque, por ejemplo para una cirugía menor o una ecografía. También se traslada al paciente cuando el diagnóstico ‘in situ’ no despeja todas las incógnitas. Como cuando una médica diagnosticó un raro caso de filariasis linfática (también conocida como elefantiasis), una infección producida por un parásito. “En un edema de pierna como aquel –recuerda Ignacio– podías pensar en trombosis venosa profunda, en celulitis o en insuficiencia cardiaca, que son las causas más comunes, pero a ella se le pasó por la cabeza la filariasis linfática; la estudió y la diagnosticó”.
Otro episodio con final inesperado sucedió cuando el propio Ignacio sospechó un caso de apendicitis en un joven aquejado de fiebre y ligero dolor abdominal. Lo atendió en su embarcación y lo mandó al ‘Juan de la Cosa’ para hacerle una ecografía que resultó casi concluyente, al menos lo suficiente como para sacarle del mar y dejarle en casa. Poco después, el joven tuvo un absceso y se fue directo al quirófano. “Quizá al chico le salvamos la vida”, dice el segundo médico.
Buena consideración entre la flota pesquera
Para César Nates, presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de Cantabria, tener un buque-hospital como el ‘Juan de la Cosa’ desplazado con el grueso de la flota pesquera es un “lujo”, especialmente durante la temporada del bonito, cuando las concentraciones de barcos provocan muchos accidentes relacionados con anzuelos. “Normalmente sabemos cómo quitarlos, pero a veces se complican y te viene muy bien tener un quirófano en el que te lo extraen. Luego te arrimas al barco y regresa el herido; y si está bien, puedes seguir faenando. Te da mucho juego”, explica Nates, quien en varias ocasiones ha utilizado los servicios del ‘Juan de la Cosa’ y del ‘Esperanza del Mar’. La última el año pasado, cuando uno de sus pescadores se fracturó dos costillas y fue evacuado por el buque para su ingreso en el hospital.
Además de la atención médica, el ‘Juan de la Cosa’ también atiende otras situaciones, como las peticiones de suministros (especialmente de combustible y agua potable) o los muy habituales enganchones en las hélices de los pesqueros. “La mar está llena de basura, y no será porque la tiremos los de la flota de bajura –subraya Nates–. Muchas veces te enganchas a un cabo o a un trozo de red de arrastrero, y si te tienen que remolcar a puerto, nuestro seguro lo cubre, pero es una faena porque pierdes un día de pesca. Con el ‘Juan de la Cosa’ cuentas con sus buzos profesionales, que se tiran y te lo solucionan. Es una maravilla contar con su apoyo”.
“Este barco es muy apreciado, igual que el ‘Esperanza del Mar’», explica Jesús Manuel Alzola Medina, capitán del ‘Juan de la Cosa’, que llegó hace dos meses procedente del ‘Esperanza del Mar’, del que formaba parte desde 2017. “Es un orgullo profesional estar al mando de uno de estos barcos, por la labor que hace y la ayuda que prestamos a la flota pesquera en general y a todo el que nos necesite en la mar. Estos barcos salvan vidas”. Para el capitán, que reconoce estar orgulloso de su tripulación, este es un trabajo vocacional. “Como todos los marinos, tienes que ser de una manera especial para estar separado de la familia, estar aislado y trabajar en condiciones duras, aunque no son comparables a las de un pesquero, por supuesto, pero mentalmente tienes que estar preparado”.
Aintzane Eguiluz, segunda oficial de puente, lleva tres años y dos meses en el ‘Juan de la Cosa’. Hizo prácticas en el buque y, tras terminar sus estudios de Náutica en Bilbao, se presentó a las oposiciones. “En el futuro me veo aquí. Mientras las circunstancias no cambien y siga habiendo flota pesquera que nos necesite, este es el mejor sitio”.
Una mañana en el ‘Juan de la Cosa’
El buque-hospital partió hacia el abra del Sardinero –una zona cercana a la Isla de Mouro– en torno a las 11:00. Aunque el mar estaba aparentemente tranquilo, se recomendó a los periodistas y a las autoridades (entre quienes se encontraba la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz) que tomaran biodramina, un medicamento indicado para tratar el mareo. Dado que la sugerencia venía directamente del personal hospitalario, la mayoría accedió.
