Talento Rural Joven: un programa para que el talento se quede en el pueblo
La Fundación Botín clausura la primera edición de Talento Rural Joven, una iniciativa con la que quiere fomentar la transformación de las áreas rurales a través de las ideas, la innovación y el emprendimiento de los jóvenes que las habitan. Desarrollado a la largo de diez meses de encuentros y actividades, durante los que se completó un variado recorrido formativo, de mentorización y de trabajo en equipo, el programa culminó el pasado mes de febrero con la elección de dos proyectos piloto: Impulso Ganadero, que quiere favorecer la digitalización del sector primario, y Todo Rural, que busca soluciones a la movilidad en entornos rurales.
Juan Carlos Arrondo | Abril 2025
La población cántabra, cada vez más concentrada en los núcleos urbanos y en una estrecha franja costera, está marchándose del interior de la comunidad y con ella se está yendo el futuro de sus pueblos. La Fundación Botín trabaja desde hace años en diversas iniciativas que tratan de revertir esta tendencia, especialmente en los municipios del valle del Nansa y comarcas aledañas. Su enfoque consiste en ir generando paulatinamente un cambio cultural entre sus propios habitantes, promoviendo la formación y, en definitiva, la adaptación a todos los obstáculos que dificultan la vida social, económica y cultural. A modo de experiencia, la pasada primavera puso en marcha el programa Talento Rural Joven, con la finalidad de fomentar el potencial de un grupo de jóvenes para protagonizar la transformación en el entorno al que están arraigados. Casi un año de capacitación especializada en liderazgo, innovación y emprendimiento se sustanció en la presentación de cuatro ideas de actuación en el medio rural, de las que, atendiendo a su impacto en el territorio, innovación, viabilidad y escalabilidad, en enero se seleccionaron dos.
Catorce chicos y chicas, mayoritariamente del entorno del Nansa y Liébana, pero también de los Valles Pasiegos e Iguña, respondieron a la convocatoria en marzo de 2024. Basada en una dilatada trayectoria trabajando con jóvenes del ámbito rural, la Fundación Botín quería probar un proyecto piloto que reuniera el buen funcionamiento de sus actividades formativas y el intercambio de experiencias entre los participantes, para lo cual se decidió reunirlos en diferentes momentos e ir avanzando en su desarrollo. “El primer encuentro fue un fin de semana en Polaciones, con sesiones de creatividad en las que identificar los desafíos del medio rural. Esa propuesta inicial, de la que quizás esperábamos que saldrían retos más amplios, la acabaron bajando a sus necesidades”, explica Bruno Sánchez-Briñas, coordinador del área de Desarrollo Rural. Durante el verano, en Madrid, llevaron a cabo una segunda sesión con ponentes –procedentes de otros programas de la Fundación, como el de Latinoamérica o el de Educación– que les instruyeron, entre otras materias, en habilidades de comunicación o de liderazgo.
En noviembre tuvo lugar el tercer hito del programa, un fin de semana en Somo en el que, señala Bruno Sánchez-Briñas, introdujeron una importante novedad: “Para meter savia nueva pedimos a los chicos que invitasen a compañeros o amigos suyos de entornos urbanos. Esto fue bastante bien; trabajaron el formato de ‘design thinking’ y desde sus ideas iniciales fueron sacando cuatro prototipos que pudiesen ponerse en marcha”.

Participantes de la primera edición de Talento Rural Joven, junto con los miembros del comité que evaluó las propuestas y eligió a los proyectos ganadores.
Esas actividades se complementaron con otras de creatividad y de ‘team building’ en el club de remo de Pedreña, donde los jóvenes pudieron apreciar la importancia del trabajo en equipo. Concluido un recorrido formativo y de mentoría especializada de unas ochenta horas, restaba evaluar los diseños: “Les dijimos que, pasadas las Navidades, nos enviaran un video que recogiera cómo habían hecho sus prototipos y cómo iban a intentar ponerlos en marcha. Y a finales de enero les pedimos que nos presentasen las propuestas”. Un comité de expertos seleccionó finalmente dos de ellos: A Todo Rural, de Mario González Lavín y Helga Martínez Cobo, el Impulso Ganadero, de Paula Floranes Hoyal.
