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Starups, más allá del valor de la idea

Ideas, mentores e inversión. Son los tres ingredientes necesarios para que una empresa emergente tenga posibilidades de aterrizar, asentarse y crecer. Las nuevas startups nacen vinculadas a la tecnología y asociadas a un modelo de negocio escalable. Aún así, el éxito no está garantizado; el factor suerte juega un papel fundamental en un nuevo modelo de negocio que poco a poco va ganando terreno al tradicional y donde el comodín del Business Angel siempre suma. Cada vez son más las iniciativas institucionales que ayudan a los emprendedores a dar forma a su idea a través de distintos programas, como ‘Emprendedores x Emprendimiento’ o ‘Coworking’. Pero… ¿y después qué?

Texto de Laura Velasco @lauripuck

Según el último informe elaborado por el GEM (Global Enterpreneurship Monitor) y el Foro Económico Mundial, son las pequeñas y medianas empresas las que más contribuyen al PIB de España, con un 62%. En España la tasa de la actividad emprendedora se situaba en el año 2015 –a la espera del nuevo informe que se publicará este mes de junio– en el 5,7%, por debajo de la media europea del 8%. De hecho, nuestro país es el segundo menos emprendedor de la Unión Europea después de Italia. El miedo al fracaso tiene mucho que ver en esta baja iniciativa pero también la cultura. Y es que en los países del sur de Europa –tal y como señala el informe– hay miedo a no hacerlo bien y, al mismo tiempo, una baja percepción de oportunidades empresariales. Si “el 40% de los españoles ve de forma positiva la idea de emprender, el 40% de ellos tiene miedo a fracasar”.

El fenómeno emprendedor, lejos de lo que pudiera imaginarse, goza de mayor aceptación en Cantabria, superior en casi un punto a la tasa española (6,6). Las nuevas políticas gubernamentales, las normas sociales y culturales y el ambiente económico que comienza ya a relajarse son los factores que en los últimos años han favorecido el emprendimiento. Tan sólo en el pasado mes de mayo, se cerraban dos programas de apoyo a esta figura. Se trata de ‘E2, Estudiante x Emprendedor’, impulsado por el Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE) en la Universidad de Cantabria (UC) y dirigido a promover y acelerar el desarrollo de las capacidades personales y profesionales de los estudiantes fomentando su espíritu emprendedor y ampliando su empleabilidad. Y el programa Coworking Santander, concebido para ofrecer formación y acompañamiento a emprendedores para la puesta en marcha o consolidación de proyectos innovadores, en este caso organizado por el Ayuntamiento de Santander, EOI y el Banco Santander.

En ambos casos el objetivo es ayudar a los emprendedores a madurar y dar forma a su idea. “Se persigue ayudar al desarrollo y crear empresas, empleo y riqueza para la comunidad”, asegura Eugenio de Juana Saiz, coordinador de Coworking. De hecho, durante cinco meses los 22 participantes en 19 proyectos han sido formados en competencias relacionadas con el emprendimiento y la gestión de proyectos, y expertos tutores les han acompañado en el diseño de su modelo de negocio, la búsqueda de financiación y la solución a necesidades generales y específicas.

Federico Gutiérrez-Solana, director del CISE.

También como un primer paso de iniciación a los procesos emprendedores surgió E2. En este programa se parte de equipos multidisciplinares conformados por un estudiante-tutor, que coordina a otros cuatro compañeros de diversas titulaciones y por un empresario-mentor que les orienta y apoya para generar ideas emprendedoras. Más de 60 estudiante han dado forma a 14 modelos de negocio a lo largo de seis meses; un tiempo en el que han aprendido a hacer un prototipo de lo que esperan plantear en el mundo real. “Como una especie de pequeña maqueta de su proyecto de futuro, que se pueda testear en el mercado y así el riesgo que asumen es menor”, apunta Federico Gutiérrez Solana, director del CISE.

Precisamente la ‘prueba-error-prueba’ forma parte de la filosofía de las ‘startups’. A través de validaciones el emprendedor comprueba si su idea de negocio es potente para seguir adelante o si tiene que darle una vuelta o incluso retirarla y buscar entonces otras vías intermedias donde el riesgo sea menor. “Aprender de esos errores, pivotar y tomar otro camino distinto”, indica De Juana.

