Un lugar para arrancar
Viveros e incubadoras de empresas ofrecen una infraestructura para facilitar los primeros pasos de cualquier iniciativa empresarial, tanto facilitando un espacio físico como aportando las herramientas necesarias para poner en marcha cualquier proyecto. Con diferentes perfiles y condiciones, Santander, Torrelavega y Santa Cruz de Bezana, o el propio Parque Científico y Tecnológico, cuentan con instalaciones pensadas para emprender.
Texto de J. Carlos Arrondo @jcrlsam
Steve Wozniak y Steve Jobs fundaron Apple en 1976. Cuenta la leyenda que el primer centenar de unidades Apple 1 se fabricó en el garaje de la casa familiar de Jobs. Sin embargo, Wozniak, que ahora imparte charlas a jóvenes emprendedores, desmiente esta versión y asegura que Apple no nació en un garaje, que jamás se diseñaron allí sus productos ni fue la base de operaciones del incipiente negocio. Los inicios de la compañía fueron mucho más prosaicos: apenas disponían de dinero y carecían de un lugar específico donde realizar su trabajo, así que cada uno llevaba a cabo su parte del proyecto en su casa o donde pudiera en cada momento. Han pasado cuatro décadas y los emprendedores siguen enfrentándose a problemas similares, aunque hoy existen herramientas, públicas y privadas, para que no tengan que recorrer solos el trayecto que conduce de una idea más o menos brillante a la puesta en funcionamiento de una empresa que la desarrolle. La estructura de apoyo a emprendedores contiene recursos que van desde ayudar a la generación de ideas, pasando por el asesoramiento en el inicio de la actividad, hasta facilitar una infraestructura, que puede concretarse en un vivero, una incubadora, un espacio de ‘coworking’ o un centro de empresas, entre otras. Los matices que pueden diferenciar unos de otros no soslayan el hecho de que todos estos modelos de infraestructuras tienen el objetivo común de evitar que la carencia de un espacio físico sea un obstáculo para el comienzo de una actividad emprendedora. Son herramientas que tratan de paliar las mismas o parecidas dificultades a las que Jobs, Wozniak o muchos otros, sin apenas más recursos que su talento, tuvieron que enfrentarse a la hora de ‘levantar la persiana’ de su negocio.

Vanessa Sánchez, miembro del equipo técnico del Centro de Iniciativas Empresariales del Mercado de México de Santander
Los viveros de empresas son centros que ofrecen unas instalaciones a bajo coste y, adicionalmente, un apoyo técnico a emprendedores, con la finalidad de facilitar la puesta en funcionamiento de iniciativas innovadoras y viables. La Agencia de Desarrollo Local (ADL) de Santander dispone desde 2003 de uno de estos viveros, el Centro de Iniciativas Empresariales, ubicado en la planta baja del Mercado de México. Consta de quince oficinas, alquilables a un bajo precio que, además, está bonificado durante los tres primeros años. Cada una cuenta con mobiliario y la preinstalación necesaria para contratar los servicios de luz, teléfono, internet, etc, y todas disponen de un servicio común de conserjería. Las instalaciones se completan con una sala destinada a la formación, con capacidad para unas cuarenta o cincuenta personas, y otra para reuniones. Vanessa Sánchez, que forma parte del equipo técnico que ofrece asesoramiento en el Centro, resume así su finalidad: “Está destinado a emprendedores que comienzan una actividad. Se trata de ayudarles con un impulso en sus primeros años. Les cedemos un espacio físico a muy bajo coste y así pueden disponer de unas buenas instalaciones donde poner en funcionamiento su negocio. Además, les ofrecemos el valor añadido de que aquí estamos para ayudarles en todo lo que sea posible”. No todos los emprendedores necesitan el mismo grado de apoyo, ni demandan igual tipo de ayuda: “Intentamos trabajar con ellos la consolidación. Nos reunimos con los que lo requieren para ver cómo va el negocio, su evolución, las áreas en las que ellos consideran que van peor y en las que creen que podemos echarles una mano, en una relación de total confianza mutua”.
