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Takumi Parts: Artesanía y detalle en tiempos de fabricación en serie

Takumi Parts es un taller de mecanizado de precisión y fabricación mecánica dedicado a crear piezas pequeñas para automoción, especialmente clásica y de competición, y maquinaria industrial. Frente a la fabricación en masa, sus dos socios y únicos empleados, apuestan por el valor añadido de la pieza única, resultado de un laborioso proceso de diseño y manufactura donde no se contempla ningún margen de error. La empresa, con sede en Torrelavega, inicia su segundo año de actividad con el objetivo de consolidarse como la referencia para quienes buscan recambios o piezas mecánicas que no pueden encontrar en el mercado normal.

Francisco Rouco | Febrero 2024

Takumi Parts opera en el terreno del detalle, lo minucioso y lo irrepetible, donde no caben ni el margen de error ni la producción en serie. Fundada en 2022 en Torrelavega por Javier Suárez y Mario Ruiz, Takumi Parts se dedica al desarrollo y fabricación de piezas unitarias o de tiradas cortas y a la consultoría técnica. “Hemos hecho piezas para maquinaria y todo tipo de vehículos, incluso locomotoras y tractores”, dice Javier Suárez, “pero el cliente más habitual es un particular que tiene un vehículo clásico o histórico”. Aquí entran desde los coleccionistas que poseen un automóvil clásico para contemplarlo o sacarlo en contadas ocasiones hasta quienes los exprimen en las pruebas de competición y rallyes que se celebran en Cantabria.

En este primer año de actividad han pasado por el taller un Singer de 1912, un Hispano Suiza T49 de 1926, un Porsche 356 Speedster de los 60 o un Toyota Celica Ta22 de 1973, además de otros tantos modelos de Porsche 911, Honda S2000, Toyota Supra A80, Mazda Mx5 o BMW Serie 5. Y motos como la BMW R de 1938, la Montesa Escorpión, una Vespa con sidecar y un motocarro Trimak. En cuanto a los coches de competición, destacan los modelos Subaru Impreza STI, Sierra Cosworth, Honda Civic EG, Ford Escort MKII u Opel Manta 400, entre otros, además de varios monoplazas para las competiciones Fórmula 3000 y Fórmula Student

“Si nos ponemos a mirar los coches clásicos más habituales, lo más fácil es que nos pidieran piezas para Seat 600 o 127, pero de estos vehículos casi no nos entra nada”, explica Javier. “Al ser vehículos tan populares y fabricados en masa, en sus países de origen hay recambistas que han seguido fabricando las piezas, así que sigue habiendo recambios”. No es esta la clase de trabajos que hacen en Takumi Parts: “nos gusta dar una solución a lo diferente, a lo difícil”.

En busca de la pieza perfecta

Javier Suárez, fundador junto a Mario Ruiz de Takumi Parts, en las instalaciones de la empresa, en Torrelavega. Foto: Nacho Cubero

La actividad de Takumi Parts se reparte entre cuatro manos. Javier, que es fresador mandrinador (la especialización en mecanizado de agujeros de piezas cúbicas), se encarga de la parte técnica, del diseño de la pieza y de su fabricación. Y Mario Ruiz, ingeniero y jefe de proyectos, se ocupa del dibujo y manejo de los programas informáticos CAD y CAM (en inglés, Diseño Asistido por Computadora y Fabricación Asistida por Computadora, respectivamente); Mario también asume las funciones comerciales y de marketing.

La mayoría de los proyectos de Takumi Parts son una carrera contra la incertidumbre. El punto de inicio varía, porque puede ser la pieza que hay que sustituir, unas fotografías de esa pieza o de otras parecidas o, las menos, los planos. “Lo ideal sería contar con los planos de la pieza, pero, salvo cuando trabajamos para la industria o para vehículos de competición, nunca los tenemos”, explica Javier. Cuando sí tienen la pieza de referencia, Javier y Mario la escudriñan a fondo para convertirla en un conjunto de medidas exactas que puedan replicar. Este proceso minucioso de medición se realiza a mano si la pieza tiene formas con caras planas. Cuando abundan las superficies curvas, es mejor utilizar un escáner 3D que traslade el componente y sus medidas al entorno virtual. En caso de que no exista la pieza y haya que desarrollarla desde cero, este dispositivo se emplea para escanear el lugar donde se colocará la pieza. “Aunque parezca que el fin de todo esto sea hacer un modelo 3D en el ordenador, la intención real es conseguir una documentación técnica, es decir, el plano.”

Una vez obtenida la información técnica, llega el momento de la fabricación. “Trabajamos con lo que nos ofrece hoy la industria. Aunque busques una pieza que hizo alguien en el 37, hoy la podemos fabricar también y encima con mejores materiales, procesos y acabados. Lo que buscamos es que las diferentes aleaciones se adecúen a la función y a las necesidades de resistencia y fricción que exija cada componente”, explica Javier. “En cuanto a la parte estética, si queremos ser fieles a la original, podemos lograrlo con técnicas y operaciones manuales”.

Un sector sin competencia lleno de competidores

Si bien fue en el sector automovilístico donde se perfeccionó la fabricación en masa, Takumi Parts defiende una filosofía de trabajo completamente opuesta. Para Javier, la producción de componentes en serie puede permitirse unos controles de calidad aleatorios y un deshecho de un 20 o un 30 % de las piezas fabricadas, dado que la oferta de piezas siempre rebasa la demanda. Sin embargo, cuando la relación entre la oferta de la pieza y su demanda se acerca al 1:1, el control de calidad debe ser infalible. “Yo no me puedo permitir ningún margen de error, el 100% de las piezas que fabrico deben estar comprobadas. Su geometría dimensional, sus cotas, sus medidas, sus propiedades… todo debe estar comprobado al 100%. Tenemos una sola oportunidad de fabricar la pieza que buscamos. Y eso hace que cada pieza tenga ya un valor añadido”.

