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Las dificultades para acceder a financiación convencional, la aportación de las nuevas tecnologías y la pujanza de la economía colaborativa impulsan el uso de herramientas alternativas que buscan que muchas personas hagan una pequeña aportación para apoyar proyectos concretos. El ‘crowfunding’, un sistema de mecenazgo con pequeñas recompensas para quien aporta fondos, y el ‘crowlending’, que paga un interés a quien pone dinero para los préstamos, son los mecanismos más utilizados.

Texto de J. Carlos Arrondo @jcrlsam

El éxito de un negocio depende en buena medida de su capacidad para obtener fondos: para su puesta en funcionamiento, para mantener la actividad ordinaria, para mejorarla o ampliarla. En España, entre el 80 y el 90% de las empresas trata de cubrir sus necesidades financieras acudiendo a un banco; en los Estados Unidos, sin embargo, sólo lo hace entre el 15 y el 20%, mientras que el resto busca la obtención de fondos a través de otras vías. El pasado año la Comisión Europea publicó un informe en el que se estimaba que un 35% de las pymes españolas no vio satisfechas sus solicitudes de crédito por parte de los bancos, lo cual ha supuesto que muchas pequeñas empresas viables, con clientes y pedidos firmados, hayan perecido por asfixia financiera. Factores como el crecimiento vertiginoso de las nuevas tecnologías, las oportunidades de negocio en la llamada ‘economía colaborativa’ y la ‘democratización’ de una serie de procesos hasta ahora casi exclusivamente en manos de la banca se han combinado para desarrollar diversas fórmulas de financiación alternativa. Este tipo de fuentes no convencionales no tienen aún un peso relativo demasiado importante en el mercado español, pero su crecimiento está siendo vertiginoso, especialmente entre pequeñas empresas que están arrancando sus planes de negocio y a las que no les llega el crédito de los bancos o lo hace con mucha dificultad.

Cristina Cano, gerente de Táctica Financiera, una consultoría especialmente dirigida a pymes y emprendedores, y especializada en los canales alternativos de financiación.

Del apogeo mundial de la financiación alternativa ha surgido el término fintech para describir al sector de empresas que, apoyadas en las nuevas tecnologías, ofrecen servicios no convencionales. Cristina Cano, gerente de Táctica Financiera, empresa de asesoría, consultoría y formación, lo describe así: “Son empresas que han detectado una necesidad en el mercado, el acceso a la financiación de otras empresas, generalmente pequeñas. A través de plataformas online ofrecen visibilidad a proyectos empresariales y la posibilidad de  llegar, por muy pequeños que sean y aunque prácticamente no tengan recursos, a muchos clientes o usuarios potenciales que puedan hacer una inversión en el negocio”.

Actualmente, operan en España unas doscientas empresas fintech y el ritmo con el que crece el sector es alto. Esto se debe principalmente a que estas compañías han conseguido cubrir necesidades financieras allí donde no estaba llegando el crédito, pero también a que, frente al sector bancario y  gracias a la tecnología digital, ofrecen rapidez, presencia global y la posibilidad de utilizar diversas, variadas e innovadoras fórmulas. Entre ellas, destaca el auge que está experimentando el ‘crowdfunding’ –un término en ocasiones traducido como micromecenazgo– y una de sus modalidades en particular, el ‘crowdlending’. Según datos de la Comisión Europea, el dinero aportado a las empresas de la Unión a través de plataformas de ‘crowdfunding’ en 2015 –4.200 millones de euros– creció más de un 260% respecto al del año anterior, si bien la mayor parte de estas operaciones tuvieron lugar en un número reducido de Estados, con el Reino Unido a la cabeza. En España, aunque las cifras que se recaudan en estas plataformas son aún pequeñas, también se está experimentando un fuerte crecimiento. Según los últimos datos disponibles el ‘crowdfunding’ movió en nuestro país 19 millones de euros en 2013 y 62 millones en 2014.

Los cambios que se están produciendo en el tejido social, muy ligados a las nuevas tecnologías, están abriendo paso a una economía más colaborativa. Por un lado hay empresas pequeñas, incipientes proyectos en algunos casos, que necesitan fondos y tienen dificultades para conseguirlos. Por otro lado hay muchas personas dispuestas a poner dinero para que salgan adelante. “El ‘crowdfunding’ es una financiación colaborativa en la que todo el que quiera puede ayudar con pequeñas aportaciones, de 20, de 30 o de 50 euros, a obtener los fondos que necesita un proyecto, bien porque este le seduzca o porque encaje con sus principios, valores o ética. Es la ‘democratización’ de la financiación. El punto de encuentro es una plataforma online. Hay muchas, algunas son enormes, como Kickstarter, que es la mayor del mundo. En los Estados Unidos o en el Reino Unido hay plataformas que han llegado a tener proyectos que han recaudado un millón de euros. En España también las hay, aunque las cifras que recaudan no suelen ser tan grandes”, explica la experta en gestión financiera Cristina Cano.

