Que inventen (no solo) ellos
Cantabria presenta una escasa actividad inventiva y ocupa los últimos lugares en solicitudes de patentes nacionales. Pero no todo son malas noticias para la invención regional, que ha sabido encontrar un hueco en el esfuerzo innovador de la planta de BSH en Santander, responsable de numerosas invenciones en el campo de las tecnologías de gas para encimeras, y en el desplegado por algunas pequeñas empresas como Wedge Global, creadora de un sistema de generación eléctrica para el aprovechamiento de la energía de las olas.
Texto de Manuel Casino @mcasino8
España se aleja cada vez más de Europa en innovación. Así lo reflejan los últimos indicadores dados a conocer este verano por la Unión Europea, que sitúan a nuestro país en el puesto 20 de los 28 países miembros, una posición más abajo que hace un año. Este estudio, que pone de nuevo el foco de la innovación en los países nórdicos y Alemania, coloca a España en el grupo de “innovadores moderados” –la misma nota que obtienen todas las comunidades españolas, incluida Cantabria, salvo el País Vasco, que aparece como “innovador fuerte”; y Extremadura y Baleares, que lo hacen en el pelotón de las 30 regiones europeas menos innovadoras–, pero por detrás de Chipre, Estonia, Malta, la República Checa, Italia, Portugal o Grecia.
En concreto, nuestro país recibe un 0,361 en el índice sintético de innovación –un panel de 25 parámetros que tienen que ver con la innovación y que contempla desde la investigación básica hasta el emprendimiento–, lejos del 0,521 de la media europea.
Pero si hay un ámbito en el que España sale especialmente mal parada es en el de la propiedad intelectual. De hecho, los beneficios obtenidos por patentes licenciadas en el extranjero y las solicitudes de patentes son, con diferencia y junto al gasto en I+D privado, los tres indicadores en que España más se distancia del resto de Europa. Una visión un tanto pesimista que es compartida por la Fundación Cotec para la innovación y admitida en parte por la propia Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), el organismo público encargado de registrar, tramitar y conceder las distintas modalidades de protección industrial que se otorgan en nuestro país.
Si el primero afirma en su último informe anual que España presenta durante los últimos años un claro declive tanto en solicitudes de patentes nacionales de origen español, que desde 2008 se han reducido en un 60%, como en las internacionales PCT (Tratado de Cooperación en materia de Patentes), el segundo reconoce que el pasado año recibió 2.882 solicitudes de patentes nacionales, casi un 5% menos que en el ejercicio anterior, y que concedió 2.423, lo que representa una caída de cerca del 22% con relación a 2014, cuando se otorgaron 3.101 de estos activos intangibles de indudable valor en las estrategias empresariales. Según el análisis regional de estos datos de la OEPM, Cantabria fue origen de 27 de estas solicitudes (el 0,93%), un escaso bagaje innovador que le coloca tan solo por delante de Baleares, que solicitó 23, y empatada con La Rioja.
Tampoco mejoran mucho las cosas si se atiende al número de solicitudes de modelos de utilidad –el otro título de protección, pero de menor rango inventivo que las patentes–, ya que en este caso únicamente 26 de las 2.328 presentadas a lo largo del pasado año salieron de Cantabria, lo que supone una más que Asturias y once por encima de La Rioja, la comunidad con menor actividad en este campo. Y, por lo visto en el primer semestre de este año, todo apunta a que esta tónica se mantendrá invariable, de modo que Cantabria seguirá en el furgón de cola junto a Baleares y La Rioja, de nuevo las dos comunidades con peores registros en solicitud de patentes, con apenas seis y ocho solicitudes respectivamente acumuladas hasta junio.
Pero también hay motivos para el optimismo. En este sombrío escenario despunta el esfuerzo llevado a cabo por el Grupo BSH España, que el pasado año se convirtió en la primera empresa privada en solicitudes de patentes nacionales, con un total de 88, tan solo superada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Patentes ‘cántabras’
Esta compañía de electrodomésticos, que asegura invertir el 4% de su facturación en investigación y desarrollo, tiene muy claro que hay que crear pero también proteger. Así lo destaca Emilio Placer, responsable de Tecnología de Gas en la fábrica de BSH en Santander, planta en la que uno de cada siete de sus 330 empleados se dedican a actividades de I+D+i y de la que el año pasado salieron 15 primeras solicitudes de patentes españolas. “En términos generales, el ciclo de vida de los productos se va acortando, por lo que cada vez se hace más necesario innovar”, afirma Placer convencido de que la innovación “no solo te distingue de la competencia, sino que también te da resistencia ante la crisis”. Tras haber participado en 96 familias de patentes, este ingeniero electrónico y doctor en Administración y Dirección de Empresas sostiene que el reto de BSH España pasa por conseguir que el 60% de las ideas que surjan en la planta de Santander se conviertan finalmente en patente. “BSH dispone en su sede central de Zaragoza de un departamento específico que se encarga de trasponer la idea a patente y de su posterior extensión internacional –mayoritariamente PCT– porque desde aquí diseñamos tecnología para todo el mundo”, subraya.
