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Tecan salva el reto de crecer tierra adentro

Obligada por su continuo crecimiento y por la adaptación de su oferta a las condiciones del mercado, Tecan se trasladó en 2023 a una nueva nave en San Vicente de Toranzo, en la que fue su tercera mudanza en cuatro años. Dedicada al diseño y fabricación de embalajes técnicos para el transporte de equipos industriales, este último cambio de ubicación situaba a la empresa ante el desafío de operar lejos del entorno portuario en el que desarrolla buena parte de su labor, una dificultad que se veía compensada por la transformación que su actividad venía registrando en los últimos años, con un mayor peso de los encargos realizados fuera de la fábrica y con un número cada vez mayor de clientes de fuera de Cantabria.

Juan Carlos Arrondo | Marzo 2025

Andrés Sainz y Óscar Ruiz, fundadores y responsables, respectivamente, de operaciones y de producción de Tecan –empresa dedicada al diseño y fabricación de soluciones de embalaje industrial y protección de mercancías–, se definen como «inquietos». Dicha característica podría hacernos caer en un simple juego de palabras si la relacionamos con el hecho de que en un lustro ya van por la tercera ubicación de su centro de actividades. Obviamente, el sentido del citado término va por otros derroteros, ligados en este caso al afán por evolucionar su idea de negocio, desarrollar nuevos productos y servicios, expandir su cartera de clientes y, en suma, por buscar las claves que permitan afianzar sus –hasta ahora destacados– logros y seguir creciendo. Superados los dos millones de euros de facturación en el último ejercicio, en el traslado que en agosto de 2023 realizaron desde el polígono de Raos hasta sus nuevas instalaciones en San Vicente de Toranzo va impresa esa lógica empresarial de continuar avanzando: nuevas líneas de producción, mejora en los procesos, mayor capacidad de almacenaje, etc.

Tras sus inicios en 2019, en el polígono de Barros, como una ingeniería especializada en el diseño de soluciones personalizadas para la protección de equipos industriales, en el año 2021 comenzaron además a fabricar dichos embalajes a medida. Esto requería más espacio y les condujo hasta Raos, primero a una nave de 500 metros cuadrados y poco después a dos más, con una superficie total de unos 1.600. Pero el rápido crecimiento de la empresa exigía unas capacidades que esa instalación no podía ofrecer. “No era cómoda, se nos quedaba pequeña y eso nos lastraba: había personal dedicado casi solamente a moverse entre las diferentes naves, no teníamos capacidad de almacenamiento, así que decidimos que teníamos que trasladarnos”, indica Andrés Sainz, quien compara: “En San Vicente de Toranzo contamos con una nave de 3.500 metros cuadrados de producción sobre una finca de 13.000 metros cuadrados, con lo que ya tenemos una campa exterior para almacenar materia prima. También nos ha dado la oportunidad de recepcionar, proteger y embalar el producto acabado de clientes que tienen problemas de espacio, liberándoles de esa carga”.

Andrés Sainz y Óscar Ruiz, fundadores de Tecan y responsables de operaciones y de producción de la empresa, respectivamente. Foto: Nacho Cubero.

Tomada la decisión del traslado, empezaba el nada sencillo proceso de buscar un emplazamiento que, por un lado, se adecuara a sus necesidades productivas y, por otro, fuera asequible a la capacidad financiera de una empresa aún joven y en desarrollo. La nave de San Vicente de Toranzo reunía ambas características, pero su ubicación generaba alguna duda. El responsable de operaciones de Tecan reconoce que alejarse de las principales infraestructuras de transporte de Cantabria, así como del ecosistema industrial del arco de la bahía, que confluyen en el entorno del polígono de Raos, podía tener cierto riesgo: “Estábamos muy bien ubicados, pero en esas instalaciones perdíamos productividad. Aunque valoramos mantener una de las naves, sobre todo para estar cerca del puerto, al final hemos visto que era mejor concentrar la unidad productiva en una instalación que se adecuaba perfectamente a nuestras necesidades. Fue una decisión difícil porque te deslocalizas en un ámbito rural que, hasta cierto punto, te debería penalizar. En nuestro caso nos ha dado muchas oportunidades”.