Las plataformas

Jorge Antón, a la izquierda, y Sergio Antón, socios fundadores de MyTripleA, una de las plataformas de crowlending más activas.

Las plataformas de ‘crowdfunding’ son un soporte tecnológico para que demandantes y oferentes de fondos se encuentren, ofrecen visibilidad a las empresas y la oportunidad de conocer proyectos atractivos a los inversores. El proceso de obtención de fondos no acaba tras elegir una de estas plataformas y situar en ella la idea de negocio que necesita financiar. “La plataforma de ‘crowdfunding’ no hace una gestión activa de la visibilidad del proyecto. La tiene que hacer la empresa que trata de financiarlo. Debería tener creada previamente una comunidad online, fuerte, sólida, una serie de seguidores que se interesen por lo que hace, porque será entre ellos donde principalmente se va a divulgar su presencia en la plataforma”, aclara la socia fundadora de Táctica Financiera, que describe el resto del proceso: “El proyecto, para que tenga alguna posibilidad, tiene que ser gráfico, debe contener fotos y videos, porque si no nadie lo mira. También hay que decidir el tipo de ‘crowdfunding’ que se va a utilizar. Hay un filtro inicial en el que algunos proyectos se valoran de forma comunitaria. La comunidad responde sobre si tienen interés. Otros son valorados por la propia plataforma. Si todo va bien y es publicado, hay un plazo determinado, bastante corto, generalmente entre treinta y noventa días, para captar el dinero necesario”. Durante ese periodo es labor de la empresa que ha presentado su idea de negocio darse a conocer, divulgar su proyecto entre la comunidad previamente creada, en las redes sociales, en un blog o en una página de internet.

Una forma de implicarse en los proyectos

Una gran cantidad de pequeñas ideas de negocio, muchas veces con un componente social, ético o con un afán de intentar mejorar el mundo, están pudiendo salir adelante gracias a los recursos obtenidos mediante el ‘crowdfunding’. Café Doctor Luisito es una tienda de productos ecológicos de alimentación y café ‘de especialidad’ –de alta calidad sin pasar por ningún proceso industrial- que abrió sus puertas el pasado 1 de julio en la santanderina calle Tetuán. Aquel día culminó un largo proceso de emprendimiento basado en los principios del comercio justo que comenzó en 2014 con la idea de importar café desde Etiopía. La puesta en marcha del proyecto se financió al margen de la banca tradicional, gracias a las aportaciones de los socios, una subvención oficial y un microcrédito de una entidad de banca ética. Maribel Morencia, socia y fundadora, explica los principios que sustentan su idea: “Somos una cooperativa que formamos parte del tejido de la economía social. En nuestro planteamiento de empresa está al mismo nivel el balance económico, el social y el medioambiental y eso siempre lo tenemos en cuenta en cada cosa que hacemos, desde encargar una tarjeta hasta algo más grande como es la financiación”.

En 2017 deben acometer una importante compra de café en Etiopía y necesitan una cantidad de dinero que, tras la sobrecarga de gastos de la apertura del negocio, ya no tienen. “Hemos agotado todos nuestros recursos y ahora necesitamos unos 6.000 euros para comprar 600 kilos de café. No podemos importar diez kilos o dos cajas, para que salga rentable hay que comprar grandes cantidades. Podríamos comprar cantidades más pequeñas a un importador y hacer desembolsos menores, pero queremos mantener nuestra seña de identidad y seguir comprando el café directamente a los productores en Etiopía”, indica Maribel Morencia. Para conseguir el dinero que necesitan, los socios han decidido lanzar una campaña de ‘crowdfunding’ a principios de año: “El ‘crowdfunding’ nos parece muy coherente porque en torno a nuestro proyecto se ha creado una comunidad de muchas personas que comparten nuestra filosofía, que aprecian y valoran muchísimo el café y todo lo que hemos puesto en marcha. Nos parece que encaja perfectamente y que ya hay una base importante”.

Café Doctor Luisito financiará la compra de 600 kilos de materia prima mediante crowlending

La idea se encuentra en el momento de decidir en qué plataforma encajará mejor su proyecto, que será presentado mediante un video. Además están recabando asesoramiento sobre otros detalles, como el plazo que establecerán para recaudar la cantidad que necesitan. Tienen previsto que las contribuciones de dinero recibirán una ‘recompensa’ por su colaboración: “Se van a llevar en productos de la tienda el importe de lo que aporten y vamos a ofrecer también un curso de formación sobre café ‘de especialidad’ en Etiopía”. Hasta el inicio de  la campaña, en torno a febrero, los socios de Café Doctor Luisito continuarán trabajando en ampliar su comunidad de seguidores con una presencia activa en varias redes sociales. En ella tienen depositadas las esperanzas para que la financiación colectiva sea un éxito.