El coordinador de Desarrollo Rural de la Fundación Botín destaca el carácter experimental de la iniciativa y el hecho de que, sin convocatorias previas ni involucrar a otros agentes sobre el terreno, han conseguido una interesante participación: “Muchos de ellos ya nos conocían; han estado trabajando con nosotros en dinamización y han recibido clases de inglés y otra formación desde pequeños. Intentamos llegar a un cambio cultural, por lo que decidimos trabajar con el talento, con chicos vinculados al entorno rural y que piensan en proyectos que puedan mantener ese arraigo”. Define esa idea, que subyace detrás de toda la propuesta, con la expresión ‘agentes del cambio’: “Lo que queremos es que empiecen a generar las mejoras para que el que quiera quedarse se pueda quedar, porque son ellos los que tienen el futuro del territorio. Les incentivamos para que cojan el relevo, que empiecen a participar, y lo que queremos es que tengan herramientas para poder trabajar, presentar proyectos de financiación europea o comunicarse con las administraciones públicas”.
A Todo Rural
A Todo Rural es una iniciativa piloto enfocada a implementar un sistema de transporte público flexible que trate de ajustarse a la demanda en horarios y rutas de la población rural. “Uno de los problemas que identificamos en el encuentro de Polaciones fue el de la movilidad. La población que está residiendo aquí muchas veces se acaba marchando porque le falta acceso a servicios básicos. Y si no se dan esas condiciones de vida tampoco va a desplazarse población de las zonas urbanas a las rurales”, subraya Mario González Lavín, uno de los promotores junto a Helga Martínez Cobo. A partir de esa premisa, definieron los problemas que planteaba y en la sesión de noviembre los dieron respuesta con la creación del proyecto. Y aclara que, en principio, se trataría de una prueba de alcance limitado: “De momento, el piloto será aquí, en el valle del Nansa. Quizás más adelante se pueda desarrollar también en el valle del Saja, más vinculado a este en cuanto a servicios y otro tipo de necesidades”.
Antes de planificar rutas y horarios y al inicio de un periodo de prueba, deben conocer las necesidades de movilidad de la población. Para ello están haciendo encuestas, tanto presenciales como mediante herramientas digitales, entre los habitantes de los cinco municipios del valle del Nansa: “Preguntamos sobre el transporte existente, preferencias horarias o cuál sería el desplazamiento en el que cubriría la mayor parte de sus necesidades básicas, lo que hemos llamado núcleos cabecera”, indica Mario González, que detalla algo más los siguientes pasos del proceso, tras obtener y analizar los resultados obtenidos: “Nuestra intención es reunirnos con instituciones públicas, tanto ayuntamientos como mancomunidades, o grupos de acción local, porque la idea es que sean quienes lo financien. Posteriormente habría que contactar y concretar el servicio con empresas de transporte que lo quieran prestar”. Su papel como promotores sería intermediar entre vecinos, administraciones y empresarios para lograr un modelo de movilidad eficiente y satisfactorio para todos, para lo que piensan incorporar una aplicación móvil, una web y materiales físicos que lo faciliten.
Hacer realidad sus planes aún llevará tiempo y superar ciertas dificultades. No van a estar solos, pues Talento Rural Joven, además de aportar un pequeño capital semilla, les asegura un acompañamiento especializado en el proceso. Mario González –graduado en Geografía y residente en Tudanca– no es ajeno a la importancia de esa colaboración, ya que atesora una amplia experiencia en diversas iniciativas de la Fundación Botín, además de recibir su apoyo en para cofundar Asociación Entre Valles, dedicada a dinamizar la comarca Saja-Nansa. Helga Martínez –estudiante de Pedagogía, vecina de Cosío y secretaria de Entre Valles– coincide: “La Fundación Botín ha estado presente en todas las etapas de mi vida. Ya sé cómo trabaja, es una metodología donde me siento cómoda”, y reflexiona sobre qué le llevó a participar en esta experiencia: “La principal motivación fue que el eje del programa se basara en buscar soluciones a los problemas o retos que surgen en el entorno rural y poder aportar mi granito de arena mejorar sus condiciones de vida”.
Impulso Ganadero
Paula Floranes –residente en Camaleño, compagina su trabajo en la yeguada militar de Ibio con sus estudios de grado superior de Integración Social– se define como “una apasionada del mundo rural” y cuando vio la convocatoria de Talento Rural Joven le pareció interesante, creyó que podría aportarle un aprendizaje. Aunque en principio no tenía ninguna idea de negocio en mente, a medida que fue desarrollándose el programa tuvo claro hacia qué ámbito pensaba guiar su propuesta: “En mi casa, aquí, en Liébana, siempre ha habido vacas y siento que es un trabajo, además de muy sacrificado, que no está lo suficientemente valorado. Quería crear un proyecto que tuviese que ver con el sector ganadero, con el sector primario”. Lo primero que hizo fue analizar las necesidades de los ganaderos de su entorno y, si bien hay muchas en la que ella no podía incidir, descubrió que hay un significativo déficit de formación: “Todo lo relacionado con las subvenciones, bajas, altas, nacimientos, partes de cubriciones… Hay que tener unas mínimas nociones, unos conocimientos básicos”.

