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Un apoyo para poder ir por delante

La atención a la diversidad es uno de los principales retos del sistema educativo, un objetivo que suele identificarse con las necesidades de los alumnos con dificultades de aprendizaje, pero que tiene uno de sus desafíos más importantes en el colectivo de estudiantes con alta capacidad. El proyecto ‘Amentúrate’, una inciativa desarrollada por la Universidad de Cantabria en colaboración con la Consejería de Educación, la Asociación Cántabra de Apoyo a las Altas Capacidades Intelectuales y el Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), ofrece a alumnos de Secundaria un programa de mentorización para ayudarles en el tránsito a los estudios superiores y apoyarles emocional y socialmente.

J. Carlos Arrondo | Enero 2020

Entre los diecisiete objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas está garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa para todos. Este enfoque considera que es ineludible tener en cuenta la diversidad en cualquiera de sus manifestaciones y, en esta línea, nuestro sistema educativo ya contempla la atención a los estudiantes con necesidades específicas, de perfiles variados y que afrontan la enseñanza con muy diversas dificultades. La legislación vigente reconoce entre ellos a los escolares con altas capacidades intelectuales y establece una serie de medidas de apoyo. Más allá de su desarrollo en los centros educativos, varias instituciones regionales se han alineado para llevar a cabo ‘Amentúrate’, un proyecto que ofrece una experiencia de mentoring universitario a alumnos con altas capacidades que estén cursando Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y primer curso de Bachillerato. Desarrollado por la Universidad de Cantabria (UC), en colaboración con la Consejería de Educación, Formación Profesional y Turismo del Gobierno de Cantabria y la Asociación Cántabra de Apoyo a las Altas Capacidades Intelectuales (ACAACI), cuenta además con la participación del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE).

Tras una primera edición con veinticinco participantes, el pasado 18 de octubre comenzó la segunda con veintiún alumnos nuevos y quince que repiten la experiencia del curso pasado. Hasta febrero se desarrollan las mentorías grupales, clases prácticas sobre las principales áreas de conocimiento impartidas por profesores universitarios en las que los alumnos van identificando sus preferencias y vocaciones, al tiempo que se van conociendo y estableciendo relaciones de confianza entre unos y otros. Tras concluir estos veinticinco o treinta talleres temáticos, es el turno de las mentorías individuales, del emparejamiento de un profesor y un alumno con el fin de llevar a cabo un proyecto que será presentado al finalizar el programa. Juan Amodia, profesor del departamento de Educación de la Universidad de Cantabria y metodólogo de ‘Amentúrate’ añade como tercer eje sobre el que gira el programa las actividades –musicales, salidas, etc– que comparten mentores, ‘mentees’ e incluso padres: “Además del vocacional, para nosotros un punto importante es el social, el emocional, y jugamos mucho con eso para que tengan la posibilidad de conocerse y de hablarse”.

Hay poca trayectoria investigadora de las altas capacidades en España y, en el ámbito educativo, docentes y orientadores tampoco ha recibido una buena formación. La existencia de un proyecto como ‘Amentúrate’, dinámico, que se ajusta y aprende de sí mismo, permite avanzar en este terreno. “Es un programa de investigación y acción. Tomamos datos, obtenemos resultados, los evaluamos y minimizamos los errores”, describe su encargado de metodología. En su opinión, paso a paso y con este pequeño grupo de participantes se puede aspirar a alcanzar cotas más altas en el futuro: “Se trata de visibilizar las altas capacidades, de conseguir hacer algo en los institutos, que empiecen a crearse entornos de aprendizaje donde puedan surgir estos chavales y las condiciones para que destaquen”. El mayor problema reside en que, a diferencia de otros perfiles con necesidades educativas específicas, con criterios diagnósticos estandarizados y aprobados internacionalmente, el de la alta capacidad intelectual se suele describir desde distintos enfoques. La carencia de un modelo claro de valoración dificulta en muchos casos su identificación.

Las altas capacidades han sido asociadas tradicionalmente a las personas con un coeficiente intelectual superior a 130. Alba Ibáñez, profesora del departamento de Educación de la Universidad de Cantabria y coordinadora de este programa de mentorización, advierte que ese puede ser un perfil de identificación, pero no agota todas las posibilidades: “Otro perfil es el de quienes tienen un alto rendimiento, alumnos sobresalientes a nivel académico y que destacan en muchas áreas. Pero también puede ser el de una persona que tiene un potencial por desarrollar”. Si los dos primeros son relativamente sencillos de identificar, conseguir aflorar casos del tercer tipo y trabajar para que desplieguen dicho potencial es un gran reto para el sistema educativo. En su detección es importante que el profesional sepa valorar aspectos como la creatividad o el interés por algunas materias, algo que tiene en cuenta en la selección de los participantes en ‘Amentúrate’. “Aquí vienen chicos que realmente tienen muchas ganas de aprender y participar. El motor para que funcione es que haya un compromiso”, afirma su responsable.

Juan Amodia, profesor del departamento de Educación de la Universidad de Cantabria y metodólogo de ‘Amentúrate’. En la otra imagen, una de las salas de estudio de la universidad pública cántabra.

