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Un Capricho de premio

El Capricho de Gaudí, una de las joyas arquitectónicas de Comillas, está gestionado por una sociedad limitada que mantiene empleo estable durante todo el año para 19 personas a tiempo completo y genera unos ingresos anuales de más de un millón y medio de euros. Viendo estos resultados se desprende la idea de que el legado arquitectónico y cultural puede ser por sí mismo rentable si hay una gestión eficaz. Además, el año pasado fue galardonado como el Mejor Referente Turístico Mundial en los premios Remarkable Venue Awards 2023, que otorga la plataforma de venta de entradas y experiencias, a partir de las opiniones de más de 1,6 millones de visitantes. Carlos Mirapeix, director general de la sociedad que gestiona el edificio modernista, no espera que con la concesión del premio crezcan las visitas, pero sí que pueda servir como espaldarazo al cambio de estrategia emprendido tras la pandemia, buscando diversificar la oferta y aumentar los ingresos sin necesidad de generar un mayor volumen de visitantes.

Cristina Bartolomé |  @criskyra | Mayo 2024

P.- ¿Qué perspectivas se abren ahora para el proyecto empresarial de El Capricho de Gaudí tras el reconocimiento como Best Ladmark Global 2023?
R.- Hace más de 13 años que comenzamos este camino como recinto monumental y museo. Hemos visto pasar muchas cosas: buenas, regulares y malas y también hemos cambiado mucho en todo este tiempo. Recibir un premio es algo maravilloso que nos permite hacer un alto en el camino y valorar el esfuerzo que hemos realizado todo el equipo. Pero al final, nuestro horizonte sigue siendo el mismo, nada ha cambiado. Seguiremos protegiendo y dando a conocer la obra de Gaudí, defenderemos nuestro modelo de gestión cultural y trataremos de hacerlo siempre de una manera original, con un sello de identidad propio. Ojalá este premio sea solamente la primera celebración de muchas. En el horizonte tenemos el 140 aniversario de la construcción Capricho de Gaudí que se terminó en 1885 o la celebración del centenario de la muerte del arquitecto en 2026. Son grandes oportunidades para seguir reivindicando la importancia de este edificio, quitarle la errónea etiqueta de ‘Gaudí menor’ y reclamar, quién sabe, que sea incluido dentro de las obras Patrimonio de la Humanidad de la Unesco como sucede con las que hay en Barcelona.

P.- ¿En qué factores dirías que se ha basado este premio internacional, cuáles han sido las claves del éxito?
R.- Hace tiempo publiqué una entrada en Linkedin que comenzaba con: “trabajar en una obra de Gaudí es una gran lección de humildad”. Y lo sigo manteniendo. Creo que es justo decir que el principal merecedor de este premio es Gaudí, que fue quien tuvo la genialidad de construir El Capricho. Sin olvidar a Máximo Díaz de Quijano, su promotor. Nos debemos a él y es bueno no olvidarlo. Y creo que debemos sentirnos orgullosos de tener en Cantabria una obra de Gaudí. Y no una obra cualquiera sino una de las tres únicas que están fuera de Cataluña y además una de las más antiguas que existen. Nosotros hemos intentado gestionar este regalo que nos dejó el arquitecto de la mejor manera posible. Siempre con respeto y corazón. Creo que le hemos puesto mucho cariño y mucho esfuerzo a este proyecto. El Capricho es un edificio muy original, lleno de secretos que son muy divertidos de descubrir. Nuestro trabajo es muy de las personas: creemos en el valor de la mediación, las actividades, los talleres. Hemos creado una propuesta que se adapta muy bien al público que tenemos. No es un espacio que caiga en el elitismo o el exceso de sobriedad de algunas instituciones culturales. Puedes venir con los niños y pasárselo bien o buscar un plan entretenido en pareja. Y no debo pasar por alto el gran apoyo que hemos recibido en estos premios. Es cierto que había un jurado muy exigente pero al final también había una parte de valoración que se basaba en los votos del público y aquí hemos tenido un gran apoyo. La gente de Cantabria en general y de Comillas en particular se ha volcado. Nos han apoyado instituciones públicas y privadas, museos amigos y muchísimas personas a título individual.

