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José María Pérez ‘Peridis’ creó en 2013 las primeras lanzaderas de empleo, que comenzaron a funcionar en Aguilar de Campoo y en cuatro municipios cántabros. Concebidas como una herramienta para que el desempleado potencie sus propias habilidades, y no como un curso de formación, el sistema ha alcanzado resultados estimables: casi el 60% de los participantes en las tres primeras ediciones están trabajando, y el 91% ha firmado al menos un contrato durante ese periodo.

Texto de J. Carlos Arrondo

Cuando una persona cae en el paro no sólo se enfrenta a los problemas económicos derivados del desempleo, también tiene que combatir el desánimo que acarrea esta situación. Es habitual que el desempleado entre en una espiral de pérdida de la autoestima y que sus capacidades vayan quedando relegadas por la desesperanza, lo cual acaba dificultando más su retorno al mercado laboral. José María Pérez ‘Peridis’ observó que las políticas convencionales de fomento del empleo ahondaban en este problema y decidió buscar una perspectiva diferente. Ideó la ‘lanzadera de empleo’, una herramienta de inserción laboral que se basa en la búsqueda que los desempleados hacen de sus propias potencialidades. Las lanzaderas de empleo tienen algo del espíritu con el que el arquitecto y editorialista gráfico creó las escuelas taller a mediados de los años ochenta del pasado siglo, una fórmula que nació para ofrecer a los jóvenes formación y trabajo al tiempo que se acometía la restauración de un patrimonio histórico que por aquel entonces no despertaba demasiado interés en la Administración. La idea de que unos desempleados cooperen entre sí para que todos encuentren trabajo se inspira en aquellos grupos de las escuelas taller en los que se ayudaban y se enseñaban unos a otros. Ni la recuperación del patrimonio ni el paro son problemas sólo de las administraciones públicas, afectan a toda la sociedad y, por lo tanto, hay que afrontarlos con un esfuerzo común. Las lanzaderas de empleo tratan de que las personas que están en el paro se ayuden a sí mismas y ayuden a otros parados a encontrar empleo, de que impulsen su propio cambio personal y profesional siguiendo un método innovador basado en un enfoque proactivo, colectivo y colaborativo.

La Fundación Santa María la Real, presidida por ‘Peridis’, creó el programa ‘Lanzaderas de Empleo y Emprendimiento Social’ (LEES), iniciativa que ha ido implantándose por toda España con la colaboración de diversas administraciones públicas y entidades privadas. Desde que en 2013 entraron en funcionamiento las cinco primeras lanzaderas, en el municipio palentino de Aguilar de Campoo y en los cántabros de Astillero, Torrelavega, Santander y Castro Urdiales, se han puesto en marcha 327 lanzaderas con 6.500 participantes. En Cantabria, donde el programa LEES ha sido impulsado directamente por el Gobierno autonómico a través del Servicio Cántabro de Empleo, se han celebrado tres ediciones –en 2013 con cuatro lanzaderas, en 2014 con ocho y en 2015 con diez– y han participado 591 personas desempleadas. Con una dotación presupuestaria de 600.000 euros y una duración prevista de ocho meses, en noviembre de 2016 dio comienzo la cuarta edición, que cuenta con 260 participantes repartidos en trece lanzaderas: Santander, Torrelavega, Astillero, Castro Urdiales, Reinosa, Camargo, Piélagos, Los Corrales de Buelna, Medio Cudeyo, Laredo, Colindres, Santoña y Cabezón de la Sal.

María José Roiz, coordinadora de la lanzadera de empleo de Santander.

En términos generales, su gestión se realiza desde los respectivos ayuntamientos, que en esta edición cada uno cuenta con un presupuesto subvencionado por el Gobierno de Cantabria de 45.000 euros –en las anteriores, con una duración de doce meses, fue de 60.000 euros– y que se encargan de la contratación del coordinador, de aportar los locales y los medios técnicos para el desarrollo del programa. No obstante, de acuerdo a unos requisitos que establece el Servicio Cántabro de Empleo, puede haber otras entidades adjudicatarias, como es el caso de la Fundación Santa María la Real, que dirige las lanzaderas de Piélagos, Reinosa, Castro Urdiales, Camargo, Astillero y Laredo. Los proyectos de cada lanzadera parten de una base común, que es la orden que regula la convocatoria del Servicio Cántabro de Empleo, pero después es cada entidad gestora quien los adapta a las necesidades de los participantes.