Antes de celebrar una entrevista familiar en la que se indaga en la evolución de los jóvenes candidatos, en qué destacan y en cómo se enfrentan a la realidad, deben aportar tres cartas motivacionales: del propio alumno, de sus padres y de algún profesional de cualquier ámbito educativo con quien haya tenido contacto. Se trata de que el equipo que dirige el proyecto detecte entre los adolescentes un acicate en esta experiencia universitaria que no suelen tener a diario en su entorno escolar. “La iniciativa surge porque el sistema educativo no está respondiendo a lo que necesita el alumnado preuniversitario con altas capacidades”, apunta Alba Ibáñez. La coordinadora de ‘Amentúrate’ lamenta que esto suponga que unos se queden por el camino y que otros, que despuntan en varias áreas, no sepan vislumbrar su futuro profesional: “El objetivo del programa es que saquen su mejor versión. Pulimos cosas que identificamos de partida y ellos ven que les tenemos en cuenta, porque vienen con muchos miedos por todos los prejuicios que hay”.

Desconocimiento y prejuicios

El desconocimiento es el caldo de cultivo de muchos de los problemas que sufren estos niños, sobre todo, en los centros educativos. “Tienen los mismos problemas que todos los adolescentes y, en muchos casos, peores por estar en un extremo. Muchos no saben estudiar, no lo han necesitado. Llegan a la universidad, incluso al bachillerato, y fracasan. Necesitan muchos apoyos”, señala Juan Amodia. Pueden estancarse por tener un enfoque excesivamente perfeccionista del trabajo o por sentirse encasillados al ver que su creatividad les conduce a respuestas diferentes a la estandarizada. Pero, sobre todo, los prejuicios les enfrentan a serias dificultades en el ámbito social, como indica Rafael Ruiz, director de Innovación del CISE y encargado del seguimiento a los alumnos de ‘Amentúrate’: “Tienen el riesgo de que, en el colegio o en el instituto, el grupo les excluya por ser diferentes y destacar. Unos, aún siendo excluidos, tratan de avanzar, pero llegan con muchas heridas. Otros deciden no luchar, prefieren estar con el grupo y renuncian a la oportunidad que tienen por sus altas capacidades”.

Tanto el equipo de ‘Amentúrate’ como las familias coinciden en que estos jóvenes no sólo disfrutan de hacer algo que les gusta, sino que también experimentan una transformación personal que incluso trasladan al entorno real en el que antes tenían tantas dificultades. “Aquí ven a más chicos como ellos y ven a gente que está a su disposición para ayudarles en lo que necesitan, no en lo que creemos que necesitan. Se tiene en cuenta lo que dicen y se sienten incluidos”, destaca el responsable de Innovación del CISE, que además desarrolla con ellos un taller basado en el ‘design thinking’, una técnica de resolución creativa de problemas: “Se utiliza para el diseño de proyectos, productos y servicios. Yo lo aplico a su proyecto más importante: ellos, su carrera personal. Primero deben entender si un problema realmente lo es o si es una circunstancia que no pueden cambiar. A partir de ahí, empezamos con distintas técnicas para construir una solución”.

La experiencia del CISE en programas de mentoría –más cercana al mundo de los negocios, pero en la que trabajan con mucha gente joven– ha contribuido a potenciar el programa. Inicialmente, formando a los profesores universitarios: “Les damos unas pautas de aquello en lo que tenían que tener cuidado como mentores para que la relación con el ‘mentee’ sea de la mayor calidad posible. Con sus conocimientos y experiencia, debe ponerse al servicio del chico y ayudarle a resolver los problemas que le plantee”, precisa Rafael Ruiz. Además, lleva a cabo un seguimiento para verificar que las relaciones de los estudiantes, no sólo con sus mentores sino también entre ellos, sean buenas: “Hay un juego de mentorías entre iguales que es muy interesante. Se van dando claves de lo que les está funcionando o no y ellos mismos hacen que el programa se retroalimente”. La finalidad es crear un entorno que les estimule y les permita aflorar su potencial y canalizar sus capacidades.

Rafael Ruiz, director de Innovación del CISE y encargado del seguimiento a los alumnos que participan en este programa.

El objetivo del programa no es el enriquecimiento extracurricular, no se trata de que los alumnos aprendan unos contenidos. Aunque llegan a ampliar sus conocimientos, el planteamiento tiene mucho más que ver con aspectos sociales y emocionales. También vocacionales porque se les muestran muchas materias que pueden relacionar con lo que les gusta o en lo que destacan. La finalidad de ‘Amentúrate’ no es la orientación profesional, pero es útil para mostrarles que hay alternativas en las que pueden encauzar su futuro. Alba Ibáñez lo resume con un ejemplo: “Al venir a la universidad algunos han descubierto la salida profesional de la investigación”. No sólo se trata de que conozcan el mundo universitario, sino que también se acerquen al empresarial. Cree que es importante estrechar esta colaboración y por ello buscan alianzas con empresas: “La Cámara de Comercio nos está apoyando desde el principio y es una red que va creciendo. Nos ofrecen visitarlas o hacer algún taller en ellas. Se conectan porque lo ven interesante y es una manera de atraer el talento”.

El equipo de ‘Amentúrate’ es optimista con las perspectivas de un proyecto que crece y que está teniendo eco en el ámbito de la divulgación científica. “Seguimos aprendiendo y difundiendo lo que vamos investigando. Incluso es posible que este año llevemos el modelo a otros sitios”, desvela el profesor del departamento de Educación y metodólogo del programa. Con el apoyo que está recibiendo de la Universidad de Cantabria, que se traduce en una total vinculación del rectorado y de todos los vicerrectorados, así como la gran acogida que está teniendo entre el profesorado que se está prestando a colaborar en las mentorías, está convencido de que es una iniciativa con mucho futuro. En definitiva, Juan Amodia considera que es una oportunidad para que las personas con altas capacidades intelectuales no se pierdan y contribuyan a la mejora social: “Si una persona con este talento no se malogra y llega a estar en el engranaje de la sociedad, nos va a ayudar a todos”.