P.- ¿Qué significa para ti personalmente como director general?
R.- Cuando llegué al Capricho estábamos debajo de una sombrilla y nos empapábamos cuando llovía. Si me permites la metáfora parece que hoy, con esto del premio, hace sol y podemos estar aquí tumbados tan a gusto. Por eso le doy mucha importancia a la gente que nos ha acompañado en este viaje: a nuestro equipo, a colaboradores y proveedores. Hemos dejado nuestra vida en esto y no ha sido para nada fácil. Sé muy bien que no somos los mejores en casi nada por mucho que este premio diga que sí lo somos. Agradezco la palmadita en la espalda y es reconfortante que te digan algo bonito. Pero queremos seguir trabajando, hacer algo de lo que podamos sentirnos orgullosos. Con el tiempo me vuelvo más espiritual y a veces suelo decir que todas las crisis son un momento de catarsis y para nosotros la pandemia lo fue. Volver a la normalidad tras el drama del covid 19 fue también para nosotros un cambio de paradigma. Pusimos en marcha controles de aforo modernos, hicimos un ligero cambio de tarifas y emprendimos un viaje hacía la calidad y no la cantidad. No esperamos un aumento de visitas a raíz del premio, de hecho las hemos reducido alrededor de un 25% o 30% respecto a 2019. Buscamos si acaso diversificar nuestra oferta, crear nuevos tipos de visita, proponer nuevas experiencias. Esto a nivel económico es lo mismo que decir que queremos mejorar nuestros ingresos sin aumentar nuestro volumen de visitas. Y creo que este es un debate muy propicio para esta nueva era en la que estamos en la cresta de la ola del turismo y enfrente tenemos debates como la turistificación, la sostenibilidad, etc. Creo que uno de los conceptos que más presentes van a estar en el debate del turismo será la capacidad de carga.

Turistas visitan el edificio ideado por Antonio Gaudí y construido entre 1883 y 1885. Foto: Nacho Cubero.

P.- En cualquier caso, ¿qué podrá significar económicamente, qué porcentaje de aumento de beneficios o facturación se prevé, teniendo en cuenta que en 2021 la facturación se situó en los 1,6 millones de euros?
R.- Suelo decir que tengo envidia de las empresas escalables. De una empresa tecnológica, por ejemplo, que puede vender su producto a nivel global y multiplicando el volumen. Nosotros hemos puesto un máximo de gente que podemos acoger en nuestra casa y nuestra tarifa no es tan elástica como otros productos. Así que podemos hacer muchos esfuerzos pero hay un techo que no se puede romper. Además en el sector cultural es complicado hablar de economía ya que es un sector dominado eminentemente por lo público. Hablamos de cultura y este es un mercado muy difícil en el que cuesta hacer entender a la gente que es necesario pagar por entrar a un lugar patrimonial. Hablo siempre desde mi perspectiva en Cantabria, en otros lugares este debate ya está más que superado. Así que podemos esperar mejorar nuestro modelo, diversificarlo y buscar nuevos caminos pero creo que en todos los casos no serán cambios drásticos. Dicho esto creo que nosotros no estamos todavía en ese punto de madurez, todavía queda cierto camino de mejora y creo que podemos mejorar nuestros resultados.

P.- ¿Hay sobre la mesa proyectos de inversión de algún tipo en la villa, especialmente tras este reconocimiento?
R.- Siempre estamos invirtiendo en el edificio. Esto me gusta dejarlo siempre claro porque el principal secreto para conservar bien un edificio histórico como El Capricho es invertir en conservación preventiva. La peor enfermedad del patrimonio arquitectónico es el olvido y el desuso. Pero dicho esto, sí que tenemos proyectos de mejora en el horizonte. Por ejemplo coincidiendo con las obras que va a realizar Comillas en el marco de su Plan de Sostenibilidad Turística nosotros vamos a aprovechar y hacer unas importantes mejoras en servicios al visitante y accesibilidad. Implicarán una inversión que estimamos sea de al menos unos 400.000 euros. También estamos con un proyecto muy interesante de puesta en valor del jardín del Capricho, que por cierto es el único edificio de Gaudí que conserva su parcela original y el proyecto de paisajismo diseñado por el arquitecto. A esto le podemos añadir proyectos expositivos, nuevos eventos como El Arte del Compartir, tenemos un podcast que acabamos de publicar y recientemente hemos diseñado una nueva serie de mapas coleccionables para los peques de la casa. A veces la gente puede pensar que esto del Capricho es abrir la puerta y ya está pero nosotros no paramos de hacer cosas.

Ya somos 19 personas trabajando de manera fija, con contratos a jornada completa durante todo el año. En verano tenemos algún refuerzo y llegamos hasta las 22 personas pero siempre parece que somos pocos.