Una lanzadera de empleo es un equipo de trabajo, coordinado y apoyado por un técnico, formado por veinte desempleados de características heterogéneas y que acceden voluntariamente al proyecto, en el que comparten conocimiento, colaboran mutuamente en el refuerzo de su motivación, de sus competencias, de su visibilidad y, en definitiva, en la mejora de sus habilidades para conseguir un empleo. Ángeles Romano, técnico de la lanzadera de Cabezón de la Sal, cree que “todos tenemos talento, lo que hace falta es descubrir cuál es y cómo ponerlo en valor. La lanzadera ayuda a que cada persona optimice todo el potencial que tiene. Que lo que hay en potencia se convierta en acto”. Aunque puede incluirse algún aspecto formativo entre las actividades que realiza el equipo, María José Roiz, coordinadora de la lanzadera de Santander, aclara que no se trata de un curso para desempleados: “No es un programa de formación. Lo que se hace en ella es un desarrollo de las capacidades de los participantes, se potencia el contacto personal, el contacto con las empresas y, en resumen, la manera de poder salir al mercado laboral, tanto por cuenta ajena como por cuenta propia”.

La participación en las lanzaderas es voluntaria, por lo que las entidades gestoras suelen organizar charlas para difundir la iniciativa. A pesar del poco tiempo que lleva funcionando, el interés que despierta entre los desempleados cada vez es mayor, como señala María José Roiz: “Durante todo el año recibimos llamadas de gente muy interesada en participar en el proyecto”. La convocatoria del Servicio Cántabro de Empleo fija en veinte el número de participantes en cada uno, aunque al final del mismo podrían haber pasado más: “Alguno de ellos puede encontrar empleo durante ese periodo. Este año ha habido que hacer tres procesos de selección porque algunos de los primeros participantes se incorporaron al mercado laboral y dejaron la lanzadera”, explica la coordinadora del programa santanderino.

Ángeles Romano, coordinadora de la lanzadera de empleo de Santander.

Los candidatos deben ser mayores de edad, estar desempleados e inscritos en una oficina de empleo y deben acreditar una formación mínima equivalente al graduado escolar o a la Enseñanza Secundaria Obligatoria. Además de estos requisitos previos, el perfil de participante que se busca en la selección es el de una persona con ganas de cambiar su situación, emprendedor, proactivo y, sobre todo, con capacidad para trabajar en equipo. El Servicio Cántabro de Empleo hace una preselección de candidatos y la selección final de los participantes se lleva a cabo por una comisión en la que colaboran técnicos de dicho organismo y de la entidad gestora de la lanzadera.

El proceso selectivo de candidatos tiende hacia la consecución de grupos que combinen la heterogeneidad y la afinidad entre sus miembros. El objetivo es que veinte participantes de diferente edad, formación y experiencia laboral sean capaces de colaborar y poner en común lo mejor de sí mismos para alcanzar unos resultados óptimos para cada uno de ellos.

“La heterogeneidad en lo profesional es muy enriquecedora. A veces tiendes a relacionarte únicamente con personas de tu ámbito. Conocer a gente de otras áreas, a veces tan distintas, siempre ofrece otros enfoques“, apunta la coordinadora de la lanzadera de Cabezón de la Sal, Ángeles Romano, quien subraya que, a pesar de ser un grupo tan diverso, debe haber una cierta afinidad para trabajar en equipo. Estas características hacen que cada equipo formado en cada lanzadera, en cada una de las ediciones celebradas, con sus distintos intereses y vivencias, sea diferente a todos los demás. Cada proyecto es autónomo y trata de ser creativo, por lo que las actividades que realiza el equipo van ajustándose a las necesidades de los participantes. Las diferencias en los planes de trabajo de cada lanzadera no es obstáculo, sin embargo, para que en ocasiones se establezca algún tipo de actividad coordinada. La colaboración y la solidaridad dentro de los equipos también se trasladan a la relación de unas lanzaderas con otras. Se trata de un programa abierto y con el margen de autonomía suficiente como para propiciar una coordinación estrecha, especialmente en actividades como las intermediaciones con empresas, organización de charlas, talleres, etc.