Filtros y condiciones
El vivero del Mercado de México trata de filtrar a las empresas que acoge en función de un perfil innovador y para ello prioriza la entrada de iniciativas relacionadas con sectores como el medio ambiente, la ingeniería, la arquitectura, el diseño gráfico, las tecnologías de la información o los servicios avanzados a empresas. Superada esa condición inicial, la empresa deberá presentar un plan de negocio viable, que validarán los técnicos de la ADL. También prevalecen aquellos proyectos que durante sus dos primeros años tengan capacidad para generar, al menos, dos puestos de trabajo. Una vez que la empresa entra al vivero, podrá permanecer tres años, con la posibilidad de dos prorrogas anuales, hasta completar un máximo de cinco. Esta limitación temporal, señala Vanessa Sánchez, pretende que “las empresas no se acomoden aquí”, además de fomentar “cierta rotación y la posibilidad de que entren proyectos nuevos”. Actualmente acoge a catorce empresas y desde su creación han sido ochenta y seis las que ha llegado a albergar. La tasa de supervivencia o de continuidad de las empresas después de abandonarlo ha llegado a ser superior al 85%, pero el reciente contexto económico más desfavorable ha supuesto que dicha tasa disminuyera a algo más del 70%. La experiencia de estos trece años es francamente positiva.

Luis Escagedo, director de la Agencia de Desarrollo Local de Santa Cruz de Bezana.
Luis Escagedo dirige la ADL de Santa Cruz de Bezana, que desde 2000 cuenta con un vivero de empresas ubicado en el edificio Rada, una antigua fábrica de ascensores situada entre Sancibrián y Bezana. Sus instalaciones constan de un espacio compartido de oficinas abiertas y una sala de reuniones, que incluyen mobiliario, acceso a internet y otros servicios generales. “Es una infraestructura muy básica y muy barata”, describe, “no tenemos un afán recaudatorio, se gestiona por una tasa municipal que es la misma que cuando comenzamos hace dieciséis años. Lo que pretendemos es que para aquellas personas que tengan alguna iniciativa, la infraestructura no sea una barrera”. Aunque el objetivo fundamental es facilitar el acceso a un lugar de trabajo, el vivero también añade el asesoramiento técnico como parte del servicio prestado: “El criterio general es el de acoger proyectos en su fase inicial y eso supone que los ayudamos en todo lo que necesiten”. Algunos llegan con ideas poco desarrolladas o sin ningún planteamiento concreto, pero están sin trabajo y acuden en busca de una salida en el autoempleo: “Hay gente que al ver que existe el vivero, se plantea empezar a trabajar con una idea, sabiendo que va a tener a su disposición una oficina y asesoramiento”. Al edificio Rada también acuden emprendedores con planes más avanzados: “Proyectos más consolidados que buscan un lugar donde empezar a funcionar con su empresa y nosotros podemos proporcionárselo a bajo coste. A veces recibimos llamadas de empresas que llevan tiempo trabajando y que tan sólo buscan oficinas baratas. A este tipo de gente no le podemos dar cobertura, porque nuestro objetivo es ayudar a los que están empezando”.
La ordenanza municipal que regula el funcionamiento del vivero de empresas de Santa Cruz de Bezana establece una estancia máxima de un año, aunque Luis Escagedo matiza: “Aquí se trabaja con personas y cada persona tiene sus necesidades, un perfil, unas perspectivas. Esto no es una máquina de fabricar emprendedores, es un servicio que ayuda a personas, por lo que ese plazo puede flexibilizarse”. Lo importante es que el periodo en el vivero se convierta en un auténtico máster de gestión empresarial: “Trabajamos mejorando sus habilidades, ofreciéndoles formación, enseñándoles las pautas para gestionar su empresa, cómo hacer un plan de marketing… En fin, todo lo que puedan necesitar. Normalmente los emprendedores son expertos o tienen más habilidades en algún campo y no suelen serlo en gestión de empresas. Nosotros les ayudamos en esa parte”.
Emprender desde un vivero
El vivero de empresas de Santa Cruz de Bezana acoge actualmente siete proyectos empresariales y durante los últimos dieciséis años han sido un par de decenas más las empresas que han pasado por esa sala abierta y compartida, con un balance general muy positivo. Una de ellas es Ambientalia Consultores, que en 2010 dio sus primeros pasos en las instalaciones del edificio Rada y ahora está radicada en la incubadora de empresas del Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (PCTCAN).