Paula Floranes, promotora del proyecto Impulso Ganadero.
El objetivo de Impulso Ganadero es fomentar la autosuficiencia de los ganaderos y que no dependan de terceros para gestionar su negocio de manera eficiente. Es un proyecto de formación que se sustancia en un curso intensivo articulado en tres fases: capacitación en gestión empresarial, uso de tecnología e innovación y desarrollo de nuevas formas de comercialización. Paula Floranes reconoce como una primera barrera a vencer la creencia de que pueden prescindir de esos conocimientos: “Para qué voy a necesitarlos si bajo a la oficina comarcal y me lo hacen todo. Pero el mundo cambia, todo está cada vez más digitalizado y a largo plazo lo van a necesitar. Se llegará a un punto en que esas gestiones, algunas tan sencillas como hacer una guía, no te las hagan en la oficina”. En su opinión, llevar su propuesta a la práctica sería sencillo si logra captar el interés de su público objetivo: “He pensado que ganaderos que sean una referencia, con los que ya he hablado, puedan echarme una mano y le pidan al resto que participe”.
Aunque pensado inicialmente para el entorno de Liébana, en el proyecto tendrían encaje todos los ganaderos de Cantabria. Su promotora es consciente de la importancia de dar con la ubicación adecuada, tratando de evitarles largos desplazamientos, y de definir el mejor momento: “Tendríamos que adaptarnos a los ganaderos. Aquí en invierno no se puede porque tienen las vacas estabuladas; tendría que ser en primavera o al tardío”. Se marca como horizonte para afinar detalles y empezar a desarrollarlo este mismo año, a partir del final del curso académico: “Me gustaría llevarlo directamente a la práctica, poder contar con profesionales que pudiesen ayudarme con el curso, que todavía no tengo claro si debería ser de tres días o más”. Además, sabe que puede seguir contando con el acompañamiento y apoyo de la Fundación Botín, algo que por su parte considera recíproco: “Si podemos echarles una mano para la siguiente edición de Talento Rural Joven, creo que cualquiera de nosotros estaríamos dispuestos a hacerlo”.
Segunda edición
Bruno Sánchez-Briñas cree que el resultado de la primera edición de Talento Rural joven ha sido muy favorable: “Los chicos han avanzado en conocimiento y han madurado mucho. Vamos a intentar seguir ayudando a generar el cambio haciendo una segunda edición”. Está previsto lanzar la convocatoria en abril y comenzar el programa en septiembre y en esta ocasión le gustaría que su impacto no se limitara al territorio Nansa-Liébana, sino que abarcara toda Cantabria: “¿Y cómo queremos hacerlo? Poniendo estos dos proyectos como ejemplo de que se pueden hacer cosas”. Mario González valora positivamente la experiencia y afirma que proporciona un bagaje de herramientas en torno al pensamiento creativo, al liderazgo o al emprendimiento, entre otras, de las que no disponen en el día a día: “Los programas de la Fundación Botín siempre son muy resolutivos y te hacen pensar muchas cosas. En este se han incluido desde temas sobre comercio hasta cómo comunicar y defender tu proyecto y todas esas partes han sido enriquecedoras”.
El coordinador de Desarrollo Rural de la Fundación Botín matiza que, aunque hayan sido finalmente seleccionadas dos de las propuestas surgidas de Talento Rural Joven, las otras dos, quizás menos maduras aún, no caen en saco roto y continuarán apoyándolas. También desvela su intención de reunirles para que les comenten sus impresiones de qué les ha parecido todo el proceso. Helga Martínez considera que su paso por el programa ha alternado momentos en los que era muy fácil encontrar soluciones y otros que suponían un reto, pero los profesionales que les han guiado y sus compañeros han allanado el camino: “Hemos creado una red bastante interesante para que pudiesen salir los proyectos adelante y aportar algo para mejorar el entorno rural”. Paula Floranes ha visto cumplidas sus expectativas y no duda en animar a la participación: “Es una experiencia muy enriquecedora, conoces a gente que te ayuda, se aprende mucho y te da la opción de llevar a cabo un proyecto con el que puedes ganarte la vida donde realmente quieres estar”.