El tipo de ‘crowdfunding’ basado en ‘recompensas’ a quienes aportan fondos al proyecto es al que más comúnmente se recurre en España, aunque no es la única modalidad existente. Puede suceder que dichos contribuyentes se vean compensados recibiendo unos royalties o un porcentaje de los beneficios que eventualmente pudiera tener la empresa o incluso que no reciban nada material a cambio de su colaboración, sólo la satisfacción de participar en algún tipo de iniciativa que en sí misma ya les supone una ganancia personal. En el ‘equity crowdfunding’ de lo que se trata es de captar capital social, por lo que quienes participan con su dinero en una campaña de este tipo pasan a ser socios de la empresa. Finalmente, hay una quinta modalidad que toma la forma de un préstamo: al igual que en el resto de tipos de ‘crowdfunding’, se financia de forma colectiva una iniciativa o una idea de negocio por medio de una plataforma online, con la particularidad de que en este caso serán devueltos los fondos aportados más unos intereses. Se trata del ‘crowdlending’ –también conocido como ‘préstamo P2P’– cuyas primeras plataformas surgieron hace algo más de una década en los Estados Unidos y el Reino Unido y cuyo crecimiento permite augurar que en el futuro se convertirá en la principal fuente de financiación alternativa para las pequeñas empresas.

‘Crowdlending’: préstamos P2P

Entre las principales empresas  de ‘crowdlending’ que hay en España destaca MyTripleA. Es una de las ocho plataformas de financiación participativa que cuentan con licencia de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y la única que está registrada en el Banco de España como entidad de pago. Jorge Antón, CEO de la compañía, resume lo que ofrece  MyTripleA: “Nosotros hacemos de punto intermedio entre empresas que buscan financiación e inversores que buscan rentabilizar su dinero y todo ello se hace a través de internet. Nuestros clientes no tienen que desplazarse a ningún sitio, lo pueden hacer todo desde su ordenador en cualquier momento”. Esto se traduce, sobre todo, en procesos sencillos y muy ágiles: “Las empresas consiguen un préstamo muchísimo más rápido, a lo que hay que añadir otras ventajas sobre la financiación bancaria, como son el hecho de que no consumen CIRBE o no están obligadas a contratar productos adicionales como seguros, tarjetas de crédito o planes de pensiones”. Por su parte, MyTripleA ofrece dos posibilidades de inversión a quienes estén dispuestos en rentabilizar su dinero a través de su plataforma: “Para los inversores más conservadores tenemos préstamos garantizados con una cobertura de seguro soportada por una sociedad de garantía recíproca y con una rentabilidad en torno al 2%. Para los inversores con un perfil de riesgo más alto tenemos unos préstamos sin garantía, analizados por nuestro equipo de riesgos, que están dando ahora mismo una rentabilidad del 6%. En los préstamos asegurados  la inversión está rondando los 20.000 euros por cliente. En los que no están garantizados aconsejamos a los clientes que diversifiquen su inversión en muchos préstamos y aquí tenemos una tipología diversa, desde los que empiezan invirtiendo 1.000 o 2.000 euros, hasta los que invierten una media de 11.000. También tenemos inversores profesionales, cuyas cantidades son mucho mayores”, explica Antón, que afirma que algunos de sus mejores clientes, tanto empresas como inversores, están en Cantabria.

Por ahora  MyTripleA, como plataforma de financiación alternativa, está operando con  todo tipo de negocios, desde pequeñas tiendas de barrio hasta grupos empresariales de cierta consideración. Según su principal ejecutivo están dando muy buenas soluciones a empresas que están saliendo de concursos de acreedores y que no están pudiendo acceder al crédito bancario: “Hay empresas que están intentando cumplir el acuerdo del concurso y que cuentan con buenos clientes, recurrentes, que generan  facturas, pero que no están pudiendo financiarse. Nosotros verificamos que los socios están apostando por el negocio y les ofrecemos una solución que las entidades financieras no les están dando”. Este tipo de casos, entre otros, son los que hacen del ‘crowdlending’, en particular, y del crowdfunding, en general, una alternativa sólida de futuro para la financiación de las empresas y así lo están percibiendo las autoridades de algunos países, así como las instituciones europeas, al apostar fuerte por la regulación y el fomento de su desarrollo.