Tras abandonar el muelle de Raos, una maniobra que se pudo seguir desde el puente de mando, comenzó la visita guiada por las dependencias médicas del buque, a cargo de Ignacio Demis, segundo médico. Durante la explicación se hizo patente que el barco se movía: los pasamanos de los pasillos eran muy solicitados y ya había quien, por lo bajini, se lamentaba de no haber tomado la biodramina. Los comentarios no pasaron desapercibidos para Ignacio, que, cuando la mayoría de los visitantes había salido a cubierta para ver el simulacro, apostilló: “A ver si los canapés nos van a salir a devolver”.
Una vez fuera, era el momento del simulacro de rescate. No muy lejos del ‘Juan de la Cosa’ se encontraba una embarcación de Salvamento Marítimo que aparentaba tener un herido a bordo. Desde el buque-hospital se envió una lancha de rescate con personal médico y buzos (por si hubiera un volcado). Allí, el facultativo diagnosticó rotura de tobillo y mandó evacuar al herido en dos fases: primero al ‘Juan de la Cosa’ en lancha, y después a Valdecilla en helicóptero. Llegados a este punto es importante señalar que, si bien se trataba de un simulacro, quien representaba el papel de la víctima era una persona real, un estudiante que accedió a ser inmovilizado en camilla, trasladado de la barca de Salvamento Marítimo a la lancha de rescate del ‘Juan de la Cosa’ y de ahí izado, junto con la lancha, a la cubierta del buque-hospital (para su capitán, la maniobra más peligrosa de todas, porque se puede romper el cable y provocar un accidente: “Hay que mantener cautela y coordinación entre el patrón de la lancha, el operador del pescante y el capitán del barco”, explicó Jesús Manuel Alzola Medina).
Traslado del estudiante/paciente al ‘Juan de la Cosa’, durante el simulacro. Foto: Nacho Cubero.
Con el equipo desplazado y el herido en cubierta, el estudiante fue sustituido por un muñeco de prácticas para la siguiente fase del simulacro: su izado por cable al helicóptero de Salvamento Marítimo para su traslado a Valdecilla. En la operación intervino también un miembro de la tripulación del helicóptero, que se descolgó del aparato para asegurar la camilla y luego volver a él. En ese punto de la maniobra, con el helicóptero fijo en el aire, se hacían muy evidentes los vaivenes del barco. Entonces las olas apenas eran de dos metros, lo que provocaba que, de vez en cuando, hubiera que balancear el peso entre los pies para garantizar el equilibrio. Nada grave, pero sí resultaba interesante recordar que las olas durante el invierno en el Gran Sol superan los cinco metros.
Izado el muñeco al helicóptero, el aparato partió hacia Valdecilla y terminó el simulacro. Entonces llegó el turno del tentempié, que se ofreció en el comedor de la tripulación: quesos cántabros, embutidos, tortilla y canapés. Los bancos corridos se ocuparon enseguida y había algunas caras con colores no del todo naturales. A unos metros del comedor, que aglutinaba al 100% de las autoridades y a alrededor del 60% de los periodistas, estaba la sala de estar de la tripulación, tomada en ese momento por varias periodistas que estaban redactando sus crónicas.
Tras un rato, el barco inició su regreso al puerto con la sensación de haber hecho un buen trabajo. “Hacemos este tipo de simulacros a menudo, con Salvamento de Gijón, A Coruña o Santander, también con la Policía Nacional, la Guardia Civil y hasta los GEO”, explicó Haydée Fernández, primera oficial de puente, que lleva en el ‘Juan de la Cosa’ desde hace más de una década. “Para estar preparada, la gente tiene que practicar. Hoy había cinco almas ahí en el agua, y son responsabilidad de quien maneja, así que debes entrenar mucho para asegurarte de que todo el mundo está fino”.
LoGOs Energía apuesta por el biogás
La comercializadora cántabra de luz y gas prevé invertir 17 millones de euros en la construcción de una planta de esta energía renovable en Alconera (Badajoz). Su consejero delegado, José Francisco González Payno, confirma que proyectan otras dos plantas similares en Extremadura para posicionar a la compañía como líder en este ámbito, y apunta al papel esencial que el almacenamiento energético va a desempeñar en la evolución del sector.
