Por una nueva movilidad en el arco de la bahía
Metaltec Naval y la Autoridad Portuaria de Santander diseñan un innovador plan para hacer más sostenibles los usos y modos de transporte en el entorno de la ensenada santanderina cuya velocidad y grado de ejecución dependerá de si la propuesta recibe el visto bueno de los fondos europeos para la recuperación
Manuel Casino | @mcasino8 | Abril 2021
Los plazos serán los que tengan que ser, pero Bahía Zero será una realidad con o sin ayuda de los fondos europeos para la recuperación”. Así de rotundo se expresa el director de Metaltec Naval, Enrique Arriola, sobre el futuro de este ambicioso proyecto que, con el apoyo de la Autoridad Portuaria de Santander (APS), pretende cambiar los usos y modos de transporte de personas y mercancías en los municipios del arco de la bahía santanderina. El plan, que cuenta con un presupuesto global de 55 millones de euros, se articula en torno a diferentes iniciativas bajo un mismo denominador común: la movilidad marítima sostenible.
Arriola asume que la velocidad y grado de implantación de Bahía Zero, que ya ha recibido el apoyo del Gobierno de Cantabria, dependerá muy mucho de si finalmente el proyecto logra financiación europea de los fondos ‘Next Generation’ en el ámbito de la economía azul, un extremo que espera conocer antes del verano y que, en caso de ser favorable, le obligaría a ejecutar las inversiones previstas en un máximo de veinticuatro meses. “Hasta entonces, todos es muy estimativo y está un poco en el aire”, reconoce el impulsor de esta iniciativa de soluciones innovadoras y sostenibles “sin precedentes en Europa”, según avanza con orgullo.
Con todo, confía en que esta colaboración público privada resultado de la alianza de Metaltec Naval con la APS, que participa como “facilitador de espacios e interlocutor ante otras administraciones”, despierte también el interés de algunas de las compañías privadas e inversores –incluido algún que otro fondo de inversión– a los que estos días están presentando las distintas “pastillas” que incluye el proyecto. “En función del perfil de empresa de que se trate, unas [pastillas] seducen más que otras”, anticipa Arriola, que tiene claro que “no todas tienen por qué ver la luz”.
A lo que en ningún caso renuncia este empresario cántabro es a que Bahía Zero sea un referente de gestión medioambiental y renovable y a hacer de la ensenada santanderina el “modelo demostrador” de esta nueva movilidad que propugna mediante el uso de barcos ecológicos. “Queremos que Santander y su entorno sean el primer puerto de España que establece en su litoral soluciones de movilidad sostenible para después tratar de replicar el modelo en otras comunidades y países”, explica Arriola, que aspira a que el ‘Ecoboat’, como así ha bautizado y registrado al catamarán impulsado por energía solar que Metaltec Naval fabrica en sus nave de Raos, se convierta en “la imagen icónica de nuestra región”.
Se trata, según explica, de una embarcación de doce metros de eslora capaz de transportar a medio centenar de pasajeros gemelo del botado el pasado año, que en la actualidad se encuentra amarrado en La Manga del Mar Menor, pero dotado de más autonomía y de mayor equipamiento interior y confort. Con un coste de alrededor de 700.000 euros y un plazo de construcción cercano a los ocho meses, Arriola resalta que este buque está construido enteramente en aluminio. “Somos una de los dos o tres únicas empresas navales que utilizamos este material en España porque aquí se pasó de la madera al acero y más tarde al poliéster, pero ahí se quedó”, lamenta.
El primer catamarán de la empresa, cuya silueta algo mayor –tiene una eslora de 18 metros– ya ha podido ser vista en diversas ocasiones surcando la bahía santanderina, ha servido hasta ahora de “prototipo” para probar la eficacia de diferentes tipos de baterías, motores eléctricos o paneles solares. Según sus cálculos, y si la pandemia lo permite, este barco dejará “muy pronto” su amarre en Marina del Cantábrico para acompañar a su hermano menor hasta aguas del Mediterráneo. “Nuestra proyección es inundar todos los puertos, y no solo de España, con barcos como el que ahora estamos construyendo”, incide.