Su anterior localización aportaba mayor cercanía a la mayor parte de sus clientes en Cantabria, lo cual suponía cierto margen de actuación para cubrir trabajos urgentes. No obstante, Andrés Sainz matiza dicha desventaja: “Cantabria es una comunidad pequeña. ¿Cuál puede ser la diferencia entre una y otra? ¿Veinte o veinticinco minutos? Realmente, lo que te exige es una mejor planificación y una mejor utilización de tus recursos”. Señala que uno de los aspectos prioritarios a mejorar ha sido la logística, la flota de vehículos y el equipo móvil para ir a trabajos en casa de sus clientes, y apunta que también ha sido importante que, si bien continúan trabajando con empresas cántabras, el grueso de su crecimiento haya sido fuera de la comunidad: “Sobre todo en el País Vasco, Castilla y León y Asturias. Hemos ido ganando clientes de fuera y con ellos realmente no penaliza esta ubicación”. En cualquier caso, las mejoras en los procesos productivos que la nueva planta les ha permitido implementar es una ventaja que supera cualquier inconveniente que pudiera conllevar el traslado.

Nuevas posibilidades de mejora

Con una inversión superior al medio millón de euros, el cambio ha significado algo más que instalarse en un lugar más espacioso. Su producción, que tenía un alto componente manual –si bien no era exactamente artesanal–, está ahora más automatizada y eso les permite reducir costes y aprovechar mejor sus recursos. “Se tiende a pensar que la automatización es para reducir la plantilla, pero no es así. Nuestra idea es que el personal aporte valor añadido en otras acciones. Si podemos mejorar nuestros procesos y, de los dieciséis que somos, casi todos los días tenemos dos equipos embalando en las instalaciones de nuestros clientes o protegiendo equipos en obras, supondrá que tenemos trabajadores más productivos y eficientes. Esto también nos ayuda a crecer”, explica el cofundador de Tecan, que también subraya la importancia de haber incorporado más personal a la oficina técnica: “Nos libera a los gerentes de una parte del trabajo, sobre todo de diseño, que es de valor añadido y lo que nos ha diferenciado al arrancar, y ahora podemos potenciar nuestras labores comerciales y de dirección”.

El mayor peso en la cartera que ofertan al mercado lo tiene el embalaje fabricado en la planta de San Vicente de Toranzo, con aproximadamente el 65% del total, correspondiendo el resto a servicios que la compañía presta ‘in situ’, en las instalaciones del cliente, como la estiba y trincaje de mercancías, trincaje y optimización en contenedores marítimos, retractilados o envasados al vacío. Antes estaban muy enfocados al embalaje ‘ad hoc’, fabricado a la medida y de acuerdo a las especificidades de cada usuario y en el que un producto no es igual a otro, pero dificulta la expansión del radio de ventas de la empresa: “Cuesta más venderlo fuera porque los costes logísticos van a ser superiores a los del propio embalaje”, afirma Andrés Sainz. Para paliar ese obstáculo, intentan ampliar el desarrollo de soluciones estándar, como una caja plegable de madera, y el volumen de embalados que realizan a domicilio: “Los estamos llegando a ofrecer a nivel nacional e incluso ahora estamos haciendo algún trabajo en Portugal”.

Advierten de que los embalajes estandarizados les ha obligado a mejorar los principales procedimientos de la producción: “El único proceso semiautomático que teníamos en Raos eran las líneas de corte. Ahora todo el corte de materia prima está semiautomatizado, tenemos líneas de montaje y una línea de corte y clavado automatizadas, además de un robot de montaje, clavado y paletización, que hemos desarrollado junto a una empresa de Barcelona”. Con la automatización y la introducción de innovaciones como la caja plegable de madera han conseguido reducir en torno al 60% del residuo que generaban: “La tendencia es ir mejorando los procesos y ser más óptimos en el consumo de materias primas”. Por otra parte, la idea de aprovechar esos residuos para desarrollar sus propios materiales es algo que les acompaña desde el principio y continúan trabajando en una fórmula viable desde el punto de vista de los costes y que no suponga perder el horizonte de la calidad que ha venido diferenciando a sus productos.

«El mayor problema, y en lo que nos estancamos, ha sido que no producimos los suficientes residuos como para generar nuestras propias materias primas». Andrés Sainz, responsable de operaciones de Tecan

En 2022 pusieron en marcha el proyecto Emcantos (Embalaje Cántabro Orgánico Sostenible) –cofinanciado por Sodercan dentro del programa de ayudas a la economía circular– con el objetivo de reciclar los residuos de madera como nuevos materiales para la fabricación de embalajes. “Lo desarrollamos, llegamos incluso a tener muestras de los materiales, y seguimos trabajando en él. El mayor problema, y en lo que nos estancamos, ha sido que no producimos los suficientes residuos como para generar nuestras propias materias primas”, describe Andrés Sainz. También trabajan en otro proyecto de economía circular, Newwood, que trataría de aprovechar productos como los palets que, una vez agotada su vida útil, podrían incorporarse a su proceso productivo como materia prima: “Las propiedades mecánicas de las muestras que hemos obtenido son buenas, aunque hay que valorar su coste de oportunidad. A veces se fuerza un poco con la economía circular, pero sobre todo debe ser viabilidad y, desde el punto de vista de costes analíticos y rendimientos, que sea una solución sensata. En cualquier caso, somos inquietos y seguimos trabajando”.