Manuel Casino | @mcasino8 | Septiembre 2024
LoGOs Energía ha decidido hacer del biogás su estandarte para avanzar hacia la ansiada neutralidad en carbono. Una apuesta que esta empresa cántabra, creada hace poco más de cuatro años, materializará en los próximos meses con la construcción de una planta de biogás en Alconera (Badajoz) con la que aspira a perfilarse como líder en este ámbito en un futuro inmediato. Con una inversión de 17 millones de euros, la planta, que prevé impulsar la economía local con la creación de hasta una veintena de empleos directos, tendrá capacidad para tratar 253.000 toneladas de residuos al año, principalmente provenientes de instalaciones agrícolas y ganaderas de la provincia. Según sus cálculos, su producción permitirá abastecer con gas ‘verde’ a más de 6.300 hogares. Así lo ha explicado el consejero delegado de la comercializadora cántabra de energía, José Francisco González Payno, quien no duda en referirse al biogás como uno de los pilares de la estrategia de la compañía en su firme propósito de impulsar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles.
De hecho, tras este proyecto, que actualmente se encuentra en tramitación administrativa, esta joven compañía con sede en Santander anuncia que ya trabaja en el proyecto de otras dos plantas de similares características en la comunidad extremeña, aunque sin querer adelantar aún cuáles serían sus emplazamientos. “Queremos que los proyectos los conozcan primero los vecinos, que sepan qué es una planta de biogás, qué beneficios conlleva y cómo contribuye a la sostenibilidad energética y a la generación de energía sostenible. Así lo hemos hecho con la planta de Alconera y así lo haremos con el resto”, advierte.
Lo que González Payno sí confirma es que detrás de esta decisión se encuentra el hecho de que Extremadura sea una zona con gran actividad agrícola y ganadera. “Las plantas de biogás ofrecen una solución eficaz a uno de los principales desafíos a los que se enfrentan ganaderos y agricultores, que no es otro que la gestión de los purines. Es evidente que su instalación cerca de las fuentes de estos residuos asegura un suministro constante de materia prima”, argumenta.
Comercializadora de luz y gas
LoGOs es una comercializadora de electricidad y gas especializada en atender las necesidades energéticas de negocios, empresas y autónomos, fundamentalmente, aunque su consejero delegado admite que también dedica una parte significativa de su actividad al mercado residencial. “Tenemos una sólida base de clientes porque somos muy competitivos en tarifas para estos colectivos”, aclara refiriéndose a los primeros. “Sabemos adaptarnos a las necesidades específicas de este tipo de clientes, en lugar de requerir que sean ellos los que se ajusten a nuestros servicios. Esta capacidad diferenciadora nos distingue de otras comercializadoras”, enfatiza.
José Francisco González Payno, consejero delegado de LoGOs Energía (i) y José Carlos Pérez Balza, director general de la empresa (d). Foto: Nacho Cubero.
Gracias a una extensa red de canales comerciales, la empresa comercializa su energía por todo el territorio nacional, aunque sus principales mercados se encuentran en Madrid, Castilla y León y la zona mediterránea, además de en Cantabria, así como en Portugal, un territorio en el que cuenta con la comercializadora PortuloGOs Energía, con sede en Lisboa y en el que en el 2023 obtuvieron un fuerte crecimiento.
LoGOs Energía, que emplea a cerca de medio centenar de personas en España –“casi todas de Cantabria y muchas procedentes de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Minas y Energía, de Torrelavega”, según se apresura a concretar su consejero delegado– y otras quince en el vecino país, obtuvo el pasado ejercicio una facturación global aproximada de 100 millones de euros. “Nuestras expectativas son las de aumentar los números en ambos mercados y consolidar la compañía entre las principales empresas del sector energético en España”, precisa.