Talento, mentores e inversores

Transformada la idea en modelo de negocio testado, con los conocimientos necesarios para ponerlo en marcha y conocido el nicho de mercado ¿cuál es el siguiente paso? ¿Está el emprendedor preparado para ser autónomo o sigue necesitando apoyos como el de las aceleradoras? Son muchos los factores de éxito que entran en juego a la hora de consolidar y permitir crecer una ‘startup’. No existe una fórmula mágica, pero desde el CISE apuntan ciertas claves que nunca deben faltar en los inicios de una aventura empresarial,  valores intrínsecos de las aceleradoras que se encargan de impulsar las startups: talento, mentores e inversores. “Una buena idea en manos de un mal emprendedor no sale, una idea menos buena en manos de un emprendedor con ganas sale seguro… y luego la inversión”, asegura el responsable de Coworking. Hace falta una buena idea, sino es imposible desarrollarla, pero a la vez hace falta un acompañamiento: “Se pueden perder situaciones muy potentes si no están en los entornos adecuados”, incide Gutiérrez Solana

Eugenio de Juana, director de Cowering Santander.

Aunque no todos los proyectos requieren de la misma financiación a lo largo de su trayectoria, sí es un factor determinante. Hay ‘startups’ que no necesitan una gran inyección inicial pero sí en las distintas etapas de crecimiento. “Se debe garantizar –puntualizan desde el CISE– que cada cierto tiempo se incrementa esa financiación externa y ganar la confianza de los expertos y financiadores”. En 2015, las necesidades de financiación para iniciar un proyecto emprendedor –en términos de capital medio– estaban en 75.721 euros.

Existen varias vías financiación; desde la bancaria a las plataformas de crowdfunding, ayudas gubernamentales y los Business Angel, que aunque pocos, en 2015 representaban el 4% de los inversores cántabros. Desde Coworking aconsejan “apuntar con el cañón lo más alto posible, con ambición… ir de entrada a buscar con timidez no es buena idea”.

La base tecnológica es otro de los factores de éxito a tener muy presente a la hora de proyectar una startup. Hoy en día cualquier iniciativa debe estar apoyada además en las redes sociales y el marketing digital, pero “asociado a eso hay que tener presente la internacionalización como clave para un crecimiento más potente, pensando –según Gutiérrez Solana– que en el mercado digital no hay distancias y la competencia tiene ideas semejantes en todo el mundo”. Paralelamente se apunta a un modelo de negocio escalable.

Desde el CISE acompañan de una variable más, el emprendimiento que se hace por oportunidad asociado a conocimiento. Un factor que se ha ralentizado en los últimos años debido a la situación de crisis económica “cuando el conjunto del sistema se empequeñece –recuerda Gutiérrez Solana– se acobarda y baja y es cuando han proliferado los negocios por necesidad”. Según apunta “la inversión en conocimiento en nuestro país es baja y eso se traduce en la tasa de emprendimiento”. De hecho, hay una correlación entre aquellos países que invierten más en I+D+I y educación con un emprendimiento y un aprovechamiento de las oportunidades “mucho más claro que nosotros”.

De ‘startup’ a empresa

No existe un momento específico en el que una iniciativa deja de ser emprendedora y pasa a convertirse en empresa consolidada, pero sí algunas pautas orientativas. Así, en el informe elaborado por el GEM y el Foro Económico Mundial esa barrera se fija en el marco temporal de los 42 meses. Para otros, en cambio, el limite podría estar en dos años e incluso en uno. Aquí influye mucho el tipo de negocio, la idea disruptiva que nadie ha pensado, “es una cuestión de ser capaces de mantenerse competitivamente en el mercado en el que están; cuando eso se consiguen ya son solventes”, señala Federico Gutiérrez Solana.

José Luis Estévez y Juan Gracia, promotores de Woorker.

José Luis Estébanez y Juan Gracia llevan ya un año con su ‘startup’ en el mercado, después de tres de incubación y maduración. Woorker, una de las ganadoras de la primera edición de Coworking, es una plataforma de búsqueda de empleo mediante técnicas de gamificación. A día de hoy trabajan con más de 300 empresas y gestionan más de 3.000 procesos de selección en España y en Europa. A ellos el programa les cogió con el proceso muy avanzado pero les ha permitido cambiar el enfoque. “Hemos hecho mucha prueba y error, en tecnología éramos buenos, pero hemos aprendido el resto a base de golpes”, recuerda José Luis.

Recapitulando hacen un balance de año positivo, aunque recuerdan las numerosas ocasiones en las que han tenido ganas de tirar la toalla. “Unas semanas celebras cualquier detalle, y a la siguiente lo quieres mandar todo al garete”.