Más allá del producto

La aportación de valor al cliente no termina en la calidad del material con que se fabrica un embalaje, sino que les exige tratar de ser cada vez mejores también en otros aspectos, como las protecciones físico-químicas y anticorrosivas o la estiba y trincaje de mercancías. Al no controlar la trazabilidad ni la manipulación de la carga hasta que un producto llega al destino final, a la hora de diseñar las soluciones, además de factores como los geométricos y dimensionales, deben tratar de cubrirse contemplando lo peor de la casuística, incluso la climática, para asegurar su integridad: “Hay embalajes con indicadores de humedad, de vuelco, etc. Se trata de protegerlo desde que sale de nuestro cliente hasta que llegue al suyo”, recalca el gerente de Tecan. En su opinión, esto cada vez es más apreciado por las empresas, marcándoles el camino a seguir: “Queremos que haya un bagaje cada vez más técnico y específico. En este sentido, nos estamos adecuando bastante bien al mercado porque, de momento, el retorno con los clientes es bueno”.

Muy enfocados a las empresas de los sectores del metal, especialmente cargas sobredimensionadas, Tecan trata de trasladar a sus clientes que el producto no acaba en sus instalaciones y que deben valorar distintos puntos de su cadena de servicio: “No es lo mismo que vaya en carretera, en avión o en barco. Si va en un barco, en bodega o en cubierta. Ni que al llegar al destino vaya a estar almacenado unos meses o que directamente se vaya a utilizar”.

Equipos industriales, embalados para su transporte con productos fabricados por Tecan. Foto: Nacho Cubero.

Todas estas y otras variables se traducen en diferentes maneras de trabajar. Unas veces se les solicita que hagan el embalado a domicilio, otras que envíen una solución y es el usuario quien se encarga del embalado: “Generalmente, cuando son cargas sobredimensionadas, pesadas o con materiales y componentes complejos, nos suelen solicitar que vayamos, protejamos y aseguremos el embalado antes de despacharlo”. También hay empresas que, por problemas de espacio o comodidad, les envían las piezas para embalar y que salgan desde allí para su despacho, algo que su nueva ubicación ahora les permite ofrecer.

El cofundador de Tecan cree que entre sus clientes cada vez se exporta más, que hay más exigencia, y que ha mejorado la percepción que tienen del embalaje industrial en su cadena de valor: “Antes podía ser suficiente con un palet y un film manual, pero eso está cambiando y, de hecho, es uno de los motivos por los que intentamos ampliar nuestros productos y servicios”. Aunque es habitual que la industria opere en contextos muy cambiantes y con una incertidumbre casi permanente, no es algo que les penalice gracias a que han ido ampliando su cartera de clientes y que el grueso de ellos trabaja por proyectos: “El que este año prácticamente no te da trabajo puede ser el año que viene un referente para ti”. Y por eso considera necesario mantener su capacidad de adecuarse a sus necesidades: “Desde un principio nos hemos diferenciado por la adaptación al cliente, a su producto. Por ejemplo, cuando arrancamos no entendíamos de transporte de hélices marinas, pero hemos dado soluciones cada vez más específicas para ese tipo de transporte”.

Tecan ha crecido mucho desde que en 2021 redirigió su actividad de la consultoría a la producción y los servicios, pero los responsables de la empresa son conscientes de que, si quieren mantener esta tendencia, ahora toca ir afianzando sus logros. Perciben que para ello es necesario seguir mejorando sus procesos y, en ese sentido, tienen un par de proyectos para mejorar su automatización y, sobre todo, su digitalización. Andrés Sainz desvela que están terminando de implementar un nuevo ERP –Enterprise Resource Planning, software de control de los flujos de información de la empresa– que espera les ayude a integrar la oficina técnica con la producción y que con la digitalización puedan conocer realmente lo que les cuesta fabricar cada embalaje y realizar cada obra: “Al crecer perdimos un poco el control de ciertas labores. La foto era buena, pero no sabíamos realmente dónde estábamos penalizados. Intentamos mejorar, sobre todo, el control de los costes analíticos. La idea se puede resumir en que queremos tener más datos y controlarlos mejor”.