Vuelven los cambios a la náutica de recreo

El sector interpondrá una demanda ante la Unión Europea para intentar eliminar el impuesto de matriculación en las embarcaciones deportivas, una reivindicación histórica que no han conseguido sacar adelante con independencia del color político de quienes han ocupado el Gobierno de España. Esa sigue siendo la principal reclamación de las empresas cuya actividad depende de una u otra forma de la flota deportiva, que por contra han conseguido respuesta a sus peticiones en algunas otras: a partir de ahora será posible hacer un uso profesional de los títulos náuticos de recreo, y la actividad contará con un área propia dentro de la Dirección General de la Marina Mercante. Todo ello en el marco de una recuperación del mercado que, al menos por el momento, no ha alcanzado a Cantabria.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2019

Como sucede con otros indicadores económicos –y por pequeño que sea ese mercado, el de embarcaciones deportivas es uno más entre ellos– la recuperación de las ventas en la náutica de recreo está llegando a Cantabria con un evidente retraso respecto al resto de España. En el conjunto del país las cifras encadenan varios ejercicios consecutivos en positivo, en una lenta recuperación de los efectos de la crisis, en tanto que en Cantabria las ventas llevan tiempo intentando remontar los mínimos a los que llegaron tras la recesión, perdiendo un año lo que recuperaron en el anterior, o viceversa, y siempre moviéndose en unas cotas que apenas se acercan a la mitad de las registradas de 2008, antes de que la recesión cambiara bruscamente las referencias cuantitativas en las que se movía la actividad. De hecho, y a diferencia de otros mercados, en el de embarcaciones de recreo las cifras siguen muy lejos de las que se registraron antes de la crisis, y eso vale tanto para Cantabria como para el conjunto de España. El tiempo pasado desde entonces sí ha servido, en cambio, para que se articularan algunos cambios legales que, en buena medida, han ido en la línea de lo que reclamaba el sector, en aspectos como la regulación de las titulaciones o la fiscalidad del alquiler. En contraste, no se ha logrado avance alguno en la principal reivindicación del sector: la eliminación del impuesto de matriculación para las embarcaciones deportivas.

Novedades

La actualidad ha traído algunas novedades tanto en la cuestión de la fiscalidad de las matriculaciones como en la de los títulos que habilitan para el gobierno de embarcaciones de recreo, si bien en sentidos muy diferentes en ambos casos. En el primero, en lo que hace referencia a un tributo que es una particularidad del sistema fiscal español, el sector ha dado por agotado el camino en nuestro país y ha decidido interponer una demanda ante la UE para reclamar su eliminación. Según se explicó en el congreso náutico organizado el pasado mes de marzo en Palma de Mallorca por la Asociación Nacional de Empresa Náuticas (ANEN), la reclamación planteará que el impuesto de matriculación de las embarcaciones de recreo es un gravamen anacrónico e injusto, argumentando que su eliminación supondrá un aumento de la productividad y competitividad para el sector que superaría los ingresos que actualmente consigue la administración por vía de ese tributo. El impuesto de matriculación grava la venta de embarcaciones nuevas de más de 8 metros de eslora, con una tasa del 12% de la que estaban exentas –tras una modificación legal efectuada en 2013 en línea de lo que pedía el sector– los barcos destinados al alquiler.

El arrendamiento turístico de las embarcaciones de recreo es también la actividad que en mayor medida puede verse beneficiada por otra de las novedades recién aprobadas: la que permite hacer un uso profesional de los títulos que habilitan para el gobierno de embarcaciones de recreo. Hasta ahora, el mismo título que permitía navegar como particular, no era válido si alguno de los pasajeros que iban a bordo había contratado ese servicio. Para los alquileres con patrón, por tanto, era obligado que quien arrendaba el barco contratase a alguien con una titulación profesional –náutico-pesquera, o de marina civil– para que se ocupase de esa tarea. La paradoja era que, en un alquiler sin patrón, el gobierno de la embarcación sí que puede asumirlo uno de los clientes que arrienda el barco, si cuenta con un título de recreo que lo habilite para ello, pero ese mismo título no era válido si quien se pone a los mandos de la embarcación era el arrendador. La modificación aprobada mediante real decreto el pasado mes de abril pone fin a esa aparente incongruencia, y abre la puerta al uso profesional de los títulos de recreo, siempre que se supere un curso para ello. La posibilidad de gobernar una embarcación con pasajeros, en todo caso, estará limitada a los patrones y capitanes de yate –las dos titulaciones que habilitan para mayores esloras y distancias de navegación– y acotando el número de pasajeros a un máximo de seis. El uso profesional –ver cuadro junto a estas mismas páginas– se amplía a más supuestos, además del alquiler. En muchos de esos casos –como el mover embarcaciones dentro de una marina, o la posibilidad de gobernar las lanchas neumáticas de socorrismo– se da carta de naturaleza a situaciones que ya anteriormente se hacían con el título de recreo, si bien de forma irregular.

Los cambios llegan en un momento en el que el mercado –medido en matriculación de embarcaciones nuevas– da síntomas de recuperación, si bien de una forma geográficamente irregular. En el conjunto de España las ventas subieron el año pasado un 3,3%, si bien la práctica totalidad de esa subida es achacable al buen comportamiento de las Islas Baleares, con mucho el principal mercado español de embarcaciones. En Cantabria, por el contrario, las 57 embarcaciones vendidas el pasado año son una menos que las del año anterior. Si atendemos al dato del primer trimestre de 2019 –último periodo con cifras cerradas– el diferencial se ensancha: crecen las ventas un 17% en toda España, y se mantienen sin cambios en el caso de Cantabria.