La empresa también ofrece a sus clientes la posibilidad de instalar paneles solares tanto en su negocio como en su domicilio y sigue de cerca los avances en tecnologías de hidrógeno, una opción energéticamente “prometedora” y que , aseguran, “nos entusiasma explorar” para posibles oportunidades futuras. De hecho, LoGOs es socio de la Asociación Española del Hidrógeno, la entidad encargada de fomentar el avance de esta tecnología para su utilización energética en aplicaciones industriales y comerciales.
El análisis de datos, la puerta a la innovación
Considerado uno de los mayores expertos en energías renovables y eficiencia energética en España, González Payno destaca la importancia del Big Data para la transformación profunda que hay que acometer en este y otros sectores. “El análisis del dato nos proporciona herramientas y conocimientos que nos permiten optimizar operaciones, mejorar la eficiencia y ofrecer servicios más personalizados a nuestros clientes. Desde previsiones de demanda, optimización y gestión de suministros, ofertas personalizadas a los clientes analizando su uso de energía”, explica el directivo de la empresa cántabra, que considera esa una de las principales claves competitivas de LoGOs: “No es que crea que el futuro pase por el análisis masivos de datos, es que es el presente porque nos dota de nuevas capacidades, nos posiciona para enfrentarnos a los desafíos y retos actuales y nos abre la puerta a la innovación en el desarrollo de nuevos productos y servicios. Saber aprovechar estas capacidades hace posible que te puedas posicionar mejor en un mercado tan dinámico como es el energético”, remarca.
Sobre la evolución del sector, el CEO de LoGOs destaca el papel “crucial” del almacenamiento energético toda vez que el desarrollo de determinadas renovables, como la solar y la eólica, dependen de condiciones ambientales que no siempre coinciden con los patrones de demanda de energía. “Aquí es donde entra en juego el almacenamiento energético, permitiendo que la energía generada en momentos de baja demanda se almacene y se utilice cuando sea necesario. Este proceso no solo asegura un suministro continuo y confiable, sino que también optimiza el uso de recursos renovables, reduciendo la necesidad de depender de fuentes fósiles en momentos pico”, describe.
Oficinas centrales de LoGOs Energía, en Santander. La comercializadora cuenta con una plantilla de más de 50 personas, la mayoría de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.
A su juicio, las baterías de iones de litio, el almacenamiento térmico y tecnologías emergentes como las baterías de flujo y el hidrógeno están transformando la forma en que almacenamos y utilizamos la energía. “De hecho –prosigue– diría que, en términos de evolución del sector, el almacenamiento de energía está impulsando la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías. A medida que sigamos avanzando hacia un sistema energético más limpio y eficiente, el papel del almacenamiento será cada vez más crucial para lograr un equilibrio entre la generación y el consumo”, recalca.
En ese camino sin retorno, González Payno reconoce que en los últimos años se observa un cambio significativo en la forma en que la sociedad percibe y utiliza la energía. “Cada vez más, las personas y las empresas están tomando decisiones más conscientes y racionales respecto al consumo energético”, subraya. Un cambio que, sostiene, se debe a la mayor concienciación sobre la importancia de la sostenibilidad y el impacto ambiental de nuestras acciones. “Hoy en día, los consumidores somos más conscientes de nuestra huella de carbono y buscamos activamente maneras de reducir el consumo energético. Esta tendencia se refleja en el creciente interés que despiertan las soluciones de eficiencia energética, la adopción de tecnologías renovables y el impulso hacia prácticas más sostenibles en el hogar y en el lugar de trabajo”, razona. Un proceso al que, en su opinión, también están contribuyendo de manera decidida los avances tecnológicos. “Las innovaciones en sistemas de gestión de energía, dispositivos inteligentes y energías renovables permiten a los usuarios monitorear y controlar su consumo de manera más eficiente que nunca”.
Principales retos
En su análisis de este sector en constante evolución por la necesidad de sostenibilidad, la innovación tecnológica y las expectativas cambiantes de los consumidores, el máximo responsable de LoGOs admite que sigue siendo un reto la transición hacia fuentes de energía más sostenibles, no solo en la búsqueda de nuevas fuentes, sino también en cuanto al mantenimiento y la eficiencia de las actuales. “La descarbonización, que debe ser global y el esfuerzo compartido por todos, requiere cambios sustanciales en la producción, distribución y consumo de energía, así como la adaptación a políticas y regulaciones ambientales cada vez más estrictas”, indica.