Placer explica que la innovación en Santander se centra en el desarrollo de tecnologías de gas para encimeras, un subsector que “cuenta aún con un amplio campo de investigación” y en el que asegura que la fábrica santanderina “es una referencia a nivel mundial”.
“La mayoría de las personas cree que se trata de una tecnología madura, quizá porque la primera cocina de gas apareció en el mercado hace más de dos siglos, en torno a 1800. Sin embargo, se trata de una tecnología muy viva en ámbitos como la seguridad, la eficiencia, la usabilidad o la facilidad de limpieza”, destaca antes de precisar que además “ahora se avecina un cambio, un nuevo salto tecnológico que anticipa un antes y un después”.
En este sentido, este responsable apunta a la tecnología ‘flameselect’, una innovación de BSH que, a su juicio, supone una auténtica revolución en la usabilidad de este tipo de electrodomésticos y que tras su presentación en la primavera pasada en España se lanzará a nivel mundial este mes de septiembre.
Convencido de las ventajas competitivas que conlleva obtener una patente –la principal, que se trata de “un derecho de explotación en exclusiva que te permite prohibir a terceros el uso y fabricación de la tecnología patentada durante un periodo de 20 años”–, Placer hace especial hincapié en la importancia de una adecuada redacción de la solicitud de patente y de sus reivindicaciones, esto es, de la descripción detallada de la invención. “Evitar que alguien pueda hacer un diseño que escape a la cobertura de la patente depende muy mucho de cómo estén redactadas estas reivindicaciones”, señala al tiempo que reconoce que su obtención, especialmente en los casos de las patentes europeas e internacionales, puede llegar a convertirse en un proceso “complejo” y “caro” para las pequeñas empresas o con escasos recursos.
Por otro lado, el responsable del módulo de tecnología de gas de la fábrica santanderina destaca la “estrecha” relación que mantienen con la Universidad de Cantabria (UC) en dos ámbitos principales: la búsqueda de talento como futuros profesionales de BSH (ingenieros, físicos, químicos y matemáticos, fundamentalmente) y mediante convenios de colaboración en líneas de investigación relacionadas con los materiales y las superficies, los campos de la química, la física o los procesos industriales, aunque de momento admite que este trabajo conjunto no se ha materializado en ninguna patente.
Las pymes, asignatura pendiente
Para Placer, la escasa actividad inventiva que existe en Cantabria se debe a varios factores, entre los que cita en primer lugar a la fuga de talento. “Cantabria se ha convertido en un claro exportador de talento en los últimos diez o quince años”, enfatiza antes de recordar que, además, las grandes corporaciones, como es el caso de BSH, registran las patentes donde tienen el domicilio social. “Nuestras 15 patentes salidas de Cantabria en 2015 se han registrado en Zaragoza”, aclara.
En segundo término, este investigador señala al tejido industrial de Cantabria asentado sobre centros productivos “que no cuentan con grandes líneas de desarrollo de productos, lo que determina que la mayor parte de la producción se base en know-how y no en patentes”. Por último, considera que “la gran asignatura pendiente en Cantabria son las pymes, que ven a las patentes como algo que no va con ellos”. Aunque asegura que hay “gloriosas excepciones”, Placer sostiene que, en general, “les da bastante miedo y prefieren dedicar sus esfuerzos a la mejora continua de sus procesos”. Una decisión que, en su opinión, “no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana”.
Placer justifica esta reticencia de los pequeños y medianos empresarios hacia todo relacionado con la propiedad industrial en el hecho de que “los cántabros somos bastantes más individualistas y remisos a generar consorcios y asumir riesgos. Y también tenemos una visión más cortoplacista”. A falta de centros tecnológicos –Cantabria solo dispone del Centro Tecnológico de Componentes (CTC), según precisa– este directivo estima que la UC podría desempeñar un papel determinante en el ámbito de las pymes, más aún cuando –afirma con orgullo– este centro universitario cuenta con investigadores de nivel internacional que apenas se conocen. “Hay que publicitarlos más”, concede consciente de la importante labor que desarrollan.