Ruth Pirón, cofundadora de Ambientalia junto a María Grijuela, recuerda cómo fue su entrada en el vivero de Bezana: “Como consultoras no necesitábamos tener una gran oficina, podíamos trabajar en casa, aunque preferíamos hacerlo fuera porque eso te aporta una imagen más profesional. Comenzamos allí porque nos ofrecía un lugar donde trabajar y económicamente nos resultaba muy interesante”. Su caso no era el de unas emprendedoras que llegaban al vivero en busca de apoyo para poner en marcha su empresa; su proyecto estaba bastante consolidado y ya habían comenzado a realizar algún trabajo cuando se instalaron en él. “Al año y medio o dos años de estar en Bezana, nos encontramos con que Sodercan ofrecía unas ayudas que incluían aspectos como la difusión y la comunicación de la empresa. Hicimos un plan de negocio con ellos y, ante esa oportunidad, decidimos dejar el vivero de Bezana para venirnos aquí”.
El paso al PCTCAN supuso para Ambientalia algo más que un cambio de ubicación: “Por un lado, tuvimos un tutor que nos apoyó para llevar a cabo un buen plan de empresa, nos prestaron asesoramiento sobre diversas temas empresariales y nos ayudaron económicamente para realizar cursos de formación. Por otro, nos financiaron durante dos años el alquiler de la oficina”, explica Ruth Pirón. En esta incubadora, dirigida fundamentalmente a dinamizar el crecimiento de empresas de reciente creación, con cierto componente innovador y de base científica o tecnológica, disponen de una oficina individual, cerrada y amueblada. Ruth Pirón califica como muy positivo su paso por Bezana, pero cree que allí no hubiesen podido crecer como lo hicieron en su nueva sede: “Si las licitaciones que conseguimos después nos las hubieran dado cuando estábamos en Bezana, habría sido físicamente imposible trabajar en ese espacio las cuatro personas que hemos estado haciéndolo en esos proyectos. Aquel vivero fue un buen impulso inicial, pero tenía sus limitaciones a la hora de crecer”.
Ambientalia Consultores trabaja actualmente en tres líneas de negocio: educación ambiental, proyectos ambientales integrales y asistencia técnica a la industria para conciliar el desarrollo y la competitividad de las empresas con la conservación del medio ambiente. Trabajan tanto para entidades privadas como públicas, aunque un alto porcentaje de su facturación procede de la Administración. Llevan cuatro años en el PCTCAN, han superado los dos años que en principio se establece como plazo máximo de estancia en la incubadora, y son conscientes de que en cualquier momento tendrán que salir. Se encuentran a gusto en ese emplazamiento, pero están preparadas para salir a pesar de las dificultades que esto supondría: “Aquí el alquiler no es caro, el sitio está muy bien comunicado, dispones de salas de reuniones, mobiliario… El problema de ir a otro sitio es que todo sale más caro”.
María Grijuela, licenciada en Ciencias Medioambientales, y Ruth Pirón, licenciada en Ciencias del Mar, se conocieron trabajando en el Departamento de Hidráulica de la facultad cántabra de Caminos y posteriormente coincidieron en otros trabajos antes de iniciar su experiencia emprendedora en el vivero de Bezana. “Somos amigas, pero no hemos empezado como amigas, sino porque nos conocimos antes profesionalmente. Lo intentamos por nuestra cuenta porque sabíamos que trabajábamos bien juntas”. Este es un aspecto importante que destacan quienes, desde los viveros de empresas, se dedican a ayudar a los emprendedores en su impulso inicial. Comenzar un proyecto con otras personas sólo por razones de amistad o parentesco no tiene por qué ser garantía de éxito, muchas veces justo lo contrario, para el desarrollo de una nueva empresa. Para Luis Escagedo lo más relevante es la actitud de los emprendedores: “Hay personas que llegan con ideas inviables pero con mucho dinamismo y esto es lo que les permite reformularlas hasta llegar a otras mejores”.