Sin olvidarse del almacenamiento, al que señala como otro de los principales desafíos al que se enfrenta el sector, González Payno defiende por encima de todo la obligación de las empresas de adaptarse a las necesidades y cambios del consumidor. “Los consumidores están cada vez más informados y demandan opciones energéticas más sostenibles y personalizadas. Este cambio requiere que las compañías de energía adoptemos un enfoque centrado en el cliente”, concluye.
Las plantas de biogás y su papel frente al cambio climático
Sobre las bondades de las plantas de biogás en la lucha contra el cambio climático, desde LoGOs Energía destacan, en primer lugar, la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Según explican, el biogás se produce mediante la digestión anaerobia de materia orgánica, como residuos agrícolas, estiércol o desechos alimentarios. Durante este proceso, se captura el metano, un gas de efecto invernadero que es 25 veces más potente que el CO2. En lugar de liberarse a la atmósfera, el metano se convierte en una fuente de energía.
Además, recuerdan que el biogás puede reemplazar a los combustibles fósiles para la generación de electricidad y calor. Al usar biogás en lugar de combustibles como el carbón o el gas natural, se reduce la emisión de CO2, aclaran.
En segundo término, recalcan que este tipo de plantas permite una gestión de residuos sostenible, ya que los residuos orgánicos se transforman en una fuente de energía útil, lo que, subrayan, promueve una economía circular y reduce la presión sobre los recursos naturales.
Asimismo, reiteran que se trata de una fuente de energía renovable que puede utilizarse de manera continua, a diferencia de algunas otras fuentes renovables, como la solar o la eólica, que son intermitentes.
Por último, defienden que el biogás fomenta la agricultura sostenible. Y lo explican: “El proceso de digestión anaerobia produce digestato, un subproducto que puede ser utilizado como fertilizante orgánico. Esto reduce la necesidad de fertilizantes químicos. Además, el uso de este material como fertilizante mejora la calidad del suelo, aumentando su capacidad de retener carbono y promoviendo prácticas agrícolas más sostenibles”.
Contradictoria vivienda
El número de hipotecas constituidas encadena varios trimestres de decrecimiento, una evolución estadística que coincidía hasta hace poco con la de las compraventas, que ha girado a positivo en lo que va de año, lo que apunta a que cada vez son más quienes adquieren una vivienda sin recurrir a financiación bancaria. Como es habitual en otras estadísticas, Cantabria acompasa sus indicadores con los del conjunto de España, pero con diferencias en su cuantía: caen en mayor medida las hipotecas y suben más las compraventas y los precios.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Septiembre 2024
Dependiendo de la estadística en la que fijemos la mirada, el mercado hipotecario lanza señales de lectura diversa, cuando no abiertamente contradictoria, que dificulta cualquier pronóstico que pueda hacerse de lo que habitualmente suele considerarse como un termómetro fiable para medir el momento económico. Como viene sucediendo casi en todo momento desde la crisis sanitaria, y singularmente desde que se endurecieron las condiciones de financiación, el número de hipotecas constituidas sigue apuntando claramente a la baja, algo que también sucede, aunque en menor medida, en lo que se refiere al número de compraventas. Ambas circunstancias, que indicarían un agotamiento de la demanda, casan mal con la evolución de los precios, tozudamente inclinada al encarecimiento. La tendencia es idéntica en Cantabria a la que se da en el conjunto de España, pero no tanto la proporción en que lo hace: disminuye en mayor medida el número y cuantía de las hipotecas, y también las compraventas, pero suben más los precios.
Según recogen los respectivos informes que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), en abril –último mes con datos– tanto el número de hipotecas como su importe medio experimentaron un significativo aumento en relación con el mismo mes del año anterior, y eso tanto en Cantabria como en el conjunto de comunidades autónomas. Pero ampliando el marco temporal de la comparación se diluye cualquier tentación de encontrar ahí un cambio de tendencia: tanto el dato interanual como las cifras del primer cuatrimestre siguen situadas claramente por debajo de las referencias temporales equivalentes de 2023, que fue un ejercicio que se cerró en negativo en ambos indicadores: con una caída del 18,45% y del 14,58% respectivamente en el conjunto de España, y del 16,79% y el 22,35% en el caso de Cantabria. En los cuatro primeros meses del año se mantiene el descenso, aunque este sea menos acusado: caen un 1,79% las hipotecas y un 4,04% su importe, descensos que en Cantabria son del 7,45 y el 1,76% respectivamente.