Aunque el programa de actividades es específico de cada lanzadera, existe una metodología común a todas ellas. “Hay una primera fase del programa es de acogimiento de los participantes, en la que se analiza su perfil y se determinan sus necesidades. En función de estas, se diseñan unas pautas de actuación”, apunta María José Roiz. En esta fase se trabaja en sesiones individuales y grupales de coaching sobre aspectos como la motivación, el autoconocimiento, la inteligencia emocional, la comunicación, la creatividad o el desarrollo de una marca personal; también se aborda la mejora en la búsqueda de empleo a través de técnicas para la elaboración de currículos, para afrontar entrevistas de trabajo y procesos de selección. La segunda fase es más proactiva y gira en torno a establecer contactos con empresas. Los participantes elaboran sus propios mapas de empleabilidad, seleccionan empresas en las que podrían trabajar y el equipo colabora trazando la forma de llegar a ellas.

“Llamamos intermediación a los contactos que se generan entre participantes y empresas. Si la lanzadera quiere contactar con el departamento de recursos humanos de una empresa porque quiere presentar tres o cuatro autocandidaturas, llamar en nombre del Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, o el que corresponda, ofrece una vía de entrada que de forma individual sería muy poco probable que llegara a su fin. El técnico tiene solamente una labor de apoyo e incluso puede haber intermediaciones que las realizan los participantes sin esta ayuda”, detalla Ángeles Romano. El potencial de las redes de contactos que se van generando en las lanzaderas es uno de los puntos más importantes del programa. En torno a un 80% de las ofertas de empleo de las empresas no se hacen públicas y acceder a ellas es prácticamente imposible si no se está dentro de la red de contactos por la que circula esa información. Las intermediaciones ofrecen la posibilidad de que los participantes entren en ellas y dispongan de más vías de acceso al empleo que las que proporcionan los canales convencionales.

Balance

El balance del programa ‘Lanzaderas de Empleo y Emprendimiento Solidario’ (LEES) a nivel nacional señala que hasta la fecha la mitad de los participantes han conseguido un empleo por cuenta propia o ajena o han retomado sus estudios. En Cantabria, los datos globales indican que a 30 de noviembre de 2016 la inserción laboral de los participantes en las tres primeras ediciones es del 57,02% y que el 91,37% de ellos han firmado al menos un contrato durante este periodo. Unos datos que se complementan con el cambio de actitud frente a la situación de desempleo que los coordinadores han detectado en los participantes. Las lanzaderas tienen un objetivo prioritario, la consecución de empleo, pero además son herramientas muy útiles para reorientar la carrera profesional de los desempleados y para la mejora de sus competencias personales y profesionales, algo que corrobora la coordinadora del proyecto en Cabezón de la Sal: “Se están produciendo buenos resultados cuantitativos en cuanto a la inserción laboral, sobre todo teniendo en cuenta que es una iniciativa barata, y también se produce bastante éxito en los cualitativos. Prácticamente toda la gente que pasa por las lanzaderas refiere un cambio en lo personal, una mejora en su autoestima, en su seguridad”.

Participantes de varias lanzaderas cántabras comparten una jornada sobre emprendimiento en el Centro de Negocios de Camargo, el pasado 1 de marzo.

Este cambio personal lleva a un refuerzo de su perfil profesional. En los procesos de selección, las empresas valoran especialmente que los candidatos tengan seguridad en sí mismos, una buena actitud hacia el trabajo y capacidad de trabajo en equipo. El paso por una lanzadera mejora la empleabilidad de los participantes y, si no se traduce en la consecución inmediata de empleo, los convierte en candidatos muy proclives a lograrlo en un plazo relativamente corto. Así se aprecia en los datos de las tres primeras ediciones del programa LEES en Cantabria: la mayor parte de quienes han accedido al mercado laboral lo han hecho durante el año siguiente a finalizar el periodo de trabajo en la lanzadera.

La consolidación de las lanzaderas en España está asegurada para los próximos cuatro años al entrar a formar parte del Programa Operativo de Inclusión Social y Economía Social del Fondo Social Europeo, que selecciona a organismos que promueven la sostenibilidad y la calidad en el empleo en la Unión Europea. La dotación económica será de 12,8 millones de euros, cantidad que alcanzará los 17,6 gracias a la colaboración de administraciones autonómicas y locales y de otras entidades privadas. Las “Lanzaderas de Empleo y Emprendimiento Solidario’ no sólo están consolidadas en Cantabria, sino que están creciendo y llegando a más desempleados en cada edición. En la comunidad donde comenzaron las primeras experiencias, el Gobierno autonómico apuesta por esta iniciativa como parte de las políticas activas de empleo. Pero, independientemente del impulso que desde las administraciones se dé al programa, son los propios desempleados “voluntarios, activos, visibles y solidarios”, en palabras de José María Pérez ‘Peridis’, de quienes va a depender el futuro de las lanzaderas de empleo.