P.- ¿Podrán generarse más empleos?
R.- Uno de nuestros retos es la profesionalización de nuestra gestión. Hemos trabajado mucho en esto y seguiremos haciéndolo. Ya somos 19 personas trabajando de manera fija, con contratos a jornada completa durante todo el año. En verano tenemos algún refuerzo y llegamos hasta las 22 personas pero siempre parece que somos pocos. Nuestra directora de Operaciones, Verónica Valdés, sigue trabajando en esto y creo que el año que viene incorporaremos algún puesto más.

P.- Actualmente El Capricho de Gaudí es una realidad empresarial de carácter cultural. Antes, acogió un proyecto hostelero. Sin duda ha sido la historia de una voluntad de poner en valor el monumento. ¿Cuáles han sido los hitos desde que un grupo inversor japonés se decidió a invertir en este monumento y cuáles fueron los motivos para la compra y explotación de este BIC por parte de un grupo inversor japonés?
R.- Más que grupo inversor a mí me gustaría hablar de empresa familiar. El Capricho de Gaudí es un edificio de Cantabria, gestionado por una empresa de Cantabria con sede en Comillas y que tiene como particularidad que sus dueños son de origen japonés. Es como si uno de nosotros nos vamos a Francia y montamos una panadería. Intento simplificar esto porque así es más fácil entender nuestra escala. La propiedad actual compró el edificio como restaurante en 1990 y mantuvo esta actividad lo mejor que pudo hasta el año 2009. Pero volvemos a la escala, somos una pequeña empresa familiar que tuvo que lidiar con la crisis del 2008. El restaurante llevaba años perdiendo dinero y la situación era crítica. Los actuales presidentes, Tokiko (ella) y Taketo (él), tuvieron que liquidar aquella actividad e intentaron buscar opciones para salir adelante. Tras muchas vueltas y muchísimos problemas El Capricho de Gaudí abrió como monumento visitable el 24 de julio de 2010. No hemos inventado nada: ejemplos de edificios privados visitables hay por todo el mundo solo que en Cantabria muy pocos creían en nosotros. Hay un componente imprescindible de amor al edificio. Sin él sería imposible haber superado todo lo que ha pasado. Esto ha supuesto que se invierta siempre en conservarlo y en cuidarlo, incluso en los peores momentos. Lo hemos limpiado a mano, hemos mantenido el jardín nosotros mismos y hasta hicimos nuestro primer mapa.

P.- Actualmente, ¿hay algún tipo de colaboración económica por parte de las administraciones (local, regional, nacional) para apoyar el proyecto empresarial que gestiona el Capricho?
R.- Con las administraciones, regional y local tenemos muy buen trato pero no hay una aportación a nuestra actividad. Tampoco la buscamos con mucho esfuerzo, ya que uno de los argumentos que planteamos a la gente para legitimar nuestro trabajo es la independencia. La gente tiene que entender que el trabajo que hacemos, el que se ve y el que no se ve, cuesta mucho dinero. Y nosotros nos mantenemos exclusivamente gracias a nuestros visitantes. Cada persona que nos ha visitado es de alguna manera nuestro pequeño mecenas, nuestro patrón. Nosotros no hablamos del público como un objeto de laboratorio que se observa desde un despacho. Nosotros escuchamos, vemos y tocamos el público. Si algo no está bien lo sabemos en el minuto uno y lo corregimos inmediatamente. Por ejemplo, nuestra audioguía, los mapas en infantiles o la misma visita guiada se ha creado a partir de las necesidades que hemos ido escuchando de miles y miles de visitantes.

P.- ¿Existe un cálculo aproximado de la aportación a la economía de Comillas y de Cantabria que representa El Capricho?
R.- Voy a hablar de memoria pero en números gruesos el turismo representa el 10% de nuestro PIB y el sector cultural un 4%. Creo que son datos, ambos, suficientes para dar importancia a los sectores en los que participamos. Nuestra aportación a estos números será testimonial, muy limitada. En Cantabria hay grandes recursos turísticos como los que gestiona Cantur, que, obviamente, están interesados en promocionar sus instalaciones, son las grandes referencias; y luego están otros enclaves como el Centro Botín, el Museo Altamira… Nosotros jugamos en una liga más pequeña, pero creo que ahí somos un referente. En cuanto a los datos, generamos 19 puestos de trabajo fijos a jornada completa y también generamos algunos puestos temporales en temporadas altas. A esto hay que añadir que todos nuestros proveedores son de Comillas y alrededores en cuanto a mantenimiento y conservación, dando trabajo a carpinteros, albañiles, artesanos… que llevan con nosotros más de 20 años. Aunque para responder a esa pregunta más concretamente haría falta una auditoría y saber, por ejemplo, cuánto cuesta la marca.