Sí puede encontrarse ese indicio de recuperación en lo tocante a las compraventas, que en España disminuyeron un 10% en 2023, mientras en Cantabria lo hicieron en un 8,44%. Frente a eso, durante el primer cuatrimestre de 2024, el número de transacciones de vivienda creció ligeramente en el conjunto de comunidades autónomas (un 0,64%) y de forma más significativa (un 12,92%) en Cantabria. El cruce de ambos datos –el correspondiente a las hipotecas y el que da cuenta de las ventas– apunta a que cada vez son más quienes adquieren una hipoteca sin recurrir a financiación bancaria, lo que a su vez refleja el peso que han ido ganando en el mercado los inversores, en detrimento de quienes buscan una vivienda para habitarla.
Todo lo anterior, que podría ser indicativo de un cierto agotamiento de la demanda, es compatible con una evolución de los precios que sigue apuntando al alza, y que cuestiona cualquier previsión de enfriamiento del mercado. Aunque con la habitual disparidad a la hora de medir su cuantía, tanto el INE como los diversos estudios que recurrentemente publican consultoras y portales inmobiliarios cuantifican las subidas en proporciones similares o incluso ligeramente superiores a la evolución general de la inflación. El más reciente de esos informes, el realizado por la sociedad de tasación Tinsa, sitúa además a Cantabria entre las comunidades autónomas en las que más se ha encarecido la vivienda durante los últimos doce meses.
Becas para formarse en comercio exterior en Chicago, Dubái, Lisboa y Singapur
Sodercan pone en marcha un programa de formación que incluye prácticas a desarrollar en oficinas comerciales del ICEX, y al que podrán optar titulados universitarios menores de 30 años. La convocatoria estará abierta hasta el próximo 9 de octubre.
Abiertas a titulados universitarios de cualquier especialidad, la nueva convocatoria de becas de formación en comercio exterior publicada por Sodercan ofrece la posibilidad de desarrollar prácticas en las oficinas del ICEX en Chicago, Dubái, Lisboa y Singapur. Con un presupuesto de 200.000 euros, el programa otorgará hasta 15 becas a jóvenes menores de 30 años que cuenten con titulación superior universitaria de carácter oficial o título de grado en el momento de la solicitud, y tener un nivel mínimo acreditado de B2 de inglés, entre otros requisitos. Para la selección de beneficiarios se realizará un examen escrito y oral del idioma, otro que servirá para evaluar unos conocimientos mínimos de comercio exterior, un test de competencias profesionales y una entrevista personal. El plazo para presentar las solicitudes vence el próximo 9 de octubre.
El programa de formación en comercio exterior consta de dos fases, una primera de contenido teórico y una posterior práctica de carácter práctico. La formación teórica, de la que se podrán beneficiar hasta un máximo de 15 candidatos, incluirá técnicas de búsqueda de información sobre mercados internacionales y guías temáticas en comercio internacional, estrategia empresarial internacional, entorno legal internacional, marketing y programas de apoyo a la internacionalización, entre otros conceptos.
Las cuatro becas de formación práctica tendrán una duración máxima de un año y se realizarán en las Oficinas Económicas y Comerciales de España en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) y Chicago (Estados Unidos), Lisboa (Portugal) y Singapur. Durante el periodo de formación práctica, los becarios recibirán una dotación anual de entre 20.000 y 50.000 euros según el país y ciudad de destino.
La formación versará sobre aquellos aspectos que afectan al proceso de internacionalización de las empresas y se iniciará cuando la persona seleccionada cuente con el visado y haya realizado cuantos trámites resulten necesarios para su desplazamiento al país de destino, habiendo completado la formación teórica.
La presentación de solicitudes debe realizarse a través del Gestor de Ayudas de Sodercan.