Pero para lograrlo, asume que necesita desarrollar el plan industrial recogido en Bahía Zero, que contempla la construcción de un nuevo astillero 4.0 –tecnológico y digitalizado–, sobre una superficie de unos 8.000 metros cuadrados ubicada al fondo del puerto de El Astillero. “Su creación nos permitiría no solo poner en valor una zona actualmente infrautilizada sino, lo que es aún más importante, construir unidades de una forma más industrializada y eficiente, ya que ahora tan solo disponemos de capacidad para fabricar dos barcos al año”, subraya.
Primera fase
En principio, la intención de Arriola es iniciar este verano la primera fase del proyecto con la botadura del catamarán y la creación de una oficina multifuncional en Marina del Cantábrico que sirva para gestionar el servicio marítimo y, a su vez, como ventana de información turística del Ayuntamiento de Camargo, consistorio que reconoce “ya nos está echando una mano”, así como la ampliación de la pequeña oficina que ya existe en Gamazo y que hasta ahora venía funcionando como despacho de billetes.
En esta fase inicial, que cuenta con un presupuesto aproximado de 1,5 millones de euros, el propósito de su promotor es conectar longitudinalmente las poblaciones de Santander, Camargo y El Astillero a través de dos líneas: una, al norte, que uniría el Dique de Gamazo con Marina del Cantábrico con una estación intermedia en el Barrio Pesquero; y una segunda, al sur, entre Marina del Cantábrico y el muelle de San José en El Astillero con una parada en la Isla de Pedrosa, a la que este empresario se refiere como “nuestra isla de La Toja por descubrir”.
Sin embargo, Arriola es consciente de que en el poco tiempo que media de aquí al verano este itinerario será imposible de cumplir en su totalidad, al menos en los casos del Barrio Pesquero, cuyo emplazamiento definitivo confía en poder cerrar en breve con la APS y para el que barajan dos o tres posibilidades; y en el del antiguo embarcadero de la Isla de Pedrosa, en Marina de Cudeyo, “que nos va llevar más tiempo recuperarlo”.
“Por eso, este verano seguramente nos tengamos que conformar con conectar directamente el Dique de Gamazo, donde ya existe un embarcadero, con Marina del Cantábrico”, admite no sin antes precisar que el objetivo final es contar con cinco embarcaciones ‘Ecoboat’ para atender todas las conexiones y otras tantas oficinas en cada uno de los puntos de embarque.
Pese a que aún restan unos meses para que Bahía Zero arranque en la bahía santanderina, Arriola anuncia que en paralelo ya están trabajando con la Autoridad Portuaria de Barcelona para conectar su sede central, ubicada en el World Trade Center Barcelona, con el puerto de Marina Vela, una amplia zona junto al hotel W y a escasos minutos del centro de la ciudad que reúne una atractiva oferta turística y comercial. La iniciativa, precisa Arriola, permitiría recorrer este trayecto que por vía terrestre se cubre en aproximadamente 45 minutos, en poco más de diez.
En el caso de Santander, por su parte, el objetivo no es tanto agilizar el recorrido como ocurre en la ciudad Condal, sino preferentemente descongestionar notablemente el tráfico rodado y reducir sensiblemente la huella de carbono. “Aquí los tiempos –la idea que baraja es que el viaje más largo, entre el Dique de Gamazo y El Astillero, se lleve a cabo en poco más de cuarenta minutos– no son tan importantes”, subraya.
Según desvela, el proyecto Bahía Zero también está exportándose a otras latitudes, en concreto a Uruguay, donde asegura que están “a punto de cerrar” un acuerdo para conectar mediante barcos electrosolares el puerto comercial de la bahía de Montevideo con El Cerro. Es decir, un extremo con el otro de la bahía.
Terminales de personas y paquetería
En este proyecto en el que todo es modular, Arriola afirma que la primera gran infraestructura a construir será una terminal intermodal en Marina del Cantábrico que gestione las dos líneas marítimas que surcarán la bahía. “Será nuestro buque insignia”, proclama sobre esta edificación digitalizada de 600 metros cuadrados proyectada en cristal y sobre el agua capaz de autoabastecerse energéticamente que cuenta con un presupuesto de algo más de un millón de euros.