Yo no me puedo permitir ningún margen de error, el 100% de las piezas que fabrico deben estar comprobadas. Javier Suárez, Takumi Parts

Este servicio de fabricación bajo demanda y atención extrema a cada uno de los procesos tiene una desventaja comercial importante: no se sabe que existe, así que muchos propietarios de vehículos clásicos utilizan otras alternativas que compiten directamente con la labor de Takumi Parts. La más habitual es la búsqueda de un donante. “Con Internet puedes buscar un donante en cualquier parte del mundo y pedirle la pieza. Pero quien lo hace no se para a pensar que, si está buscando una pieza de los años 30 porque tiene herrumbre, lo más seguro es que la otra pieza esté en las mismas condiciones o peores.”

Otra potencial competidora es la industria del mecanizado y sus talleres, una opción que, para Javier, puede ser recomendable en componentes habituales, pero no en casos especiales. “Por lo general, te dirán que no, porque la fabricación de las piezas que hacemos nosotros exige un desarrollo que lleva su tiempo, y el tiempo es dinero”. Algunos de los clientes de Takumi Parts llegan precisamente después de intentarlo en estos talleres. También puede ocurrir, aunque es menos común, que el propietario del vehículo pruebe a fabricar la pieza por sus propios medios, dado que entre los entusiastas del vehículo clásico no faltan aficionados a la mecánica. Cuando el arreglo es estético, explica Javier, el coleccionista tiende a quedarse satisfecho con su propio trabajo. Caso distinto es si la ñapa está relacionada con los sistemas de conducción o de seguridad, porque entonces surge la duda sobre su fiabilidad y resulta más tranquilizador acudir a los expertos.

Por último, hay otra opción competidora que representa como ninguna el choque entre la fabricación en serie/ahorro de costes de la industria actual y la cultura artesanal que preserva Takumi Parts: el cliente que ha visto en Amazon una pieza parecida a la que quiere y pregunta si se le puede igualar o mejorar el precio. “Claramente no, porque ese precio se debe a algo que se fabrica en muchas unidades y nos piden una sola cosa. No podemos competir”, sostiene Javier. “Al final yo no entro en si lo que hacemos es barato o es caro. Hay gente que prefiere dejar su proyecto parado antes que pagar dinero por él. Y hay otros que ni nos piden presupuesto: quieren una solución y, cuando está terminada, la pagan. Es una cuestión de su cartera y también de su cultura”.

Mantenerse y mirar hacia adelante

Tras superar el primer año de actividad y facturar alrededor de 70.000 euros, Javier reconoce que ha sido un inicio “duro”. En parte por la inversión económica, que no podría haber hecho “sin un buen respaldo y la ayuda de amigos y familiares”. Y también por “la burocracia para emprender, que es muy dura y a veces llegan momentos en que parece que es una utopía ser emprendedor”. Con todo, el objetivo del primer año era mantenerse, así que ambos socios están satisfechos.

En cuanto a nuevos proyectos, uno de los más importantes para 2024 será la colaboración con la Escuela de Ingeniería de Bilbao, de la Universidad del País Vasco, que participará en la Fórmula Student, la competición mundial en la que estudiantes de ingeniería diseñan y ponen a competir sus propios bólidos. Takumi Parts fabricará varios de los componentes del monoplaza. “Es un proyecto muy ilusionante por la precisión y tipología de las piezas, pero también por la visibilidad que nos da este tipo de trabajos y por que hayan contado con nosotros”.

En cuanto a otros proyectos futuros, En Takumi Parts apuntan al objetivo general, que es seguir en la línea ascendente de consultas técnicas y proyectos y posicionarse como una “opción muy importante en los proyectos de particulares y profesionales del mundo del vehículo y la automoción dentro y fuera de Cantabria”.

 

Más que un nombre sonoro

Componentes elaborados para reconstruir el carburador de un automóvil Singer de 1912. Foto: Nacho Cubero

Aunque Takumi Parts es una empresa de dos socios, Javier Suárez y Mario Ruiz, el proyecto tiene una vinculación emocional con Javier. Takumi es un término japonés que significa “artesano”, “hábil” o “habilidad” y se utiliza para referirse a quien fabrica algo con sumo cuidado y meticulosidad para crear la mejor obra posible. Además, la palabra también se utiliza indistintamente como nombre o apellido en Japón. Ejemplo de ello es el protagonista del cómic Initial D: Takumi Fujiwara, un joven que por el día reparte tofu a un hotel y por la noche participa en carreras. Ese cómic, publicado entre 1995 y 2013, hoy es considerado de culto entre los aficionados al automovilismo en general y a los coches japoneses de los 90 en particular, aquellos que engloba la etiqueta Japanese Domestic Market (JDM): coches menudos, ágiles y tecnológicamente adelantados dirigidos al mercado japonés y producidos por marcas locales como Honda, Mazda, Mitsubishi, Nissan, Subaru o Toyota.

Todos estos conceptos (el artesano, la pasión por la automoción, los mangas japoneses y los coches del JDM) confluyen en Javier, a quien sus amigos, que le hacían consultas técnicas y hasta pedían alguna pieza ocasional, empezaron a llamar precisamente así, Takumi. “Entre eso y la filosofía que tiene la palabra takumi, que resume muy bien cuál ha sido siempre mi visión de fabricar cosas, el nombre de la empresa no podía ser otro”.