¿Una oportunidad perdida?
Entre estas contadas excepciones a las que se refiere Placer se encuentra Wedge Global, una startup tecnológica con sede social en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (PCTCAN) que desde 2008 viene trabajando en el sector de la energía generada a partir de las olas (energía undimotriz). Constituida con capital 100% español –Sodercan formó parte de su accionariado hasta 2015, cuando salió tras producirse una ampliación de capital–, esta empresa obtuvo hace seis años de la OEPM el título de patente de invención por un generador lineal de reluctancia conmutada de 200 Kw de potencia, capaz de sustituir a los generadores hidráulicos convencionales para llevar en un primer estadio energía a las islas y lugares costeros de más difícil acceso.
El invento, que funciona instalado dentro de una boya de 30 metros de longitud y 140 toneladas de peso, fue inicialmente diseñado para su ensayo a una milla del faro del Pescador, en Santoña, pero desde hace 30 meses lo hace anclado a la misma distancia de un punto de la costa de la isla de Gran Canaria. Y parece que con éxito. Así lo asegura el director de Desarrollo Corporativo de Wedge Global, Luis Gavela, quien afirma que ya han conseguido generar energía con más o menos continuidad. Lo que todavía no han hecho, porque según sostiene no se ha podido hasta la fecha en España, es conectar y, por tanto, verter energía a la red.
Para ese paso, que este abogado mercantilista define gráficamente como el “fin de la película”, aún queda bastante tiempo, aunque la Unión Europea habla ya de comercializar la energía de las olas durante la próxima década. “Yo no lo veo en toda su extensión”, explica Gavela, quien cree que quizá para entonces sí pueda existir planta piloto en alguna isla del Atlántico Norte y Central, Norteamérica, Australia o los conos sur de América y África, lugares donde los mares presentan un mayor potencial para el aprovechamiento energético de las olas (los parámetros fijan que a partir de 20 Kw de potencia por metro de ola se trata de un recurso aprovechable) y donde llevar la energía resulta entre cuatro y cinco veces más caro que a territorios continentales. “Pero para que esta energía pueda abastecer significativamente a las grandes ciudades por lo menos habrá que esperar bastantes años más”, concede este directivo que asume que se trata de un sector embrionario al que todavía le queda un cierto desarrollo tecnológico. “Estamos en los albores de la fase pre-comercial y aunque soy verde y un convencido de la energía renovable, considero obviamente que el futuro debería contemplar un mix energético eficaz”, subraya.
Tras asegurar que la tecnología de su empresa ha despertado el interés de Japón y Estados Unidos, Gavela lamenta que Cantabria dejara escapar un tren en el que llegó a ser la locomotora. “El centro de pruebas de Santoña fue pionero en España y a nivel mundial, pero lamentablemente con la crisis se produjo un parón que ha provocado que no se hayan maximizado las inversiones realizadas en su fecha”, afirma con cierto pesar.
Pese a ello, este directivo se muestra esperanzado en que el Gobierno de Cantabria retome su interés por la energía marina. “La mejor manera de demostrarlo sería poniendo de nuevo en marcha el centro de pruebas de Santoña”, apunta antes de precisar que en la actualidad solo existen dos instalaciones de este tipo en España: Bimep, en Lemoiz (Vizcaya) y la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan).
Empeñado en llevar la contraria a quienes dicen que el carácter español es más dado a la reflexión filosófica que a la práctica científica, Gavela reclama al Ejecutivo cántabro una apuesta regional por un modelo tecnológico industrial. “Hay que investigar, fabricar y vender y también aprovechar los recursos existentes”.
En este sentido, espera que Cantabria siga los pasos del País Vasco, líder en investigación de energías marinas, y no los de Galicia, donde a pesar de contar con el mayor recurso nacional, la energía undimotriz apenas ha encontrado un desarrollo efectivo en la práctica. En ese objetivo, Gavela reclama un más fácil acceso para emprendedores y pymes a los servicios que oferta el Instituto de Hidráulica Ambiental. “Sus tarifas no son accesibles para el entorno emprendedor”, concluye resignado.