Pero no es la única. Bahía Zero recoge también la construcción de una terminal específica de paquetería de última milla en el Polígono de Raos sobre una superficie de 6.000 metros cuadrados en el solar que hasta no hace mucho ocupaba la discoteca Aqua. Esta infraestructura iría acompañada de la creación en sus inmediaciones de un nuevo embarcadero “más industrial” para nuevos transbordadores que, utilizando la misma plataforma –formato– que los barcos ecológicos para personas, transportarían las mercancías de un lado al otro de la bahía.
“Se trata de definir toda una logística muy compleja para la que ya estamos en conversaciones con algunas de las principales empresas de paquetería. Además, pretendemos que el última tramo de entrega hasta los domicilios se haga en vehículos ligeros eléctricos dotados de contenedores isotermos e, incluso, de sistemas de higienización de los paquetes mediante un proceso que está estudiando la Universidad de Cantabria”, aclara.
Tranvía en el aeropuerto
Pero lo más llamativo de Bahía Zero quizá sea su propuesta de construir un tranvía que conecte el aeropuerto cántabro con la terminal de Marina del Cantábrico para tomar allí el ecobus acuático que traslade a los viajeros hasta Santander. La solución, sobre la que ya se viene hablando desde hace tiempo y que Arriola califica de “inédita” en Europa, permitiría descongestionar la conexión por carretera del aeródromo con la capital de Cantabria y supondría una “novedosa y atractiva” entrada a la ciudad para los turistas.
Con una inversión de entre tres y cuatro millones de euros para la que Arriola ya anticipa que van a necesitar la colaboración pública, esta iniciativa plantea la creación de una vía de unos cuatro kilómetros de longitud sobre la que circulará un tranvía eléctrico y autónomo –sin conductor– con vagones para unas cincuenta personas. Es un proyecto delicado que conlleva el soterramiento de la vía en el tramo que bordea la cabecera de la pista del Seve Ballesteros-Parayas –el más cercano al mar– para el que confiesa que aún no han hablado con los responsables de AENA, la empresa estatal que gestiona el aeropuerto, aunque asegura que “sí lo conocen porque han sido informados por la Autoridad Portuaria”. De hacerse realidad, el viaje entre el centro de la ciudad y el aeropuerto podría cubrirse en menos de media hora, si se opta por tomar el barco en el Dique de Gamazo, o en poco más de quince minutos si se hace desde el embarcadero del Barrio Pesquero. ¿El precio? “Está por ver porque hay varias opciones. Dependerá si se incorpora como opción en el billete del avión o de si se adquiere en el propio aeropuerto”, concede Arriola.
Apartamentos flotantes
En Bahía Zero también hay espacio para otras propuestas de claros tintes turísticos como son la creación de un área de autocaravaning en Marina del Cantábrico y la instalación de treinta apartamentos flotantes en diferentes emplazamientos.
Sobre la primera idea, Arriola adelanta que se trataría de adecuar para este tipo de vehículos una amplia zona de 18.000 metros cuadrados dotada con zonas verdes y arboladas, gestión de residuos, supermercado y otros servicios, además de un área comercial. “Sería como un gran camping pero en una marina deportiva”, resume.
Anexa a ella, el proyecto contempla acentuar aún más su indudable perfil medioambiental y renovable con la construcción de una planta fotovoltaica capaz de generar 1,8 Mwh/h al año. Estas dos iniciativas suponen, según sus estimaciones, una inversión global de unos 1,5 millones de euros.
En el caso de la segunda, Arriola concreta que el objetivo es establecer en la bahía –Marina del Cantábrico, Pedreña y El Astillero– tres apartahoteles de diez unidades cada uno. “Hablamos de espacios de unos 25 metros cuadrados construidos en aluminio y atracados en el pantalán como si fueran un barco”, precisa sobre estos módulos cuyo coste unitario rondaría los 120.000 euros.
“Hasta aquí, –enfatiza Arriola– es el proyecto Bahía Zero. Empezaremos este verano a hacer las primera pruebas con el ‘Ecoboat’ y, a partir de ahí, ya veremos qué sucede con las diferentes propuestas”, reconoce Arriola que termina su razonamiento con la misma convicción con la que comenzó: “No hay compromiso de llegar a la meta ni pronto ni tarde. Solo de llegar”.