Para ellos lo más difícil ha sido la captación de clientes y usuarios. “Nosotros conectamos talento de jóvenes con necesidades laborales de las empresas a través de gamificaciones, y evangelizar sobre gamificaciones con los directores de recursos humanos o gerentes ha sido complicado” apunta Juan Gracia. Y si la financiación al principio no fue un obstáculo insalvable, rechazando incluso un accionista por el 20% procedente de Valencia, ahora están inmersos en un proceso de captación de inversión en el que están abiertos a todas las opciones “para poder dar un paso más”. De hecho confiesan tener un ‘business angel’ y una empresa interesada en invertir.

Driveer, una web que permite el intercambio de mercancías entre particulares, ha sido el otro proyecto ganador de la primera edición de Coworking. Cristian Antuñán y Rafael Martínez-González apenas llevan unas semanas con su negocio rodando después de un año y medio dando forma a su idea. Se marcan un horizonte de otros 3 o 4 años para probarlo todo gracias a ese ‘business angel’ que, como caído del cielo, les garantiza la inversión. “Sin rondas de financiación nos daríamos sólo uno año”, apunta Cristian.

Cristian Antuñán y Rafael Martínez-González, creadores de Driveer.

Para Driveer el apoyo de las instituciones ha sido determinante. Tras concebir la idea en una clase de la universidad sobre economía colaborativa, se lanzaron a incubar una startup basada en el transporte de personas, para terminar después centrados en las mercancías. “Vimos que había un nicho importante… empezamos a pivotar con servilletas en un bar y a partir de ahí hemos diseñado nuestro modelo de negocio”, recuerda Rafael.

Su punto de inflexión fue ganar un concurso de emprendedores de la Universidad y contactar con Sodercan: “Dio subvenciones y fue como un balón de oxígeno –apunta Rafael– después nos apuntamos al Coworking que nos ha permitido constituir la sociedad y lanzar el proyecto al mercado”. Ahora, con todo en marcha su barrera es la confianza del consumidor “que vean que mandar el paquete (por Driveer) es lo más normal del mundo”, apunta Cristian.

3 de cada 4 fracasan

Sin embargo, los números están ahí y señalan que 3 de cada 4 proyectos fracasan. Desde CISE consideran que el punto está en ser capaces de crear estructuras para acompañar los distintos procesos de crecimiento y aceleración para que sean competitivos. “Tenemos que conseguir atraer el mejor talento y que se quede; garantizar que nuestras estructuras de aceleración sean mejores que las de nuestros vecinos… y tener capacidad de crecimiento. Si no los jóvenes cuando tengan una idea se van a ir donde sea más fácil crecer y estén los mejores servicios”.

Precisamente, uno de los rasgos diferenciadores de Cantabria con el conjunto de España –según el GEM– es que mientras en el conjunto nacional la falta de apoyo financiero es el principal obstáculo para emprender, en Cantabria son las políticas gubernamentales. “Lo que hay ahora es una base de capacidad emprendedora de gente joven que tenemos que aprovechar –recalca Gutiérrez Solana– es el momento de dar un apoyo estratégico y dar un salto cualitativo. Y debemos estar todos unidos, si no se pierde fuerza”.

De momento ya está en marcha la segunda edición de Coworking con 33 emprendedores dispuestos a dar forma a su idea y hacer del autoempleo su forma de vida.


Una silla de ruedas con wi-fi y un lácteo vikingo

I-Chair, una innovadora silla de ruedas que incorpora wi-fi, GPS, sensor de humedad, sistema de posición horizontal y motor eléctrico fue elegida como mejor idea de negocio de la V edición del programa ‘e2: Estudiante x Emprendedor’. Su autor, es Miguel Angel Pascual, un estudiante de medicina que ha contado con el apoyo del responsable de la empresa Alsaplas, Nacho Irastorza, y el trabajo coordinado con otros cuatro estudiantes de la UC. Su propuesta destaca por incorporar la última tecnología y un diseño innovador, tanto para el desplazamiento autónomo de las personas con discapacidad como para al personal sanitario en hospitales y residencias.

Gurt, un producto lácteo basado en una antigua receta vikinga con altos niveles de proteínas y 0% de materia grasa –fabricado a partir de leche de Cantabria–, ha sido elegido como el que mejor representa los valores de colaboración, esfuerzo, compromiso y adaptación al cambio, seña de identidad del programa ideado por el CISE.